"Te odio" (Te amo)
Definitivamente Izuku no entendía nada después de recibir los mensajes contradictorios de Katsuki. La noche anterior el rubio lo había besado en el gimnasio Gamma cuando terminaron su entrenamiento dejando al pecoso totalmente confundido.
Izuku lo admitía fue un momento extraño, All Might se había ido del entrenamiento porque recibió una llamada del director Nezu y ellos se habían quedado solos. Juntos decidieron hacer una última ronda antes de volver a los dormitorios y en algún momento después de varios golpes y patadas el pecoso había perdido y estaba acostado en el suelo con Katsuki sentado a horcajadas sobre él inmovilizando.
Una vez allí ambos se quedaron completamente inmóviles mirándose el uno al otro cuando Katsuki se acercó y lo besó con pasión en los labios. Fue un beso largo, fuerte, decidido e Izuku intentó devolverlo lo mejor posible pensando que su amigo/rival estaba vertiendo años de sentimientos contenidos.
A partir de ahí ambos muy sonrojados se habían levantado, tomado sus cosas y vuelto a los dormitorios. Se ducharon en el baño común completamente en silencio y terminaron separándose para ir cada uno a su habitación sin decir mucho más.
Sin embargo ahora temprano en la mañana recibía ese tonto mensaje de Katsuki. Era sábado y realmente no importaba que hiciera durante el día así que se levantó y aun en pijama con sus pantalones de All Might y una camiseta con la frase "camiseta para dormir", salió de su habitación en dirección a la del rubio.
—Kacchan abre la puerta—. Dijo el pecoso golpeando la puerta.
Pero nada se escuchó del otro lado, y eso cabreó más al peliverde ya que sabía que Katsuki estaba en su habitación, el chico no era de madrugar los fines de semana, por lo que golpeó más fuerte.
—¡Kacchan si no me abrés derribaré la puerta!—. Gritó.
Segundos después Katsuki abrió la puerta, en pijama, con el pelo totalmente revuelto, unas ojeras enormes como si no hubiera dormido nada y una cara de pocos amigos.
—Vete a la mierda Deku—. Gruñó el rubio e intentó cerrarle la puerta en la cara, pero el pecoso rápidamente metió su pie impidiendolo.
—¡No!—. Dijo entrando a la habitación sin ser invitado. —Tenemos que hablar—.
Katsuki cerró la puerta con un suspiró y se sentó a los pies de su cama desordenada mientras Izuku se paseaba de un lado a otro sopesando en como iniciar esa conversación.
—¿Por qué me besaste Kacchan?—. Preguntó tratando de entender a su amigo.
—Porque me gustas—. Aquello hizo sonrojar a ambos adolescentes.
—Y ¿entonces por qué el "te odio"?—. Dijo mostrando la pantalla de su celular con la conversación de hacía unos minutos.
—Te odio porque me gustas—. Dijo simplemente el rubio y el pecoso quedó en shock.
—¡¿Pero qué mierda?!—. Exclamó y Katsuki se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos.
Izuku no era una persona de decir malas palabras y las pocas veces que las utilizaba eran porque Katsuki lo sacaba de sus casillas, tal cual estaba ocurriendo en ese momento. Y es que el pecoso no entendía para nada al rubio así que tomó una decisión.
Se arriesgaría a decirle a Katsuki sus sentimientos y esperaría por su reacción, después de eso vería que sucedería entre ellos, ya fuera para bien o para mal. Era todo o nada.
—A mi también me gustas Kacchan, mucho—. Dijo más suavemente y con un lindo sonrojo adornando sus mejillas pecosas. —Pero no voy a dejar que juegues conmigo y mis sentimientos. Así que tienes cinco segundos para decirme de verdad que sientes por mi y responder si quieres ser mi novio—. Dijo con la frente en alto.
En realidad no alcanzaron a pasar los cinco segundos y Katsuki se había puesto de pie como un resorte y se había parado a su lado.
—Me gustas y si quiero—. Dijo rápidamente.
A Izuku no le quedó de otras más que sonreír enormemente y tomó las mejillas de Katsuki para acercarlo y besar apropiadamente a su ahora novio.
Último beso
#DualityVerseWeek
#CakeVerse
#ElPrimerBeso
Sometimes, the first kiss could be the last one~
Era la noche previa a su cumpleaños número 25.
La guerra entre sus reinos por fin había cesado y podían ser reunirse nuevamente por primera vez en 15 años.
Se habían conocido cuando estalló la primera batalla y ambos recibieron el flechazo de cupido.
Amor a primera vista.
Ninguno creía que algo tan banal como eso le sucedería a cualquiera de ellos.
Pero así sucedió.
Desde entonces, ambos se escribían cartas en secreto, utilizando diferentes medios y pseudónimos para no ser atrapados, con la esperanza de que, un día, la batalla llegara a su fin y pudieran tomarse de las manos y pasar la eternidad juntos.
Esta era por fin esa noche.
La habían esperado por mucho tiempo.
El lugar de encuentro sería aquel viejo sauce en medio del bosque, en dónde se conocieron por primera vez.
Cuando Katsuki llegó, pudo vislumbrar la delicada silueta de un joven sentado debajo del árbol, mientras una espesa niebla lo rodeaba con delicadeza.
Su mirada parecía perdida en la inmensidad de las ramas que colgaban lánguidamente y se movían con libertad gracias a brisa que soplaba con suavidad. Sus ojos brillaban enormemente, como si hubiesen estado conteniendo un pequeño pero significativo rayo de esperanza de volverse a encontrar con el amor de su vida.
Conforme se iba acercando el ritmo de su corazón se aceleraba estrepitosamente. Su pecho se llenaba de una emoción más grande de la que cualquier victoria en batalla podría haberle dado.
Jamás en su vida había estado más nervioso.
Su mente era un caos.
Y el crujir de las ramas bajo sus pies delató su cercanía.
El chico bajo el árbol volteó en su dirección, levantando un poco su guardia, probablemente por la habitualidad de hacerlo en el campo de batalla.
—¿Kacchan? —preguntó el chico con su suave voz— ¿Kacchan, eres tú? —preguntó una vez más, poniéndose en pie con cautela.
—¿Esperabas a alguien más, Izuku? —respondió Bakugo, la niebla se dispersó un poco, dejando ver al imponente guerrero que se acercaba con orgullo hacia él.
Los labios de Izuku se curvearon hacia arriba al confirmar que la presencia frente a él era de su ser amado. Sin pensarlo dos veces, saltó hacia sus brazos, derramando lágrimas cristalinas tan puras como el diamante más hermoso.
—¡De verdad eres tú! —exclamó emocionado, enredando sus brazos en su cuello, mientras hundía su rostro en su pecho durante algunos minutos— ¡ven! No tenemos mucho tiempo —añadió, tomándolo del brazo.
Katsuki no sabía a que se refería con esa última frase, pero no le dio mucha importancia. Quería disfrutar este momento que tanto había esperado.
Después de caminar un par de metros, llegaron a un lugar que Izuku había preparado con anterioridad.
En el suelo se encontraba una manta perfectamente situada para que dos personas pudieran acostarse y contemplar la infinidad de la noche, contando las estrellas y apreciando la preciosa luna llena que se erguía por encima de ellos.
—Sentémonos aquí —dijo Izuku mientras lo guiaba con facilidad.
—Es hermoso, Izuku —halagó Bakugo. El arreglo era sumamente sencillo, pero el ambiente estaba cubierto de una atmósfera sumamente romántica. Una pizca de culpabilidad nació en su corazón al no haberle preparado nada especial.
"La próxima vez tendría que lucirse" fue lo que pensó.
Era una lástima que no habría próxima vez.
Ambos se sentaron y comenzaron a platicar sobre sus vidas, cómo había sido en sus respectivos campamentos, anécdotas graciosas o dignas de recordar, batallas que ganaron cuando creían que todo estaba perdido y cómo, lo único que los mantenía con la motivación de seguir con vida sería llegar a este día, a este preciso momento.
Al final, hablaron de sueños, anhelos y pasiones.
—Sabes, nunca pude acudir a un baile del reino —expresó Midoriya con nostalgia— incluso cuando hicieron uno en honor a nuestro batallón, no tuve oportunidad de ir debido a que solicitaron refuerzos en otro lugar y fui enviado a apoyar —exhaló un ligero suspiro— tal vez sueñe extraño, pero siempre quise acudir a uno.
Bakugo le dirigió una mirada llena de ternura.
Un guerrero tan imponente como Midoriya soñando con asistir a un baile era demasiado adorable. ¿Quién habría imaginado que este imponente guerrero, que podría destruir un cráneo con solo la fuerza de sus manos, ha estado soñando con asistir a un baile real?
La sola idea llenó a Bakugo de emoción.
—Levántate —dijo el rubio, se puso de pie y acercó su mano hacia Izuku, extendiendo una invitación para bailar— hagamos ese sueño realidad —añadió para después dar una ligera reverencia, esperando que su amado tomara su mano.
—¡¿Aquí?! —preguntó Izuku, mientras tomaba su mano, temeroso.
Al sentir que aceptaron su invitación, Bakugo apretó con fuerza y lo atrajo hacia él, lo tomó de la cintura y antes de enredar sus dedos con los de Izuku, tronó las yemas.
En un instante, miles de pequeñas luces emitidas por luciérnagas comenzaron a parpadear, creando una preciosa luz tenue que los rodeaba en una pequeña burbuja, como si solo estuvieran ellos dos en el mundo.
—No se me ocurre un mejor lugar —dijo susurrándole al oído.
Katsuki tomó la mano de Midoriya y la alzó por encima de su cabeza. La mano que tenía en la cintura la utilizaba para mantener sus cuerpos cerca, cerrando cualquier espacio o distancia que pudiera existir.
Y entonces, comenzó a dirigir.
Un par de pasos lentos, caminando hacia adelante, repitiendo esta acción por un par de veces más; después, aceleró un poco el ritmo, añadiendo poco a poco giros sencillos para que Izuku se acostumbrara al movimiento.
Podía parecer increíble, pero Katsuki era un excelente bailarín. Siempre había odiado los momentos en los que su madre lo obligaba a practicar con ella, pero en este momento estaba sumamente agradecido con ella.
Porque gracias a esto, pudo ser capaz de presenciar la más grande y brillante sonrisa que había visto jamás.
Izuku cerró los ojos, disfrutando de la melodía imaginaria, dejándose llevar por los movimientos de Katsuki, dejándolo guiarlo a través de los pasos.
Se sentía como un sueño, un momento mágico.
Era como si el tiempo se hubiera detenido ante ellos…
Era como si estuvieran destinados el uno al otro.
Continuaron bailando por un tiempo, y al cabo de unos giros después, Izuku comenzaría a percibir un olor proveniente de Katsuki.
Era un olor demasiado dulce, reconfortante.
'Uh' pensó Izuku.
El final estaba cerca, cada parte de su cuerpo lo podía sentir.
Así que detuvo sus movimientos súbitamente.
—Tomemos un descanso, Kacchan, ¿de acuerdo? —dijo con una sonrisa, pero esta vez había cierta tristeza detrás de ella.
Katsuki lo miró extrañado, pero no dijo nada al respecto, en cambio lo acompañó de regreso a la manta donde permanecieron hasta casi el amanecer.
—Kacchan —Izuku lo llamó. Había cierto temblor en su voz que trató ocultar sin tener éxito— ¿podría… más bien podrías besarme? —preguntó sumamente tímido, la última palabra siendo dicha en un tono muy bajito. Su rostro se enrojeció en un instante y sus mejillas, que estaban salpicadas con preciosas pecas, resaltaron aún más gracias a este color emergente.
La pregunta tomó a Katsuki por sorpresa.
Era algo que quería hacer desde que lo vio por primera vez hace 15 años, pero no había tenido la oportunidad de hacerlo.
Además, quería que fuera un momento especial entre ambos.
Después de todo, el nunca había dado su primer beso.
—Creo que esa es una petición bastante atrevida —Izuku comenzó balbucear y a jugar con sus dedos nerviosamente— p-puedes olvidar lo que dij…
Su boca no pudo terminar de enunciar la oración.
Katsuki tomó su rostro entre sus manos y aprisionó sus labios apenas tuvo la oportunidad.
Una explosión de sentimientos y nuevas sensaciones estaban sucediendo dentro de Izuku. El sabor de los labios de Katsuki eran justo como no imaginó.
No.
Era incluso mejor.
El rubio tenía una personalidad muy tosca y ruda, pero la suavidad de sus labios contenía un sabor tan dulce que sentía que podía derretirse y fundirse junto a él.
Era delicioso.
Era perfecto.
El era la persona que podría haberle dado sabor y sentido a su insípida vida.
Un par de lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, aterrizando justo en la unión de sus bocas, trayendo un complemento un poco salado a este encuentro, trayendo a Izuku a la realidad.
El amanecer estaba por llegar, los primeros rayos de sol comenzaban a asomarse en la lejanía del horizonte.
Izuku rompió el momento especial que estaba comenzando a formarse y tomó el aquel rostro que aterraba a sus enemigos entre sus manos.
—Kacchan —dijo en un tono bajito, las lágrimas que habían comenzado a caer fueron fluyendo a mayor ritmo, sus preciosos ojos jade transmitían un dolor que se originaba desde el fondo de su corazón— gracias por haberme regalado esta última noche y gracias por haberme dado el mejor primer beso de la historia —sus manos comenzaron a temblar— gracias por haberle dado sabor a los últimos momentos de mi existencia.
Izuku perdió fuerza, sus brazos cayeron su cabeza se recargó sobre sus hombros.
—Te amo —añadió con su último suspiro, una última lágrima derramada cayó sobre la mano de Katsuki.
El amanecer finalmente había llegado.
Katsuki no sabía que estaba pasando. El cuerpo laxo de Izuku se recargaba sin esfuerzo sobre el suyo, no había pulso, su respiración se había detenido por completo.
—¿Izuku? —Katsuki lo llamó, con la esperanza de obtener una respuesta.
Sin embargo, lo único que reinaba era el silencio.
Lo tomó entonces de los hombros y lo sacudió con fuerza.
—¡¿Izuku?! ¡Izuku! —gritó su nombre una vez más, deseando con todas las fuerzas de su corazón que despertara y lo mirara con sus intensos ojos verdes una vez más.
Pero nada sucedió.
Un grito que fue ahogado por la inmensidad de aquel bosque fue lo único que logró salir de su boca.
La única persona por la que había sobrevivido yacía ahora sin vida entre sus brazos.
¿Por qué?
¿Qué explicación podría haber para que el peor de los escenarios que jamás imaginó, se estuviera volviendo realidad?
Katsuki jamás lo descubriría, pero la verdad era bastante simple.
Un sacrificio.
Izuku hizo un trato con los dioses.
Lo que más deseaba en la vida era encontrarse con el hombre al que había amado a la distancia durante los últimos 15 años, pero la guerra en la que ambos estaban envueltos no se los permitía.
La guerra tenía que terminar, de otro modo, alguno de los dos podría morir en el campo de batalla en cualquier momento y la oportunidad de vivir una vida juntos se desvanecería en un instante.
Así que tomó esa decisión.
Pero los dioses eran crueles.
"Un deseo tan grande requiere de un sacrificio de la misma magnitud" fue lo que le dijeron.
Pero Izuku estaba dispuesto a pagar cualquier precio con tal de poder tener un futuro con Katsuki a su lado.
"Tomaremos tu sentido del gusto" le propusieron, algo que Izuku tomó completamente por sorpresa.
"Podrás recuperarlo cuando encuentres a tu persona predestinada".
Algo en el interior de Izuku sentía que no iba bien.
"Pero cuando lo hagas, tu alma será nuestra al amanecer de tu cumpleaños 25".
Esto ocurrió cuando apenas había cumplido su cumpleaños número 20.
Izuku no lo pensó demasiado y aceptó. 5 años al lado del amor de su vida eran mejor que 100 años rodeado de soledad y destrucción.
Sin embargo, Izuku no fue específico en su trato.
Los dioses terminarían la guerra, sí.
Pero nunca le dijeron cuándo.
Cumplieron su parte del trato 10 días antes del cumpleaños 25 de Izuku.
Una jugada sucia, vil y cruel.
El joven guerrero quiso protestar, pero fue en vano. El trato fue sellado y los dioses no volvieron a escuchar sus plegarias nunca más.
Izuku no tuvo otra opción más que resignarse y aceptar su destino.
De esos 10 días, 7 los utilizó para buscar a Katsuki y dos para planear una velada perfecta, bajo la luz de la luna.
Le entregaría su corazón y lo que restaba de su patética vida.
Y le regalaría su primer y último beso de amor.
Alfa con ansiedad
Alfas con ansiedad por separación. Alfas que pasean en círculos por la casa cuando sus Omegas no están, marcando con su olor los muebles. Alfas que se revuelcan en la ropa de sus Omegas y se enfadan. Alfas que corren hacia sus Omegas y los huelen en cuanto oyen el tintineo de las llaves en la puerta.
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Millas entre nosotros (pero nuestro amor nunca se desvanece)
Res: Donde envían a Izuku a una misión de dos semanas de duración y, francamente, son las dos semanas más largas de toda la puta vida de Katsuki.
#bkdk, Katsuki ligeramente posesivo
Se había asegurado de saciarse los días anteriores a la salida de Izuku, pero no era suficiente, nunca era suficiente.
A veces se pregunta por qué no ata a Izuku a su cama y lo mantiene alejado del mundo, pero sabe que no es así. No se apareó con un Omega débil de mierda, e Izuku no es un Omega cualquiera. Es su compañero, fuerte y testarudo y dispuesto a ir de frente con él. Izuku es capaz como héroe, su dinámica nunca le ha frenado, y Katsuki le respeta por ello.
Pero a veces, en momentos como éste, desearía poder mandar a la mierda su respeto. Sólo han pasado cinco días y ya se siente inquieto. No puede sentarse quieto a ver la televisión, no puede evitar empezar a pasearse alrededor de su mesa de café, esperando impaciente, con la energía zumbando bajo su piel, negándose a calmarse. Su Alfa refunfuña, se queja, exige saber adónde ha ido su Omega.
"Una misión, imbécil". regaña Katsuki.
Su lobo interior resopla indignado y se queja de que echa de menos a su Omega, como si Katsuki no echara muchísimo de menos a Izuku.
El teléfono de la mesa suena, y Katsuki casi tropieza cuando la cara de Izuku aparece en la pantalla, con sus estúpidos ojos verdes y sus mejillas pecosas.
"¡Hola, Kacchan!" saluda Izuku por el teléfono, y aunque suena algo animado, su rostro muestra claramente agotamiento. Katsuki está en el suelo, intentando hacerse el desentendido porque prefiere explotarse a sí mismo antes que admitir que se ha caído al atender el teléfono porque echa de menos a su compañero.
"Estás hecho una mierda Deku". Bien. Seguro que ahora sabrá que le echas de menos, idiota. Katsuki se reprende de forma interna, pero la ira se derrite cuando escucha la risa de Izuku a través de los altavoces, un bálsamo para las almas heridas.
"Sí, he estado vigilando, pero mi turno ya ha terminado".
Katsuki observa cómo Izuku se aparta para bostezar, engreído cuando ve que su capucha ahoga el cuerpo del Omega. Izuku no es pequeño, pero es mucho más pequeño que Katsuki.
"Veo que te gusta mi regalo, ¿eh?" Katsuki se burla, intentando actuar como si no estuviera igual o más afectado por su separación.
Izuku se sonroja de un bonito color rosa, las pecas brillan bajo el rubor mientras agacha la cara y se sube el cuello, hundiendo la nariz en él y mirando con tanto cariño la maldita sudadera. Katsuki desearía ser esa sudadera ahora mismo.
"¡Me encanta! Huele a Kacchan". Dice, todo tímido.
DIOSES, ¡¿por qué su Omega era tan BONITO?! Desde luego, no ayuda esa inquietud que retumba bajo su piel, creciendo con aún más desesperación. Esta semana no puede acabar lo bastante rápido, y la siguiente tampoco. Quiere a su Omega en casa, en sus brazos, en su guarida.
"Sí, bueno, yo también te echo de menos". Katsuki odia admitirlo, pero definitivamente ya ha gastado los pocos peluches que Izuku había perfumado para él antes de irse. El olor a fresas y menta ya se está desvaneciendo, y apenas es suficiente para saciar a su Alfa cuando quiere oler a su compañero.
"Intentaré terminar rápido. Te echo tanto de menos, Kacchan..." Izuku murmura, con las mejillas infladas en un adorable puchero, y Katsuki pagaría cualquier cantidad de dinero por poder meter la mano y pellizcar entre sus dientes uno de esos montículos de carne pecosa. Joder, echa de menos a Izuku. Charlan durante otra hora, una conversación sin sentido que ayuda a distraer a Katsuki momentáneamente, pero entonces Izuku sigue bostezando, y Katsuki piensa que es hora de poner fin a las cosas, por mucho que lo odie.
"Vete a la cama, nerd". Katsuki regaña, sin que de sus palabras escape más que cariño.Izuku se queja de verdad, y Katsuki tiene que reprimirse con un esfuerzo titánico para que no se le rompa el puto teléfono.
"¡Si rindes menos porque te niegas a dormir, volaré hasta allí y te patearé el culo yo mismo!". Le dice Katsuki, e Izuku suelta una risita suave, soñolienta.
" ¡Está bien, está bien! Ahora me voy a la cama. Buenas noches, Kacchan!" Y Katsuki ve cómo el idiota se lleva el teléfono a los labios, haciendo un odioso "muah" mientras besa la pantalla, se mete en la sudadera de Katsuki y saluda con la mano.
"Te amo". murmura Izuku, antes de que termine la llamada.
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Día nueve, Bakugou Katsuki, Alfa. 08:00 hrs., en su día libre.
De hecho, no está bien.
Se ha pasado el día limpiando todo el apartamento, aunque tiene cuidado de evitar su guarida, porque necesita el olor de Izuku EN ALGÚN LUGAR, y perderá la puta cabeza si limpia eso. Merodea de habitación en habitación, reorganizando los muebles, barriendo, quitando el polvo, reorganizando, perfumando. Llega un punto en que empieza a darse cuenta de que está apestando la casa con sus feromonas, y tiene que abrir una ventana para despejar un poco el aire. Joder, nunca había estado tan inquieto.
Va a lavar la ropa, pero cuando coge el cesto, se da cuenta de que está lleno de ropa de Izuku. El olor es fuerte. Siente que un gruñido le sube por la garganta, se detiene en el pasillo antes de arrastrar el cesto hasta su guarida y tirarlo todo sobre la cama sin ninguna delicadeza.
No sabe cómo anidar, pero en su lugar se entierra en la pila de ropa, olfateando y aspirando, hasta que el gruñido se convierte en un rumor complacido, ronroneos vibrando en su pecho. Casi salta de la cama cuando suena el teléfono y se apresura a buscarlo entre la ropa.
"¿Kacchan? ¿Qué ha pasado?" pregunta Izuku al ver que Katsuki está en su guarida, con la ropa desparramada.
"...Se cayó." Buena salvada, Bakugou Katsuki. Seguro que ahora no pareces un perdedor suspirando. Estúpido idiota.
Izuku vuelve a soltar su risita. Vale la pena.
"¡No esperaba que fueras tan torpe!" Izuku jadea entre risitas.
"¡He estado jodidamente ocupado, así que demándame!". Katsuki gruñe, aunque no hay mordacidad tras sus palabras. Está dispuesto a hacer el ridículo con tal de oír las risitas de Izuku. Piensa en ponerlo como tono de llamada.
"Hoy no puedo hablar mucho, tenemos que volver pronto, pero te echo mucho de menos, Kacchan. No puedo esperar a estar pronto en casa". Dice Izuku, con cara de tristeza. Katsuki quiere saltar a través de la pantalla del teléfono ahora mismo y abrazar a Izuku, tirar de sus mejillas como si fueran masa y mordisquearlas. Quiere aplastar esas mejillas y besar sus labios carnosos hasta que se hinchen, y luego perfumarlo hasta que sus olores se entremezclen tanto que no puedas distinguir el Alfa del Omega.
"Sí. Será mejor que patees culos, o yo patearé el tuyo". Katsuki se tranquiliza, poniendo su característico ceño fruncido.
Izuku se ríe de nuevo, y hace esa estupidez de besar su teléfono (Katsuki NUNCA admitirá que le devuelve el beso una vez que termina la llamada), y dice su habitual "¡Te amo Kacchan!".
"Sí, yo también te amo, nerd". Katsuki se las arregla para encajar, e Izuku le mira, con ojos de cierva brillantes.
Le tiemblan los labios, y entonces lo oye: un pequeño y suave estruendo, que retumba uniformemente, y joder. JODER. Su Omega está RONRONEANDO. Katsuki apenas se contiene de aullar de emoción en ese mismo instante.
"¡Buenas noches, Kacchan!" se apresura a decir Izuku, antes de colgar la llamada. Katsuki se entierra inmediatamente bajo la montaña de ropa, se revuelca, se rodea del olor de su compañero y casi GRITA como un loco. ¡¿POR QUÉ la pequeña mierda era tan BONITO?! ¡¿POR QUÉ?! ¡¿Por qué tiene que hacer la vida de Katsuki mucho más difícil de lo que ya es?!
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Día once, patrulla posterior.
Katsuki hizo estallar a cuatro grupos de villanos diferentes, poniendo a prueba su paciencia hoy. Casi se le está acabando la paciencia en este punto, porque si Izuku no deja de decir esas adorables tonterías, el próximo idiota que lo ponga a prueba se arrepentirá.
El nerd envía un mensaje de texto, plagado de un montón de kaomojis cursis, diciendo:
"Hoy no puedo llamar, pero echo mucho de menos a Kacchan, ¡y las sudaderas ya no tienen tu olor! :("
Una cara con el ceño fruncido. Porque sus sudaderas no tienen su olor. Va a perder la puta cabeza. Hay una llamada por un grupo de ladrones de bancos buscados internacionalmente, y Katsuki vuela y descarga su simpática agresividad sobre los villanos, explotando y atándolos justo cuando la policía llega al lugar. Eijirou es el único lo bastante valiente como para acercarse y darle una palmadita en la espalda.
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Día trece, Bakugou Katsuki, Alfa. 19:00 horas.
Está agotado. Su lobo interior por fin se calla de una puta vez, y está enterrado bajo la masa de ropa sucia que ha tirado antes. El olor de Izuku se desvanece lentamente, y el olor empieza a volverse rancio y extraño.
Derrotado, finalmente se arrastra fuera del montón, recogiendo cada pieza y arrastrando los pies mientras va a hacer lavandería. Refunfuña mientras sujeta uno de los últimos peluches que llevan algún tipo de aroma de Izuku, se acurruca a su alrededor y lo acaricia mientras hunde la nariz en el suave pelaje. Hay un pequeño aroma a fresas y menta, y Katsuki se siente gemir, se deja llevar por la vulnerabilidad y la necesidad, porque echa mucho de menos a Izuku, como si su otra mitad no estuviera aquí aunque pueda sentirlo a través de su vínculo. Malditos sentimientos estúpidos.
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Día 14. 02:00 horas.
Katsuki se despierta sobresaltado al oír un crujido en la puerta principal. Se oye un tintineo, como si alguien estuviera tanteando las llaves, y Katsuki ya está levantándose del sofá, dirigiéndose a la entrada. La cerradura hace clic y la puerta se abre.
"¡Kacchan, estoy ca-sf!" Izuku no termina la frase, porque Katsuki está en la puerta, arrastrándole y cerrando la puerta de una patada. En su precipitación, tropiezan y caen, aterrizando en el escalón del genkan, con Izuku entre la pierna de Katsuki, inmovilizado por el alfa. Katsuki se enrosca alrededor de su Omega, envolviéndole con el cuerpo como si quisiera atraerlo más cerca, arrastrando la nariz por la glándula odorífera de su cuello, inhalando ávidas bocanadas, como un adicto que por fin prueba la droga, y no puede evitar el ronroneo profundo y retumbante de su pecho. Izuku se queda atónito por un momento, pero suelta una risita, dejando que Katsuki lo huela por todas partes, frotando su propia glándula odorífera por todo Izuku, las manos rozando, preocupándose por todas partes, las muñecas arrastrándose por el cuerpo del Omega. Izuku gorjea dulcemente ante el gesto, ante la oleada de afecto.
"Yo también te echo de menos, Kacchan". Izuku suelta una risita y se inclina para rozar a Katsuki con la muñeca, balbuceante cuando el alfa se inclina hacia él, codicioso cuando agarra las muñecas de Izuku y las mordisquea suavemente, resoplando y engreído cuando el omega responde con un chirrido. Izuku se ríe cuando intenta moverse y Katsuki casi gruñe, tirando del Omega hacia abajo y enjaulándolo cerca, negándose a separarse.
"Kacchan, necesito ducharme. Estoy asqueroso". comenta Izuku, aunque todavía no hace ademán de zafarse del agarre de Katsuki.
Silencio, y Katsuki gruñe, antes de levantarse, cogiendo a Izuku y apenas dándole tiempo al Omega a envolverse en su cuerpo mientras los lleva a ambos a su cuarto de baño común. Deja correr el agua para bañarse, pero se toma su tiempo para desnudar a Izuku y ducharlo primero. Izuku no hace más que ronronear y chirriar mientras Katsuki limpia la suciedad de su piel, con suavidad, hasta que su Omega queda relucientemente limpio. Es entonces cuando se da cuenta de que su propio olor ha desaparecido. Izuku se ríe de repente.
"Aw, no hagas pucheros Alfa. Puedes volver a olerme".
"No estoy haciendo pucheros." Katsuki pone mala cara, saca a Izuku de la ducha y lo mete suavemente en su gran bañera. Se desliza detrás del Omega, acurrucándose a su alrededor y enterrando la cara en el hombro de Izuku una vez que se han acomodado en el agua caliente. Ronronea mientras se afana en morder cada pequeña porción de piel del cuello y los hombros de Izuku. Deja pequeños besos, rocía con pequeños mordisquitos y ronronea de satisfacción cuando Izuku grita de sorpresa, pero no protesta por sus acciones. Succiona pequeñas marcas en el cuello de Izuku, pequeños moratones que salpican la extensión de pecas, ronroneando cuando está satisfecho con sus marcas, reclamando a Izuku como suyo. Izuku se ríe cuando Katsuki se agarra al nido de rizos verdes y ronronea satisfecho.
"¡Ah, Kacchan debe de haberse sentido muy solo!". se burla Izuku, que recibe un apretón en la barriga por las molestias, y Katsuki se acurruca contra su hombro y cuello con un gruñido. Izuku echa una mano hacia atrás, le revuelve el pelo rubio y se ríe. Katsuki se relaja al oírlo.
Cuando el agua está tibia, salen, y Katsuki sólo se separa de Izuku lo suficiente para que el Omega se seque y se vista. Katsuki se aferra a él en el momento en que no queda más remedio que retirarse a su guarida, cargando con su Omega y entrando así en la habitación. Cuando están en su guarida, Katsuki arrastra a Izuku hasta la cama, enjaulándolo debajo y perfumándolo por todas partes, dejándole pequeños besos por todas partes, acariciándole la mejilla y arrastrando sus glándulas de la muñeca por cada centímetro de piel. Salpica la cara, el cuello y los hombros de Izuku con más besos. El Omega se ríe bajo todas las oleadas de afecto, se ríe a carcajadas cuando Katsuki le toma la mejilla entre los dientes y se la pellizca suavemente. Casi chilla cuando Katsuki entierra su cara contra el pecho del Omega, levantándole la camisa mientras le besa directamente en el pecho.
Por fin, por fin, después de haber marcado a Izuku desde el vientre hacia arriba y de haber mezclado bien sus olores, Katsuki aprieta su peso sobre Izuku, le agarra la cara y lo atrae hacia sí para darle un beso, dulce y perezoso. Mordisquea los labios entre beso y beso, tirando de ellos. Cuando por fin, por fin, está saciado, despejado y ronroneando fuerte, acariciando la cara sonrojada de su Omega, la piel marcada y los labios hinchados por el beso, Katsuki junta sus mejillas, frota sus narices en un beso de esquimal, antes de acomodarse contra el pecho de Izuku.
"Bienvenido a casa, nerd".
Legalmente Deku. #katsudeku
—No preguntes.
—No lo iba a hacer — dijo el cenizo con una sonrisa mientras veía la colita esponjosa de Izuku el cual estaba con un ceño fruncido.
Realmente tenía curiosidad por saber que era lo que le había hecho esta vez su exnovio.
Sabía que el pecoso había ingresado a la universidad UA solo por haber seguido al estúpido de Shoto Todoroki el cual ahora estaba comprometido con la cola de caballo, no es que la chica le cayera mal, tal vez hasta podía decir que tenía lástima de ella por con quien se iba a casar, en cuando al peliverde por el sí sentía una gran curiosidad.
Desde el momento que lo vio llamo su atención como nunca antes lo había hecho una persona, pero al enterarse de sus motivos por su propia boca perdió el interés "Un chico que solo persigue a su ex no es muy inteligente" pensó al escuchar su historia.
Pero la situación era que por alguna extraña razón "porque no admitirá qué era el destino" se encontraba con él a cada hora del día.
El traje que estaba usando realmente le quedaba muy bien marcando sus largas piernas y glúteos, realmente no dejaba mucho a la imagen, pero al darse cuenta de que no era el único que pensaba así gruñó molesto.
Termino de hacer sus compras para ver al pecoso qué iba a unos pasos enfrente de él.
—Oye Izuku — lo llamo a lo que el peliverde sé de tubo y lo volteó a ver. —ponte esto— dijo al quitarse su chaqueta y ponerla en los hombros del pecoso, el cual se sonrojó.
—Gracias Kacchan — susurro.
Katsuki siguió caminando con una sonrisa "Al parecer no le soy indiferente" pensó al ver que esta vez caminaba junto a él con una linda sonrisa.
