Fanfiction escrito por mi persona, sin fines lúdicos, basado en la obra de Ichiei Ishibumi, las novelas ligeras HighSchool DxD.


Diálogos:

(Amo las oppai) – Pensamientos internos.

"Probando, probando ¿se oye?" – Retransmisiones holográficas, conversaciones telefónicas, etc.

[No quiero hablar de ello] – Ddraig, seres sobrenaturales de categoría superior.

[Aquí hay demasiada perversión, mierda de autor] – [Dama del Lago]

Duro contra el muro – Personajes de autoridad superior.


Advierto que en este fanfiction puede haber temas sugestivos o leves actos sexuales que puedan ofender/alarmar/molestar al lector. A quien no le guste, lo considere excesivo o no se sienta cómodo... Adiós y que le vaya muy bien la vida.

A los de piel y ojos sensibles, Ichiei esbozó Slash/Dog como una historia monógama para su protagonista, algunos fans no vieron con buenos ojos ese giro comercial para mejorar ventas, yo respeto su idea inicial y he reutilizado a Lavinia y Suzaku. A quienes no se sientan cómodos ya saben dónde está la puerta, cerrad al salir.

Si pese a todo esto decidís leerla. Leedla bajo vuestra responsabilidad y consecuentemente sed respetuosos con el contenido. Nadie os obliga a leerla y yo me estoy cansando de tener que repetir lo mismo una y otra vez.

Los reviews ya no serán respondidos, admito mi falta de paciencia y al no poder garantizar respuestas educadas he decidido abstenerme. Los PM serán respondidos lo más rápido que pueda.


- High School DxD –

[True Draconic X Deus]


-El Principio del Fin-


Todo tiene un principio y un final, esa es una ley universal. Una ley de vida.

¿Cuál es el principio de esta historia? ¿La imperfecta creación de este mundo? ¿El egoísmo de ciertos Dioses? ¿La maldad de cierto Demonio? ¿La crueldad del destino? ¿Una voluntad superior?

En el subsuelo del mundo que conocemos, un subsuelo que pocos conocen... existe el Inframundo. Un mundo con igual, físicamente imposible, diámetro que el mundo humano. Una vasta y extensa tierra, decorada con montañas, desiertos, bosques… Pero sin océanos ni mares. Una interminable cantidad de piedra y roca bajo un cielo púrpura. Una tierra gobernada por Demonios y Ángeles Caídos.

El hilo conductor de esta historia nació entre los delgados y habilidosos dedos de una sombra. Una sombra escurridiza. Malévola, perversa y paciente.

De sus manos se tejió el hilo que lento pero imparable conduciría a todo ser vivo a una inevitable cadena de muerte y destrucción.

Tras siglos en silencio, maquinando en la oscuridad... Tejiendo, sin prisa, sin decaer lo más mínimo. Ambicioso, con una inteligencia dotada y muy capaz, cegado por su maldad... Tan confiado estaba en sus capacidades que se creyó capaz de retarlo todo… Dios… Y dragones. Creyendo que con su astucia podría burlar hasta la misma muerte.

Más nunca lo vio venir. Su astuto hilo. Su ingenioso plan. Había madurado… Más de la cuenta.

Había adoptado voluntad propia. Había escapado de sus manos. Y libre, avanzaba imparable.

Porque nadie podía someter la voluntad del mundo, ni siquiera el hijo del diablo.


-539 A.C.-

-Babel – Actual Irak-

Rojo. El mismo color que el de su cabello. Esos eran todos mis pensamientos mientras observaba detenidamente su mano cubierta en sangre. Un rojo carmesí más brillante que el rojo fresa. Si... El largo y hermoso cabello rojo carmesí tenía el mismo tono que el de la sangre que cubría su mano.

La muerte es para los débiles. No es algo relacionable a grandes seres. Ni siquiera a los dioses, los reyes o emperadores. Se creen los señores de la vida, gobernantes de la eternidad.

Nos negamos a la posibilidad de tener que morir, a pesar de que eso puede estar sucediendo todo el tiempo, y tendíamos a creer que nadie que no esté previsto tampoco tendrá que hacerlo. Mucho menos podíamos pensar en que una persona especial para nosotros pudiese morir en nuestros brazos.

El mundo es cruel. La humanidad es ingenua.

Nadie cae en la cuenta de que tarde o temprano todos deberemos de morir. Algo tan natural como la vida misma: La muerte. La muerte es algo completamente natural. Y nuestro miedo a ella es completamente natural.

Racional.

Visceral.

Vivimos ajenos a ella. Vivimos temiéndole a ella. Vivimos sin pensar en ella. Vivimos sin conocer que ella sabe de nosotros. Y de que nos acecha. De que vendrá a hacernos compañía cuando menos nos lo esperemos. Habiendo llegado a esta conclusión… Solo algo de lo que me arrepiento…

No haber pasado la eternidad con ellas… Porque ellas lo son todo.

-DxD-

Explosiones, haces de luces de todos los colores volaban en todas las direcciones.

Chillidos.

Miedo.

Ira.

Guerra. La guerra había llegado. La guerra los había cambiado. Todo había cambiado. Una poderosa espada liberaba llamas de destrucción con fiereza en su mano.

El espacio se distorsionaba.

Una figura envuelta en luz permanecía imperturbable en el aire. Su presencia era pura energía… Su mirada pura luz. Había ganado, lo creía. Sobre ellos una colosal criatura descendía lentamente. Cayendo del cielo.

Una bestia con diez cuernos y siete cabezas, con una diadema en cada cuerno y título blasfemo para cada cabeza. La bestia se parecía a un gorila, con patas como de oso y fauces como de león.

No… No había ganado.

Entonces supo que habían fracasado… Y que su enemigo realmente era quien lo había hecho. Que todo estaba perdido. La ciudad ardía en las llamas de la guerra, con los soldados del Cielo a las puertas.

Pero lo peor… el arma había liberada, alguien había liberado al mayor de los secretos… El Arma definitiva no tenía puntos débiles, no podía ser vencida, derrotada y solo tenían una lamentable opción.

Solo tenía una opción.

Dejarlas solas… para que pudieran sobrevivir… Dejarlas… a ellas.

Su Dios no quería hacerles daño… Eso las mataría emocionalmente… Y dudó. Pero su Emperatriz no… Ella nunca se detenía, era la mujer más grande. La Emperatriz de Babilonia.

Su enemigo se sorprendió al ver un ataque repentino.

Sonriente vislumbró como las esposas del Dios no se rendían… Su harén seguía fielmente a su lado… Y ellas le dieron valor. Hermosas… Capaces… Las más increíbles jamás vistas… Juntas rechazaron a uno de los seres más poderosos, al ser que había ganado al mismísimo Dios Dragón…

La Gran Emperatriz de Babilonia comandaba a sus hermanas en el campo de batalla… Siempre hermosa, siempre poderosa. Mirando a su esposo… se entendieron, más ella no sabía que se podían estar diciendo… Sus ojos le hablaron, no eran necesarias las palabras.

Y todo sucedió en apenas un destello de luz…

Las Dos Sumas Sacerdotisas unieron sus manos, sus frentes… Liberando el poder prohibido… Cadenas de oro envolvieron a su enemigo. Inmovilizándolo como nunca nadie antes había logrado. Rodeado por el harén del Dios Dragón no pudo más que chillar horrorizado cuando el poder de estas le consumió por completo.

El poder de las mujeres más poderosas del mundo conocido… Su Dios Dragón sonrió lleno de orgullo… Sabía que tenía que hacer.

Liberando por completo su poder, envolvió el cuerpo de la criatura sellada. Rasgando el tejido dimensional empujó a la bestia hacia ella, regresándola al lugar del que procedía. Devolviéndola a su confinamiento particular. Encerrándola en la Grieta Dimensional.

La amenaza había sido repelida. El ataque neutralizado… Su enemigo, el comandante de sus tropas había muerto. El arma secreta había sido sellada.

Los gritos de euforia de los soldados de Babilonia hicieron temblar el suelo.

Los ánimos, disparados, motivaron a sus guerreros a luchar más allá de sus fuerzas, como auténticos soldados del Dios Dragón.

Pero para ellas no había euforia.

No había motivos para estar contentas… La Torre había sido destruida. Dios había logrado su objetivo.

Su mecenas, su protector, su guía… Su Dios Dragón permanecía tumbado… su cuerpo lentamente se desvanecía en polvo dorado. Su harén, fiel hasta la muerte, permanecía a su lado. Con los rostros llenos de lágrimas, reunieron todas sus fuerzas para hacer que su última visión fuese lo que me gustaba en este mundo…

Verlas sonreír.

Mi señor había muerto… Había dado su vida por salvar la nuestra… La de su pueblo, la de sus esposas…

Decidida, di un paso al frente.

No podía salvar a mi señor, no podía aliviar el dolor de las mujeres… Pero podía volver a unirlos. Mi propuesta liberó la más intensa de las sonrisas en los rostros de las mujeres.

"Nada nos haría más felices"

No les importó que fuese un artefacto Antiguo en fase de investigación. No les importó que no pudiese garantizar lo prometido. A los pocos minutos de haberse desvanecido… Las esposas del Dios Dragón le siguieron en un viaje a través del tiempo.

Yo soy incapaz de entenderlo… Pero me sentía en deuda con él, con ellas… Yo nunca había sentido un vínculo tan fuerte con nadie, pero ellas sí.

Y aunque no tenía una excesiva confianza en mis habilidades… Nunca tuve la menor duda de que su amor por él trascendería el tiempo y el espacio… Que no importaba el tiempo… En algún momento, en algún lugar… le encontrarían. Y deseo, con todo corazón, que un día puedan volver a estar juntos, que su familia vuelva a estar unida… por toda la eternidad.

Solo así, yo, Tiamat, la guardiana de una de las puertas de Babilonia. Podía devolverle el favor.


El mundo onírico, el infinito y la realidad material.

Esas eran los tres reinos existenciales que conformaban la Vida, los tres dominios sobre los que reinaba y gobernaba con total indolencia, propagándose sin frenos ni barreras, amando incondicionalmente a todas las criaturas a las que daba cabida en su seno.

El mundo de los sueños, de las ilusiones, el alimento del alma, el reino de la mente. La eterna fuente de inspiración, alegría y fantasía. Intangible e indispensable. Tan accesible como inalcanzable. La meta y el reto absolutos, todos los seres vivos ansían hacer de sus sueños… la realidad. Los sueños son la razón de ser en las mentes de los seres vivos.

El infinito lo envuelve todo, marca el antes y el después. Garantiza los ciclos. Permite que la vida siempre esté de regreso. Brinda oportunidades y da descanso al mismo Tiempo. Tan adorado como temido, el Infinito es el abismo de los corazones de los seres vivos. El infinito lo alimenta todo.

La realidad da forma a los sueños, delimita el infinito. La realidad choca y apacigua. Es cruel y misericordiosa. La prueba palpable del regalo de la Vida. Manifiesta sentimientos, procesa afecto, causa dolor, genera ilusión.

-DxD-

Tres pues, son los emisarios de la voluntad de la Vida.

Tres salvaguardas para garantizar el equilibrio del juego, tres miembros de su creación más ingeniosa para guiar a los frutos de su esfuerzo en el interminable ciclo de nacimiento y fallecimiento.

Los acusadores, jueces y verdugos de su propio tablero. Un tablero de juegos tan misterioso como sencillo.

Un alma eternamente jovial, imparcial y gamberra que navega despertando ilusión en el inconmensurable mar de sueños e ilusiones.

Un alma vacía, carente de motivaciones cuya razón de ser era asegurar que el vacío continuaba siendo un terreno estéril. Balanceando la balanza en su justa medida.

Un alma flexible y resistente, tolerante y estricta, bondadosa e autoritaria que cuidaría del rebaño. El juez del todo.

-DxD-

La Trinidad es un deseo personal, un capricho de la Vida.

Tres candados, colocados estratégicamente en los rincones más vulnerables de la creación para apuntalar su seguridad.

No son necesarios, son una garantía, así como su número.

Cauta, la Voluntad eligió tres pilares que disuadiesen a lo indeseable de acercarse, de ahuyentar a cualquier mal, ofreciendo la posibilidad de tener múltiples oportunidad de rechazar dicha amenaza.

Tres oportunidades, tres candados, tres seguros, tres dragones.

Una garantía que fue puesta a prueba con fuego, muerte y destrucción.

El guardián de la Realidad cumplió con su cometido, relegando sus funciones a los demás guardianes.

El Infinito sustituyó al ser que llegó a amar pese a no tener corazón.

La ilusión amplió sus horizontes al Infinito de la Grieta Dimensional…

Hay quien dice que la amenaza fue rechazada con maestría, otros dirán que dios sangró y que por ello, se hizo mortal.

Y sus enemigos empezaron a afilar sus espadas deseosos de ver más sangre derramada…

Miles de años atrás, en una lejana tierra, los engranajes del destino empezaron a girar más rápido que nunca.


-2529 años más tarde-

-Reino Perdido de Lemuria-

Ajena a todo lo que le rodeaba, el Infinito cumplía con poco entusiasmo, mucha desidia y un desmesurado interés personal la tarea que no le fue encomendada a ella.

El fuego destructor y su correspondiente caos habían destruido Babilonia, la tierra de su ser más querido, pero ello no había significado el fin. En la Tierra Perdida había levantado la viva imagen del legado de su adorado hermano, y con la ayuda de las concubinas del mismo, le habían dado una función vital.

El Etemenanki, el gigantesco templo de piedra blanca, se alzaba poderoso en el mismo centro de la propiedad escondida. Un vergel de verde vegetación, flora y fauna en abundancia viviendo en la más salvaje y absoluta harmonía.

Protegidos por una deidad que no les prestaba atención podían vivir ajenos a todo peligro que no creciese de su propio interior.

El Infinito guardaba el deshabitado bastión, un descomunal palacio que antaño había gozado de una intensa actividad social, económica y cultural. Ahora vacío por la ausencia de seres vivos residiendo en sus paredes.

El Etemenanki era el lugar de reposo de Realidad, guardado celosamente por su fiel esposa y líder de las concubinas, Marduk, mediante los tres cinturones.

El externo, formado por las Concubinas, el medio, por los Escudos Gemelos y los Bastones Místicos y el interior, formado por las Sacerdotisas de las Cadenas.

Tres círculos mágicos suspendidos en el aire que levantaban muros de energía sobre la torre.

Las Sacerdotisas de las Cadenas protegían la torre, siendo ellos los únicos seres "vivos" de la torre.

Dos torres a cada extremo de la torre envolvían la misma de finas, hermosas pero indestructibles cadenas doradas.

Cadenas que ni la misma Infinito podía traspasar.

Previo a las cadenas los Escudos Gemelos guardaban el Etemenanki, las dos guardianas, las espadas y escudos de Realidad. Apoyadas por los Bastones Místicos, las eminencias en artes místicas. Los escudos lo defendían de lo material, los bastones de lo sobrenatural.

El anillo exterior lo conformaban las demás concubinas, almas llegadas de todos los rincones de los mundos conocidos, formando la primera defensa… El Esagila.

Todas y cada una de ellas llevaban siglos reposando en silencio junto a su amado.

Almas atadas, ligadas para toda la voluntad.

Una vida que no podía acabar sino al mismo tiempo que la de su amado.

Cada zigurat presentaba la misma estructura.

Un pequeño estanque en el centro de la estructura, en el suelo pulido, rodeando un altar dorado que sostenía una esfera liquida flotando en el aire.

Más grande que la figura actual e infantil de Infinito, las esferas eran los receptáculos de las almas de los miembros del harén de Realidad.

Los pilares del guardián que lo mantenían unido, centrado y activo al cometido impuesto.

El pago entregado por la Voluntad para hacer más llevadera la interminable guardia.

-DxD-

Los pies descalzos de la niña diosa recorrían el frio suelo con celeridad.

Sus ojos, otrora apagados, brillaban con un tenue destello con algo llamado esperanza.

La enorme torre dorada se había iluminado, se había iluminado por primera vez desde que fue edificada.

Nunca lo diría abiertamente, pero su interior rebosaba de ilusión, algo que jamás admitiría sentir por puro desprecio a otro de los guardianes conocido por representar dicho sentimiento.

Corriendo por los pasillos exteriores del complejo religioso.

En todos los zigurat había una figura de una mujer, un holograma, flotando sobre el edificio, mirando fijamente hacia la torre principal.

Todos los templos tenían a su concubina reencarnada, viva, con un cuerpo físico.

Algo que no había ocurrido nunca hasta ahora… En todos los milenios de guardia nunca habían coincidido todos.

Infinito sonrió al ver otra de las esferas, el último de los templos presentaba el mismo patrón.

Una infante, de cabello blanco, flotaba sobre el templo, a los pocos segundos se irguió con su forma adulta, girándose, buscando el alma de su amado…

-La última de las concubinas del cinturón exterior se ha reencarnado…-

Emocionada abandonó el zigurat, alzando la mirada, el cinturón exterior en el cielo se había apagado.

Avanzando lentamente hasta dos zigurat más, dos templos unidos por una puerta enorme por un extremo y un kilométrico muro en el otro, el único acceso a la torre.

Los templos de los Escudos Gemelos, las generalas, las grandes combatientes, las espadas y escudos del dios dragón…

Las generalas, presentes… El cinturón medio también…

Infinito no podía contener la alegría.

-Solo faltan…-

Las dos sacerdotisas, de pie en sus torres alzaron sus manos, retirando las cadenas de oro que envolvían la torre principal.

Infinito empezó a correr con más y más velocidad, subiendo escaleras, recorriendo pasillos.

En lo más alto del Etemenanki descansaba el alma de Marduk, la gran regente.

Sentada en un trono de oro, sobre su holograma descansaba su esfera, flotando en el aire, en el centro de la estancia.

Las demás concubinas estaban presentes, esparcidas por la sala.

Infinito apenas podía contener la emoción.

Todas las chicas miraban hacia arriba.

Anhelantes.

La niña diosa las imitó.

La gigantesca figura de un lagarto alado dormía flotando en el aire.

Una a una las mujeres fueron desapareciendo, alzándose en el aire, tocando el dragón con sus manos.

Infinito miró ansiosa a la Emperatriz sentada en su trono, esperando, quieta, su decisión.

Las concubinas, las hermanas, habían despertado, pero la última barrera…

Los labios de la Emperatriz se tornaron una sonrisa burlona antes de alzar la mirada, alzándose en el aire, juntando sus manos y su frente con la del lagarto antes de desvanecerse.

Infinito se elevó lentamente.

-Todas las esposas se han reencarnado… Es el momento… Hermano… Hermano mío… Abandona este lugar, busca tu nueva vida, tu nuevo cuerpo…- suplicó la niña diosa alzando sus manitas.

Llorando emocionada al ver el alma del dragón abandonar la estancia por primera vez en miles de años.

Extendiendo las manos Infinito chilló contenta. Girando sobre sí misma, riendo, llorando.

-Al fin… AL FIN!-


Familia.

¿Qué es la familia?

¿Qué conforma una familia?

¿Qué miembros constituyen una familia?

¿Qué hace una familia?

¿Qué no hace una familia?

¿Qué propósito tiene una familia?

¿Cómo interactúa una familia?

¿Qué harías por tu familia?

Yo solo quiero a mi familia de vuelta, a través del espacio, a través del tiempo.

Quiero volver a tenerlas junto a mí.


- Quinto Piso del Cielo -

-Cinco años más tarde-

[BIPBIP… BIPBIPBIP…]

[RECONOCIENDO CLAVES MAESTRAS. CONFIRMADA AUTORIZACION DEL CREADOR]

[INICIALIZANDO]

[INICIALIZANDO]

Unas burbujas de aire rompieron la tranquilidad en un estanque de agua dorada.

El contenedor, de varios metros de alto y ancho, contenía una ingente cantidad de agua sagrada. Bañando y manteniendo suspendido un cuerpo. Un cuerpo femenino, desnudo, hermoso y eternamente joven.

Doce alas a su espalda, largo y ligeramente cabello ondulado, rubio.

[BIPBIPBIP]

[EJECUTANDO MACRO]

[RECONOCIDAS CLAVES MAESTRAS. CODIGO DE HOMBRE PRIMIGENIO RECONOCIDO]

[ACTIVANDO SISTEMA]

[ACTIVANDO PROTOCOLOS DE DESPESTAR]

[ACTIVANDO PROGRAMA ESPOSA PROMETIDA]

[ERROR ERROR]

[SISTEMA NO AUTORIZA PROGRAMA]

[CODIGOS DE CONCILIO BLANCO BLOQUEANDO EL PROGRAMA]

[BIPBIPBIPBIP]

[APLICANDO CLAVES SUPREMAS]

[AUTORIDAD SUPREMA RECONOCIDA. SUPERANDO LAS BARRERAS DEL CONCILIO BLANCO]

[EMPEZANDO EL DESPERTAR]

[EMPEZANDO EL DESPERTAR]

Las burbujas empezaron a aparecer en mayor cantidad, a la par que se vaciaba el estanque, lentamente, sin prisa.

[Hija mía… Lamento comunicarte que tu descanso ha llegado a tu fin…]

Una voz, metálica, artificial, resonó por toda la estancia.

[Ya puedes dejar de soñar y empezar a vivir…]

La ángel abrió los ojos, unos hermosos ojos azules. Mirando a lado y lado, esperó pacientemente a que el contenido del estanque se vaciase. Manteniéndose de pie en el frio suelo, la puerta de cristal se abrió lentamente, chirriando.

Hacía décadas que no se abría…

Antes de tocar el suelo la mujer se elevó unos centímetros del mismo, flotando por su gracia.

El suelo era indigno de tocar su piel.

Su Gracia y su maldición.

-Padre… ¿Puede ser que…-

[Lo es, hija mía. Tu marido ha regresado a este mundo]

La belleza se llevó las manos al rostro, sonriendo intensamente.

[Y esta por despertar, hija mía]

-¡¿Cómo puede ser… posible?!-

[Todas las concubinas, incluida la Emperatriz ya caminan por la creación]

-¡!-

La rubia agachó la cabeza, sintiendo como algunas lágrimas caían por su rostro.

-Mi sol y mis estrellas… ¿Podré volver a estar con él?-

[Debes. Mi acuerdo con el dios dragón sigue vigente, hija mía]

-¿Dónde está? ¿Dónde puedo encontrarlo?-

[Debes de ser cauta, hija mía. Las órdenes de mi temerario aprendiz siguen activas. El Concilio sigue sin aprobar tu existencia y aún es pronto… Estamos en el 1995 del nuevo calendario. El dragón es muy joven]

-La edad nunca ha supuesto un problema para mí…-

[Su edad importa. Necesitará un guía. Deberás de ser la guardiana de la nueva Luz del Amanecer]

-Mi deber por los siglos de los siglos-

[Esta vez no, querida]

-¿Por qué dices eso, Padre?-

[Vuestra última intervención alteró vuestro destino. Algo ha cambiado]

-Necesito más información, Padre… No te entiendo-

[Por primera vez desde que empezó el Ciclo, hace cientos de miles de años, algunos de tus compañeras poseen un cuerpo de naturaleza sobrenatural]

-¿?-

[Podría ser que este ciclo no tuviese fin]

La rubia miró a su alrededor radiante, emocionada, feliz.

-¿Podría tener una vida completa con mi amor?-

[Todos los datos recabados indican que es el propósito de la Emperatriz…]

La ángel se desplazó a uno de los armarios, abriendo sus puertas.

Frente a ella había un colgador con una túnica blanca. Su ropa.

Su Gracia, así como su maldición, impedía que muy pocas cosas pudiesen tocar su hermoso cuerpo. A excepción de sus dedos, pocas prendas podían tocar su piel. Quien lo hacía lo lamentaba mediante la vía del dolor…

Vistiéndose, la arcángel se desplazó hasta uno de los grandes monitores. Su padre había reunido toda la información necesaria para el desarrollo de su misión en vida.

-Issei… Hyodo. ¿Lo digo bien?-

[Los datos recabados también indican que la niña diosa ha empezado a moverse. El despertar se estipula que tiene un 95% de ser de categoría "completo"]

La ángel no lo escuchaba. En su lugar estudiaba con detenimiento las fotografías ofrecidas del sujeto.

[Si el despertar es "completo" tienes autorización de entrar a la sexta planta y tomar fragmentos de los arboles primigenios]

-¡¿De los arboles?!-

[Si su alma regresa, le proporcionaremos un cuerpo que cumpla con las expectativas y la capacidad para evolucionar en concordancia. No debemos escatimar en esfuerzos. A mayor la implicación del Cielo, mayores los porcentajes de supervivencia de la creación. Debemos mostrar ejemplo, ser generosos y altruistas. Es el camino]

Vestida con su sedosa túnica, la mujer echó su larga cabellera hacia atrás.

[¿Quieres abandonar el Cielo ahora?]

-Aun no. No me marcharé hasta saberlo todo del mundo que le rodea, de todo lo que me sirva para hacer de su vida lo mejor posible. Lo quiero saber todo de él-

[Eres una buena hija]

Inspeccionando detenidamente la pantalla frente a ella, Gabriel sonrió hermosamente al ver el rostro del niño que sería su compañero por el resto de su vida.

-Issei…-


- Mansión Lucifer –

- Ubicada en algún lugar del vasto territorio inexplorado del Inframundo –

-¡Vali! ¡Vali! ¿Dónde estás? -llamó un mujer morena, vestida de blanco.

Recorriendo los largos pasillos del palacete.

Buscando por cada recoveco del inmueble preocupada, con una mano en el rostro.

PLAF PLAF

-¿? -curiosa la mujer se acercó a una de las ventanas -No otra vez… -

Suspirando pesadamente la mujer caminó en dirección al patio.

Sabiendo que tomaba la dirección correcta al toparse con varios Onis diminutos escondidos tras unos pilares de madera.

-¿De nuevo? -preguntó la morena preocupada.

-Señora… -murmuró uno de los Onis tembloroso.

-Se supone que tenéis que vigilar a Vali… -reprochó a las criaturas.

-¿Está segura de que necesita protección? -

-Solo es un niño… -

-Yo no diría lo mismo… -

PLAF PLAF.

Frente a ellos, en medio del patio interior, junto a un pequeño estanque había un niño pequeño, de apenas 5 años de edad.

Albino, vestido con ropas blancas.

Con unas alas de Demonio extendidas.

Liberando unas enormes cantidades de poder demoniaco.

Sosteniendo un palo de madera.

Espachurrando a unas ranas en un despliegue de poder inaudito en un niño tan joven.

Mirando a los animales con una sádica sonrisa en su rostro.

-¡Vali! ¡Cariño! ¿Qué estás haciendo? -exclamó la mujer caminando hacia el chico.

Asustado el chico escondió el bastón tras su espalda, girándose nervioso.

-¿De nuevo…? ¡Vali, cariño! -elevó su tono de voz la mujer tomando al niño en brazos –¡No puedes hacer daño a los animales porque si! -dijo en regaño a su hijo.

-Yo… -intentó murmurar el niño.

-Vali, eres un niño dotado con un poder increíble, no lo uses para hacer daño a otros. Recuerda, "no le hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti". ¿Me entiendes cariño? –fueron sus palabras para aleccionar al niño.

-Yo… -

-¿Vali? -

-S-si… -

-Cariño… No pasa nada -susurró la madre dándole un beso en la frente -Eres un Lucifer… El poder te controla… -

Acariciando el cabello del chico la mujer esperó a que el niño se tranquilizase.

Girándose, percibiendo la presencia de su marido.

El hombre miró con autentico asco las alas a la espalda del chico.

PAM

El chico cayó al suelo con fuerza, lloroso, llevándose las manos al rostro.

Un chorro de sangre brotaba de su labio inferior.

-¿Cuántas veces te he de decir que me mires así?-

-Y-yo… Yo… Padre…-

-¡Que no me hables!- rugió el hombre agarrándolo del cuello de su camiseta -¿Quién te crees que eres?-

-¡!-

-Semejante aberración… ¿Cómo osas mancillar el buen nombre de tu bisabuelo?-

-¡!-

-¡Razevan!- exclamó una mujer morena, intentando separarlos.

-¡Aparta! Mujer!-

Soltando al chico a desgana.

La mujer se arrodilló a atender al niño.

-Vali, mi niño…-

-M-madre…-

-Está bien mi niño, todo está bien…-

-Solo te lo diré una vez… Ni se te ocurra tratarlo… No se merece ni una sola pizca de atención…- marchándose con rapidez.

-DXD-

Abriendo la puerta del dormitorio con fuerza.

La mujer se sorprendió al ver a su otrora amado marido irrumpir en la estancia.

-¡¿Me desobedeces?!- rugió el hombre.

-¡Razevan! Es tu hijo! Esta heri…-

Alzando el brazo, golpeando con el reverso de la mano a la mujer humana.

La fuerza del impacto la envió volando contra la pared.

-Ese bastardo… Mira como me mira! Se cree superior! Asqueroso! El poder de mi familia con esa maldita reliquia… ¡Que te crees! ¿Qué serás más poderoso que yo?-

-Y-yo… No…-

-Escúchame mocoso… Si tengo la más mínima sospecha de que piensas sobrepasarme… Te aplastaré como a una cucaracha…-

El niño, en estado de shock se quedó mirando a su madre.

Inconsciente.

-¡Mama!- chilló Vali furioso -¡Maldito! Te odio! TE ODIO!-

El cuerpo del niño empezó a liberar poder mágico.

-Por fin muestras tu verdadero rostro insecto…-

Corriendo hacia el hombre lanzando un puñetazo.

El hombre lo cogió al vuelo, golpeando su estómago sin contenerse.

Llorando, furioso, asustado… Frente a él el cuerpo sin consciencia de su madre.

Un hilo de sangre recorriendo su rostro.

-¡MALDITO SEAS!-

[Divine Dividing]

Dos alas blancas con hojas de energía azul aparecieron en su espalda.

-¡!-

Lanzándose contra su padre, tomando su puño con su guantelete metálico blanco.

[Divide][Divide][Divide][Divide]

-Es… Imposible!-

Juntando su propio poder con el de su padre… Golpeando con todas sus fuerzas el vientre del demonio.

-DXD-

En las frías catacumbas de un antiguo castillo un hombre de estatura media, albino, cargaba con una pesada caja de madera, sosteniendo malabáricamente una antorcha de fuego.

Recorriendo algo desorientado las frías estancias de piedra.

Depositando la caja en el suelo, sacando un pequeño mapa de cuero de un bolsillo de su túnica negra, ojeándolo con detenimiento.

-Qué vergüenza… Perderme en mi propia mansión… -murmuró el hombre mirando a ambos lados del pasillo -¿Sería muy vergonzoso salir de aquí usando magia? -

Volviendo a sostener la caja optó por seguir su instinto de Lucifer, un instinto superior, y buscar la salida…

Solo necesitaba un poco más de tiempo y centrarse…

-Lord Razevan…-

-¡!-

Tras él estaba el fiel sirviente de los Lucifer…

El menor de los supervivientes de Lucifuge…

-¿Necesita ayuda?-

-Nunca he bajado a las catacumbas…-

-Sígame, por favor-

-Por favor… Razevan… Que estás haciendo... -

Serio el hombre se detuvo en seco.

Ladeando su cabeza lentamente, observando a su costado, al final de un corto pasillo había unas rejas de sólido metal.

Las intermitentes llamas de su antorcha daban a visualizar una fantasmal silueta.

Caminando con lentitud, cuidadosamente, endureciendo su rostro, agudizando sus sentidos.

-Por favor… Razevan… -

-¿Qué te esperabas? -preguntó el albino acercando la antorcha a las rejas –Te dije que no hicieses nada… No reconoces mi autoridad… para sí reconocer la suya-

Eve Lucifer permanecía maniatada, encadenada en la pared.

-Soy su madre! Y necesita mi ayuda!-

El hombre escupió a un lado, asqueado.

-Permanecerás aquí hasta que te retractes…-

Recorriendo la pequeña estancia con la antorcha, iluminando el lugar.

Una pequeña mesa, con algunos utensilios de metal corroído, cuencos de cerámica y decenas de libros, pergaminos y plumas con envases de tinta decoraban la mesa.

A su lado más cajas con lo que parecían ser materiales variados, ropa y algunos medicamentos no para un tratamiento médico precisamente.

Tomando entre sus delgados dedos las llaves que colgaban de la pared, y tomando un látigo de cuero abrió la puerta de la celda contigua, entrando con autoridad, sin dudas.

A un lado… su hijo encadenado y amordazado.

-¿Sabes porque estás aquí? -

-… -el niño ni hizo amago de responder.

Sus ojos lo miraban con furia.

Razevan aligeró el agarre de su látigo, dejando caer la punta al suelo.

-Lejos de tu madre te aleccionaré… mientras ella lo escucha-

-¡!-

Los chillidos y los sollozos de la mujer suplicando por clemencia ahogaron los golpes del latino castigando sin piedad de tierna carne del niño Lucifer.

-DxD-

Una hermosa mujer de rizado cabello castaño caminaba sin prisa por los largos pasillos del palacete demoniaco.

Los pájaros, contentos, revoloteaban a su alrededor, cantando alegremente.

La mujer, agradecida, acompañaba su dulce melodía tatareando una sencilla canción.

Al alcanzar su destino de detuvo.

Dos guardias cubiertos por una pesada armadura de hierro negro custodiaban una puerta metálica.

-Me gustaría pasar…- murmuro la mujer amablemente.

-…-

-¿Me entendéis?-

-Sin autorización no hay paso. Muestra la tuya-

-No tengo-

-Entonces no hay acceso-

-Ni siquiera puedo estar aquí…-

-¿Cómo has dicho?-

Triste alzó sus manos, apuntando a los demonios.

Al instante siguiente ambos soldados se habían desintegrado, dejando una mancha negra en la pared.

Abriendo las puertas sin apenas esfuerzo, descendiendo por las frías escaleras, recorriendo fúnebres pasillos, oscuros y malditos.

Pronto alcanzó su objetivo.

-Divine Dividing…- susurró la mujer acariciando los barrotes de la celda.

El niño no respondió a sus palabras.

-¿Q-quien hay ahí?-

Alzando las cejas la mujer retrocedió, observando a la maltrecha mujer.

-¿Una humana?... Vinculo de sangre… ¿Su madre?-

-¿Q-quién eres?-

Los dedos de la mujer se convirtieron en luz, cortando cual papel los barrotes, arrodillándose frente a la mujer.

Juntando sus manos, pasando a apuntar a la mujer.

Un círculo verdoso la envolvió completamente.

Anonadada sintió como su dolor desaparecía rápidamente.

Tras unos segundos la mujer retiró la magia.

-Mi nombre es María… ¿Cómo debo llamarte?-

-E-Eva…-

-Aquella que da vida… El niño es un portador de la sangre de Lucifer… ¿Cuál es tu vínculo con él?-

-Soy su madre… ¿Mi niño está bien?-

Tal cual cortó los barrotes cerceno las cadenas, instándola a ir a comprobarlo ella misma.

Levantándose tras la veloz mujer para liberar a su hijo asimismo, sonriendo tiernamente al ver a la mujer abrazar con fuerza a su retoño.

-He venido por él… Pero os voy a sacar de aquí a ambos-

-¿Por qué?-

-Él y sus hermanos son mi responsabilidad…-

-Vali no tiene hermanos…-

-No hablo de Vali… Hablo del Dragón Blanco…-

La mujer no lo entendió.

Alzando su mano, concentrándose, un pilar de luz se formó sobre ellos.

-No tan deprisa…-

-¿?-

Un hombre joven, de cabello plateado y traje gris estaba en la entrada de la celda, su mano envuelta en poder mágico.

Sin mediar palabra el joven realizó su ataque, destruyendo por completo las catacumbas.

-DxD-

Rodando por el suelo, molesta, la mujer alzó la mirada.

Entre sus brazos descansaban la madre e hijo Lucifer, pero pese a haber escapado… era una salida parcial.

El territorio estaba nevado.

Un paisaje blanco hasta donde se extendía la vista.

El mundo humano… Pero no su destino.

Levantando una mano, convocando de nuevo el pilar de luz.

Abriendo los ojos al ver dos esferas de poder demoniaco volar hacia ellos.

-DxD-

Un objeto esférico atravesó el cielo, rodando por el bosque, destrozando arboles por doquier.

Deteniéndose en seco, extendiendo seis pares de alas plateadas, poderosa, en el cielo.

-Tenéis que esconderos…- extendiendo sus manos, creando una barrera esférica a su alrededor.

Deteniendo dos ataques más.

-Así que tú eres la legendaria asesina del Cielo…- murmuro Razevan caminando entre la nieve.

Justo en el extremo opuesto se acercaba el joven albino.

-Dos demonios de clase Superior… Corre Eva, yo les entretendré-

-¡!-

-Te reduciremos, te someteremos y os arrastraremos a todos como animales hasta el palacio… Primero trabajareis como esclavos, sin comida ni descanso hasta restaurar los desperfectos de las catacumbas!-

-Eso… habrá que verse- respondió la mujer retirando el escudo.

En su lugar aparecieron cientos de espadas sagradas flotando en el cielo.

-DxD-

-Issei… Deja la consola- murmuro Gorou Hyodo mirando por el retrovisor del coche.

PIPIPIPI

-Issei, cariño… Escucha a tu padre-

Refunfuñando el niño apagó el aparato, guardándolo en su mochila, pasando a mirar por la ventana.

El paisaje nevado…

-Papaaaa… ¿A dónde vamos?-

-Con los Shidou… Hay una reunión en la que Touji cree que podíamos hacer negocios…-

-¿Estará Irina-chan?- exclamó el chico emocionado.

-¿Quieres ver a Irina-chan?- ronroneó Miki Hyodo, pasando a mirar a su marido -¿Lo escuchas cariño? Puede que podamos colocar a nuestro hijo con una chica decente…-

-¿No es un poco pronto para eso?-

-No es guapo ni listo… Hay que hacer preparativos…-

-Irina-chan es un poco… marimacho… ¿No crees?-

-Es tu ahijada, más respeto!-

-Pero no te falta razón…- mirando a su hijo por el retrovisor –Podríamos hablar de eso con Touji en la reunión… ¿Hablarás con Karen?-

-Dalo por hecho!- exclamó la mujer emocionada.

-No entiendo…- refunfuñó el niño confundido.

-No sé si Irina-chan estará… Es una reunión para gente mayor…-

-¿Y qué hago yo aquí…?-

-Eres un chico adulto… Un chico que ya no se hace pipi en la cama…- dijo la mujer.

Sonrojado desvió la mirada.

-Si estuviese Irina-chan podría hacerle compañía como un chico mayor… cuidaría de ella-

-Creo que Irina-chan cuidaría más de ti que tú de ella…-

-¡Soy un chico!- exclamó el chico molesto, pegando sus mejillas al frio cristal de la ventanilla.

-Un chico guapo y valiente que se alegrará mucho de ver a Irina-chan…-

-¡¿Entonces estará Irina-chan?!- exclamó contento, olvidando todo enfado posible.

El matrimonio rio divertido.

Moviendo sus pies alegremente, buscando algo interesante que ver en el exterior…

Localizando un objeto blanco volar hacia ellos…

-¿?-

BOOOOOOOOOOOM

-DxD-

Una explosión se escuchó en la lejanía…

Temerosa cogió a su hijo en brazos, empezando a correr.

A lo lejos divisó una carretera, María había sido enviada volando, casualmente, contra un monovolumen.

Lo había sacado de la carretera, el coche estaba volcado.

Molesta desplegó sus alas, alzándose en el aire, buscando directamente a sus oponentes…

Alejada seguía peleando con sus opresores.

Creyendo estar a una distancia segura Eva corrió con todas sus fuerzas, recorriendo el campo nevado hasta un árbol cercano.

Dejando a Vali cubierto con su abrigo, pasando a acercarse al vehículo.

Cristales rotos, sangre…

Un hombre en el asiento del conductor, una mujer en el del acompañante.

Un niño detrás.

La mujer no se movía, con la mirada perdida en el horizonte.

El hombre, perdiendo mucha sangre, intentaba acariciar su rostro.

Triste abrió la puerta de atrás.

El niño, sin consciencia, no mostraba herida aparente.

Tomando al niño en brazos… Tenía la edad de Vali…

Lo llevó hasta él, compartiendo el abrigo colocado sobre el niño asimismo.

Al volver al vehículo… el hombre ya no se movía.

Ninguno de los dos adultos tenía pulso.

Alzando la mirada de nuevo, María seguía peleando con el hombre albino… ¿El albino?

¿Dónde estaba Razevan?

-Hasta aquí habéis llegado…- murmuro el hombre frente a los niños.

-Ra…Razevan…- susurró la mujer horrorizada -¿P-porque odias tanto a tu hijo?-

-Odiar…-

-Es un buen niño… Afectuoso y amable…-

-Es un niño maldito, con el poder de mis ancestros y la bendición de dios…- exclamó lleno de odio.

-¿Por qué no te alegras por él? Es único, especial!-

-Cómo voy a alegrarme por ese parasito…-

-¿Es… es envidia?-

-¡!-

-¿Tienes envidia de tu propio hijo?-

-¡Mujer, no vuelvas a abrir la boca!-

-T-tú no eres el hombre al que amaba…-

El albino la miró con odio.

-Era orgulloso pero atento…-

El hombre, sin dejar de mirarla, alzó su mano hacia los niños, creando una esfera de poder demoniaco.

-¡E-espera!-

GRAB

-¿?-

Mirando hacia su otro brazo… El albino miró incrédulo la figura de una niña morena agarrando levemente su chaqueta.

-¿Q-quien… que…-

-Que vas a hacerle a onii-sama-

-No te atrevas a tocarme, insecto- gruñó el hombre sacudiendo su brazo.

No se libró del agarre.

Volviendo a mover su brazo… la niña no se movió un centímetro.

Sin ganas de perder otra oportunidad volvió su atención a los niños.

-intenciones hostiles detectadas…- siseó la niña… levantando al demonio, arrojándolo a la distancia.

PLAFFF

Razevan se vió en medio del campo nevado.

Parpadeando perplejo, levantándose.

Orientándose.

Mirando a la niña con una mirada cargada de locura.

Extendiendo sus alas, concentrando poder mágico.

Juntando sus manos, creando una inmensa esfera de poder demoniaco.

Eva corrió hacia su hijo horrorizada.

La niña miró a la mujer… solo tomó al niño albino en brazos.

Volviendo al demonio… Apartando la esfera con el reverso de la mano.

-Mujer… Esto ya no te incumbe…- murmuro una mujer de cabello azul inclinándose junto al castaño, inspeccionando al niño inconsciente.

-¡!-

Dibujando algo en el aire con su dedo índice… un círculo mágico apareció bajo la mujer, engulléndola a ella y a su hijo.

-¡Maldita!- chilló Razevan furioso -¿A dónde los has mandado desgraciada?-

La mujer no respondió.

-El niño está bien- indicó la peliazul.

-Mi hermano es inmortal-

-Tu hermano es un capullo-

-Eso también-

Las dos mujeres se quedaron en silencio unos instantes.

-La apócrifa se ha marchado… Nos ha dejado el muerto-

-Muertos hay dos, de cual hablas-

La niña no entendía de sarcasmo, no cazaba las indirectas… Poseía una mentalidad estrictamente lineal.

-No lo has entendido… Acaba con ellos- volviendo al niño.

-Eso puedo hacerlo…- dijo la morena volviéndose al invitado no deseado -Por intentar herir a mi onii-sama… te irás a cagar- levantando su mano al cielo, liberando una colosal esfera de poder dragontino. Arrojándola contra el demonio.

Alarmado, el hombre albino voló hacia Razevan, cogiéndolo en brazos convocando un círculo de transporte… Desapareciendo antes de recibir el ataque.

-Ohhh… Se han ido- murmuro la niña sin emoción alguna.

La peliazul la miró con escepticismo.

Ni si hubiese esforzado no se habrían escapado…

-No ha funcionado- dijo Ophis de cuclillas frente al niño, mirando a la mujer.

Tocando su hombro con su dedo índice, el infante no reaccionaba.

-Eso ya lo veo… Aunque no entiendo porque-

-Mi hermano diría que la has cagado bien-

-En mi defensa diré que fue el imbécil de Ddraig el causante de todo esto-

Ophis no respondió al instante.

-…Excusas-

La mirada helada de la mujer se la resbalaba a la diosa dragona.

-Ahora que-

Tocándose la frente repetidamente con su dedo índice, pasando a señalar al niño, separándose.

-¿Qué haces?-

-Todas han renacido… Pero ninguna recuerda nada…- murmurando para sí misma –Él incluido…-

Chocando sus manos, empezando a dibujar en el aire múltiples caracteres, rellenando el espacio circular perimetral del niño.

-Sea lo que sea que haces… Esto se llenará de humanos en breve…- dijo la morena junto al castaño.

-El ritual implicaba un enlace entre un dragón… y quince mujeres…- siseó la mujer escribiendo sin parar –Sabemos que todos han regresado… Pero quizás el problema es que no haya un vínculo activo…-

-¿No han regresado porque existe ese vínculo?-

-¿Y si la intervención del imbécil de Ddraig hubiese alterado esos recuerdos?-

-No te entiendo-

-Saben que tienen que volver… Pero no saben porque-

-Porque mi hermano no despierta… Ahora tiene a Ddraig-

-Ese inútil no es muy útil, como entenderás-

-Es uno de los Dragones Celestiales…-

-No les nombres en mi presencia!- siseó gélidamente la mujer –Cabrones Celestiales de mierda… Yo les acababa de exterminar! Tenerlos encerrados es un desperdicio de recursos!-

La morena se centró en el castaño, tocándolo con el dedo índice, buscando una respuesta.

-Hermano… sal… sal… sal…-

Calmándose, la dragona volvió a su trabajo.

-Necesito de una obscena cantidad de poder mágico, Ouroboros-

-¿Qué tengo que hacer?- alzando la mirada.

-Alimenta mi hechizo, finaliza el ritual que empezó hace miles de años…-

Colocando sus manos en los dibujos, empezando a canalizar poder.

-Cuanto-

-Poco, pero estable-

-…-

-Recuerda… Recuerda mi dios… Recuerda porque peleabas… Porque vivías… A quien buscas… Quien quiere encontrarte…-

El círculo mágico empezó a brillar, envolviendo al chico, haciéndolo flotar.

Sacando unos artilugios de un círculo mágico.

Dejando una especie de lámpara bajo el círculo mágico.

Arrojando unos cristales que empezaron a flotar alrededor del círculo.

Uno más grande que se posó sobre el mismo.

La lámpara empezó a emitir un destello que envolvió la esfera, reenviándolo a los cristales, rebotando entre ellos, amplificándose con el superior.

-Esto no ha funcionado antes…-

-Ahora tenemos algo que antes no… A todas ellas vivas-

-¿?-

-A todas…- alzando las manos, quince figuras femeninas se formaron a su alrededor.

Espectros, hologramas.

-Aquí le tenéis… Pero os necesita… Como siempre ha hecho… Ayudadle… Mostradle el camino…-

Alzando sus manos las figuras se acercaron a la esfera, tocándola con dulzura.

¡Cariño!

El cuerpo del chico empezó a estremecerse, los cristales girando a más velocidad.

Las figuras entraron en el círculo liberando un destello cegador.

Tras unos segundos la esfera se desvaneció, los cristales salieron volando.

Ophis ladeó la cabeza curiosa.

La peliazul miraba el resultado expectante.

El chico suspendido en el aire, seis alas a su espalda, dos largos cuernos sobresaliendo de su sien.

Tras unos segundos en el aire el chico aterrizó jadeante, sostenido por sus rodillas y manos en el suelo.

-¿Hermano?- preguntó Ophis relativamente alegre -¿Me reconoces?-

-Que… Que dolor de cabeza!- protestó el chico alzando la cabeza, mirándolas confundido.

Mirando a todos lados, mirando a nada en concreto.

Tanto la peliazul como la morena miraron al niño sorprendidas.

-Me cago en la puta de oros! ¿Qué… que… Que es todo esto?-

-Si es él- exclamaron las dos dragonas al mismo tiempo.

-Hermano!- exclamó la loli radiante de felicidad, lanzándose a los brazos del chico, que parpadeaba confundido.

Tiamat sonrió quedamente antes de desaparecer sin mediar palabra.

-Ale… Padrentro de nuevo!-

-DxD-

Ignoraba cuanto tiempo había pasado. Pero a cada instante su mente se iba despejando… Sentía como la niebla que le envolvía se despejaba.

ZUUUUMMMMMM

Le dolía la cabeza, los oídos le zumbaban… Estaba confundido.

Un destello de luz iluminó su rostro.

La puerta del vehículo se apartó, liviana, en el aire. Su propio cuerpo se alzó en el aire, abandonando el accidentado vehículo para quedar suspendido en la nada.

Issei creía estar muerto, que los ángeles habían venido a recoger su alma… Porque la mujer más hermosa que jamás había visto había descendido de la luz para plantarse frente a él.

Rubia de largo cabello liso, brillante como el sol de la mañana, los ojos azules como el cielo de la primavera. Piel blanca como la nieve y labios rojos como las cerezas… Una frondosa capa de plumas blancas a su espalda, un manto puro y prístino.

Una ángel…

-¿Estoy muerto?-

La mujer negó suavemente, sin dejar de sonreír.

-¿Eres un ángel?-

-Si-

Su simple voz lo hizo sonrojar violentamente. Su imagen, el olor dulce que impregnaba su olfato y su voz… Lo estaban hechizando sin remedio.

-Yo… No…-

La ángel rio divertida, una risa que le hizo sonreír como nunca nada antes. Fresca, contagiosa… La más virulenta de las epidemias. Una enfermedad sin cura.

-¿Cómo te encuentras?- dijo la belleza acariciando su rostro, besando su frente.

-C-cansado…-

-¿Tienes alguna dolencia? ¿Te duele algo?-

-N-no…-

-Tiamat y Ophis podrían haber sido más amables…- susurró la ángel tomando al niño en sus brazos, contra su pecho. Elevándose aún más del suelo, girando lentamente sobre sí misma. Abrazándolo con fuerza.

El niño la miró fijamente, ensimismado. Embaucado por su belleza… y por lo que veía tras ella. Tras esos ojos azules.

Esa mirada llena de ternura y calidez que conocía… Por alguna extraña razón la conocía… Y se alegró de verla. Y sonrió.

La sonrisa de la mujer era contagiosa…

-Me alegro de verte…- susurró el niño alzando su mano, acariciando el rostro de la ángel.

Gabriel sonrió aún más, besando su mano.

-Te he añorado tanto… De nuevo has vuelto con nosotras…-

-¿Con… vosotras?-

-Aún es pronto para hablar de eso…- envolviéndolos con sus alas, besando repetidamente su mano.

Issei desvió la mirada cohibido.

-¿Te encuentras bien?-

-Yo… Señorita… Es muy guapa…-

-Jejeje… Muchas gracias. Estoy hecha a tu gusto-

-¿?-

-Me alegro mucho de verte… Esos ojos rojos… Has despertado… Del todo-

-No la entiendo…-

Sin dejar de sonreír, la ángel se agachó, besando dulcemente al niño.

Abriendo los ojos completamente, se sonrojó con violencia… antes de desmayarse.

-DxD-

Lalalaaaaaa lalalaaaaa lalalaaaaaaaa.

Abriendo los ojos lentamente, volteó su cabeza emocionado.

Conocía esa canción… Conocía esa canción pero no sabía decir donde la había escuchado.

Despertando poco a poco… Se vio en brazos de la mujer.

Seguían flotando, girando lentamente.

El dolor había desaparecido… con el calor de la mujer, la calidez que emanaba de sus alas.

-¿Has despertado?-

-Ah… Eres tu…- susurró el niño incapaz de mirar hacia otro lado.

-Aguanta un poco más… Están por venir…-

-¿Quiénes?-

Gabriel solo continuó sonriendo.

Separando su mano del pecho de Issei, Gabriel la alzó levemente, convocando dos círculos mágicos, pequeños.

Dos pequeñas manzanas, de apenas unos centímetros de diámetro, brillantes y relucientes.

-Que…-

-Tienes que comerlas para estar bueno…-

-No tengo hambre…-

-Haz lo que te digo…-

Tímidamente alzó una de sus manos, tomando una de las frutas, llevándolo lentamente a su boca. El niño tomó la pieza entre sus labios.

-¿Esta buena?-

-S-si-

-Dime Issei… ¿Recuerdas algo del accidente?-

Incapaz de negarle nada, negó con la cabeza.

-¿No recuerdas nada de nada?- dándole la otra fruta.

Issei volvió a negar.

-Quizás sea mejor…- sonriendo satisfecha observando como el cuerpo del chico emitió una leve tonalidad amarilla durante unos instantes…

-Que eran…-

-Issei… Estos son trozos de las frutas más deseadas de la creación… De los arboles primigenios…-

Issei ni se había fijado en su aspecto, solo la miraba a ella.

-Los frutos del conocimiento y de la vida te darán todo lo necesario para seguir adelante… La fruta de la vida te dará un cuerpo sano… La del conocimiento mejorará tus aptitudes…-

-Señora…-

-Deja que hagan su magia… Descansa pequeño…-

-No te vayas…-

-No temas amor mío, siempre he estado contigo, siempre estaré contigo… ¿Lo recuerdas, para toda la eternidad?-

Incapaz de mantenerse despierto, Issei se quedó dormido, durmiendo escuchando la más dulce de las voces cantar suavemente para él.

-DxD-

Frenando bruscamente un convoy de vehículos se detuvo a metros del coche en llamas.

Lujosas berlinas negras embozando y atascando el tráfico por completo.

Una de las puertas de los coches se abrió con fuerza, bajándose uno de los pasajeros.

Piececitos menudos cubiertos por brillantes zapatos rojos, pies inquietos que se desplazaron con velocidad por el asfalto.

-Lady Rias… No puede acercarse! Es peligroso!- dijo un hombre trajeado tomando a la niña de los hombros.

Rozando la histeria, la niña pelirroja se deshizo del agarre, corriendo hacia el ardiente coche.

Sus manos se juntaron, creando una esfera de poder, tocando la puerta trasera del acompañante, desintegrándola.

-Esperad…- murmuro una hermosa mujer de cabello castaño, abrigada con un pesado abrigo de piel blanco, observando con curiosidad como la niña inspeccionaba el vehículo.

Los sirvientes hicieron caso a la aristócrata.

-Acordonad la zona, que nadie entre… Avisad a mi hijo- ordenó un hombre pelirrojo, caminando hasta alcanzar a su esposa –Ese era el poder mágico del niño…-

-Ese niño ya tiene la edad de tu hijo, no es un niño, cariño-

-Sirzechs tiene que saberlo…-

-Sirzechs puede esperar… Deberías de preocuparte por tu hija… ¿No te intriga porque de repente ha pedido por venir hasta aquí… Encontrando en el mismo punto el rastro del hijo del Lucifer original?- propuso la mujer sin mirar a su marido.

Sus ojos fijos en la niña, que, tras inspeccionar el vehículo lo rodeó, observando la ausencia de la otra puerta del coche.

Alzando la cabeza, sus ojos azules revisaron el terreno, encontrando el rastro de pisadas, corriendo de nuevo hasta dejarse caer de rodillas en el suelo, rasgándose la piel de las rodillas.

Venelana Gremory abrió los ojos sorprendida, avanzando entre la nieve miró con detenimiento como su hija, apenas una niña, acariciaba con afecto el rostro de un niño de su edad…

Quitándose su propio abrigo, colocándolo sobre el cuerpo del niño.

Un superviviente del accidente…

-Grayfia… Otro abrigo para mi hija, por favor- dijo la demonio sin dejar de mirar a los niños.

Su hija atendía con ternura, una ternura nunca vista a un niño oriental, sucio por el accidente, ropas rasgadas y rostro manchado.

Cabello castaño alborotado, mirada perdida en el suelo.

Arrodillándose ante el niño, Venelana acercó su mano a su rostro, inspeccionando su físico.

Su cuerpo emitía rastros intermitentes de energía, algo sumamente extraño.

Quizás había ocurrido algo en el accidente… Extrañas fuerzas habían intervenido apenas hacia unos instantes…

Venelana Gremory liberó una exclamación al sentir la manita de su hija agarrar la suya, impidiendo que pudiese tocarla.

Protectoramente se recostó sobre el chico, defendiéndolo de todo y de todos con su propio cuerpo, mirando a su propia madre desafiante.

-¿El niño está bien, cariño?-

Rias respondió asintiendo con la cabeza, volviéndose hacia él, llorosa, acariciando sus mejillas sin parar.

El niño finalmente reaccionó, alzando su mano, tomando una de la de la chica.

Con una débil sonrisa, deslizó la otra hasta la hermosa cara de la niña demonio, pasando la yema de sus dedos por su mejilla.

Rias sonrió hermosamente, radiante.

Fascinada por la inesperada actitud de su hija, Venelana centró su atención en el chico… quedándose unos instantes sin respiración.

Parpadeando perpleja.

Mirando la interacción entre los dos niños.

Levantándose decidida, cruzándose con su más fiel sirvienta que cargaba con un abrigo adicional.

-Recoge a Rias, nos llevamos al niño. ¿Qué centro médico tenemos más cerca, Grayfia?-

-Creo recordar que los Sitri tienen una clínica en las cercanías… ¿La señorita necesita ser atendida?- dijo preocupada.

-El niño necesita que se le revise-

-¿El niño? ¿Quiere llevar a un niño humano a un…-

-Grayfia… ¿Has visto sus ojos? Ese niño es de todo menos un humano- sentenció la castaña antes de dirigirse a su marido.

La sirvienta se apremió en dejar el abrigo sobre los menudos hombros de la pelirroja.

Muy extrañada por la actitud de su cuñada, pasando a mirar al sospechoso niño.

Abriendo la boca sorprendida al ver dos rubíes centrar su atención en los azules de la heredera Gremory.

-Señorita, sus padres la esperan en el coche-

-Pero…-

-Yo me encargaré del niño…- dijo la albina acariciando el rostro del niño.

Su instinto maternal sacaba lo mejor de ella.

La Reina más poderosa de todas optó por cargar con ambos niños.

Rias no soltaba las manos del pequeño.

El chico, por su parte, miraba fijamente el coche ardiendo.

Grayfia cerró los ojos emocionada, decidida se alejó del árbol, negándole el ángulo de visión al pequeño.

Al acercarse al coche metió a los pequeños en el interior de la berlina.

El niño no hablaba.

Si estaba en estado de shock o era así… Ella no lo sabía.

-Id vosotras, yo me quedaré hasta que llegue Sirzechs- dijo Zeoticus caminando hasta su esposa –Tenemos uno de nuestros hoteles no muy lejos… Los chicos de Sirzechs os esperan allí, ya he ordenado que os esperen allí los servicios médicos…-

-No es necesario, señor- dijo Grayfia seria.

-Si el hijo de Lucifer ha estado aquí no escatimaré en medios, os quiero a todas protegidas…- pasando a mirar el coche –Quiero un informe detallado de que es ese niño-

-Cariño, no seas duro con él… Acaba de…-

-Lo entiendo, lo entiendo. Pero nunca había visto a mi pequeña así… Y quiero saber porque- mirando a su alrededor –Hemos acordonado la zona, marchaos antes de que vengan los humanos-

Venelana Gremory miró una última vez el coche en llamas antes de entrar en la berlina. Inclinándose, mirando al interior de su propio vehículo, sonrió cálidamente, los dos niños estaban abrazados. Su hija tenía al chico contra su pecho, acariciando afectuosamente su cabello. El pequeño dormía plácidamente.

-Mi señora… Quizás esas órdenes no sean tan sencillas de cumplir- dijo la sirvienta con un tono duro.

-¿Qué ocurre, Grayfia? No creo que sea algo tan complejo…-

La sirvienta mantenía la mirada alzada. Siguiendo la estela, Venelana abrió los ojos sorprendida.

Media docena de ángeles formaban en el aire, a varios metros por encima de ellos.

En el centro, brillante, puro y poderoso… El Ángel más poderoso del Cielo.

El hijo favorito y más dotado de Dios, Michael, había llegado.


-Hospital Serafall Memorial-

Rias miraba sus pies nerviosa, sentada en uno de los asientos del pasillo.

-Cariño… ¿Cómo estás?- preguntó Venelana sentándose junto a su hija, acariciando su cabello.

-¿Está bien?- preguntó claramente preocupada.

-El chico está bien…- besando su frente –Cariño… ¿Qué recuerdas del accidente?-

La pequeña no la estaba escuchando, miraba nerviosa la puerta de cristal junto a ella. La puerta que daba acceso a la habitación donde estaba el niño, al que los doctores de la familia estaban inspeccionando. Rias Gremory, su hija, siempre había sido una niña educada, obediente… La niña junto a ella… No era su hija.

La niña junto a ella estaba absorta, obsesionada incluso…

RASH

La puerta de cristal se abrió con firmeza, saliendo de la estancia un hombre portando una bata blanca y una carpeta en mano. Al reconocerlas cerró a su paso y se dirigió hacia ella, sonriendo a la niña, centrando su atención en ella.

-¿Cómo está el niño?-

-El niño…- susurró el hombre mirando a través del cristal -¿Dónde le han encontrado?-

-¿?-

-¿Está bien?- preguntó Rias ansiosa.

-Por supuesto, ha preguntado por ti, pequeña… Puedes entrar a verle-

Sin esperar, asintiendo con la cabeza, Rias abrió con algo de dificultad la corredera antes de correr hasta la camilla, tomando la mano del niño.

-¿Cómo está el niño doctor?-

-El niño está perfectamente bien… Sus padres… No hemos podido hacer nada por ellos, llevaban horas…-

-Lo sabemos…-

-Solo necesita un poco de reposo… Ya tiene el alta…- indicó el doctor con una leve reverencia antes de empezar a alejarse –Aunque…-

-¿Tiene algo que añadir?- sonrió Venelana.

-Puede que sean conclusiones precipitadas… Pero sería conveniente ir haciéndole pruebas médicas de forma regular-

-¿Secuelas del accidente?-

-No… Informaré a Matthers para que os pueda facilitar información más concreta…-

-¿Deberíamos de preocuparnos?-

-No, mis señores-

-Muchas gracias doctor-

El matrimonio se esperó a que el demonio se marchase para empezar a hablar.

-Un niño humano, sano, nada más… ¿Por qué Michael estaría interesado en él?-

-¿Por qué dices que viene a por el niño? Es normal que se apareciese en el último lugar donde estuvo su adorada Apócrifa…-

-¿No ves una relación?-

-No, en absoluto… No es Michael quien me llama la atención, si hablamos de las curiosidades del niño-

-¿En qué piensa mi esposa?-

-En que tu hija, que nunca ha simpatizado con nadie que no sea de la familia, ni siquiera con su amiga Sona… Esta increíblemente apegada a ese completo desconocido-

Zeoticus alzó las cejas… Se había olvidado de ese pequeño y furioso detalle.

-DxD-

Juntando sus manos bajo el grifo del lavabo, echándose el agua acumulada en su joven rostro, refrescándola. Alzando su mirada, observándose en el reflejo del espejo. Un rostro menudo, ojos vivos azulados… Y una radiante sonrisa.

Rias Gremory sonreía como nunca.

La princesa de los Gremory estaba feliz, conmovida y emocionada como nunca jamás podría pensar que se podía estar.

Secando todo rastro de agua, alisándose su cabello, inspeccionando su ropa. El elegante vestido con el que su padre había recompensado su buen hacer, su vestido favorito, rosado y blanco. Conmovida por las historias feudales de uno de los siervos de su idolatrado hermano, la joven princesa pidió un deseo muy peculiar a sus padres cuando se le presentó la oportunidad. Visitar las singulares tierras de las que Okita Souji tanto hablaba, con orgullo, con nostalgia.

No diría que se había sentido decepcionada, nunca lo diría… Pero se esperaba otra cosa al visitar al fin, el mundo humano. ¿Qué buscaba? No lo sabía, algo que no había encontrado pese a sus esfuerzos en el mundo demoniaco. En el Inframundo. Tenía riqueza, tenía salud, una amante familia y buenas personas de las que rodearse. Una excelente educación y una privilegiada posición social, el amor de su familia y todo el mundo a su alcance… Más todo eso se sentía vacía.

Hasta ese momento…

Un destello apagado en la oscuridad de la noche. Un faro sin luz. Una señal esperada con un deseo acuciante. Un sueño cumplido. Una soñada realidad. Y la niña les guio. Les guio a lo que parecía ser un accidente automovilístico.

El destino o la casualidad les llevo a ser los primeros en personarse en la escena de la desgracia familiar de los Hyodo. Venelana y Zeoticus no se quedaron de brazos cruzados. Nada más llegar pidieron a sus esclavos que buscasen supervivientes… Atendieron a los fallecidos con respeto y civismo. Eran demonios, no diablos.

Lo que parecía ser un accidente de tráfico era mucho más. Con sus pequeñas capacidades podía percibir algo en la distancia. Serena, no se dejó contagiar por las voces inquietas de sus padres y sus siervos. Ella no entendía nada, no les entendía a ellos… Solo veía en la distancia, desde el cristal tintado del vehículo con el que su familia se movía de forma tradicional, un fuego en la distancia.

Un coche ardiendo… Y se le paró el corazón. La histeria la consumió, abandonando la seguridad del vehículo para correr a inspeccionar el accidentado. Su cuerpo temblaba, el miedo recorría con completa libertad cada centímetro de ella. Al alcanzar el vehículo accidentado, sorteando a los sorprendidos esclavos de sus padres, se arrodilló junto al coche. Mirando en su interior.

-No hay nadie detrás…- susurró la niña, aliviada, sin saber porque no le interesaban los conductores… La puerta trasera del conductor estaba abierta. Abierta y con huellas que se alejaban en la nieve… Corriendo, siguiendo su rastro… Rias Gremory cayó sin fuerzas en el suelo. El recuerdo estaba tan fresco en su memoria… Su pequeño cuerpo apoyado en el árbol, la nieve cayendo por doquier, caótico, sin orden, hermosamente… Su cabello castaño revuelto, sus ojos rojos como el fuego, rasgados por una pupila negra como la noche.

Su corazón dejó de bombear sangre, sus pulmones se negaron a tomar más aire… En ese instante murió para renacer.

La mirada del niño le infundió vida, su sonrisa llenó de aire sus pulmones, sus dedos acariciando sus mejillas prendió una llama que nunca se apagaría… Rias Gremory se enamoró completa y perdidamente de aquel niño, incapaz de entender, incapaz de actuar, incapaz de corresponder… La joven Gremory solo sonrió como nunca para él. Porque desde ese mismo instante lo haría todo por y para él.

-DxD-

Lejos estaba la niña educada y comedida que con tanto afán había estudiado protocolo y etiqueta. En su lugar solo estaba una niña emocionada, contenta y feliz por quien visita a un ser querido, un amigo, un compañero inestimable de juegos.

Mirando a lado y lado del pasillo, asegurándose que no estuviese su padre… La niña rompió las reglas con las que se había educado para correr por los pasillos hasta alcanzar la puerta deseada, abriéndola con algo de dificultad, grande y pesada para su menudo cuerpo, observando su interior alegre… antes de esconderse completamente avergonzada.

El niño estaba despierto, despierto, de pie y apoyado en la ventana, observando el exterior lo poco que le dejaba su reducida estatura. Su presencia no pasó inadvertida, la apertura de la puerta había llamado su atención. Rias se asomó con timidez, sus ojos azules rastreando la habitación… vacía.

El chico no estaba. Pero sabía, sabía que estaba en algún lugar. En esa misma habitación…

Confundida, temiendo que todo hubiese sido un sueño, una ilusión, entró en la habitación lentamente, manos juntas en su pecho. Incapaz de ver al niño pegado a la pared junto a la puerta, en un punto ciego para la pelirroja. Habiéndose colocado en su espalda sin ser descubierto, Issei Hyodo inspeccionó a la niña con curiosidad. De su edad, hermosa como ninguna otra criatura que había podido conocer salvo aquel ángel… Su ropa revelaba su posición social, su capacidad económica al menos… Travieso tocó el hombro de la chica, desplazándose en el sentido opuesto en el que se giró su asustadiza joven.

Un gritito, eso había liberado la niña con un aura peculiar. Dejando estar la broma, colocando sus manos en los bolsillos, esperando que la niña volviese a mirar al frente. Asustada se giró de nuevo, encontrándose de frente con el niño, a centímetros de ella.

-BUUU!-

Asustada, Rias levantó su mano… y abofeteó con fuerza al castaño. De un guantazo Issei recorrió la habitación, estrellándose contra la pared, acariciándose la adolorida mejilla sorprendido.

Agitada, la niña retrocedió unos pasos, recobrando la compostura, relajando la respiración… recordando donde estaba… y con quien estaba. La niña alzó la mirada, observando a su compañero de estancia, ruborizando con fuerza, incapaz de mirarlo a los ojos.

-Qué fuerte… Perdona… Era una… Una broma- dijo el niño acercándose de la pelirroja.

La niña no reaccionaba. Curioso se agachó, buscando su mirada. Rias desvió sus ojos, pasando a mirar la pared. Issei se colocó en ese punto de la pared. Rias cambió al otro extremo. Issei se posicionó frente a su mirada. Más roja que su cabello escondió su rostro entre sus manos. Curioso tomó sus manos con las suyas separándolas de su cara, forzando a mirarlo.

-Qué guapa…- susurró el chico.

Sus palabras, su cercanía, su mirada… Provocaron un cortocircuito en su joven cerebro. Llorosa, sonrojada, la chica solo balbuceaba palabras.

Mirando tras ella, en el pasillo a través del vidrio de la puerta corredera, Issei certificó que la niña estaba sola.

-¿Quién eres?-

-…-

-¿Estás sola?-

-…-

-Yo… Me llamo Issei- susurró Issei.

-Yo… Soy Rias-

-Me alegra haberte conocido… Rias…-

-N-no-

-¿No qué?-

-No estoy sola-

-¿Están tus papas aquí?-

-Te… te tengo a ti!-

Rias, reuniendo fuerzas recorrió la distancia entre ellos en dos pasos, lanzándose a sus brazos, rodeando su cuello con sus bracitos. Encontrando su lugar en el mundo.

-DxD-

Zeoticus Gremory estaba sorprendentemente impresionado. El niño, sentado en su camilla, mantenía la compostura frente a ellos, su mano sujetando la de su hija, mirando con curiosidad a él mismo, a su esposa y al siervo de su hijo, MacGregor.

-¿Quiénes sois?- dijo el niño rascándose la nuca.

-Te encontramos junto al… ¿Cómo te encuentras, pequeño?- preguntó Venelana afectuosamente, apartando algunos mechones de pelo de su rostro.

El niño la inspeccionó con detenimiento, sin soltar palabra.

-Hemos contactado con unos amigos de tus padres… Quizás quieras ver un rostro conocido-

-¿?-

-Shidou. ¿Los recuerdas?-

Issei asintió con la cabeza.

-Vendrán a verte en unas horas… ¿Te gustaría volver a verles?-

-…-

-¿Se va?- preguntó Rias preocupada –No quiero que se vaya-

-Rias… Este chico tiene que…

La pelirroja menor negó con fuerza, moviendo su cabeza frunciendo el cejo.

Zeoticus sonrió internamente ante la reacción de su hija.

-¿Verdad que mi niña es adorable?- preguntó el hombre sorprendiendo a todos los presentes.

-La más adorable- habló el chico por primera vez, haciendo enrojecer a la niña.

-Le has caído en gracia, enano- prosiguió el hombre satisfecho con su respuesta – ¿Si nos marchásemos te gustaría poder volver a verla?-

El castaño asintió con la cabeza.

La niña, feliz, se acercó más a él.

-Si! Si!-

-Rias, cariño… Ve despidiéndote de él… Tenemos que dejar que descanse- exclamó Zeoticus levantándose –Jovencito, tengo grandes expectativas contigo. Seguiremos muy de cerca tu crecimiento-

El niño lo miró confundido.

-Issei, pequeño, ahora descansa- murmuro Venelana besando la frente del niño, separándose de la cama para seguir a su marido.

La criada de cabello albino los miraba con curiosidad, marchándose sin mediar palabra.

Rias abrazó con fuerza a Issei, buscando retener eternamente esa sensación…

-DxD-

Mirando a la ventana, el niño apenas podía conciliar el sueño. Tenía la cabeza llena de demasiados pensamientos… Y llevaba demasiado tiempo sentado, tumbado.

Bajando de la camilla, estiró los brazos y las piernas, moviendo la cintura de un lado a otro.

Se aburría.

Mirando el paisaje del exterior, no vio nada llamativo. Mirando la puerta de reojo, con una sonrisa traviesa… Eso era otra historia.

Lentamente abandonó la habitación, mirando a lado y lado del pasillo. Estaba todo oscuro.

Rascándose la nuca… Empezó a pasear.

Las puertas tenían un letrero al lado, indicando el nombre del paciente y el número de la habitación. Nada relevante.

Gruñendo decepcionado, subió todas las escaleras posibles… Hasta quedarse en una planta en concreto.

Mirando en la oscuridad del pasillo, sus ojos rojos percibieron algo. Un leve destello, continuo, constante, en la distancia.

Algo similar a cuando miraba a Rias, sin ser ella. Algo cálido, apetecible… conocido.

Recorriendo el pasillo con cierta prisa se detuvo frente a dos puertas de madera, algo completamente diferente a todo lo visto hasta la fecha, en el edificio. No había cerraduras, solo dos pomos de plata…

-Con permiso…- indicó Issei abriendo la puerta, mirando hacia atrás unos instantes, asegurándose de que no había nadie.

La habitación también estaba oscura, por llamarla habitación. Era decenas de veces más grande que la suya, mucho más recargada y con otras dentro de la misma. Era un piso… O algo parecido.

La oscuridad no suponía un problema para él. Extrañamente sus ojos rojos podían ver perfectamente en la oscuridad y más… Siguiendo el halo, el rastro, vio un cuerpo estirado en una de las estancias. Apartando lo que parecían ser unas cortinas, Issei vio el cuerpo relajado de una mujer morena, joven. Tapada con una sábana blanca.

Respiraba tranquilamente, dormía profundamente.

-Es guapa…- susurró quedamente, acercándose con cuidado. Mirando con atención a la docena de máquinas que la rodeaban, desplegando datos en sus pantallas que no entendía…

BADUM BADUM

Su corazón bombeaba sangre con fuerza, el silencio de la noche o su desarrollado oído, por algún motivo parecía escucharlo con claridad.

Inspeccionando detenidamente a la mujer, tocó uno de sus brazos con su dedo índice. Primero suavemente, luego con un poco más de fuerza.

No es que quisiese arriesgarse, solo quería hablar con alguien… Con ella.

Viendo que no despertaba recorrió el brazo de la mujer hasta llegar a sus manos. En uno de sus dedos había una delicada sortija.

Acariciando la piedra de la misma se sorprendió al verla brillar con intensidad.

Tragando saliva este retrocedió unos pasos, mirando a la niña. No reaccionaba.

Pasando a mirar a la puerta no vió cambio alguno. Nadie había acudido.

Optando por marcharse de ahí, abandonó la sala de la chica para volver al piso. Aunque pensaba que quizás debería de detenerse a mirar el rostro de la mujer…

-Mira mira mira… Un pequeño pervertido acosador de chicas guapas durmientes!-

Issei se puso firme de golpe, más tieso que un palo empezó a sudar frio. ¿Cuándo habían entrado? ¿Quién era? ¿Estaba en problemas?

Girándose lentamente, Issei vio a una chica de pie tras él. Una joven morena, no muy alta, vestida con un vestido blanco hasta los tobillos.

-B-buenas noches…-

La demonio, de ojos violeta, poseía una enorme aura. Era inmensamente poderosa. Mucho más poderoso que él… En mil vidas.

-Mira mira mira… Un adorable acosador… ¿Quién eres tú, niño?-

-Yo solo estoy de paso… No soy nadie…- retrocediendo unos pasos.

-Eres humano… Un niño humano… ¿Qué hace un niño humano en este hospital?-

GLUP

-Pues… M-me han traído los Gremory… ¿Dónde dices que estoy?-

-¿Qué has dicho?-

-¿Q-que?-

-Que nombre has dicho-

-G-Gremory creo que era…-

La mujer avanzó hacia él, quedando a un palmo de él.

-Así que los Gremory… ¿Has visto quien hay ahí?- señalando con la cabeza las cortinas.

-N-no sé quién es. No conozco a nadie… No le he visto ni la cara, lo juro-

-Interesante…- alzando su mano, acariciando su rostro –Muy… interesante. ¿Cómo lo has hecho?-

-E-el que-

-Así que Gremory… eh?-


-Mundo Medio – Japón-

Touji y Karen Shidou no tenían palabras que pronunciar. Apenas podía respirar… La impresión se había apoderado de ellos. De rodillas en el suelo, el matrimonio descendió la mirada, avergonzados, superados… No podían mirar lo que tanto deseaban mirar.

La mujer frente a ellos rio alegremente. Una risa fresca y jovial a la que tampoco tenían derecho a escuchar.

-Por favor… No desviéis la mirada…- susurró la misma, con dulzura y afecto.

-Pero usted… Usted es…- susurró Karen, con la mirada fija en sus manos.

-¿Por eso no me podéis mirar?-

-No somos dignos, mi señora…-

Gabriel rio divertida de nuevo, con una risa ligera, desenfadada, fresca.

-Por favor, insisto… Levantaos…-

El matrimonio se miró a los ojos antes de incorporarse lentamente, alzando la mirada… para ver a la mujer más hermosa que habían visto nunca. La belleza alada de cabello dorado y piel blanca, vestida con una ligera túnica blanca, suspendida en el aire, descalza, sus pies se entrelazaban como si estuviesen permanentemente apoyados en algún lugar cómodo y fijo.

-Karen y Touji Shidou… ¿Es correcto?-

-S-si! Mi señora!-

-Sois unos buenos creyentes… Sabemos que estáis viviendo una vida honrada y dedicada al bien del prójimo. Y por ello estamos muy orgullosos de vosotros-

-Nos halaga! Mi señora!-

-¿La pequeña Irina no está?- preguntó Gabriel con curiosidad.

-Nuestra hija está muy apegada al pequeño Issei… No ha querido perder tiempo… ¡Que no es que conocerla sea perder el tiempo ni…!-

-Tranquilo… Lo entiendo… Karen y Touji Shidou… Tengo un favor que pediros… Si no es mucho pedir-

-¡L-lo que sea, mi señora!-

-El joven Issei ha quedado huérfano…- empezó la arcángel.

-¡Cuidaremos de él! Lo adoptaremos de inmediato!- exclamó Touji serio, creyendo adivinar que quería la mujer. Quería impresionarla.

-No será necesario…-

-¿?-

-Michael ahora mismo está hablando con uno de los líderes del Inframundo… Estamos cansados de tanta guerra… Ansiamos la paz… Y queremos que este niño marque el camino al puente de la paz-

-¿Cómo va a hacer eso el pequeño…?-

-Demostrando que la convivencia es posible… El niño vivirá en el mundo humano, en la ciudad que más os convenga… Los demonios le asignarán un tutor que le instruya en lo que sea necesario. Vuestra parte es proporcionarle calor humano, relaciones sociales positivas… Demostrando que podemos colaborar con los demonios-

-¡¿C-como dice?!-

-Os garantizo que los demonios no harán el mal ni procurarán beneficiarse de su relación… ¿Podréis hacer eso por mí?-

El matrimonio asintió energéticamente.

-Como pago os facilitaremos los medios necesarios, los gastos y la vivienda correrán de nuestra cuenta así como la mejor educación posible para los niños…-

-E-es muy generosa, Lady Gabriel!-

-Soy yo quien os las da. Shidou. Muchas gracias por cuidar de mí amado…-

-DxD-

BABUM BABUM BABUM

Su corazón latía a mil por hora y no entendía por qué. Desde que había entrado en el hotel se encontraba rara… Llevaba días sintiéndose rara. Pero ante todo sabía que Issei la necesitaba. Ella misma no podía imaginarse como estaría si sus padres se marchasen. Había pensado mucho en ello… Y sabia, le gustaría, que su mejor amigo estuviese allí para ella, así que eso haría en este momento! Estaría allí para Issei! Aunque… Sus ganas de ver al chico… Y ahora no podía mirarle siquiera!

Confundida, nerviosa esbozó una enorme sonrisa al escuchar su voz. Intentando borrar la estúpida sonrisa de su rostro respondió al llamado. Sus padres habían entrado primero. Querían hablar con Issei antes de que ella entrase. Querían hablar con los doctores. Solo debía esperar su momento, ser una buena chica…

"Irina-chan…"

BABUM BABUM BABUM

Sus ojos, rojizos, miraron detenidamente los violeta. Los parpados completamente abiertos… El niño permanecía sentado en su camilla, con el matrimonio Shidou sentado junto a ella, el doctor, con una túnica blanca al otro lado. Todas las miradas centradas en ella…

-¿I-Irina-chan?- susurró el chico.

La castaña estalló en un tremendo sonrojo antes de irse corriendo.

Irina Shidou se sentía incapaz de mirarlo a los ojos sin morirse de vergüenza.


-Continuará en el próximo capítulo-

-El niño que creía que no tenía nada-