Fantasías nocturnas
Katsuki últimamente tenía un gran problema entre sus piernas.
¿La razón?
No se levantaba.
Desde hacía un par de semanas atrás su hombría se había negado rotundamente a despertar para permitirle bajar su estrés acumulado, dejando sus testículos azules de dolor al no poder liberarse periódicamente.
Era bien sabido que los hombres deben liberarse al menos 1 vez a la semana para evitar enfermedades y malestar.
Y ya Katsuki sentia que moriría después de un mes sin haber podido jalarsela ni un dia.
Y es que su miembro había entrado totalmente en negación y se rehúsaba firmemente a recibir placer.
Y todo por culpa de Midoriya Izuku.
Era como un castigo divino que aquel peliverde que tantas veces acoso en secundaria se volviera tan jodidamente atractivo y sexy en la preparatoria al punto de que su virilidad sólo reaccionara al ver ese redondo trasero apretado dentro del verde traje que mas que hacerlo ver como un héroe le daba la impresión de un conejito con la colita levantada.
Maldito nerd provocativo que sólo le jodia la mente con su sensual figura.
-Bro, ¿estas bien?- Kirishima había notado que su amigo estaba distraído, más irritado de lo normal y aunque sabía que era un riesgo, decidió preguntar.
-Ese no es tu maldito asunto.- gruño Katsuki cerrando su taquilla de golpe llamando la atención de sus compañeros aunque en los vestidores sólo estaban Kirishima, Kaminari, Sero y Mineta.
-Déjalo, seguro no se ha hecho una buena paja.- comentó Mineta con burla, sin miedo a la muerte, todos lo miraron sorprendidos de su atrevimiento.
Pero mas sorprendidos estaban de que Bakugou no respondiera con sus típicas explosiones, sólo miro con desdén al enano pelimorado para luego retirarse del lugar.
Katsuki no iba a dejarse ganar por la situación pero sentía que terminaría con disfunción eréctil si no hacía algo.
Luego de las clases de la tarde sabía que Izuku saldría a trotar hasta entrada la noche así que sin dudarlo ni un segundo entró a la habiatacion del pecoso que inocente como el solo solía dejar sin seguro la puerta.
El montón de figuras de All Might junto a los tapetes y el decorado de héroes quemaban las retinas del cenizo que ya de por si estaba irritado. Rebusco entre la ropa usada sabiendo que no era día de lavado y tomo una camiseta con el escrito 'Pijama' en ella.
Salio con pasos apresurados topándose con Mineta quien sólo lo observó unos segundos antes de seguir su camino temeroso de lo que podría hacerle el ojirubi si seguí a observandolo.
Katsuki se apresuró a entrar en su habitación y preparó todo para su momento íntimo.
Había investigado, se había informado e incluso había leído sobre el tema. Luego de oler un par de veces la camiseta su dura expresión de suavizo poco a poco.
-Maldita sea Deku incluso el olor de tu jodido sudor me gusta.
Y entonces lo sintió. Su miembro poco a poco comenzó a despertar de su sueño, como si se hubiera librado de un hechizo su virilidad se presionaba dolorosamente contra sus pantalones deportivos deseosa por salir.
Katsuki sonríe de lado observando la situación. Era una vergüenza que su estúpido cuerpo reaccionará así, más aun por un jodido nerd de mierda con el que apenas se podía decir que estaban en buenos términos.
-Deku, quiero tocarte.
Katsuki le colocó la camiseta a una almohada y comenzó a pasar sus manos sobre esta dejando salir su erección mientras tomaba algo de lubricante de un pequeño sobre que había comprado para la ocasión.
-Tu piel se ve tan suave cuando te cambias de ropa, maldito imbécil todos te miran ¿lo sabías?
Katsuki siente la excitación y el calor acumularse en su vientre mientras imagina al pecoso entre sus piernas atendiendo su erección.
-¿Que pasaría si te follo frente a todos en los vestidores?
Katsuki no lo había notado pero hacia un buen rato su mano se movía frenetica sobre su miembro para darse placer de forma desesperada.
-Quiero que seas sólo mío idiota. No te dejaré follar con nadie más.
Katsuki lo sentía, el orgasmo subía rápidamente enviando descargas eléctricas por su columna mientras el simulaba darle estocadas a la Deku-almohada.
-Mío y de nadie más.
Los ojos de Katsuki se nublaban por el placer cristalizandose con lágrimas que denotaban su llegada al clímax mientras jadeaba y hundía su rostro enrojecido en la almohada inhalando con desesperación el aroma del pecoso.
-Joder Deku.. Se siente tan bien dentro de ti.
Katsuki suspiro y gruño cuando se liberó de su castigo de un mes manchando con gusto la camiseta con una abundante y espesa carga.
Se mantuvo unos segundos ido de la realidad disfrutando de la sensación post orgasmo hasta que su respiración se reguló y su cuerpo se enfrió.
Se subio los pantalones y limpió como pudo el desastre que había hecho para luego mirar la camiseta y sonreír.
-Tu serás mi cómplice de ahora en adelante.-
Comentó para luego tomar sus cosas y dirigirse a las duchas luego de su primera y satisfactoria fantasía nocturna.
La primera de muchas.
Fin.
Engañó (no hubo en engaño)
¡¡Bkdk engaño implícito!! ¡No trampas reales!
Bakugo había estado en una misión fuera durante un mes sin ningún tipo de servicio celular o conexión a su vida familiar.
Estaba feliz de encender su teléfono tan pronto como aterrizó en Japón para llamar a su marido Izuku.
Cuando por fin se encendió, se sorprendió al ver los cientos de notificaciones que recibía. De sus amigos, de Twitter, de todas partes. Se le desplomó el corazón y se le heló la sangre ante una palabra que tenían todas las notificaciones: ¡TRAMPOSO!
Le temblaban las manos mientras intentaba averiguar rápidamente qué había pasado. En todas las plataformas de redes sociales había una serie de fotos de él con alguna tipa rubia. Besándose obscenamente en público. "Bakugo" estaba disfrazado con un sombrero y una chaqueta, pero obviamente era "él".
Todos sus amigos estaban disgustados con él. Llamándole de todo y maldiciéndole. Bakugo estaba llorando cuando se dio cuenta de que la única persona que no había enviado nada... era Izuku.
Casi hiperventilando llamó a su marido.
"¿Kacchan?"
Trató de formar palabras, con la garganta apretada.
"¿Izuku?" Susurró, con la voz aguada.
Se oyó un crujido de sábanas. "No eres tú Kacchan... lo sé. Vuelve a casa, cariño".
Él rompió en sollozos aliviados, prometiendo estar pronto en casa.
Las imágenes de DynaMight con peor aspecto y desgastado por la batalla circularon rápidamente. Era evidente que no había estado en el país. Todos empezaron a dudar de su autenticidad.
Al volver a casa, Izuku explicó que se había ido porque le estaban acosando mucho.
Sus amigos trataron de "decirle" a Izuku que Kats era un tramposo. Izuku lo sabía muy bien. Su marido nunca lo haría. Bakugo se pasó toda la noche llorando y diciéndole a Izuku que nunca lo haría. Prefería sacarse los ojos.
Una vez que estuvieron listos, accedieron a una entrevista.
"Nunca respondí porque estaba en una misión secreta". gruñó Katsuki. "Ni siquiera estaba en el puto país. Sólo Izuku lo sabía porque es mi esposo".
Izuku suspiró. "Conozco a mi esposo, sé que no es un mentiroso. Mucho menos un infiel".
Pronto atraparon al culpable. Alguien que estaba obsesionado con Deku con una peculiaridad de cambio de forma. Esperando destrozarlos para poder barrer a Deku de sus pies.
Sus amigos vinieron llorando, completamente avergonzados de sí mismos. Kiri se había emborrachado durante varias noches seguidas.
Sollozando por no merecer llamarse amigo de Katsuki. De que ni siquiera se le hubiera ocurrido preguntar por las fotos.
Katsuki estaba gravemente herido, y tardaría mucho en curarse. Pero en secreto se alegraba de que fueran tan protectores con Izuku.
FIN
Mamada
#Marionetta #Katsudeku #Drabble
#BNHA #Marteshot #Mamada
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Katsuki Bakugo mejor conocido como el héroe N3 Dynamight, un hombre fuerte de 25 años, admirado por todo Japón y el soltero más codiciado del país, tenía una pequeña gran obsesión con Bunny.
Un lindo y adorable chico de cabello y ojos verdes, la cara llena de pecas y un cuerpo envidiable hasta por la miss universo, que trabajaba como prostituto en el club nocturno de Midnight.
Katsuki y Bunny se habían conocido hacía más o menos dos años cuando Sero había arrastrado a todo el Bakusquad para la despedida de soltero de Kirishima, que se casaría con Shoto en unos cuantos días.
El peliverde había sido uno de los acompañantes de esa noche, y por azares del destino se había sentado en las piernas de Katsuki y le había dado de beber y comer boca a boca, mientras los demás pasaban el rato con otros anfitriones.
Desde aquella noche el rubio había quedado prendado al pecoso e iba cada día que tenía libre para pasar el rato con él.
Algunas noches solo conversaban compartiendo un trago, otras hacían cosas más osadas cuando Katsuki pedía una habitación privada del segundo piso o simplemente después de un par de tragos los besos subían de intensidad y las cosas comenzaban a calentarse, como esa noche.
El héroe explosivo había planeado algo, estaba harto de cómo estaban las cosas, él quería más y después de pensarlo y meditarlo mucho había tomado una decisión, esa noche le diría de Bunny lo que sentía y si estaba de acuerdo lo sacaría del club y le daría una vida mejor. Le daría todo lo quisiera.
Katsuki había llegado después de haber salido temprano de su turno, había pedido específicamente a Bunny como siempre y lo había invitado una copa y que pidiera lo que quisiera comer a modo de cena.
Después de comer el peliverde había saltado a sus piernas y lo besaba sin parar en los labios, el cuello y hasta por los hombros. El rubio sabía lo que Bunny quería y obviamente se lo daría, pediría una habitación y se lo follaría duro como le gustaba y después hablaría seriamente con él, pero primero quería jugar un rato.
—De rodillas frente a mi, conejito—. Ordenó con voz grave y autoritaria, y enseguida el pecoso se puso de pie y se arrodilló en el suelo entre sus piernas.
—¿Qué es lo que quieres de mi hoy, Kacchan?—. Katsuki sintió el apodo recorrerle por todo el cuerpo, mientras el peliverde lo miraba desde abajo con un sonrojo evidente y unos enormes ojos "inocentes".
Joder era maravilloso.
—Cómete mi polla bebé—. Dijo con una sonrisa.
—Por supuesto Kacchan—. Respondió con una sonrisa.
A Bunny le encantaba que lo ordenaran y le encaraba complacer así que regocijándose con movimientos lentos y sexys abrió su pantalón y sacó su miembro, una vez afuera lo miró emocionado como si fuera una deliciosa comida.
Sin siquiera esperar otra orden, pasó su lengua por toda la longitud y después se lo metió a la boca por completo, el pecoso era un experto en mamadas y aunque Katsuki no era pequeño, para nada, este era capaz de tragárselo hasta más de la mitad.
Un escalofrío recorrió el cuerpo del rubio y se acomodó para que Bunny se lo comiera con toda comodidad. El pecoso disfrutó de chuparlo, lamerlo y sobre todo Katsuki podía ver el orgullo en los ojos verdes al sacar sonoros gemidos del héroe número 3.
Y a ninguno de los dos le importaba estar dando y recibiendo una mamada en medio del club a vista y paciencia de un montón de clientes y trabajadores.
El peliverde era el mejor en su trabajo, además era amable, cariñoso y muy inteligente, Katsuki haría todo lo que estuviera en sus manos o quizás en su pene, para hacer que el chico aceptara su propuesta.
La cabeza de Bunny seguía subiendo y bajando para ese punto demasiado vertiginoso, Katsuki estaba a nada de correrse, así que tomó su cabeza y se folló su linda boquita.
El pecoso lo estaba recibiendo tan bien y no despegaba sus ojos de él que provocaron que su orgasmo se disparara en lo profundo de su garganta. Sin embargo lo que más le gustó fue cuando el peliverde levantó su cabeza, sacó su miembro de la boca y tragó, le dio la mirada más satisfecha que había visto.
—Mmm… El semen de Kacchan es el más delicioso—. Dijo con una sonrisa.
Katsuki sonrió y tomando su mano lo ayudó a levantarse.
—Vamos si me acompañas te daré mucho más—.
Obviamente Bunny lo siguió de lo más feliz, sin saber la propuesta que le esperaba después de quedar satisfecho.
—Heroes
—DekuBaku/Tsuyu x Uraraka
—Au quirk/pro-hero's
Os?
"Nuevamente acaparan las portadas la bella pareja conformada por el héroe Deku y la heroína Uravity. Al parecer tendremos boda pronto".
Izuku dejo caer la revista en su escritorio de la oficina, Uraraka estaba sentada sobre este, suspiro tambien y miro al frente.
—Realmente la comisión nos obligará a casarnos?— susurro con pesar— Izuku cómo podemos parar esto.
—Debemos hacerlo— suspiro Izuku caminando hasta quedar frente a la chica— como podemos ir contra ellos?
—Estoy dispuesta a dejar de ser heroína si eso protege a Tsuyu pero hacerlo la pondrá en la mira, ella es lo que más amo— gimoteo la castaña, sus ojos se llenaron de lágrimas y se inclinó abrazándose a Izuku.
El peliverde la atrapó en sus brazos y la sostuvo, no era la única que sufría, tuvo que cortar con Katsuki y hacerle creer que siempre fue un juego para él y que amaba a Uraraka, tenían apenas unos meses al fin como pareja y tuvo que ver sus ojos llorosos y salir al día siguiente en una revista besando a la castaña.
Uraraka no estuvo tan lejos, ella y tsuyy tenían una relación desde el segundo año de la UA, comenzaban a planear vivir juntas cuando Uraraka tuvo que decirle adiós
Perdieron amigos, amores y se sentían solos pero todo era para protegerlos.
El teléfono de ambos sonó en ese momento, se separaron y aclararon la garganta
—El jefe quiere verlos ahora— una voz fría resonó al otro lado de la línea.
—Estaremos en breve— respondió Izuku de la misma forma.
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Hacía dos años atrás que ellos fueron reclutados por los altos mandos, más arriba de la comisión, querían usarlos para los trabajos sucios, limpieza como les decían allá arriba.
Ambos aceptaron a medias, no había sido una petición, fue una orden y negarse traería problemas, sin embargo no lo hicieron por qué no les habían dicho exactamente que harían.
Fue hasta que les ordenaron asesinar a civiles que habían estado en lugares incorrectos que se dieron cuenta de lo que pasaba.
—No lo haré — grito Izuku, al momento una video llamada entro en su teléfono, la mira de aquella arma estaba centrada en Katsuki que cocinaba esperándolo en casa—¿Que es esto?
—Cumple tu misión y él vive, falla, salva a una sola vida ahí presente y la bala estará en la cabeza de tu novio antes de que puedas llegar a él— la amenaza era clara.
Fue la primera vez que mancharon sus manos, que ambos se sintieron asqueados, que ser héroes ya no era lo que deseaban pero nuevamente la amenaza estaba ahí, si se iban, si dejaban de ser héroes los que pagarían las consecuencias eran Katsuki y Tsuyu.
Fue entonces que desesperados por salvar a quienes más amaban, anunciaron su relación, si hacían creer a todos que se aman, que están juntos entonces quizá tendrían una oportunidad.
Pero la amenaza a esos dos seguía ahí.
—Cuando nos crean, Uraraka vete, cambia de todo lo que pueda hacer que te reconozcan y se feliz— había dicho una vez Izuku
—No puedo hacerlo— dijo ella llorando— eres mi mejor amigo, estamos juntos en esto.
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Katsuki intento rehacer su vida, pero era inútil, seguía enamorado de Izuku y odiando a Uraraka, maldita zorra que le había quitado lo que el amaba, lo que él quería para siempre en su vida.
Había visto la imagen en la revista, le dolía, pero deseaba una vez más a Izuku.
Quizá sería incorrecto lo que pensaba pero al carajo todo.
—Deku— gruño entrando a la oficina del peliverde, creyó que habrían fotos de Uraraka y él juntos, que la esencia de la chica estaría ahí, pero no, todo era frío y organizado.
—Bakugo-san— hablo saliendo del baño de la oficina, miro al cenizo con aparente indiferencia y camino a su escritorio.
—Maldito bastardo hijo de puta, se que me amas aún, se que no la quieres a ella, por favor Izuku— soltó desesperado
Izuku sintió que era un bastardo pero no quería ver muerto a Katsuki, deseaba verlo ser el héroe que siempre soño.
Katsuki se acercó, Izuku solo lo miro en silencio sin mover un solo músculo.
El cenizo se sentó a horcajadas en las piernas del peliverde—Jodeme hasta cansarte y decirme que amas— rogó.
Izuku desvío la vista sintiendo dolor ante aquella petición— perdón, estoy comprometido, no le fallare a mi futura esposa
—Solo una noche Izuku— suspiro besando al peliverde.
Izuku aferró sus manos a la cadera de Katsuki y lo alzó, lo dejo sobre el escritorio, deseaba tomarlo, rasgar sus ropas y hundirse en aquel culo que tanto amaba, moría por hacer que el ceni,o grite su nombre de aquella forma tan erótica.
Se detuvo mientras besaba el cuello de Katsuki y pego su frente a la clavícula del contrario.
—Por favor vete, ¡LARGO! grito mientras se alejaba
No condenaría a un Katsuki por su deseo de amarlo sin medida.
Se levantó él y salió de ahí por el ventanal, escapó como un cobarde lo sabía, pero era todo lo que podía hacer en ese momento.
Evee
Delicioso
Esta tarde me encuentro regresando del trabajo, quisiera poder descansar aunque sea un poco, pero la empresa no se dirige sola, tengo que poner el empeño suficiente y demostrarle a todos que no soy ni será la sombra de mis padres.
Llegue a casa, me senté en mi sillón para arreglar un poco mis pendientes del día de mañana, acomodar mi agenda, tomé mi laptop y la abrí.
Trate de estar lo más relajado que podía, desabroche un poco mi corbata, sentía que me asfixiaba, de pronto un ruido a campanitas sonó en mi sillón, levante la vista y mi hermoso novio estaba parado en el barandal del segundo piso.
Vi lo que acaba de aventar y era una diadema con orejitas de cachorro con un pequeño cascabel, lo tome y lo hice sonar, a lo que él solo se quitó la bata que traía puesta, estaba totalmente desnudo y con una colita de cachorro resaltaba de su parte trasera.
Me relamí los labios y solo avente la lap al sillón y corrí para subir las escaleras, él solo huye a nuestro cuarto, sabía lo que estaba a punto de pasar.
— No escaparás — dije mientras abría la puerta antes de que él la cerrará — Tienes que atender lo que acabas de provocar.
Se detuvo antes de llegar a la cama y como si hubiera cambiado de personalidad, volteó con una cara demasiado sexy, excitada, se puso de rodillas ante mí — No voy a escapar… amo, estoy a sus órdenes.
Le puse las orejas para a completar el disfraz — Dime cachorrito a quien perteneces — saco mi miembro ya despierto de mis pantalones, me vio directo a mis ojos, su mirada podría jurar que en su pupila se le harían corazones, este chico amaba mi pene.
Sus manos se sentían frías, su aliento caliente y su lengua exquisitamente mojada, subía y bajaba por toda mi extensión dándome la mejor felación, quizás esto sea mi merecida recompensa después de un largo día de trabajo.
Agarré su cabellera para tener más contacto, su ritmo era preciso, estuve a punto de correrme en su boca, lo detuve a tiempo.
— Ven, papi se quiere divertir un poco más — dije entre jadeos y en víspera de un buen orgasmo.
Aquella cola tenía al inicio un lindo plug, su entrada ya estaba dilatada por ello, así que lo subí a la cama y lo puse en 4 con una perfecta visión de su enorme culo, le di una deliciosa nalgada, todo su ser era mío.
Provoque un quejido tan excitante y comencé a embestir con el plug, comenzaba a ponerme celoso de esa maldita cosa, a pesar de que era yo quien lo utilizaba, lo saque y lo aventé lejos.
— Te ves precioso con eso, pero ahora tendrás otra cosa deliciosa en tu interior.
Me volteo a ver, sus ojos lagrimeaban mientras de su boca salía apenas un hilillo de saliva, me masturba un poco y lo metí de una sola embestida, me apretaba tan delicioso que podría correrme en cualquier momento.
Palmee de nuevo su trasero, sus gemidos eran deliciosos, su cuerpo temblaba ante mi toque, lo gire para ver su hermoso rostro, bese su pierna, dejando mordidas, suspiros roncos salían de mi garganta, verlo era lo más erótico, sus caderas, todo su cuerpo me encantaba.
— Quiero comerte todo — dije con una voz profunda y a él le gusta.
— Hazlo, soy todo tuyo — mis estocadas iban y venían, más profundas, mi cadera no paraba para poder tocarlo más, si pudiera lo dejaría embarazado.
Bese sus labios, escuché nuestras respiraciones cortadas con gemidos deliciosos, mi cordura se perdió, estar con él era lo mejor, no importaba que tan cansado llegará se lo haría como él quisiera, rápido, lento, en el lugar que fuera.
Nuestros orgasmos llegaron, me dejé caer aún lado de él, fue tan delicioso, quería recuperar un poco el aliento, disfrutar de su cuerpo un poco más.
Subió encima de mí — Amo… — lo miré directo a sus hermosos ojos — ahora es mi turno de liderar — se subió arriba de mí para volver a empalarse él solo, se masturbó un poco para que yo lo viera, mi polla volvió a saltar emocionado por enterrarse de nuevo en él.
— Te haré venir tanto, que no podrás levantarte mañana…
Amor de niños
-Kacchan- el pequeño peliverde se encuentra escondido entre unos arbustos del patio de juegos, de nuevo los niños se burlan de él por no tener un don, llora desconsolado mienras llama a su mejor amigo, siempre lo defiende, pero los niños se aprovechan cuando está lejos - ven a salvarme-
-Vamos niño llorón, ya sal de ahí - escucha el crugir de las hojas al ser pisadas por sus bullyings - tu noviecito no vendrá a salvarte esta vez, esta castigado por golpearnos, ¿Recuerdas?-
Las lágrimas del pecoso se intencifican, sabe que los niños lo golpearán e incluso puede que lo ataquen con sus dones, odia no tener uno y ser un debilucho, le cuesta demasiado defenderse y cuando lo ha hecho solo lo han lastimado más.
-No les dije la última vez que dejaran a Deku en paz - la infantil pero potente voz del rubio hace saltar a los atacantes, ellos saben que el don del cenizo es el más poderoso de todos ellos y que si lo hacen enojar demasiado los puede dañar de verdad, ya antes lo ha hecho, por defender a su amigo -
-¿Que... haces... aquí Katsuki? - el niño de gorra roja tartamudea viendo con miedo en su mirada al recién llegado -
-Se supone que estás castigado, no deberías estar en el patio - el de las alas se aleja un paso para marcar más distancia entre ellos, no quiere estar cerca del alcance de sus explosiones -
- No me importa si estoy castigado, siempre vendré si Deku me necesita - se acerca un paso hacia ellos con las manos echándole chispas, quiere dejar en claro que no tolerará ningún tipo de maltrato -
-Parecen novios - el tercer niño les dice con malicia en la voz, desgraciadamente sus padres lo han educado de forma inadecuada y ve la relación entre dos personas del mismo sexo como algo inadecuado, utilizando esto como un insulto -
-¿Y? Eso a ti no te importa - se acerca hasta tomarlo del brazo quemandolo ligeramente como advertencia -
-Aaaaay, Katsuki me lastimas - una profesora corre hacia los niños, sabe que nada bueno debe estar pasando por el escándalo que tienen -
-¿Que está pasando aquí niños?- mira primero al cenizo, quien solo observa a un lloroso Izuku -
-Katsuki nos ha pegado de nuevo y a él lo ha quemado - señala la marca ligeramente roja en el delgado brazo -
-Kacchan solo... me estaba defendiendo profesora - con un leve e infantil sonrojo el peliverde defiende a su amigo de toda la vida, siente que se lo debe por ayudarlo y protegerlo siempre -
-Izuku cuéntame que ha pasado- sabiendo que el peliverde es una pequeña bolita de azúcar y ternura lo escucha con atención, cuando este termina su relato decide castigar a los tres pequeños maltratadores y explicarles que lo que le han dicho a Izuku está mal -
-Gracias por defenderme siempre Kacchan - el rubio se acerca hasta él para tenderle la mano ayudándolo a levantarse de entre los arbustos-
-No me agradezcas Deku, mientras no tengas un don para defenderte yo te protegeré - sin soltar su mano caminan hasta el aula de clases -
Lo que Katsuki no sabe es lo ciertas que son sus palabras, pues con el paso del tiempo las cumplió, protegió a Izuku hasta que obtuvo su don gracias a All Might y después de ahí ambos se dedicaron a crecer juntos, convirtiéndose en el wonder dúo, los héroes número uno en el ranking y además un feliz matrimonio con su agencia propia.
[One shot omegaverse Katsudeku]
••Alfa••
Recientemente todo se había vuelto mucho más estresante. Se sentía tan cansada, siempre estaba de mal humor, era como si cada cosa a su alrededor se volviera simplemente insoportable. Como el maldito despertador, ni siquiera se molestó en contener su furia a esas horas de la mañana, simplemente arrojó esa cosa ruidosa contra el muro, y su habitación volvió a quedar en un agradable silencio.
Un par de horas después los gritos de sus hermanos la despertaron de nuevo. Su habitación (que compartía con su hermano menor) estaba junto a la de los más pequeños, Shiro y los gemelos Yuudai e Iku.
Enterró la cabeza en la almohada intentando dormir de nuevo, por un día podía fingir que estaba enferma para no ir a la escuela, pues no se sentía con muchos ánimos para ello.
—¿Entonces no vas a ir? —preguntó su hermano Hideki, desde su cama al otro lado de la habitación.
A veces olvidaba que esa extraña manía de su madre se le había pegado, murmuraba cosas que tenían que quedarse en su cabeza.
—Ya voy —respondió de mala gana, pero al fin levantándose.
Se dió un baño rápido, se vistió con lo más decente que encontró en su armario, ató su largo cabello rubio en una coleta y por fin bajó a desayunar.
Con cada paso que daba se arrepentía más de su decisión de salir de la cama, y buscaba formas de convencerse que ese examen de cálculo no era tan importante, con tal de volver a dormir. Fue así hasta que atravesó el umbral de la cocina, la recibieron los gritos y risas de sus hermanos pequeños, el aroma de los huevos fritos y el café, junto con las feromonas de su mamá, esas que siempre conseguían calmarla, aunque no pudiera descifrar un aroma específico, pues ella no tenía casta.
—Buenos días —saludó su madre, Izuku, desde la estufa donde cocinaba el desayuno.
—Buenos días —respondió de vuelta, sentándose junto a Hideki.
Ella y sus hermanos formaban una fila en la amplia mesa de la cocina. Ella iba en primer lugar; luego Hideki, Shiro, los gemelos y por último la más pequeña de la familia, Aki, quien apenas tenía tres años.
—Pensé que hoy no irías a la escuela. ¿Te quedaste dormida? —insistió su madre, volviendo a su prestar atención a los huevos fritos.
—Mi despertador se rompió.
Su hermano le dió una mirada incrédula, él estaba presente cuando el pobre aparato sufrió por culpa del enojo de su hermana mayor.
—Que mal, luego iremos a comprar otro… ¿Entonces ya no irás a la escuela?
—Quisiera no hacerlo, pero tengo un estúpido examen.
—¡Hey!
—Lo siento.
Hideki y Shiro rieron ante el regaño, Nat y su padre eran las dos personas más malhabladas que alguien pudiera conocer. Lo malo de ese asunto es que Aki aprendía rápido y las malas palabras se le pegaban fácil.
Se dejó caer en la mesa, decidida a descansar un poco más. Sabía que algo andaba mal, ese hormigueo constante por todo su cuerpo, la picazón y la incomodidad. Cuando su padre llegara del trabajo le pediría una consulta rápida sobre esos raros síntomas.
Su madre puso el plato frente a ella sacándola de sus pensamientos. Le regaló una sonrisa hermosa, de esas que solo su madre sabía dar, esas que calman el corazón de solo verlas.
Izuku se sentó frente a sus hijos y desayunó con ellos, tenían una media hora para desayunar, luego se encargaría de llevarlos a todos a sus respectivas escuelas.
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Luego de dejar a los gemelos, a Shiro y Hideki en la primaria, condujo hasta la secundaria de Nat.
—¿Segura que estás bien? —preguntó Izuku cuando se estacionó—. Aún te puedes arrepentir, me puedes acompañar a hacer las compras y luego podemos ver una película, pero no le digas a tus hermanos.
—¡Sí, vamos al cine! —gritó Aki desde su asiento.
—Suena bien, pero necesito pasar ese examen —respondió tomando su mochila—. Intentaré llegar temprano para dormir toda la tarde.
Se giró a la parte trasera del auto para despedirse de su hermanita con un beso en la frente, luego volvió para hacer lo mismo con su madre, quien le correspondió con un beso en la mejilla.
—Suerte con tú examen mi niña.
—Gracias, ten cuidado y avísame cuando llegues a casa —dijo Nat cuando abrió la puerta de la camioneta.
Aunque a veces odiaba la forma en que su madre la llamaba, a pesar de tener catorce años, ese día las palabras dulces y su forma cariñosa de ser la mantuvieron tranquila.
En cuanto estuvo lo suficientemente lejos del auto y se cansó de despedirse agitando la mano, se giró hacia la entrada de su escuela, donde su tonto mejor amigo la esperaba. Era el hijo de sus tíos adoptivos, los mejores amigos de sus padres, su nombre era Takeo Kirishima, más parecido a su padre alfa con su cabello negro y sus ojos escarlata.
Él la saludó visiblemente animado, extendiendo los brazos al aire y gritando como un loco. De pronto su ánimo se apagó, pues clavó su mirada en un punto a la distancia y su sonrisa alegre de volvió en una sonrisa de idiota flechado.
Los murmullos en su espalda le dieron una señal de lo que se trataba toda esa situación, quizás uno de esos omegas populares acababa de llegar a la escuela.
Se giró esperando encontrar alguno, lo que descubrió fue a su madre corriendo hacia ella, con Aki en sus brazos.
—Amor, olvidaste tu almuerzo —dijo su madre cuando por fin la alcanzó, extendiéndole un bento.
Nat lo ignoró, estaba más concentrada en las miradas que tenían por objetivo a su mamá, las de esos estúpidos adolescentes hormonales que se volvían locos por ver a un omega.
—Gracias, ya vete —dijo en un tono frío, como si pretendiera que quienes miraban la escucharan.
—¿Oye, estás bien?
—Lo estoy, te lo dije, ahora vete mamá.
La mirada de su hija le dolió, Nat no solía hablarle así, mucho menos mirarlo de esa forma fría.
—Está bien —murmuró dolido—. Que te vaya bien con tu examen, te quiero mi niña.
Dudó por un momento si acercarse a despedirse con un beso, aunque al final la mirada de su hija lo obligó a no hacerlo. Le dió una última sonrisa y se fue de vuelta al auto, sin notar todas esas miradas que lo siguieron hasta que desapareció por la avenida.
Cuando él se fue los gritos y silbidos estallaron.
—¡¿Por qué no dijiste que tenías un omega?!, ¡pudimos divertirnos juntos! —gritó alguien, causando algunas risas burlonas.
—¿Apenas tienes catorce y ya tienes una mocosa?, sí que eres rápida Natsuki Bakugo.
—¡¡Cierren la puta boca, cabrones!! —gritó ella sintiendo su sangre arder.
Podía tolerar muchas cosas de esos imbéciles, menos que hablaran así de su madre.
—Vamos déjalo, no necesitas terminar suspendida otra vez —habló Takeo intentando calmarla.
—¡¿Y tú a quién se supone que estabas mirando con esa cara de idiota?! —gritó enfrentando a su amigo.
—Había un pájaro muy bonito… —respondió rezando internamente para que su excusa funcionará.
Ella lo miró con ganas de asesinarlo, pero decidió hacerle caso a su amigo, no era bueno que terminara castigada de nuevo.
Respiró hondo intentando calmarse, sentía todo su cuerpo escocer y los nervios a flor de piel, solo quería terminar el fastidioso examen y volver a casa.
Por el resto del día, los imbéciles que la rodeaban siguieron acumulando strikes.
No podía atravesar un solo pasillo sin que alguien insinuara alguna cosa desagradable de su madre. Jamás lo habían visto, Zuzu (como lo llamaba su padre), solo dejaba a los más pequeños en la escuela, Nat tomaba el transporte público o algunas veces la llevaba su padre antes de ir a su trabajo en el hospital. Ambos sabían que era muy malo que un omega como Izuku anduviera por ahí entre alfas recién presentados, su madre había enfrentado situaciones asquerosas toda su vida, y su familia hacía lo posible por protegerlo.
Además de lidiar con los bastardos, estuvo reprochándose todo el día por no haberse levantado más temprano. Si tan solo lo hubiera hecho esa fastidiosa situación se habría evitado.
Para su tercera clase del día (y a la primera que llegó), se enteró que su examen había sido cancelado de último minuto.
Sin importarle los regaños del profesor sustituto salió corriendo del aula y se encerró en el baño.
Todo era demasiado.
El escosor solo empeoró conforme avanzaban las horas, su cuerpo pesaba y ardía de la misma forma. Quería quitarse toda la maldita ropa que le estorbaba. Y su nariz picaba de una forma asquerosa y horrible.
—Idiota, te lo perdiste —dijo alguien fuera del baño—. En la mañana un omega vino de visita.
—¿Ahora de qué mierda hablas? —preguntó una voz femenina.
—En serio, entró a la escuela buscando a alguien. Traía a una mocosa.
—No jodas, ¿algún alfa idiota ya embarazó a un omega? —preguntó la mujer estallando en carcajadas.
—No lo creo, también podría ser su madre…
—Genial, un milf en la escuela, ¿y está bueno?
—Tiene muy buen culo, le tomé fotos…
La puerta voló por el baño por la fuerza brutal con la que Nat la pateó. En cuanto salió del baño su mirada fue al par de imbéciles. Tenía las pupilas contraídas en forma vertical, sus instintos gritaban que debía atacar, estaba liberando feromonas sin control: Natsuki Bakugo estaba presentándose como un alfa.
Sus compañeros reaccionaron para defenderse ante el ataque de otro alfa, sus sentidos se aguzaron y los gruñidos ferales inundaron el baño.
Nat fue la primera en atacar, se lanzó hacia la mujer para quitarle el teléfono de las manos y hacerlo pedazos con su fuerza. Al instante siguiente el tipo estaba sobre ella intentando morder su cuello para herirla.
Pero Nat era una mujer alfa de la familia Bakugo.
Una alfa tan fuerte que mandó al tipo hasta el patio cuando lo arrojó por la ventana.
Segundos después la chica aterrizó sobre su idiota amigo, ambos alcanzaron a levantarse antes que Nat les clavara las garras cuando se lanzó sobre ellos.
Las feromonas se extendieron por el patio, y el resto de alumnos entendió de qué se trataba todo.
Tenían que ir por los profesores, por el personal de la enfermería y los padres de los involucrados.
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En menos de media hora la escuela quedó casi vacía. Solo los profesores alfa que ya estaban emparejados (y por lo tanto podían manejar mejor sus feromonas) intentaban someter a Nat, quien estuvo a punto de asesinar a los chicos con los que había estado peleando.
Consiguió noquear al chico después de someterlo con una brutal lluvia de golpes, y cuando su estúpida amiga intentó defenderlo, la atrapó mordiendo su brazo, sacudiéndose como si intentará arrancarle una extremidad.
Fueron necesarios cinco profesores para obligarla a soltar el brazo de la chica. Estaban intentando inyectarle calmantes, pero ni siquiera los ocho profesores alfa eran suficientes para mantenerla quieta el tiempo suficiente.
Nat vió como su presa era arrancada de sus garras y arrastrada lejos, eso la enfureció más por algún motivo.
—Malditos bastardos… sueltenme —gruñó amenazante.
Su profesor de cálculo, el idiota que canceló el asqueroso examen la sujetó del brazo e intentó inyectarla, ella lo golpeó en la mandíbula con su codo y lo mandó al suelo. Con su brazo libre Nat se arrastró intentando alcanzar a esa perra alfa.
Uno a uno se libró de sus profesores, y se sintió satisfecha al ver la mirada de terror en los ojos de su presa.
La chica gritó, y Nat se sintió orgullosa, consiguió que otro alfa tuviera miedo de ella, ahora tenía que demostrarle a los demás su valía como alfa, y lo haría asesinando a esa perra si hacía falta.
Cuando estaba por alcanzarla alguien más la sujetó y la derribó, aprisionando sus brazos detrás de su espalda.
—¡La tengo, muévanse!
Reconoció esa voz, era su padre.
Pasó tantos años intentando vencerlo de alguna forma, demostrarle que ella era mejor. Sabía que esa era su mejor oportunidad de probarlo.
Se sacudió bruscamente intentando quitárselo de encima, por desgracia su padre era fuerte, la mantenía bien sujeta mientras los otros alfas se acercaban.
No podía permitirse perder.
Cuando su profesora de física se acercó para inyectarla Nat alcanzó a morderla, su profesora cayó sobre su padre en un intento por liberarse, de esa forma quedó libre para seguir con su plan de asesinar a quien sea que se interpusiera en su camino.
—¡Natsuki maldita sea, contrólate! —gritó su padre intentando someterla de nuevo.
—¡Carajo, suéltame anciano! —gruñó ella intentando morder su brazo.
Su padre la rodeó con sus brazos, esperando que el resto intentara sujetarla una vez más. Pero su hija no se lo permitió, luchaba de forma tan feroz que consiguió dar un zarpazo en el rostro de su padre, aún así el alfa mayor no la soltó.
—Tu madre está viendo desde el auto, lo estás asustando —murmuró Katsuki.
Nat dejó de luchar por un momento, buscó con la mirada la camioneta, intentando encontrar a su madre.
—¡Mentiroso! ¡No está aquí! —gritó aún más enojada que antes.
Todo era confuso, estaba furiosa, necesitaba golpear algo hasta quedar satisfecha, necesitaba algo que la dejara lo suficientemente agotada para dormir por horas, y estar rodeada de agrias feromonas de otros alfa no la ayudaba en lo absoluto, solo la hacía enfurecer más.
Fue así hasta que un aroma extrañamente acogedor llenó su nariz.
Las notas de jazmín opacaron las feromonas alfa. Transmitían paz, tranquilidad, dulzura. Había en ese aroma algo que la impulsaba a dejar de luchar.
—Nat, ojalá hubiera podido convencerte para que te quedarás en casa…
—¿Mamá?
Izuku llegó a sentarse frente a ella, mirándola con esa sonrisa hermosa que Nat jamás podría olvidar aunque quisiera. El omega se estiró hasta su hija para apartar algunos mechones rubios de su rostro.
—Te ves tan cansada, amor.
—Mamá… Ellos dijeron cosas… —murmuró estallando en lágrimas—. Solo quiero matarlos.
—Tranquila Nat, lo que hayan dicho no importa, lo que me preocupa ahora es que estés bien, ya no quiero ver como te lastimas —dijo intentando mantener su sonrisa, aunque por un instante su voz se quebró.
Aún en sus instintos más primitivos, Natsuki entendió que estaba lastimando a uno de los seres a quien debía proteger con su vida si hacía falta, y no pudo soportar la tristeza por ello.
Dejó de tensar los músculos, se dejó caer en los brazos de su padre e intentó contener los gruñidos que salían de su garganta.
—Solo respira Nat, voy a cuidar de ti, vas a estar bien…
Fue lo último que escuchó de su madre, antes que los tranquilizantes que su padre le inyectó hicieran efecto.
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Despertó sintiendo el cuerpo como si algo la hubiera arrollado. Sus músculos dolían y sentía su garganta a punto de reventar.
En cuanto pudo abrir los ojos se encontró con un techo diferente, ya no el que estaba decorado con estrellas de brillantes colores, sino un simple techo blanco. No estaba en su habitación, y no sabía dónde estaba.
Se levantó aterrada al recordar lo que había hecho, el dolor, los gritos, la sangre…
—¡Mamá! ¡Papá! —gritó mientras corría hasta la puerta.
Necesitaba saber que no había lastimado a nadie de su familia. Por desgracia, la puerta estaba cerrada.
—¡Mamá! ¡Mamá! —gritó, golpeando con tanta fuerza que el metal retumbó.
—¡Espera, amor! —escuchó el grito amortiguado de su padre a través de la puerta—. ¡Izuku, es peligroso!
—¡Es mi hija, Kacchan!
—¡No sabemos si está mejor, déjame revisar por ti!
—¡No, lo haré yo mismo!
—¡Carajo, Izuku, no seas necio!
El sonido de la llave en la cerradura llamó su atención, su madre estaba del otro lado de la puerta.
Antes que Izuku abriera, Nat se aferró al metal para no dejarlo entrar.
—¿Nat, estás mejor?
—Sí, estoy mejor… ¿y ustedes? ¿C-cuánto tiempo llevo así?
—Estamos bien… y ya pasó una semana, así que déjame entrar a verte.
—Es peligroso mamá…
—No digas eso, no nos lastimarías jamás…
—Herí a papá —murmuró conteniendo sus ganas de llorar.
—Estoy bien Nat, solo es un rasguño, no dejará cicatriz —respondió su padre.
Eso no la hizo sentir mejor, por no saber reconocer las señales de una rutina hirió gravemente a muchas personas. Debió considerar mejor las cosas y no dejarse llevar pensando que solo era estrés.
—Nat, fue un accidente, el seguro pagará los daños a la escuela y tus compañeros están bien —insistió Izuku—. Por favor, llevo una semana sin verte, déjame entrar.
Se alejó de la puerta refugiándose en su propio abrazo, estaba asustada por alguna razón. La puerta se abrió lentamente y sus padres entraron a la habitación.
Su madre corrió hacia ella para envolverla en un abrazo, uno cálido y reconfortante que despejó el frío de la habitación. Las feromonas de su madre inundaron todo el lugar y Nat pudo respirar sintiéndose en paz.
—Mamá... ¿te encogiste? —preguntó Nat confundida.
Era alta para su edad, normalmente su madre le llegaba al hombro, pero ahora era mucho más alta que él.
—De hecho, tú creciste —interrumpió su padre.
Levantó la vista para enfrentarlo, además de darse cuenta que ahora podía mirarlo a los ojos sin levantar tanto la cabeza, alcanzó a notar la herida en su mejilla derecha, cubierta por material médico.
—En serio estoy bien —insistió su padre, sonriéndole al darse cuenta de la dirección de su mirada—. Creéme tu abuela Mitsuki la pasó peor cuando me presenté como alfa…
—¿La lastimaste?
—Los dos terminaron en el hospital porque pelearon —interrumpió Izuku.
—No es una buena experiencia para nadie Nat —completó su padre—. Y ahora que ya lo experimentaste por tu cuenta, necesito que me ayudes a explicárselo a tus hermanos porque probablemente no serás la única alfa de esta familia.
Sus hermanos aparecieron detrás de su padre, mirándola de forma curiosa. Katsuki tenía razón, ella no sería la única alfa, y por suerte, sus hermanos tendrían el camino más fácil ahora que la tenían a ella.
Tendrían que prepararse mejor para la próxima vez que algún alfa, beta u omega se presentara en su familia.
