Julio – mediados de agosto 1812

El último mes y medio de la vida de Elizabeth había sido un torbellino de actividades y obligaciones. Unos días después de visitar la estancia de Hertfordshire, Elizabeth recibió una inesperada carta de los dueños de Sandstone.

4 de Julio 1812

Sandstone

Estimada Sra. Harrison,

Espero que goce de buena salud. De acuerdo a lo que solicitó en nuestra reunión hace unas semanas atrás, mi esposa y yo deseamos comunicarle que hemos considerado seriamente su solicitud de rebajar el precio de Sandstone. Debido a que tengo problemas de salud y mi doctor me ha recomendado que nos mudemos a Bath lo antes posible, estamos dispuestos a rebajar el precio 1.500.

Esta es nuestra oferta final. Si usted está de acuerdo con esta propuesta, por favor contactese con nuestro abogado.

Saludos cordiales,

Sr. Martin.

Los Gardiner inicialmente estaban sorprendidos por las buenas noticas, pero sospechaban que la baja de precio estaba asociada al interés que tenía el Sr. Darcy que Elizabeth se mudara cerca de Rosings. Dado que los Gardiner eran inteligentes y discretos, optaron por no mencionarle a su sobrina sus sospechas.

Dado que Elizabeth aún necesitaba 1.500 adicionales para comprar la propiedad, los Gardiner finalmente la convencieron que aceptara su ayuda económica. Ambos sabían que iba a ser muy difícil que Elizabeth encontrara una hacienda de las características de Sandstone a un precio inferior.

Finalmente, en la primera semana de julio, Elizabeth firmó la compra de Sandstone y acoradron que se mudaría dos semanas después para que los antiguos dueños pudieran desalojar la propiedad.

A mediados de julio, Elizabeth fue con los Thompson, los Gardiner, e Bella a Longbourn para asistir al casamiento de Mary. Kitty lamentablemente no pudo asistir ya que estaba con su esposo en el norte del país, pero le envió una larga carta a Mary donde la felicitaba por su matrimonio. Kitty estaba sinceramente contenta que su hermana se casaba con un buen hombre.

De acuerdo a los deseos de los novios, la boda fue muy simple y solo unas 30 personas fueron invitadas. A la salida de la iglesia, Charlotte le pidió unos minutos para hablar a solas. Los Lucas, incluido Charlotte, no habían sido invitados al desayuno de bodas, pero aun así habían asistido a la ceremonia en la iglesia. Elizabeth le pidió a su tía si podía quedarse unos minutos con Isabella mientras hablaba con Charlotte.

Comenzaron a caminar rumbo hacia Longbourn; Charlotte fue la primera en romper el incomodo silencio, "Lizzy, estoy muy contenta que hayas regresado a Hertfordshire. La última vez que estuviste aquí, lamentablemente fue por muy pocos días y no tuvimos ocasión de charlar. Espero que esta vez te puedas quedar más tiempo."

"No, regreso mañana a Londres. Vine únicamente para el casamiento de Mary."

"¡Qué pena que vienes por tan poco tiempo! Capaz que hoy en la tarde, después que se vayan todos los invitados de Longbourn, podrías venir a mi casa. Mis padres y John están deseosos de verte y de charlar contigo. Han pasado tantos años desde la última vez que nos visitaste, y ya sabes que mi padre siempre dijo que tú eras la joya de Hertfordshire. Todos te hemos extrañado mucho."

Elizabeth, miró a su antigua amiga con desprecio, recordaba muy bien lo que Jane e incluso Mary le habían dicho sobre los Lucas, así como también la odiosa carta que la propia Charlotte le había enviado siete años atrás para cortar la amistad. Con cierto sarcasmo contestó, "La verdad, me resulta extraño que después de tantos años deseen verme. Si mal no recuerdo, tu familia y tú, fueron los primeros en censurar y cortar relaciones conmigo y con mi familia. ¿Por qué querría verlos a ustedes? ¿Por qué querría ver a personas que con placer estuvieron felices burlándose de la 'ruina' de mi familia e incluso diciendo mentiras? Sé todo lo que tú y tu familia dijeron, Charlotte."

Charlotte bajó la vista y avergonzada respondió, "Lizzy, tienes que entender que mis padres tenían que cuidar la reputación de Maria, e hicieron lo que pensaban que era mejor para ella. Además, yo estaba casada con el Sr. Collins y no podía contradecir los deseos de mi marido y continuar una amistad contigo. Tú sabes bien que las mujeres dependemos de nuestros padres y cuando nos casamos dependemos de nuestros maridos."

Elizabeth asintió levemente, "Uno puede cortar relaciones con una persona o una familia, pero no por eso tiene que estar diciendo mentiras y rumores para destruir más su reputación. Nadie los obligó a hacer eso Charlotte, lo hicieron porque quisieron. Entre otras cosas sé que tú y el Sr. Collins insinuaron en Meryton que era muy probable que mi hija fuera ilegitima. Del Sr. Collins puedo entenderlo, pero de ti, eso fue una bajeza. Fuiste mala, incluso peor que tu marido. Tú sabes muy que, en una situación inversa, jamás habría dicho ni insinuado algo así de ti."

Charlotte se ruborizó, y desvío la mirada, "Sé que me equivoqué, y realmente siento lo que les pasó a ustedes y lo que dije de ti y de tu familia hace tantos años atrás. La verdad es que el Sr. Collins estaba resentido porque tu habías rechazado su propuesta de matrimonio, y usó la desgracia de tu familia para vanagloriarse por su buena suerte por no haberse casado contigo. Lo único que hice fue decir que SI a todo lo que él decía. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¡Estaba atrapada!"

"Ya no me importan tus excusas ni tus motivos de aquel entonces. Fuimos amigas por muchos años, pero eso ya quedo por completo en el pasado. Ya no somos las mismas Charlotte, y no tengo interés de volver a tener una amistad contigo. Te deseo lo mejor, pero la única relación que deseo tener contigo y tu familia es de mera cortesia, y si tengo suerte, espero no tener que verte ni a ti ni a tu familia nunca más."

Charlotte asintió y se separaron. Elizabeth siguió para Longbourn y Charlotte volvió a Lucas Lodge. Con los años nunca hubo una reconciliación entre las antiguas amigas, pero tampoco hubo una nueva pelea.

Enseguida que regresaron a Londres, Elizabeth entrevistó varias damas para el cargo de institutriz de Isabella. Finalmente eligió a una dama viuda de mediana edad, la Sra. Watson. La Sra. Watson era hija de un párroco que había perdido a su esposo muy joven y no tenía hijos. Había dedicado parte de su vida a cuidar de los hijos de sus dos hermanos que ahora eran jóvenes adultos. Era una mujer muy dinámica y similar en carácter a la Sra. Gardiner. Sabía además tocar el piano, hablaba francés y adoraba los niños.

Sobre fines de julio, los Gardiner ayudaron a Elizabeth a mudarse a Sandstone; afortunadamente, los antiguos dueños le habían dejado el mobiliario completo, y la mayoría de los sirvientes estaban dispuestos a quedarse trabajando para Elizabeth. En menos de una semana todo estaba pronto, y Elizabeth e Isabella se mudaron a su nueva casa. El cuarto de Isabella estaba al lado de el de Elizabeth, y fue la única habitación que cambiaron sustancialmente. La niña adoraba los colores amarillo y rosado, y Elizabeth se encargó que todo fuera en ese color. Además, compró una mesa pequeña con cuatro sillitas para que Isabella pudiera 'invitarla' a su habitación a tomar el té junto con la Sra. Watson. Compró un pequeño carruaje para cuatro personas y tres caballos, dos para el carruaje, y uno para su uso personal, ya que era imperativo que volviera a montar para inspeccionar la hacienda. No iba a contratar un administrador, la hacienda era pequeña, y con la ayuda de su padre, el Sr. Gardiner y quizás hasta del Sr. Darcy, ella misma se iba a encargar de administrarla. Quería ahorrar la mayor cantidad de dinero posible para poder devolvérselo a sus tíos en menor cantidad de años.

Quizás la más excitada con la mudanza fue Isabella, ya que al igual que su madre, adoraba la vida en el campo y estaba fascinada con las flores, las mariposas, los patos que habían en un estanque cercano, el hermoso jardín principal, y especialmente con todos los bonitos y amigables gatos que vivían cerca de la casa. Además, estaba contenta porque había una pequeña hamaca en el jardín.

En la primera semana de agosto, Los Gardiner se fueron a Lambton a visitar a sus amistades. Se iban a quedar allí por al menos dos semanas. Si bien Darcy los había invitado a que se hospedaran en Pemberley, los Gardiner optaron por alquilar una habitación en la posada.