[Septiembre.2023] Revisando mis drafts, me tardé como cinco meses en retomar este capítulo después de haber escrito el anterior. El año pasado leí un fic Hinny que me voló la cabeza (Nueva Oportunidad de Issabel Weasley) y me gustó mucho como en cada capítulo la autora iba dejando meta comentarios de la evolución y escritura de la historia, de cómo a veces los personajes toman vida solos y una no puede hacer más que dejarlos ser. Por primera vez le puse atención a eso ahora que ando escribiendo de nuevo y en definitiva este capítulo es prueba de eso. Los capítulos a veces toman tiempo en escribirse porque luego una anda luchando en contra de los personajes y los trata de llevar hasta cierto punto planeado casi contra su voluntad, pero esta vez me estoy dando la oportunidad de dejar fluir la historia. Y qué cambiantes son las direcciones! En este capítulo Harry hizo de las suyas, colándose una y otra vez, arruinándome los planes y la verdad es que el resultado me dejó muy contenta. Espero que a ustedes también! Muchas gracias a quienes vienen a leer, y gracias infinitas a Pam por el review. Qué gusto enorme que este fic te haya traído de vuelta al mundo de fanfic de HP.


Le prometeré la luna

By Aurum Black

Capítulo 9: Confesiones

Ginny dormitó y fingió dormir el resto de la tarde y noche, moviéndose entre sueños agitados y una lucidez de la que deseaba escapar. Cada que despertaba, una angustia le inundaba el pecho, le creaba un nudo en la garganta y le provocaba esporádicas lágrimas que desaparecían en la obscuridad. Ginny se había aferrado a una de sus almohadas, enterrando el cuerpo boca abajo, esperando así poder evitar el contacto con Harry, quien entraba y salía de su habitación con mucho sigilo, y se sentaba junto a ella en la obscuridad, aún cuidándole. Ginny sentía que era el fin del mundo. No sabía que haría una vez que tuviera que levantarse de su cama y enfrentar la realidad. Sólo quería cerrar los ojos y desaparecer. O como mínimo, quería que Harry desapareciera para que ella pudiera pensar con algo cercano a la claridad. Pero él no se fue de su lado. En medio de la penumbra, lo escuchó susurrar su nombre un par de veces, como probando si estaba despierta, pero ella simplemente lo ignoró. Después de varias horas que habían parecido una eternidad, Harry no se pudo contener más y la sacudió del hombro con suavidad. El contacto le hizo latir el corazón a mil por hora, pero siguió empeñada en ignorarlo.

–¿Ginny?– le susurró sacudiéndola de nuevo –¿estás bien? –ante su silencio, prosiguió –me estás espantando...

Ginny sintió ganas de llorar de amor.

–Estoy bien – susurró con la voz ronca, sin moverse

–Te hice algo de comer... –más silencio –Hermione dice que necesitas comer lo suficiente... además tu poción ya está lista – Ginny sólo suspiró apretando los ojos –si aún te sientes mal puedo traerte un sanador...

–No... ya voy–interrumpió ella girándose con lentitud – ¿me pasas mi bata? está en el baño... –dijo ella como excusa para poder alejarlo un poco. Se irguió, sentándose en la cama y se talló los ojos. Luego se levantó, sin apenas voltear a verlo, tomando la bata que él le ofrecía y se envolvió en ella. Salió de la habitación con Harry pisándole los talones. La luz la deslumbró un poco, haciéndola cerrar los ojos. Caminó hacia la cocina y se sentó en uno de los bancos junto a la barra. Dejó que Harry le pasara un plato de sopa que se veía deliciosa, de pronto dándose cuenta que se encontraba hambrienta. Su mejor amigo también le alcanzó un vaso con un líquido verde espeso.

–Sé que no soy el mejor haciendo pociones, pero la hice con mucho cuidado – le dijo él con una sonrisa tímida, sentándose junto a ella.

–Sé ve bien – le dijo ella en un susurro, sintiendo una angustia enorme inundarle el pecho. Cómo no amarlo con todas sus fuerzas. ¿Qué iba a hacer ahora? No podía seguir reprimiendo lo que de verdad sentía por él. Pero tampoco podía confesárselo. Suspiró sin poder contenerse y entonces se tomó la poción con la mirada perdida. Harry no le quitaba la mirada de encima.

–Me asustaste mucho –repitió él como sin poderlo creer.

–Lo siento– susurró ella aún mirando hacia el vacío.

–No, no es tu culpa –le dijo haciéndole una caricia en el brazo. Ginny sintió un escalofrío. Necesitaba que él dejara de invadir su espacio personal, o se volvería loca. Porque no podía hacer más que desear con todas sus fuerzas que él siguiera invadiendo su espacio personal y que fuera cada vez más lejos, que la tocara más y de nuevas formas. Que la abrazara, que la acariciara, que la envolviera con su cuerpo y– Es sólo que nunca te había visto así... -dijo interrumpiendo sus desvaríos -me hace sentir que hay tanto que no sé de ti...

Ginny sintió que el corazón se le caía del pecho al estómago. Era como si Harry pudiera intuir que había cosas que Ginny no le contaba. Ella no dijo nada y sólo se limitó a comer su sopa con lentitud, volviendo a mirar hacia la nada. Tal vez esa sería su vida de ahora en adelante. Amando a Harry en silencio y en secreto, guardándose las palabras y los sentimientos para sí misma. Escondiendo lo que su corazón y su mente en verdad sabían, como cuando tenía 15 años, sólo que esta vez no podía limitarse a admirarlo desde la distancia, siendo ignorada por él, sino que se encontraba en la primera fila de su vida, teniendo de forma directa su sonrisa, su atención y cariño. Un cariño que no era recíproco al de ella, al menos no de la misma forma... Ginny suspiró intentando ahogar su angustia.

–Te llegó este pergamino– le dijo de pronto interrumpiendo su tren de pensamiento. Ginny lo tomó y lo abrió con lentitud. Leyó las palabras en el papel sin comprender lo que parecía una invitación de la revista Quidditch Times para participar en un calendario como modelo.

–¿Qué...? –susurró ella confundida pensando que era una broma. Releyó y se dio cuenta de que aquella invitación era legítima. Cada año la revista tenía una serie de jugadores invitados para su calendario que se publicaba cada Septiembre, cuando la liga de otoño-invierno comenzaba. Ginny, al ser una de las jugadoras novatas revelación de la temporada, estaba siendo considerada.

–¿Qué es? –preguntó Harry sin disimular su intento de leer el pergamino. Ginny le pasó el papel sin decirle nada. Harry lo escaneó con rapidez. –Oh wow –exclamó sorprendido –¡Esto es increíble! –soltó emocionado, volteando a verla. Ella se encogió de hombros. La verdad es que no se sentía material de modelaje en esos momentos. Se sentía hinchada y adolorida, con el cabello alborotado y seguramente una cara de cansancio extremo.

–No lo sé...

–Vamos Gin, piensa en todas esas niñas que te verán y tendrán tu foto colgada en su habitación todo el año escolar, así como tú tenías a Gwenog Jones. ¿No quieres ser su inspiración?

Ginny no pudo evitar sonreírle sonrojada. No pudo evitar amarle.

–No lo sé... –repitió. Pero Harry ya le estababa pasando una pluma para que contestara la invitación.

–Sabes que es una oportunidad única ¿no?

–Está bien... –accedió, sonriendo ampliamente, tomando la pluma de la mano de Harry y respondiendo a la invitación de la revista en ese momento.

Tal vez esa sería su vida de ahora en adelante. Cediendo a él. Estando a su merced. Supo entonces, con todo su ser, que necesitaba hacer algo, aunque no sabía qué. Supo que, si quería mantenerse cuerda, necesitaba tomar medidas aún más drásticas. Necesitaba, como mínimo, confesarle a alguien lo que no podía confesarle a su confidente número uno.


Se despertó más temprano de lo normal para un día de descanso y salió a caminar para despejar su mente y estirar su cuerpo después de haber pasado casi toda la tarde y noche en cama. En cualquier otra circunstancia, habría agradecido y se sentiría emocionada por los días de descanso de pascua, pero después de todo lo sucedido el día anterior, hubiera preferido al menos seguir con su rutina diaria, irse a entrenar y enfocar su mente en algo que no fuera Harry. Sintió un peso en el pecho al pensar que tendría libre desde ese jueves hasta el lunes siguiente, y seguramente lo esperado era pasar tiempo con Harry y con su familia, que era lo último que quería en esos momentos. Quería alejarse de él lo más posible, quería arrancarse la idea de él, de ese amor imposible. Y no sabía que hacer, cuando él se encontraba en cada parte de su vida, cuando incluso, por Merlín, vivían juntos. Ginny no iba a poder sobrevivir. Sabía que necesitaba ayuda, así que sin siquiera pensarlo, se apareció afuera del edificio donde vivía Marie. Ella era la única en quien podía confiar. Sabía que no podía acudir a sus hermanos o cuñadas. Ya se imaginaba la sonrisa burlona de Hermione, o de George, diciéndole que siempre supieron que ella seguía enamorada de Harry. Simplemente no podía aceptarles aquella verdad después de renegar por años de ella.

Sin avisarle, simplemente llegó a la puerta del departamento de Marie, pasando fácilmente a los señores de la recepción que ya la reconocían por todas esas veces que la había visitado y llegado con ella. Su amiga la recibió con sorpresa al abrirle la puerta, pero con una amable sonrisa.

–¡Ginny!

–Necesito ayuda –dijo con angustia, entrando a aquel elegante lugar que ahora conocía tan bien.

–¿Estás bien? –Ginny se mordió el labio antes de soltar su verborrea. Con preocupación giró la cabeza por todos lados sin disimulo –Val no está, se fue a pasar los días de pascua a Holanda –dijo Marie intuyendo lo que pasaba por su mente. Ginny se desplomó en uno de los sillones, sintiéndose aliviada – ¿Qué ocurre? – le dijo Marie preocupada sentándose junto a ella

–Es un desastre –le dijo Ginny tomándole de las manos, sintiendo sus ojos aguarse –Tengo un horrible secreto, que nadie sabe, pero necesito decírselo a alguien – Marie no contestó, sólo le apretó las manos como para darle confianza y asintió entendiendo que era ella la elegida para aquella confesión. Ginny suspiró, dándose valor, sabiendo que una vez que dijera esas palabras, no habría vuelta atrás. Respiró y se dijo a sí misma que era ahora o nunca –Estoy enamorada de Harry –Un par de lágrimas salieron sin que pudiera contenerlas –Estoy enamorada de él, y siempre lo he estado pero no... –las lágrimas continuaron, esta vez con más volumen – no me había dado cuenta, o no quería darme cuenta –se limpió el rostro con descuido –soy una idiota –sollozó y entonces Marie la abrazó con ternura.

–Oh Ginny...

Ella no pudo hacer más que llorar más y dejarse consolar por su amiga.

–Y él – hipó dentro del abrazo de Marie – obviamente sólo me ve como su hermanita, como su mejor amiga y ya...

–¿Estás segura? ¿Qué tal que...?

–No, para él no existo como mujer. –Ginny se separó limpiándose el rostro con el dorso de su sudadera –Se la pasa acostándose con una y otra y otra y otra. Siempre me habla de ellas o yo misma las he conocido. Creo que no me importaba o no sé... no sé cómo hice tantos años para que no me importara, pero ahora...

–Ahora que viven juntos...

–No, no lo sé... no entiendo... muchas veces antes lo vi con otras y lo escuché con otras... pero simplemente un día...

–Lo viste diferente

Ginny asintió recordando aquella primera noche, después de la fiesta de año nuevo, cuando comenzó a fantasear con Harry.

–Un día empecé a querer que me tocara como toca a otras, que me tomara como lo hace con otras –confesó sin pudor

–¿Por eso tanta insistencia con acostarte con alguien? –Ginny la miró a los ojos y asintió sin vergüenza.

–Pensé que sólo era algo físico, un instinto animal, pero no... no es sólo eso.

–Lo quieres en serio.

Ginny volvió a asentir limpiándose una vez más las lágrimas.

–No sé que hacer, no sé como verlo a la cara –como acto reflejo, se llevó las manos al rostro y hundió los codos en sus piernas, sintiéndose en una imposible encrucijada.

–¿Y si le confiesas la verdad?

–¡NO! –se levantó y sacudió los brazos enérgicamente – Nunca. Primero me muero.

–¿Pero por qué? –Marie la miró muy contrariada

–Porque la condición que pusimos para ser amigos fue precisamente ser amigos y nada más. No quiero... no quiero perderlo–dijo angustiada volviéndose a sentar –creo que sólo necesito aprender a vivir con este secreto dentro, tal vez olvidarme de lo que siento...

–No sé, Ginny... –le dijo ella sin sonar convencida, acariciándole el cabello como con ternura. –Tal vez...

–¿Qué?

–Bueno, si no quieres confesarle la verdad, si no crees tener oportunidad alguna con él... entonces ¿tal vez intenta enamorarte de alguien más?

Ginny suspiró abatida, negando con la cabeza.

–Es que no me lo puedo sacar de la cabeza. ¿Cómo me enamoro de alguien más, cuando su imagen y su presencia siempre está ahí? ¿Cuando nadie más le llega a los talones?

–Bueno, tente paciencia... O toma el riesgo. No sé, ten un novio o por fin acuéstate con alguien... Verás que una vez que empiezas a tener sexo frecuente desarrollas un vínculo con ese alguien y poco a poco te vas olvidando de lo que sientes por Harry.

–No sé...

–Aléjate un poco de él en lo que balanceas tus sentimientos. Tomate un espacio. No sé...No creo que seguir viviendo con él sea lo más sano para ti en estos momentos... –Ginny se mordió el labio por fin asintiendo a los consejos de Marie. –Claro que puedes seguir siendo su amiga, pero primero necesitas superarlo. –Ginny se sintió con un miligramo de esperanza al escuchar a Marie –Mira, ¿por qué no pasas estos días de pascua conmigo? distráete un poco, sácalo de tu rutina.

Ginny hizo una mueca.

–Tenemos planes familiares siempre en pascua. –Pensó en que cada año tenían comidas en la madriguera y luego con Teddy y Harry hacían la tradicional búsqueda de huevos de pascua el Domingo.

–Sólo esta vez. Seguro no pasa nada si cambias tus planes de vez en cuando... Pensaba en tener una pequeña reunión mañana aquí, invitar gente del quidditch, algo tranquilo...

–No sé si estoy de ánimos...

–Puedo invitar a Derek... –Ginny apenas iba a sacudir la cabeza cuando Marie insistió –sólo platiquen... invítalo a cenar o algo así, date la oportunidad de conocerlo... de verdad es un buen chico del que te podrías enamorar.

Ginny exhaló con fuerza, no muy convencida pero asintiendo. Diciéndose a sí misma que tal vez era la única forma de salir de aquel hoyo en el que estaba.


El plan era ir sólo a la comida del viernes de pascua y excusarse por el resto del fin de semana, para pasarlo con Marie. Sentía que sería más fácil que en años anteriores, puesto que este año sus padres se encontraban visitando a Bill y a Fleur en Egipto. La comida estaba siendo organizada por Ron y Hermione, así que no quería cancelarles, pero después de eso, no tenía intención de asistir a nada más, ni siquiera el Domingo a la búsqueda de huevos. Era sólo ese año, se dijo a sí misma, repitiendo las palabras de Marie en su cabeza. Era por un bien mayor. Además no iba a poder soportar el dolor de su corazón al estar a solas con Harry y Teddy.

Después de aquella plática con Marie, Ginny se refugió el resto del jueves en la casa de Ron y Hermione, con la excusa de ayudarles a preparar la comida del día siguiente y de que aún se sentía un poco mal. Por supuesto, Harry la buscó enseguida, marcando con insistencia a su teléfono móvil. Ella solo mandó de vuelta el mensaje de dónde estaba. Llegó a la casa de sus amigos en cuestión de minutos. En cuanto lo vió, con su andar despreocupado, pasándose una mano por el cabello azabache desordenado, su corazón se fue al piso. Ginny se sentía como una niña de 10 años otra vez, con el corazón latiéndole a mil por hora tan solo con su presencia.

—Así que prefieres que te cuide Hermione y no yo ¿eh, calabaza? Me siento ofendido —le dijo acercándose a ella que preparaba un pie de manzana, mientras Hermione y Ron cortaban ingredientes para un estofado.

—Cualquiera preferiría a mi Hermione —resopló Ron como diciendo lo obvio

—Ya quisiera verte hacer la mitad de los cuidados que yo hice—respondió Harry indignado —La pobre de Ginny se estaba desmayando.

—Ay Harry, ¿qué nunca antes habías visto a una mujer en sus días del mes?—preguntó Hermione riendo

—Supongo que no... de verdad pensé que Ginny estaba muy enferma.

—¿Podemos dejar de hablar de esto? —soltó Ginny avergonzada

—Ginny, que no te de pena, es un proceso natural de la mujer —dijo Ron muy serio, haciéndolos reír. –Hermione siempre me pide que le haga masajitos en el cuerpo.

–¡Ron! –lo regañó Hermione mientras Harry reía y Ginny fingía hacerlo, aunque sólo podía pensar en las manos de Harry acariciando su cuerpo la noche anterior.

A pesar de aquello, Ginny se sintió protegida por la presencia de su hermano y su cuñada, sin embargo tuvo que esquivar y evadir los intentos de Harry de tocarla, hacerle cariños, abrazarla, como estaban acostumbrados. Ginny no podía ni aparentar ahora. Supo que Harry notaría su evasión de inmediato, pero él no dijo nada. Esperaba que le atribuyera su actitud a su malestar del mes y nada más, sin hacer preguntas.

Cuando terminaron de preparar la comida del día siguiente, pidieron una pizza y se sentaron a ver una de las películas románticas muggles de la colección de Hermione, que a ella y a Ginny tanto les gustaban. Ginny se envolvió en una manta y se sentó en uno de los sillones para una sola persona, sabiendo que si se sentaba en uno de los grandes, Harry se acurrucaría junto a ella.

—Esto es demasiado cursi —se quejó Harry durante la escena final en que los protagonistas se confesaban su amor con una canción

Todos rodaron los ojos, incluso Ron. Ginny sintió un dolor en el pecho pues se encontraba muy conmovida por la escena, parpadeando para espabilar las pequeñas lágrimas qué se asomaban por las comisuras de su ojos. Las hormonas le traicionaban una vez más.

Harry se levantó por un vaso de agua.

—Por cierto don Juan, nos dijo un pajarito que te estás tirando a la mismísima Cho Chang? —Ron exclamó volteando a verlo con una sonrisa pícara mientras Hermione le soltaba un manotazo en el brazo.

—¡Ginny! —reclamó Harry

—No sabía que era un secreto—dijo ella con un tono más frío de lo esperado. La verdad no había podido guardarse el tema y se lo platicó a Hermione, esperando que pudieran hablar mal de Cho, como en los viejos tiempos, pero no pasó. Su cuñada solo se mostró sorprendida, y Ron, al escuchar sólo se dedico a soltar estúpidos comentarios de la situación.

—Cuéntanos Harry, ¿desde cuando? ¿cómo ha sido? ¿Es todo lo que soñaste de puberto?

Por un lado Ginny maldijo que su hermano fuera así de entrometido. Por el otro, agradeció no tener esa conversación a solas con Harry y que Ron estuviera haciendo las preguntas que ella nunca se atrevería a decir.

Harry sólo se encogió de hombros, como aburrido.

—Nada interesante ha pasado.

–Ajá... –Ron le apremió a continuar

–Me la topé en el ministerio cuando fue a ver algo de unos trámites. Nos besuqueamos en mi oficina y luego nos fuimos al departamento, pero Ginny llegó y nos interrumpió, así que —se volvió a encoger de hombros desinteresado —no concretamos...

—¡Ginny!—le recriminó Ron ofendido

–¿Disculpa? Perdón por llegar casi desmayándome, hermano. Pensé que era un proceso natural de la mujer —dijo Ginny enojada pero sintiendo en el fondo un pedacito de alegría al saber que nada había pasado con Cho.

—¿Por qué suenas como desencantado? —preguntó Hermione, suspicaz como siempre.—¿No quieres volver a verla?

—No estoy seguro—confesó Harry haciendo una mueca—Cho me dio a entender después que quiere algo en serio, nada casual, así que... ¿para qué perder el tiempo? No la quiero ilusionar

—¿Pero no te da curiosidad? —insistió Ron

—¿Qué?

—¿Cómo sería hacerlo con tu primera novia? –Harry se encogió de hombros una vez más –Siempre queda esa espinita ¿no?

El silencio fue roto por el jadeo ofendido de Hermione.

—Idiota—susurró Ginny sacudiendo la cabeza

—¡No me refiero a mí!—exclamó Ron pero Hermione ya se estaba levantando, soltándose de su abrazo. Hermione salió disparada a su habitación y azotó la puerta, con un Ron corriendo tras ella, angustiado y pidiendo perdón. –Vamos Hermione, Lavender está muerta...

—OK, creo que esa es nuestra señal para irnos —dijo Harry y ella no pudo hacer más que acceder.

Al aparecerse en su departamento, Ginny se fue directo a su habitación.

—Gin, ¿estás bien? —le preguntó él antes de que cerrara su puerta. Ella solo asintió y le dedicó una media sonrisa.

—Sólo un poco cansada.

Harry asintió, le respondió la sonrisa con calidez y le dio las buenas noches. Ginny tuvo la sensación de que él quería decirle algo más, pero se lo había guardado.

Al día siguiente, a la casa de Ron y Hermione asistieron George, Harry y Ginny solamente. Los demás Weasleys estaban fuera. Teddy estaba con Andrómeda. La comida, sorprendentemente, estaba deliciosa, a pesar de que no era lo mismo sin el toque de Molly Weasley. Ninguno de los cuatro mencionó la discusión de la noche anterior, y por ende, Ron se reservó las preguntas y comentarios acerca de Cho, lo que en el fondo todos agradecieron.

Ginny se sentó entre Ron y George en la mesa circular, para evitar la cercanía con Harry, esperando que él no sospechara nada. Hermione se había sentado entre George y Harry, obviamente evitando a Ron, por lo que tal vez Harry pensaba que se había puesto de acuerdo con su cuñada. La comida, sin embargo, fue tranquila y después de platicar tendidamente de la temporada de quidditch, Ginny se disculpó con todos diciéndoles que tenía una reunión con sus amigos del equipo. Todos entendieron de inmediato, excepto Harry que le reclamó no haberle dicho antes.

—Se me olvidó—se excusó ella sonrojándose un poco sin poder evitarlo

—¿Desde cuando mi hermanita te debe explicaciones, Potter? —le dijo George como bromeando pero con un tono serio.

Harry solo rodó los ojos y no contestó más. Sin embargo acompañó a Ginny a la chimenea, y le ayudó a ponerse su abrigo de primavera.

—Gin ¿estás segura que todo está bien? Entre nosotros... —Ella asintió en automático. —¿No estás molesta por lo de Cho... o algo así?

Ginny jadeó sorprendida por su atrevimiento y forma directa. ¡La vanidad de ese hombre! Osea, era absolutamente cierto, pero... qué soberbia de saberse deseado. Ginny sintió ganas de golpearlo, empujarlo, morderlo, besarlo.

—Claro, Harry. Mi vida gira alrededor tuyo y no es que tenga amigos o cosas nuevas qué hacer —dijo ella en un tono sarcástico, esperando que sonara real mientras se metía a la chimenea.

Harry hizo un puchero.

—Ya sé, no me tienes que restregar qué ya no soy el único y más importante en tu vida.

Él se acercó y le dio un beso en la frente y luego le ofreció el pequeño caldero con cenizas.

Ginny se mordió la lengua para no soltarle alguna confesión de amor en ese momento, antes de recitar la dirección de Marie y desaparecer.

La reunión fue tranquila, Ginny se la pasó bien, agradeciendo poder distraer su mente. Justo como Marie había planeado para ella, Derek fue invitado y se pasaron la noche entera platicando y coqueteando un poco. La sonrisa galante de Derek le causaba un cosquilleo en el estómago y le habría hecho suspirar como tonta de no ser porque aún sentía muy en el fondo preocupación y angustia por la situación con Harry. Ginny tomó whisky de fuego con ganas, para sacudirse esa sensación. En una ida al baño, le confesó a Marie que no estaba convencida de usar a Derek de esa forma, a lo que su amiga le dio una pequeña pastilla para que se relajara y se dejara llevar. Ginny sólo confió y obedeció, sin preguntar más.

Conversó toda la velada con Derek acerca de mil cosas: su amor por el quidditch, su historia, cómo habían llegado hasta las avispas, sus sueños a futuro... Poco a poco se fue sintiendo más relajada y en confianza. Aquella noche Ginny pudo imaginar cómo sería una relación en ese mundo. Casi sin querer, se encontraron haciendo planes para ir a volar juntos de costa a costa del país cuando el clima mejorara un poco. De ir a un mundial de quidditch. O de jugar en él. Cuando estuvieron aislados en un rincón por su cuenta, él la besó despacio, con dulzura, que de inmediato se fue intensificando. Él le dijo que debía irse, puesto que tenía cosas que hacer temprano y ya pasaban de las 2 de la mañana, no sin antes prometerle una cita tan pronto como fuera posible.

Cuando Derek se fue, Ginny se quedó con esa sensación dulce en los labios, con un poco de ilusión porque tal vez Marie tenía razón y Derek podía enamorarla. Cuando Ginny pensó que era hora de irse, las alucinaciones comenzaron. Escuchó la voz de Marie y otros amigos de ella que no conocía diciéndole que era un efecto normal de tomar molly. Lo que sea que eso fuera, pero suponía era la pastilla que Marie le había dado.

Despertó después de medio día del sábado, con la boca seca y dolor de cabeza, poco a poco recordando. Abrió los ojos y reconoció el departamento de Marie. En el mueble junto a la cama, una foto de Marie y Valerie sonriendo, con el brazo de la holandesa sobre los hombros de la francesa. Se preguntó de quién de las dos sería esa habitación. Como instinto buscó su teléfono y lo vio lleno de llamadas y mensajes de Harry buscándola. Se levantó de golpe y salió, siendo deslumbrada por la luz del día, con una sed inmensa. Marie estaba sentada en la sala, con una taza de café entre las manos y una sonrisa pícara en el rostro.

—Buenos días, bella durmiente—le dijo cantarina

—Harry va a matarme

—¿Por qué?— preguntó confundida, borrando su sonrisa. Ginny no supo que contestar. —No le debes explicaciones ni nada. —Justamente las palabras que usó George la noche anterior —No es tu mamá, ni si quiera tu hermano. No es tu pareja. No le debes nada. —Ginny sólo se mordió el labio contrariada —Le dijiste que vendrías aquí y ya está. ¿Qué más hay por decir?

Ginny se sentó junto a ella, hundiéndose en el sofá.

–No sé... es como si Harry fuera una extensión de mi misma. Siempre ha sido tan natural decirle de cada uno de mis movimientos... que siento raro no hacerlo...

—Es un poco tóxico, ¿no crees?

—¿Tal vez? –dijo no muy convencida

—De hecho... vino buscándote hace un par de horas...

—¡¿Qué?!

—No me mates... sólo apareció su cabeza en la chimenea, pero le dije que pasaste la noche con Derek —rió divertida y traviesa, aunque sonrojándose

—¡Marie! ¡No!

—Se lo tiene merecido.

—¿Pero qué tal que me fue a buscar con Derek?

—¿Te estás escuchando? ¿Qué tipo de persona te va a buscar cuando supuestamente te fuiste a acostar con alguien? ¿Qué no comprende que eres una adulta libre de actuar como desees? —Ginny se mordió el labio, contrariada y como tratando de entender lo que su amiga le decía ¿Acaso Marie estaba insinuando que Harry era posesivo sobre ella? —Como sea, le dije que no se le ocurriera interrumpir tu mañanero y me espetó que tenía mejores cosas que hacer. No creo que haya ido a molestar a Derek.

Pasó el resto del día recuperándose de la resaca. Confesando su sentir a Marie y escuchando sus consejos. Se sentía tan rara. Como si una pared enorme de repente se hubiera alzado entre ella y Harry. En algún punto resolvió que tenía que enfrentarlo. Se sentía culpable, por más que Marie le dijera que no le debía nada. Saliendo de bañarse, se animó a marcarle a Harry; él se tardó unos cuatro timbrados en contestar.

—Estás viva —le dijo con tono monótono

—Estoy viva—repitió ella aguantándose las ganas de disculparse —Espero no haberte asustado...

—Claro que me asustaste... sabes que si no sé de ti, no puedo cuidarte —se hubiera sentido enternecida, pero después de la plática con Marie sólo se sentía como un ave que querían meter en una jaula.

—No necesito que me cuides, Harry. Ya estoy grande...

—Lo sé —suspiró —supongo que me tengo que acostumbrar... iba a llegar el día en que soltaras las canas al aire, como diría la profesora McGonagall... —Ginny rió. Después de un silencio él preguntó —¿Y bien? ¿Sigues con tu novio?

—Estoy con Marie —dijo ella sin aclarar que no pasó la noche con Derek, ni que aún no eran nada. Aunque esperaba que lo fueran.

—Sabes que puedes confiar en mi ¿verdad?

—Sí... –no sonaba muy convencida

—La próxima vez sólo dime que vas a cogerte a alguien y ya. No es como que me voy a enojar o que me voy a hacer el puritano como Ron. Sólo quiero saber que estás bien.

—Okay

—Okay

—Okay

Harry resopló y Ginny rió, sintiéndose un poco relajada.

—Andrómeda me dijo que se llevará a Teddy de viaje mañana así que no haremos lo de los huevos de pascua como cada año...

—Oh... —dijo Ginny sin confesarle qué fue ella quien le pidió ese cambio a Andrómeda

—¿Vienes hoy al departamento?

—Creo que me quedaré con Marie, estamos haciendo pizza y veremos películas.

—Ugh, no más comedias románticas, por dios

—Justamente, haremos maratón

—¿Con Valerie también?

—Está en Holanda

—Ah, con razón estás ahí metida

—Precisamente —dijo ella con un suspiro y una risa. Tal vez, ella y Harry iban a estar bien. —Creo que voy a aprovechar que no está y me quedaré aquí más días. Estamos pensando ir de compras y de paseo...

—Hmmm

—Tal vez te veo en el departamento cuando vaya por más ropa... –dijo ella sorprendiéndose a sí misma, intentando reconfortarlo

—Claro —dijo un poco inseguro —aunque tengo mucho que hacer esta semana en el cuartel —Sin querer, Ginny pensó en Harry besuqueando a Cho en su oficina.

—Bueno, ¿nos vemos en mi siguiente partido el otro sábado?

—Lo siento, calabaza —le dijo con tono bajo —tengo el retiro con el cuartel toda la semana que sigue.

—Oh —contestó intentando no sonar triste. —Claro, lo olvidé. Está bien. Nos vemos cuando nos veamos, supongo –Su corazón se sintió apretujado de pronto, sintiéndo el vacío que le dejaba el pensar en la ausencia de Harry en sus días.

—En el lunch de George sin falta —dijo él riendo, mencionando la reunión de cumpleaños de su hermano en justamente dos semanas.

—Ah, claro... Olvidaba que George quiere festejar de forma adulta este año. —George llevaba planeando el evento por un par de meses. En lugar de un club nocturno o comida en la madriguera, decidió rentar un salón antiguo a las afueras de Londres y organizar un lunch de medio día —Seguro sólo lo hace para tomarnos el pelo a todos

—Tal vez piensa que sin alcohol nos comportaremos de forma decente

—¿De qué hablas? Voy a tomar mimosas como si no hubiera mañana– ambos rieron.

—Eres una pequeña borracha

Ginny jadeó ofendida pero no pudo no reír.

—¿De quién lo habré aprendido?

—¿Estás diciendo que soy un mal ejemplo?

—Tus palabras, no mías. —De pronto Marie tocó la puerta de la habitación. —Ya voy, dame dos minutos —dijo a su amiga ya que no se había terminado de vestir. —Debo irme ahora... pero nos vemos en el lunch de George.

—Claro. No olvides invitar a tu novio

—Ja ja

—Lo digo enserio, tal vez yo invito a alguien también.

Ginny resopló.

—¿Quieres competir conmigo?

—Un poco... sí. No quiero ser el único patético solterón.

Ginny resopló ofendida.

—Bien

—Bien, Weasley. Que gane la mejor pareja.

—Eres insoportable, Potter —le dijo y colgó mientras lo escuchaba reír.

Tal vez, de verdad, iban a estar bien, como siempre lo estaban. Sólo necesitaba un poco de tiempo, espacio y sobre todo distracción.