Prólogo: ¿Destino o Casualidad?
Ya era una tradición para él ir al parque en esa fecha: 21 de marzo. Y todo porque en un día como ese, por destino o casualidad, la conoció a ella. Aquella bonita niña de cabello rosado y resplandecientes ojos verdes como el jade, que lo habían cautivado desde el momento en que los vio.
Había salido de casa para despejarse un poco y decidió ir al parque de Konoha a pesar de que parecía que iba a llover.
Se sentó en una de las bancas del lugar y se permitió divagar un poco. Sin embargo, ni aún perdido en sus pensamientos pudo pasar desapercibidas las miradas y susurros de las niñas a su alrededor. Suspiró. El precio de la belleza, quizá.
Estuvo ahí alrededor de una hora, y habría querido quedarse más tiempo, pero unas gotas comenzaron a caer del cielo, claro indicio de que pronto comenzaría a llover. Se levantó de la banca que ocupaba y se dispuso a retirarse del lugar a paso tranquilo. Iba caminando, pero la lluvia arreció en cuestión de segundos y le tocó trotar para encontrar un lugar donde acampar en lo que pasaba el aguacero, pero de repente sintió que algo se estrellaba contra él. Producto de la sorpresa o de lo resbalosa que estaba la acera perdió el equilibrio y se terminó llevando al suelo a lo más cercano que tenía.
Un par de segundos bastaron para que sintiera las gotas de lluvia cayendo en su cara, un peso sobre él y sus manos acariciando algo suave. Abrió los ojos y entonces ya no supo nada de lo que pasaba a su alrededor. Todo pareció congelarse en ese preciso momento, porque él sólo fue capaz de mirarla a ella. Una bonita niña de cabello rosado y unos hermosos ojos verde como el jade que lo atraparon y no parecían querer soltarlo.
La niña lo miraba con una mezcla de sorpresa y curiosidad, al parecer absorta como él en su mirada. Ninguno de los dos parecía reaccionar en el momento hasta que la lluvia arreció más e Itachi fue consciente de que debía buscar un lugar para protegerse con la niña. Estaba por iniciar el movimiento de elevación cuando un grito pareció alertarla a ella, ya que se puso de pie de inmediato.
-¡Sakura! – escuchó de lejos Itachi. Se levantó al igual que ella y la miró fijamente, tratando de decirle algo que no alcanzaba a llegar a sus labios.
-¡Sakura! – se volvió a escuchar. Y entonces la niña le sonrió, la sonrisa más hermosa que había visto en su vida, y salió corriendo en la dirección contraria a él.
Él se quedó viendo cómo ella se iba, en medio del aguacero, y supo en ese momento que sus ojos los llevaría grabados en el alma desde ese momento. Era la mirada más pura que había visto en su vida, y por alguna razón, sintió que debía formar parte de su mundo.
De eso ya habían pasado 10 años. Cada año iba al parque en esa fecha, sin importar que estuviera fuera de Konoha. Siempre volvía a ese lugar cada 21 de marzo, y aunque probablemente era iluso de su parte pensar que la volvería ver de nuevo en donde fue su primer encuentro la esperanza seguía ahí, viva a pesar de todos los años y de todo lo vivido.
Sonrió. ¿Quién creería que el famoso Casanova de la universidad más prestigiosa de Konoha había sido profundamente flechado cuando apenas tenía 11 años? Y peor aún, que aún no había logrado borrar de su alma los hermosos ojos jade de la niña que no desapareció de su vida a pesar de su ausencia física.
En el momento que la conoció no lo supo, pero con el paso de los años se dio cuenta que el amor a primera vista sí existía, porque no encontraba otra explicación para su profunda fijación por esa niña. O más específicamente, por sus ojos. Aún no había encontrado en todas las mujeres con las que había estado una mirada tan pura como la de ella, y por muy irreal que sonara, había buscado a esa niña en todas las mujeres con las que había estado.
Salió de sus pensamientos cuando notó que se estaba nublando. Justo como el primer 21 de marzo. No le dio tiempo de debatir si se quedaba un rato más o no, pues la lluvia azotó la ciudad con fuerza en apenas unos segundos. Se levantó de la banca en la que estaba y caminó con calma pese al aguacero con su mirada enfocada en el suelo. Se distrajo en cuestión de segundos, y apenas fue consciente de que alguien chocó contra él. Por la sorpresa, trastabilló y terminó aferrándose a lo más cercano que tenía. Lo siguiente que sintió fue su espalda chocando contra el suelo y un peso sobre él, mientras sus manos se aferraban a algo suave.
Una mujer, pensó, al acariciar una pronunciada curva pese a la ropa que se le antojaba holgada para ese cuerpo. Abrió los ojos y entonces la miró.
Aquellos ojos jades que tanto había ansiado ver estaban frente a él, reflejados en una mirada tan pura como la de aquel primer 21 de marzo. Inconscientemente, sus manos se aferraron más a la cintura de la ahora adolescente, que lo miraba sorprendida y sonrojada. Habría querido ver su hermoso cabello rosado brillante, pero la joven lo cubría con un gorro de color negro. Sonrió y quiso abrazarla, pero después de todo sería por demás extraño. Su mundo se paró justo ahí, en ese momento, porque hasta la lluvia había quedado relegada en el olvido aun cuando el aguacero azotaba con más fuerza con cada segundo que pasaba. Era increíble cómo seguía teniendo el mismo efecto en él a pesar de los años.
Pese a que él no había reaccionado aún ella fue un poco consciente de la situación y se puso de pie rápidamente.
-Lo siento – dijo ella, apenada por el incidente.
Él también se levantó del suelo y la evaluó con la mirada.
Era alta, y aunque la ropa que vestía era demasiado holgada producto de la lluvia estaba pegada a su cuerpo, lo cual le permitió apreciar que tenía una delgada pero hermosa silueta con forma de reloj de arena, lo que había podido constatar cuando se aferró a ella antes de caer.
Sonrió.
-No te preocupes. Este tipo de accidentes me pasan a menudo – le dijo él, cuando en realidad sólo con ella le habían pasado ese tipo de accidentes.
Ella sonrió levemente, dejándole ver a Itachi un vestigio de la hermosa sonrisa con la que lo cautivó cuando era una niña.
Aún no creía que la vida la había puesto de nuevo en su camino. Quería decirle tantas cosas. Cosas que aún no sabía cómo expresar, y que probablemente nunca sería capaz de hacerlo. Sólo la miró ahí, a ella, y sintió como si todo su mundo estuviera completo. Ver el sonrojo en sus mejillas por su mirada fija en ella lo llenó de una desconocida ternura.
Ella pareció reaccionar. Caminó lentamente hacia atrás y cuando le estaba dando la espalda, seguro para alejarse, Itachi la tomó del brazo. La joven se sorprendió.
- ¿Vienes en auto? – le preguntó él. Ella negó con la cabeza. Itachi sonrió. La tomó de la mano, lo cual le hizo sentir una especie de conexión de inmediato, y al parecer no fue el único que la sintió. Ambos vieron sus manos unidas al mismo tiempo, y cuando ella quiso soltar su mano como autoreflejo él se aferró más a ella -Te llevaré a tu casa – le dijo finalmente.
-Gracias, pero no es necesario – le dijo ella, queriendo recuperar su mano.
Itachi sonrió.
-Sí lo es. Y no aceptaré un no por respuesta – le dijo él, cuando miró que ella iba a negarse de nuevo. La joven lo miró contrariada y él rio -No te preocupes, no soy un acosador ni un asesino en serie – le dijo. Aunque ahora que la miraba de nuevo sí se podía convertir en un acosador…
Ella lo miró fijamente, debatiéndose si debía aceptar su ofrecimiento e Itachi nunca se había sentido tan cohibido por la mirada de una mujer.
-Está bien – le dijo ella, un poco insegura.
Itachi sonrió. Tomando su mano, la condujo a su auto, un BMW M4 color negro, le abrió la puerta del copiloto y luego entró él. Una vez en marcha se dio cuenta que nunca había estado tan nervioso como en ese momento para entablar una conversación con una mujer. Comenzó con lo básico, aunque estaba casi seguro que ese era el único dato real que él tenía de ella.
-¿Cómo te llamas? – le preguntó.
-Sakura – le contestó ella. Sonrió. Estaba en lo cierto.
-Mucho gusto, Sakura. Me llamo Itachi – le dijo él. Ella sonrió - ¿Cuál es tu dirección? – le preguntó, ya que estaba manejando sin un rumbo fijo.
-Residencial Tengoku – dijo ella. Itachi sonrió.
-Somos vecinos de residencial – le dijo él.
Ella se sorprendió.
- ¿Vives en Tochi? – le preguntó.
-Sí. Me mudé hace un año – le dijo.
- ¿Vives solo? – le preguntó, pero pareció arrepentirse -Lo siento, no debí preguntar – dijo ella, apenada. Itachi la miró con una sonrisa. Era tan tierna.
-No te preocupes. Y sí, vivo solo. Mi apartamento fue el regalo de mi papá en mi cumpleaños número 21 – le dijo él. Sakura asintió, y esta vez era el turno de él -Y tú, ¿vives con tus papás? – le preguntó. Sakura pareció dudar un momento, pero asintió –Vas al instituto aún, ¿verdad? – le preguntó esta vez.
-No. Este año entro a la universidad – le dijo ella. Itachi se sorprendió.
- ¿Cuántos años tienes? – le dijo.
-Cumplo 16 el 28 de este mes – dijo ella. Itachi se sorprendió más.
-¿Eres una niña genio, Sakura? – le dijo él. Ella sonrió levemente.
-Algo así – le dijo ella. Itachi sonrió. Si no fuera porque ya se había ganado su lugar en su mundo desde que era una niña diría que, aunque no la hubiera conocido hace 10 años habría sumado puntos con él: hermosa e inteligente, y dueña de una ternura que le hizo darse cuenta que la necesitaba en su vida. Todas las mujeres con las que había estado eran ya experimentadas y sin ningún rastro de la inocencia que percibía en ella.
Sin darse cuenta, ya habían llegado a su destino. Sakura le indicó cuál era su casa y una vez ahí llegó el momento de la despedida. La lluvia había cedido cuando ella se disponía a bajar del auto.
-Te acompaño a la puerta – le dijo Itachi, y aunque Sakura quiso negarse, ya no tenía sentido hacerlo.
Caminaron juntos hacia la entrada a la residencia de ella.
-Gracias por traerme, Itachi – le dijo ella con una sonrisa.
Itachi sonrió. Habría querido agradecerle por aparecer en el parque otra vez, aunque la había tenido que esperar por 10 años, pero no lo creyó oportuno.
-Fue un gusto, Sakura – le dijo él. Ambos se vieron con una sonrisa, hasta que Sakura entró a su casa.
Se quedó mirando la puerta con una sonrisa. La espera había valido la pena. Y ahora que sabía dónde vivía tendría que encontrar una forma de acercarse a ella. Porque de algo estaba seguro: esta vez no iba a dejar que ella se fuera de su vida. Esta vez había llegado para quedarse.
Yo!
Por aquí con una nueva historia, una que tenía en mente desde hace mucho tiempo. Si les gusta seguiré con ella, sino, ya veré qué hacer. Ojalá les guste.
Claramente, será más un ItaSaku que otra cosa. ¡Ya quería escribir algo de ellos!
Esperaré sus opiniones de este adelanto de la historia.
Hasta luego!
