Buen día! Acá les traigo un nuevo capítulo de la historia, espero les guste.
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Capítulo VIII
Serpientes parlanchinas y el callejón Diagon
La mañana siguiente era sábado, a Tom particularmente le gustaba el fin de semana porque la señora Potter estaba en casa y el señor James no estaba pegado a ellos todo el día, por lo que tenía más libertad, la señora Lily no era tan asfixiante y no inventaba juegos que ponían en peligro su integridad física.
Esa mañana bajó las escaleras temprano, Harry seguía durmiendo en su cama, con la boca abierta y el aliento mañanero desagradable esparciéndose por todas partes. Tom debía aprender un hechizo para mejorar el aliento o perder el olfato por un período corto de tiempo.
-¡Buen día Tom! ¿Cómo estás?
-Buen día señora Lily, estoy muy bien. ¿Y usted? - le sonrió dulcemente o al menos lo que él consideraba dulce, copiando a la perfección las sonrisas de Harry.
-Estoy estupenda, ayer fue un buen día en el trabajo. Cómo está tu nariz, cariño?
Le sirvió un plato de tostadas con huevos y beicon, la señora Potter había descubierto que, a diferencia de Harry o el señor James, Tom no era muy fanático de los desayunos azucarados como los pancakes con miel o los waffles. Así que siempre preparaba algo diferente para ambos, ya que compartían el desayuno, a él le gustaba, era como su tiempo especial.
-Está bien, gracias por arreglarla ayer.
-Oh, siempre es un placer.
La señora Lily solía peinarle el cabello, luego de que Tom le dijera después de la primera semana que no había problema. Lo había dicho para agradar, no porque realmente le gustara. Pero estaba bien, siempre y cuando no fuera tan seguido y terminara rápido, era una manera de demostrar que era "un buen chico" y Tom necesitaba que los padres de Harry creyesen eso de él para sentirse más seguro. Aunque debía admitir que la señora Lily no era tan mala.
Tom podía sentir su magia a su alrededor, era cálida, amorosa, como estar rodeado por un capullo de mariposa que era cómodo y suave y olía bien. Lily Potter le gustaba mucho, era, después de Harry, su integrante favorito de la familia.
-Harry y tú tienen algo planeado para hoy?
-Vamos a jugar a cazar criaturas mágicas.
Lily sonrió ante su respuesta.
-Genial, quería preguntarte Tom.. Si te parece bien salir hoy a comprarte algo de ropa nueva, ya casi cumplirás un mes desde que estás aquí y no puedes usar siempre lo mismo.
-Oh, está bien señora Lily.
-Si? Si no quieres ir está bien.
-No, quiero ir. Ma.. - Se interrumpió a sí mismo antes de terminar de decir la palabra. - He escuchado sobre el callejón Diagon, quiero conocerlo, Harry dice que es genial.
Ella sonrió. - Bien, iremos a eso de las tres. Así Harry y tú podrán jugar y tendremos tiempo para ir a comprar tus cosas.
Él asintió, metiendo en su boca un pedazo de tostada.
-Ahora, qué te parece si mientras Harry y James se despiertan, tú y yo hacemos algo?
-El señor James dice que haces pociones, ¿me puedes enseñar?
Tom pudo ver asombro en su rostro, pero se permitió aquella pequeña petición, no era nada malo y a quién no le gustaba un niño que quisiera aprender? Además, vería pociones en Hogwarts, era bueno adelantarse.
-Oh, bueno, si eso quieres hacer.. Puedo enseñarte una poción de primer año, pero debes prometerme que seguirás mis instrucciones. Hacer pociones, por muy fácil que sea, siempre es peligroso.
Tom se sintió emocionado. Y después del desayuno siguió a la señora Lily fuera de casa, los Potter tenían una pequeña casita a unos metros de la casa principal, Harry le había contado que era el laboratorio de pociones de su madre y que estaba prohibido entrar porque había cosas peligrosas que podían explotar.
La señora Lily entró y Tom miró a su alrededor una gran variedad de estantes que se aglomeraban en la pared de enfrente, había una mesa larga y ancha con forma de L con tres calderos, uno de ellos parecía estar cociendo algo.
Había ventanas, al menos dos, bastante grandes, pero ninguna de ellas abiertas, solo con las cortinas descorridas para dar iluminación. El piso era de algún material duro y claro, el techo era alto y de madera. La verdad, era bastante sencillo, salvo por los incontables frascos que Tom podía ver en las estanterías, allí estaba el verdadero oro.
La señora Lily se echó a reír.
-Impresionado?
-Es un laboratorio muy bonito, señora Lily.
-Gracias, Tom.
-Qué está haciendo allá? - Señaló el caldero bajo el cual ardía un fuego tenue.
-Oh! Eso? Te diré después- le guiñó un ojo. Tom trató de no enojarse, no era muy paciente y era una pregunta que podía contestarse rápidamente, no veía porqué tanto misterio por un caldero humeante. Aun así, no se quejó.
Lily se movió a un estante y tomó dos batas. Ambas algo manchadas. Apuntó con su varita a una de ellas y dijo: -Diminuendo! - Tom no pudo evitar tensarse al ver su varita, al menos no estaba apuntando a él, aun así, no era agradable. Lily le sonrió dulcemente. - Aquí está, así te quedará bien- Guardó de nuevo su varita en su bolsillo. Hasta ese momento Tom se dió cuenta de que la bata se había encogido.
-Oh, genial. Gracias. - dijo aun asustado.
-Bien Tom, ven aquí. - Lo llamó y Tom caminó tratando de dejar atrás su mareo hacia la mesa de pociones.
La señora Lily tenía un libro en la mesa, Tom leyó la portada: Filtros y Pociones Mágicas.
-Ahora, este libro lo utilizarás durante tu primer año en Hogwarts, así que haremos una de las pociones que aprenderás en la escuela. - Abrió el libro y comenzó a leer. - Qué te parece si hacemos una poción de forúnculos? Siempre son necesarias.
-¿Qué es un forúnculo?
-Oh, un forúnculo es un bulto que usualmente está lleno de pus, es muy doloroso y está bajo la piel. Es como un grano extremadamente grande, pero mucho más feo y molesto.
Tom no pudo evitar hacer una mueca.
-Y muchos magos sufren de forúnculos?
-La verdad no, pero los niños en Hogwarts son fanáticos de hacer bromas crueles que ellos consideran divertidas, una de ellas es hacer crecer forúnculos en el cuerpo de otros. Así que siempre hay poción de forúnculos en la enfermería.
Tom asintió, guardando esa información muy bien en su cerebro. Al parecer, Hogwarts también era un nido de matones y abusadores, no es como si le sorprendiera demasiado.
Lily suspiró. - En fin, aprenderás está poción en tu primer año, así que te servirá de mucho, estoy segura que serás uno de los mejores de tu clase.
-Podemos hacer una poción cada fin de semana? - No pensó antes de preguntar, le pasaba mucho con la señora Lily, pero Tom estaba feliz de hacer algo que requería el uso de su cerebro, algo que representara un desafío y también que lo ayudara a ser mejor mago. Además, era tranquilo y callado en el laboratorio.
La señora Lily le sonrió.
-No veo porqué no, serás mi pupilo de ahora en más. Cuando llegues a Hogwarts serás el niño más inteligente en pociones de tu curso, tienes una buena maestra, después de todo.
Tom sonrió, le gustaba la seguridad al hablar de la señora Lily.
-Bien, ahora. Vamos a necesitar.. 6 colmillos de serpiente, 4 babosas cornudas, 2 espinas de puercoespín, moco de gusarajo y ortigas secas.
Tom la miró sin habla, no sabía que era la mayor parte de esas cosas, lo único que pudo reconocer fueron los colmillos de serpiente y las ortigas.
-Ven conmigo, te mostraré dónde está todo.
Si Tom podía decir algo, las babosas no eran agradables ni de vista ni de olfato, tampoco de tacto. No eran agradables, punto y final.
La señora Lily lo hizo triturar los colmillos de serpiente, mientras agregaba agua en uno de los calderos.
-Bien, acércate Tom. Me colocaré detrás de ti para guiarte, de acuerdo? ¿Estás bien con eso?
Él solo asintió, aunque pudo sentir como su cuerpo se tensaba y sus manos se sentían pegajosas y un tanto frías.
-Bien, comenzarás moviendo la poción en dirección de las agujas del reloj hasta que la poción se vuelva roja. - Escuchó la voz de la señora Lily detrás de él e hizo todo lo posible por no tensarse. Se concentró en la poción y tomó la cuchara grande para revolver y siguió sus instrucciones. - No tan rápido Tom, puedes derramar el líquido y además, de hacerlo muy rápido, puedes dañar la poción. - Lo hizo más lento y luego de un par de vueltas más vió como cambió de color. -Excelente! Ahora vas a agregar el moco de gusarajo. - Tom miró con asco el frasco lleno de moco verde vómito, olía asqueroso. Aun así, lo tomó en silencio y lo vertió en el caldero. - Bien, ahora revuelve en el mismo sentido hasta que se vuelva rosa. Cuando lo haga, vas a arrojar las ortigas secas, de acuerdo?
-Está bien. - Una vez más, Tom agregó los ingredientes.
-Ahora revuelve hasta que tome un color verde. - Tomó un poco más de tiempo y Tom se dió cuenta de que estaba sudando, hacía mucho calor, después de todo estaba justo frente a un fogón, como le dirían en el mundo Muggle.
El olor de la poción mejoró un poco con las ortigas secas, gracias al cielo, aunque estaba seguro que empeoraría con los demás ingredientes. Luego de un rato agregó los colmillos de serpiente pulverizados y vió como la poción ahora era amarilla, era impresionante como cambiaba y como tomaba consistencia, era entretenido y a la vez requería de su atención y concentración. Antes de añadir las púas de puercoespín tuvo que apagar el fuego, la señora Lily fue muy clara al decir que, de equivocarse, provocaría una explosión. Luego de eso la poción se tornó naranja y pudo agregar las babosas cornudas, la poción se puso de color azul y Tom pensó que sería bueno tener a su disposición una libreta para anotar, estaba seguro de que había olvidado la mayor parte de los colores que había visto. Era como un desfile de carnaval en un caldero.
-Bien, ya casi está Tom. Ahora, remueve cinco veces en sentido de las agujas del reloj, verás que se pondrá rojo. - Tom casi había olvidado el hecho de que estaba demasiado cerca de él como para sentirse cómodo. Respiro profundo, demasiado ensimismado en la poción y decidió que podía resistirlo, solo un poco más. Movió la poción. - Bien, ahora, enciende de nuevo el fuego, muy bajo y lo dejaremos hasta que hierva y tome un color rosa, cuando veas que sale humo rosa del caldero, estará lista.
Tom obedeció, y se apartó del caldero para dejar que hirviera. Se dió la vuelta y miró a la señora Lily, tomando distancia sin parecer grosero.
-Perfecto, Tom! ¿Qué te pareció tu primera lección de pociones?
El sonrió, de verdad, no las sonrisas marca Harry que usaba para manipular.
-Me gustó, gracias por enseñarme.
-Oh! Cuando quieras cariño!- y peinó su cabello. - El vapor te ha despeinado un poco- se echó a reír. Tom imaginó que la señora Potter se inclinaba y rodeaba con los brazos, tal y como hacía con Harry. Se preguntó como se sentiría y deseó poder experimentarlo. Fue un deseo tan fuerte que lo sacudió mentalmente. Se sintió avergonzado de querer algo así y de inmediato se alejó.
-Puedo quedarme con el libro? Me gustaría estudiarlo, para nuestra próxima clase.
La señora Lily volvió a sonreír.
-Qué te parece si hoy compramos un libro que sea más sencillo de comprender? Y cuando lo termines, te daré este.
Tom se sintió insultado, no era ningún tonto, sabía hechizos oscuros que estaba seguro pocos adultos podrían hacer y era capaz de hacer magia sin varita, algo que Marvolo siempre había halagado, o al menos, Tom creyó en un principio que su obsesión loca por él era un halago.
-Está bien. - Se mordió la lengua para no decir lo que verdaderamente pensaba, además, cuando le contara a Harry sobre su día en el laboratorio de su madre, el chico querría aprender y él sí necesitaría toda la ayuda posible. El libro le haría falta para enseñarle.
Cuando la poción se tornó rosa y Tom vió humo del mismo color, apagó el fuego. Luego ayudó a embotellarlo cuando se enfrió. Y así como así, habían pasado casi dos horas.
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Cuando salieron del laboratorio, Harry y su padre estaban en el jardín. Harry con una ropa parecida a lo que usan los hombres que van de Safari, incluso tenía una gorra beige cuando no había sol del cual cubrirse. Tom pensó que se veía ridículo, pero no lo dijo, Harry era así, estrafalario y chillón. Pero Tom podía soportar eso, se había dado cuenta que Harry no era solo irritante, hablador y extrovertido, también era observador, empático y listo, cuando se trataba de criaturas mágicas y animales del mundo Muggle. Era muy dedicado a lo que lo apasionaba y Tom reconocía ese rasgo en sí mismo. También, Harry era divertido, incluso cuando no quería hacerlo.
-Oh! ¡Aquí llegó tu compañero de Safari! Ya por fin podré levantarme del suelo. - dijo entre gemidos el señor Potter. Harry le sonrió feliz al verlo.
-Estás oxidado, Potter- bromeó la señora Lily mientras ambos compartían un beso, Tom los miró, nunca se cansaba de verlos, quizá era un poco morboso o raro, pero le gustaba, era algo nuevo que ver.
-Les damos un minuto a ambos? - Preguntó su amigo, no con burla, sino con educación, Harry de verdad consideraba que ambos necesitaban un momento a solas. Tom reprimió una risa.
Lily se echó a reír. - No cariño, iré a dentro a hacer el almuerzo. Hoy iremos al callejón Diagon, así que después de almorzar irán directo a bañarse y arreglarse. De acuerdo?
-Sí. Oíste Tom?! Podremos ir al lugar más asombroso de todos!
Harry parecía un Chihuahua, con ojos brillantes y tan emocionado que parecía temblar. A Tom le pareció divertida la comparación.
-Sí! Y ahora que estás aquí podrás usar el otro disfraz de Safari, así irán a juego y yo no tendré que usarlo.
Tom ocultó su mueca, definitivamente no quería ponerse ese traje beige, soso y aburrido encima. Harry negó con la cabeza.
-No papá, no podemos obligar a Tom a hacer algo que no quiere.
Harry lo vió, quizá esperando su aprobación, él se sintió bien, la conversación de ayer definitivamente había traído algo bueno. De no ser así ya estaría en el baño cambiándose a aquella ridícula ropa.
-Oh! Okay, de acuerdo campeón, estoy de acuerdo contigo. Lo lamento, Tom.
-Está bien, señor James.
El adulto le sonrió.
-Bueno, yo iré adentro a ver que planea tu madre para el almuerzo, espero que ustedes dos no armen un incendio en el jardín o peor. Confío en ti, Tom, para que mantengas a Harry bajo control?
-Qué falta de fe- se quejó su amigo. Tom sonrió.
-Puede confiar en mí, señor.
-Bien, los dejo entonces.
Apenas se fue, Harry se puso de pie como un resorte, con una sonrisa que no auguraba nada bueno.
-Vamos a explorar!
Harry lo arrastró más allá del jardín, la propiedad Potter era absurdamente grande para solo tres personas, la casa era grande, al menos para Tom, pero el espacio alrededor lo era más.
-Somos dueños de tooooodo esto, hasta esa colina que ves allá. Antes vivíamos en el Valle de Godric, pero cuando los abuelos murieron tuvimos que mudarnos aquí, es la casa paterna y le pertenece a papá. Además, era un requisito para ser el heredero Potter.
De nuevo, la perorata excesiva de Harry los acompañaba en su viaje.
Tom estaba al pendiente del camino más que de su conversación, no quería perderse y estaba preocupado de lo que dirían los Potter mayores si no los encontraban cerca del jardín. Más por el hecho de que él era responsable de Harry, por Merlín, estaba perdido.
-Deberíamos volver.
-Qué!? Pero si aun no encontramos nada.
-Estamos muy lejos de la casa y tu padre se enojará conmigo si se entera de que estamos tan lejos.
Sí, definitivamente la charla de ayer tenía sus ventajas.
-Te prometo que te defenderé de papá, además, él nunca se molesta por nada. Y si lo hace, siempre podemos chantajearlo con algo.
Tom miró asombrado como la carita inocente de Harry se transformaba con una sonrisa pícara y algo malévola. Nunca pensó que Harry mimado Potter conocería la palabra "Chantaje", pero era agradable.
-Bien, espero que ese chantaje sea bueno.
-Es el mejor y si no funciona, tengo muchos secretos que sé que no querrá que mamá sepa.
-Eres malvado, Potter. ¿Quién lo habría pensado?
Harry se giró, le guiñó un ojo y siguió caminando. Tom negó con la cabeza, divertido ante el niño y lo siguió. De repente, Harry era un poco más interesante.
No encontraron ninguna criatura mágica, pero luego de mucho caminar Tom escuchó la voz siseante de una serpiente que se deslizaba en busca de alimento. Harry se aferró a su brazo con emoción, haciendo todo lo posible por no chillar y correr hacia ella.
-¡Es una vipera berus! Tienes que hablar con ella, Tom!
De haber sido cualquier otra persona, Tom se habría negado, pero era Harry y su loca fascinación por los animales y esta serpiente se veía mucho más interesante y grande que la del cementerio.
-Ten cuidado, son venenosas. Aunque no es peligrosa, solo atacan cuando se sienten amenazadas. Así que.. No la hagas sentir amenazada.
Tom sonrió, no pudo evitarlo, le gustaba como Harry era capaz de vomitar datos de serpientes como si fuera lo más normal del mundo. Se acercó, lo suficiente para ser notado por la serpiente, quién decidió tomar otro rumbo, arrastrándose rápido por el suelo.
-¡Hola! Mi nombre es Tom, cuál es el tuyo?
Desearía que sus conversaciones con serpientes fuesen más interesantes, pero usualmente eran sobre ratones, nidos y el clima. Pero ser el único que las comprendía le daba la ventaja de inventar detalles para verse más interesante.
La serpiente detuvo su huída solo para verlo, levantando su cabeza y sacando su lengua para olfatearlo.
-¿Fuiste tú quién habló?
-Sí. He sido yo.
La serpiente se acercó, despacio y permaneció a una distancia prudente.
-No eres una serpiente.
-No, soy un mago, por eso puedo hablar contigo.
-Ya veo. Y qué es lo que quieres?
-Solo hablar contigo.
-Estoy ocupada, debo buscar qué comer.
-Puedo conseguir ratones para comer, así no tendrás que salir a cazar y podremos hablar.
-Qué dice, Tom?
-Dice que está buscando comida, le he propuesto conseguir ratones a cambio de que hable con nosotros.
-Genial! Pero.. dónde vamos a conseguir ratones?
Tom le sonrió sintiéndose de repente superior, que lo era, por supuesto.
-Accio ratones! - dijo con una mano extendida y luego de unos segundos pudo ver como ratones de todos tamaños llegaban, siendo arrastrados por el suelo del campo, sus chillidos de terror haciéndose más altos conforme se acercaban.
-Wow! Acabas de hacer magia sin varita!
Tom le sonrió con suficiencia. - Sé algunos hechizos.
-Ratones! Gracias niño mago, me daré un banquete gracias a ti.
Tom vió como Harry observaba con tristeza, horror y curiosidad como la víbora se tragó a uno de los ratones entero, mientras el otro estaba inmóvil por el veneno de la mordida que le había dado.
-Pobrecillos, ya no me siento tan bien con la idea. ¿Te imaginas ser ese ratón?
Harry lo miró con atención. -Agradezco cada día no ser comida de serpiente, definitivamente.
El niño de ojos verdes asintió, de acuerdo con él.
Una vez la víbora dejó de comer, quedó tan agotada que respondió solo un par de preguntas de Harry y de Tom, luego se dejó acariciar y se marchó a dormir con el estómago lleno.
Tom estaba decepcionado, Harry estaba tan feliz que lo arrastró corriendo hacia el jardín sin perderse ni una vez. Una vez que llegaron a casa entró corriendo, aun arrastrándolo y gritó a todo pulmón:
-Tom y yo nos hicimos amigos de una víbora!
Tom no se perdió la mirada sorprendida de sus padres y la tez algo pálida. Aun así, Harry se ocupó de llenar la hora del almuerzo con una historia fantasiosa y muy decorada de su encuentro con la serpiente, mencionando el increíble hechizo de Tom y como había logrado que la serpiente se dejara tocar.
Después de un tiempo, los Potter solo sonrieron y escucharon a Harry, incluso le hicieron preguntas a Tom y él pudo relajarse en su asiento al no recibir un castigo o malas miradas. Ser hablante de pársel no parecía ser algo malo para ellos.
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Tom no sabía cómo comportarse en aquel momento, por un lado tenía al extremadamente exaltado Harry, quién hablaba rápidamente de todo lo que podrían ver en el callejón Diagon.. Mientras que, por otro lado, Tom reprimía su emoción y el retorcijón en el estómago de los nervios al ver cómo algunos le daban miradas curiosas en el pub al que había llegado por Flú con los Potter. El Caldero Chorreante, no le gustó nada que el hombre detrás de la barra se llamase Tom. Lo hizo apretar la mano de Harry tan fuerte que el niño jadeó de incomodidad.
Pensó que no era muy impresionante, si todo el mundo mágico se resumía a pubs con ese aspecto viejo y arruinado, aunque limpio. Eso fue hasta que la pared de ladrillos de la parte trasera se movió para dejar un agujero frente a sus ojos que desplegó frente a él una calle repleta de personas de vestidos extraños y variopintos. Tom no pudo evitar quedarse sin aliento e inmóvil, hasta que Harry le tomó de la mano y le empujó hacia el frente.
-Bienvenido al callejón Diagon, Tom! - El señor James abrió los brazos como esos hombres de los shows de circo.
A su alrededor había tanto para ver que era abrumador. Había hombres y mujeres de todas edades yendo y viniendo, vendedores ambulantes gritando cosas inentendibles, lechuzas volando sobre su cabeza.. No le gustó el ruido, ni la abrumadora cantidad de personas alrededor, el callejón, aunque extremadamente hermoso y lleno de magia, era demasiado para él. Era como si Harry hubiese vomitado su esencia en el lugar al menos cien veces.
-Bueno, qué les parece si vamos por la ropa de Tom y luego de eso podemos dar un paseo por algunas tiendas? - Propuso la señora Lily.
-Está bien, señora Potter.
Ella le sonrió ampliamente. - Bien, tomaré tu mano, si no te molesta, esto suele ser un caos la mayor parte del tiempo, no quiero que ninguno de los dos se pierda.
A Tom no le gustó la idea. Era lo suficientemente inteligente como para no perderse en ese lugar, no era un niño, pero no podía ser grosero con la señora Lily. Así que aceptó su mano, no muy cómodo y percibió la sensación de la mano de la señora Lily en la suya, era cálida y suave, pero llena de ciertas rugosidades por el trabajo de ser pocionista. Seguramente había tenido algunos accidentes en su trabajo.
Llegaron a una tienda cuyo escaparate decía: Twilfit & Tattings.
-Compraremos algunas cosas aquí, luego, he pensado, podemos comprar ropa más sencilla en el mundo Muggle.
Tom asintió hacia Lily casi sin escuchar, a su alrededor podía ver ganchos y más ganchos con ropa, tela y demás implementos.
-Oh! Bienvenidos, si son los Potters! Espero que le hayan gustado las botas de piel de dragón que se llevó la última vez. - La dependienta de la tienda, una mujer delgada, rubia y de ojos azules saltones, los recibió.
-Son mis favoritas, sin lugar a dudas. - respondió la madre de Harry. -Venimos para conseguir un guardarropa completo para Tom- Lo señaló. Tom no pudo evitar tensarse como cuerda ante la mirada de la mujer, sentía que escrutaba cada centímetro de su cuerpo.
-Perfecto! Nada para el otro hijo?
-No, solo para este. A menos que quieras algo, Harry querido?
Harry negó con la cabeza, ya entretenido en la sección de túnicas que, como Tom pudo ver, mostraba imágenes que se movían en la tela, como el pijama de dragones de Harry. No se perdió de las palabras de la mujer pelirroja, como no corrigió a la mujer en ningún momento sobre que no era su hijo, a Tom le gustó.
-Bien, ven por aquí querido. Necesitamos tus medidas.
La señora Lily fue con él, cosa que agradeció, no quería estar con Ojos de Sapo a solas.
Lo montaron en un podio y una cinta métrica que levitaba trabajó eficientemente, rodeándolo mientras la bruja anotaba las medidas en un pergamino.
-Queremos pantalones, camisas, chaquetas.. - Tom desconectó de la voz de la señora Potter, más preocupado por la cercanía de la otra mujer e incómodo por su mirada penetrante en él.
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Mucho tiempo después, Tom salió de la tienda sintiendo dolor en la espalda y piernas por estar tanto tiempo erguido y de pie en una plataforma, mientras aquella mujer fea e indiscreta hablaba sobre las mejores combinaciones de colores según su tez.
"-Se vería encantador en azúl y verde! Oh, miren esta túnica color borgoña..-"
Tom odiaba el rojo, quizá era más repulsión que odio, era un recuerdo desagradable del suelo de la cabaña Gaunt, del sufrimiento, de sus sueños aterradores. Tom no estaba comprando nada rojo, muchas gracias. Sin embargo, fingió que no le gustó para evitar que le compraran cualquier prenda con ese color, sirvió que Harry apareciera como un defensor de los derechos humanos cuando la vendedora se puso insistente. Definitivamente su conversación había dado frutos, aunque Harry parecía más un lamebotas que un guardaespaldas.
Al final, salió de la tienda con ropa en diferentes tonos de verde, azúl, gris, beige y negro. Harry se burló en privado de él, diciéndole que se parecía a un tal Snape, solo que con mejor corte de cabello y más entretenido para jugar.
Tom lo tomó como un insulto, al menos, hasta que conociera al tal Snape.
-Podemos ir a Florean Fortescue? ¡Por favor! Tom debe probar sus helados!
Harry, a un lado de Tom, pidió apenas salieron de la tienda de ropa. Había sido entretenido al principio, luego, él y su padre se habían dedicado a jugar con los sombreros de la tienda hasta que su madre casi los asesina con solo una mirada. Verdaderamente escalofriante para ambos Potter. Nunca pensó que se tardarían tanto, pero Tom parecía muy feliz a pesar de que se esforzaba en ocultarlo, Harry podía verlo, en como todo él parecía brillar de felicidad, como sus ojos parecían estar repletos de estrellas.. No quiso interrumpirlo ni un momento, Tom era extraño, él podía admitirlo, lucía como esos personajes de los libros de cuentos que colorean de colores oscuros y recluidos en un rincón, usualmente eran los villanos. Pero Harry no veía eso en él, Tom era solitario y no muy bueno para jugar, pero a veces Harry podía sentirlo, como Tom estaba triste o asustado.
Le gustó como su madre lo trataba, las sonrisas de mamá eran las mejores, sin lugar a dudas y a Tom le gustaba. Había hablado muy entusiasmado de ello mientras se alistaban para salir.
-Te gustaría, Tom?- recordó preguntar, Tom solo lo vió con una sonrisa pequeña y se encogió de hombros.
-Bueno..- dijo su madre. - Nos vendría bien sentarnos un poco. No sé ustedes pero a mí me está matando la espalda.
-A mi igual.- añadió Tom y su madre se echó a reír mientras peinaba con dulzura su cabello, haciendo lo mismo con el suyo un segundo después.
-Y para mí no hay nada?- se quejó su padre.
-Madura, James. - se burló ella, pero se inclinó para darle un beso.
Él tomó la mano de Tom e inició el camino hacia la heladería más famosa del Callejón Diagon.
-Ya verás, Tom. Te encantará.
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Tom no sabía qué pedir, había muchos sabores y debía admitir que los quería todos, estar con los Potter había despertado esa vena avariciosa que se moría de hambre con los Gaunt. Triste que hasta una tontería como el helado le causara tanta necesidad de apoderarse de todo.
Harry a su lado se echó a reír. - Es muy confuso, nunca sé qué elegir, una vez me propuse pedir un poco de todo cada vez que venía. ¿Qué te parece si cada uno elige dos sabores y luego los comparte con el otro? Así probaremos cuatro sabores.
Tom estuvo a punto de negarse a compartir su helado. Pero era Harry, su único amigo, punto allí y además.. Era un trato justo.
-Vale.
La sonrisa de Harry valió la pena y Tom se sentía excepcionalmente de buen humor ese día, había sido maravilloso desde el comienzo. Una clase de pociones, un juego de exploración con Harry, tenía ropa nueva y a la medida.. Y ahora iba a comer helado, se sentía como las cosas que un niño normal hacía y a él le gustó, aunque nunca lo admitiría. Pero Tom sentía algo cálido revolotear en su pecho al ver a Harry reír al escuchar las bromas tontas del señor James y sentir la mano de la señora Lily en su cabello. Y lo mejor de todo? Nunca se olvidaron de él. Era como si Tom se hubiera convertido en una extensión de los ruidosos y deslumbrantes Potter. Pero allí, él no se sentía como un forastero. No por el momento, al menos.
Terminó pidiendo un helado de chocolate con trozos de trufas y como segundo sabor, fresas con crema. Harry se había decidido por uno de caramelo y maní, una combinación extraña, pero deliciosa. Ambos habían comido compartiendo con el otro, Tom descubrió que, mientras fuera Harry, no le importaba compartir, no cuando su amigo le sonreía con tanta felicidad, como si él fuera el mejor ser humano del mundo.
-Mamá.. ¿Podemos ir a ver a los animales?- como era de esperarse, Harry habló apenas se acabó el helado.
-Debemos ir a comprar unos libros primero, le prometí a Tom un libro de pociones y tu.. has tenido suficientes vacaciones, hay que comprar tus libros para la escuela. Los de ambos de hecho.
Harry se desinfló como un globo. Tom se emocionó, en el orfanato había ido a la escuela, pero nunca tenía los materiales suficientes, los niños del orfanato siempre hallaban la manera de romperlo y botarlo todo. Claro que Tom luego se vengaba de una manera bastante entretenida. Pero la idea de ir a la escuela con la ayuda de los Potter no lucía tan mal en su cabeza, más si estaba con Harry.
-Molly Weasley se ofreció a enseñarte, deberías agradecerle, después de que le hiciste esa broma a Neville, Augusta no te habría recibido.
Tom miró a Harry con una ceja alzada mientras el niño se veía increíblemente mortificado, casi a punto de llorar. A él no le gustó, quién era ese tonto de Neville? ¿Acaso Harry había hecho de matón con el chico? Miró al niño de ojos verdes, se veía verdaderamente culpable y triste y Harry no había sido más que amable y bueno cuando él había sido grosero. Acaso Harry era bueno fingiendo? ¿O solo ese chico Neville estaba acusándolo de haber hecho algo? Tom lo iba a averiguar.
Al igual que quién era Molly Weasley. Pero eso vendría después.
-Podemos ir después de comprar los libros? - Usó su voz inocente y su encanto para convencer a los Potter mayores. Sabía cómo se vería, un niño tierno y de mirada suplicante.
-No veo por qué no. - La señora Lily era toda sonrisa para él. Se la devolvió.
Harry lo vió con un brillo travieso en los ojos.
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-Tienes a mamá comiendo de tu dedo.
Apenas habían entrado a la librería, Harry lo había arrastrado hacia la sección de animales fantásticos y estaba ojeando uno especialmente grueso que hablaba de las criaturas mágicas de Asia. Harry estaba embebido con la sección de dragones que eran más como grandes serpientes.
Tom no supo qué decir, era una acusación o un comentario al azar? Y con lo que habían dicho los Potter en la heladería.. ¿Debería tener cuidado con lo que decía alrededor de Harry? No quería seguir dudando de él, le gustaba Harry, era como un perrito peludo y molesto, pero muy fiel y gracioso. Un entretenimiento constante y compañía agradable.
-Ella me agrada.
-Mamá es la mejor- Harry sonrió y Tom pensó, por tercera vez, que era imposible que Harry estuviera actuando.
-Harry..
-Crees que podrías ser capaz de hablar con un dragón como este? Míralo, tiene aspecto de serpiente. - y le puso el libro casi en la cara. Harry lo había interrumpido, pero Tom sabía que cuando hablaba de sus amadas criaturas mágicas, el niño pelinegro no prestaba atención a su alrededor.
-No lo sé, quizá. Tendría que encontrar uno primero.
Harry lo vió con ojos brillantes. - ¡Podríamos viajar alrededor del mundo! Y documentar las criaturas que encontremos, como Newt Scamander - Otra vez ese Newt, Tom estaba seguro ahora, Harry lo AMABA, en serio lo hacía. - Y tú podrías hablar con las criaturas, estoy seguro que podrías hablar con una Ashwinder! ¡Imagínate que podríamos aprender!
Tom no dijo nada, Harry hablaba miles de cosas en menos de un segundo. Era intenso.
El niño se mordió el labio, inseguro. - Solo si quieres, claro. Quizá no te guste la idea de viajar por ahí.
-Podríamos ir, aunque no por siempre y tal vez menos de un año.
Harry sonrió aun más y la duda de Tom creció.
Abrió la boca para volver a preguntar pero el grito de la madre de Harry los interrumpió.
-¡Harry! Tom! ¡Vengan aquí!
Harry cerró el libro y lo guardó bajo su brazo, decidido a que sus padres se lo comprasen. Tomó la mano de Tom con su mano libre.
Llegaron al frente de la tienda, donde un hombre de túnicas negras y cabello largo y negro estaba junto a ellos.
-Tío Sev! - Harry se arrojó como una fuerza de la naturaleza sobre el hombre y Tom quiso echarse a reír, antes de ver la cara de desagrado del hombre al tener a Harry pegado a sus piernas. De repente, una ola de odio lo recorrió, quién se creía para ver a Harry de esa forma?
Luego sonrió mientras se despegaba de él, aunque Tom ya no se lo tragaba.
-Como siempre, tu hijo demuestra ser un jugador aguerrido de rugby al momento de saludar.
La señora Lily se echó a reír y peinó a Harry con los dedos, Tom se acercó lentamente.
-Vamos Severus, sácate la escoba del trasero un rato. Es la primera vez que un niño te demuestra algo de cariño, deberías aprovecharlo.
-James!- Lily lo reprendió.
Harry se echó a reír mientras Severus miraba al señor Potter molesto, Tom lo encontró gracioso.
-Oh! Severus, este es Tom, nuestro nuevo miembro familiar. - lo presentó y Tom sintió que su corazón podría salirse de su pecho, le dió una mirada a la madre de Harry que solo podría ser descrita como adoración antes de extender la mano.
-Un placer.
-El gusto es mío, Tom. - Él se encargó de disparar una descarga de energía en la mano del hombre al tocarlo, sin demostrar por su rostro lo que acababa de hacer. Una pequeña advertencia, no mires a Harry de esa forma de nuevo. Se aseguró de verlo a los ojos fijamente.
Severus lo vió sorprendido para luego observarlo calculadoramente, era la misma mirada desconfiada que le daban las matronas del orfanato.
-Un niño interesante, supongo.
-Es bueno en pociones, estoy enseñándole a partir de ahora. Le compraré este libro.
Se lo mostró. Severus asintió. -Bastante adecuado.
-Oh, Severus es mi compañero de trabajo Tom. Es un maestro de pociones en Hogwarts y cuando está de vacaciones él y yo trabajamos en nuestro boticario.
-Nos veremos en Hogwarts, supongo.
A Tom le sonó a desafío.
Él solo asintió.
-Mamá, puedes comprarme este?
Harry interrumpió su guerra de miradas.
-¿No te compré hace poco ese de serpientes?
-Tom y yo ya lo terminamos.
Lily negó con la cabeza, divertida.
-De acuerdo pequeño cuervo, yo te lo compro.
James fue con Harry detrás de él a pagar los libros, Tom se quedó con su madre.
-Ese niño grita Hufflepuff con cada fibra de su ser.
Lily se echó a reír.
-James aun tiene fe de que sea Gryffindor. O al menos un Ravenclaw. - Lily rodó los ojos.
-Típico de él, cree que Gryffindor es la única casa que vale la pena.
Lily carraspeó y lo señaló, como si Tom no debiera estar escuchando su conversación.
-Y tú jovencito? A qué casa crees que irás?
Era obvio, era una pregunta tonta y Tom podía ver la inteligencia en los ojos de Snape. Él era un Gaunt, descendiente del mismísimo Salazar Slytherin, hablante de la lengua Pársel. ¿Qué más podía ser?
-Tom será lo que decida ser, además, eso de las casas me parece ridículo. Solo consigue crear rivalidad y peleas tontas entre los estudiantes.
La señora Lily peinó su cabello, a Tom no le gustó que respondiera por él pero le gustó como parecía estarlo defendiendo de algún truco sucio de Snape para intimidar.
-Bien, ya está. Todo listo. Somos cinco galeones menos ricos.
-Verdaderamente, no sé cómo lo soportas. - comentó Snape a la señora Lily ante la frase del señor Potter. Tom lo miró con desagrado.
-Es agradable.. y no tiene una escoba metida en el trasero. - Susurró, pero Tom pudo escuchar y sonrió mientras Lily lo tomaba de la mano y lo llevaba fuera de la tienda. - Adiós, Severus, nos veremos en la tienda mañana.
-Adiós, tío Sev!
Tom y James no se despidieron y el niño pudo ver cómo el señor Potter le guiñaba un ojo.
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Llegaron a la tienda de animales y Tom solo podía describirlo como.. Caótico. No había mucho que ver, en su mayoría había búhos de diferentes tamaños y formas, gatos, kneazels, ratas, sapos.. Pero lo que Harry quería que viese eran las serpientes.
Lo arrastró al tanque de una mientras lo tomaba de la mano.
-Mira Tom! Es una Opheodrys aestivus aestivus.
-Una qué?!- los señores Potter los habían seguido por la tienda.
Tom la recordaba por su imagen en el libro de Harry, aunque solo él era capaz de memorizar el nombre científico. Era de un color verde un tanto chillón y brillante, ojos amarillos y no muy grande.
-Es una serpiente verde. - Explicó.
-Ahhh!- profirió el señor Potter. Mientras Harry miró entre decepcionado y ansioso por escupir datos a su padre.
-Podrías llamarla así, pero le quita la diversión. Quieres hablar con ella, Tom?
Él la miró, las serpientes eran en su mayoría tontas, algunas agresivas, otras flojas. Pero Harry se lo pedía y era una manera de impresionar a los Potter mayores, quienes no parecían verlo como un fenómeno o un hijo de satán.
-Hola, mi nombre es Tom. ¿Tienes algún nombre?
-Cómo?! ¿Hablas mi idioma? Pensé que ya no existían los hablantes.
Tom quedó gratamente sorprendido con su respuesta.
-Has conocido a otros hablantes de pársel?
-Oh, no. No soy tan vieja, pero las otras hablan, de cuando éramos compañeras de magos poderosos, manos derechas de los líderes de la magia. Ahora nos encierran en tanques de vidrio para ser exhibición de niños estúpidos.
Miró a Harry con desdén y le siseó molesta.
- Él es mi amigo y es muy inteligente, sabe más de ti que yo mismo. Aunque tienes razón con todo lo demás.
-Vienes a sacarme de aquí, pequeño hablante?
-Lo siento, pero no. No puedo llevarte conmigo.
-Ssshhhh- le siseó molesta . - Entonces aléjate de mi tanque. - y luego se dió la vuelta, con sus ojos amarillos hacia el otro lado del tanque. Luciendo verdaderamente indignada.
Tom alzó una ceja, pero obedeció.
-Y bien? ¿Qué te dijo?
Los tres Potter lo miraban con diferentes grados de curiosidad y admiración.
Tom les resumió la conversación.
-Es la primera vez que hablo con una serpiente que no habla de comida o defender sus nidos.
-Estas son diferentes, criadas en el mundo mágico, algo de esa magia se les pega. Son más inteligentes.
-Es una pena que no podamos llevarla.- Harry hizo un puchero mientras miraba a su madre.
-¿Recuerdas el Puffkein que te regalé hace dos navidades?
Harry lucía como si fuera a echarse a llorar.
-El tío Sirius lo pisó, no fue mi culpa.
-Sé que no cariño, pero creo que es mejor esperar a que seas capaz de cuidar mejor a tus mascotas. Ambos, de hecho.
Antes de salir de la tienda, Harry se inclinó para susurrarle: - Cuando sea mayor, voy a regalarte la mejor serpiente que verás en tu vida.
Tom miró a su amigo, con su cabello despeinado, ojos verdes brillando de felicidad y mejillas rojas. Tomó una decisión, no le importaba si Harry Potter era capaz de hacer cosas malas a otros y fingir que no después, él hacía lo mismo, después de todo. No le importaría nada de lo que pudiera ser o hacer, mientras Harry fuera su amigo, un buen amigo. Y si resultaba que Harry era, de hecho, un buen chico, Tom iba a cuidar esa inocencia hasta el final.
Iba saliendo muy feliz, con la mano de Harry de nuevo sosteniendo la suya, como un pacto entre ambos de permanecer cerca, cuando en su andar por el callejón divisó un cabello castaño y una figura delgada y desgarbada, que lo observaba con ojos húmedos y suplicantes.
Su madre.
Tom no supo qué hacer, se detuvo de inmediato, tirando de Harry hacia atrás. No quería verla, todo estaba bien con su vida, los Potter lo querían, de verdad lo hacían, tenía un amigo y estaba tratando de ser normal. Verla se sentía como estar el Wools de nuevo, cuando iba a visitarlo al orfanato después de desaparecer otro día diciendo que no podía llevarlo con ella. Tom siempre la esperaba, lleno de rabia, anhelo y esperanza.
No quería verla.
De repente todo a su alrededor era pequeño, el aire le faltaba y todo se estaba oscureciendo.
-Tom?- pudo escuchar su voz, a lo lejos, como cuando tienes la cabeza bajo el agua.
-Merope! ¿Cómo estás?
-Tom? - Harry, a quién quizá le estaba apretando la mano demasiado fuerte, le habló, había preocupación en su voz.
-Quiero irme, diles que quiero irme.
-Pero.. Es tu mamá. ¿No la extrañas?
Harry no parecía comprender. Tom quiso gritar.
-No quiero verla, quiero ir a casa.
Y se dió cuenta, ansiaba desesperadamente que la casa de los Potter fuera realmente la suya. Quería padres normales y amorosos. Y la realización de eso lo arrolló como un camión cargado de madera. Porque Tom recordó los momentos en el hospital, los momentos breves y amargos en Wools con su madre.. Y debía admitir que había sido más feliz con los Potter en tres semanas de lo que lo había sido con su madre en años.
Harry vió todo ese dolor en sus ojos, lo supo, porque no tenía energía para ocultarlo.
-Papá..- lo escuchó decir y luego no fue capaz de escuchar nada más. No fue capaz de volver a mirar a su madre, ni supo qué le dijo la señora Potter, solo supo que James los llevó a él y a Harry aparte, llegaron a la taberna del señor Tom y él no fue capaz de decir nada más.
La señora Lily llegó tiempo después y todos entraron por la chimenea a casa. Tom fue directo a su habitación, sintiendo como si caminara sobre cemento fresco o nieve gruesa en invierno.
Llegó a su habitación y cerró la puerta, se echó en su cama y se tapó con las sábanas, ni siquiera se quitó los zapatos. Ni abrió la puerta cuando Harry llamó, no sentía ganas de hablar o estar con nadie.
Se sentía como un traidor, pero su madre lo había traicionado demasiadas veces como para sentirse aun peor.
No salió de la habitación el resto del día y fue hasta la noche que sintió un cuerpo tibio contra el suyo, supo que era Harry, quién quizá había aprendido algún hechizo para abrir cerraduras o quizá su hechizo se había debilitado al dormir, no le importó, dejó que Harry lo abrazara mientras volvía a caer en un sueño profundo.
