Harry Potter: Una lectura distinta, vol. 8
Por edwinguerrave
Copyright © J.K. Rowling, 1999-2008
El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como de todos los símbolos y elementos relacionados, para su adaptación cinematográfica, son propiedad de Warner Bros, 2000.
Algunos capítulos incluyen extractos de los "fan fic" 'Harry Potter y la Orden del Fénix', © "Daniela Linx", y 'Harry Potter y el Círculo Secreto', © "jesterdead".
La Frontera Final (1)
Capítulo 6: Escaleras al Cielo (2)
Mientras disfrutaban del almuerzo, Fleur interrogó directamente a Hagrid:
—Hagrid, ¿Sigues viendo a la profesora Maxime?
—¡Por supuesto! —respondió con una mezcla de orgullo y sorpresa—, siempre me visita en Hogwarts, creo que a ella le es más fácil venir que yo ir hasta Beauxbatons.
—¡Qué bien! —exclamó Vic, sonriendo.
—Yo la conocí —comentó Lucy, llamando la atención de Fleur—, es una señora muy elegante ella, ¡y altísima! ¡No podía creer que fuera tan alta y elegante a la vez! ¡Y cocina divino! El día de mi cumpleaños me hizo un postre francés realmente exquisito, creo que se llama Saint Honoré, lleno de profiteroles. ¡Una locura!
—Me alegra que la hayas conocido —comentó Fleur, con voz sincera—, porque es una gran persona, en todos los sentidos.
Luego del postre, regresaron a los asientos y el atril se ubicó delante de Molly, quien frunció el ceño ligeramente.
—Este nombre de capítulo me llama la atención —comentó con interés—: Escaleras al Cielo.
—Pues —intervino Audrey—, le voy a decir que es una canción muy conocida. Al menos en el mundo muggle.
—Está bien —sonrió de nuevo Molly—, comencemos.
Al cabo de una semana, estaban Harry, Ron, Hermione, Ginny y la señora Molly limpiando una gran repisa de la cocina, cuando oyeron el aleteo propio de una lechuza.
—Hey, ¡es Hermes! ¿Que necesitará Percy? —bufó la señora Weasley, pero al acercarle la mano, la lechuza se volteó, acercándose decidida a Hermione, quien sorprendida tomó la nota que traía, con el sello del Ministro de Magia.
—¡Te está escribiendo Kingsley en persona! —exclamó Ron, sorprendido.
—¿Y lo supiste sólo porque la lechuza se acercó a mamá? —preguntó Hugo, extrañado.
—La buscó directamente a ella —replicó Ron, con calma—. No recuerdo que alguien más le hubiera solicitado algo a Kingsley.
—Lo que me confunde a mí es que haya usado a Hermes —terció Charlie—, y no otra lechuza del ministerio.
—Yo se la ofrecí directamente cuando me indicó que debía enviar esa carta a Hermione —indicó Percy, haciendo que varios asintieran en silencio. Molly aprovechó para seguir la lectura.
—¡Eso quiere decir que tiene noticias de mis padres! —dijo Hermione, soltando el paño con el que limpiaba y concentrándose a leer la carta, mientras todos corrían a sentarse en la mesa, alrededor de ella:
—¡Qué chismosos! —exclamó Alisu, provocando risas en varios y una interrupción de unos segundos.
Señorita Hermione Granger.
En atención a su solicitud personal, le informo que hemos ubicado a sus padres en Sydney, Australia.
Adjunto le envío la dirección exacta donde puede ubicarlos.
El Ministro australiano de Magia está informado de la situación, y expresa su interés por la exitosa culminación de su tarea.
Le agradecería me informe, por medio del Ministerio australiano de Magia, el resultado de su gestión.
Atentamente,
Kingsley Shacklebolt
Ministro de Magia
—¡Maravilloso! ¡Ya podré traer a mis padres! —gritó Hermione, dando vueltas y abrazando a todo aquel que se encontrara, hasta que comenzó a girar descontrolada, mientras señalaba sucesivamente a cualquier punto, como su sien, su nariz, el aire frente a ella, en actitud pensativa—. Voy a empacar, necesito reservar vuelo, o solicitar un traslador…
Todos los presentes veían a la castaña con sorpresa; nunca la habían visto tan angustiada. De pronto, una voz firme la hizo detenerse, por apenas uno o dos segundos.
—Hey, Hermione, ¡calma! —Ron la tomó por los hombros, haciéndola detenerse—. Piensa, tú sabes pensar…
—Mamá cuando se pone en ese modo es imposible —reconoció Rose, haciendo sonrojar a Hermione. Ron y Hugo asintieron, provocando más risas.
—Son mis padres, Ron, ¡quiero rescatarlos!
—Lo sé, amor, lo sé —dijo sin pensar, lo que generó una mirada sorpresiva de la señora Molly. Harry intervino en ese momento, tratando de aliviar la creciente tensión en la matriarca Weasley:
—Lo que tenemos que hacer es organizarnos, cómo iremos a Australia —y haciendo materializar un mapamundi, ubicó la isla-continente—, cuánto necesitaremos y cómo nos moveremos allá, no parece un viaje corto…
—¡Para nada corto! —saltó Ron.
—Tranquilo —dijo Harry, interrumpiendo a su cuñado—, seguramente se comentará más adelante.
—¡Momentito! ¿Y es que tú pretendes ir con ella? ¿Y no me piensas llevar? —soltó explosivamente Ginny, con los brazos en jarra, a lo que Harry respondió, ante la mirada, cada vez más acusadora, de la señora Molly:
—Ginny, no es cuestión de ir a pasear, no sé cuánto tiempo tardaremos por allá, y pensaba que fuéramos los cuatro, si la señora Molly lo permite…
—Puede ir Ron, que ya es mayor de edad, pero tú no, Ginny, no tienes edad todavía; y como dice Harry, si se tardan mucho puedes perder el inicio del nuevo año en Hogwarts —indicó, más sosegada, la señora Molly.
—¡Pero, mamá! —chilló Ginny, sacudiendo el paño que tenía en la mano, encarándose con su madre—. ¡Me faltan apenas días para cumplir diecisiete! ¡Y voy con mi hermano, y con Hermione, y con Harry!...
—No, Ginevra Molly Weasley —Harry tembló a oír a la señora Molly decir el nombre completo de Ginny—, usted no va a ese viaje, ¡No, señor! ¡Y no lo voy a discutir!
—Uuuuuuuu —saltó el coro de bromistas, provocando risas y sonrojos. Las miradas iban de una muy sonrojada Ginny a una sonreída Molly.
Ginny lanzó un grito, antes de salir llorando de la cocina. Luego de oírse un portazo escaleras arriba, la señora Molly suspiró, y dijo:
—Muchachos, piensen bien cómo van a viajar, yo les sugeriría que viajen como muggles… Es más largo, pero más seguro. Avisen a Kingsley que van a hacer… —volvió a suspirar, y señalando hacia la puerta por donde había salido su hija, exclamó—: ¡Y que alguien vaya a hablar con Ginny, por favor!
—Definitivamente, eras una Ginny distinta a la que conocí —comentó Hannah.
—Todo lo que viví en esos meses me rompieron, como ya lo dije —reconoció Ginny—, y sentía que necesitaba estar cerca de Harry.
Harry tocó la puerta del cuarto de las chicas.
—Ginny, ¿podemos hablar? —oyó un potente suspiro, y luego el ruido del seguro de la puerta siendo destrabado.
—Pasa —cuando ella abrió la puerta, estaba con los ojos arrasados de lágrimas y con una expresión de rabia mal contenida. Harry la abrazó, la invitó a sentarse junto a él en la cama y dijo, acariciándole la cabellera rojiza:
—Se que quieres ir con nosotros, pero tu mamá tiene razón…
—¿Y la vas a defender? —interrumpió molesta, al borde de las lágrimas.
—Estabas muy molesta, mamá —dijo Lilu, sorprendida.
—Tenía mis razones —reconció Ginny, sonriendo levemente, a pesar del sonrojo.
—Ya va, escúchame —le dijo mientras la tomaba de los hombros, firme pero delicadamente, para verla a los ojos y abrazarla—, ven acá… tiene razón cuando dice que te puedes perder el inicio de clases; nosotros ya no tendremos que ir a Hogwarts… —mencionar ese detalle le generó a Harry un malestar, que Ginny notó al sentir el temblor en la voz y el cuerpo de Harry, lo que hizo que se separara y lo viera a los ojos—, y podremos estar el tiempo que requiera Hermione para ubicar a sus padres. Te prometo que no dejaré de avisarte como nos va, a través de Percy. Además, recuerda que alguien tiene que quedarse cuidando a tu mamá —le dijo esto último muy pomposamente, lo que arrancó una carcajada de Ginny, al igual que de Ron y Hermione, que se habían quedado parados en la puerta, silenciosos, sorprendiendo a ambos enamorados.
—¡Pero es que ustedes son bien curiosos! —reclamó Paula, aunque con gestos alegres.
—Estábamos preocupados por Ginny —comentó Hermione—, y queríamos ver que estuviera tranquila.
Varios de los más jóvenes negaron en silencio, lo que provocó algunas risitas.
—Sí, hermanita, te estaremos avisando permanentemente —le dijo Ron mientras se acercaba a abrazarla.
—¿Estás más tranquila? —preguntó Hermione, apoyada del marco de la puerta.
—Sí. Eso creo —suspiró y sonrió, para luego adoptar otra vez una expresión disna de su madre, con el brazo izquierdo en jarra y el derecho apuntando a los tres amigos—: Si no recibo noticias de ustedes, ¡les juro que cuando regresen les echo la maldición de moco de murciélago!
—Que de paso la domina a la perfección —reconoció Ron entre risas.
—Si no, pregúntenle a Zacharias Smith —les recordó sonriendo.
—Sabía que me mencionarían —comentó Zacharias en la Sala, entre el ruido de risas—, no se pueden olvidar de mí.
—Nunca —dijo Ginny, haciendo inclinar la cabeza al aludido y que más risas sonaran.
Luego de secarse los ojos, Ginny bajó, escoltada por los chicos, a encontrarse y disculparse con la señora Weasley, con un abrazo incluido. Después, Harry, Hermione y Ron se dispusieron a organizar ideas de cómo viajarían a Australia, considerando tiempo de traslado, ubicación, y cualquier cantidad de detalles, los cuales consultaban con el señor Weasley y con Percy, como encargado de la Oficina de Cooperación Internacional del Ministerio.
—No es como viajar a, no sé, España —comentó Harry, ante los gestos de incredulidad de los más jóvenes—, es ir al otro lado del mundo, literal.
Cuatro días después de recibir la carta, con pasaportes, maletas y dinero muggle suficiente, que Harry proporcionó gustoso, a pesar de las quejas de Ron, los señores Weasley y Ginny despidieron a los muchachos en el aeropuerto de Heathrow (el señor Weasley estaba maravillado con las correas transportadoras —comentario que provocó risas entre los más jóvenes—), donde abordarían el vuelo de "Etihad Airlines" Londres – Doha – Calcuta – Yakarta – Sydney, a donde llegarían, casi veintidós horas después.
—¡¿Qué?! —exclamó JS— ¿un día de viaje?
—Sí —confirmó Harry—, y eso que viajamos en uno de los aviones más cómodos de la flota.
—Eso sí —confirmó Ron—, la comida a bordo es exquisita, excelente. Poca, eso sí, pero excelente.
—Bueno —comentó Al con algo de emoción acumulada—, lo importante es que salieron de Londres y llegaron a Australia. Ahora quiero saber que pasó allá.
—¡Sí! —exclamó Hugo—, porque nunca, ni mamá ni los abuelos han querido contarnos cómo les fue allá en Sydney.
—Bueno —indicó Susan—, creo que seré yo la que leeré esos primeros momentos en Australia.
Notas al pie:
(1) Iron Maiden: "The Final Frontier" (álbum editado en 2010) © Iron Maiden Holdings
(2) Led Zeppelin (Jimmy Page, Robert Plant): "Stairway to Heaven", editado en el álbum "Led Zeppelin IV", de 1971 © Led Zeppelin.
Buenas tardes desde San Diego, Venezuela! Comienza la primera gran aventura de este octavo volumen, pero primero, como es lógico, deben hacerse los preparativos pertinentes, porque, como dice Harry, "no es viajar a España", que es relativamente cerca, sino a las antípodas, a Australia. Y como es previsible, hay tensiones, emociones y preocupaciones, pero también esperanza, porque se espera encontrar a los señores Granger. Volvemos a tener un capítulo relativamente corto, lo sé, pero trato que sea sustancioso e interesante, y espero haber cumplido con ese cometido, y que les satisfaga, como cada semana; y como cada semana, les agradezco sus visitas, sus marcas de favorito, sus alertas activadas y sus comentarios, como esta semana dejaron creativo (Sí, la banda sonora es muy exquisita; y sí, faltó ese detalle de Lilu, mala mía), HpGw6 (Exacto, no toda consecuencia es mala o complicada; tocaba algo alegre, creo), y hpinvidente como invitado (Pues mira, no es tan mala idea, te diré; cuidado y no sale como alguna especie de "spinoff" al terminar esta "aventura astral de tres generaciones y ocho libros"). Gracias por estar, gracias por seguir y gracias por acompañarme domingo a domingo! Saludos y bendiciones!
