REY DE LOS DEMONIOS
¡Hola! Aquí está una nueva actualización.
- Carli89: ¡Hola! Me da gusto saber que la historia te haya interesado mucho :3 Eso me motiva a seguir escribiendo. El primer Cap. empezó muy fuerte y a medida que se va desarrollando la historia veremos qué fue lo que pasó para que Kag piense que Inuyasha está muerto :( Puedo decir que ya falta muy poco para llegar a esa "Actualidad" ¡Gracias por leer y darle una oportunidad a esta historia!
-Guest: ¡Hola! :) ¡Gracias por leer! Y espero que este nuevo cap te guste.
Como ya lo dije, falta muy poco para llegar a la realidad del primer capítulo y conocer qué fue lo que pasó exactamente con Inuyasha y el por qué todos piensan que murió. Solo queda estar pendientes a la nueva actualización y gracias otra vez por leer la historia.
Atte. XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 17.
KAGOME
Cuando abrí los ojos lo primero que pude percibir fue el exquisito aroma de las flores. Mis ojos viajaron confundidos al enorme ramo que adornaba la mesa.
Me puse de pie e inspeccioné esa hermosa maravilla. Los hermosos colores combinaban a la perfección con la habitación.
–Inuyasha… – susurré acariciando la suavidad de un pétalo.
–Buen día Princesa.
Giré sorprendida al escuchar la voz de Kikyo, quien entraba por la puerta.
–Hola ¿Por qué no tocaste? – cuestioné aun sintiéndome exaltada.
–Lo hice, pero al parecer no me escuchó – se disculpó – Vine a traerle el desayuno y a prepararla.
–¿Prepararme para qué? – dije mientras me sentaba y tomaba del vaso que me alcanzaba.
–El Príncipe Inuyasha quiere verla hoy en los jardines.
–Pero afuera está nevando – advertí.
–Se lo dije, pero él insiste en querer verla en ese lugar.
Suspiré. Había pasado una semana desde que los preparativos de boda se hicieron oficiales y desde ese momento él no paraba de llenarme los días con recuerdos y detalles bonitos.
Miré las flores una vez más y arrugué la frente.
–¿De dónde sacó flores si todo está cubierto completamente de nieve?
–Mandó a un guardia real en busca de las más hermosas flores para usted. Tardó unos cinco días en llegar, pero hoy por fin llegó.
Me sorprendía hasta dónde podía llegar la determinación de Inuyasha. Me ofreció llenar mi vaso nuevamente y yo accedí de inmediato.
–Gracias ¿De qué es? – moví el vaso para que supiera de qué estaba hablando.
–Son frutos del bosque Princesa – respondió con serenidad – Una receta vieja que mi madre me enseñó desde pequeña.
–Tu madre debió de ser una gran cocinera. Esto está exquisito – Bebí el último sorbo y dejé el vaso sobre la mesa – Tal vez pienses que exagero, pero su sabor se me hace familiar.
–Me da gusto que le haya gustado Princesa. Si desea puedo traerle un vaso diariamente.
Me sonrió y yo le devolví el gesto.
–Eso me encantaría.
Cuando terminé de ponerme una última capa de ropa salí de la habitación en dirección a los jardines del palacio. El clima no era el mejor, hacía mucho frío y ya sentía mis mejillas tomar un color rojizo a su alrededor.
Detuve mis pasos a solo un escalón de pisar la nieve que cubría el pasto. Mis ojos quedaron maravillados al ver la silueta alta y misteriosa de Inuyasha vestido completamente de negro. Me quedé en mi lugar y aprecié el cierto misticismo que le otorgaba la nieve a su alrededor, su cabello plateado no hacía más que hipnotizarme y cuando sus ojos, completamente dorados, dieron con los míos casi sentí que me derretía.
–Tardaste – dijo desde donde estaba.
Sonreí, tratando de recuperar la compostura.
–No me pidas estar lista tan rápido – refuté.
Lo vi sonreír, y cuando aquel par de colmillos adornaron sus labios sentí que mis ojos no volverían a ver su sonrisa de otra forma.
–¿Te gustó? – susurró ronco.
Hasta entonces no fui consciente de su cercanía ¿En qué momento había caminado hasta aquí?
–Qué cosa… – solté distraída.
–¿Te sientes bien? – Llevó una mano a mi frente – No tienes fiebre.
–Estoy bien.
–¿Segura? – insistió y yo asentí.
–Sí, es solo que hace mucho frío – mentí.
–Perdóname, debí de saber que no estás acostumbrada a este tipo de clima.
Quiso entrar, pero lo detuve.
–Está bien – dije rápidamente – Y no me gustaron. Me encantaron, despertar con el aroma de las flores a mi alrededor solo pasaba cuando estaba en mi Reino. – Busqué su mano y la envolví con la mía – Gracias.
Sonrió.
–No tienes por qué agradecerme, pronto serás Reina de todo Lothar y tus deseos serán órdenes.
–No me creo capaz de ordenar algo cuando eso suceda. Mejor tú encárgate de esas cosas – Le regalé una sonrisa.
–Me parece justo – respondió divertido – Kagome…
–Majestad.
Ambos volteamos al escuchar a Miroku.
–¿Sucede algo? – cuestionó el mejor de los Taisho.
–Le tengo noticias.
Los vi compartir un par de miradas discretas.
–¿Qué pasa? – pregunté llena de intriga.
Inuyasha me miró y luego asintió mirando a su amigo.
–Su Majestad el Príncipe Inuyasha me pidió que investigara Naraku de cerca.
–¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? – espeté confrontando la mirada calmada de Inuyasha.
–Tranquilícese por favor Princesa – continuó Miroku – El Príncipe no estuvo de acuerdo cuando se lo propuse, pero a tanta insistencia accedió.
–Te pusiste en un gran peligro – afirmé.
–Lo sé.
–¿Entonces por qué lo hiciste?
–Quiero dar con el responsable de aquella noche sangrienta que azotó su Reino.
–¿Con qué fin?
–Verá Princesa – Pude notar su nerviosismo – No es un secreto que la bella Sango es de mi agrado…
–¿Lo haces por ella? – solté sorprendida.
Al no recibir respuesta alguna lo confirme. Pero, de todos modos, no estaba de acuerdo con poner su vida en riesgo.
–Nada me haría más feliz que ser visto por la señorita Sango y ser digno de su amor.
–Ese es un trabajo duro, por no decir imposible – agregó Inuyasha mientras se masajeaba el cuello.
Contuve una sonrisa.
–Bien, ¿Entonces qué averiguaste? – Inuyasha sonó serio.
–Vengan por favor, será mejor si hablamos en un lugar más discreto.
Los tres nos movimos hasta una de las tantas habitaciones que había en el Reino. Miroku se adelantó para cerrar cada ventana y cada cortina del lugar.
–Creo que con eso bastará.
–¿Bastará para qué? – Inuyasha sonaba impaciente.
Miroku sacó un par de hojas y las situó sobre la mesa.
–Hoy me llegaron estos informes. No hace mucho una pequeña aldea fue atacada por demonios.
De inmediato Inuyasha y yo cruzamos miradas.
–La noticia de que criaturas que solo existían en los cuentos y ahora son parte de nosotros se está empezando a propagar.
–Eso supone un gran problema – afirmó Inuyasha.
–La matanza cumple con los mismos patrones de aquella noche – Miroku me miró.
–Fue él – dije en un susurró.
–Eso creo. Los locales suelen llamarlo Rey de los Demonios, un ser maligno con cuerpo de humano, pero capaz de controlar a esas bestias.
–Entonces no es humano – solté.
–Es una posibilidad. Aún no sé sabe qué es en realidad ¿dónde nació? o ¿quién lo crio? y lo más importante ¿Por qué la busca a usted?
–Eso es porque tengo la sangre de una sacerdotisa.
–Debe de haber algo más. Debe de existir una razón poderosa que lo motive a cometer tales actos, pero ¿Cuál sería?
–Gracias Miroku, pero yo creo que ya fue suficiente por hoy.
Miré a Inuyasha con gesto de reproche y él pareció ignorar mi molestia.
–Como usted diga Majestad.
–Espere por favor…
–Kagome – murmuró entre dientes el Príncipe.
–Gracias por todo, sé que no podría existir nadie mejor para mi amiga.
–Con todo respeto Princesa – Miró a Inuyasha – Lo mismo digo, con su permiso.
Lo vi asentir y retirarse con una gran sonrisa en el rostro.
–No le hagas caso.
–No, yo también pienso que no podría existir nadie mejor para ti en estos momentos.
–¿A sí? – dijo burlón mientras me atraía y me aprisionaba de la cintura – No quiero que te afecte todo lo que dijo.
–Cada noticia de Naraku me va a afectar siempre. Eso no va a cambiar.
–Eso lo sé, pero lo que trato de decir es que nada de lo que pasó y pasará es culpa tuya.
–Pero…
–Nada Kagome. Su obsesión por ti es la causa de todo.
–Es eso exactamente lo que me tiene intranquila – Apoyé mi cabeza en su pecho – ¿Qué es lo que quiere de mí exactamente?
–Pues sea lo que sea no lo obtendrá – Lo sentí ejercer presión en su abrazo – Pronto serás mi esposa y nada va a cambiar ese hecho.
Sonreí.
–Yo me encargaré de protegerte con mi propia vida si es necesario.
–Por favor no hables de muerte – Levanté la cabeza para mirarlo – No sé qué haría si algo te pasa.
Peinó mis cabellos y me regaló una sonrisa.
–Buscarte a otro – bromeó y yo lo miré con disgusto.
–No es gracioso.
Bajó su estatura para dejar un cálido beso sobre mis labios.
–Tienes razón. Ahora que lo dije creo que los celos me consumirían.
Sonreí.
–Ya hay fecha para la boda.
–¿Enserio? –Lo miré entusiasmada.
–Sí, pero pienso cambiarla.
–¿Qué? ¿Por qué?
Sus ojos viajaron por toda la habitación antes de soltar un suspiro.
–Mi padre escogió esa fecha.
–¿Y qué hay de malo en eso?
–El problema radica en que ese día es luna nueva – dijo con disgusto.
No sé si fue mi mala actuación o mi poca iniciativa por tratar de ocultar lo evidente, pero cuando se dio cuenta de lo que planeaba me soltó de inmediato.
Yo aún creía que usar el Kotodama no Nenju era una solución fiable.
–Podría funcionar – Le dije dando un paso hacia él – Además ya hablamos de esto y estuviste de acuerdo.
–No recuerdo haber aceptado.
–Inu…
–Acepté una vida contigo – aclaró.
–Eso implica también aceptarme como mujer – reproché.
–Tú solo quieres comprobar si tu teoría es cierta.
–Sí, bueno, en parte – Se alejó aún más – Inuyasha.
–Kagome.
Sonreí.
–Ya veremos si tu autocontrol es más fuerte que tus deseos – amenacé.
–Mi único deseo es tenerte con vida.
Estiré una mano para que la tomara y así fue. En el fondo también temía por mi vida, por el futuro incierto que nos esperaba y sobre todo por el miedo de repetir la historia y perderlo sin poder hacer nada en lo absoluto.
Sólo su presencia mantenía viva la esperanza de una vida normal, sin tantos problemas, sin tanto odio y destrucción.
Hoy era el gran día y de no haber sido por la constante molestia en el estómago, todo habría sido perfecto.
–Tome.
–Gracias – Le dije a Kikyo mientras recibía el vaso.
–Esto le ayudará a calmar el dolor Princesa.
–No me duele – respondí devolviéndole el vaso ya vacío – Es difícil de explicar – susurré mientras me ponía de pie.
Era cierto, no era dolor lo que sentía. Era más bien un cosquilleo, pero uno intenso y algo fastidioso.
–Seguro son los nervios Princesa. Es la primera vez que estará con un hombre y…
–¿Y cómo lo sabes?
Kikyo se enderezó y caminó hacia mí de inmediato.
–Princesa usted ya estuvo con Inuyasha – me tomó del brazo – Respóndame por favor.
–Tranquila, solo era una broma – dije confundida por su actitud.
¿Y desde cuando era "Inuyasha" y no "Príncipe" para ella?
Me soltó de inmediato mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro.
–Perdóneme por favor. Es solo que… la primera vez de una mujer debe de ser en un momento especial.
–¿Eso piensas?
–Así es, es un evento muy importante y se marcará de por vida.
La miré por unos segundos.
–¿Tienes pareja Kikyo?
–Oh no, para nada ¿Por qué lo pregunta Princesa?
–Es que pareciera que tuvieras cierta experiencia en esas situaciones.
La muchacha pareció sentirse incómoda ante mi comentario, pero lo supo disimular muy bien ofreciéndome llenar mi vaso y yo accedí para no hacerla sentir más incómoda.
Luego de eso entraron un par de damas más para ayudarme a vestir y sujetar mi cabello en un peinado que para nada era de mi agrado. Yo lo prefería suelto, dejando mis ondas al aire, pero su negativa fue más poderosa que mi opinión.
Cuando todas se fueron, volví a mirarme, cuerpo entero en el espejo. Para nada era lo que mi mente había imaginado por años. El vestido era simplemente perfecto, me encantaba todo de el, pero no podía decir lo mismo del peinado.
–Estás hermosa.
Giré, algo asustada por la impresión de escuchar la voz de Inuyasha que ahora se encontraba apoyado en la entrada.
–¿Qué haces aquí? – dije tratando de cubrir mi vestido, pero fracasando en el intento – Es de mala suerte que…
Se acercó hacia mí, lo suficiente como para robarme el aliento al sentirlo tan cerca.
–Inu…
–Tal vez tengas razón – me susurró en el oído – No estoy seguro si mi autocontrol sea más fuerte que mi deseo de tenerte entre mis brazos.
Continuará...
