Al fin me encuentro en la Mansión Graad, aún padezco de achaques de cansancio, ya me he instalado en una de las recámaras del segundo nivel, estoy sentado en el cómodo sofá, con un té que Saori san me trajo hace unos minutos y escribiendo la segunda parte de mi casual llegada a este lugar.

Bueno... en realidad el día anterior fue bastante caótico al final de tantas. Para ser sincero, desde ayer no he abierto mi diario para escribir algo... Creo que no soy del todo disciplinado para redactar un documento así ¿Debería dejar este hábito? Puede que sí, quizá esto no es lo mío, no sé, lo meditaré más tarde, por lo tanto, tengo ganas de plasmar como termino el viaje de ayer.

Debo decir que mis deseos de escribir esto es porque ocurrió algo un tanto extraño:

Saori tardó mucho más de lo que yo hubiera imaginado y me comencé a preocupar, pero, ¿qué podía hacer? Ni siquiera sabía hacia dónde había ido con el santo de Aries. Aun así no me iba a quedar de brazos cruzados, más después de todo lo que luchamos para salvar a Athena, ese momento no era la excepción. Intuía que podía haberse ido al Atheneo y los santos de Oro la retuvieron para cuestionarla. Con ese pensamiento revoloteando en mi cabeza, no lo dudé y me levanté de mi asiento para ir a ver qué pasaba con ella.

Comencé a preguntarme si, en realidad, habia alguien en el jet y, que necesitaba que me abrieran la compuerta, de otro modo hubiera saltado por la ventana, porque en realidad ya la había abierto y estaba calculando hacia donde saltaría para caer bien; esas tonterías de encierro no me iba a detener, pero de repente, antes de llegar a la salida, una mano delicada me tomó de la camisa y me jaló hacia dentro del jet.

Me sobresalté con cierto temor, porque comencé a pensar que aquella azafata de cabellos oscuros que me había estado haciendo gestos extraños e incómodos estaba jugando a las escondidas, así que, si se trataba de ella, me hubiera dispuesto a preguntarle si le pasaba algo conmigo, cosa que no pude, porque al voltear hacia la chica, vi el rostro familiar de Saori ¡Era ella disfrazada de azafata! Juro que no me esperaba verla a ella vistiendo así, sin duda el uniforme le sentaba genial, ella es una mujer bella después de todo.

Cuando mi alegría de verla paso a segundo plano, me pregunte enrarecido ¿En qué momento entró ella al jet?, ¿me habré quedado dormido y no lo recuerdo? ¿O acaso Saori descubrió que tiene poderes de teletransportacion, igual que el santo de Aries? Son dudas que creo no poder responder, pero el asunto era que ella había entrado al vehículo aéreo antes de que yo decidiera ir a buscarla y mi preocupación se desvaneció.

Saori con una sonrisa en su rostro pidió al conductor del jet que abriera la compuerta principal y vaya sorpesa que me lleve cuando entraron en un tris Jabu, Ichi, Nachi, Ban, Geki y el mismísimo malencarado Tatsumi. Con una sonrisa los saludé a todos y como cosa rara me devolvieron el gesto con... ¿amabilidad? ¿A qué se deberá? No tengo la menor idea.

Pienso que el suceso de las doce casas ha hecho efecto, al menos de manera temporal, porque ninguno de ellos se ve tenso, sobre todo Jabu que nos llevaba tan mal, en especial a Seiya, pero bueno, yo considero, que el altercado que ellos dos tienen es personal, lo único que se es que vamos avanzando como grupo... eso creo. A pesar de que tardaron un poco más que yo en llegar al jet, ya estaban allí reunidos y listos para partir a Japon.

Mientras nos acomodábamos en los respectivos asientos, no pude evitar preguntarle a Saori san por qué iba vestida así tan diferente, a lo cual ella solo se rio y me dijo que tuvo que hacer algunas maromas para retirarse del Santuario. Yo me sorprendí, porque se supone que ella es Athena, la mayor autoridad en ese lugar, nadie tendría por qué cuestionar sus decisiones, bueno esa es mi manera de pensar.

Me abstuve de decir aquel comentario, no quería echarme de enemigos a los santos de Oro que quedaban en el Santuario, sabía que aunque Saori no les diría nada, las paredes tenían oídos, así que me recosté y comencé una amena charla con ella. Platicamos de todo un poco, sobre cada uno de los chicos, sobre sus recuperaciones y sobre los caminos separados que tomaron.

Cuando tocamos el tema de nuestro amigo Seiya y la búsqueda de su hermana, note una diferencia muy grande en el semblante de Saori san y me sobresalte un poco, no me lo esperaba. Sus ojos adquirieron un brillo diferente y si no estoy mal, podría jurar que cambio el tema para generalizar que esperaba que todos pudieran cumplir lo que se habian propuesto y sin decir mas, dirigio su mirada hacia la ventana que ya para ese entonces ofrecia una vista panoramica del Santuario, bellisima a mi parecer.

No pude evitar comparar su mirada con la de mi amigo cuando partio, pero tampoco quise darle muchas vueltas a los comportamientos de Saori san, ella también estaba pasando momentos difíciles y conflictos que no puedo comprender del todo, solo me queda claro que ella se preocupa por cada uno de manera individual y diferente y eso está bien para mí.

Cuando note que Saori san se habia tranquilizado, me atrevi a preguntarle quien era la azafata de cabellos negros que estaba ahí desde que aborde el vehiculo y por que no se hacia presente todo el tiempo, de hecho llevaba rato de no verla y no pude evitar buscarla con la mirada hacia todos lados sin éxito de encontrarla; le pregunte si era una chica nueva o ya llevaba tiempo en esa aerolinea de la Fundacion Graad.

Saori san arqueo una ceja y se cruzó de brazos para decirme enrarecida que ella en ningún momento llevo una azafata en el jet, las cosas habían sido así como cuando vinimos a Grecia, solo Saori san, el piloto y nosotros.

Dicho aquello, me asusté, yo la había visto, era tan real y no podía negar que la vi. Al parecer mi cara había palidecido y Saori tuvo que preguntarme si estaba bien, a lo cual respondí que sí, que quizá las secuelas de los golpes de la batalla me habían hecho ver ilusiones. Ella parece que se alivio con mi respuesta.

Debo aceptar que yo mismo le reste importancia, porque a lo mejor así había sido, no quiero sonar como un lunático y prefiero dejar las cosas así, sino en lugar de venir a la mansión, seguro todos me hubieran sacado del jet con una camisa de fuerza rumbo al manicomio.

Aun recuerdo su blanca piel, ese cabello largo, liso y oscuro; su mirada penetrante, esa mueca que pretendia ser una sonrisa y como agitaba su mano, supuestamente dandome un saludo. Lo que no puedo dudar es que todavía siento escalofríos al pensar en que haya visto un espectro o algún fantasma, aunque yo no soy muy creyente de eso, después de todo lo que he vivido le daré el beneficio de la duda.

Pero no todo ha sido espeluznante o incómodo. Debo aceptar que me he llevado la sorpresa de mi vida al encontrarme nada más y nada menos que con June mientras daba una ligera caminata por el jardín. Le estoy tan agradecido a Saori por haberla invitado a quedarse con nosotros.

Me sorprendí tanto de que no tuviera su máscara, aunque debo aceptar que me alegra verla liberada de ella. Su rostro es lo más bello que mis ojos han visto y poder volver a hablarle me llena de una inexplicable dicha que no me animo a decirle en voz alta ¿Debería armarme de valor para confesarle lo mucho que me importa su presencia en este lugar? No me decido a lo mejor es demasiado prontoy, mejor me lo pensaré muy bien, no quiero alejarla con palabras que pueda creer inapropiadas.

Justo ahora es temprano y ya quedamos en salir a trotar como parte del ejercicio que ella no ha dejado de efectuar, eso me hace acelerar el corazón y me motiva a no dejar de lado el entrenamiento y así tomaré ritmo para estar preparado por si alguien quiere hacerle algún mal a Saori San.

Bien... me voy a trotar, June me está llamando desde afuera. Espero que los episodios inexplicables se acaben de una buena vez y de verdad anhelo no tener que traer malas noticias a este diario.

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Continuará...

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Hola, traigo un nuevo episodio de El dilema de Shun. Perdonen algunas ausencias de tildes, pero tengo un problemita con mi teclado. Gracias por leer n.n