Buenas!
Tenia el capítulo hace rato, pero bueno.
Cuando no sabés como explicar una cosa, ponelo del punto de vista de alguien que tiene tan poca idea como vos.
Tampoco es eso de estar recomponiendo la amistad. Fue una pelea un poco fuerte, pero nada que no se pueda arreglar
Capítulo veintiséis
Hit the Road, Jack
Hit the road Jack and don't you come back
No more, no more, no more, no more
Para cualquier humano que se fijara en él, Jack Crow era un treintañero apuesto, de cabello castaño oscuro, un poco largo y algo desordenado que muchas veces cubría con un sombrero de fieltro, con ojos color chocolate intenso que daban ganas de beber bien caliente en un día nevado. Nariz aguileña, labios delgados donde de vez en cuando colgaba un cigarrillo marca Malboro y una corta barba de chivo. El sol de California había convertido su piel pálida en un saludable bronceado. Le gustaba usar trajes de calidad, pero siempre estaban arrugadas, pidiendo a gritos que lo plancharan. Si alguien se acercaba mucho a él, podías sentir el olor a tabaco, café y alcohol emanando de él. Algunas personas encontraban ese olor "adictivo". Se mezclaba con facilidad entre la gente y era bueno interactuando con ella. Lo había estado haciendo desde 1887.
Hacía exactamente cien años que el chaffi Gracien Godein había llegado a la Tierra bajo el nombre de Jack Crow para trabajar como Chaffi de la Tierra, como asesino al principio y luego como detective, exceptuando un breve tiempo sirviendo en el ejercito como espía en la guerra de Marte. Era el mejor detective de California, por no decir de todo EEUU. El veía cosas que ningún otro podía notar. Por eso mismo estaba encerrado en su oficina, tomando un café irlandés y acariciando su barbilla, revisando un expediente. No, no era de ningún criminal.
Era de una de las asesinas de su grupo, Kalessa Daintro, la cual se hacía llamar Katrina Watterson desde hacía casi seis años.
Podía considerar a Katrina una buena subordinada y casi una amiga. Era una muchacha joven, sencilla y eficiente. Tenía relación con pocos miembros del equipo, especialmente Russell O' Brian y nunca había tenido problemas con nada ni nadie más allá de algunas complicaciones típicas de su trabajo de vez en cuando. Jack varías veces la había invitado a comer o a tomar unas copas al bar. Fuera del trabajo, Katrina era más conversadora y habían tenido muchas charlas profundas.
Desde hacía varios meses, ella había empezado a cambiar.
Katrina pasaba menos tiempo con sus compañeros al final de la jornada laboral, excepto Russell. La notaba cada vez más ansiosa por terminar sus turnos, si podían llamar ansiedad a un ceño levemente fruncido y un suspiro casi imperceptible cuando notaba que tenía que quedarse más tiempo. Se la notaba más sonriente, más relajada. Incluso la había oído tararear alguna canción mientras hacía su trabajo de oficina.
Por un corto tiempo, Jack había creído que Russell pudo haber terminado con su novia y comenzado a salir con Katrina. Al fin y al cabo, esos dos se conocían desde niños hasta donde sabía y las cosas entre ellos pudieron haber avanzado hasta algo más romántico, pero pronto lo descartó. Los había visto juntos varias veces y su relación seguía igual de platónica de siempre. La relación con el resto del grupo seguía igual, así que descartó que estuviera saliendo con alguien.
Normalmente, le importaría poco y nada con quien estuviera saliendo Katrina, pero cuando dejó a un lado su teoría de que estuviera saliendo con un compañero de trabajo, se le vino algo peor.
Un humano.
Las relaciones entre chaffis y humanos estaban terminantemente prohibidas y se castigaba con el despido en la mayoría de los casos. Eso no detenía a algunos que se habían enamorado y hasta habían huido con lo que creían el amor de su vida. A veces los encontraban, a veces no. Cosas que pasan.
En ocasiones acarició la idea de seguir a Katrina, saber si se dirigía a algún lado que no fuera su casa, pero no quería alertarla aún. Una cosa era seguir a un chaffi delincuente que traficaba con sangre humana y otra muy distinta era hacer lo mismo pero con una asesina que trabajaba en su equipo.
Ahora que ella estaba herida, se atrevió a ir a su departamento en el corazón de San Diego, bajo otra forma para que nadie lo reconociera. Grande fue su sorpresa al encontrar la vivienda abandonada y llena de polvo, como si no hubiese vivido allí por mucho tiempo. La nevera vacía, sin ropa en el ropero, la ausencia de efectos personales… Katrina no había avisado a la Central que se había mudado. ¿Dónde demonios estaba viviendo?
Una de las opciones que tenía era ponerle un rastreador en su moto, pero tampoco era viable, dado a que ella lo cuidaba como un bebé y podría tardar muy poco en darse cuenta. Cuando ya estaba por tomar una decisión drástica, algo sucedió.
Alexander Fowler, su novio.
Alex era medico científico, el más joven de la Central. Un prodigio en la medicina, siempre estaba encerrado en su laboratorio, tomando café a cantidades industriales mientras hacía diversos experimentos sobre el cuerpo humano. Hablaba deprisa, como si no necesitara aire para respirar y tendía a sobresaltarse fácilmente como si esperara todo el tiempo que alguien lo apuñalara por la espalda. No es que alguien fuera a hacerlo, solo era un muchacho nervioso que le temía a la interacción con casi cualquier ser vivo fuera de una relación médico/paciente. Lo había conocido durante la guerra de Marte y a menudo se preguntaba si así había sido antes.
¿Qué tenía que ver Alex en todo esto?
Katrina solía hablarse con Alex muy de vez en cuando. Por la escasez de médicos en la Tierra, el joven tenía que repartir su horario entre hacer experimentos y atender a los miembros del personal. Katrina, al igual que Jack y todo el grupo, estaban asignados a Alex como su médico de cabecera. En el último mes, Katrina había estado rondando mucho por el ala médica e interactuando con Alex. Incluso el médico había comenzado a salir de su laboratorio con un poco más de frecuencia de lo normal y saliendo con ella. Casi al mismo tiempo en que Katrina se había dado de baja por partirse la pierna por caerse por las escaleras o eso era lo que le habían informado.
Conocía muy bien a su novio, era muy nervioso. Un poco de presión por ahí, unas palabras amenazantes por allá y cantaría como un pajarito. Haría cualquier cosa con tal de que lo dejaran en paz analizando muestras de laboratorio. No quería usar esos métodos con el chaffi con el que convivía desde hacía más de diez años, pero era el eslabón más débil.
Jack salió de su oficina y se metió en el ascensor. Pulsó el botón del segundo subsuelo y empezó a bajar un piso tras otro. Al menos no había música irritante como en otros lugares.
Llegó a su destino. Cuando se abrieron las puertas, lo recibió el frío acero inoxidable que recubría todo el lugar. Saludó con un movimiento de cabeza a los guardias y recorrió el pasillo hasta encontrar la oficina del doctor Fowler.
Alex estaba inclinado sobre su computadora, escribiendo algo muy concentrado. Cuando Jack entró y cerró la puerta con fuerza, lo hizo saltar de su asiento con un gritito.
—¡Detective Jack Crow! —exclamó Alex, con los ojos muy abiertos, mientras se llevaba ambas manos al corazón. Así lo llamaba cuando se enojaba —. De-deberías cerrar la puerta con más cuidado, me pudiste haber dado un infarto. ¿Querías darme un infarto? Voy a ir al laboratorio, a ver si me subieron las enzimas en la sangre.
Se abalanzó hacia la puerta, pero Jack ya había bloqueado la única vía de escape.
—Lamento mucho haberte asustado, Alex, pero necesito hacerte algunas preguntas.
—¿Preguntas? ¿Preguntas? ¿Por qué quieres hacerme preguntas? Soy médico científico, lo único que hago son experimentos y curar a mis pacientes, nada más. A duras penas salgo del subsuelo.
—Pero estuviste saliendo con mucha frecuencia este mes, ¿verdad?
—B-b-bueno, la señorita Waterson tuvo un accidente desafortunado en su casa y tuve que revisarla para constatar que se estaba curando correctamente. No queremos que sus huesos se suelden mal, ¿verdad? Por suerte le saqué el yeso hace un par de días, así que está lista para regresar a trabajar.
—¿Su departamento de San Diego?
—¿Cuál más va a ser? —Alex soltó una risa aguda, forzada—. No como si tuviera veinte casas más, ¿cierto?
Listo. Alex había cavado su propia tumba.
—Curioso, dado a que fui a su casa hace poco y parece que hace casi un año que no vive allí.
Todo el color del rostro de Alex desapareció. Por una vez, parecía no saber que decir.
—¿De casualidad sabes en que está metida Katrina Waterson, Alex?
—¿Qué? N-n-no tengo idea a que te refieres, Jack —sus ojos verdes comenzaron a mirar sin cesar a un cajón del archivero que estaba contra la pared—. Yo no tengo mucha interacción con la señorita Watterson, apenas hemos cruzado palabra, no hay pruebas de ello. ¡No puedes venir aquí a amenazarme como si fuera un criminal, Crow!
Jack decidió que tenía suficiente. Tomó a Alex de las solapas de su bata de laboratorio y lo estrelló contra la pared. No demasiado fuerte, no quería lastimarlo.
—Escuchame bien, Alex, he tenido mucha paciencia contigo, pero ya no más —se acercó tanto que chocó su nariz contra la del médico. Tuvo que resistir el impulso de besarlo—. Ahora dime… ¿Qué tienes en ese archivero?
Apenas le sacaron el yeso, lo primero que hizo Katrina fue dar un paseo con su moto. Su pìerna estaba bien, sin secuelas. Adiós muletas, adiós de estar dependiendo de los demás, adiós al encierro.
Un par de días después de que Alex le sacara el yeso, llegó a la casa de los Tanner alrededor de las siete de la noche, maniobrando con varias cajas de pizza. Alex le había dado los resultados por comunicador a la mañana temprano: Kate estaba completamente sana. Había que celebrarlo de alguna manera.
—Gordon, te tengo vigilado —le advirtió Katrina, poniendo las cajas de pizza sobre la mesa.
—¿Por qué? ¿Crees que me voy a comer todo yo solo?
—Exactamente.
—¡Demonios! Tendré que cambiar de estrategia.
Willy y Kate salieron de la cocina.
—No debiste molestarte —dijo Willy, ya sentándose a la mesa.
—Es un motivo de celebración, ¿verdad?
Kate se acercó a Katrina y le puso una mano sobre el hombro.
—Nunca podré dejar de agradecerte lo que has hecho por mí.
Katrina se mordió los labios y desvió un poco la vista.
—No… Yo solo hice lo que tenía que hacer, no fue nada —murmuró Katrina, algo incómoda.
—Sé lo mucho que te arriesgaste, Katrina, no mientas
Katrina aún no la miraba.
—No iba a involucrarme al principio, iba a dejar que las cosas siguieran su curso —murmuró—. Sé que ustedes no revelarían nada, pero…
Sintió los pasos de Willy acercarse a ella.
—Sé lo que quieres decir —Willy le puso una mano en el otro hombro—. Lo importante es que diste un paso adelante y todo salió bien.
Brian y Lynn llegaron en ese momento junto con Augie y Kurtis y Katrina aprovechó para separarse.
—¡Genial, pizza! —exclamó Brian.
—Voy a buscar las bebidas a la cocina —murmuró Katrina. Se hubiese montando en su moto para ir a buscar refresco a Texas si era para alejarse de la incomodidad que sentía en ese momento.
Cuando entró en la cocina, cerrando la puerta tras de sí, sintió el olor a cigarrillo. A Malboro, para ser más precisa. Sintió el olor incluso antes de ver a Jack Crow apoyado en la mesa redonda de la cocina, fumando un cigarrillo. Si su garbardina fuera color camello y no gris oscuro, sería idéntico a algún detective genérico de los años cuarenta.
—¿Cómo sobrevive un niño en Marte? —preguntó Crow en voz muy baja pero clara, dando una calada a su cigarrillo. Katrina controló su respiración lo mejor que pudo. Por un segundo, estuvo tentada a no responder la contraseña.
—Tirando piedras a las naves —susurró, intentando que no le temblara la voz. ¿Alex había abierto la boca? ¿Alguien más lo sabía?—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Crow le dio una sonrisa torcida
—Lo mismo me pregunto, Katrina. ¿Qué estás haciendo aquí?
—No es de tu incumbencia —le respondió, con más valor del que sentía.
Un brillo de advertencia se asomó en los ojos del detective.
—No te conviene ser agresiva conmigo. No quiero ni pensar la cantidad de violaciones al Estatuto de los Chaffis de la Tierra que has hecho y que yo podría contarle a Raven.
Katrina tragó saliva y se mordió los labios. Estaba totalmente paralizada. Raven era el encargado de manejarno solo la Central donde ella trabajaba, sino de todo el estado de California.
—Soy el mejor detective de California, por no decir de EEUU por un motivo: me doy cuenta del más minúsculo detalle. Bastó un leve cambio de actitud para darme cuenta de todo.
—¿De que hablas?
—Te encariñaste con una familia humana, lo suficiente para pedirle ayuda al doctor Fowler cuando uno de ellos se enfermó de gravedad, ¿cierto?
Katrina respiró hondo.
—Si.
La puerta de la cocina se abrió y Katrina casi sintió que se le salía el corazón.
—Déjala en paz.
Era Gordon. No había ni un ápice de humor en su voz.
—Justo iba a hablar de ti —dijo Crow, sin sorprenderse en lo más mínimo—. Revisé los expedientes ocultos del doctor Fowler y encontré archivos médicos pertenecientes a un melmaciano bajo el alias de A.L.F. Supongo que ese eres tú, ¿cierto?
Mientras Katrina había estado recuperándose, Alex le había hecho un par de chequeos a Gordon para ver su estado de salud. Sus resultados no habían salido del todo bien.
—Lárgate de mi casa —gruñó Gordon, ya poniéndose frente a Katrina.
—No estás en condiciones físicas para enfrentarte a mí, he leído tu expediente —dio un paso atrás para examinarlo con más cuidado—. Puedo reconocer a un militar cuando lo veo. ¿Qué haces en un planeta tan hostil como este? ¿Cómo no te detectaron los radares?
—Aún puedo sacarte a patadas de aquí…
—¿Katrina? ¿Alf? ¿Está todo bien? —la voz de Willie se escuchó desde el comedor.
Todos se quedaron quietos por un segundo.
—Me gustaría tener una charla con el humano, si no te importa —canturreó Crow—. Quiero saber que tanto sabe sobre nosotros.
Dio un par de pasos hacia la puerta, pero Katrina y Gordon se pusieron en frente
—Él no ha hecho nada malo y su familia tampoco —lo defendió Katrina—. Déjalos en paz.
La puerta se volvió a abrir y Willie entró a la cocina. Miró a los tres extraterrestres con una mezcla de confusión y miedo.
—¿Katrina? ¿Alf? ¿Quién es él?
—Vuelve a la sala —le ordenó Katrina—. Nosotros nos ocuparemos.
Crow negó con la cabeza, chasqueando la lengua.
—Katrina, no seas grosera. ¿No me vas a presentar a tu amigo?
—Yo creo que entrar por la puerta de la cocina fue más grosero —opinó Gordon. Su tono burlón había regresado, pero aún estaba tenso. Todo el ambiente se sentía horriblemente tenso.
—Tienes razón, lo siento —Crow sacó del bolsillo de su gabardina un desentranformador y apuntó a Willy a los ojos con la luz violeta. Al ver que nada pasaba, lo volvió a guardar en su bolsillo—. Soy Jack Crow, Detective Jefe de la Central de San Diego —se presentó.
—Soy William Tanner —se presentó Willy, aún un poco nervioso—. ¿Eres amigo de Katrina?
—Podría decirse —Crow se ajustó el ala de su sombrero—. Tengo muchas preguntas para hacerle, señor Tanner, sobre... bueno, muchas cosas. ¿Usted sabe quién es Katrina?
—Crow…
—Ella es una agente de campo —respondió Willy—. Se encarga de echar a los extraterrestres hostiles, ¿verdad?
Las miradas de Katrina y Crow se cruzaron. Katrina hizo un gesto de súplica.
—Si, exactamente —murmuró Crow—. Escuche, señor Tanner, yo no puedo echarle la culpa a usted por ocultar extraterrestres en su casa. Katrina, en cambio, ha hecho cosas que son ilegales para nosotros.
—¿Qué le van a hacer? —Willy tomó a Katrina del hombro y la tiró hacia él en un burdo intento de protegerla—. ¡Ella solo quiso salvar a mi esposa! ¡No hizo nada malo!
—Eso, señor Tanner, me corresponde juzgar a mi —Jack tiró su cigarrillo y lo arrojó al piso, antes de pisarlo—. Por el cariño que le tengo a Katrina, aceptaré escucharlos y dar su versión de la historia. Si fuera otro chaffi, ya hubiese venido aquí con un escuadrón completo.
—Lo haré —dijo Katrina.
Crow apoyó su sombrero sobre la mesa.
—Bueno, ¿me van a invitar una porción de pizza? —dijo de manera descarada, frotándose las manos.
—Genial, se va a comer toda la comida —gruñó Gordon.
La historia completa tomó más de una hora.
Lynn se encargó de llevar a todos los menores al desván y a cuidarlos mientras Katrina contaba lo que la había llevado hasta allí, desde la nave que había visto caer en la playa (sacando la participación de Claudia y Russell) hasta la enfermedad de Kate. Gordon también contó su propia historia, aunque la hizo enteramente en melmaciano. El detective lo escuchó atentamente, haciendo alguna pregunta ocasional mientras fumaba un cigarrillo o mordisqueaba un trozo de pizza. Para cuando terminaron todo, eran cerca de las nueve de la noche.
—Esto es muy complicado, ¿saben? —dijo, seguido de una calada de su cigarrillo—. Llevo en este planeta desde hace un siglo y en mi vida había escuchado algo así.
—Fue mi culpa —se adelantó Alf—. Yo la forcé a todo esto para que no me separaran de mis hermanos si salíamos.
—¿Acaso la amenazaste con un arma? —se burló Jack Crow—. Conozco a Katrina lo suficiente y sé que ella no se rebajaría a ser amenazada. Y dudo que haya actuado sola —agregó, ya mirándola a ella—. No creo que tu amiguito Russell no sepa nada de esto. Fue él quien te llevó cuando te "caíste" por las escaleras, ¿verdad?
Katrina se limitó a mirarse las rodillas.
—Y para colmo tuviste la osadia de involucrar a mi pareja —un brillo peligroso apareció en sus ojos en ese momento—. Sé que es demasiado cobarde como para haberse metido por la bondad de su corazón, así que lo amenazaste a él para que te ayudara, ¿no es así, Katrina?
—¿Es lo que vas a decir cuando me entregues?—preguntó Katrina, ya levantando la cabeza—. ¿O vas a destruir las pruebas para que él no resulte involucrado?
Jack Crow se quedó mirándola, analizándola lentamente. Willie y Kate estaban en la mesa, pero bien podrían no haber estado ahí, por lo que al resto respectaba.
—¿Me estás amenazando? —preguntó el detective.
—No, jamás lo haría —replicó Katrina—. Solo pensaba en el castigo de todos los involucrados, incluyendo al doctor Fowler. Probablemente no le hagan nada, pero ya no sería muy confiable. Como mucho lo despedirán, ¿verdad? Si eso pasa, ¿van a terminar o te irás con él de vuelta a Chaffers?
El ceño de Jack Crow se arrugó. Willie tal vez no tuviera mucha idea, pero al parecer que despidieran al médico era peor noticia de lo que parecía. Lo tenía atrapado.
—No sé que se te ha cruzado en la cabeza para hacer todo lo que hiciste, pero no puedes mantener esto oculto para siempre. Tarde o temprano, toda esta fachada que armaste se va a derrumbar —le advirtió el detective.
—Ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.
—No. No lo es —le replicó—. Saca a los melmacianos de aquí y nos olvidaremos de todo esto.
Todos miraron a Alf, quien no sabía que decir.
—No —dijo Katrina—. No puedo hacer eso. Sabes lo que pasará.
—Ellos no son tu problema.
—El doctor Fowler tampoco —gruñó Katrina.
—Basta —se metió Alf—. Todo este problema es por mi, así que yo me voy a Chaffers o a donde sea, siempre y cuando mis hermanos estén protegidos.
—Así será —prometió Jack Crow.
—No lo tienes que hacer —se metió Katrina.
—Yo puedo tomar mis propias decisiones.
—Ellos van a perder la única familia que les queda: tú —insistió Katrina—. Cruzaron el universo por ti, arriesgaron todo pudiendo haberse quedado en mi planeta o en cualquier otro viviendo tranquilos. Ellos no tendrán una vida sin ti.
—¿Podrías pensar en los humanos también? —insistió el detective—. A los altos mandos no les gustará nada todo esto.
—Hace como un año que los melmacianos están aquí y nadie los ha descubierto.
—Aún.
Willie carraspeó y todos lo miraron como si se hubieran olvidado que estaban allí.
—Disculpen —dijo Willie—. Esta es mi casa y tengo todo el derecho de decidir quienes se quedan y quienes se van. Si Alf corre peligro fuera de aquí, preferiría que se quedara, tanto él como sus hermanos. También Katrina, si es que lo desea.
El detective sonrió de manera condecendiente.
—Con el debido respeto, señor Tanner, esto ya seria tema de la Asociación de los Chaffis de la Tierra y la Unión Intergaláctica. Usted no tiene ni voz ni voto en esta conversación.
Katrina miró a Jack Crow como si tuviera ganas de abofetearlo.
—Willie tiene razón. Es su casa. Ellos ya saben el peligro que corren y lo han aceptado desde el primer momento. Cualquier castigo que haya caerá sobre mi y sobre Gordon, me aseguraré que Alex no esté involucrado y…
Alf apoyó una mano en la rodilla de Katrina.
—Ya hiciste demasiado por nosotros —Alf torció la cabeza para mirar al detective—. Dime cuando podemos irnos.
—¡NO!
Ni siquiera vieron de donde había salido, pero Kurtis ya había corrido directo a los brazos de su hermano mayor y lo abrazó con fuerza, de manera protectora.
—Kurtis —murmuró Alf, acariciando la cabeza de su hermano. Este se separó y se dirigió al detective.
—Gordon es la única familia que me queda además de mi hermanita. No me importa donde vivamos, mientras los tres estemos juntos. Katrina solo hizo lo mejor por nosotros, se ha preocupado como si fuera alguien de la familia. Es como tener una hermana mayor.
Willie percibió un brillo de orgullo en los ojos de Katrina. El detective pareció un poco incómodo por tratar con un niño.
—Escucha, niño, entiendo tú….
—¡No entiende nada! —gritó Kurtis—¡Ya no me queda nada! ¡Nada! El dia anterior estaba en la escuela jugando con mis amigos y al dia siguiente toda la vida que conocía dejó de existir para siempre. Lo único que no me hizo derrumbar fue estar con Augie y la esperanza de encontrar a Gordon. Estamos más seguros aquí de lo que estaríamos en otro lado. No nos delate, por favor —para ese momento, Kurtis estaba llorando sin esforzarse en ocultar sus lágrimas.
Jack Crow se apretó el puente de la nariz con una mano. Era obvio que estaba desbordado por toda la situación.
—No diré nada —dijo finalmente—. Pero no esperen que los proteja cuando todo salga mal. Jamás estuve aquí.
—Y yo no involucraré a tu novio —prometió Katrina.
El detective se levantó e inclinó la cabeza brevemente a cada uno de los presentes antes de marcharse. Cuando cerró la puerta, Katrina no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.
—La que nos salvamos —dijo Alf, ya sonriendo—. Ese jefe tuyo es un idiota. Se comió toda la pizza y se bebió toda la cerveza. Detesto a los invitados gorrones.
Katrina apenas escuchó lo que decía, porque los sonidos de su corazón tapaban todo el ruido exterior. Estaban salvados, al menos por ahora.
