Capítulo 3: Lágrimas de fuego.
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Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida _ Pablo Neruda.
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Percibió que algo se precionaba contra su pecho, un aroma reconfortante invadió su nariz; era tan dulce como las flores de verano. Delicados brazos se envolvieron alrededor de su torso, se apretaron con fuerza, renuentes a dejarlo ir.
Su mejilla estaba fría, sintió que una sustancia líquida se deslizaba a través de ella. Conocía muy bien lo que era, su acompañante tenía el hábito de babear mientras dormía.
La primera vez fue algo incómodo, la niña estuvo súper avergonzada y él no supo cómo reaccionar. Pero después de tantas mañanas repitiendo lo mismo, terminaron acostumbrándose.
En realidad era divertido, a pesar de que ella era la mayor siempre actuó como una niña. Le gustaba porque sabía que era una parte de ella que solo él tenía derecho a mirar.
Un secreto entre los dos.
Decidió que era hora de despertar. "Anko" Naruto sacudió a la niña que yacía dormida a su lado, una pequeña sonrisa remarcaba su rostro. La pelimorada tenía un agarre de hierro, nunca pensó que ella era del tipo abrazador.
Tampoco es que le molestara.
"¿E-eh?" Anko se despertó con una mueca graciosa en su rostro, los mechones calleron por su cara, sus ojos lucían desorbitados y somnolientos. Se tomó un momento para analizar dónde estaba, quién carajos era ella y qué era ese objeto tan agradable que estaba abrazando.
Una vez que la comprensión la iluminó, se sonrojó al darse cuenta que estaba babeando sobre la mejilla del rubio.
Otra vez.
"Lo siento" Salió con una risita nerviosa, él no pudo evitar responder con su propia sonrisa al contemplar las payasadas de su amiga.
Ambos se apartaron del abrazo para mirarse a los ojos. "Buenos días, Anko"
"Buenos días, Naruto"
El tiempo era fugaz. Había transcurrido un año, el mejor año de su vida.
Un año viviendo con la chica que lo salvó del bosque. La experiencia fue enriquecedora por decir lo menos.
"¡Tengo el baño primero!" Anko gritó de forma infantil mientras se levantaba y salía corriendo de la habitación.
Naruto dejó escapar un suspiro de resignación al observar que perdió el privilegio de ser el primero en utilizar el baño. ¿Por qué siempre olvidaba lo rápida que era la pelimorada?
Durante todos sus mañanas siempre fue el perdedor, sus sentidos nunca fueron capaces de reaccionar a tiempo. "(Ohh bueno ¿Qué se le va a hacer?)"
Las comisuras de sus labios se torcieron hacia arriba al mismo tiempo que se levantaba de la cama con el objetivo de realizar sus propias actividades matutinas. Mientras lo hacía, dejó que su mente divagara sobre lo transcurrido durante el último año.
Ingresó en la academia ninja con un inicio, no muy fructífero que digamos. Su clase fue asignada a un profesor chūnin el cual, dejó en claro desde el primer momento su desagrado hacia su persona. El muy imbécil hizo todo lo posible para intentar sabotearlo durante el transcurso de las clases, también en la realización de sus pruebas.
Le entregó tareas mucho más complicadas y diferentes a las que realizaban los demás niños, colocó Gentjutsus sobre sus exámenes provocando que contestara con las respuestas equivocadas; también se negó a explicarle las cosas que no entendía de la clase, dejando que tuviera que aprender todo por su cuenta.
Cuando le contó a Anko sobre esto, la chica había estado furiosa. La pelimorada despotricó durante horas sobre como torturaría al hombre de mil maneras diferentes, pero antes de que pudiera ponerle las manos encima al chūnin, el Hokage apareció para intervenir.
Lo primero que hizo Hiruzen, o como él mejor lo conocía, 'El anciano' fue destituir al profesor de su rango, degradándolo a Genin, declarándolo como no acto para enseñar y considerando que era un castigo más que razonable.
La historia hubiera terminado allí; sin embargó, Naruto sabía muy bien que Anko jamás dejaría que el profesor se escapara con una remuneración tan pobre como esa.
Así fue como una noche, la pelimorada irrumpió en la casa del hombre, raptandolo y después arrastrando su cuerpo hasta las profundidades del bosque de la muerte.
Los gritos que resonaron por el bosque esa noche, era un vivido ejemplo de que nunca debía hacer enojar a su compañera de cuarto.
La segunda acción que realizó Sarutobi, en realidad fue una muy acertada. Su clase fue reasignada a un nuevo profesor chūnin; Umino Iruka, desde allí, todo empezó a ir viento en popa para sus estudios.
El chūnin fue diferente a todos los demás maestros, aunque al inicio se mostró dudoso con él; nunca lo juzgó, nunca lo miro despectivamente. Al contrario, siempre se esforzó en enseñarle correctamente, lo ayudó en sus tareas, se preocupó porque prestara atención en clases.
Lastimosamente todo lo bueno también tiene sus defectos; las clases del hombre eran extremadamente aburridas, las largas conferencias le resultaron tediosas, no negaría que se quedó dormido en más de una ocasión.
Aún así, se encontró sintiéndose bastante agusto con el sujeto, incluso podría considerarlo un amigo.
Esa era otra novedad que se presentó en su vida durante el último año. Él había hecho más amigos, dos de ellos pertenecían a su clase.
El primero fue un niño llamado Rock Lee, el cual no poseía la habilidad de moldear chakra, por ende no podía aprender ni ejecutar ningún tipo de Ninjutsu o Gentjutsu. A pesar de sus limitantes, el niño demostró tener una voluntad inquebrantable al seguir proclamando que se convertiría en un gran ninja solo con el uso de Taijutsu. La determinación que mostró combinado con el múltiple acoso que recibió por parte de los demás niños, provocó que Naruto se sintiera identificado con él, lo que a su vez lo llevó a acercarse para entablar una amistad.
Ambos en realidad compartieron muchas cosas en común, una de ellas era ese espíritu de nunca darse por vencidos. Por esta razón es que los dos conectaron rápidamente y se convirtieron en cuestión de días en muy buenos amigos.
La siguiente en la lista era una chica llamada Tenten. Hasta ahora, la mejor aspirante a kunoichi de su clase; la niña resultó ser bastante lista cuándo se trataba de las practicas teóricas, aunque en las prácticas de campo tampoco se quedó atrás, en realidad fue todo lo opuesto. Su calificación en el lanzamiento de kunai fue perfecto, además de que también contaba con un alto conocimiento en el funcionamiento de todas las armas ninja; eso sumado a sus altas calificaciones en las diversas materias, hicieron que Naruto se encontrara pidiéndole ayuda con sus estudios en más de una ocasión.
La chica demostró ser alguien muy amable cuando aceptó su petición de ayuda con una sonrisa amistosa, lo que a su vez desencadenó en que ambos terminarán haciendo equipo en los diferentes proyectos y tareas de la clase. Ese hecho hizo que su amistad creciera poco a poco, creando un vínculo de trabajo y cooperación mutua.
El último amigo en su lista, no fue nada más ni nada menos que el mismo Hokage de la aldea. Desde la primera vez que lo conoció, no pudo evitar notar que Hiruzen era un hombre misterioso; era difícil de explicar, pero cada vez que el Hokage se dirigía a él, su aura irradiaba una calor que solo la figura de un abuelo podría comparar. En cambio, cuando se dirigía a sus shinobis, su aura cambiaba radicalmente, adquirieron un borde filoso y endurecido como el titanio. Era un testimonio que hablaba de todas las guerras por las que tuvo que pasar.
A pesar de que Sarutobi siempre lo trató con amabilidad, era evidente que era un hombre estresado; podía verlo, las bolsas debajo de sus ojos eran una muestra de su cansancio. El trabajo de Hokage estaba exprimiendo lo último que quedaba de sus desgastados huesos.
Aún así, él siempre hizo todo lo posible para que estuviera cómodo; fue él quien le dio un departamento, pagó sus gastos, también lo cuidó cada vez que Anko tenía que salir en una misión.
Le agradaba el viejo, hasta el punto de decir que lo veía como a un abuelo. Deseaba que pudiera encontrar un sucesor pronto.
"¡El baño está disponible!" Anko llamó desde el pasillo mientras salía de la ducha, vió que ella se movía a través del departamento para completar el resto de deberes que aún le quedaban por hacer.
No tenían que decírselo dos veces; se adentró en el baño con una toalla y un cepillo de dientes con el propósito de realizar sus actividades de aseo. Mientras lo hacía, permitió que su mente divagara una vez más.
Escuchar la voz de Anko lo hizo reflexionar sobre su vida juntó a ella, las aventuras que compartieron.
Solían visitar el bosque de la muerte muy amenudo, prácticamente se convirtió en algo así como su santuario personal. Acudieron a este lugar cada vez que sentían que el mundo se les venía encima, allí podrían tener privacidad, discutir sobre sus demonios internos.
Pero no solo era un lugar para desahogar sus penas, en realidad era todo lo contrario, aquí yacían una gran cantidad de sus recuerdos más felices, sus momentos más joviales.
Aquí fue donde ella le enseñó a cazar, lo instruyó en la fabricación y manejo de trampas, lanzamiento de kunai y shuriken, conocimiento de los puntos vitales. Gracias a ella fue que aprendió como defenderse de la mayoría de bestias que habitaban en el bosque. A veces hicieron competencias de quién conseguía la presa más grande.
Él nunca ganó.
Pero no disfrutaba dichas competencias porque ganara o porque perdiera, lo que en verdad le encantaba era la escencia del desafío.
Además, era bastante divertido cuando los dos se encontraban en el centro del bosque; luciendo mugrientos, cubiertos de barro y llenos de raspones mientras reían a carcajadas como un par de tarados.
Otra actividad que les gustaba además de la caza, fueron las caminatas nocturnas. Existía algo purificador en el hecho de deambular por la veredas del bosque bajo la luz de la luna. Siempre caminaron en un silencio cómodo, no era necesario medir palabras, ambos sabían que la presencia del otro era más que suficiente.
Porque los hizo saber que ya no estaban solos, ahora se tenían el uno al otro.
El bosque también les sirvió como un escondite en dónde refugiarse después de la realización de sus múltiples bromas. Una sonrisa se dibujó en sus facciones cuando un recuerdo bastante chistoso invadió su mente.
'Los demonios bromistas' Así los llamaron. Ningún local fue capaz de salvarse cuando ellos atacaban. Tanto ninjas como civiles, todos fueron destruídos bajo las garras de ese monstruo.
Una vez consiguieron colarse en el cuartel de anbu y llenaron todos los trajes con polvo picante. Fue un espectáculo ver como se retorcían mientras gritaban desesperadamente que alguien los ayudara a quitarse el uniforme.
Ellos dos se habían reído como nunca ese día, también tenía que admitir que fue solo gracias a ella que lograron escapar de una unidad muy enfurecida de anbus.
Fue una escena bastante peculiar, una pelimorada cargando a un rubio en su espalda mientras saltaban por los tejados del pueblo con un grupo de Black Ops justo detrás de ellos.
Sin embargo, no todo era destruir locales o vagar por el bosque de la muerte, ellos también realizaron prácticas un poco más mundanas. Un ejemplo sería sus competencias de comida en el restaurante de Akairy.
Él podía decir con orgullo que Anko nunca fue capaz de ganarle cuando se trataba de un concurso de comida, su estómago simplemente parecía un agujero negro que arrasaba con todo lo que se cruzaba en su camino.
No hace falta resaltar que Hiruzen no estaba nada contento con estas prácticas.
Naruto también encontró que tenía otro gusto en común con la pelimorada además de la comida, ambos amaban las películas. Modificaron la sala de estar para crear una especie de cine improvisado que utilizaron todos los fines de semana.
Para su mala suerte, ella parecía tener algún tipo de afición por las películas de terror, más específicamente por aquellas que mostraron mucha, mucha sangre... Gracias a Dios ellos dormían juntos, si no fuera así, él estaba seguro que no habría podido pelar el ojo durante toda la noche.
Sintió que su cara se calentaba de vergüenza cuando ese pensamiento cruzo por su cabeza. La decisión de dormir bajo las mismas sábanas fue algo que sucedió de manera espontánea.
Todo comenzó después de esa noche; el había estado teniendo pesadillas, así qué ella vino a salvarlo, luego de eso, esa misma situación continuó repitiéndose durante las próximas semanas.
Las semanas se convirtieron en meses, los meses se convirtieron en un año y para cuándo se dieron cuenta, ellos ya habían renunciado por completo a la idea de dormir en camas separadas. Ninguno de los dos comentó nada al respecto, los dos llegaron a un acuerdo silencioso.
Era extraño, no necesitaban palabras para comunicarse, solo bastaba una mirada para entender inmediatamente que era lo que estaba pensando el otro.
A los dos les gustaba dormir juntos, la sensación de calidez los ayudo a conciliar el sueño, los hizo felices ¿Así qué por qué detenerse? No existía razón alguna, esa fue a la conclusión que llegaron.
Anko se convirtió en alguien tan especial para él que no tenía forma de describirlo. Fue la primera persona en reconocerlo, la primera que lo trató como a un ser humano y no como un monstruo.
Si no fuera por ella muy seguramente él seguiría vagando por las calles como un despojo andante. Hace un año atrás, no era nadie, no tenía nada, su existencia no tenía ningún tipo de sentido. Pero ella se convirtió en su luz en la oscuridad, alumbró sus pasos mostrándole un nuevo camino, uno de esperanza.
Ahora tenía amigos, tenía un hogar.
Recordaba que hubo ocasiones en las que ella se desveló hasta altas horas de la noche para ayudarlo con sus tareas de la academia. La pelimorada odiaba estudiar, le desagradaba todo lo que tuviera que ver con la academia y sus materias extremadamente aburridas; aún así, ella no se quejo ni una sola vez, eso era un testimonio de lo mucho que lo apreciaba.
Jamás encontraría la forma de agradecerle por tanto.
Naruto salió del baño con una toalla secando sus mechones dorados, pudo destinguir la figura de Anko sentada en la sala de estar con una revista en la mano.
La niña volteo para mirarlo con una radiante sonrisa antes de preguntar. "¿Cocinas tú o tendremos que ir con Akairy?"
Él soltó un bufido en respuesta.
Era curioso, pero incluso él terminó adquiriendo mejores cualidades culinarias que Anko.
Todo fue gracias a Akairy, la anciana le enseñó lo básico de la cocina para que ambos pudieran sobrevivir cuando ella no estaba cerca.
"Lo haré yo, solo dame un minuto" Naruto contestó mientras desaparecía en el interior de su cuarto.
La pelimorada no pudo evitar lucir satisfecha ante esa respuesta. No lo admitiría en voz alta pero el rubio tenía un talento nato para la cocina, todo lo contrario a ella. Por eso fue que Akairy lo tomó como discípulo en primer lugar.
Escuchó unos pasos rezonar a través de la madera cuando él regresó de la habitación luciendo completamente listo para comenzar el día.
Intentó en vano contener la risita que escapó de sus labios al ver como el rubio utilizaba un banquito para alcanzar el mostrador de la cocina. Era como un chef en miniatura. "(Tan malditamente lindo)"
Sin expresar sus sentimientos internos, ella decidió dar inicio a una conversación. "Por cierto ¿Cómo te fue en ese proyecto de la academia? El de las etiquetas explosivas"
Naruto hizo una mueca involuntaria cuando el recuerdo de ese día volvió a su mente, no fue una experiencia que le agradara mucho. "Salió bastante bien al inicio, pero después... Bueno, las cosas se salieron un poco de las manos..."
Ella sonrió burlonamente al escuchar eso, tanto tiempo de conocer al rubio le proporcionó una imagen mental de lo que había ocurrido. Sencillamente era una muy mala idea juntar la palabra 'explosion' con el nombre de 'Naruto'
"Déjame adivinar ¿Volaste todo el salón de clases?"
Él asintió de forma aprobativa al mismo tiempo que sus hombros caían ligeramente hacia adelante en una muestra de desánimo. "Quería ver qué sucedía si sobrecargabas la etiqueta explosiva con más chakra del necesario. Tenten me dijo que era una idea estúpida y ahora que lo pienso ¡Lo és! Pero yo... Yo... Bueno"
Trato de encontrar una forma de poner sus pensamientos en palabras, pero fracasó dolorosamente.
"Simplemente no pudiste evitar la tentación" Ella terminó la oración por él.
Un suspiro de resignación escapó de sus labios; Anko comenzó a reír descontroladamente cuando se dio cuenta de que él no estaba negando la acusación. Había dado justo en el clavo.
Frunció el ceño al mismo tiempo que miraba a la niña con una expresión de disgusto, tampoco era necesario que ella luciera tan contenta con su fracaso, sabía que fue un estúpido, no tenían que restregárselo. "De todos modos..." Decidió cambiar de tema.
"¿Qué hay de ti? ¿Ya solicitaste la prueba para inscribirte en las fuerzas de tortura e interrogatorio?"
Eso hizo que ella dejara de reír, parpadeó varias veces para asimilar la pregunta antes de contestar. "Si, ya hablé con el Hokage y con Ibiki, realizaré la prueba dentro de unos meses"
La razón de la pelimorada para tomar dicha prueba no provino de la nada. Estaba conciente de que ella había cambiado mucho durante el transcurso de este último año, la mayor parte de ese cambio se debía al rubio que actualmente estaba preparando su desayuno.
Cada día se sentía más contenta consigo misma, más decidida, más radiante, con más ganas de afrontar el mundo, todo eso fue gracias a él.
Cambió su vida; el niño estaba rodeado de un aura tan deslumbrante que sencillamente era imposible no brillar a su lado. Tenía la cualidad de sacar lo mejor de ti.
Cuando lo vió esforzarse tanto en la academia, cuandolo lo vió luchar día con día para ser mejor, ella instintivamente quiso imitarlo. Quería demostrarse a sí misma de lo que era capaz, quería volverse más fuerte y seguir progresando.
Unirse a las fuerzas de tortura e interrogatorio le pareció el mejor camino para ella.
"¿Por qué decidiste unirte a TI de toda formas?" Naruto pregunto mientras rompía un par de huevos sobre la sartén.
"Quiero decir, sé que tines un gusto singular cuando se trata torturar gente, eso va mucho contigo. ¿Pero las pruebas? ¿Los exámenes? Vas a tener que estudiar mucho"
La forma en la que menciono 'torturar gente' como si fuera lo más casual del mundo, hablaba de lo normal que era toparse con cosas extrañas cuando vivías con Anko.
Ella se encogió de hombros. "Lo superaré"
Él sonrió de manera involuntaria al verla tan despreocupada con el tema, sabía perfectamente que solo era una fachada, lo más probable es que estuviera sufriendo por dentro, maldiciendo a las mil entidades que tuvieron la osadía de crear las pruebas escritas.
Pero era demasiado terca como para dejar que algo tan mísero como un examen la hiciera darse por vencida. Le gustaba eso de ella, cuando algo se le metía en la cabeza no dejaba que nadie la detuviera.
Su sonrisa se amplió cuando se le ocurrió una manera de devolverle el golpe que ella le había dado anteriormente.
"Si bueno... " Agitó la mano en una muestra de desinterés. "Esperó que eso sea así por el bien de los dos, si no pasas tendré que aguantar tu lloriqueo por semanas"
Soltó la bomba y esperó.
"¡¡¿Eeeehhhh?!!" Una vena palpitó en la frente de Anko cuando finalmente entendió el significado de esas palabras, ahora era su turno de fruncir el ceño de manera asesina.
¿Cómo se atrevía él a cuestionar su capacidad intelectual y a tener el descaro de decirle llorona? ¡No era llorona, solo demasiado sentimental! ¡Eran dos cosas distintas!
"¡¿Qué acabas de decir?!" Se puso de pie de un salto con un kunai listo en la mano que vete tú a saber de dónde apareció. "¡Anda, te reto a que lo repitas!"
Naruto se vió forzado a utilizar toda su fuerza de voluntad para no estallar en carcajadas justo allí mismo, no sería bueno seguir provocando su furia, no tenía deseos de morir.
En cambio, optó por una expresión más relajada mientras se apresuraba a desviar la atención. "Cállate y ven a la mesa, el desayuno está servido"
La pelimorada rechinó los dientes con furia al presenciar la falta de reacción a su amenaza. La forma tan serena con la que se dirigió a ella la hizo sentir como si fuera la menor en lugar de él; como si fuera una niña, eso aumentó su irritación.
¡Era ella quién estaba a cargo, con un demonio!
Sin embargo, tenía mucha hambre. "¡Tshh!" Terminó aceptando a regañadientes para la satisfacción silenciosa del rubio.
Ambos tomaron sus respectivos lugares en la mesa y se dispusieron a disfrutar de su comida en un cómodo silencio. Ella quería despotricar de lo deliciosa que estaba el desayuno, pero aún seguía ligeramente enojada por esa broma anterior, así que no lo hizo.
Naruto fue quien rompió el silencio. "¿Cuál es tu plan para hoy?"
Ella lo pensó durante algunos momentos. "Creó que me daré una vuelta por el nido, después iré al distrito comercial a buscar algunas cosas" Llevó una tostada a su boca, luciendo contenta cuando la textura crujiente fue masticada bajo sus dientes.
'El nido' Naruto reconoció. Era la madrigera de serpientes más grande que albergaba el bosque de la muerte, fácilmente podrían contarse cientos, de diferentes tamaños y colores, todas ellas hostiles.
Cualquiera que intentara poner un pie en ese lugar moriría de mil maneras diferentes, era un suicidio la sola idea de acercarse. Sin embargo ella era Anko, no era conocida como la dama serpiente por nada.
En realidad, las serpientes fueron totalmente inofensivas cuando se trataba de ellos dos. Eso fue porque ellos se encargaron de alimentarlas, también ayudaron en la labor de mantener segura la madriguera.
En lo personal, pensaba que el sitio era genial, estaba ubicado bajo tierra en una cueva al norte del bosque. Dicha cueva tenía un diseño de aspiral ascendente con diferentes recónditos, pasadizos.
La primera vez que estuvo en el nido, las serpientes se habían mostrado desconfiadas con su presencia, pero con el pasar del tiempo y gracias a su carisma natural, ellas terminaron convirtiéndose en sus amigas. Incluso se atrevía a decir que eran tan cercanas a él como con Anko, su invocadora.
Por esta razón es que no pudo evitar que sus ojos brillaran mientras preguntaba. "¿Puedo ir contigo?"
La pelimorada frunció el ceño con desaprobación, no porque no quisiera su compañía, todo lo contrario, le encantaría. Sin embargo, estaba dejando por fuera un dato muy importante. "Naruto, tienes que ir a la academia"
Vió que él negaba con la cabeza. "Hoy toca clase de historia"
"Ohhh"
Eso explicaba muchas cosas, sintió que se estremecía al recordar las largas conferencias sobre la fundación de la aldea, la creación de los clanes, las tres guerras shinobi, la biografía de los Hokages... No tuvo que pensarlo más de dos veces para tomar su decisión.
"Muy bien, creó que puedes faltar hoy"
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"Bien linda, aquí tienes" Anko gritó al mismo tiempo que arrojaba el cuerpo de un jabalí hacia las fauses de una serpiente de diez metros.
El animal engulló la comida sin reparos para después enviar un siseo de aprobación a la niña; ella contestó con una ligera sonrisa.
"¡Basta, me hacen cosquillas!" Volteó la mirada para ver como Naruto se encontraba jugando en un pequeño nido con las serpientes más pequeñas.
Aún le sorprendía lo rápido que el rubio se ganó el cariño de sus reptiles, casi podía decir que se sentía algo celosa. Ella lo tuvo mucho más difícil para ganarse su confianza, al principio fueron agresivas y extremadamente territoriales; pero persistió, trabajó muy duro para que la aceptaran, sin embargo aquí venía una mancha rubia a superar en meses su trabajo de años.
Era raro, por lo general a nadie en Konoha le atraían las serpientes; solo a ella. Por eso es que se sintió muy sorprendida cuando Naruto no demostró ningún tipo de rechazo hacia los animales, ni siquiera cuando uno intentó morderlo. "(La gente del pueblo me ha tratado peor)" Fue su respuesta indiferente, tenía que darle la razón en eso. Era uno de los motivos por los que pasó tanto tiempo con las serpientes, era mil veces mejor que pasar tiempo con los estúpidos aldeanos.
Anko caminó en la dirección del nido para sentarse frente al rubio. Al percatarse de su presencia, él pregunto. "¿Era la última?" Refiriéndose a la serpiente que había alimentado momentos antes.
"Si, todas están alimentadas y con el estómago lleno" Respondió mientras permitía que sus extremidades se estiraran un poco.
Naruto, quien estaba sentado con algunas serpientes en su regazo, permitió que una sonrisa se abriera pasó en su rostro al oír eso. Nunca fue tarea sencilla alimentarlas a todas.
Sus ojos escanearon distraídamente la cueva, podía ver una cantidad casi absurda de serpientes deslizándose en todas las direcciones; tenías que ser cuidadoso si no querías pisar una por accidente. Los nidos también eran numerosos y la luz era prácticamente inexistente, fue solo gracias a unas linternas que aún podían vizualizarse entre ellos.
"Es bueno pasar tiempo aquí" Él comentó al mismo tiempo que la sonrisa desaparecía de su rostro, siendo reemplazada por una mirada más sombría. "Te distrae de lo que sucede en el exterior"
Anko leyó entre líneas, entendiendo exactamente que era lo que su compañero quería decir. No podía juzgarlo, ella misma se había sentido bastante cohibida.
La aldea se había convertido en un infierno durante los últimos meses.
"Te... Te refieres... ¿Hablas de la masacre?" Pregunto de forma insegura mientras frotaba uno de sus hombros, recibiendo un asentamiento por parte del rubio.
La masacre de Uchiha, a Naruto se le congelaba la sangre de solo pensarlo. Durante una noche, todo el clan fue aniquilado; los cuerpos se apilaron por montones, la sangre manchó las calles, el aire fue inundado por la podredumbre. Significó la extinción casi total de los Uchiha; todos asesinados, adultos, mujeres... Niños.
Toda esa destrucción fue causada por un solo hombre, un adolescente de hecho. Itachi Uchiha.
Anko le contó que había visto al chico en un par de ocasiones durante su tiempo en la academia; nunca interactuaron ni midieron palabra, además él tipo se graduó en solo un año así que su estadía fue relativamente breve.
Ella solo observó de lejos, pero fue suficiente para decir que nunca hubiera imaginado que ese chico; que lucía tan sereno y tranquilo, era un potencial psicópata que terminaría asesinando a toda su familia. La pelimorada sintió un escalofrío recorrer su espalda ¡Él tenía casi la misma edad que ella!
"Sasuke Uchiha..." Él volvió a hablar. "El único superviviente, está en una clase inferior a la mía"
"¿Has hablado con él?" Ella parecía intrigada.
Negó con la cabeza. "No, quería hacerlo pero... Solo hace falta una mirada para saber que no quiere ser molestado por nadie, no puedes ayudar a alguien que no quiere ser ayudado... Aún así..." Su voz sonaba insegura cuando llegó al final.
Anko entendió la mirada que el rubio estaba dando, lo más probable es que se sintiera identificado con el dolor del Uchiha, estaba completamente segura que Naruto no lo dudaría dos veces si tan solo existiera una forma de poder ayudar al otro chico.
Él siempre fue de esa manera, se movía de forma involuntaria cuando observaba a alguien sufriendo. Supuso que era porque conocía la soledad mejor que nadie y no deseaba ver a alguien más tener que pasar por lo mismo.
Sin embargo, si el Uchiha no quería ayuda, existía muy poco que él pudiera hacer.
"Estuve pensando..." La voz de Naruto la sacó de sus pensamientos. "¿Por qué crees que le perdonó la vida a Sasuke? Quiero decir, asesinó a todo su clan ¿Por qué no hizo lo mismo con su hermano" Se frotó la cabeza en una muestra de confusión. Esa era una pregunta que lo había estado carcomiendo hace un tiempo, intentó dar con una respuesta coherente pero aún no se le ocurría nada en concreto. ¿Tal vez por capricho?
Anko lo pensó por unos segundos, llegando a la conclusión de que no tenía la más mínima idea. "Lo desconozco"
Quién sabe, quizás el tipo solo era un monstruo que deseaba destruir la estabilidad mental de su hermano menor. Ver morir a toda tu familia sin duda sería un evento bastante traumático.
Sin embargo, Sasuke no era el único afectado en todo el asunto, todo el pueblo estaba sufriendo la perdida del clan Uchiha; el caos político se desató por todas partes, las aldeas enemigas olieron sangre, la credibilidad que tenían para con sus clientes se disminuía.
Definitivamente no quería ser Hiruzen en estos instantes.
No recordaba un momento tan crítico desde el ataque del zorro de las nueve colas, o inclusive, desde la traición de su sensei...
Ese pensamiento hizo que llevara una mano hacia su marca de maldición de forma inconciente.
Ese acción no pasó desapercibida para Naruto; provocó que frunciera el ceño. No era estúpido, estaba plenamente conciente de la marca de maldición que la pelimorada portaba en un costado de su cuello, la había visto incontables veces.
También se dio cuenta de que, sea lo que sea que Anko tuvo que sufrir en su pasado, gran parte de eso estaba relacionado con esa marca. El problema radicaba en que ella prefería ignorar el tema, no se mostró muy abierta a conversar sobre ese asunto y él nunca quiso presionarla.
Aún así, no pudo evitar sentirse profundamente preocupado por ella. Anko era su persona preciosa, por ese mismo motivó, él se propuso la tarea de investigar todo lo que estuviera a su alcance con el fin de llegar al meollo del problema.
En primer lugar, uno no podía colocarse un sello de maldición por si mismo, por eso era bastante obvio que existía otra persona en la ecuación, una que tenía un conocimiento bastante amplió en la manipulación de Fūinjutsu. Eso redujo la lista considerablemente.
Trató de acudir al Hokage pero no obtuvo nada, fue con Iruka, tampoco hubo suerte. Sorprendentemente todas sus respuestas fueron encontradas en el lugar que menos esperaba, la biblioteca de la academia.
Tuvo que deambular por la historia de Konoha durante horas, pero por fin encontró lo que necesitaba. Un libro que redactaba sobre los shinobis que habían pasado por la aldea, sus habilidades y proesas, en él encontró un top de los mayores maestros de Fūinjutsu de la última década.
El primero fue Minato Namikaze, el cuarto Hokage. Descartó ese nombre inmediatamente, el hombre estaba muerto después de todo.
El segundo era Jiraiya del Sanin... Solo hizo falta ver lo estúpido que se veía el hombre en la foto de portaba para saber que ese tampoco era su sujeto.
El tercero sin embargo... Orochimaru del Sanin. Solo el hecho de que el tipo parecía más una serpiente que una persona encendió todas las alarmas en su cabeza.
Investigó todo lo que pudo acerca de la vida del hombre en los diferentes libros de la biblioteca.
Estudiante bajo la tutela de Hiruzen, obtuvo el título de Sanin junto a sus dos compañeros Jiraiya y Tsunade después de participar en la segunda guerra ninja y sobrevivir a un combate contra Hanzō de la salamandra.
Desertó de la aldea luego de que fue descubrierto secuestrando personas para experimentar con ellas. Esa última línea le advirtió en un instante que había encontrado al sujeto correcto.
Los granajes en su cabeza giraron durante días, generando hipótesis, teorías. La conclusión a la que terminó llegando no le gustaba demasiado.
Pero aún necesitaba más, requería una última pieza para armar el rompecabezas, así fue como tomó la decisión de infiltrarse en la oficina de registro de la academia ninja; su objetivo era simple, los documentos de los equipos Genin que habían sido formados en los últimos años.
Si Naruto tenía una habilidad ninja en la que sobresaliera, esa era el sigilo. Un año entero escondiéndose de los aldeanos, sumado a sus múltiples bromas con Anko, le otorgaron la habilidad de ser casi indetectable para cualquier otro ninja que no fuera un Jōnin de élite.
No hace falta decir que los guardias de la academia no contaba con un ninja de esas dimensiones. Interrumpió sin mucha complicación en la oficina de registro, finalmente después de un arduo trabajo, todas las piezas encajaron en su lugar.
Jōnin Orochimaru, aprendices, Anko Mitarashi...
Naruto dejó de leer desde allí, existían otros dos nombres en el papel pero los ignoró por completo. Todas sus teorías al final fueron acertadas.
La serpiente blanca, el desertor de la aldea, asesinó de incontables vidas. Orochimaru fue el sensei de Anko, muy posiblemente, también el responsable de arruinarle la vida.
El selló de maldición era su culpa.
El maldito bastardo se atrevió a poner sus asquerosas manos sobre ella.
La persona que más apreciaba en el mundo, la que le dio sentido a su patética vida.
Anko se percató que algo andaba mal con el rubio sentado frente a ella, no solo era que había estado callado durante mucho tiempo, sino también que parecía totalmente desconectado de la realidad.
Ella lo conocía muy bien, podía leer las señales, algo estaba enfadando a Naruto; no lo demostró, pero observó los leves gestos que le indicaban que estaba en lo correcto. Párpados cerrados, puños apretados, la presión exagera en su mandíbula.
El rubio era diferente a los demás, cuando estaba realmente enojado; no explotó, al contrario, tomó todo su enojo y lo concentró en su interior, lo escondió debajo de una fachada serena, pero ella sabía bastante bien que por dentro era una cosa totalmente diferente.
Era una ira silenciosa, no te dio ningún aviso, ninguna advertencia. Un fuego desolador esperando consumir todo a su paso.
"¿Naruto?" Su voz salió con un aire de preocupación.
Él abrió lentamente los párpados con una expresión relajada, su mirada chocando con la de ella. "¿Pasá algo?" Volvió a preguntar.
¡Claro que pasaba algo! Era lo quería gritarle, pero se contuvo, jamás le gritaría a Anko. No tenía derecho a exigirle respuestas, ella era libre de elegir si quería contarle o no sobre su pasado, no era quién para forzarla a hablar sobre algo que le incomodaba.
Sin embargo, él quería saber. Necesitaba estar al tanto de que fue lo que ese bastardo hizo con ella para así empezar a idear un plan de como destruir al desgraciado segmento por segmento.
Fue incapaz de seguir esperando. "Soy conciente de que tu maestro fue Orochimaru"
Anko sintió que sus ojos se salían de sus órbitas, su mandíbula colgó ligeramente sin poder creer lo que acaba de escuchar.
"¿Cómo es qué...?"
"Lo deduje" Ella maldijo internamente la inteligencia del rubio, a veces le daba miedo lo analítico que podía llegar a ser cuando se ponía serio. Aún así, no esperaba que esta conversación llegará tan pronto.
Dejó escapar un suspiro de derrota, sabía que esto tarde o temprano sucedería.
Confiaba en el niño, si no lo hubiera conocido en el bosque esa noche quién sabe dónde estaría ahora; le salvó la vida, su sonrisa la cambió para siempre.
Mientras pensaba en eso, ya no se sentía tan difícil hablar de su pasado.
"Así que supongo que quieres saber todo con respecto a ésto..." Señaló la marca en su cuello. "¿No?" Recibió un asentamiento de confirmación.
"Muy bien..." Así fue como ella le contó todo.
Le habló de cómo se convirtió en aprendiz de Orochimaru hasta su eventual traición. Los entrenamientos, las misiones, los exámenes chūnin; le relató sobre sus mentiras, la fachada que utilizo para ocultar al monstruo justo debajo de las narices de todos.
Hasta llegar a ese fatídico día en dónde Orochimaru la secuestró juntó a otros nueves niños para hacer experimentos con la marca de maldición.
El dolor punzante en su cuello se sentía tan vivido todavía, recordaba el agonizante pasar de las horas, la fiebre recorriendo todo su cuerpo; en aquel momento la agonía era tal, que deseó estar muerta.
Narró como fue que murieron los otros nueve niños, dejándola a ella como la única superviviente.
La historia terminó con ella rechazando su oferta de seguirlo para que posteriormente el hombre la dejara abandonada en aquella cabaña.
Arrojada a un lado con su alma rota, ya que el hombre al que más admiraba, la traicionó.
"Y ese es el final..." Durante todo su discurso Naruto no mostró ningúna reacción externa, se mantuvo tan ilegible como siempre. Ella en realidad estaba empezando a sentirse ansiosa bajo su mirada.
"(¿Acaso no va a decir nada?)" Se pregunto, pasaban los segundos, pero él seguía sin dar respuesta alguna.
Sin que ella lo supiera, Naruto tuvo que tomarse algunos minutos para digerir lo que acababa de escuchar, necesitaba tiempo para ordenar sus emociones, las cuales eran un revoltijo de sensaciones negativas.
Se sentía como un volcán a punto de hacer erupción.
Él cerró sus párpados antes de responder. "Voy a romperle las piernas"
Ella parpadeó un par de veces para procesar la respuesta, cuando finalmente lo hizo, no supo cómo debería reaccionar ¿En serio el acaba de decir lo que ella creía que acaba de decir? ¿Estaba amenazando a Orochimaru? Era una locura.
No la mal entiendan, estaba realmente conmovida de que el chico quisiera actuar de forma protectora con ella. Pero era de Orochimaru de quien estaban hablando, el tipo no solo era inmortal, ¡También era un maldito Sanin! ¡Uno de los tres ninjas legendarios! El rubio ni siquiera era un genin todavía, no existía punto de comparación.
No podía permitir que él vagara por allí con esas ideas suicidas en su cabeza.
"Aunque me parece un bonito gesto, creo que..." No fue capaz de continuar ya que fue brutalmente interrumpida.
"¡Voy a hacerlo arrastrarse como una maldita savandija!" La pelimorada no pudo evitar lucir completamente sorprendida al escuchar el tono repleto de odió en su voz.
"¡Voy a fracturarle la espalda y licuarle los pulmones!" Él gritó con todo el desprecio, con todo el furor que pudo reunir.
Se quedó sin habla. En todo el tiempo que llevaban juntos nunca antes había visto a Naruto tan furioso, tan lleno de odió, aversión, repulsión, rencor, aborrecimiento, indignación y coraje.
Nunca actuó de esa manera, ni siquiera cuando los aldeanos lo maltrataron, era como ver una persona totalmente distinta.
Pero si eso la dejó sin palabras, lo siguiente que pasó la conmocionó hasta las vértebras.
Él abrió sus párpados, mirando al suelo con una expresión sacada de las mismas películas de terror. Sus ojos estaban inyectados en sangre, gritando a toda voz sus intenciones asesinas, casi podía jurar que vió como sus pupilas se razgaban de forma animal mientras brillaban en rojo.
Se veía totalmente fuera de sí, la locura se desbordó de su interior como un torrente de lava embravecido. Se mordió el labio, quizás su influencia sádica lo había terminado afectando un poco.
"¡Y al final...!" Su voz sonaba diferente, más gutural, como una bestia gruñendo. "¡Voy a matarlo!"
...
...
... Tenía que ser una broma... Era estúpido...
Sabía que era estúpido, no tenía ningún tipo de sentido, ningún fundamento coherente. Pero una sensación extraña invadió su pecho, sintió un escalofrío atravesar toda su columna vertebral...
Fue raro, pero existía un poder tan enorme ocultándose detrás de esas palabras que ella simplemente le creyó.
Cuando lo dijo, no fue una simple declaración, era una verdad absoluta.
Fue como ver los ojos de una bestia; un manto que se alzó por encima de ella, cubriéndola. La hizo sentir cálida, protegida.
Era extraño... Pero estaba bien.
Él permitió que su rabia se diluyera cuando observó que Anko comenzaba a... ¿Reír?
Empezó con una pequeña risita, luego escaló en intensidad hasta convertirse en una risa en toda regla. ¿Ahora por qué rayos se estaba riendo? ¿Se volvió loca? Se sintió confundido.
¿Acaso no lo tomó en serio? ¡Él estaba yendo muy en serio con ésto! ¡Iba a destruir a ese sujeto!
... Pero primero tenía que averiguar qué carajos le pasaba a Anko.
"¿Qué es tan...?" Sus palabras quedaron atascadas en su garganta cuando de forma abrupta, ella se acercó y depósito un beso en su mejilla, provocando que su rostro estallara en diferentes tonos de rojo.
"Y-y-yo... Q-que... Tú c-có... C-cómo..." Su pobre cerebro se fundió, haciéndole imposible articular una oración coherente.
"¡Ay mírate!" Ella habló con fingida decepción. "Antes parecidas tan amenazante y ahora te pones todo colorido solo por el beso de una chica" Sonrió de forma depredadora.
Naruto tragó grueso, conocía muy bien esa sonrisa.
"No sabía que podías actuar de esa forma tan violenta..." Observó que ella ronroneba de forma seductora al mismo tiempo que se acercaba.
Una vez que la distancia despareció, la pelimorada envolvió sus brazos alrededor de su cintura, colocó su boca demasiado cerca su oreja. "Pero ten cuidado Naruto, si sigues actuando así, podría terminar enamorandome"
Fue demasiado para su corazón. Cayó de espaldas mientras sentía que sus ojos rodaban detrás de su cabeza.
La sensación cálida de sus labios tocándose contra su mejilla, sus manos abrazando su cuerpo, su aliento susurrando en su oído. Eran demasiadas sensaciones, no lo pudo soportar.
Nocaut instantáneo.
Las serpientes de la caverna (Las cuales habían estado observando toda la interacción en silencio) Comenzaron a sisear al unísono en una muestra de diversión.
Anko lucía su propia sonrisa mientras observaba al rubio desmayado, tenía que admitir que tal vez se paso un poquito de la raya con su broma.
Oh bueno, era su culpa por haberla sorprendido de esa manera, no podía salir de allí sin un castigo apropiado. Aunque se encontró pensando que era más un premio que un castigo.
Se encogió de hombros, él también se merecía un premio por haber actuado de manera tan protectora con ella; un dos en uno no tenía nada de malo.
XXXXX
Luego de una ardua pelea para intentar devolver a Naruto al mundo de los vivos.
La pareja se abrió pasó a través del distrito comercial de Konoha, popularmente conocido por su gran variedad de tiendas y por la alta gama de productos que podías llegar a encontrar aquí.
Las calles del distrito fueron pintadas con una difuminación de naranja y rojo cuando el atardecer anunciaba su llegada desde el cielo con la presencia del sol poniente.
Fue curioso, una combinación de colores interesante, con un significado interesante. El rojo se alzó como un depredador intentando devorar a su contraparte, el naranja se mantuvo firme, luchando con la valentía de un guerrero.
Pero lo más curioso, era que fue una batalla entre iguales. Fuego contra fuego.
"Entonces..." Naruto cruzó los brazos detrás de la cabeza. "¿Qué estamos comprando?" Un bostezo escapó de sus labios, mostrando por una fracción de segundo sus colmillos notablemente más alargados de lo normal.
Anko debía admitir que su compañero compartía razgos muy similares a los caninos, sus marcas de bigote, colmillos de depredador; sus pupilas de vez en cuando también se razgaban como las de un animal, le dió un aire exótico.
Ella tarareó una respuesta. "Estaba pensando en conseguir un shampoo, un humectante... Tal vez un limpiador facial" Llevó una mano a su mentón.
Naruto le dio una mirada inexpresiva. "¿Venímos hasta aquí solo para comprar cosas de niña?"
"¡E-es i-importante! ¡¿Ok?!" Parecía avergonzada.
"¿Tan siquiera te lavas el cabello?"
"¡¿Qué estás tratando de decir?!"
"Nada, nad... ¡Ay!"
Ella acertó un golpe de palma abierta en la parte posterior de su cabeza, eso le enseñaría de modales.
Puede ser que no fuera la chica más femenina, pero eso no significaba que ella no se asegurara de su cuidado personal, no iba permitir que se lo cuestionaran. Aunque a juzgar por la sonrisa burlona que portaba el rubio, ella podía decir que el bastardo presumido obtuvo justo lo que deseaba.
Provocarla.
Sus labios se curvaron inconcientemente hacia arriba, el niño siempre supo que botones presionar para sacarla de quicio pero al final nunca podía enojarse verdaderamente con él, supuso que era parte de su encanto. "(Chico listo)"
...
...
... Una sensación extraña...
Su momento de felicidad se vió abruptamente interrumpido cuando un sexto sentido le indicó a que algo andaba muy mal. Se movió rápidamente parándose de forma protectora frente a Naruto y poniendo una mano en su hombro para indicarle que se quedara justo detrás de ella.
Sería impersectible para cualquier persona, pero no para ella. Pudo detectar las fluctuaciones en el aire, sintió el instinto asesino desbordarse desde todas las direcciones; sumado al típico chakra invasor que se acentuaba en tu mente cuando estabas siendo inducido a una ilusión.
Ahora supo porque sus ojos no podían ver la amenaza.
Gentjutsu.
"¡Kai!" Hizo que su chakra se encendiera, estallando en todas las direcciones para romper la ilusión y revelar la verdad.
Cuando el manto calló, Naruto jadeó al verlo. Estaban parados en una avenida de cuatro intersecciones siendo rodeados por una turba de aldeanos armados hasta los dientes. No existían puntos ciegos, ni rutas de salida; bloquearon el paso desde adelante, atrás y los costados.
Movió su mano de forma inconciente hacia su bolsa ninja, preparando un kunai y asumiendo una pose defensiva. Podía sentir el odio emanar por borbotones, sus miradas llenas de desperdicio clamando por su muerte; fue como aquella vez, como aquel díez de octubre.
Pero no podía importarle menos la presencia de los aldeanos, ellos no lo preocupaban. Lo que verdaderamente encendió las alarmas en su cabeza fue la ilusión que se encargó de ocultarlos a simple vista en primer lugar.
Los civiles no sabían utilizar Gentjutsu.
Tampoco se atreverían a cometer un acto tan suicida como atacar a un shinobi; no importa cuantos fueran, jamás tendrían una oportunidad de tocarlo mientras Anko estuviera aquí.
Eso solo significaba una cosa, no estaban solos.
Se confirmo que sus sospechas eran acertadas cuando cuatro hombres salieron de la multitud y se pararon frente a Anko con ceños fruncidos.
Eran shinobis, cuatro chūnins... Naruto no era estúpido, sabía que no tenía ningúna oportunidad contra ellos ni siquiera en un combate individual. Si no fue capaz de detectar la ilusión, muchos menos sería capaz de ganar en un combate directo.
Solo tenía un año en la academia ninja, sabía algo de Taijutsu, su habilidad en el manejó de armas también fue excepcional; cortesía de Tenten. Pero eso no sería suficiente, lo único que podía hacer por ahora era confiar plenamente en Anko y buscar todas las alternativas a su alcance para reducirle los problemas.
Se dio ánimos a si mismo, tenía que ser valiente, no le daría el gusto a los bastardos de contemplar miedo en sus ojos. Tal y como ella le enseñó. "(Demostrar carácter es importante)"
Por otro lado, la pelimorada estaba teniendo su propia conversación interna. Pudo reconocer a las cuatro larvas paradas frente a ella; Kintaro, Raiden, Ronan y Madeo, si no se equivocaba, esos eran sus nombres.
Recordó haberlos visto antes en la torre Hokage, también recordó que los cuatro hombres no la tenían en muy alta estima, por no decir que la repudiaban igual que el resto de aldeanos.
Podía importarle menos lo que una banda de idiotas pensara de su persona, su máxima prioridad en esta instancia era proteger a Naruto. Mantuvo un ojo crítico en los civiles, ellos no se acercaron, se mantuvieron al margen; estaba segura de que ellos no interferirían, no porque no quisieran, sino porque no podían.
Mataría al primero que diera un paso cerca del rubio, pero ellos estarían esperando, anhelando el momento en que ella cayera. Su atención regresó a los cuatro chūnin, tenía que ser más rápida que ellos, más inteligente y audaz.
Uno pensaría que la superioridad numérica sería suficiente para abrumar a cualquiera, pero ella era Anko Mitarashi, la dama serpiente, no te convertías en aprendiz de un Sanin a menos que fueras considerablemente talentoso.
Pero no debía bajar la guardia, no podía dejar que su confianza se convirtiera en arrogancia. Sería difícil, un movimiento era suficiente para que toda llegara a su fin, así eran los verdaderos combates entre shinobis.
Permitió que su propio instinto asesino inundara los alrededores, complaciendose internamente cuando los aldeanos se vieron obligados a dar un paso atrás por la presión exagera que ella estaba ejerciendo.
Observó que los cuatro chūnin imitaban sus acciones; intención de matar chocó contra intención de matar, ambos bandos luchando por la supremacía.
Una muestra de medición entre combatientes, un ligero movimiento podía desencadenarlo todo.
Naruto lo intentó, pero no pudo evitar sentir una admiración mórbida al contemplar el intercambio silencioso. "(Ya veo... Así es como se siente un combate entre ninjas...)" Pensó con Asombro.
"Miren nada más..." Kintaro dio un paso al frente mientras hablaba de forma burlesca. "La perra serpiente protegiendo al niño demonio ¿No les parece un espectáculo conmovedor?" Su comentario hizo qué el grupo sonriera y provocara las risas de algunos civiles en la multitud.
Anko se mostró igual de impasible; sabía que había ganado el primer intercambio solo que los idiotas aún no se habían dado cuenta. Observó sus rostros, estaban llenos de arrogancia.
Eso era un mal que se pagaba muy caro.
"Kintaro..." Ella colocó una mano en su cadera mientras pronunciaba ese nombre con fingida alegría. "¿Por qué no me sorprende seas tú el primer estúpido que se atreve ejecutar una idea como ésta? ¡Claro! Eso es porque eres el mismo inepto que confundió un sello de almacenamiento con una etiqueta explosiva en una misión, ja, ja, ja, ja, ja, ja, no me imagino lo estúpido que debiste sentirte cuando la cosa te explotó en la cara"
Sonrió internamente al presenciar que sus burlas hacían efecto en el hombre; su ceño fruncido, su expresión agria, sus dientes castañando con ira. Tenía esto en el bolsillo.
"Escuchá mocosa..." Kintaro habló con evidente enojo al mismo tiempo que sacaba un kanai de su funda. "Puedes reírte todo lo que quieras, pero no importa lo que hagas, hoy mataremos al demonio, y luego tú serás la siguiente" Los otros chūnin siguieron el ejemplo, preparándose para la pelea.
"Lo intentarás..." La alegria desapareció en su tono, siendo reemplazado por un borde acerado. "Lo cual es algo diferente"
El primer movimiento siempre era importante, no permitiría que ellos tomaran la iniciativa. Se encargaría de poner la primera carta sobre la mesa.
"Elemento fuego..." Ella realizó sellos manuales una velocidad vertiginosa a la vez que reunía aire en sus pulmones. "Jutsu flamas del fénix" Expulsó de su boca una andanada de bolas de fuego que poseían el tamaño de una pelota de tenis, provocando que el grupo de chūnin se viera obligado a dispersarse para evitar las esferas infernales.
El primer paso de su plan estaba completo; era un filosofía simple, totalmente de manual pero no menos efectiva, divide y vencerás. Lejos de detenerse, intensificó el flujo de su ataque, enviando más bolas de fuego en todas las direcciones para asegurarse que el grupo se mantuviera lo más separado posible.
Ahora solo faltaba que el segundo factor en su plan funcionara... Se confirmo que no tendría que esperar mucho cuando escuchó la voz de Madeo burlarse de ella mientras continuaba esquivando sus ataques.
Idiota.
"Esto en verdad es patético..." Madeo se jactó al mismo tiempo que saltaba hacia un costado para evitar las esferas ardientes. "¿Esto es todo lo que...?"
"Elemento tierra: Prisión de boas" El chūnin fue incapaz de terminar su oración ya que el suelo debajo de sus pies se fracturó en pedazos cuando cuatro boas contrictoras salieron de debajo de la tierra, envolviéndose alrededor de su cuerpo y restringiendo todos sus movimientos.
Madeo no tuvo tiempo para lucir horrorizado por el grave error que había cometido cuando Anko apreció frente a él en un estallido de velocidad que ningún civil fue capaz de seguir. Lo último que pudo destinguir fue el brillo de un kunai antes de que el arma se incrustara en uno de sus ojos, atravesando su cráneo y matándolo instantáneamente.
Las serpientes desaparecieron en una nube de humo, provocando que el cuerpo de Madeo cayera frente a los pies de Anko en un espectáculo asqueroso de sangre manchando la carretera.
"(Uno menos)" Fueron sus pensamientos. La arrogancia del hombre lo llevó a la ruina, su error fue subestimarla; bajar la guardia no era un lujo que podías darte en medio de una batalla, mucho menos cuando era ella la que estaba al frente. Se aseguró de que el hombre lo recordara... Si no en ésta, al menos en la otra vida.
Permitió que sus ojos inspeccionaran a los otros tres chūnin para analizar la situación en una fracción de segundo. Había destruído la confianza de los estúpidos monos, ahora lucían enojados y sedientos de venganza por la muerte de su camarada.
Ellos ya no iban a subestimarla, la próxima vez vendrían en serio, el combate apenas estaba apunto de iniciar.
Ohh bueno, podía trabajar con eso.
No les regalaría ni un solo momento de descanso. "Elemento fuego: Jutsu gran bola de fuego" Escupió una masa de llamas ardientes de su boca cuando observó que el grupo de chūnins comenzaba a reagruparse.
Se confirmo que sus cavilaciones anteriores fueron acertadas ya que; en lugar de separarse nuevamente, Kintaro saltó frente a sus camaradas mientras realizaba una secuencia propia de sellos manuales.
"Elemento tierra: Jutsu pared de tierra" El hombre apoyó sus manos en el piso, causando que un muro de tierra; de un tamaño y un grosor considerables, se levantara del suelo protegiéndolo a él y a su grupo.
La bola de fuego colisionó contra la pared de tierra, creando una explosión ensordecedora que sacudió todo el suelo y generó una leve nube de humo.
Anko chasqueó la lengua con molestía al precenciar que una gran parte de la pared aún se mantenía intacta después de su ataque. Sabía que no podía ser tan fácil, lo mejor sería prepararse.
Un plan ya se estaba formando en su cabeza.
"Utilizaremos la formación C" Kintaro le indicó a sus dos compañeros desde su posición al otro lado de la pared, recibiendo un asentamiento por parte de ambos.
Tanto Raiden como Ronan se apresuraron a abandonar su escondite, corriendo en la dirección de Anko con la intención de abrumarla en Taijutsu.
Al ver la amenaza entrante, la pelimorada realizó un medio sello de carnero al mismo tiempo que corría hacia adelante. "Jutsu: Clon de sombra" Un clon de sombra apareció a su lado con el propósito de ayudarla en la batalla; se aseguró de sobrecargarlo con más chakra del que era necesario para aumentar considerablemente su durabilidad.
La distancia desapareció cuando los combatientes finalmente se encontraron, dando inicio a un espectáculo de artes marciales en dónde ninguno quería ceder la delantera. Cada movimiento, cada golpe iba dirigido con la única intención de causar el mayor daño posible a su oponente.
Ella aprovechó su estatura más pequeña para maniobrar a través de los golpes y mantenerse fuera de peligro. Se movió alrededor de los ataques con la gracia de una bailarina, contorcionando su cuerpo en ángulos que deberían ser imposibles para cualquier otro ser humano. Todo eso gracias a su singular estilo de Taijutsu, tan esquivó y resbaloso como una serpiente.
Dejó que su clon se encargara de Raiden mientras ella se ocupaba personalmente de lidiar con Ronan; esquivó con precisión al mismo tiempo que aprovechaba las aperturas para contratacar con golpes certeros que hicieron que su rival se retorciera.
Tenía que asegurarse de que este intercambio fuera lo más breve posible ya que estaba conciente de que Kintaro aún se mantenía libre. Ese era un cabo suelto que tenía que solucionar cuanto antes.
Ajeno a todos estos pensamientos, Naruto observaba el enfrentamiento con los ojos muy abiertos. Hizo todo lo posible para mantenerse al día con los movimientos que ejecutaban los cuatro shinobis (cuatro si contabas el clon de Anko) pero se le hizo imposible, lo único que podía destinguir eran manchas borrosas chocar entre sí. ¡Era una locura! No comprendía cómo es que se movían tan rápido.
Otra cosa que lo shockeó al principio fue la muerte del primer shinobi a manos de Anko. Era la primera muerte que veía en su vida, eso sumado al hecho de que dicha muerte en realidad fue bastante espantosa, ocasionó que su estómago se revolviera un poco.
Sin embargo se obligó así mismo a recuperar la compustura, ahora no era el momento de dar rienda suelta a sus emociones. Era conciente de que los cuatro chūnins no deseaban repartir flores ni cantar villancicos con ellos, sus intenciones eran asesinas.
Tenía que seguir manteniendose atento a su entorno, buscar cualquier oportunidad en la que pudiera ayudar y no quitarle el ojo de encima a los aldeanos por si alguno decidía interferir, si eso pasaba tendría que encargarse de matarlos...
Podía escuchar los gritos de la turba embravecida, clamaron por sangre como una sola voz, lanzaron palabras de aliento a los tres chūnin restantes con la esperanza de que mataran a la niña.
Hizo oídos sordos, estaba seguro de que Anko ganaría, tenía que hacerlo.
Regresando al enfrentamiento, Anko finalmente encontró la oportunidad que había estado esperando cuando Ronan cometio el error de extenderse más de lo debido en un golpe de derecha. No tenía que pensarlo dos veces.
Ella se agachó debajo del puñetazo y se apresuró a infiltrarse dentro de la guardia de su enemigo para lanzar un gancho de izquierda que impacto contra la garganta del hombre. Ese golpe hizo que Ronan quedara completamente aturdido mientras tosía descontroladamente.
Pero Anko no se detuvo allí.
Chocó sus palmas abiertas contra los oídos del hombre, causando que sus tímpanos estallaran bajo la presión; luego levantó su pierna, lanzando una patada lateral que se conectó con el estomago del chūnin y lo mandó a volar varios metros atrás, provocando que cayera de espaldas al suelo.
Sintió la tentación de detenerse durante algunos segundos para admirar su obra, pero ella sabía muy bien que el tiempo valía oro, si quería ganar esta contienda tenía que aprovechar todo las oportunidades posibles.
Raiden aún seguía ocupado con su clon, así que su mirada se desvío hacia su siguiente objetivo, el cual se encontraba realizando una secuencia de sellos manuales.
"Elemento tierra: Bomba dragón de tierra" Kintaro utilizó su chakra, manipulando el barro del suelo para crear la cabeza de un dragón el cual abrió sus fauses disparando una gran cantidad de proyectiles de tierra.
Ella observó el ataque entrante mientras sellaba sus manos y reunía aire en sus pulmones. "Elemento fuego: Jutsu flamas del fénix"
Las balas de tierra fueron contrarrestadas por las balas de fuego, provocando una seguidilla de explosiones en cadena que destruyeron una buena parte de la carretera.
Los trozos de tierra volaron por el aire siendo acompañados por la ceniza y el humo, brindando un festival de fuegos artificiales que podía llegar a ser interpretado como algo precioso para el ojo inexperto; para un shinobi en cambio, no era más que una bomba de destrucción masiva que te mataría en un instante si eras tan estúpido como para acercarte.
Cuando la acometida de los dos jutsus al fin se detuvo, Anko decidió que ya había tenido suficiente. No debía seguir gastando su chakra en ataques que no estaban dando ningún tipo de resultado, su siguiente movimiento tenía que ser el último.
Analizó a su rival, percatandose de que ya se estaba moviendo para lanzar otro de sus fastidiosos jutsus de tierra, esta vez no se lo permitiría.
Se mordió el pulgar, extrayendo sangre y golpeando sus manos contra el suelo. No pudo evitar sonreír como una maniática, este era uno de sus Jutsus favoritos. "Elemento tierra: invocación de anaconda terrestre"
El terreno delante de ella se fracturó en pedazos cuando una anaconda de diez metros salió debajo del suelo, deslizándose hacia al frente con una velocidad tan prominente que Kintaro no fue capaz de reaccionar en lo más mínimo.
La anaconda mordió al hombre en la pierna y luego lo levanto en el aire para después enviarlo a extrellarse contra el muro de piedra que él había creado anteriormente.
Una vez que su trabajo estuvo hecho, el animal desapareció en una nube de humo.
Ella sonrió al ver como el bastardo se retorcía de dolor. Sabía que el hombre aún no estaba fuera de juego, aún conservaba las fuerzas suficientes para volverse a levantar, pero al menos consiguió algo de tiempo para ejecutar el siguiente paso de su estrategia.
Y a juzgar por la intensión asesina acumulándose a su espalda, podía decir que todo iba viento en popa.
Raiden estaba perdiendo la paciencia, primero esa maldita mocosa tenía el descaro de ignorarlo completamente forzándolo a pelear con un mísero clon; era totalmente indignante.
Luego de eso, tuvo que presenciar como su amigo (Ronan) recibía la paliza de su vida sin que él pudiera hacer nada al respecto. Pero la gota que finalmente colmó el vaso fue observar como su líder era arrojado como una muñeca de trapo por una de las serpientes de esa niñata.
¡Era una maldita adolescente! ¡Ellos eran chūnins experimentados maldita sea! No iba a tolerar que esta humillación siguiera adelante.
Se movió en un borrón de velocidad clavando un kunai en el estómago del clon y eliminándolo de la existencia. Levantó la mirada, percatandose de que la chica estaba dándole la espalda, ese hecho hizo que sonriera internamente.
"(Grave error niña)" Saltó hacia ella con la intención de terminar con esto de una vez por todas.
Naruto sintió que la bilis le subía hasta la garganta, su respiración se cortó por completo cuando observó que Raiden incrustaba un kunai en la yugular de Anko. Había sucedido tan rápido que no tuvo tiempo para emitir una alerta ¡Ni siquiera fue capaz de ver nada!
Sus párpados se humedecieron; quería gritar, quería derrumbarse allí mismo mientras veía el chaleco de la niña ser manchado con su sangre.
Pero no lo hizo.
Le tomó toda su fuerza de voluntad, sintió que estaba a punto de quebrarse en pedazos, pero él decidió depositar toda su confianza ella. La chica se mostró relativamente confiada durante todo el intercambio, manejó las riendas de la batalla teniendo un counter para todo lo que le arrojaron.
Además, también la conocía lo suficiente como para saber que ella no cometería un error tan estúpido como ese.
Todo esto tenía que ser parte de su plan.
Aún así... Era más fácil decirlo que hacerlo. Le rogó en silencio a todas las entidades existentes en el mundo para no estar equivocado.
Casi lloró de alivio al ver que sus sospechas eran ciertas.
El cuerpo de Anko estalló en un montón de serpientes, causando que Raiden abriera mucho los ojos en estado de shock. "(¡Reemplazo!)" No supo cómo ni cuando la chica reemplazó su cuerpo con el de un clon, ni tampoco tuvo tiempo de generar una hipótesis cuando las serpientes saltaron encima suyo mordiendolo en diferentes partes del cuerpo.
Sin que el hombre fuera conciente de ello, la pelimorada estaba escondida bajo tierra luciendo más que satisfecha cuando los recuerdos de su clon llegaron a su mente mostrándole imágenes de lo sucedido.
No le gustaba que Naruto tuviera que ver eso, no era justo que lo hiciera sufrir de esa manera, la mirada llena de horror en su rostro casi le parte el alma. Pero tenía que ser lo más realista posible, sino Raiden no hubiera caído en la trampa.
Se aseguraría de disculparse con él una vez que sobrevivieran a este desastre.
Decidió que era hora de abandonar el escondite.
El padimento se partió por la mitad cuando ella reapareció justo detrás de su enemigo con una patada lista para desquebrajar huesos. Su pie se conectó contra la mandíbula del chūnin, provocando que saliera volando en la dirección contraría al igual que su compañero. (Kintaro)
La espalda del hombre crujió con un ruido sordo cuando se estrello contra la pared de tierra.
Anko observó que la mayor parte de su plan estaba completado cuando Raiden cayó junto a Kintaro como si fuera un saco de papas. Su estrategia era sencilla; junta a los tres en una zona específica, más concretamente, frente a la pared de tierra que Kintaro creo al inicio del combate, luego utiliza tu jutsu más potente para destruir al grupo con un solo golpe.
Era pan comido, solo faltaba el tercero...
"¿Te estás olvidando de alguien?" Sintió que el apanico se apoderaba levemente de ella cuando Ronan apareció detrás de su guardia con un kunai listo para asesinarla, no anticipó que el idiota se reincorporaría tan rápido después de la santa paliza que le metió hace unos momentos atrás.
Cometió un error, solo uno. No era tan rápida, no iba a ser capaz de moverse a tiempo. Observó el brillo del kunai acercarse lentamente hacia su rostro.
Supuso que Madeo debió haber visto algo similar antes de morir, era casi como una venganza poética.
Esperó... Pero el impactó nunca llegó. Escuchó el sonido destinguido de la carne siendo desgarrada, la sangre salpicando, pero no era la suya.
Un kunai surcó el aire con un susurro asesino incrustandose justo en la garganta de Ronan, evitando que el hombre fuera capaz de atraparla.
Ella levanto la vista para contemplar quién era su salvador. "(Naruto)" El rubio del demonio había utilizado su puntería extremadamente precisa para cubrirle la retaguardia y salvarle la vida; hizo una nota mental para besar al chico hasta la muerta más tarde.
No solo le salvó el pellejo sino que redujo considerablemente sus problemas al eliminar a uno de los atacantes. Era hora de finiquitar este combate.
Vizualizó que los dos chūnins restantes estaban comenzando a ponerse de pie así que se apresuró a hacer su movimiento. Sus manos se hundieron en su bolsa ninja para sacar una cantidad razonable de shurikens, luego amarró las armas con cable ninja y las arrojó en contra de sus objetivos.
Los shurikens volaron alrededor de los dos hombres, provocando que el cable ninja se enrredara alrededor sus cuerpos y en la pared de tierra detrás de ellos.
Al ver esto, ella tiró del cable, provocando que las cuerdas se tensaran para inmovilizar a los dos chūnins contra el muro.
Una vez que se aseguró de que los bastardos estuvieran completamente atrapados, se llevó al cable ninja a la boca mientras realizaba el sello del tigre; solo faltaba el último paso. "Elemento fuego: Jutsu fuego de dragón"
Escupió un torrente infernal de llamas que se deslizó a través del cable ninja hasta alcanzar a los dos hombres aprisionados. No estando contenta con menos; ella aumentó el flujo de chakra en su técnica, provocando que las llamas brillaran con una intensidad cegadora cuando el calor se volvió realmente alucinante.
Pudo escuchar los gritos desgarradores que provenían del extremo receptor de su ataque, estaba segura de que sus dos enemigos estaban sintiendo la agonía de ser calcinados vivos.
Era un espectáculo asqueroso cuando quemabas a una persona con esta técnica, la parte del cuerpo que siempre fallaba primero eran los ojos. Siendo incapaces de soportar el calor, éstos terminaban explotando como dos globos de agua, como cuando metías un huevo en un microondas.
Luciendo satisfecha, Anko cortó el flujo de chakra en su técnica; acción que fue seguida por una fuerte explosión que se elevó hasta los cielos.
Esperó a que la cortina de humo se disipara para contemplar su trabajo. "(¿Funcionó?)" No pudo evitar preguntarse a sí misma.
Olfateó el aire, pudo percibir el olor distintivo de la carne quemada, eso técnicamente debería significar que su ataque dio en el objetivo.
El humo finalmente se disipó revelando la figura de un cuerpo totalmente disfigurado y quemado hasta los cimientos. Espera un momento, eso no estaba bien... Solo había un cuerpo en dónde deberían haber dos.
Todas las alarmas se encendieron en su mente. ¿A caso fue un clon? No, esa no era la verdadera pregunta ¡¿A dónde demonios había ido el otro?! La respuesta la golpeó como un balde de agua fría cuando recordó cuál era el objetivo principal de los chūnins.
"¡Naruto!" Saltó en su dirección con una explosión de velocidad... Tenía que protegerlo cueste lo que cueste.
Naruto abrió mucho los ojos cuando escuchó que la tierra detrás suya se partía en pedazos, se dio la vuelta para visualizar la silueta de Kintaro alzarse sobre él con un kunai en la mano.
Lo puso inmediatamente, su atacante utilizó un jutsu terrestre para desplazarse hasta su posición.
Intentó moverse, intentó hacer cualquier cosa para defenderse, pero era inútil, el chūnin era diez veces más rápido, se abalanzó sobre él con la intención de apuñarlo.
No pudo hacer nada más que observar todo en cámara lenta. ¿A caso iba morir aquí? ¿Así? ¿De esta manera?
No podía morir ahora, no quería morir de esta manera, eso le causaría un dolor inmenso a Anko, no quería hacerla sufrir de esa forma; estaba conciente de que ella se culparía a sí misma por esto, se lamentaría en su tumba por años. No deseaba abandonar este mundo, no quería dejarla sola.
Ella no se lo merecía, no tenía el derecho de abandonar a la persona que salvó su vida así que tenía que encontrar una forma de salir de esta situación ¿Pero cómo? ¿Qué debía hacer?
Entonces fue cuando lo vió, su sangre se
congeló hasta la médula.
En un minuto estaba apunto de ser atravesado por el filo de un kunai, al minuto siguiente, Anko estaba parada justo frente a él.
Recibiendo una puñalada en el estómago.
Ella saltó para protegerlo. ¡¿Por qué siempre tenía que ser tan malditamente imprudente?! "¡Anko!" Sintió que su voz salía de forma quebradiza.
Su corazón se detuvo, su estómago se revolvió.
A pesar del dolor que estaba sintiendo, la pelimorada se las arregló para acertar una patada en el pecho de Kintaro, obligándolo a retroceder y creando varios metros de distancia.
"¡Anko!" Naruto se apresuró a atraparla cuando observó que caía de rodillas, pasó un brazo alrededor de sus hombros para poder sostenerla; su mirada se desvío hacia su vientre, el kunai aún yacía clavado profundamente allí, lo más seguro es que no pudiera removerlo sin causar una hemorragia.
Vió que ella se aferraba a su herida de forma agonizante. Algo se quebró en su interior al verla de esa forma, las lágrimas brotaron de sus ojos.
Ella comenzó a toser sangre, salpicandole algunas gotas en la cara en el proceso. Eso lo horrorizó, cada fibra de su cuerpo se estremeció, el aliento se le quedó atrapado en la garganta.
Su espíritu se rompió.
Ignoró las voces en su cabeza que le susurraban que todo estaba perdido, se negó a dar marcha atrás.
Tenía que existir algún alternativa, alguna posibilidad. Tenía que encontrar un modo de poner a la niña a salvo.
Las voces no importaban, la muchedumbre que rugia a su alrededor no importaba, el dolor punzante que obstruía su pecho no importaba.
Lo único importante era ella, tenía que salvarla.
En algún momento del ocaso, el atardecer se tiñó por completo de rojo, demostrando que su contraparte anaranjada terminó perdiendo la contienda. El escenario que rodeaba aquella avenida en dónde el alma de un rubio sufría desconsoladamente fue envuelto en un manto escarlata tan profundo como el color de la sangre.
Pudo escuchar que la turba que los rodeaba estallaba en vítores, también distinguió el sonido de pasos, se estaban acercando.
Su cerebro dio vueltas, los engranajes en su cabeza giraron violentamente en busca de una solución que los sacara de esta situación con vida.
No debía dejarse sucumbir por el pánico, solo necesitaba una oportunidad, cualquier cosa con la que trabajar ¿Tal vez podía usar las etiquetas explosivas para crear una distracción? ¡No, no! ¡Esa era una idea estúpida! Anko y él terminarían atrapados en la explosión.
Las posibilidades surcaron su mente una tras o otra.
Los pasos se escuchaban cada vez más cerca. ¡Piensa, piensa, piensa maldición!
"Naruto..." El susurro de la niña lo sacó de sus cavilaciones.
Miró su rostro, parecía igual de asustada que él, también pudo destinguir que no era el único que estaba llorando. Observó su reflejó a través de sus ojos cafés ¿Por qué parecía que estaba dándose por vencida?
¡Aún podían lograr esto! ¡Solo tenía que pensar! ¡Solo tenía que esforzarse más!
"Naruto..." Su voz volvió a llamarlo, pero esta vez vió algo en su mirada que no le gustó en lo más mínimo.
"Tienes que salir de aquí, puedo comprarte algo de tiem..."
"¡No!"
Se negó rotundamente a creer esta mentira, ella no le estaba pidiendo lo que él creía que le estaba pidiendo, estaba escuchando mal, simplemente no era posible.
No era verdad, todo tenía que ser una ilusión, una pesadilla, esto no estaba pasando.
"Naruto escúchame..." Ella lo atrapó por las mejillas, obligándolo a mirarla.
Se sintió estúpida, debió haber sabido desde un principio que no podría lidear con cuatro chūnins sin que algo se le saliera de las manos.
Solo hacía falta un error, un solo desliz para que todo fracasara; sus peores temores se confirmaron, bajo la guardia solo un segundo, eso terminó por condenarlos.
Ella perdió, le falló al rubio, se falló a si misma.
Debió haber estado más pendiente de Naruto ¿Cómo pudo dejarlo a un lado cuando él era el objetivo en primer lugar? Era algo tan básico, fue dolorosamente obvio.
Trató de actuar con valentía, trató de sonar heróica, pero se le hizo imposible. Ella no era ninguna heroína, solo era un ser humano.
Tenía miedo, estaba aterrada, no quería morir.
Sus nervios aullaban de dolor, el sudor de su frente dejaba en claro su nerviosismo, sintió que el pánico quería apoderarse de su cuerpo.
A pesar de eso, un comando seguía repitiéndose en su cabeza, una voz susurraba en su oído, tenía que poner al niño a salvo, incluso si eso significaba su propia muerte.
Él aun podía salvarse, no tenía que padecer el mismo destino que ella. Su corazón se partió por la mitad al saber que tendría que abandonar este mundo, al saber que tendría que abandonarlo.
No podría cumplir con su promesa, nunca más caminaría a su lado.
No importaba el temor de su alma, ni sus manos tambaleantes o su respiración entrecortada, ella se sacrificaría sin dudarlo si eso significaba que él podría seguir viviendo.
"Necesito que escapes de aquí ¿Ok? Voy a lanzar un Jutsu entonces tú corres..." Volvió a ser interrumpida.
"¡No, no y no! ¡No voy a dejarte!" Lágrimas caían de su rostro como una cascada.
Se les estaba acabando el tiempo, pero él seguía siendo igual de terco que siempre ¿Por qué no podía entenderla? Jamás podría descansar en paz si él moría por su culpa ¿Por qué no se daba cuenta de eso? ¿Por qué tenía que ser tan testarudo justo ahora?
Necesitaba que estuviera a salvo, necesitaba que estuviera seguro, necesitaba que siguiera viviendo.
"Naruto, tienes que sobreviv..."
"¡No quiero estar en un mundo donde tú no estés!"
Eso provocó que ella cerrara la boca; un grito retumbante, una declaración contundente, un juramento lleno de pasión, un corazón sangrante que le prometió estar a su lado incluso cuando el mundo se acabara.
Juntos en vida, juntos en muerte, pero nunca lejos del otro.
Él se soltó de su agarre, se paró frente a ella enviándole una mirada enfurecida, un fuego salvaje brillaba en sus ojos. Se le hizo imposible contradecirle, no encontró manera de debatirle.
Incluso estando a las puertas del final, fue tan poético que se quedó sin palabras.
¿Morirías por mi?
"¡Nos iremos de aquí los dos juntos!"
Viviría por ti.
Deseaba tanto poder creerle, anhelaba con toda su alma que tuviera razón, pero era absurdo hacerse falsas ilusiones. Estaban completamente rodeados, no existían salidas, sin vías de escape, sin alternativas.
Sin esperanza.
Naruto apretó sus manos en puños cuando escuchó una carcajada que provenía de su espalda, se dio la vuelta para mirar a Kintaro con todo el desprecio que pudo reunir.
"¡Ohh Dios! ¡Que niño tan estúpido! ¡De verdad piensa que esto tendrá un final feliz!"
Las burlas de toda la multitud solo lo hicieron enfadar más. Sintió que su mandíbula se apretaba con tanta fuerza que podía jurar que sus dientes se romperían bajo la presión.
"¡Mira a tu alrededor Demonio! ¡Esta vez no tienes a dónde huir! ¡Nos aseguraremos de matarte a ti, y a esa perra serpiente!"
Las uñas se incrustaron en sus palmas, provocando que la sangre fluyera a través de sus puños.
Su mirada recorrió toda la muchedumbre, vió los rostros complacidos, casi estaban frotando sus palmas en una muestra de anticipación.
Lo hizo sentir asqueado, ver a todas estas personas le dio ganas de vomitar.
Antes no le habría importado, no le interesaba en lo más mínimo que podían hacerle. Abusos, golpizas, torturas; lo atormentaron durante años, sufrió día tras día.
Aún así, nunca tomó represalias, la idea de vengarse nunca pasó por su cabeza.
Pero esto era diferente.
Él instinto asesino brotó de su interior como una cascada.
Esta vez se atrevieron a tocar a Anko, tuvieron la osadía de lastimar a la persona que más amaba en el mundo.
La vida nunca le dio nada, fue arrojado como si fuera una basura, echado a un lado como un cáncer, desde su nacimiento fue condenado a sufrir.
Y ahora que tenía una vida, cuando finalmente conoció la felicidad, cuando tenía a alguien a quien amar ¿Tenían el descaro de intentar arrebatarselo? ¿Cómo se atrevían a tratar de apartarla de su lado?
Los ojos de un demonio se abrieron detrás de los barrotes que lo mantenían cautivo, un rugido de proporciones titánicas sacudió toda la jaula.
No iba permitir que se llevaran su felicidad otra vez, nadie volvería a lastimarla ni a herirla mientras él estuviera allí.
Sintió su cuerpo arder, todo su sistema se sentía como si estuviese en medio de un volcán.
Iba a hacerlos pagar a todos.
Sintió que la sed de sangre tomaba control de todos sus instintos.
Quería hacerlos sufrir. No dejaría a ninguna de estas alimañas con vida.
Iba a matar hasta el último de ellos...
...
...
... Las puertas del hades se abrieron.
Anko observó toda la escena delante de ella sin poder creer ni un solo segundo lo que estaba ocurriendo; su vista tenía que estar funcionando mal, tenía que estar delirando porque no había forma en el infierno que ésto estuviera pasando.
Naruto estaba ardiendo.
No figurativamente sino literalmente. El fuego salió de su espalda, arremolinandose en sus hombros y cubriendolo hasta la coronilla de la cabeza. Pero eso no fue lo único que la dejó atónita, lo que la dejó aún más boquiabierta es que no eran llamas de color ordinario; ni rojo ni anaranjado.
Eran azules.
Estaba segura que nunca antes en su vida había visto fuego azúl, sus ojos se sintieron atraídos como una polilla que corre hacia la luz. Fue hipnótico ver las llamas serpentear, crepitar sobre su espalda de forma violenta; inclusive podía decir que sería un espectáculo hermoso si no fuera por la cantidad masiva de instinto asesino que emanaba de él.
La intención de matar tenía tanta potencia que sintió que su respiración quedaba atrapada en su garganta, la presión en el aire era totalmente asfixiante y eso que todo ese odio ni siquiera estaba dirigido hacia ella.
Vizualizó como Kintaro juntó a los civiles comenzaban a dar pasos hacia atrás luciendo totalmente horrorizados, escuchó los gritós en la lejanía. '¡Es el demonio!' '¡el demonio se ha liberado!' '¡No te acerques maldito monstruo!'
Ella lo miro, las llamas envolviéndose alrededor de su cuerpo. Era como una antorcha iluminándola en la oscuridad; un recordatorio, una promesa de que cuando caiga la noche, su fuego le mostraría el camino. Cuando la fría ventisca entre por la ventana de su vida amenazando con congelar su corazón, él estaría allí para derretirla.
¿Demonio? Quizás para sus enemigos. ¿Pero para ella? Lucía más como un ángel, su ángel guardián.
"Arte ninja secreto..." Lo escuchó susurrar al mismo tiempo que sus llamas aumentaban en intensidad. El ocaso que antes iluminaba la calle fue totalmente consumido por el azúl, enviándole a la pelimorada un único mensaje.
Todo estaría bien, nunca más tendría que tener miedo, ya no peleaba sola, su ángel guardián estaba allí.
"Monje de fuego" El río de llamas fue desbordado en todas las direcciones como un tsunami que arrasaba con todo a su paso.
Podía percibir el olor a carne quemada, ver las cenizas revolotear por el aire y escuchar los gritos de agonía.
Estaba bien, todo terminaría pronto.
