Descargo de responsabilidad.

Canción de Hielo y Fuego no me pertenece, ni ninguna de las imágenes mostradas. Este fic fue creado por mí con el propósito de de responsabilidad.

Tyrion

Tyrion Lannister vio la flota acercarse a la bahía del Aguasnegras. Él estaba en la torre más cercana a la puerta del lodazal, donde él y sus comandantes esperaban que se concentraran los mayores ataques, ya que las fuerzas terrestres de Stannis se congregaban frente a ella, justo al otro lado del río. Habían llegado allí hacía dos días y ya habían intercambiado flechas con sus tropas, pero como era un desperdicio de recursos que no podían permitirse, Tyrion ordenó que los ignoraran.

Las tropas de Stannis, que se calculaban en más de cuarenta mil, seguían al otro lado del río, esperando a que llegara la flota para construir un puente y cruzar. Allí comenzaría la batalla para la que Tyrion se había estado preparando durante los últimos meses.

Stannis se había tomado su tiempo para llegar allí, lo que había desconcertado a Tyrion, quien esperaba que retrasara su asalto a la ciudad.

Tyrion ya pensaba que Stannis se quedaría a vivir en Bastión de Tormentas, donde había estado hasta ahora. Sin embargo, tampoco estaba muy entusiasmado por su llegada, ya que su padre aún no se había presentado, a pesar de que desde que Bastión de Tormentas cayó, Tyrion, sabiendo que las vacaciones en la playa de Stannis habían terminado, mandó una carta a su padre para informarle de su inminente ataque, uniéndose a las casi diarias que enviaban Cersei y Joffrey, ordenándole que se apresurara a la ciudad para defenderlos de Stannis.

Tyrion sabía que su padre los ignoraría hasta que Stannis emprendiera su camino hacia la ciudad, por lo que no insistía en su llegada y se concentraba en reforzar su guardia, aumentando el número de los Capas Doradas a siete mil, limpiando las murallas de la ciudad de cualquier edificio construido por mendigos o los propios ciudadanos que Stannis pudiera usar para escalar sus muros.

Tyrion enviaba a los traidores descubiertos por Varys a Joffrey para que enfrentaran la justicia del rey, y usaba su poder como Mano para confiscar cualquier barco que llegara y así ayudar en la defensa de la ciudad. Además, preparaba barcos cargados de fuego valyrio para una última resistencia desesperada, cuando la flota de Stannis ya no pudiera ser controlada.

Como refuerzo, se preparaba para cerrarle la retirada a Stannis, para que no pudiera huir cuando su flota estuviera en llamas. Tyrion esperaba que todas estas medidas al menos les dieran unos días hasta que llegaran las tropas de su padre, pero cuando terminó sus preparativos, Stannis seguía atrincherado en Bastión de Tormentas, por lo que Tyrion tuvo esperanzas de que la ciudad sobreviviera sin tener que tomar medidas desesperadas.

Por todo esto, cuando Tyrion se enteró de que Stannis había tomado Bastión de Tormentas, se apresuró a enviarle una carta a su padre para que se apresurara desde Harrenhal. Su padre respondió a su carta, y se suponía que estaría allí hace dos días, pero Tyrion no veía a su ejército por ningún lado, por lo que pensaba que quizás se había encontrado con retrasos, retrasos llamados Roose Bolton, a quien habían apodado "la sanguijuela del león" por su hostilidad hacia su padre y su negativa a separarse de él.

Tyrion había mantenido su esperanza hasta que vio la flota de Stannis acercarse por la bahía y dirigirse al río Aguasnegras, seguramente para tratar de construir un puente para las tropas de Stannis.

Tyrion calculaba que no podrían defender la ciudad más de dos días con semejante embestida de hombres, y su última esperanza, Petyr Baelish, que prometió negociar con los Tyrell para traerles refuerzos, había muerto cuando una serpiente venenosa se abalanzó sobre él.

Las tropas que lo acompañaban dijeron que un cuervo pasó y una serpiente apareció en la cara de Baelish. Como prueba, trajeron su cadáver mordido e hinchado, pero Cersei los metió en las celdas negras bajo sospechas de traición, al no creerles nada de lo que decían.

Los hombres seguían allí, pero hasta el momento, su versión de los hechos no había cambiado e insistían en que un cuervo le arrojó la serpiente, justo como hacía el Lobo de Invierno con sus cartas personalizadas. Tyrion no sabía qué pensar; aún miraba el cielo cada vez que salía por si acaso. Pero si el Lobo de Invierno pudiera controlar a sus cuervos a tal grado, ¿no sería eso magia?

Este no era el único rumor sobre magia, y tampoco el más descarado, porque los guardias de Renly aseguraban que una sombra mató a su rey, justo en medio de cinco de sus guardias reales. Aunque tres de ellos estaban muertos y no se sabía si estaban de acuerdo con esa versión de los hechos, algunos decían que las heridas ponían todas las sospechas sobre los sobrevivientes, porque los muertos nunca tuvieron oportunidad de defenderse, justo como pasaría si tus propios aliados blandieran su espada en tu contra. Aun así, uno de los guardias era Loras Tyrell, y los señores de Renly no se atrevieron a ejecutarlo, por lo que se lo devolvieron a su familia antes de ir a arrodillarse ante Stannis.

—¿Mi señor? —preguntó Ser Mandon Moore, su escudo armado en esta batalla.

—¿Qué esperan? Pasen la orden, disparen las catapultas sobre esos barcos —ordenó Tyrion cuando los barcos entraron al río.

Eran demasiado pocos barcos, unos cincuenta, y se suponía que Stannis tenía más de doscientos. Si no habían tenido una suerte suprema y el resto se hundió, su plan de contingencia sería poco efectivo contra ellos, pues podrían realizar otro ataque.

—El ejército Lannister estará aquí en no más de dos días. Solo tenemos que resistir hasta entonces y Stannis ya no será un problema —gritó Tyrion para animar a sus tropas y comandantes.

Tyrion había hecho bien su trabajo al despedir a Janos Slynt, antiguo comandante de las Capas Doradas, al Muro, y en su lugar puso a Ser Jacelyn Bywater, un hombre capaz que no huiría al ver al ejército enemigo y, mejor aún, no le apuñalaría por la espalda, como le pasó a la desafortunada y confiada Mano anterior a él.

Sus hombres gritaron en apoyo, pues ver cincuenta barcos no era un espectáculo muy intimidante. Ya vería Tyrion si seguían manteniendo ese ánimo cuando treinta mil hombres cruzaran el río y embistieran las murallas.

Cinco horas después, Tyrion se preguntaba qué demonios había pasado, mientras un bruto lo arrastraba y lo depositaba frente al Trono de Hierro, para ponerlo de rodillas junto a su hermana Cersei, sus hijos Joffrey y Tommen, el mismo Ser Jacelyn, su primo Lancel, el mismísimo Perro y hasta Varys, por todos los infiernos. Si había alguien que él no esperaba ver allí, era a Varys.

Todos estaban frente a Stannis Baratheon, que ahora estaba sentado en el Trono de Hierro, con sus principales señores de pie, en frente del trono, mirándolos con desprecio.

Ellos no eran los únicos allí; toda su corte estaba arrodillada frente a Stannis, pero los que Tyrion veía eran aquellos a los que esperaba que murieran antes de poder arrodillarse, ya fuera en batalla, por su propia mano o la de alguien más que les hundiera una daga en la espalda para congraciarse con Stannis. Sin embargo, allí estaban todos ellos. Algunos, como el mismo Tyrion, habían sido golpeados antes de llegar allí, pero en general, se podía decir que todos estaban bien.

Tyrion aún estaba incrédulo, recordando cómo los barcos de Stannis ganaron la batalla en el Aguasnegras y formaron su puente, por el que se apresuraron sus caballeros hacia la Puerta del Lodazal.

Tyrion había ordenado desplegar los barcos cargados de fuego valyrio para causarle el mayor número de bajas a Stannis, cuando le informaron que las puertas del Lodazal estaban abiertas y las bajas que pensaba causarle a Stannis estaban entrando en la ciudad y barriendo sus tropas en la muralla. Tyrion solo parpadeó como un estúpido, escuchando un grito a lo lejos.

"¡Hombres astados!" Esa consigna se repetía una y otra vez. Tyrion solo podía pensar en su mente, que ya se había deshecho de ellos. Varys mismo le informó que los habían capturado a todos. Luego de eso, todo fue de mal en peor, porque los barcos de Stannis evadieron a sus barcos cargados de fuego valyrio, dejándolos pasar de largo y siendo arrastrados por la corriente.

Los barcos que formaban el puente empezaron a retirarse mucho antes de que los explosivos llegaran a ellos, y luego de dejarlos pasar, volvieron a armar su puente. Al final, los barcos cargados de fuego valyrio hicieron un gran espectáculo cuando se estrellaron contra la cadena levantada, pero solo era un espectáculo, porque allí no había nada que matar.

Así, la ciudad fue invadida sin ninguna resistencia, y en unos pocos minutos, Tyrion, a quien todo el reino conocía, estaba en la mira de unos cincuenta brutos, cuyos ojos se iluminaron al verlo.

Tyrion no creía que los desgraciados se alegraran más al ver a sus madres. Él trató de correr para huir, pero sus piernas atrofiadas no dieron para mucho, y fue capturado con facilidad. Su escudo armado fue arrollado y desapareció bajo cuatro docenas de hombres que reclamaban la autoría de la captura de Tyrion.

Tyrion se resistió, pero fue desarmado y apaleado sin piedad, al igual que sus comandantes. Incluso el Perro, que cuidaba de Joffrey, fue superado por la marea de hombres que se les echó encima y fue capturado.

Todos fueron capturados, no hubo forma alguna de que pudieran detener el avance de hombres codiciosos que los miraban y se abalanzaban para reclamar su captura, mientras luchaban con sus propios compañeros por el premio. Las fuerzas de la ciudad fueron superadas por casi diez a uno, no hubo posibilidad de lucha.

Tyrion luego se enteró de que la Fortaleza Roja cayó aún más rápido que las murallas y que todos los nobles en ella fueron capturados con la misma facilidad que ellos, cuando cientos de enemigos salieron de las paredes.

Cersei había sido atrapada tratando de envenenar a Tommen, a quien Tyrion había tratado de poner a salvo, pero su plan fue descubierto por Cersei y no se despegó del niño desde entonces, por lo que estaba con ella en el asedio.

En resumen, fue la defensa más nefasta de la historia de las defensas, y hasta él, que estaba acostumbrado a ser avergonzado de forma constante, ahora se sentía muy avergonzado de su desempeño como defensor de la ciudad.

Lo peor fue que Tyrion siempre creyó que estaba haciendo un gran trabajo y esperaba de forma estúpida que alguien reconociera su esfuerzo cuando todo esto terminara. Ahora solo quería encontrar un lugar donde esconderse y no salir jamás.

Stannis los miraba a todos desde su trono con desaprobación. Sus señores lucían tan inflados que parecían pavos rellenos. Sus caballeros lucían las marcas de magulladuras debido a la dura batalla que sostuvieron con sus propios aliados para pelearse por los prisioneros.

Tyrion buscó a la sacerdotisa roja, sobre la que él mismo había esparcido rumores de hechicería y asesinato, que según decían, no eran falsos, pero allí no había ninguna mujer de rojo, y al pie del trono en el lugar de más honor, solo estaban dos personas que no podían ser ella. Ni siquiera estaba la reina de Stannis o su hija.

Las personas al pie del trono eran un caballero con pinta de comerciante pobre, Ser Davos Seaworth, Tyrion sabía según Varys que era el más leal servidor de Stannis, aunque no uno de sus señores principales debido a su origen humilde y su anterior trabajo de contrabandista, lo que disgustaba a los nobles señores.

Al lado del caballero de la cebolla, estaba una mujer, o eso parecía por su silueta, porque llevaba capucha y la mayor parte de su rostro estaba en sombras. La mujer era algo baja y de figura esbelta.

Por el lugar que ocupaba, Tyrion se preguntó si Stannis era consciente de la reputación de su sacerdotisa roja y la había disfrazado, pero con su carácter, eso era poco probable. Además, su estandarte era el corazón llameante, que según Varys era el emblema de la fe de un dios extranjero.

En la cabeza de Stannis, tampoco estaba la corona de los Baratheon, sino una corona forjada con forma de llamas. La fe sin duda tendría mucho que decir respecto a esto, y la gente de la ciudad también estaba en contra de Stannis porque Tyrion se había encargado de decirles a todos que la escasez de comida que sufrían era culpa de Stannis.

Mientras los hombres de Stannis terminaban de arrodillar a los nobles frente a su señor, lo cual era un arduo trabajo ya que los habían capturado a todos, un cuervo entró a la sala del trono, y Tyrion vio que llevaba una carta en sus garras. Tyrion observó una escena absurda cuando los señores de Stannis se lanzaron a las escaleras del trono de hierro y escudaron a Stannis, como si temieran que alguien le disparara una flecha.

El cuervo, ignorante de lo que pasaba allí, no se detuvo a mirar y con suavidad aterrizó sobre el brazo extendido de la mujer encapuchada que tomó la carta. Luego, el cuervo se posó en su hombro, y ella miró a los señores que rodeaban a Stannis. Tyrion supuso que tampoco entendía lo que pasaba allí, pero como ella recibió la carta, y el cuervo se quedó allí, eso le hizo pensar a Tyrion que esta mujer servía al Lobo de Invierno, y no a Stannis.

Tyrion pudo escuchar el rechinar de dientes de Stannis desde su posición, mientras sus señores se atropellaban unos a otros para bajar las escaleras del trono y volver a sus puestos. Tyrion no entendía nada, y nadie explicó nada. Stannis y sus señores fingieron que nada había pasado, y la mujer se apresuró a entregarle la carta al rey cuando este le dedicó un rechinar de dientes.

Stannis tomó la carta con brusquedad, que por su forma de entrega, todos sabían que era del Lobo de Invierno, el único que conocía el método para hacer que los cuervos entregaran cartas estrellándolas en la cara de la gente. Tyrion sonrió al entender lo que había pasado antes, pero enterarse de que Stannis había recibido algunas cartas directo a su cara cuadrada no le animaba demasiado.

Stannis abrió la carta con furia mal disimulada y la leyó, para mostrar una pequeña sonrisa, que también podría ser una mueca en su rostro pétreo. Stannis le devolvió la carta a la mujer y le hizo una señal a su portavoz indicándole que la leyera. Después de recibir la carta, el portavoz, sacó pecho y comenzó a leer.

—«A su majestad, Stannis Baratheon, el primero de su nombre, rey de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres y protector del reino. Yo, Robb Stark, señor del Norte y su leal servidor, le informo de los resultados de mi batalla contra el ejército liderado por el señor rebelde, Tywin Lannister, antiguo señor de Roca Casterly y guardián del Oeste.

»Nuestros ejércitos se encontraron con el ejército rebelde en los campos de cultivo más allá de Aguasdulces y nos enfrentamos en una batalla de igual a igual, que gracias a la bondad de los Siete y los dioses antiguos, he ganado sin sufrir demasiadas pérdidas, derrotando al señor rebelde y capturando a su hermano Kevan Lannister, y a su más famoso comandante, Gregor Clegane, apodado la Montaña que Camina.

»También debo dar mérito a quien lo merece y he de mencionar que el señor rebelde logró escapar del campo de batalla bajo la protección de su guardia de batalla, que valientemente rechazó a mis hombres para que pudiera escapar. Sin embargo, uno de mis más leales abanderados, Lord Roose Bolton, entró en su persecución, entrando en batalla personal con el señor rebelde y reclamando su cabeza para la corona.

»Los restos del ejército enemigo se rinden en masa, y los que no, pronto serán capturados y llevados ante su majestad, en el menor tiempo posible.

»Por último, debo dar elogios y honores a mis señores más destacados en esta guerra: Rickard Karstark, Maege Mormont, Jon Umber…»

El vocero leyó una larga lista de señores norteños y rivereños. Entre los señores de los ríos, se hacía mención especial de Lord Frey, quien aportó cuatro mil hombres al ejército de Robb Stark.

—¡Padre está muerto! —dijo Cersei aturdida.

Tyrion no dijo nada; ya se esperaba que algo así sucediera cuando su padre no llegó en la fecha prevista… Tyrion abrió mucho los ojos.

—Recibimos una carta de mi padre que decía que estaba en camino a Desembarco del Rey, ¿cómo es que tuvo una batalla más allá de Aguasdulces? —preguntó Tyrion sin poder contenerse.

—Mi señor, ¿no lo habéis escuchado antes? Uno de los apodos del Lobo de Invierno es el Lobo Astuto. Él interceptó vuestro mensaje de ayuda, y también os respondió —dijo Stannis con desprecio—. Las puertas abiertas, la exposición de vuestros planes con el fuego valyrio, la cadena para capturar a mi flota, la captura de la Fortaleza Roja, así como el haber revelado todos los túneles secretos de esa araña a vuestro lado, también son mérito suyo —sentenció Stannis.

«Él es un monstruo, no podemos ganar esta guerra», escuchó Tyrion en su cabeza, con la voz de su hermano.

El Lobo de Invierno, porque es frío y cruel como el invierno. El Lobo Astuto, porque nunca juega limpio. El Señor de los Cuervos, porque desarrolló un método secreto para enviarlos a donde él quisiera, dándole una ventaja abrumadora en la guerra. El Lobo Serpiente, porque no tiene honor y es capaz de lisiar y hasta torturar a sus prisioneros, escondiéndose detrás de la ley, para que su honor, inexistente, no pueda ser cuestionado en voz alta.

Una serpiente que se disfraza de lobo. Y un monstruo al que no se debe, por ningún motivo, tener de enemigo, pensó Tyrion con amargura mientras los últimos prisioneros eran traídos ante el rey y su trono.

Stannis les dedicó una última mirada de desprecio, y su portavoz levantó un pergamino, después de que él le miró.

—A todas las personas que no sean nombradas en este pergamino se les permitirá volver a la paz del rey Stannis Baratheon, el primero de su nombre, rey de los Ándalos, los Rhoynar, los Primeros Hombres y protector del reino, y jurar su lealtad al Trono de Hierro.

»Tywin Lannister, Cersei Lannister, Tyrion Lannister, Kevan Lannister… —Él nombró a todos los Lannister que quedaban con vida o que se sospechaba estaban con vida antes de que escribieran ese pergamino, pensó Tyrion e hizo una mueca mientras seguía escuchando nombres—. Lord Varys, Sandor Clegane, Gregor Clegane, el maestre Pycelle, Loras Tyrell, Mandon Moore, Meryn Trant, Boros Blount, Osmund Kettleblack. De entre estos, el rey Stannis ha dictado sentencia a los siguientes.

»Tywin Lannister, por el crimen de traición, es sentenciado a muerte; todos sus títulos serán revocados y sus propiedades y tierras serán expropiadas. No habrá herencia para sus familiares. Cersei Lannister, por el asesinato de Robert Baratheon, rey de los Siete Reinos, los Ándalos, los Rhoynar, los Primeros Hombres y protector del reino, por el crimen de traición y por el asesinato de Eddard Stark, es sentenciada a muerte.

»Joffrey Mares, hijo bastardo de Cersei Lannister y Jaime Lannister, por el crimen de usurpar el Trono y el asesinato de Eddard Stark, Mano del Rey Robert Baratheon, es sentenciado a muerte… —Joffrey empezó a chillar, y aunque Cersei se lanzó para protegerle, ambos fueron golpeados hasta quedar inconscientes. Tommen lloró a su lado, pero Tyrion lo abrazó y logró que no les golpearan.

El portavoz esperó unos segundos y continuó:

—Lord Varys, por el crimen de conspirar contra el reino y provocar la guerra conocida como la Rebelión de Robert, donde murieron decenas de señores, caballeros, soldados y gente común en todos los Siete Reinos, por el crimen de violar vuestros deberes como consejero de los susurros y ocultar información a la corona, por el crimen de ser cómplice en la muerte de Eddard Stark, por el crimen de traición al reino al estar conspirando con extranjeros, financiando y entrenando rebeldes para atacar al reino y a su legítimo rey, se le condena a muerte —concluyó el vocero.

Tyrion miró a Varys; él fue el último condenado, pero sin duda, su acusación fue la más espectacular.

—Parece que vuestro Lobo de Invierno os ha contado muchas cosas —dijo Varys con una sonrisa de… aceptación—. No lo negaré, supongo que os ha contado más de lo que dijisteis, pero también os diré que ese niño no es mejor que yo, y mientras os endulza el oído con la historia de mi vida y la de otros, ya se prepara para traicionaros —dijo Varys con una sonrisa de satisfacción. Stannis lo miró con desprecio.

—¿Lo decís porque envió a sus hermanas con Daenerys Targaryen? ¿O porque su supuesto hermano bastardo es el hijo de Rhaegar Targaryen? —preguntó Stannis.

Ni Varys ni el resto de los arrodillados pudieron ocultar su sorpresa. Tyrion no era una excepción. Eddard Stark, el lobo honorable y de reputación intachable, escondiendo a un dragón de su mejor amigo. Todo un escándalo. Además, su hijo mandó a sus hermanas junto a otra Targaryen, y una que según escuchó Tyrion por los mismos susurros de Varys, se ha nombrado a sí misma reina de los Siete Reinos y tiene tres dragones.

Antes, Tyrion lo descartó como tonterías de Varys para darse aires o hacerles perder el tiempo en historias fantásticas, pero ahora se lo creía todo.

—Bueno, ¿Y qué pensáis sobre ello? ¿Os complace que conspiren en vuestra contra? —preguntó Varys. Stannis bufó.

—¿Olvidáis que fui yo quien dejó ir a los niños Targaryen? ¿Me creéis un animal como lo fue Tywin Lannister? ¿O creéis que caeré en vuestras conspiraciones al igual que todos los demás?

»¿Qué creéis que hará Daenerys Targaryen cuando se entere de que vos e Illyrio Mopatis trabajáis juntos y que la vendieron a los dothraki para que ella trajera un ejército al reino, mientras ustedes presentan a un falso Targaryen para que la mate y quede como un héroe ante la gente común? —preguntó Stannis con asco.

Tyrion estaba aturdido y solo podía mirar a Varys con asombro, como todos los demás, porque lo que estaba diciendo Stannis era que hasta ahora, todo lo que él había vivido, era una mentira. Todo una puesta en escena organizada por Varys, donde al final, él sería el ganador.

Tyrion simplemente no podía aceptar eso. Su padre murió por los enredos de Varys. Su hermano al Muro, su familia expropiada de todo lo que les pertenecía, incluso Cersei, era solo una herramienta para este tipo.

—Varys, hay algo que el Lobo de Invierno no me dijo sobre vos. Y eso es vuestro propósito último. ¿Qué pretendes con todo esto? Porque tantos enredos y tramas solo para poner a otro títere en el trono, los dioses saben que mi hermano no era el tipo más listo del mundo, ni el más apegado a su deber y las leyes.

»Si lo que querías era a un títere, bien podías tenerlo a él y apartarnos al resto, y no digas que no podías —acusó Stannis.

Tyrion debía aceptar que esa pregunta era algo que él pensaría también, porque las acciones de Varys no tenían sentido alguno, más que montar un espectáculo de guerras y muerte. Esta vez fue Varys el que los miró con desprecio a todos ellos mientras sonreía.

—No os lo dijo porque no lo entendería, majestad —dijo con desprecio—. Gente común. Así le llaman. Pero todos ustedes son igual de comunes a ellos. No hay diferencias, más que el lugar donde nacieron y de quién son hijos. Por eso, aunque hoy mi cabeza caiga, un día, lo que represento, llegará a ustedes.

»Un día, lo que pretendía, se logrará, y ese trono será ocupado por un rey. Uno verdadero. Uno que sea sabio, inteligente, criado en la fe, con los modales de un caballero y la fe de un buen hombre.

»Un rey que sepa cuál es su deber para con el pueblo. Que sepa lo que es la humildad y la compasión por lo que los rodea. Un rey para el pueblo, y no para un montón de… ustedes —insultó Varys. Y Tyrion pensando que se llevaban bien.

Stannis hizo una mueca. Luego, delante de todos, él se rio, y se rio con sinceridad, risas secas, roncas, rasposas e inusuales, pero risas al fin y al cabo.

—¿Y crees que el niño malcriado que criaste es ese rey? Varys, eres igual de estúpido que Baelor el santo —blasfemó Stannis—. Si crees que un niño estúpido va a ser un buen rey porque se lo has dicho desde que tiene uso de razón, es porque estás mal de la cabeza, y que hayas matado a tanta gente solo por ello, solo demuestra lo retorcido y podrido que está tu interior —reprendió Stannis con furia, y Tyrion debía aceptar que tenía razón, y el haberse visto involucrado en semejante desastre le hacía sentir humillado, pero sobre todo enfadado e iracundo. Su padre debía estar revolcándose en su tumba en este momento.

—Llévenselo y asegúrenlo en las celdas negras; si sufre un solo raspón antes de la ejecución, todos los guardias pagarán con sus vidas —sentenció Stannis.

Varys fue arrastrado fuera mientras les maldecía y se daba la razón a sí mismo; al parecer, las palabras de Stannis le habían afectado, pero si se hubiese tomado la molestia de explicar su plan a alguien más que tuviese medio cerebro, le habría dicho lo mismo.

Varys no podía tomar a una persona al azar, repetirle que era bueno hasta que no le quedara nada más en la cabeza y luego ponerle una corona y pedirle que hiciera el trabajo de un rey de forma ejemplar. Así no funcionaba el mundo, así no funcionaba la gente.

Después de que se llevaron a Varys, Stannis miró al resto.

—Esta será su última oportunidad. Jurarán lealtad, o serán ejecutados; no habrá más guerras civiles en este reino —sentenció Stannis.

Como no era con él, Tyrion no tuvo ninguna reacción, pero si le preguntaran, diría que las guerras, justo comenzaban matando gente. Por supuesto, también terminaban matando gente, así que no podía decir si Stannis estaba equivocado o tenía razón; eso solo podían decirlo los resultados de sus acciones.

Los afortunados que no fueron nombrados en la lista de culpables se apresuraron a clamar inocencia y a jurar lealtad.

Stannis rechinó los dientes, pero como ya había prometido dejarlos libres, los espantó con un gesto de su mano, para que se largaran. Ni siquiera los castigó o les quitó un rescate por su liberación; después de todo, habían sido capturados, y había soldados que tenían ese mérito, y que Stannis debía pagar ahora que había liberado a sus capturas sin pedir opinión de nadie…

«Él acaba de decomisar toda la fortuna Lannister», recordó Tyrion, y se preguntó si su cerebro se estaba atrofiando por tanto vino. Antes él estaba orgulloso de su inteligencia, pero después de escuchar las hazañas de nivel divino de Varys, solo podía pensar que él solo era un miserable gusano con el ego demasiado elevado.

—Majestad, perdone a su siervo; hemos sido engañados, pero servimos a vuestro hermano con honor y devoción —suplicó Ser Meryn Trant.

Tyrion puso los ojos en blanco. Stannis rechinó los dientes y miró a sus soldados, que arrastraron a Ser Meryn, Ser Boros, Ser Osmund y Ser Mandon, fuera. Ellos habían golpeado y humillado a Sansa Stark, nada menos que la querida hermana del mismísimo Lobo de Invierno. Ya debían darse por muertos al ser capturados. Porque si algo envidiaba Tyrion de los Stark, era que ellos, en verdad, se amaban unos a otros, y no les importaba la posición que ocuparan o sus títulos. Ellos eran lo más importante en sus corazones.

—¡Sandor Clegane! —llamó Stannis.

El perro, cuya insistencia en luchar le había valido varias palizas seguidas y que ahora estaba más inconsciente que consciente, se las arregló para gruñir, pero Stannis asintió, como si hubiese recibido un saludo formal.

—Sansa Stark ha rogado por vos, dice que sois una persona de buen corazón, que ha tenido la desgracia de presenciar solo la maldad de este mundo y de servir a viles villanos. Por lo que vuestra alma pura solo conoce el sufrimiento y el dolor. Creo que esa niña está delirando, pero podéis largaros con mi perdón y una bolsa de oro en agradecimiento de los Stark por evitarle algunos momentos de tortura a su hermana —sentenció Stannis.

Tyrion miró al perro y parpadeó varias veces para ver si veía lo que describía Sansa Stark por algún lado, pero seguía viendo al perro que gruñó con desprecio mientras lo ayudaban a salir, y al final maldijo a Sansa Stark, llamándola "pajarito de mierda."

—Ser Balon Swann, habéis cumplido con vuestro deber con honor hasta el final, y un hombre no debería ser castigado o injuriado por ello. Así que sois bienvenido a servirme o a tomar el negro, si consideráis que es oportuno —ofreció Stannis al último de los guardias reales presentes en la sala.

Ser Arys Oakheart fue nombrado, pero él estaba con Myrcella en Dorne. Ser Balon se levantó y volvió a arrodillarse, esta vez sobre su pierna derecha, en señal de lealtad. Stannis asintió satisfecho, y como no quedaba nadie, los miró a ellos, aunque ya había dictado sentencia a Cersei y Joffrey.

—Tyrion Lannister, como todos en este reino, fuisteis una pieza más en los planes de Varys; tampoco puedo imputarte ningún crimen en contra del reino o que hayas actuado de mala fe. Solo has apoyado a tu familia, como yo mismo hice alguna vez, ignorando mi deber para con mi rey.

»Aún así, fuiste parte de la traición de tu familia, y debes aceptar las consecuencias de tus actos. Como he declarado antes, la familia Lannister ya no será parte de la nobleza de los Siete Reinos, y todas sus posesiones y títulos serán incautados. Más allá de eso, aún tendrás tu libertad fuera de este reino —sentenció Stannis.

"¿Hemos sido exiliados, como los Targaryen?", comprendió Tyrion con pesar. Pero dentro de lo que cabía, era afortunado. Si Joffrey o Robert Baratheon siguieran en ese trono y juzgaran sobre ellos por traición, todas sus cabezas rodarían.

—También puedes ir al Muro y reunirte con tu hermano —aconsejó Stannis. "Gracias, pero no gracias", pensó Tyrion.

—Gracias, majestad, pero siempre he querido visitar las Ciudades Libres, y tomaré esta oportunidad —se apresuró a decir Tyrion—. Majestad, ¿qué pasará con Tommen y Myrcella? —preguntó Tyrion de mala gana.

Tyrion no quería escuchar que ellos serían prisioneros el resto de sus vidas, si es que lograban vivir. Stannis se quedó mirándole por unos segundos.

—No soy mi hermano, ya lo he dicho antes. Fui yo quien dejó alejarse a los niños Targaryen, y si puedo dejar ir a dos herederos legítimos, también puedo dejar ir a dos bastardos sin ninguna línea de sangre real —sentenció Stannis.

Tommen lloró por su madre, pero Stannis no se conmovió y los hizo echar, mientras se llevaban a Cersei y Joffrey.

Robb

Robb caminaba entre las tropas de su pequeño ejército de tres mil hombres, que ya habían armado las carpas y aún seguían en la celebración de su gran victoria, aunque ya había pasado casi una semana de esta. El resto de su ejército iba camino a Desembarco del Rey para entregar a los prisioneros capturados a Stannis. Aunque solo a los nobles, Robb había enviado a los campesinos de vuelta a las tierras del Oeste con algunos de sus hombres, liderados por cinco hijos de los señores del sur.

El resto de nobles, caballeros y señores, tanto del Norte como del Sur, marchaban con él hacia Aguasdulces, donde sería su boda con Roslin Frey.

Robb no había querido ni oír hablar de hacer la boda en Los Gemelos, a pesar de las quejas de Walder Frey, sobre que él ya no podía cabalgar. Si se moría en el camino, a Robb no le importaba, porque había asegurado la vida del anciano Stevron Frey, y no necesitaba que el viejo siguiera con vida. Si se moría, ya podría pagarle todo lo que le hizo en otra posible vida.

A Robb, el anciano no le inspiraba ningún buen sentimiento. Él seguía preguntándose si no era mejor verter un poco de veneno en su copa, pero los Frey en verdad lo dieron todo, como su ejército, y eso le detenía de matar al viejo miserable.

Robb interrumpió sus pensamientos porque había llegado a una carpa hecha con un grueso árbol como sostén. Afuera había veinte hombres montando guardia, que le dejaron entrar a él, a su tío Brynden, y a sus dos sombras que eran Rickard Karstark y Maege Mormont.

Robb ya estaba planeando cómo deshacerse de ellos también. Él no necesitaba niñeras, y la guerra ya había terminado. No necesitaba ejércitos en lo que seguía de sus planes. Por supuesto, no iba a dejar veneno en sus copas. Él se aseguraría de que obtuvieran una recompensa adecuada por sus servicios, lejos de él.

Fuera de la carpa, se quedó su guardia personal de diez hombres y Viento Gris. Que la guerra terminara no significaba que su vida estuviese fuera de peligro, porque aún había muchas cosas que debía hacer, como asegurar el Muro, encargarse de arruinar los planes de los Caminantes Blancos y darle una mano a Jon. Ahora que había salvado la vida de su madre y hermanas, seguía la de su hermano, porque él nunca lograría ver a Jon como un primo; él era su hermano.

Dentro de la tienda, atado con cadenas de pies y manos al grueso tronco del árbol, estaba el hombre más alto que Robb hubiese visto en sus dos vidas. El Gran Jon superaba los dos metros de altura, pero este tipo era aún más alto y el doble de musculoso.

El hombre era Gregor Clegane, conocido como la Montaña, y que aun sin armadura, parecía una bestia y actuaba como una bestia, porque gritó e intentó escupirlo, pero llevaba un bozal, y solo pudo gruñir.

El bozal era obra de Rickard Karstark y Maege Mormont porque la Montaña estaba diciendo tonterías sobre ser envenenado, y como no podían cortarle la lengua antes de llevarlo con Stannis, le habían puesto un bozal. Robb no sabía como este bruto resultó envenenado, porque lo que él envenenó fue la comida de los soldados campesinos, y dudaba que La Montaña la hubiese probado.

Fuera como fuera, ahora Gregor Clegane lucía como un verdadero perro rabioso, y para evitarse persecuciones, lo habían amarrado a un árbol. Este tipo y el Gran Jon eran capaces de arrojar troncos de árboles de doscientos kilos, pero este árbol estaba bien sujeto del suelo, y Robb supuso que hasta la maquinaria moderna le costaría moverlo, por lo que la Montaña estaba asegurada encadenada a su tronco.

Robb sacó su daga, y la Montaña gruñó.

—Ser Gregor, sus crímenes y atrocidades son realmente numerosos, pero el rey Stannis ya ha juzgado sobre ellos, y seréis decapitado. Sin embargo, usted es el asesino de mis sobrinos políticos y los hermanos de mi hermano Jon, por lo que no puedo encontrarme con él y verle a la cara, para decirle que ha estado en mis manos, y no he hecho nada en su nombre —dijo Robb y miró a los guardias—. ¡Sostengan su cabeza! —ordenó Robb y levantó el cuchillo.

Su tío, el viejo Karstark, y la mujer osa tuvieron que colaborar porque Gregor en verdad era una bestia, y se necesitaba mucha gente para inmovilizarle.

Media hora después, Gregor Clegane lucía una cabeza de lobo grabada en su frente, hecha con el cuchillo que cortó su piel.

Robb habría querido traer a Lord Bolton para que se encargara del trabajo, ya que según decían era un experto, pero esto debía ser hecho por él en persona. La sangre corría por la frente de Clegane, y parecía sufrir un gran dolor, porque sus ojos se ponían en blanco mientras gruñía de forma desesperada.

—¿Habéis… —el viejo Karstark gruñó, para detener las palabras de la Mujer Osa. Él escupió a un lado.

—Chico, ya hemos hecho lo que has querido, ahora déjalo en paz —dijo el viejo Karstark.

—Abuelo Karstark, ahora está en tus manos, no volveré a hacerlo, lo prometo —dijo Robb y se dio media vuelta para volver a su tienda.

Para que estos dos viejos le ayudaran, Robb tuvo que informarles sobre Jon y las verdaderas razones de la rebelión de Robert, pero él ya había informado de ello a Stannis, por lo que los chismosos de este reino, llegarían tarde si le iban con el chisme.

..

Unos minutos después de llegar a su tienda y sacar a todos para enviar cartas, su tío Brynden entró y lo encontró vomitando. En frente de él, el cuchillo que usó para cortar la piel de la Montaña se había ennegrecido, y su hoja empezaba a carcomerse y pudrirse. Su tío Brynden pateó la daga lejos y lo miró con aprensión. Robb levantó la mano y terminó de sacar el contenido de su estómago antes de poder hablar.

—Tío, la próxima vez que haga esto, recuérdame mantenerme en ayunas —dijo Robb cuando su tío lo ayudó a levantarse.

—¿Tienes su sangre? —preguntó Robb y su tío apretó los dientes, sacando un pellejo destinado a llevar agua, pero ahora tenía la sangre de Gregor Clegane.

Su tío Brynden le tendió la sangre de mala gana.

—Robb, esto está mal, no importa su propósito —dijo su tío Brynden.

—Tío, sé que está mal. Sé que es atroz y sé que no debería hacerlo, pero aún así lo haré. Ahora, por favor, sal y vigila fuera. El cuervo de tres ojos dice que la magia de sangre es peligrosa y cualquier interrupción puede causar mi muerte, así que si aprecias mi vida, asegúrate de que nadie entre —dijo Robb.

Su tío Brynden, al que Robb se había visto obligado a contarle sobre su magia y este plan, lo miró con indecisión, pero al final salió de la tienda y Robb buscó algunas herramientas que necesitaba, mientras un cuervo le daba indicaciones.

Este cuervo era el Cuervo de Tres Ojos, y por media hora, estuvo instruyéndole sobre cómo preparar el ritual para tomar la vida de Clegane con magia de sangre. Por supuesto, no se trataba de matar a Clegane, él era un sacrificio.

—Ahora mezcla tu sangre y la suya, y tómala —dijo el cuervo.

Robb miró la daga que su tío había pateado a un lado y que se había convertido en polvo. Esa daga había sido maldita por el cuervo de tres ojos, o mejor dicho, por él, y desde que marcó el cuerpo de la Montaña, se suponía que este quedaría marcado como una ofrenda de sacrificio.

—¿Por qué debo tomarla yo? El enfermo es mi abuelo —preguntó Robb con sospechas.

—Joven, no tengo tiempo para enseñarte magia de sangre, y menos en este momento. Ahora deja de interrumpir el ritual, hay seres más allá de tu comprensión mirando y esperando tu ofrenda, créeme, no querrás decepcionarlos —advirtió el cuervo de tres ojos.

Robb apretó los dientes y sacó una daga para verter su propia sangre en el tazón de ingredientes, y luego tomarlo de un trago.

—Limpia los restos y eso es lo que le darás a tu abuelo —dijo el cuervo de tres ojos. Robb parpadeó.

—¡Anciano, te advierto que sé dónde vives, y si esto no funciona, voy a quemar tu cueva! —reprendió Robb.

—Joven, tus amenazas son innecesarias. Si planeara engañarte, de seguro necesitaría más tiempo que un día. ¿No es por eso que solo ahora estás haciendo el ritual? —preguntó el Cuervo de Tres Ojos.

Robb no respondió. Por supuesto, él no era Daenerys, que confiaba en todo el mundo, pero tampoco era inmune a las tentaciones. El viejo Cuervo le había ofrecido sanar a su abuelo con magia de sangre, y Robb sabía que eso era posible, por lo que estuvo dispuesto a escuchar sobre ello.

Robb no había podido salvar a su padre, y su madre sufría por ello. En compensación por su fracaso, Robb estaba dispuesto a hacer algunos sacrificios, especialmente porque el Cuervo de Tres Ojos no era remilgado, y a diferencia de Melisandre, que pedía sangre de rey para cualquier truco barato, el Cuervo de Tres Ojos le dio mejores opciones, que eran la Montaña y sus hombres.

Robb había aceptado porque sabía que la magia de sangre funcionaba, siempre que se pagara el precio. Victarion Greyjoy, Khal Drogo, entre otros, habían sido afectados por esta magia y habían sido curados, aunque Mirri Maz Duur engañó a Daenerys y dejó a Khal Drogo loco, matando al hijo no nacido de Daenerys en el proceso; eso fue intencional, no fue ningún error. Por eso, Robb no tenía dudas de que la magia de sangre podía curar la enfermedad de su abuelo, si se hacían los sacrificios necesarios. El problema era que él no sabía cómo hacerlo, por lo que no estaba entre sus planes, hasta que el Cuervo de Tres Ojos lo mencionó.

Robb había aceptado el trato, pero no había actuado hasta un día antes de llegar a Aguasdulces, para evitar cualquier trampa. Si el día de mañana su abuelo no se recuperaba o si había alguna señal de que fue engañado, el Cuervo de Tres Ojos moriría quemado en su cueva.

El anciano sospechoso aún no mencionaba nada sobre Bran; quizás sus planes para encargarse de los Otros ya hacían innecesario que él cambiara de cuerpo, pero Robb no confiaba en él. Este anciano era la persona más peligrosa de este mundo.

Robb limpió el tazón de la ofrenda y terminó el ritual, guardando los restos en un pequeño frasco.

—Ya ha concluido, ahora puedes seguir enseñándome la magia de sangre —dijo Robb.

Robb tampoco habría aceptado el trato si este anciano sospechoso no hubiera primero ofrecido enseñarle la magia de sangre. Él más o menos entendía un poco de su uso y más o menos comprendía lo que había hecho, sacando la vida de la Montaña para dársela a su abuelo, pero desconocía demasiadas cosas y debía aceptar que no entendía ni un cinco por ciento de lo que había hecho. Pero no tenía tiempo para aprender magia de sangre y luego curar a su abuelo; él debía arriesgarse ahora.

Si este anciano lo mataba, Robb ya había cumplido su cometido después de su renacimiento. Por lo tanto, todo lo que ocurriera de ahora en adelante sería un nuevo camino para él, y con su madre, Jeyne y Jon, estaban todos los elementos necesarios para la caída de los Otros. Robb ya no era necesario para ganar esa guerra. Ahora Robb era libre y no tenía ningún propósito en este mundo más que ser él mismo y hacer lo que él quería.

En su primera vida, en otro mundo, él conoció el arrepentimiento, la amargura y el dolor. En la segunda vida, como Robb Stark, era un ignorante y una basura inútil que llevó a su familia a la ruina y la desesperación. Su renacimiento le dio una oportunidad de salvarlos a todos, y ahora también le daba un nuevo camino.

Robb no desperdiciaría sus oportunidades en esta vida, y el camino del conocimiento era algo que solo valorabas cuando eras viejo, arrepintiéndote de una juventud desperdiciada. Él ahora era joven, pero la locura de la juventud no le afectaba, y cada respiración le hacía sentir vivo y sin las cargas de la edad sobre él. No cometería los mismos errores, y si debía apostar su vida, lo haría, porque ya había probado dos muertes entre arrepentimientos, y cuando llegara una tercera, él la recibiría con una sonrisa de satisfacción.

El cuervo delante de él pareció esperar a que su reflexión interna terminara, y luego procedió a continuar la lección del día anterior. Sin duda, el anciano planeaba algo, pero él también era el único que podía enseñarle lo que quería. Melisandre de seguro lo mataría sin dudar por arruinar sus planes.

Los sacerdotes rojos no eran confiables, los hombres sin rostro apenas usaban la magia, y las supuestas tierras de los hechiceros eran algo demasiado lejano para él. No quería dejar su herencia, porque había fracasado en salvar a su padre, y si seguía con vida, tenía un deber que cumplir con el norte.

NA 1: El Cuervo de Tres Ojos ha hecho su movimiento. Lo siento, tendrán que esperar muchos capítulos para saber sus planes. En cuanto a si lo que le ha prometido es cierto, tendrán que esperar al siguiente capítulo, donde también tendremos la boda.

NA 2: Con este capítulo, volvemos a entrar en tiempos de paz. En el siguiente capítulo, veremos el POV de Robb, un POV de Jeyne y, si alcanza, otro POV de Daenerys. La boda debía ser en este capítulo, pero había demasiadas cosas por explicar en el POV de Tyrion, y tuve que cortar el de Robb por la mitad para no llegar a 10k de palabras.

NA 3: Para los que se pregunten dónde está Myrcella, ella está en Dorne, pero ellos tendrán que entregarla, porque los Lannister han sido exiliados, y sí, quien recomendó este exilio fue Robb. Verán los detalles en el POV de Jeyne. También veremos más de Varys allí y la razón de por qué él era uno de los objetivos de Jeyne, a pesar de que parecen luchar por l, justicia para la gente común.

NA 4: Por supuesto, usaré la magia de sangre en este fic, pero no me inventaré nada. Aunque esta magia es muy versátil y se puede hacer un desastre con ella si no se tiene cuidado, curar a su abuelo es lo único que Robb hará con ella, y esto porque es parte de la trama. No me saldré de los estándares del canon para esto.

NA 5: Adelantándome a los que digan que el Cuervo de Tres Ojos no sabe de la magia de sangre, el tipo es una biblioteca, y es muy poco probable que no la conozca y sepa cómo usarla. En cuanto a por qué se la está enseñando a Robb y su propósito con ello, como ya dije antes, tendrán que esperar muchos capítulos para saberlo, lo siento.