INUYASHA NO ME PERTENECE, SALVO LA HISTORIA QUE SI ES MÍA.
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El contrato
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Capítulo 11
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DEDICADO A SAONE TAKAHASHI
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La figura y el nombre de Bankotsu Anderson nunca pasaba desapercibido.
El coctel que ofreció su compañía como agasajo por la nueva adquisición fue una invitación muy codiciada. Los medios de prensa tanto impresos como redes sociales se hicieron eco no sólo del evento sino también de la inesperada revelación por parte del anfitrión.
Una relación formal con una señorita.
¿Bankotsu Anderson había cambiado?
Era la comidilla de Manhattan.
Y todos lo vieron.
Desde los viejos compañeros de Kagome en el hotel sorprendidos de la increíble suerte que tuvo su poco agraciada ex cocinera en alzarse con el premio mayor. Y tanto que la subestimaron.
Por supuesto los vieron las personas que tanto la perjudicaron en su primera estancia.
Tsubaki y Kagura en las redes.
Ambas fueron despedidas del hotel sin derecho a percibir indemnización como bien le avisó el propio asistente del señor Anderson, ese tal Miroku.
También se vieron obligadas a desalojar el piso que ocupaban. El propio casero las emplazó y cuando Tsubaki pidió explicaciones porque ya tenía pagado el mes, el hombre le avisó que ambas estaban vetadas de Manhattan.
Ambas mujeres, ya lejos de los aires que se daban, ahora buscaban trabajo en Brooklyn y ocasionalmente encontraban algo en Limpieza o aseo porque aparentemente la censura del Príncipe de la Quinta Avenida les valió que no se las contratara para más que eso pese a su experiencia como ayudante de cocina o camarera.
Si la cosa seguía así se verían obligadas a salir del estado.
Con respecto a Donald, Miroku siguiendo las órdenes de Bankotsu se encargó que saliera de New York enviándolo a la lejana Utah y esa rata calva no tuvo nada que objetar ya que Miroku lo amenazó a denunciarlo por apropiación y estafa.
Pero aun desde su lejana clausura, las redes siempre acercaban y el otrora pomposo gerente de restaurante del Hotel Palace pudo ver las publicaciones donde aquella insignificante Kagome Smith daba una clase maestro de trepadora social.
Cuando Kikyo vio las fotos desde su móvil en el Instagram del perfil de unas revistas, pestañeó confusa y extrañada.
― ¿De dónde salió esta mujer tan insignificante y ridícula? Mira ese cuerpo y esa cara…debe ser una broma.
Pero todas la paginas que revisaba decían lo mismo.
La mujer llamada Kagome Smith era la novia oficial de Bankotsu Anderson y aparentemente la causante que él encarrilara su vida.
El simple hecho que se tratase de una dama común y corriente, sin conexiones le daban un plus de simpatía por la figura de Bankotsu.
Todo el mundo hablaba de ello, pudo leer los comentarios bajo las fotos.
Buscó información en la web sobre la mujer y no encontró nada.
No tenía redes sociales ni rastro de su vida.
¿De qué basurero la pudo haber sacado Bankotsu?
Tuvo el impulso de arrojar el móvil y hacerlo pedazos, pero liego recordó que tenía un respaldo.
Comenzó a llamar a ese inútil de Naraku Sutton ¿por algo tenían una alianza?
Pero él no le había traído ninguna idea o plan astuto en estos días. Seguro también este asunto de Bankotsu con aquella nueva zorra también lo tomaba desprevenido.
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Naraku vio las llamadas perdidas, pero no las contestó.
Kikyo era una desequilibrada y no tenía ganas de lidiar con ello. El asunto de Bankotsu jugando al hombre comprometido era malo para sus planes.
Pero él estaba seguro que hombres como él jamás cambiaban.
Guardó el móvil en el bolsillo cuando oyó que lo llamaban.
―El señor Paulsen lo recibirá ahora.
La oficina de Inuyasha Paulsen era tan imponente como la de Bankotsu Anderson
Le gustaban los juegos de poder, pero tenía que admitir que no tenía tanto dinero y para luchar contra Bankotsu Anderson necesitaba bastante.
El movimiento de ir a pedirle financiamiento a Inuyasha Paulsen fue algo calculado y cien veces pensado.
Cuando Naraku terminó su exposición de negocios, Inuyasha quedó en silencio estudiándolo señal que no era un imbécil fácil de convencer.
― ¿Cree que no sé su rivalidad con Bankotsu Anderson? Ha venido a pedirme armas para ir contra él ¿verdad?
―Será una inversión justa…y una reunión de personas con varios intereses que podrían coincidir.
Inuyasha sonrió.
―Al fin ha dicho lo que realmente vino a decir. Explíquese en que saldré yo beneficiado si invierto en su proyecto.
―Fácil ―aseveró Naraku―. Usted quiere la cadena de hoteles Palace, yo quiero la tutela de mi sobrino y casualmente también conozco a una loca que sería capaz de matarse por Bankotsu Anderson.
― ¿Acaso cree que yo solo no me basto para luchar contra ese estúpido? ―replicó Inuyasha malhumorado porque detestaba sentir que le ganaban.
―Si lo debilitamos, él acabará vendiendo la cadena. Conozco su punto débil para romperlo y cuando él esté roto usted puede aparecer y hacerse con esos benditos hoteles…sólo necesito financiamiento y déjeme el resto.
Inuyasha Paulsen no era impulsivo.
Lo que le granjeó ser un empresario exitoso es que nunca rechazaba algo de buenas a primeras.
Particularmente no quería alianzas, pero tenía que admitir que ese sucio de Naraku Sutton tenía un punto.
―Lo llamaré si tengo algo que ofrecerle, señor Sutton ―con esa frase impersonal lo despidió
Naraku cogió la carpeta y se marchó, aunque no estaba enojado porque había plantado la duda en la cabeza de aquel vanidoso inversionista.
Inuyasha quedó en su escritorio pensando en las palabras de aquel lunático. El único motivo por el cual lo había recibido es porque sabía del reclamo de Sutton contra Bankotsu.
Marcó un numero en su móvil.
―Olvida lo que estés haciendo ―le ordenó a alguien tras la línea―. Quiero que verifiques a una persona ―Inuyasha pareció recordar algo―. En realidad, quiero que investigues a dos personas en profundidad.
―Dígame, señor.
―Uno es el chiflado de Naraku Sutton ya que si tiene negocios raros no quiero alianzas con él.
―Anotado señor ¿y quién es el otro?
Inuyasha sonrió.
―Una mujer ―los ojos del empresario brillaron por la idea de poder encontrar una segunda debilidad en Bankotsu Anderson―. Se llama Kagome Smith y acaba de ser presentada como la novia oficial de ese pomposo de Anderson.
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Habia dormido muy poco.
La extraña emoción adolescente que la embargó por la multitud de sensaciones de la noche anterior donde todo el mundo la miró como a un bicho raro dentro del perfecto Upper East Side.
Pero nada de eso acabó importando cuando él la besó.
Podría ser fingido, actuado o siguiendo un guion de su parte, pero Kagome lo sintió tan real e íntimo que aún era capaz de percibir en su boca el toque a todas las terminaciones posibles.
Y el detalle que la cogiera del talle para garantizar el beso.
Kagome se acarició lo labios como si quisiera guardar resquicios de lo ocurrido.
― ¡Kagome! ¿podrías hacer esos waffles con crema y sirope?
La repentina voz de Dexter al otro lado de la puerta la salvó de aquellos sueños inapropiados.
Se apresuró en componerse temerosa que ese niño volviera a descubrirla.
― ¡Claro que sí! ―aceptó Kagome.
Pero cuando iba a pararse, el móvil comenzó a sonar.
Como era el nuevo que Bankotsu le había dado, sólo le alcanzó a dar su número a Sango, quien estaba encargada de llegar a un trato con el banco para resguarda y recuperar el monolito.
Bankotsu le había depositado el dinero del trato en una cuenta, pero ella aún no se atrevía a usarla.
El móvil volvió a sonar.
Era un número desconocido.
Kagome dejó de pensar y lo cogió.
― ¿Quién habla?
―Parece que la vida en la gran manzana hizo que te olvides de mí.
― ¿Koga? ―la joven reconoció la voz del que fuera su amante las últimas semanas en Great Falls.
Y que también la había estafado.
―Tu amiga me dio tu nuevo número neoyorkino.
― ¡Mucha cara tienes para llamarme! Eres un sinvergüenza y un estafador.
―No menos que tu ―le respondió Koga sarcásticamente―. He visto tus fotos en las redes sociales, pescaste un millonario con esa cara de no rompo un plato.
― ¿Celoso, imbécil?
―Ya quisieras ―aunque en la voz de Koga se denotaba algo parecido a la envidia―. No sé qué habrá visto en ti, pero no pienso dejar que sola disfrutes de esta particular suerte.
―Nada de lo que digas funcionará conmigo. Voy a cortar.
―No lo harás ―amenazó Koga
― ¿Qué demonios quieres?
―Al fin preguntas algo coherente ―Koga pareció ponerse cómodo―. Lo único que puedo querer de ti es dinero.
― ¿Qué?
―Lo que oíste, mi querida Kagome ―amenazó Koga―. Quiero una mensualidad acorde a tu nuevo estatus o caso contrario venderé una historia a las revistas de New York acerca de tu papel chantajeándome para conseguir el estúpido monolito de tu familia, sabiendo que trabajo en el banco. Sólo imagina el escándalo de que la novia de un tipo tan acaudalado recurra a esas tretas.
― ¡Tú me engañaste! Las cosas no fueron así.
―Pero eso no será lo que yo venderé a esa prensa sedienta y ya sabes que soy el mejor actuando como un pobre timado por una mujer arribista y sin escrúpulos.
Kagome ya no pudo seguir oyendo aquello.
Cortó la llamada no pudiendo creer como es que los tentáculos de Koga la seguían donde fuera.
Y parece que no pensaba acabar.
CONTINUARÁ
GRACIAS HERMANITAS POR SUS VOTOS
PAULITA, SAONE, BENANI0125, LUCYP0411, IMAG04, ANNIE PEREZ, CONEJITA, RODRIGUEZ FUENTES.
¿VEN QUE YA HAGO ACTUS FLASH?
EL CAPI YA ESTABA LISTO AYER PERO FF ESTABA CAÍDO
Paola.
