La preciosa portada es obra de chisanichi en Twitter, no me cupo en la sinopsis jeje...

Muy buenas a todos! Les doy la mas calida de las bienvenidas a esta historia en la que voy a estar trabajando de ahora en adelante, probablemente estarán pensando en la absoluta RAREZA de la pareja que he escogido, pero les aseguro que hay mucho mas de lo que parece respecto a este par, y vengo con la firme intención de demostrarlo con mis palabras, así que agradeceré cualquier apoyo que le den! Sin mas que decir por ahora, a la carga!


Helado.

Un helado y mortal frío envolvía a una figura en medio de la nada, producto de la gigantesca tormenta de nieve que la golpeaba incesantemente, obstaculizaba su visión y enlentecía su andar. El simple acto de respirar dolía profundamente y sus dientes castañeaban sin cesar incluso a través de su vacía expresión.

Era imposible decir si el hecho de que una de sus extremidades y parte de su abdomen estuvieran hechos de aquel mineral eran una maldición o bendición, probablemente hubiera sucumbido ante la helada de no ser por ello, sin embargo ¿De verdad valía la pena alargar su existencia en estas condiciones? Era injusto ¿Por qué no simplemente… sucumbir?

En su mente se repitió un recuerdo a forma de reprimenda por siquiera considerar dicha noción.

"Muy bien, mocoso, tus constantes e irritantes plegarias han sido escuchadas, ¿quieres probar que no eres un experimento fallido? ¡Pues tu oportunidad de oro ha llegado!"

Esavoz, maníaca y burlona, resonaba en su cabeza una y otra y otra vez; el punzante recordatorio de que sucumbir definitivamente no era una opción. Su cerebro no podía ni quería siquiera procesar la noción de rechazar el comando que ese hombre de cabello turquesa le había dado. Esas palabras eran la adrenalina que forzaban a sus dos piernas a seguir moviéndose través de la nieve cual marioneta.

"Ya sabes cómo va la cosa: Sujeto 3: Género masculino, cabello castaño, ojos azules. Región de origen: Liyue"

La figura alzó la mirada. Podía sentirlo, la incesante tormenta de nieve que golpeaba a su cuerpo disminuía cada vez más su intensidad.

"Sujeto 6: Género femenino, cabello azabache, ojos negros, región de origen: Natlan"

Solo un poco más, un poco más y por fin saldría de la fría nación dominada por la Arconte Cryo. No recordaba cuándo fue que salió de ese laboratorio mugroso y abandonado ni cuánto llevaba caminando, pero eso era intrascendente, solo eran unos kilómetros más y su misión por fin comenzaría de verdad, sin ninguna maldita tormenta de nieve obstruyendo su visión ni dificultando su andar.

Los sujetos que formaban parte de su resolución siguieron reproduciéndose hasta llegar a la última.

"Sujeto 7, Género femenino, cabello verde, ojos púrpuras, región de origen: Sumeru"

Aquel recuerdo terminó con la imagen de aquel científico loco dándole unas cuantas más instrucciones. Sabía a donde tenía que ir. Su misión era clara: busca y captura.

Los encontraría y los arrastraría de vuelta a donde pertenecían. Demostraría que no era un desperdicio. Que no era un experimento fallido.

Solo un poco más...


La luz solar filtrándose a través de umbral de su pequeña choza forzó a cierta chica peliverde a abrir los ojos, con un débil quejido, seguido de un bostezo, tuvo que levantarse un poco a regañadientes, era algo tarde ¿Que no se suponía que el maestro Tignari la iba a despertar para-?

"Estaré fuera de Sumeru por una semana. Sé responsable y no olvides hacer tus patrullas, ¿de acuerdo?"

Ah, cierto, el maestro Tignari se fue de la villa hace dos días...

Una vez que salió de su pequeña choza, la peliverde no perdió tiempo en saludar a los habitantes de la Villa Gandharva, subiendo cuesta arriba sobre el árbol que servía como base a toda la villa. Se encontró primero con Ashpazi, el (autonombrado) famoso cocinero, un poquito intenso a opinión de la peliverde, pero por lo menos se encargaba de organizar a los guardias forestales y mantener el registro de a que sección tenía que ir a cuidar cada guardabosques, cosa que la pobre memoria de Collei agradecía bastante.

"¡Buenos días, Collei! ¿Qué tal dormiste? ¿Te encuentras bien? ¿Algún malestar? ¿Te sentiste débil? Sé que el señor Tignari dijo que el Eleazar había desaparecido de Sumeru por completo, ¡pero más vale prevenir! ¿Sabes? Porque pues-"

Ah, ¿ya había mencionado que era un "poquito" intenso? Pues he aquí. Entre tantas preguntas, la peliverde tuvo que resistir la tentación de perderse en su propio mundo. Que fastidio. Apenas había despertado y ya la habían empezado a bombardear con preguntas.

Aunque en vista de que la guardabosques no tenía intención de ser descortés con su superior, resistió dicha tentación.

"¡N-no te preocupes Ashpazi! ¡T-te aseguro que nunca me he sentido mejor! ¡De verdad! ¡Mírame! ¡Estoy curada!" La pequeña guardabosques extendió sus brazos a los lados a modo de demostrar su excelente salud y su piel libre de aquellas escamas.

Esto por supuesto que contentó al guardabosques, quien le extendió su palma abierta a la peliverde.

"¡Así se habla! ¡Vengan esos cinco!" Con una risa, ambos chocaron los cinco. El cocinero le regaló un kebap que estaba cocinando de casualidad y, habiéndole indicado que área del bosque tendría que patrullar hoy, la despidió con un saludo.

Una vez terminado con los preparativos del día y con el estómago lleno, Collei emprendió camino hacia las afueras de la aldea, mientras caminaba por el bosque no podía evitar preguntarse con que se encontraría hoy, ¿Tendría que rescatar nuevamente a ese pobre comerciante de Fontaine atacado por Hilichurls? Tal vez incluso volvería a encontrarse con el erudito siendo atacado por hongos después de enfurecerlos con sus intentos fallidos de repelente.

Al cruzar el puente, se encontró con Amir, quien entrecerró los ojos con algo de sospecha, Collei suspiró, preparándose mentalmente para otro de los chequeos usuales del guardabosques.

"Buenos días Collei…" El adulto puso sus manos en su cintura y alzó la ceja al ver a la guardabosques aproximándose, aunque ni siquiera tuvo la oportunidad de seguir hablando cuando…

"B-buenos días, Amir. A-antes de que preguntes, sí, dormí mis 8 horas, desayuné bien y no he tenido secuelas de mi Eleazar, aunque agradezco mucho tu preocupación" La peliverde sonrió nerviosamente, esperando que tal vez no se hubiera pasado un poco intentando adelantarse al interrogatorio del adulto.

"O-oh. ¡Vaya!" Amir, relajó su postura y se río un poco, algo sorprendido por la forma en la que Collei había contestado sus preguntas siquiera antes de hacerlas. "Puedo ver que ya estas mejor del Eleazar, aunque trata de no sobreesforzarte ¿okey? No querrás darle otro susto al pobre Sag, ¿Cierto?" Con el pulgar apuntó al perro que estaba a su lado, quien soltó un ladrido a modo de saludo.

"No te preocupes ¡Seré muy cuidadosa! Y no te preocupes Sag, estaré bien, jeje…" La adolescente se agachó un poco para acariciar al perro, quien no presentó queja alguna al dejarse acariciar.

El guardabosques entonces la dejó pasar, no sin antes recordarle que podía llamar a uno de los perros en caso de necesitar ayuda. Una vez fuera de la villa, comenzó su patrullaje.

La guardabosques entonces emprendió camino hacia la zona del bosque Avidya que debía patrullar. Mientras caminaba a paso firme y enérgico, no podía evitar pensar en lo grandioso que se sentía todo. Poder esforzarse más, caminar a sus anchas, no tener que pasar días enteros en cama si llegaba a fatigarse un poco. Todo eso por fin estaba en el pasado. Se sintió internamente agradecida con el Viajero y con la Reina Menor Kusanali por haber librado a toda la región del Eleazar.

Era algo chistoso también, pues comprendía porque todos se la pasaban tratándola con sumo cuidado. Esa enfermedad había azotado a Sumeru por siglos, que desapareciera de un día para otro era algo raro e increíble para muchos. Si bien los ponía un poco paranoicos, al menos estaba segura que se preocupaban por ella, francamente era bonito sentirse tan segura y cuidada.

Segura y cuidada después de todo aquello…

"¡Ah! ¡Viejo p-patrón de pensamiento! ¡Shoo!" La peliverde sacudió la cabeza, apanicada por unos momentos. Era algo que solía pasarle si no se ocupaba, empezaba a pensar en el pasado. Una vez recuperada del pequeño susto, se sonrojó y miró a su alrededor para asegurarse de que nadie estuviera alrededor, avergonzada por la noción de alguna persona alrededor oyéndola exclamar eso de la nada.

Suspiró y luego miró a su alrededor, el clima era agradable… Si Amber estuviera aquí, probablemente la retaría a una carrera…


Varias horas más tarde, Collei regresó a la villa. Fuera del comerciante de Fontaine al que tuvo que salvar de una horda de hilichurls por enésima vez, su día transcurrió con bastante normalidad… No podía esperar a llegar a su pequeña choza, cenar, acurrucarse con su muñeco de Barón Bunny, y luego dormir una buena-

"¡NO TIENES EL MENOR SENTIDO DEL RESPETO! ¡JOVENZUELO INSOLENTE!"

Oh, esa voz y ese tono… ¿No era acaso…?

"¡¿D-Doña Faruzan?!" La peliverde corrió hacia el origen del grito, encontrándose con que, efectivamente, la erudita de la escuela de semiótica estaba ahí por algún motivo. La mujer de pelo turquesa se encontraba discutiendo con Yohanan en el puente, quien se veía confundido y molesto en partes iguales.

"¡S-señora, por favor! ¡Solo déjeme en paz! ¡Ya le pedí perdón por atacar su dispositivo raro! ¡Enfrentarse con las máquinas del Rey Escarlata era el pan de cada día antes de venir al bosque! ¿C-como iba a saber yo que era su-?" El eremita fue interrumpido

"¡Doña Faruzan para ti, jovencito! Y, para empezar ¡este es el dispositivo multifuncional de asistencia de exploración de ruinas! ¡¿Tienes acaso la menor idea de su valor?! ¡Por supuesto que no! ¡Tuve que pelearme con un par de cabezas de chorlito de la Matra para evitar que lo desmontaran de arriba para abajo!" Faruzan reprendió al eremita, sumamente indignada. Y probablemente hubiera continuado despotricando en contra del ex-habitante del desierto de no ser porque cierta personita se acercó.

"¿D-doña Faruzan? ¿Es usted?"

Al oír la voz de la adolescente peliverde, el ánimo de Faruzan cambió drásticamente. La joven- digo, "anciana", se volteó inmediatamente con una sonrisa de oreja a oreja.

"¡Pero si es la pequeña Collei! ¡Hace cuánto que no nos vemos! ¡Ven aquí jovencita!" Y como si el eremita al que le estaba gritando jamás hubiera existido, inmediatamente se movió al encuentro de la guardabosques.

"Buenas noches, doña Faruzan, siempre es un gusto verla de nuevo ¿Pero que la trae por aquí?" La peliverde preguntó con suma curiosidad. Por lo general, cualquier visita de la erudita era en horas de trabajo y con la intención de buscar al guardabosques de orejas colosales, y en este momento su visita no cumplía ninguna de las dos cláusulas antes mencionadas.

"¡Ah, pero que maravilloso! Vez, ¿Jovenzuelo del desierto? ¡Aquí tienes un ejemplo de lo que es tener modales!" Faruzan ignoró por un segundo la pregunta de Collei sólo para enviar una última reprimenda hacia el eremita, quien simplemente soltó un ligero gruñido y volteó hacia otro lado.

"Ahora bien, en cuanto a tu pregunta, ¡Oí que tu tan estricto maestro Tignari salió de la nación por unos días! ¡Y muy coincidentemente encontré un benefactor en el instituto de Investigación de Fontaine interesado en mis capacidades! ¡Aparentemente necesitan descifrar ciertos detalles en unas ruinas antiguas! ¡Acaso no es sumamente interesante?! Supe en ese momento que esa era mi oportunidad ¡Así que vine a buscarte!" Faruzan se inclinó un poco más cerca de Collei, como intentando transmitirle sus altos niveles de emoción.

"C-Claro, recuerdo q-que tenía ese problema con los fondos de la Academia…" Collei tartamudeó, intentando seguirle la corriente, Faruzan parecía un poco más… Apasionada y abrumadora de lo usual, a pesar de todo, una pregunta incluso más importante apareció en su cabeza.

"Espere un segundo ¿Todo eso que tiene que ver conmigo?" La peliverde preguntó en cuanto procesó el resto de la respuesta de Faruzan, ¿Cómo que la había ido a buscar a ella? ¿Para qué?

Lo que recibió en respuesta fue un folleto posándose en frente de su rostro. En él, estaba la imagen de una gigantesca cascada, con una especie de faro o edificio en el centro, en el folleto se podía leer en letras grandes: "El Origen de toda el Agua, Fontaine…"

"Prepara tus maletas, pequeña ¡El barco hacía Fontaine zarpa mañana y vas a venir conmigo!" Faruzan anunció con un aplauso, para inmensa sorpresa de Collei.

"¿¡Q-Qué?! ¡Pero no puedo irme así nada más! ¡El maestro Tignari me dejó a cargo!" Collei inmediatamente respondió alarmada, esto estaba yendo demasiado deprisa.

"¡Oh, tonterías! Convencí personalmente a ese joven Ashpazi de suplir todas tus guardias y le envíe una carta al jovenzuelo de Tignari ¡Estará bien!"

Un detalle que la erudita omitió deliberadamente fue que en realidad intimidó al cocinero haciendo uso de su extensivo y antiquísimo vocabulario, pero eso no era importante en estos instantes, ¿verdad? Pues al fin y al cabo no había mejor oportunidad de ganarse a Collei como esta.

"Además, ¡solo será una semana! ¡Vamos, habrá muchas cosas interesantes que ver! En mis tiempos se solía decir que la experiencia es la mejor maestra ¿Me vas a decir que preferirías quedarte aquí, patrullando el bosque sin cesar como llevas varios años haciendo? ¡Anímate! ¡Será sumamente educativo y divertido!"

Collei estaba a punto de volver a responder con una negativa, pero decidió poner la posibilidad a consideración. ¿Ir a Fontaine? Por un lado, era una parte de Teyvat completamente desconocida para ella, debido a la geografía de la misma jamás había puesto un pie dentro. En caso de acompañar a Faruzan, ¿qué y quién la esperaría allí siquiera? No conocía absolutamente nada ni a nadie, en Mondstadt al menos tenía a Amber, Eula, Kaeya y Sacarosa, ¿Pero allá?

Por otro lado, la idea de ir a un lugar al que jamás había ido, y encima con la compañía de una persona confiable como lo era Doña Faruzan era tentador. Recordó aquel viaje hacia Mondstdat en el que hizo una nueva amiga, y aquel extraño oasis en una botella que el Viajero y los demás habían visitado, ocasión en la cual pudo estrechar lazos con Eula y Kaeya. Puesto en perspectiva, no era como que se lo hubiera pasado mal, todo lo contrario.

Adicionalmente, recordó que, en más de una ocasión en la que había tenido que salvarlo, (incluida la de hace unas horas), Le Goff jamás había desaprovechado la oportunidad para contarle (o mejor dicho, regodearse) de la romántica y elocuente cultura que la nación Hydro poseía, ¿Tal vez encontraría en ese lugar algo que la engancharía tanto como esas vergonzosas novelas ligeras de Inazuma?

Hablando de conocer cosas nuevas, la flora y fauna eran completamente desconocidas para ella, un sinfín de posibilidades en cuanto a plantas medicinales o animales extraños. Traer conocimiento nuevo que muy posiblemente ni siquiera el maestro Tignari conocía podría ser sumamente beneficioso para todos en la villa.

…Y posiblemente le evitaría un regaño de su parte en caso que no se tomará su pequeña escapada a la ligera.

Como el factor determinante de este dilema, una última pregunta se formuló en su cabeza: ¿Qué haría Amber?

La peliverde entonces alzó la mirada hacia la erudita de Semiótica con tal determinación, que incluso el eremita que estaba a lado observándolo todo alzó la ceja en curiosidad.

"De acuerdo, iré con usted."

A Faruzan le tomó unos pocos segundos procesar la respuesta de Collei, pero al poco tiempo soltó un sonidito de emoción y puso sus palmas juntas al lado derecho de su sonriente cara.

"¡Espléndido! ¡Está decidido entonces! ¡Mañana al amanecer zarpamos hacía la Fontaine! ¡Asegúrate de descansar bien y empacar todo lo que necesites! ¡Vas a ver que nos va a ir muy, pero que muy bien! ¡Ja ja ja ja!" Con paso saltarín y riendo con sumo entusiasmo, Faruzan se retiró, dejando atrás a Collei y a Yohanan.

Hubo un silencio que duró por lo menos un minuto hasta que fue interrumpido por el bufido procedente del eremita, junto con el comentario que emitió después.

"Esa mujer es una rarita, solo viene aquí a proponer locuras esperando que todos acepten, aunque supongo que era de esperarse, todos los de la Academia suelen ser así de altaneros y—"

Comentario que por supuesto que no fue ignorado.

"¿¡Que dijiste jovenzuelo irrespetuoso?!"

"¡N-nada! ¡No dije nada! ¡Ya me voy!

Una ligera risa salió de la boca de la peliverde ante la escena, por lo menos podría contar con la ayuda de Doña Faruzan, era una persona confiable, por abrumadora que pudiera llegar a ser en ocasiones, todo estaría bien si estaba a lado de ella.

¿Verdad?


En las profundidades de la Fosa Elton, un individuo solitario nadaba sin rumbo fijo. Por la forma en la que se limitaba a seguir al suave flujo de la corriente con su nado, uno podría pensar que realmente no parecía estar buscando nada en específico. No emitía ruido alguno más que el del movimiento del agua, y cualquier expresión que su rostro llegara a producir se veía oculta detrás de un gran caso de buzo que portaba. Dicho ser parecía estar simplemente disfrutando la tranquilidad y paz que le traía el silencio del mar, solo interrumpido por el nado de los peces y el distante canto de las Focas Abotargadas alrededor de los antiquísimos restos de navío que descansaban en la arena a su alrededor.

Era simplemente perfecto.

Era, en tiempo pasado, puesto a que una alarma interrumpió el trance que el vasto silencio le había traído. El buzo suspiró y movió su mano hacia la bolsa que cargaba en su espalda, sacando y dándole un vistazo a un reloj de bolsillo. De este modo confirmando que en efecto… Era hora de volver.

Con un nuevo suspiro, el individuo emprendió el nado hacia la superficie, por más bueno que hubiera sido quedarse admirando la belleza en el interior del mar, no podía llegar tarde.

Después de todo, no quería preocupar a dos personas en específico.

Varios minutos de nado después, el chico emergió del agua y puso pie en la parte del puente que se había colapsado, notando inmediatamente el hermoso color dorado que cubría el cielo. Una de las pocas cosas de la superficie cuya hermosura podía compararse a los fascinantes escenarios cerúleos bajo el agua, sin duda eran los atardeceres.

Ah, cierto, el atardecer, otro recordatorio de que ya iba tarde. Suspiró nuevamente y se quitó el redondo casco que llevaba puesto, acto seguido, sacó varias prendas de su bolsa, un abrigo de tamaño considerable cuyo color era un azul bastante oscuro con contornos dorados y un gorro con con la misma paleta de colores y, pensando para sus adentros que no podía faltar, una especie de pingüino pequeño y mecánico, cargándolo entre brazos.

"Vamos Pers, no queremos hacerlos esperar." El chico le habló al mecanismo en un tono de voz bajo y monótono. De este modo, se puso en marcha hacia la puerta lateral por la cual entraría a los confines de la Corte de Fontaine.


Para este punto del día el cielo ya había adquirido un tono más púrpura que embellecía las estructuras barrocas que conformaban la capital de la Nación Hydro. Una vista invaluable: Gente vestida con las prendas más lo más cuidadosamente elegantes, Mekabots dorados que patrullaban las zonas… y uno que otro burócrata desafortunado corriendo de aquí a allá, presa del estrés y la urgencia.

Una vez dentro del muro, el buzo tuvo que dar unas cuantas vueltas sobre las intrincadas y un tanto laberínticas calles de la ciudad para llegar al Hotel Bouffes d'Eté, el lugar temporal de residencia de él y todos sus hermanos. Como ya era típico de él, caminó intentado llamar la atención lo menos posible, era una suerte que el camino no involucrara pasar por la herrería de Estelle, pues no tenía intención de ser la victima de uno de sus intentos de iniciar una conversación en este momento... o en ninguno otro, realmente.

Se detuvo antes de entrar al lugar y vio hacia su alrededor, el exterior estaba completamente vació, incluso los niños que usualmente jugaban al pie de la escalera ya se habían ido a casa, también tomó nota de la forma en la que ninguno de sus hermanos estaba afuera esperándolo.

Realmente se había retrasado hoy...

Suspiró, ya era la tercera vez en un mes.

Armándose de la mayor cantidad de valor que su personalidad podía permitirle, entró al hotel. Varios de sus hermanos estaban alrededor, algunos cenando, algunos conversando entre ellos, algunos de los más chicos incluso jugando entre ellos...

…Algunos se limpiaban la sangre de las heridas que sus misiones les habían producido.

Fue cuando entró al comedor principal que esa juguetona y característica voz lo saludó.

"¡Ah, Freminet! ¡Hasta que por fin apareces! ¡Debo decir que estaba empezando a preocuparme, hermanito!" Una mano se alzó y lo saludó, invitándolo a acercarse, ahí estaba él, aquel al que toda persona en Fontaine que no viviera debajo de una roca conocía por sus impresionantes y astutos actos de magia, el célebre Mago de la Fantasmagoría: Lyney.

O, fuera de cualquier otro título rimbombante, su hermano mayor.

"B-buenas Noches Lyney." Freminet se sentó en la mesa, un poco nervioso, al lado de Lyney también estaba su otra hermana mayor, Lynette, quien simplemente estaba sorbiendo su té apaciblemente. "B-Buenas noches a tí también, Lynette", la chica con características felinas asintió ante el saludo del buzo.

Un silencio incómodo se produjo, Freminet simplemente se servía su propio té sin despegar la vista del dúo al otro lado de la mesa. El mayor tenía los ojos cerrados y una gran sonrisa, mientras que Lynette simplemente observaba los eventos de su alrededor sin preocupación alguna.

...

Justo cuando parecía que Lyney estaba por hablar...

"L-Lo siento, me distraje un poco" Freminet, sorpresivamente tomó la palabra primero, lo que tomó al par de hermanos biológicos por ligera sorpresa, sorpresa que lograron ocultar de todas formas.

"A-Ah ¡Que va! Todo está bien, no es la primera vez que ocurre ¿o sí? ¿Que fue esta vez? ¿Acaso te encontraste con el "Veterano Desvanecido" de nuevo?" Lyney alzó la ceja y mantuvo su sonrisa, solo que esa última pregunta la dijo con un toque de sarcasmo.

"El Veterano Desvanecido es real, Lyney, algún día te lo demostraré." Freminet replicó, la intención de iniciar una discusión para demostrar la existencia de una de las leyendas de Fontaine apareció en su mente, pero inmediatamente la descartó, Ahora no era el momento, en su lugar... "Me distraje un poco en la fosa, eso fue todo, no volverá a pasar."

Lyney asintió, no es como que los estándares que tuviera en este momento fueran muy estrictos, pero estaba satisfecho con la respuesta de su hermano. "¡Muy bien dicho! No querrás darles un mal ejemplo a tus hermanos, o peor aún, retrasar la hora del té otra vez, ¿verdad?" El mago interrogó, como si tal suceso fuera una posibilidad sumamente trágica.

"Dices eso como si la hora del té no se hubiera retrasado de todas formas por tu culpa." Por primera vez en todo este tiempo, Lynette habló, mirando a su hermano con un nivel de reproche que uno no esperaría de su inexpresivo rostro. Lyney inmediatamente se puso a la defensiva.

"¡Y-Ya dije que lo sentía! ¿Cómo iba a saber yo que aquel hombre del bistró nos iba a negar los materiales del show?"

"Es un bistró, Lyney, pedir una taza de café y otra de té para cada comensal no iba ser gratis"

"Touché, ¡pero creí que iba implícito en nuestro contrato!"

"¿Implícito?"

"¡Claro! ¿De verdad vio que pensábamos convertir el café de todos los comensales en té y no pensó que tal vez necesitaríamos un poco de ayuda?"

Lyney volteo a ver a Freminet, preguntándole por su opinión respecto al dilema con la mirada, recibiendo únicamente un tímido encogimiento de hombros. Lynette rodó los ojos al ver esté patrón repetirse entre él y otros niños que estaban alrededor

"Si... Creo que no lo hizo"

"¡Bueno! ¿Y qué hay de la inmensa cantidad de Mora que...?"

Mientras que el debate entre ambos hermanos seguía su curso, Freminet aprovechó que la atención de todos no estaba dirigida a él para sumergirse dentro de su mar de pensamientos.

El buzo ya hace mucho lo había notado. Lyney y Lynette eran inseparables, estaba perfectamente consciente de ello, habían pasado por un sinfín de dificultades y si ninguno de los dos había perdido el camino, era precisamente porque aún se tenían el uno al otro, nunca era "El show de Magia de Lyney" ni el "El show de magia de Lynette", no, era "El show de Magia de Lyney y Lynette"

Esto lo hacía muy feliz, tan sencillo como eso, ver el vinculo tan estrecho que el par de hermanos biológicos tenían era una de las pocas cosas restantes en este mundo que podían hacer que en su rostro se formara una sonrisa, incluso mas que cuando Lyney le mostraba algún truco tonto o leía algún cuento realmente bueno.

Sin embargo, había ocasiones en las que esta noción también iniciaba un cierto tren de pensamiento… Uno que lo llevaba a preguntarse: ¿Esto en qué posición lo ponía a él? Ni en sus sueños más locos tenía, ni llegaría a tener, una relación así de fuerte con alguno de ellos dos, y mucho menos con alguno otro de su miríada de hermanos, ellos dos eran el dúo dinámico, los que gracias a su temple y esfuerzo habían llegado a la cima de esta pirámide que era la Casa de la Hoguera, solo por debajo de Madre.

Por lo que esa era la cuestión. ¿Quién era él? ¿Siquiera era importante? ¿O era solo como un mero tornillo más de este mecanismo? Diminuto y reemplazable, una pieza que fácilmente podría ser excluida, cuya ausencia no sería notada por nadie.

El buzo pudo haber seguido hundiéndose más y más en este mar de pensamientos que entre más profundo se volvía, más miserable se tornaba, pero por suerte…

"¡Fréminet!" Un chasquido de dedos tronando justo en frente de su rostro lo sacó de su trance con tal violencia que su cabeza se movió ligeramente hacia atrás por la sorpresa.

"¿E-eh?"

"¡Mira esto!" Lyney llamó la atención de su hermano buzo, y una vez que la capturó, volteó a ver a Lynette para enviarle un comentario desafiante "¡Ya lo veras! ¡Nunca volverás a poner en duda mi habilidad como mago!".

Lynette simplemente rodó los ojos ante dicho desafío.

Una vez habiendo capturado la atención de sus hermanos, incluidos varios de los niños presentes en el comedor, Lyney hizo un rápido movimiento de manos, acto seguido, una ráfaga de cartas salió volando de las mismas, luego, de alguna forma que nadie alcanzó a comprender del todo, todas las cartas regresaron a su mano y desaparecieron completamente, sorprendiendo a Freminet y a todos los niños espectadores.

"¡Woahhh!"

"¡E-espera! ¡¿A dónde fueron las cartas?!"

"Pero qué cara-"

"¡Ey! ¡Lenguaje!"

"Huh, hacerlas aparecer es un truco muy común, pero ¿cómo fue que…?"

Habiendo acabado su pequeña demostración, el mago puso sus manos en su cintura, cerró los ojos, e infló el pecho con orgullo sabiendo que acababa de deslumbrar a todos los niños presentes en el comedor.

Por desgracia, ese sentimiento no duró mucho…

"L-lyney, t-tu manga…" Freminet apuntó tímidamente hacia la manga de su hermano, en donde una carta residual se asomaba ligeramente, colgada de un finísimo y transparente hilo que fácilmente podía pasar desapercibido con un rápido movimiento, este error había delatado los entresijos de su truco.

Al darse cuenta de esto, el mago agitó su manga con frustración y ocultó el brazo detrás de su espalda, las risas no se hicieron esperar, incluso la siempre impasible Lynette se llevó el puño a los labios y cerró los ojos, intentando contener una risita que amenazaba con salir.

"U-un ligero error, ¡nada que no se pueda corregir!" Lyney sonrió nerviosamente y regresó a su asiento en la mesa, encogiéndose un poco, no era común para él cometer este tipo de errores de principiantes, de hecho, a estas alturas de su extensa carrera ya nunca los cometía…

Freminet suspiró y no pudo evitar sonreír ante tal exhibición, internamente estaba agradeciendo que la pequeña payasada de su hermano mayor interrumpió su oscuro tren de pensamiento, negó la cabeza ante los planteamientos que se estaba haciendo hace unos minutos. Esta era su familia, él era el hermano de Lyney y Lynette, un miembro de La Hogera, uno de los múltiples niños bajo el mando de Madre, un hijo de la nieve. Nada ni nadie cambiaría eso.

El resto de la cena transcurrió con normalidad.


Tic…

Ya hacía más de una hora que la cena había concluido, todos los niños en el hotel ya se habían retirado a sus cuartos y ahora reinaba un silencio total por todo el edificio, entre todo el silencio estaba Freminet. Sentado en el borde de su cama, completamente silencioso e inmóvil. Su mirada estaba perdida, sus manos sostenían los bordes de Pers en su regazo, su dedo le daba un toquecito al pingüino mecánico cada tres segundos, como contando el tiempo.

Tic…

Ligera e inconscientemente frunció el ceño, estas últimas semanas habían sido bastante movidas, todos miembros de La Hoguera, sin excepción alguna, llevaban a cabo una serie de misiones organizadas acorde a las capacidades individuales y/o conjuntas de cada uno. ¿Las tres más comunes? recolección, investigación, y para los más desafortunados, asesinatos.

Todos los niños de la hoguera formaban este intrincado reloj, un dispositivo cuyas manecillas tenían como propósito adelantarse a la calamidad que se acercaba, y detenerla.

Tic…

Un juego de escondidas del que nadie podía escapar, porque de lo contrario, no solo ellos, sino todas y cada una de las personas en Fontaine, niños, adultos, jóvenes, ancianos. Todos, pagarían el precio. Así que tenían que ponerse manos a la obra, no importaba que piedras tendrían que voltear, los abismos subacuáticos a los que tendrían que adentrarse, la información que tendrían que recolectar… las personas a las que tendrían que remover del camino…

Por qué todo esto era por el bien común de toda una nación.

Tic…

Y el peso de todo esto ciertamente era un poco abrumador, no podía simplemente esconderse debajo del mar o esperar a que pasara mientras leía alguno de sus libros como ya lo había hecho en muchas ocasiones, tenía que actuar, le aterraba la posibilidad de provocar la ira de aquellos ojos con pupilas rojas, la posibilidad de ver a sus hermanos desaparecer…

Y por sobre todas las cosas, le aterraba imaginarla a ella viéndolo desde donde sea que estuviera, siendo testigo de la forma en la que su cobardía le impedía hacer algo al respecto.

Así que no había forma en la que no haría algo al respecto.

Cuckoo! Cuckoo! Cuckoo!

Al oír al reloj anunciar el inicio de una nueva hora, Freminet alzó la mirada y sus ojos recuperaron brillo, solo lo suficiente para poder identificar a los dos individuos que habían entrado a su habitación sin haber hecho un solo ruido.

"Finalmente." Freminet se levantó de su cama y caminó hacia el escritorio.

"Que esto sea rápido, no tenemos un solo segundo para desperdiciar" Lyney anunció al emerger de la oscuridad que cubría una esquina de la habitación, seguido de Lynette, el primero tenía una expresión neutral, más parecida a una que alguien esperaría ver en su hermana, el mago siguió a Freminet, sus ojos posándose sobre una bolsa que descansaba sobre el mueble.

"¿Son suficientes?" Freminet preguntó con mucha más monotonía de lo usual, abriendo la bolsa para que Lyney pudiera examinarla, dentro de ella estaban amontonadas varias flores de color azul.

"Excelente trabajo…" Lyney le asintió al buzo y se volteó hacia su hermana. "¿Lynette…?"

La chica con rasgos felinos negó con la cabeza. "Si bien fui capaz de infiltrarme en el Instituto de Investigación, solo fue para averiguar que no han hecho ningún avance respecto su investigación de las ruinas."

Lyney frunció el ceño, cruzando los brazos e inclinándose contra la pared. Por mucho que confiara en las capacidades de su hermana, ya se esperaba un resultado así…

"Sin embargo, pude averiguar que enviaron solicitudes hacia investigadores de fuera del instituto" Lynette prosiguió, captando el interés del mago, quien arqueó la ceja.

"Su nivel de desesperación es tal que ya no les importa no quedarse con el crédito, ¿eh?" Lyney rio ligeramente, la imagen de los orgullosos e irresponsables investigadores teniendo que recurrir a pedir ayuda a otros era ciertamente entretenida.

"¿Y sabes a quién enviaron la solicitud? Lyney preguntó, recibiendo una negativa por parte de su hermana.

"Aún me faltan detalles por investigar, pero sabes que no puedo hacer mucho mas sin poder entrar al edificio." Lynette volteó a ver al mago, haciéndole una petición con la mirada, petición que el mago captó con una rapidez que incluso confundió a Freminet por unos segundos.

"¡Ah! Cómo olvidarlo…" hizo un rápido movimiento con las manos de la misma forma en la que haría aparecer una carta de la nada, acto seguido, una llave apareció. Aunque no pareció medir bien su fuerza, porque el objeto metálico por poco escapa de su agarre, este pequeño error provocó que Freminet inclinara su cabeza y Lynette arqueara la ceja.

Primero aquel error durante la cena y ahora esto

"Lyney… ¿Pasa algo con tu magia…?" Lynette habló después de un rato de observar en silencio, su hermano era un mago de primera, habían estudiado por años para perfeccionar su magia, sus hazañas les habían robado el aliento a miles a través de toda la nación. Tomando eso en consideración, estos eran errores de principiante que él ya no debería de cometer bajo ninguna circunstancia.

Sin embargo, el mago negó con la cabeza, apretando la llave dentro de su puño. "¡M-mí magia está en perfecto estado! Solo tengo un poco de sueño…" Luego, se forzó a sí mismo a sonreír. "¡No es nada de lo que deban preocuparse!".

Lynette hizo una mueca, no creyéndose las palabras de su hermano por un segundo, pero decidió no comentar al respecto.

Freminet por su parte, frunció el ceño ante la excusa de su hermano mayor, gesto que no pasó desapercibido incluso a pesar de la oscuridad.

"¿Algún problema hermanito?" El mago mantuvo su sonrisa y la dirigió hacia el buzo, aunque era una sonrisa que visiblemente no transmitía ni calidez, ni felicidad, ni alguna otra emoción positiva.

"No parecías tener sueño durante la cena" Freminet respondió, sin dejarse intimidar en lo más mínimo por la expresión de su hermano, ya lo había visto de peor humor antes y esto no era nada a comparación.

"Ah, pero qué clase de mago sería si no pudiera hacer algo tan básico como ocultar mis emociones a mi audiencia, ¿hm?" Lyney mantuvo su sonrisa.

"¿Audiencia? ¿Eso es lo que somos para ti, Lyney?" Freminet respondió con un tono más severo.

"Yo nunca dije eso" Lyney habló entre dientes e hizo un último esfuerzo por mantener su cada vez más falsa sonrisa.

"¿Ah no? ¿Entonces por qué nos tratas como si lo fuéramos? Que tu magia este fallando de esa forma es serio, y si no puedes hacer algo tan simple como contarnos qué te pasa, acaso esperas que confiemos en tí para diri-". Freminet no pudo continuar antes que la paciencia de Lyney llegara a su límite.

"¡ESTOY BIEN! ¡MALDICIÓN!"

Ambos hermanos se sobresaltaron por lo repentino del grito que el mago profirió, adelantándose a una posible respuesta de Freminet con la misma intensidad, Lynette agarró la muñeca de su hermano biológico y la apretó con fuerza, Lyney la volteó a ver a los ojos y se topó con un claro mensaje.

"Cálmate"

Una vez que su mensaje fue captado por su hermano mayor, Lynette volteó a ver al menor, transmitiéndole exactamente el mismo comando, le tomó un poco más que a Lyney, pero al final logró reconocer lo que esos ojos le comunicaron.

Ambos respiraron hondo y guardaron silencio por varios segundos, intentando retomar el control de sus emociones antes que las cosas escalaran a un punto que los tres hermanos lamentarían más tarde.

Hasta que Lyney por fin dejó caer la bomba.

"Madre vuelve en dos semanas"

Tanto el buzo como la asistente abrieron los ojos como platos e inmediatamente dirigieron sus sorprendidas miradas hacia el hermano mayor, el primero incluso abrió la boca por la sorpresa.

Lyney tragó saliva y luego empezó a explicarse, en su voz se podía notar un esfuerzo por no quebrarse en ese momento.

"E-estos días han sido… Muy estresantes para mí, y me disculpo por no haber sido honesto con ustedes." Lyney alzó la mirada para ver a Freminet, quien pudo ver que la disculpa del mago era sincera.

"Por favor… les pido que no se preocupen ni se alarmen. Puedo mantener mis emociones bajo control, no interferirán en nuestros shows…" Lyney apretó su puño por última vez antes de finalmente arrojar la llave hacia Lynette para que ella la interceptara. "…Ni en mí misión."

Incluso a pesar de la oscuridad de la habitación, las ligeras manchas oscuras y rojas en el instrumento metálico eran perfectamente visibles, ni Freminet ni Lynette necesitaron preguntar el… proceso, por el que Lyney tuvo que pasar para poner sus manos en el objeto.

"No se suponía que lo supieran tan pronto, pero me temo que ahora no tengo otra opción más que solicitar y esperar lo mismo de ustedes..."

El mago puso su mano derecha en el hombro de su hermana y la izquierda en el del otro.

"…Hermanos."

Ahora que todas las cartas habían sido puestas sobre la mesa, al par de hermanos menores no les quedó mucha más opción que asentir y aceptar los nuevos términos. Ambos frunciendo el ceño con determinación.

Lyney aplaudió una sola vez, e intentó sonreír nuevamente. Caminó hacia la ventana y miró a la ciudad en el exterior "Q-quiero felicitarlos a todos por el progreso que hemos realizado juntos, un poco más y finalmente daremos con la clave para salvar a todo Fontaine, siéntanse orgullosos, Madre volverá y se encontrará con buenos resultados"

Asintió para sí mismo y volteó de vuelta hacia sus hermanos, ambos notaron inmediatamente que Lyney había vuelto a disfrazar sus emociones detrás de su característica sonrisa.

"¿De acuerdo?"

Ambos asintieron y dejaron salir un "Entendido" al unísono.

Lyney entonces apuntó hacia Lynette con su dedo índice.

"Lynette, averigua a quien le solicitaron ayuda los del Instituto, no podemos ignorar la posibilidad que alguien por fin desenmascare lo que sea que se oculta ahí abajo." El mago le indicó a su hermana, Lynette asintió, dejando ver su intención de cumplir la orden.

Luego, se volvió hacia el buzo, quien le devolvió la mirada, expectante.

"Necesitaremos tu ayuda más tarde, pero por ahora… solo espera"

"¿Que?" Freminet parpadeo, las órdenes eran simplemente… ¿Esperar? ¿Lyney de verdad iba a ponerlo a él, cuya participación entera en La Hoguera consistía en obedecer y ejecutar, ¿a esperar?

"Sé cómo debe de sonar para ti, pero por favor… Los retrasos de estos últimos días y la forma en la que estás cada vez más distante te delatan completamente."

Lyney miró a su hermano menor a los ojos.

"Estás cansado… ¿No es así?"

Freminet no pudo presentar ningún argumento en contra de dicha acusación, por lo que solo pudo bajar la mirada y asentir tímidamente.

"S-sí…"

Lyney sonrió, ya se lo imaginaba.

"Entonces descansa."

Al no ver ninguna objeción por parte de su hermano menor, Lyney continuó su curso hacia la salida del cuarto, siendo seguido por Lynette.

"Buenas Noches, Freminet"

Lynette se despidió de su hermano, antes de continuar con su sigiloso rumbo de vuelta a su propia habitación.

"Buenas Noches, hermanito."

Luego fue el turno de Lyney, quien no se preocupó por ser tan silencioso como su hermana, ya había tirado el secretismo por la ventana hace unos minutos de todas formas.

Al ver que estaba nuevamente solo; Freminet suspiró y decidió cambiarse para dormir. Una vez acostado, solo se quedó mirando al techo, sumergiéndose en su mar de pensamientos por enésima vez.

Hoy fue la tercera vez en un mes que casi se peleaba con su hermano mayor y que las cosas escalaban a un punto en el que Lynette se veía obligada a intervenir, estar enemistado con su hermano no era algo que deseaba ni por asomo, pero no podía evitarlo, si esa perpetua máscara que Lyney se obligaba a llevar empezaba a mostrar grietas, era por que algo serio estaba pasando.

¿Y que era más serio que la mismísima Sota regresando a casa?

Decidió suspender sus pensamientos respecto al heraldo por el momento, aún faltaban semanas, esperaba que todos ya hubieran dado con la respuesta para cuando eso sucediera.

Se acurrucó entre sus sábanas y dirigió su mirada hacia su buró, como siempre, ese colgante estaba ahí, simplemente existiendo. Dependiendo de la ocasión, podía ser un consuelo o un tormento.

"M-mamá… ¿q-que hago…?

Esta noche en particular fue un tormento.

Y era en momentos como este en los que la soledad se sentía más real que nunca, no podía acudir a sus hermanos, no podía acudir a su nueva madre, no podía simplemente ver a las estrellas y esperar que una respuesta descendiera como por parte de magia.

Lo único que podía hacer era enterrar sus emociones en los más profundo del océano, su única opción para evitar perder el camino.

Todo estaría bien, solo debía dejar de sentir, eventualmente sus emociones se desvanecerían de la misma forma en la que el agua de cualquier tetera desaparece luego de un rato de estar hirviendo sin detenerse.

¿Verdad?


La figura alzó la mirada una vez más, el dolor en sus extremidades finalmente había cesado por completo, así como el frío intenso, a su alrededor había un gran páramo de pasto, vista que su mente tardó unos cuantos segundos en procesar, esto era una vista completamente inimaginable en el perpetuo invierno de Snezhnaya.

Unos gigantescos cubos flotantes podían ser divisados muy a la distancia.

Parpadeó varias veces, eso solo podía significar una cosa.

"Je je je je… JA JA JA JA JA, JA JA JA JA"

Empezó a reírse sin control, completamente preso de la euforia, al punto que se tambaleó y tuvo que sostenerse el estómago con su rocoso brazo derecho

"Je je… je… al fin… por fin te encontraré, maldita mocosa…"

Una vez que se calmó, emprendió el rumbo nuevamente, las órdenes dichas por cierto miembro de Los Once repitiéndose en su cabeza una y otra vez como si alguien estuviera constantemente presionando un solo botón en su cabeza, su sonrisa maníaca no se desvaneció en ningún momento.

"Nadie escapa de El Doctor… nadie…"

Y por que era la voluntad de El Doctor que ningún cabo suelto anduviera por ahí, quedando sin atar, él se encargaría personalmente de atarlos, los encontraría.

La encontraría.

Y cuando eso pasara, finalmente daría un paso adelante y sería reconocido, aquellos nombres erróneos e ignorantes que había tenido que oír por tanto tiempo serían cosa del pasado.

Retomó por completo el paso de su ritmo, sin estar consciente en lo más mínimo de lo que le esperaba si seguía adelante, desconociendo el cruce de caminos con el que se encontraría pronto.

Un camino originado de un lugar en el que el sol del amanecer brillaba por fin, después de años de no hacerlo.

Otro cuya casi toda vida que lo rodeaba había sido mermada por un gigantesco vendaval, imparable como el paso del tiempo y áspero como la arena del desierto.

Y otro que venía de un lugar frío y oscuro como el fondo del mar,, en el que la luna brillaba tenuemente, intentando sin mucho éxito iluminarlo.

Y nadie sería capaz de predecir el giro que dicha intersección provocaría para cada uno.


Yyyyy... eso sería todo por hoy! Si llegaste hasta este punto voy a estar agradecida como no vas a tener una idea, y será incluso peor si deciden dejar... no sé, algun comentario por alli? Algun fav por alla? Quien sabe...

Okey pero ya en serio, agradezco mucho cualquier apoyo, desde el tiempo hasta la mas minima palabra en una review, de verdad! :D

Planeo llevar un ritmo lo mas constante posible, no pienso dar una fecha estimada para el proximo capitulo ya que eso sería como condenarme a mí misma a no sacarlo nunca, así que solo diré que me esforzaré al maximo para no dejarlos solo con la intriga por mucho!

Nos estaremos leyendo pronto!