CAPÍTULO XLII

AGRADECIMIENTO

(Hace casi cinco años)

Del fonógrafo la música escapaba, llenando de alegría el salón y mezclándose con la risa y la nada amena conversación de los invitados.

"Es cuestión de tiempo para que le declaremos la guerra a los del Sur"

"Una invasión sería pan comido, así como lo fue con los de Posnav"

"Siempre ha sido así... ¿Saben?, estoy pensando pedir mi translado del campo de trabajo al frente"

"Gunther, hoy es un día de fiesta, así que considero que es mejor si dejás de hablar de esas cosas, de lo contrario tu hermana se enfadara con ustedes", el viejo Heinre pidió.

Vamos, padre!, ya verás que algún día en los libros de historia hablaran sobre lo que estamos haciendo", lejos de imaginar que no serían escritos como ellos esperaban, orgulloso el pelinegro expreso.

Mientras tanto y sin mucho animo, en la habitación vecina la aguamarina observaba a través de la ventana.

"Es extraño, mientras nosotros festejamos otros sufren", pensó volviendo un poco la mirada para contemplar a aquellos hombres envueltos en sus negros uniformes y a sus mujeres, quienes orgullosas sonreían junto a ellos.

Así que ignorando su propia celebración, se encerró en su mundo.

Helmut, el mejor amigo de su hermano, observando que estaba sola, aprovecharia tan único momento para poder conversar con ella.

Él, un par de años mayor que ella, de cabellos castaños y ojos claros, se quedo a prudente distancia para poder admirarla.

"Buenas tardes, señorita Michiru", luego de un par de minutos finalmente se atrevió a hablarle.

Reconociendo su voz, Michiru fruncio el entrecejo, y es que había algo en él que no le inspiraba mucha confianza.

Volviéndose para saludarlo, cambío la poco amable expresión de su rostro. "Helmut, que bueno que ha venido"

"Por nada del mundo iba a perderme su fiesta. Gracias por la invitación", avanzando hacia ella, se sentó a su lado. "Dígame, ¿Cuántos años cumple?", deseando entablar una conversación más interesante, se atrevió cuestionar.

Ante lo molesto que le resulto su pregunta, Michiru tan solo rió un poco. "Permítame informarle que no se puede confiar en una mujer que revela ese dato tan íntimo"

Helmut asintió y támbien rió un poco; "Entonces dime, ¿Puedo confiar en ti?", dejando a un lado los formalismos, cuestiono.

Habiéndo adivinado hacía tiempo cuales eran las intenciones de ese hombre, Michiru se mordió los labios. "Con su permiso, debo volver a la fiesta", replico esperando que él no mal interpretara su cortesía.

Por su parte Gunther, notando la conversación privada que ambos mantenían, apretó el puño y fingiendo una sonrisa, camino hacia ellos.

"¿Se divierten?"

"Por supuesto", replico el castaño llevando la copa a sus labios. "Aún recuerdo cuando eramos niños y solíamos llevarla en bicicleta. En ese entonces ¿Quién habría imaginado que esa pequeña terminaría convirtiéndose en una mujer tan hermosa?", de forma indiscreta agrego.

Ante su comentario Michiru no supo que responder, aunque basto la mueca que se dibujo en el rostro de su hermano como para que Helmut entendiera la terrible indiscreción cometida.

"Lamento mucho si mis palabras han sido una ofensa"

"Helmut, ¿Podrías disculparme un momento?. Hay algo de lo que quiero hablar con mi hermana"

"Si, por supuesto. Con su permiso, señorita", clavando una inquieta mirada en ella, expreso.

"Adelante"

Quedándose casi a solas, Gunther sonrió para ella. "Espero no haber interrumpido tu conversación con él, pero es que deseo darte tu obsequió ahora mismo"

"¿Un obsequió?, ¿Para mi?"

"Por supuesto... estando lejos, al pasar por un escaparate no pude evitar pensar en ti, así que te he traído esto... a decir verdad hace meses que lo conservo, pero concluí que era mejor dártelo en tu fiesta de cumpleaños. Espero y te guste tanto como a mi"

"Muchas gracias", ella expreso abrazándolo. "Te prometo que voy a cuidarlo mucho"

"Lo sé, lo sé", Gunther, manteniendo el abrazo, de forma discreta aspiró el aroma de su cabello. "Es una lástima que entre nosotros no pueda haber momento mas intimo que este... no sabes como me enferma saber que Helmut o cualquier otro si puede poseerte"

Heinre ingreso en la habitación y contemplando la forma en que su hijo sostenía a su hija, molesto negó con la cabeza. "Michiru, es hora de que hagas el brindis"

"Ya voy, padre", lejos de imaginar los malditos sentimientos que su hermano guardaba hacia ella, soltó el agarre.

"Ve, ve con Helmut", fingiendo una sonrisa, el viejo dijo para con el pelinegro.


(Presente. Mañana siguiente)

En el ambiente aún podía respirarse el gélido aroma de la nieve, sin embargo en esos momentos poco importaba el mal clima, y es que aún estando dormida, Michiru podía sentir la presencia de su amado a su lado. Y en su perspectiva si él estaba con ella, nada mas importaba.

"Si, él esta aquí, conmigo", contenta pensó. "¿Me esta abrazando?", se cuestiono ante el suave calor que la envolvía.

Y fue ante el bullicio que en la calle comenzaba a formarse que el rubio abrió los ojos, descubriendo la cercanía entre ambos. "¡Vaya!", sonrió y procurando no despertarla, poco a poco la fue liberando de su tierno agarre. "Espero no haber cometido la indiscreción de hablar mientras dormia", contemplándola, por un segundo deseo extender su mano hacia ella para acariciarle el rostro.

Y lo habría hecho aprovechando su estado de reposo, sin embargo en ese momento la aguamarina abrió los ojos, descubriendo que él ya se había puesto en pie.

"Lamento mucho haberte despertado, vuelve a dormir"

"Esta bien", llevándose la mano a la cabeza, se acomodo los rebeldes cabellos que caían por su frente. "Sin darme cuenta debí quedarme dormida mientras él me hablaba de los sitios en los que estuvo. ¡Dioses, que pena!"

"¿Dormiste bien?"

"Si, coronel", ruborizada replico.

"¿Cómo te sietes?", fue la pregunta que siguió.

"Mucho mejor que otras veces", feliz porque él había pasado la noche completa con ella, respondió.


(Cerca de ahí)

Realizando el trabajo que el superior le encomendó, el castaño Nicolás ocupaba el tiempo.

Y todo habría seguido como hasta entonces, sin embargo en un desafortunado descuidó termino hiriéndose la mano.

"¡Demonios!", chillo el joven cuando el rojo de su sangre le tiño el abrigo.

"¿Qué pasa ahí?", ante su dolorosa queja, cuestiono el oficial a cargo.

"Nada de importancia", contesto pensando que podría ocultarlo. Cosa que le resulto imposible, pronto la sangre termino por manchar el blanco de la nieve.

"Deberías tener mas cuidado, o de lo contrario podrías perder el otro brazo", burlón opino uno de los oficiales que por ahí caminaban.

"Se lo merece", uno mas agrego.

"Eso no se ve nada bien, ve a la enfermería para que te atiendan", dijo el soldado a cargo.

Contra su voluntad el castaño obedeció, y fue luego de una rápida valoración por parte del rubio Nikolai, que le otorgo pase con la enfermera, y es que la lesión no requería la atención de la cirujano, quien se ocupaba de las heridas mas graves.

"¡Oh!, buenos días", saludo al reconocer a la rubia mujer.

"Buenos días", ella contesto. "¿Qué te trae por aquí?"

"Me herí en la mano, pero no tiene importancia", tratando de minimizarlo, hablo con tono despreocupado.

"Déjame ver". Con cuidado Mina tomo su mano. "Es un corte poco profundo, sin embargo consideró que lo más conveniente es suturar. No puede estar expuesta"

"¿Suturar?, supongo que eso significa que tendrá que inmovilizarme la mano, ¿Verdad?"

"Me temo que si o de lo contrario la herida podría tornarse problemática si es que se infecta"

"Es la mano de un asesino, quizás también deba perderla", pensó. "¿Podré seguir trabajando?"

"Por algunos días no, pero no tienes de que preocuparte. Voy a pedirle a la cirujano que te extienda un certificado médico. Recibirás tus raciones tal y como si estuvieras presente", preparando su instrumental, señalo.

Ante sus palabras Nicolás bajo la mirada; "No soy un mendigo como para causar lastima", con tono pesimista murmuro.

"¡Oye!, en ningún momento he dicho que lo seas... esto te va a arder", dijo y luego le coloco el anticeptico.

"No deseo que por benevolencia..."

"No se trata de dar lastima, pasa que es tu derecho... ahora voy a aplicarte un poco de anestesia"

Mientras tanto la pelinegra Rei, quien se había enterado del accidente de su esposo, temiendo que se tratara de algo de gravedad esperaba el momento indicado para preguntar por él.

"Por favor dígame, ¿Él se encuentra bien?", cuestiono al oficial de la recepción.

"Si, solo se trato de una lesión superficial que requiere algunos puntos. Ahora mismo esta siendo atendido por la enfermera", respondió Nikolai.

"Gracias", aliviada ella replicó y acto seguido a prisa abandono el lugar.

Mientras tanto la rubia terminaba la curación.

"Y recuerda, debes lavar y secar tu herida, luego cambiar el vendaje. Si presentas cualquier signo de infección no dudes en venir"

"De acuerdo"

"Si en una semana las suturas no se han desprendido, ven para que pueda retirarlas. Y por favor no olvides tomar el medicamento"

"Como usted diga", bajando la mirada, Nicolás asintió. Y es que le avergonzaba estar ante ella, además lo llenaba de culpa el recibir tan buen trato siendo que él le hizo tanto mal a su gente. "Gracias por todo y con su permiso"

"Espera, por favor dale mis saludos a tu esposa y a tu hijo", pidió esperando que entre ellos todo estuviera en orden.

"Si, por supuesto", titubeante replico.


(Casa de los Kremer)

Recordando ese su cumpleaños, la aguamarina buscaba entre las cosas que aquella noche logró sacar del que fuera su hogar. "

"Sabía que no lo había olvidado", contenta exclamo cuando lo encontró.

"Ya me voy, mujer", desde el primer piso grito el coronel para que ella lo escuchara. "¿Hay algo en especial que necesites?"

"Si, por favor espere", ella contesto bajando a prisa. "¿Podría entregarle esto a la médico?"

"¿De qué se trata?", extrañado cuestiono.

"De un regalo que quiero hacerle"

Viendo que se trataba de una fragancia de esas que pueden llegar a ser caras y la cual debía tratarse de algo muy especial para ella, dudo; "¿Estas segura?... no creo que de verdad quieras deshacerte de esto..."

"Por supuesto que si, coronel", recordando que le prometió a su hermano cuidar su obsequio, contesto. "Ella ha sido muy buena conmigo y de esta forma deseo agradecerle sus atenciones, además no lo necesito"

"Pero..."

"Si, me es muy valioso, pero más valioso es lo que ella ha hecho por mi bebé", ruborizada añadió.

"Esta bien, se lo haré llegar. ¿Hay algo más que necesites?"

"No, coronel. Es todo. Gracias"

"Bien, estaré en casa a la misma hora", expreso y acto seguido abandono el lugar.


(En la clínica)

Habiendo despertado con un terrible dolor de cabeza a consecuencia de la anestesia y la borrachera, sin mucho animo Digory Aléxievich yacía sobre la cama.

"Voy a morir", murmuro.

"¿Duermes?", cuestiono la enfermera, quien le llevaba los primeros alimentos del día.

"No, pero quisiera volver a hacerlo. Siento que la cabeza me va a estallar", cubriéndose el rostro con la sabana, evitaría que la luz que se reflejaba en los muros lo molestara.

"¿Qué esperabas luego de lo que te paso?... aquí tienes el desayuno, mas tarde podrás tomar tus medicamentos", colocandolo a su alcance, intento acomodarle la almohada.

"¿Podrías regresarme mi botella?, es todo lo que necesito"

"No hablaras en serio, ¿O si?"

"Por supuesto que si, esto duele y mucho", tratando de no esforzarse, se sentó. "¡Anda!, acompáñame a beberla mientras me hablas de ti"

"Si bebes no permitirás que el medicamento haga efecto y lo único que lograras será dañarte los órganos. Entonces el disparo no te habrá matado, pero sin duda lo hará el alcohol. Pero si es lo que quieres entonces iré por ella"

"No, por supuesto que no", contesto, conformándose con tomar la fresca leche.


(En la improvisada clinica)

"¿Se encuentra la cirujano?", cuestiono Haruka.

"Si, coronel", replico Nikolai mientras lo saludaba.

"Descansa". Así pues el rubio dirigió sus pasos hacia su oficina y abriendo la puerta, observo a la peliazul, quien se ocupaba en atender a un pequeño cuyo resfriado se negaba a ceder.

"Tienes que abrigarte bien si deseas recuperarte cuanto antes", recomendó a lo que él chiquillo asintió.

Haruka cerró la puerta y una vez que la médico se desocupo, ingreso.

"Buenos días"

"A sus ordenes, coronel"

"Descansa", dijo mientras se sentaba frente a ella. ¿Qué tal tu día?"

"Bastante tranquilo, solo he atendido un par de accidentes y el resto han sido resfriados. Cosas sin importancia"

"Anoche estuve a punto de venir a buscarte. A consecuencia del disparo ella estuvo muy nerviosa. Dijo que no tenía de que preocuparme, que los mareos son algo normal, ¿Es verdad?"

"Por supuesto, a menos de que tenga perdidas acompañadas de dolor. Puede hacer todo lo que antes hacía, pero sin que se esfuerce"

"Es lo que ella me dijo, sin embargo no puedo evitar preocuparme por ella y mi bebé", dibujando en sus labios esa sonrisa llena de emoción, expreso.

"Es natural que así sea", contemplando esa alegre mueca, Amy replico. "Lo conozco bien y nunca lo había visto tan contento, solo sonríe de esa forma cuando habla de esa mujer"

"¿Sabes?, ella te envía un regalo", el rubio coronel señalo.

"¿A mi?"

"Así es, mira", dijo colocando el cristalino frasco a su alcance.

"¡Vaya!", incrédula contesto mientras lo acercaba a su nariz para aspirar ese delicioso aroma.

"Creo que es Francés"

"Coronel, esto debe valer una fortuna. No puedo aceptarlo"

"Por favor hazlo. Ella te agradece las magníficas atenciones que le has brindado"

"Yo solo cumplo ordenes y..."

"Capitana, es una orden mia el que lo acepte"

"Entonces por favor dele mis agradecimientos, luego pasaré por ahí para ver como esta"

"Lo haré. Ahora con tu permiso, debo regresar a mi puesto", él dijo mientras abandonaba el lugar.

Y apenas la puerta se cerró, Amy sonrió; "Si no es que la ama, al menos la quiere. Y no importa que tanto lo niegue, es algo que sus ojos no pueden ocultar"


(Esa noche)

Colocándose un poco de aquella fragancia, la peliazul sonrió ante su aroma, aroma que no paso desapercibido para la castaña y para la rubia, quien alguna vez fue posedora de la ambrosía.

"Miren", expreso la cirujano mostrándoselos.

"¡Vaya!"

"Huele delicioso"

"¿Cómo lo conseguiste?", maravillada cuestiono la castaña.

"Es un regalo de parte de una de mis pacientes"

"¿Una civil?"

"Así es", contesto obsequiándoles un poco.

"Con lo difícil que es conseguir estas cosas"

"Estando en guerra muchas veces me olvide de que soy mujer, y son cosas como estas la que me lo recuerdan", volviendo a aspirar su delicioso aroma, expreso la peliazul.

Pero, ¿Qué pensaría Gunther si supiera que su amada no solo esperaba un hijo de su enemigo, sino que su obsequio termino en manos de la cirujano?


Notas de autor;

Kaiohmaru; Además Amy se siente culpable de no amarlo. Que difícil debe ser para ella estar en esa situación. Me alegra mucho que te gustara.

Michelle; Entre Haruka y Michiru no sé quien esta mas emocionado con el bebé, la unica diferencia entre los dos es que Michiru lo demuestra mas, en cambió Haruka vive su felicidad en silencio.

Isabellcota; En apariencía la guerra termino, sin embargo muchos de ellos por siempre cargaran con lo que vivieron.