Li es siempre quién me ayuda a crear cada capítulo y pocas veces lo digo. Y Yani es quien me ayuda a ponerlo presentable para ustedes. Infinitas gracias a las dos.


Te agradezco mucho Yani que me ayudes en cada capítulo.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 14

Tiempo actual…

―Hasta que te dejas ver, Edward ―manifestó Lauren con una mueca burlona―. No me gustó tu mensaje de que tenías algo importante que decirnos, así que presiento que será la cena menos apetecible.

Nos sentamos los tres en una de las mesas de la terraza. Era una noche calurosa y el verano estaba por finalizar.

Les sonreí, me sentía cómodo con ellos de nuevo en mi vida. Tuve unos años complicados donde los había desechado porque no estaba bien anímicamente. Hoy sabía que había sido una estupidez alejarlos.

Empezamos a cenar entre conversaciones triviales y risas tontas. Tenían dos niños pequeños y pensaban agregar un tercer hijo a su lista, ambos estaban ilusionados en que por fin viniera la niña.

―¿Qué ha pasado contigo, Edward? ―Ben se interesó en saber y brindó con su whisky―. Extrañaba a mi amigo de siempre.

Choqué mi vaso con el de él, brindando por nuestra vieja amistad.

―Estoy enfocado en mi trabajo y mis hijos ―dije.

Lauren bebió su copa de vino sin dejar de mirarme.

―¿Fuiste a Brasil? Se conmemoraron cinco años ―expresó ella con una mueca desanimada.

―Por supuesto que fuimos, nunca dejaré de hacerlo mientras tenga vida.

―¿Cómo están las Ardillas? ―añadió a su lista de dudas―. Dime que Amy no usa maquillaje ni nada por el estilo, se arruinará el cutis a temprana edad.

―Claro que no. Amy solo tiene diez años ―respondí.

―¿Y Sam? ―Fue el turno de Ben―. ¿Sigue siendo un buen niño?

―Lo es, ambos lo son. Y tengo mucho que agradecer a mis suegros. ―Fui honesto―. Ellos siguen involucrados en sus vidas.

Lauren hizo un mohín.

―Los Swan han estado firmes y nunca se han rendido ―murmuró―. ¿Sabías que están a punto de perder su casa?

―¿Qué? ―pregunté confundido―. No tenía idea, a mí Charlie no me ha comentado nada.

―Imaginé que no te habían dicho ―acertó Lauren―. Supe que no ha sido lo mismo desde que supieron que te enredaste con esa.

Me acomodé en la silla. Lauren tenía razón, los Swan habían cambiado conmigo y, aunque su trato seguía siendo cordial, la confianza entre nosotros se había roto y sabía que era mi culpa.

―Hablaré con ellos, no voy a permitir que pierdan su casa ―aseguré.

―¿Cuál es la razón por la que nos has reunido con tanta urgencia? ―indagó la rubia bebiendo de su copa de vino.

Exhalé suavemente a la vez que recargaba mi espalda en la silla.

―Me casaré con Angela ―revelé.

Los ojos de Lauren se ampliaron al máximo mientras que el semblante de Ben era de total sorpresa.

―¿Por qué esa decisión? ―inquirió Ben.

―Es un favor ―aclaré para que no se hicieran ideas que no eran―. Lo hago para ayudarle a obtener su residencia permanente, eso es todo.

Lauren se rio.

―Eres tan inocente, amigo ―se burló―. Esa tipa busca cómo atraparte desde hace tres malditos años y parece que ya lo consiguió. ¿O será que te olvidaste de mi amiga?

―Nadie tiene idea de todo lo que he vivido estos años ―murmuré―. Perdí a mi esposa y de un día para otro la vida nos cambió. Estuve luchando con mis propios demonios y les aseguro que sigo así…

―No parece ―rebatió la rubia―. Por un lado te muestras atormentado y de la nada dices que vas a casarte con esa.

―Lauren, nena, el alcohol está haciendo efecto ―opinó Ben, quitándole la copa de vino de las manos.

―No, Ben. Déjame decirle sus verdades, Edward es un blandengue. Por mí cásate con quien quieras, pero el día que Bella regrese, espero no verte cerca de ella ni de los niños.

Sus palabras me hicieron sentir más miserable de lo que era.

―Te estás confundiendo ―articulé―. No me casaré por amor ni una mierda de esas, es un maldito trato para ayudarle, es lo menos que se merece por haberla…

―Por haberla cogido. ―Lauren era directa y jamás adornaba las palabras―. No estás enamorado de ella, te creo. Acepto esa parte, amigo, pero nada garantiza que no terminarás enamorándote de ella y haciendo una vida con esa estúpida, ¿qué pasará con Bella?

―Yo seguiré esperando a mi mujer hasta que regrese. Ella es mi vida entera, ¿qué nadie se da cuenta?

―Qué patético eres. ―Lauren se puso de pie. El movimiento fue tan brusco que la mesa se movió y las bebidas cayeron sobre la superficie vertiendo el líquido―. No tenemos nada de qué hablar, Edward. Ojalá te aproveche tu nueva vida ―me señaló con su índice―, yo seguiré orando para que Bella regrese pronto y te juro que no dejaré que te acerques ni un centímetro a ella, lo juro ―sentenció saliendo a toda prisa.

―No sé si felicitarte ―expresó Ben, él también se había puesto de pie al igual que yo―. Realmente no sé qué decirte.

―No hace falta que digas nada, ve con tu esposa.

Él asintió.

―Espero tomemos una cerveza en estos días ―dijo, caminando a la salida.

Exhalé al quedarme solo.

Es solo un maldito favor.

Angela sabe que no puedo quererla, es consciente de que mis sentimientos no han cambiado en estos años.

―Por favor ―llamé al camarero―, tráeme otro whisky en las rocas.

Más desanimado que nunca, me senté nuevamente y empecé a beber…

No te he olvidado, Bella.

.

¿Cómo diablos pude llegar?

Froté mi rostro, esperando que abriera la puerta.

Angela no tardó en abrir, recibiéndome con esa gran sonrisa que siempre me daba.

―Ed, estás completamente borracho.

Me apoyé en su hombros, no podía caminar de forma recta, mis piernas se tambaleaban y mi cuerpo iba de un lado a otro. ¿A dónde íbamos?

―Mis amigos creen que me olvidé de mi Bella ―le expliqué atropelladamente mientras frotaba las manos en mi cara―. Ellos creen que ya no me importa, pero tú sabes que no es así, yo… yo… ―arrastré las palabras― yo la amo.

Miré hacia todos lados, estábamos en su habitación, recordaba las cortinas blancas.

―Ssh… ―llevó un dedo a mis labios y empezó a desabotonar mi camisa― , no pienses en ella, Ed.

Cerré los ojos.

En mis ensoñaciones era mi Bella quien me quitaba la ropa, era mi Bella quien besaba mi piel…

―Bella ―susurré.

―Soy quien tú quieras, amor…

Gemí, dejando que sus caricias me dieran el desahogo que no había tenido en tanto tiempo.

Mi espalda tocó la suavidad del colchón y me dediqué a sentir.

En mis oídos se coló la risa de mi Bella, asustado abrí los ojos y con horror descubrí que era Angela quien me acariciaba.

Torpemente me senté en la cama.

―Ang… no puedo.

―Sí puedes, por favor, acéptame. Solo una vez más, Ed. Por favor.

―Nosotros… tenemos un trato.

―Es un trato, nuestro matrimonio lo será. Por favor, no me rechaces, sé que quieres… tómame.

Abracé su espalda cuando se sentó encima de mí y, con un mal movimiento, la quité de encima. Me incorporé tambaleándome y abrí la puerta de su habitación.

―Necesito ir a casa ―murmuré―. ¿Dónde está mi camisa?

―No es necesario, quédate aquí y duerme. Dormiré en el sofá.

Apoyé mi espalda en la puerta, sus dedos empezaron a acariciar mi rostro. Entonces sentí un material frío, detuve su mano y vi que usaba un anillo de compromiso.

Intenté enfocar mi mirada en su rostro.

—Yo compré el anillo para que fuera más creíble nuestro matrimonio ―añadió―. Descansa, Ed.

No respondí nada. Volví a la cama y me dejé caer…

Mi Bella, cásate conmigo.

Sonreí antes de perderme en la inconsciencia.

.

―Edward… tienes una llamada.

La suave voz de Angela se coló en mis sueños. Inquieto, me removí en la cama quedando sentado, y la sábana cayó enrollada en mi cintura.

La cabeza me dio vueltas, apreté los párpados sintiendo una fuerte presión en la sien.

Sabía que eran los efectos de haber bebido suficiente alcohol hasta perder la conciencia.

Adormilado, me pasé las manos por el rostro y tomé el celular.

Mi garganta estaba seca, tenía una sensación de carraspera y, aunque mis ojos no lograban enfocar el nombre en la pantalla, respondí.

―¿Diga?

Me aclaré la garganta.

La hemos encontrado ―era la voz de Jenks―, su esposa apareció, señor Cullen.

El retumbar de mi corazón era un tamborileo fuerte que removió cada fibra de mis células. Mis terminaciones nerviosas se llenaron de júbilo y estaban por estallar.

El milagro había ocurrido después de cinco miserables años que la perdí en ese maldito viaje. ¡Mil veces maldito!

Exhalé ruidosamente.

Llevé una mano a mi pecho; sintiendo mis palpitaciones al punto máximo.

Que no sea un sueño.

Giré levemente la cabeza. Angela, mi prometida, me observaba curiosa y con el ceño fruncido.

―Bella apareció. ―Las palabras salieron de mi boca―. Mi esposa apareció después de cinco años, ¿puedes creerlo?

Pateé las sábanas saliendo de la cama, me puse rápidamente el bóxer y el celular resbaló de mis manos.

Lo levanté a toda velocidad y lo puse en mi oreja.

―Jenks, ¿sigues ahí? ―pregunté―. ¿Dónde está?, ¿cómo está?

En Colombia. Tienes que venir, tienes que verla.


Aunque los reviews no son visibles, ustedes me han apoyado y realmente lo agradezco. Aquí está el capítulo que prometí. El siguiente capítulo arrancamos con la historia en el presente, así que ojalá me sigan acompañando. ¿Opiniones?

Gracias totales por leer 💚