NOTAS DE LA TRADUCTORA —

La historia pertenece a: PimpedOutGreenEars.

Phineas and Ferb pertenece a: Dan Povenmire y Jeff Swampy Marsh.


Apartamento vacío

Capítulo 29. Las alegrías de estar solos

Cuando Buford entró al edificio de la escuela por primera vez en el día, se puso contento. El bravucón odiaba la escuela, pero después de su visita al dentista se sintió aliviado de estar en otro lugar. Le taparon dos caries ese día y a pesar de las palabras tranquilizantes de su dentista, el dolor nunca estuvo ausente.

Buford negó con la cabeza ante el recuerdo, su boca aun entumecida por los piquetes que había recibido.

Saco su celular del bolsillo para ver la hora cuando llegó a su casillero. Los pasillos estaban vacíos y no estaba seguro en que clase se suponía que debía de estar. En ese momento sonó la campana que indicaba el final de lo que Buford se dio cuenta que era el tercer periodo.

Agarro las cosas que necesitaría para Psicología antes de girarse para caminar en dirección a su salón de clases. Apenas se dio la vuelta cuando noto que Baljeet caminaba a su propia aula.

—¡Hola Baljeet!

Buford se rio cuando el chico dio un brinco de sorpresa. Esperaba que le gritara por asustarlo, pero el nerd solo hizo un intento de sonrisa antes de acercarse.

—... Hola Buford. ¿Cómo estuvo el dentista? —tartamudeo al preguntar.

Buford levantó una ceja ante el tono extraño que usó Baljeet.

—Apesto —respondió con lentitud—. ¿Qué sucede contigo?

—¿Qué? Nada está mal conmigo. ¿Por que algo estaría mal? —preguntó, sonando ansioso.

—Estas actuando raro —mencionó sin rodeos.

—No, no lo estoy —dijo a la defensiva.

—Si tu lo dices —respondió rodando los ojos.

—Deberíamos ir a clase —dijo Baljeet, sin decir nada sobre la evidente incredulidad de Buford.

—¿Estás seguro de que estas bien, Jeet? —pregunto algo confundido por la falta de lucha del contrario.

—Si, yo solo… Mi clase de Escritura Creativa me está molestando.

Buford se rio.

—¿Sigues teniendo problemas con eso?

—Si, un poco —admitió.

—Entonces saltemos las y ellos verán —ofreció. Sabía que su amigo estaba teniendo problemas para ofrecer información que no estuviera relacionada con la gramática.

—¡Buford! ¡No podemos simplemente faltar a clase! —siseo Baljeet, lo que hizo que Buford sonriera.

—¿Por qué no? Apenas estamos repasando el capítulo siete; ya lo has leído dos veces.

—¡Pero ni siquiera lo has leído una vez! —lo regaño.

—¿Y? Lo leeré más tarde —dijo, pero al ver a Baljeet todavía parecía inseguro, agregó—. Vamos, Jeet. No seas una manta mojada.

Baljeet se miró los pies y luego a su alrededor a los estudiantes que aún no se dirigen a clase.

—Bien, pero solo una clase —ordenó mirando a Buford para asegurarse de que se cumpliera su demanda.

—Bien por Buford —el matón estuvo de acuerdo con una sonrisa en su rostro—. Toma tus cosas.

—Ya está. Vámonos antes de que nos atrapen —dijo con el claro miedo de ser castigados.

Buford sonrió antes de arrojar sus cosas al casillero. Luego agarró el brazo de Baljeet y tiró de él en dirección opuesta a su salón de clases.

Los dos chicos se abrieron paso rápidamente por los pasillos hasta que llegaron a la puerta del gimnasio donde se deslizaron por la puerta trasera. Una vez que estuvieron afuera, Buford condujo a Baljeet a las gradas que daban al campo de fútbol. Los dos caminaron por debajo de ellas hasta que llegaron a un conjunto de escaleras que conducían al medio del estadio. Luego se sentaron uno al lado del otro en el escalón inferior.

—No puedo creer que me hayas convencido de faltar a clase —dijo Baljeet una vez que estaban sentados.

—Ya somos dos —bromeó.

Baljeet le frunció el ceño en respuesta.

—Entonces, ¿sobre que escribieron los otros chicos de tu clase? —preguntó mientras se recostaba en las escaleras.

El más pequeño bajo la mirada a su carpeta que estaba encima de algunos otros cuadernos. Buford tuvo la sensación de que en realidad no quería hablar sobre eso.

—Cosas distintas… —su voz se fue apagando mientras lo decía.

—Sabes que no tenemos que…

—Yo se que no tenemos que hablar de ello, pero realmente yo quisiera… —su voz nuevamente se fue desvaneciendo.

—Lo que quieras hacer —dijo Buford, aunque deseaba que Baljeet lo pospusiera. Nunca llegaron a pasar tanto tiempo a solas.

—Bueno… supongo que puede esperar hasta esta noche —decidió.

Buford sonrió triunfante.

Por unos segundos se sentaron juntos en silencio, antes de que Baljeet hablara de nuevo.

—¿Así que el dentista fue realmente tan malo?

—Si, ese tipo es un verdadero idiota. Tuvieron que taparme dos caries —explicó—. Mi boca todavía está entumecida.

—Tienes que cuidarte mejor, Buford —lo reprende con el ceño fruncido.

—¿Qué eres? ¿Mi madre? Además, me cuido muy bien.

—¡No lo haces! ¡Es por eso que siempre tengo que recordártelo! —discutió, lanzando sus manos al aire.

—Te cuido. Así que es como si me cuidara a mí mismo.

Resoplo—. Eso es un argumento poco lógico.

—Te excita cuidarme de todos modos —bromeó, haciendo que la cara de Baljeet se pusiera roja.

—Y-yo… No… —trato de explicar en medio de tanto tartamudeo, pero el contrario solo se rió de él—. ¿Y que si lo hago?

—Eso es caliente —mencionó Buford con indiferencia, solo para reírse de la cara que hizo Baljeet en respuesta.

—¡Eres tan inapropiado!

—¿Entonces?

—Eres imposible —se quejó, pero sonrió levemente.

Volvió a reírse el más grande pausando de a poco en poco para por fin preguntar—. Así que… ¿Qué tenía realmente tus bragas tan mojadas antes? —preguntó Buford.

—¿De… qué estás hablando? —preguntó el moreno, apartando la mirada.

—Se que no estabas molesto por la clase de Escritura Creativa, Jeet.

—N-no es…

—¿Todavía estás nervioso por lo de la fiesta? —pregunto, incapaz de pensar en otra cosa por la que Baljeet pudiera estar molesto.

—Un poco… —respondió, desanimado.

Buford suspiro.

—No tienes que ir si no quieres —cedió. No quería decirlo, pero se sentía mal por haber estado enojado con Baljeet cuanto más pensaba en ello.

—Quiero ir, Buford. Ese no es el problema. A mis padres solo no les gusta que vaya a fiestas —explicó mientras se giraba para mirar al más alto.

—O hacer cualquier cosa conmigo —agregó amargamente.

Baljeet suspiro. El enojo de Buford era evidente.

—Me gusta hacer cosas contigo. Ojala eso te deje satisfecho —mencionó con tristeza.

—Casi nunca llegamos a hacer nada. Nunca somos solo nosotros. Y quiero que seamos solo nosotros a veces —dijo mientras ponía su mano sobre la rodilla de Baljeet.

—Lo sé, yo también —dijo Baljeet mientras cubría la mano de Buford con la suya —. Es por eso que quiero ir a la fiesta y saltarme clases contigo. Sé que mis padres no quieren que pase tiempo contigo; pero no puedo alejarme de ti, Buford. Eres mi mejor amigo y… y más.

Buford sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho cuando Baljeet dijo que era más que su mejor amigo. No importa cuantas veces Baljeet le dijo que se preocupaba por él, siempre se sintió increíble.

—Me alegro de que estemos solos ahora —dijo mientras su rodilla rozaba con la del moreno.

—A mi también —respondió con una sonrisa.

Para Buford esa era la sonrisa mas hermosa que jamás había visto.