Tommy

El abuelo nos ha traído al parque a Chuckie, Kimi, Phil, Lil, Angelica, Dil y, por supuesto, a mí.

Él se sienta en un banco que hay libre al lado de una fuente, y nosotros, Angelica y los bebés nos sentamos a su alrededor porque ha dicho que va a leernos un cuento.

Es un cuento de vikingos. Concretamente, del vikingo Harald Bluetooh, rey de Noruega nacido en Dinamarca.

Al principio del siglo X, los vikingos gobernaban el norte de Europa, y Harald Bluetooth llegó a unir las tribus de Dinamarca y Noruega en una sola nación.

¡Qué interesante! ¡Y qué valiente ese tal Harald Bluetooth! ¡De mayor yo quiero ser como él!

Pero cuando el abuelo llega a la segunda página del cuento, se queda dormido.

¡Jo! ¡Yo quería saber más sobre los vikingos! ¡Me parecen un pueblo alucinante!

En ese momento, escucho dos voces que ya me son familiares.

-Hola, chicos –nos saludan al unísono las gemelas Helena y Leonor.

¿Cuándo han llegado? Ni me he dado cuenta porque estaba totalmente enfrascado en la historia tan interesante que nos estaba leyendo el abuelo.

-¿Cuándo habéis llegado? –les pregunta Angelica, perpleja. Mira, ella ha pensado lo mismo que yo, mal que me pese admitirlo.

-Hace un momento –responde Leonor.

-¿Y dónde está la máquina del tiempo? –pregunta Kimi, entusiasmada.

-Detrás de aquellos matorrales –señala Helena en dirección a un conjunto de matorrales que hay en el lado opuesto de donde estamos nosotros.

-¿Todavía sigues queriendo usar la máquina del tiempo, Kimi? –le pregunto yo.

-Sí –responde ella-. Podríamos usarla para ir a la época de los vikingos.

-¿Acaso sabes tú programar la máquina del tiempo para que nos lleve a esa época, Kimi? –le pregunta Angelica con aires de marisabidilla y de superioridad.

Pero Kimi no se altera por lo que Angelica le ha dicho.

-¿Tú no quieres volver a usar la máquina del tiempo, Angelica? –le pregunta Kimi.

-Pues no –responde Angelica, y creo que lo dice de verdad.

-¿A dónde te mandó a ti? –continúa preguntándole Kimi.

-A un circo del año catapún y al espacio sideral.

-¡Caray! ¡Qué divertido! –exclama Kimi con más entusiasmo que antes.

-¿Qué es lo divertido? –pregunta de repente otra voz que ya me suena familiar. Me giro y, efectivamente, es Severus. Se ve que también acaba de llegar hace poquito. Viene solo, como siempre, y con ropa que no parece la más apropiada para un bebé. Es como si llevara la ropa de los mayores. Pero no lo juzgo, sé que sus motivos tendrá para vestir así, es sólo que me da un poco de pena verlo así vestido.

-La máquina del tiempo –le responde Kimi, también girándose hacia él.

-¿Cuánto tiempo más vais a seguir con eso? –protesta Chuckie, pero nadie le responde. Yo le hago un gesto tranquilizador porque no es para ponerse así el hecho de que la máquina del tiempo haya vuelto a aparecer.

-La verdad es que sí que es divertida –dice Leonor llena de emoción.

-Pero hasta ahora, vosotras sólo habéis ido y venido desde vuestra casa a aquí y desde este parque hasta vuestra casa, ¿no? –les pregunta Phil a las gemelas Helena y Leonor.

-Sí –responden ellas al unísono.

-¿Y tenéis alguna idea de por qué a vosotras os manda siempre aquí, mientras que a los demás nos mandó a distintas épocas? –les pregunto ahora yo, lleno de curiosidad.

-Ni idea –responde Leonor encogiéndose de hombros.

-Yo tampoco lo sé –dice Helena-. Sólo sé que funciona para traernos aquí y para después llevarnos a casa. A ti te funciona igual, ¿verdad, Severus? –le pregunta al niño nuevo girándose hacia él.

-Sí –responde él, sonrojándose levemente al mirar a Helena.

-Pero a mí me gustaría explorar las distintas épocas –insiste Kimi.

-Ese cacharro tiene que traer algún programa o algún manual de instrucciones que explique cómo viajar a determinadas épocas –intuye acertadamente Angelica.

-Pero las instrucciones estarán en la tienda –le dice Phil, y creo que su teoría es bastante acertada también.

-Entonces, la próxima vez que cualquiera de nosotros vaya a El Palacio de los Juguetes, tiene que encontrar dichas instrucciones –sugiere Lil.

Los demás asentimos, y yo añado:

-Por ahora, podemos pasar un rato divertido jugando a los vikingos, ¿qué os parece?

Angelica y los demás bebés están encantados con la idea.

-Oye, tú –oigo que Angelica le dice a alguien-, ¿por qué vas vestido así? Parece que hayas sacado la ropa del contenedor de la basura.

Creo que ya sé a quién se refiere: a Severus. Me giro y efectivamente así es, porque él ha agachado la cabeza y se ha sonrojado.

Yo, furioso, le espeto a mi prima:

-¡Angelica! –Para que pare de meterse con el aspecto físico del pobre Severus, ya que si viste así será porque no tiene otra cosa mejor para ponerse.

Pero Angelica no se anda con chiquitas. Tendré que advertirle a Severus sobre Angelica para que no la tome en serio. Es muy mala, pero en el fondo, fondo, es buena. Y sé que esto parece una contradicción, pero no lo es.

Más de una vez nos ha salvado de gente mucho peor que ella. Como cuando nos salvó de aquel niño, Josh, creo que se llamaba, o cuando nos salvó de la tal Coco cuando estuvimos en París.

Severus, todavía sonrojado, le ha dicho a mi prima:

-Es que… Es que es lo único que tenía para ponerme... –Y yo siento lástima por él. ¿Cómo puede ser que sus papás lo vistan así?

Sin más preámbulos, nos ponemos a jugar a los vikingos.

-Yo seré la reina vikinga y vosotros bebés seréis mis guerreros vikingos –dice Angelica dándose aires de grandeza. Yo pongo los ojos en blanco y pienso que cómo no, cómo no va a ser ella la reina vikinga. Con lo poco que a ella le gusta ser la reina. Obviamente, esto va con ironía.

-¿Qué estás tramando, Angelica? –le pregunto yo con suspicacia.

-Pretendo convertirme en la reina vikinga de todo el parque, igual que Harald Bluetooh se convirtió en el rey de Noruega y Dinamarca.

Angelica nos apremia a todos a que nos subamos a nuestro barco vikingo, que es uno de los cajones de arena que hay en el parque, donde está el castillo al que tanto le gusta subirse.

La idea me parece divertida así que me subo al barco vikingo de inmediato y mis amigos hacen también lo mismo.

-Qué mandona es esa Angelica, ¿no? –le pregunta Leonor en un susurro a Lil.

-No te imaginas cuánto –responde la hermana de Phil, con cierto pesar-. Aunque yo la admiro mucho –añade, poniéndose más contenta de repente-. No le tiene miedo a nada y es una líder nata.

-Mira, igual que tú –le dice Helena a Leonor.

-¿Yo? ¿Que yo soy como Angelica? ¡¿Yo?! –le contesta Leonor a su hermana con sorpresa y como ligeramente ofendida.

-Sí, tú también eres una mandona y una líder nata –añade Helena con una sonrisa.

-¡Te vas a enterar! –le dice Leonor a su hermana Helena entre risas; Helena también se ríe, y al final terminamos todos riéndonos por la risa tan contagiosa que tienen las gemelas.

Finalmente nos subimos al barco vikingo y nuestra aventura comienza. ¡Qué guay! ¡Me hace mucha ilusión jugar a los vikingos, después de haber oído lo que nos ha contado el abuelo!

Al poco rato, nos llama una voz que tampoco me resulta completamente desconocida.

-¡Ey, vosotros!

Nos giramos y es Timmy McNulty con sus hermanos.

-Hola, Timmy –le saludo yo sin mucho entusiasmo pero tampoco especialmente molesto.

-Hola, Angelica. Hola, bebés –nos saluda él con ciertos aires de superioridad, y eso sí que me molesta.

-¡Apártate de ahí, Timmy McNulty! ¡No eres bienvenido a mi barco vikingo!

-Vaya, así que estáis jugando a los vikingos –dice Timmy McNulty-. Pues nosotros también queremos jugar a los vikingos, ¿a que sí, chicos? –Se gira a sus hermanos, que asienten con la cabeza.

-Pues os tendréis que buscar otro lado para jugar porque este barco vikingo ya está ocupado –vuelve a decirle Angelica en tono casi autoritario y de superioridad.

-¿Quién es ése? –me pregunta Severus en un susurro, acercándose a mí.

-Es Timmy McNulty –le respondo yo también en un susurro, acercándome yo también a él-. Un chico que no me cae especialmente bien pero tampoco especialmente mal.

-No nos vamos a ir a ninguna parte –insiste Timmy McNulty, pisando todavía nuestro barco-. ¿Y dices que este barco vikingo es vuestro? Bueno, eso habría que verlo. ¿Qué os parece un combate vikingo y quien gane se queda con el barco?

-¡Ni hablar! –le grita Angelica, furiosa, viendo lo chulito que se está poniendo ese niño. La verdad es que Timmy McNulty es un poco repelente-. Nosotros hemos llegado primero y nos quedamos con él, y punto.

-¡De eso nada! –le grita ahora Timmy McNulty a mi prima, furioso-. Chicos, preparaos para el combate –les dice a sus hermanos.

-Pero no tenemos armas con las que luchar –le dice uno de sus hermanos.

Timmy McNulty se queda pensativo un momento y después fija la vista en el suelo y ve que hay varias ramas en él. Timmy coge una y después insta a sus hermanos a que cojan una cada uno.

Angelica, que también está furiosa, nos da instrucciones desde la parte alta del castillo, que es donde está subida.

-¡Vosotros, mis guerreros vikingos, a qué esperáis para defender este barco! ¡Coged armas también!

Nosotros le obedecemos porque es preferible ser aliado de Angelica que de Timmy McNulty porque Timmy y sus hermanos no nos tienen ningún aprecio, siempre están rivalizando con nosotros y todavía me acuerdo cuando Timmy dijo que las niñas eran malas y que no podían jugar con nosotros los niños.

Habiendo cogido cada uno una rama, nos ponemos a luchar contra Timmy McNulty y sus hermanos. Lo bueno es que nosotros les superamos en número. Ellos son cinco y nosotros somos diez. Angelica baja del castillo para ayudarnos a luchar porque Timmy McNulty es mayor que nosotros y es más difícil para nosotros luchar contra él.

Angelica coge una rama que encuentra en el suelo, fuera del barco vikingo, y se pone en guardia, enfrentándose a Timmy McNulty y le amenaza:

-Te lo advierto, Timmy McNulty, no nos provoquéis mucho porque nosotros cuando nos enfadamos de verdad damos miedo.

-Uy, qué miedo –se burla Timmy y eso me molesta y hace que me caiga un poco peor.

Uno de los hermanos de Timmy dirige la espada hacia mí en modo amenazante, pero yo no me achanto y le dirijo mi espada hacia él igualmente. Nuestras espadas chocan una y otra vez, intentando desarmar al oponente.

Phil y Lil tienen arcos y flechas, y les lanzan las flechas con intención de ahuyentar a los hermanos McNulty, pero uno de sus hermanos también tiene un arco y varias flechas, aunque como Phil y Lil le superan en número, pronto pierde el equilibrio, se cae al suelo y comienza a llorar.

Severus lucha a mi lado, y entre los dos es mucho más fácil deshacernos del hermano de Timmy, que no ha parado de molestarme desde que ha empezado la batalla.

Angelica vuelve a subirse a la parta más alta del castillo con un manojo de ramas y las lanza desde lo alto hacia Timmy McNulty, que es el que tiene más ganas de luchar. Él se protege con mi pelota, que la usa a modo de escudo, y Angelica le espeta:

-¡Eh, niño! ¡Esa pelota es nuestra!

Kimi lucha con un hacha y asusta a uno de los hermanos de Timmy. Y Chuckie veo que está doblado en el suelo, temblando de miedo.

-¡Vamos, Chuckie! –le animo yo-. ¡Que estos niños no podrán con nosotros!

-¡Finster! ¡¿Pero qué haces ahí tumbado en el suelo?! ¡Vuelve a la lucha! ¡Ya! –le ordena Angelica desde lo alto del castillo.

Los hermanos de Timmy son fáciles de vencer, pero el hueso duro de roer es el propio Timmy, que es el que en realidad tiene verdaderas ganas de competir y de combatir. Sus hermanos sé que le han dicho que sí porque le tienen miedo, pero no tienen ese espíritu competitivo que tiene Timmy.

Timmy se acerca a Dil, dirigiendo su espada hacia él y yo siento miedo de que le haga daño a mi hermano, pero mi hermano no se asusta de Timmy y le pega con el sonajero en toda la nariz. Timmy se aparta de inmediato tras pegar un grito, y se lleva las manos a la nariz, que claramente le duele.

Leonor y Helena luchan contra los otros dos hermanos de Timmy, que huyen despavoridos cuando les cae sobre la cabeza unas cuantas ramas del árbol que tenemos al lado. La verdad es que es rara la manera en la que esas ramas se han caído del árbol. No parecía ser la manera natural en la que normalmente se caen las ramas. Pero oye, si nos están ayudando, bienvenidas sean.

Severus continúa luchando a mi lado, y entre los dos logramos acorralar a Timmy, pero él no se asusta. No se asusta hasta que, de repente, unas ramas del árbol desde donde antes se han caído las otras ramas, le dan un azote en el culo. En ese momento, Timmy chilla realmente asustado y sale corriendo y llorando hacia donde está su mamá. Sus hermanos lo siguen y parece que por fin se ha terminado el combate.

Sí, parece que sí. Uff, menos mal, porque ya estaba harto de luchar. Yo he venido a este parque a pasármelo bien con mis amigos, no a luchar. Pero la verdad es que me ha impactado mucho ver cómo las ramas del árbol parecían cobrar vida y le daban un azote a Timmy. ¿Cómo habrá sucedido eso? Porque que yo sepa, dar azotes no es algo que hagan los árboles.

Miro a mis amigos, y todos están igual, perplejos por el azote que el árbol le acaba de dar a Timmy.

-¿Cómo habrá sucedido eso? –pregunta Kimi, entusiasmada.

-No lo sé –le digo yo-. Pero me gustaría saberlo.

Chuckie mira al árbol con miedo, mientras que Phil, Lil y Dil lo miran también con entusiasmo. Angelica también lo mira pasmada, y Helena y Leonor también. Severus parece un poco nervioso, pero intenta disimularlo agachando la cabeza.