¡He vuelto!

Y no con las manos vacías, si no con un nuevo episodio piloto para mi nuevo proyecto. No quiero adelantarles nada mas que la sinopsis, hace mucho rato venía con esta idea de que pasaría realmente si Inuyasha y Kag se conocieran desde el principio y fueran cercanos, mas como mejores amigos.

Saben mi estilo de escritura, saben que mi debilidad involucra tres palabras: youkais, acción y drama

mi idea es adelantar varios caps estas semanas e ir publicando cada 7 días de aquí en adelante. Todo depende obvio de su recepción. Veamos si les gusta esta nueva historia, de acuerdo a eso veré si vale la pena seguir escribiéndola. De ser así tendrán cap nuevo en una semanita sin falta.

(planeaba no publicar hasta unos meses mas, pero es que los extraño demasiado :c ajajaja)

un abrazo de reencuentro! Se vienen cositassss

pd: ahora que volví a entrar note una alerta particular sobre las notificaciones via correo: estas solo se envían si están activadas en los ajustes de cuenta (account - settings - email opt-in - yes), espero logren enterarse de la nueva historia jaja


Capítulo 1.- Piloto

Flashback, 5 años atrás, Enero 2011.

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Kagome

Aquella noche de Enero era particularmente oscura y con ello las estrellas destacaban sin esfuerzo en el cielo. Moví un cigarrillo de tabaco puro entre mis dedos y de inmediato apareció un ofrecimiento de fuego frente a mí. Sonreí de forma instantánea y Alex me correspondió de inmediato. Aquel hombre era mi más reciente adquisición como compañero, lo había escogido en primer lugar por sus habilidades en combate, sin embargo su aspecto le había ayudado bastante a destacar por sobre el resto; lo suficientemente alto como para sobrepasar mi estatura por al menos dos cabezas, cuerpo trabajado, cabello negro en un corte desordenado y ojos tan verdes como la pequeña joya de esmeralda que destacaba alrededor de mi cuello. Aquel rostro encantador podría atraer con facilidad a los objetivos femeninos.

– Realmente te has acostumbrado a llevar un encendedor contigo desde que te incluí en mi grupo. - Él simplemente se encogió de hombros,

– Aprendo rápido y mi objetivo es mantenerte contenta, para eso me has contratado ¿no?. - Me reí y prendí el cigarrillo. - Sigo pensando de todas formas que es un pésimo vicio.

– Y yo prometí que eventualmente lo dejaría. - Le sonreí y él puso sus ojos en blanco. - ¿Leíste sobre el objetivo?

Me miró con culpa y yo suspiré; en esa clase de errores se notaba lo novato que era.

– Sesshomaru Taisho - Musité.

– ¿Taisho? ¿Como los de la dinastía Taisho?

– Él es de la dinastía Taisho, comprenderás con ello que no es cualquier objetivo. 28 años, estatura de un metro noventa, reconocido cazarrecompensas a lo largo de Tokio. Trabaja con su padre, Touga Taisho y su hermano, de quien ahora mismo no recuerdo el nombre.

– Su dinastía es nuestra competencia directa. - Asentí. - ¿Y hemos viajado hasta aqui por un sólo objetivo?

– Ajá, mi única orden es que no te confíes, no es un objetivo fácil. - Miró la pantalla de su celular y deslizó su dedo para seguir leyendo información.

– Aquí dice que tiene ojos dorados y cabello grisáceo, debería ser bastante sencillo encontrarlo.

Miré a mi alrededor, la cantidad de gente en ese club nocturno crecía exponencialmente con las horas.

– Si nos apresuramos, probablemente así sea. - Apagué el cigarrillo con mi zapato y me aseguré de que mis armas estuvieran justo donde correspondía en las amarras de mis muslos, las que ajusté un poco más. - Como siempre me cubres las espaldas e intervienes sólo si es necesario.

– Por supuesto.

Nos movimos juntos hacia el interior, Alex pasó su brazo por sobre mis hombros y fingió que reíamos de algo en particular, mezclándonos fácilmente con el resto. Nos acercamos a la barra y pedimos nuestros primeros tragos.

– Asumo que gin para ti. - Exclamó a mi lado.

– Asumes bien.

Miré a mi alrededor, las luces estroboscópicas eran increíblemente potentes para mi visión de youkai y pronto tuve que concentrarme en mirar mi vaso, intentando esquivarlas.

– Un whisky por favor. - Una voz ronca a mi lado me hizo erguirme de pronto, Alex me miró y sus ojos se movieron a través de mí, fue fácil comprender que ni siquiera habíamos tenido que esforzarnos, el objetivo había caminado justo a nuestro encuentro.

– Tienes un paladar bastante exquisito. - Musité.

Sus ojos dorados y rasgados se desviaron hacia mí y me sonrió.

– ¿Te gusta el whisky?

– No soy una gran fan, pero reconocería el aroma dulzón del bourbon en cualquier lugar.

Me miró sorprendido y extendió su mano hacia mi. Su piel era increíblemente suave y el apretón firme y seguro, relativamente controlado.

– Soy Sesshomaru.

– Kag. - Respondí.

– ¿Sólo Kag?

– Sólo Kag.

Su cabello platinado iba peinado hacia atrás y su traje era tan pulcro que incluso sentí que iba demasiado desordenada para estar parada frente a él.

– Cuidado con el gin Kag, es un trago traicionero en realidad, no podrías distinguir en qué momento exacto tu sobriedad comienza a esfumarse. - Su mano dejó de apretar la mía y bebió el primer sorbo de su trago.

– Tomaré ese sabio consejo.

– ¿Y vienes aquí sola? - Negué con la cabeza.

Miré hacia atrás, Alex no había tenido que esforzarse demasiado para conseguir la atención de un par de chicas, quienes hablaban demasiado fuerte para mi gusto.

– Hasta hace cinco segundos aquel chico alto de allí era mi cita, pero al parecer no ha perdido el tiempo. - Aquello lo hizo reír.

– Vamos, te invito a un trago, estoy con algunos amigos aquí. - Bingo.

Asentí y caminé a su lado, di una última mirada a mi compañero, quien me guiñó el ojo mientras abrazaba a una de las chicas por la cintura.

Nos movimos a través de la gente con facilidad, su presencia generaba el respeto suficiente como para que todos se movieran voluntariamente de su camino. Llegamos a una mesa esquinera, con al menos unas cinco personas.

– Chicos, esta es Kag, nos hemos conocido hace… ¿Un minuto? - Me preguntó.

– Tal vez dos. - Sonreí y él asintió.

– Su cita es un idiota, asique la he rescatado para sumarla al grupo.

– ¡Hola Kag! - Un grito coordinado de todos sus amigos sonó incluso acogedor para mis oídos.

– Él es Miroku. - Exclamó Sesshomaru. - Con su novia, Chô. - Ambos me sonrieron. - Aquel sujeto a su lado es Renkotsu, un nombre que no necesitas memorizar. - El aludido fingió estar ofendido y luego me sonrió. - Falta Inuyasha, que de seguro debe haber encontrado alguna diversión por ahí, así que puedes sentarte en su puesto. - Asentí. "Inuyasha", ese era el nombre que no había sido capaz de retener.

De ahí en adelante su atención fue sólo para mi y el resto nos ignoró con facilidad.

– ¿A qué te dedicas?

– Soy contadora. - Mentí. Aquella era la carrera que la gente menos comprendía.

– ¿Qué hacen los contadores? - Intervino aquel tipo de nombre Miroku. Idiota.

– Ya sabes, llevar las finanzas de alguien más y esas cosas, muy aburrido. - Ella y su novia se rieron.

– ¿Y donde trabajas? - Preguntó el mismo chico.

– Por ahora con mi padre, tiene una pequeña empresa a las afueras de la ciudad. - Otra mentira más.

– No eres originaria de Japón. - Continuó, ganándose cada vez más una de mis armas en su corazón. - Tu acento es dulce, muy diferente de lo brusco que es el de nosotros.

Sesshomaru me miró serio con atención, sin intervenir.

– Mi país natal es Francia. - Al menos eso era cierto.

– ¡Eso explica bastante! Bueno, salud por Francia.

– ¡Salud! - Le siguió su novia y yo sólo sonreí antes de beber un sorbo de mi vaso.

– ¿Es verdad lo que dicen de los Franceses con respecto a su romanticismo? Seres humanos expertos en el lenguaje del amor. - La voz de Sesshomaru tomó un tono seductor sin complicaciones.

– Te sorprendería. - Aquello arrancó una risa ronca mientras me miraba fijo.

– Es bueno tenerte aquí para sorprenderme… Y para bailar conmigo.

Se puso de pie y extendió su mano derecha hacia mí, la tomé un poco dubitativa y él me alzó con rapidez. Me guió hasta el centro de aquella repleta pista de baile y me movió junto a él, siguiendo el ritmo de la música.

Sus manos se mantuvieron firmes en mis caderas y con ello pude sentir su calidez abrasadora atravesar la tela. El tipo era encantador, tenía que admitirlo, no sonreía mucho y aquello lo hacía intrigante, probablemente le era bastante sencillo conseguir chicas, por la forma segura en que se desenvolvía a mi alrededor.

Permanecimos en ello por varios minutos, hasta que de pronto la mirada inquisidora de Alex a la distancia me recordó que no tenía tiempo de sobra. Gracias a mi bendita suerte alguien a mis espaldas me empujó mientras bailaba, facilitando mi siguiente movimiento. Me aferré a la camisa del peliplata y lo miré desde mi altura. Lo atraje hacia mi y entrecerré los ojos mientras respiraba cerca de su rostro.

– ¿Es mal visto que quiera besarte sin conocerte lo suficiente?

– No voy a juzgarte esta noche. - Respondió.

Esperó a mi primer movimiento, tentándome aún más. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé con hambre, por supuesto, él me respondió de inmediato. Sus manos pasaron hasta detrás de mi cuello y me apegó más a él. Para cuando nos separamos mi pecho subia y bajaba con rapidez, intentando recobrar el aliento. Tenía que concederle que era un buen besador.

– Salgamos de aquí. - Ordenó.

¡Si! Salgamos de aquí. Pensé.

Me tomó de la mano y me guió hacia uno de los pasillos que dirigían a los baños, allí me dejé hacer por completo, llegando incluso a disfrutar de sus manos traviesas delineando la forma de mi cuerpo. Tiré de su camisa para llevarlo al baño más cercano y él simplemente sonrió entre besos.

– Me gustan las chicas como tú. - Musitó.

– ¿Las que juegan con fuego?

– Y que no tienen miedo a quemarse. - Sonreí.

Apenas estuvimos dentro lo empujé a la pared más cercana y puse el seguro de la puerta. Me acerqué con una sonrisa y volví a besarlo mientras una de mis manos sacaba el arma de mi muslo. Al segundo siguiente el filo estaba cargado contra la piel de su cuello. Para cuando se separó de mí él seguía sonriendo.

– Espero que esa arma sea de plata traviesa youkai. - Susurró contra mis labios.

– ¿De qué otro modo acabaría contigo? - Tomé impulso para apuñalarlo, sin embargo me esquivó con rapidez, casi al mismo tiempo que un golpe de puño en mi abdomen me hacía encogerme.

– No hay modo de acabar conmigo en realidad. - Intenté volver a atacarlo, logrando esta vez cortar parte de su mejilla.

– Joder. - Busqué mi última opción en mi chaqueta y saqué el seguro para luego apuntar en su dirección. - Me encantaría extender esto más allá en un combate cuerpo a cuerpo, pero conozco mis límites.

– Creo que en realidad no tienes idea de tus límites, Kagome. - ¿Sabía mi nombre?

No tuve tiempo para meditarlo, no cuando la puerta a mis espaldas se abrió de golpe con un ruido estruendoso. Sentí el peso de alguien que me tacleó al suelo para luego ponerse sobre mi. Sentí mi cerebro moverse dentro de mi cráneo.

– Oh, Kagome, en realidad tenía muchas ganas de conocerte. - Musitó mi atacante.

Cuando logré enfocar noté que un nuevo peliplata entraba en escena, aunque éste logró cautivarme un poco más. Su cabello era del mismo color que el de Sesshomaru, sin embargo iba más salvaje y despeinado, largo hasta la cintura. Los ojos en el mismo dorado eran mucho más expresivos y aquella sonrisa torcida y traviesa que surcaba sus labios provocaba en efecto que sus ojos se entrecerraran, dándole un aspecto mucho más cálido.

– Suéltame. - Ordené.

– ¿Por qué debería? - Preguntó mientras sus garras se deslizaban peligrosamente a mi cuello. - Has venido aquí intentando asesinar a mi hermano, ¿Cuánto dinero te han ofrecido?

– Jódete. - Aquello sólo lo hizo reír. Subí mi pierna para dar una patada en su entrepierna, logrando con ello que al menos me diera unos segundos de escape, sin embargo, para cuando corrí hacia la puerta su hermano ya la bloqueaba con su cuerpo. - ¿Cómo saben mi nombre?

– Los cazarrecompensas saben exactamente de quien cuidarse en el rubro. - Exclamó mi objetivo. - No pensaste que te esperaría de brazos cruzados, ¿no? Aunque en realidad es un honor que tú vengas por mí… Es una lástima.

Los brazos de su hermano me atraparon por detrás en una llave de la que no pude zafar. Sesshomaru me sonrió justo antes de dirigir su mano directo al centro de mi pecho, ese era mi fin, yo lo sabía y decidí en ese escenario cerrar los ojos con fuerza.

– A menos que… - Abrí uno de mis ojos, su mano estaba justo sobre mi escote, sus filosas garras incluso habían alcanzado a dañar mi piel. - Te unieras a nosotros.

Lo miré confundida.

– ¿Qué? - Su hermano y yo sonamos al unísono.

– Piénsalo Inuyasha, a una chica como ella… ¿Es mejor tenerla muerta o de nuestro lado?

– Tsk, muerta claramente. - Respondió Inuyasha. - Ya hablamos esto, te dije que es una mala idea.

– ¿Y si no quiero trabajar con ustedes? - Pregunté altanera, Sesshomaru simplemente se encogió de hombros.

– Siempre está la otra opción. - Sus dedos perforaron rápidamente mi piel y con ello un grito ahogado abandonó mis labios.

– !Basta, ambos! - La voz de Alex me relajó de pronto. Una pistola iba en cada una de sus manos, apuntando hacia adelante, sin un objetivo definido.

– Ah, "la cita" - Exclamó Sesshomaru. - Supongo que tú también puedes venir.

Alex no comprendió nada cuando yo comprendí todo: Ellos nos habían tendido una trampa, convirtiéndonos en presas en vez de cazadores. Al menos eso podía comprender de las acciones de Sesshomaru, el otro Taisho parecía tan sorprendido como yo de que aún siguiera viva.

– ¿Y bien Kagome? Tú decides. - Continuó, aún con su mano hiriéndome, adentrándose cada vez más.

Me resistí todo lo que pude, sin embargo mi instinto de supervivencia fue mayor.

– ¡Okey! Tu ganas. - Exclamé con dificultad y él se detuvo de inmediato, sonriendo conforme. - Pero vas a tener que protegerme de mi antiguo jefe, esto va a cabrearle un montón.

Me sonrió.

– Ya nos encargaremos de eso.

Inuyasha me soltó de inmediato y caí de rodillas al suelo, Alex se acercó rápidamente mientras rasgaba su muñeca para luego pegarla a mi boca y obligarme a tomar su sangre.

– Ka-go-me - Musitó Inuyasha. - Bienvenida al equipo… supongo, al menos por ahora.

Me sonrió justo antes de salir de aquel lugar.

*Fin de flashback*


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Presente, Abril 2016.

Así había comenzado nuestra extraña amistad, hace ya cinco años atrás. Y ahí estábamos ambos, en nuestra segunda fiesta de fin de semana, ¿estaba destruida? Por supuesto. ¿Me importaba? En lo absoluto. Vi el licor caer en un hilillo hacia mi vaso mientras me escocía la nariz por la intensidad del alcohol e Inuyasha hacía su magia mezclando cada ingrediente.

¿Hielo? - Asentí.

Apenas terminó mi trago se movió al otro vaso de cristal, preparándose uno nuevo para él.

Bien… - Levantó ambos vasos y me sonrió. - Este es tuyo.

Fantástico, muchas gracias. - Me acerqué para dar un beso sobre su mejilla y escuché una risa bajita y ronca provenir desde su pecho.

¿Estás cansada?

No lo suficiente. - Asintió y bebió un sorbo de su vaso.

¿Satisfecha tal vez? - Lo miré fingiendo enfado y volvió a sonreírme. - Por supuesto que no.

La música subió su volumen de pronto. Sus ojos dorados me miraron fijo y su sonrisa traviesa antes de jalarme de la mano hacia la pista de baile me hizo comprender sus intenciones. Me atrapó por la cintura con su mano libre, mientras la otra sujetaba su vaso. Acercó su rostro al mío en aquel jugueteo clásico entre los dos.

Siempre podemos intentar besarnos y reforzar nuestra amistad. - Susurró contra mi oído y yo me reí.

Sigue intentándolo Inu, tal vez un día resulte.

Tal vez. - Coincidió.

Me escabullí de su jugueteo, bajando lentamente en un baile sensual hasta el suelo sin dejar de mirarlo mientras mi rostro quedaba a la altura de su miembro y luego poco a poco volvía a subir, dejándolo helado y sonriente en su posición, mirándome con aquellos ojos expresivos, mientras bebía otro sorbo de su vaso.

Tal y como él lo había mencionado, aquella era una perfecta relación de amigos, mejores amigos en realidad.

Realmente me encantaría seguir en esto, pero tenemos trabajo por hacer. - Musitó. Su agarre en la cintura me atrajo más hacia él y sentí su aliento tibio chocar contra mi oído derecho. - Dos de nuestras presas acaban de llegar. - Sonreí.

Me giré sin dejar de bailar hasta que mi espalda quedó pegada a su pecho y él apoyó su mentón sobre mi hombro, siguiendo el ritmo mientras me mantenía sujeta por la cintura.

Hmm… ¿Por cuál vas? - Pregunté, casi como si nos encontráramos frente a una tienda de dulces. Él pareció meditarlo un segundo.

Te dejaré el más grande, apuesto a que es tan lento como tú. - Arrugué mi entrecejo y di un codazo en su abdomen, él sólo rio. - Vamos pequeña, todo tuyo.

Su mano me impulsó suavemente cuando el sujeto pareció dirigirse a la salida. Ajusté mi coleta y comprobé luego que mis armas estuvieran justo donde las necesitaba.

¡Te sigo en un segundo! Estaré atento. - Gritó mientras una chica se acercaba a él, intentando llamar su atención con una mano sobre su hombro. Puse los ojos en blanco cuando Inuyasha le sonrió y siguió bailando con ella.

Me moví a través de la gente y apenas crucé la puerta el frío del exterior me hizo estremecerme sutilmente. Divisé a mi objetivo cercano a su auto y sonreí, justo en aquel instante no habían demasiados espectadores allá afuera. Lo vi desactivar la alarma y rebuscar algo dentro, algo que probablemente había olvidado.

Hola. - Musité para captar su atención. Él me miró desde el interior y me sonrió.

¿Nos conocemos?

No, pero en eso estamos. - Le sonreí y me acerqué a su auto, abriendo la puerta del copiloto y sentándome a su lado. Me miró extrañado. - Entonces…

Lo miré fijo y dejé fluir mi energía demoníaca. Sentí mis ojos arder y pronto la sonrisa se esfumó de su rostro cuando mis manos fueron a parar sobre mis muslos y subieron hasta alcanzar mis armas. Tal y como Inuyasha había previsto el tipo era lento, no alcanzó a esquivar mi primer ataque sobre la piel de su rostro.

¡¿Qué mierda?!

Se abalanzó contra mí e intentó golpearme, sin embargo me moví más rápido dejándolo bajo mi cuerpo. El filo de mis pequeñas dagas se pegó a su cuello y entonces no volvió a moverse.

¿Por qué? - Preguntó y yo me encogí de hombros.

Sólo me han pagado suficiente. - Apreté hasta cortar su piel lentamente, disfrutando de sus quejidos hasta que dejó de respirar, sentí sus manos sobre mis caderas intentando sacarme, perdiendo poco a poco sus fuerzas.

Cuando dejé de escuchar sus latidos de pronto tres golpecitos en la ventana del auto me sobresaltaron. Inuyasha me miró desde el exterior y abrió la puerta, parte de su camisa blanca iba manchada con sangre.

¿Lista para irte a casa? - Miró a mi víctima por unos segundos. - Atraparlo en el auto, buena movida. - Extendió su mano hacia mí. - Ven aquí.

Me ayudó a salir y apenas pude incorporarme bajé a tirones mi vestido, que se había subido con tanto alboroto.

¿Estás listo? - Asintió.

Me fijé en un pequeño corte sobre su labio inferior.

¿Y ese corte?

El otro era más rápido. Me ha dado un golpe con todas sus fuerzas. - Sonreí. - He disfrutado arrancar su corazón. - Eso explicaba la sangre manchando su traje.

Me estiré de puntillas para analizar el golpe, mi mano derecha se movió para tocarlo y se sobresaltó al instante.

Auch. - Se quejó.

No seas melodramático, déjame ver. - Acaricié con cuidado la zona, al menos ya no sangraba, pero era un corte bastante profundo. - Meh, sanarás. - Musité, restándole importancia.

Ofrecí mi dedo índice colocándolo sobre sus labios y sonrió justo antes de perforarlo con uno de sus colmillos y meterlo dentro de su boca para succionar. Poco a poco el corte desapareció.

El ruido de un grupo de jóvenes acercándose al estacionamiento nos alertó a ambos, parecían distraídos, riendo de forma bulliciosa. Inuyasha cerró de un solo movimiento la puerta del auto donde se pudría mi víctima y sin previo aviso me empujó para acorralarme contra él, dejándome sentir el metal frío pegado a mi espalda. Lo vi bajar su estatura hasta mí, sin embargo no reaccioné lo suficientemente rápido para alejarlo cuando sus labios se pegaron a los míos.

Mis ojos se mantuvieron abiertos en el impacto de la situación, mientras los de él iban cerrados; sus manos sujetaron mi rostro en torno a mi mandíbula, manteniéndome cerca.

Pronto su boca se movió contra la mía y sentí su lengua lamer mi labio inferior con delicadeza, eso provocó una punzada en mi corazón cuando se alborotó de pronto. La estela de sabor ferroso me invadió al relamer mis labios, probablemente como rastro de mi propia sangre. Los ojos me ardieron y mis garras se aferraron a su pecho por instinto.

Sentí las risas cada vez más cercanas a nosotros y comprendí el por qué de la situación, suspiré antes de cerrar mis ojos y atraerlo más cerca, pude notar como sus labios esbozaban una sonrisa contra los míos.

Sus manos bajaron hasta mi cuello, acariciando mi piel con suavidad, dejando un trazo de calor por cada centímetro invadido. Recorrió el trayecto de mi clavícula izquierda con sus dedos y bajó hasta mi cintura rozando sutilmente mi pecho con el movimiento. Llegando allí se aferró con fuerza y fue entonces cuando ahondó su contacto. Su lengua aprovechó mis labios entreabiertos para juguetear con la mía en caricias tentadoras que iban y venían y me arrancaron un par de jadeos. Pronto el aire comenzó a escasear y me aferré a su cabello. Una de sus piernas se movió para rozar mi entrepierna y un gemido ahogado murió entre los dos cuando una corriente electrizante me recorrió desde mi punto de placer hasta la raíz de mis cabellos, provocando un sutil estremecimiento de mi cuerpo.

¡Consíganse un cuarto! - Escuché a alguien del grupo de jóvenes gritar cuando pasaron a nuestro lado y con ello desperté de aquel hechizo.

Lo empujé para separarlo de mí cuerpo y de pronto Inuyasha pareció molesto, lo supe cuando aquel aroma dulzón de su excitación fue opacado por el de la rabia. Sus ojos dorados me miraron fijo, aquel color iba invadido de anaranjado sutil.

Oh, voy a matar al idiota. - Exclamó antes de relamer sus labios y girarse a su, al parecer, nuevo objetivo.

Me costó recuperar el habla.

Inuyasha, espera. - Lo hice girar de vuelta a mi. - No quieres llamar la atención.

Lo meditó por unos segundos y asintió. Acarició mi mejilla con suavidad y me sonrió.

¿Lista para irte a casa? - Aquella mirada lujuriosa y anaranjada se había esfumado, una vez más volvía a mirarme como siempre. Asentí, de pronto algo me hacía sentir triste.

Nos movimos hacia su auto, me acomodé en el asiento de copiloto y abroché mi cinturón mientras él encendía el motor. Permanecí en silencio cuando arrancó el auto, sumida en mis propios pensamientos. ¿Qué había sido aquello? ¿Qué habían sido esos pequeños aguijonazos eléctricos y placenteros cuando su piel tocaba la mía?

¿Te han comido la lengua los ratones? - Su voz me sobresaltó de pronto. - Luces perturbada.

No contesté.

¿Te llevo a tu apartamento o te pasas por el mío un rato? Tengo un poco de gin para los dos…

¿No ha sido suficiente gin por esta noche? - Se rio.

Siempre puede haber más gin. - Aprovechó el semáforo en rojo para mirarme y de pronto volví a encontrar en sus ojos aquella calidez agradable que había visto al conocerlo por primera vez. Me estremecí de pronto y esquivé su mirada. ¿Qué pasaba conmigo?

Paso, estoy agotada, sólo quiero dormir. - Exclamé sin mirarle. De pronto tenía miedo de lo que podría pasar entre los dos con algunas botellas de gin y la cómoda intimidad de su hogar, pese a que había perdido la cuenta de las veces que me había quedado a dormir allí.

Oh, comprendo. Bien, a tu departamento entonces. - Encendió las luces para virar a la izquierda y yo no volví a hablar el resto del camino, él simplemente subió el volumen de la radio.

Fueron unos veinte minutos después que se detuvo frente a mi edificio y mantuvo sus luces intermitentes encendidas.

Bien, sana y salva. - Apagó el motor y entonces el silencio nos invadió. - ¿Paso por ti mañana para la fiesta de cumpleaños de Miroku?

¿Por qué me besaste? - Pregunté en una verborrea que no pude detener, él pareció descolocado con la pregunta.

Necesitábamos una distracción. - No me atreví a mirarlo, de pronto sentí el toque de sus dedos sobre mi mentón y entonces giró mi rostro con suavidad para obligarme a mirarlo. - ¿Te has molestado por ello?

El dorado de sus ojos me cautivó por unos segundos, su aliento tibio se sintió de pronto demasiado cerca y mi corazón se esforzó por aumentar la velocidad de sus latidos. Lo empujé lejos y busqué desesperada el broche de mi cinturón; mis dedos parecían de pronto demasiado torpes.

Tienes estrictamente prohibido volver a hacer algo como eso. - Musité seria.

Realmente te has molestado. - Susurró. - ¿O es que ha significado algo distinto para ti? - Preguntó burlón.

No seas idiota. - Exclamé molesta. - No estoy jugando, no vuelvas a hacerlo.

Si mal no recuerdo incluso me has respondido ese beso por un instante… - Continuó burlándose. - No parecías tan molesta entonces, aquel aroma dulzón entre los dos…

Me miró divertido, sus ojos me miraron fijo y luego descendieron lentamente su concentración a mi boca; de pronto otro escalofrío volvió a aparecer.

BASTA, ¡YA BASTA! gritó mi interior. Desvíe mi atención de inmediato.

Oh Kag, no sabía que algo tan insignificante como eso podría molestarte tanto. Somos mejores amigos después de todo, ¿Dónde está la confianza? - Me miró fijo esperando tal vez que le bajara el perfil a mi molestia. - Bien, te doy mi palabra. No volverá a suceder.

Genial. - Abrí la puerta de copiloto para bajarme.

¿Paso por ti mañana?

Lo miré antes de cerrar la puerta, ahí estaba esa mirada manipuladora de cachorro desvalido.

No, me voy por mi cuenta. - Y cerré de un portazo.

Entré en el edificio sin mirar atrás, subí el ascensor hasta el cuarto piso y caminé a paso rápido hasta alcanzar la puerta de mi hogar. Deslicé la llave en la cerradura, abrí y me encerré lo más rápido que pude.

Cinco años compartiendo con Inuyasha, cinco años de dormir en su casa sin miedo de que me viera destruida después de nuestras juntas, de cambiarnos de ropa frente al otro, de confianza absoluta, porque para mi ese chico no era un hombre, no entraba en esa categoría. Y de pronto con un mísero y estupido beso todo parecía ponerse de cabeza, al menos para mí.

¿Qué estaba sucediendo conmigo?