A la tenue luz de las runas que cubrían las paredes de la caverna pudieron observar a las aeronaves desaparecidas. Tres de ellas estaban incrustadas en el suelo y techo de la caverna en diferentes posiciones pero afortunadamente no habían sufrido el destino de los desgraciados pilotos del Ojo de Gato. Todas las cabinas estaban abiertas y sus ocupantes habían podido descender sin problemas. La cuarta aeronave estaba convertida en modo Gerwalk y al parecer solo su tobera izquierda había quedado incrustada en la roca; el piloto había tratado de usar el modo robot de su caza para intentar escapar, pero al parecer no había tenido éxito y el Caza Variable estaba tumbado de lado como una bestia herida apresada por las quijadas de acero de una trampa para osos.

En el centro del círculo que formaban las aeronaves vieron varios bultos tirados sobre el suelo de la caverna y lo que parecía los restos de una fogata hecha con material inflamable rescatado de los aviones. Los dos jóvenes corrieron hacia aquel improvisado campamento y se encontraron con los supervivientes del escuadrón.

Dos de ellos estaban desvanecidos por completo, el tercero gemía en posición fetal y no vieron rastros del cuarto piloto.

—¿Puede escucharme? —preguntó Hikaru poniéndose de rodillas junto al piloto que mostraba signos de vida.

El hombre reaccionó al escuchar la voz y lo miró con ojos nublados.

—Tranquilo, hemos venido a rescatarlos. —dijo el joven colocando una camiseta que había allí a un lado como una improvisada almohada para que el piloto apoyara la cabeza. —¿Están ustedes tres solamente? ¿Dónde está el otro miembro del escuadrón?

El piloto cerró los ojos y sacudió la cabeza. En ese momento Mao se acercó y tocó el hombro de Hikaru.

—Allí. —dijo señalando hacia un lado.

Hikaru se puso de pie y caminó en la dirección que señalaba la joven. A un lado de uno de los aviones, vieron un bulto junto al tren de aterrizaje. Hikaru se inclinó sobre él y comprendió con horror que era el cuerpo sin vida del cuarto piloto; su cabeza mostraba signos de haber recibido un disparo y todavía empuñaba el arma en la mano con la que se había quitado la vida.

—Mierda. —dijo el joven piloto apartándose del cadáver.

Mao revisó a los otros dos pilotos y examinó sus signos vitales. —Apenas respiran. —dijo volviéndose hacia Hikaru. —Están al borde de la muerte.

Decidieron volver a encender la pequeña fogata, no porque realmente hiciera mucho frío allí, sinó porque daba un poco más de vida a aquel deprimente lugar.

Vieron los reflejos de un pequeño estanque de aguas cristalinas en cuya orilla observaron varias cantimploras y recipientes; al parecer se trataba de un estanque de agua dulce. Llenaron los recipientes y volvieron hacia donde estaban los hombres para darles de beber, era lo único que podían hacer por ellos.

—La ayuda está en camino. —dijo Mao al hombre que aún se mantenía consciente. —Resistan.

Hikaru la miró y no dijo nada; era muy posible que ellos corrieran la misma suerte que aquellos hombres. Las cuatro balizas de rescate de los aviones desaparecidos habían dejado de transmitir la señal de rescate al agotarse sus baterías y era casi seguro que lo mismo sucedería con la de su propio avión.

Dejaron descansar a los hombres y continuaron explorando la caverna, pero pronto descubrieron que era un callejón sin salida; solo quedaba explorar la pequeña laguna de agua dulce por si llevaba a alguna parte.

Mao se sumergió en ella con un clavado pero no había pasado ni siquiera un minuto cuando volvió a asomar la cabeza fuera del agua con una expresión de éxtasis.

—¡Hikaru! —exclamó.

El joven piloto corrió en su dirección al escuchar el grito. —¡Mao! ¡¿Qué pasa?! —preguntó alarmado.

—¡No vas a creer lo que encontré en el fondo de la laguna! —dijo la joven investigadora saliendo del agua.

—¿Una salida?

—Me temo que no. —respondió la doctora Nome. —¡Hay restos del AFOS ahí abajo!

—¿AFOS?

—La sonda de la Protocultura. —explicó la joven sacudiendo la cabeza para quitarse el agua de su cabello.

—Pero… ¿No se suponía que se había ido del planeta? —preguntó confundido el joven.

—Primero velo por ti mismo…. creo que podrás entenderlo mejor.

Hikaru asintió y se sumergió en las transparentes aguas seguido por Mao. El fondo de aquel estanque se encontraba a unos quince metros de profundidad y no tardaron mucho en llegar hasta él. Había una enorme estructura que parecía surgir de la roca misma, pero que no se parecía en nada a cualquier cosa que Hikaru hubiese visto antes.

La construcción era evidentemente bio-mecánica. Podían ver estructuras semejantes a costillas, pero hechas de un tipo de metal con incrustaciones de lo que parecían ser cristales o tal vez sensores. Todo aquello formaba una especie de forma cóncava y en la parte inferior vieron lo que parecía ser algún tipo de puerto de acople o mecanismo de encastre. Sea lo que sea aquello, estaba en muy malas condiciones; el metal parecía doblado en varios sitios y varias rajaduras y quebraduras eran visibles tanto por dentro como por fuera de la estructura.

La estructura brillaba levemente y la luminosidad aumentaba y decrecia como si fuera una especie de latido repetitivo. No habían llegado a descender del todo cuando de pronto las luces se apagaron y todo quedó en silencio. Mao golpeó a Hikaru en el hombro y con un dedo indicó que era hora de regresar a la superficie.

Los dos jóvenes salieron del agua y nadaron rápidamente hasta la orilla.

—Creo que sea lo que sea, esa cosa también se quedó sin baterías. —dijo el joven piloto.

Mao lo miró en silencio y al cabo de un rato sacudió la cabeza. —Si, yo también lo pienso así. —dijo saliendo del agua.

Hikaru la siguió y ambos se alejaron caminando en dirección al campamento, en donde pudieron sentarse junto a la fogata para secarse un poco tras la zambullida.

—Creo que entiendo lo que sucede aquí. —dijo Mao rompiendo el silencio al cabo de algunos minutos. —Hasta ahora era una teoría sin mucha evidencia que la soporte, pero tras ver esa cosa… —dijo sin quitar los ojos de las pequeñas llamas rojas de la fogata.

Hikaru la observó en silencio y dejó que la joven procesara la información con tranquilidad.

—Las sondas de la Protocultura estaban programadas para alterar la vida de los planetas que visitan y crear las condiciones para el surgimiento de una raza avanzada. —dijo.

—Mi mujer me contó de ello. —respondió Hikaru. —Los motivos del por qué lo hacían no son conocidos.

—Cierto. —confirmó la doctora Nome. —Solo sabemos que estas sondas tienen una programación que ante la detección de comportamientos hostiles de aquellas formas de vida a las que monitorear, desataría un tipo de "purga" o aniquilación a escala planetaria.

—¿Para evitar que esa raza se volviera beligerante a escala interplanetaria?

—Es posible. —respondió la joven. —Pero si bien el conflicto de la Guerra de Unificación fué interpretado por el AFOS como un motivo para activar ese protocolo de destrucción… ¿No te has puesto a pensar que hubo otros conflictos anteriores a ese?

—La Primera y Segunda Guerras Mundiales. —comprendió Hikaru.

—¿Por qué el AFOS no se activó entonces? —preguntó Mao. —El teatro del Pacífico fué un campo de batalla extremadamente sangriento en al menos dos oportunidades durante el siglo Veinte… y sin embargo no fué hasta la caída de la SDF-1 que se activó por completo.

Hikaru observó pensativo el rostro de la joven apenas iluminado por las débiles llamas de la fogata. —¿Tal vez… no estaba funcionando bien? —preguntó.

—Exacto. —confirmó la joven. —Creo que eso es lo que sucedió exactamente… el AFOS tuvo un tipo de comportamiento anómalo… y creo que eso se debió al mal funcionamiento de una o varias partes de la sonda.

—¿Crees que esa cosa que está ahí abajo es aparte del AFOS original? —preguntó el piloto.

—Si… y estoy segura que es la parte que controla la energía dimensional y probablemente sea el dispositivo FOLD que la sonda usaba para viajar de planeta en planeta.

El joven se cruzó de brazos. —¿Crees que esa cosa es la culpable de que estos hombres y nosotros hayamos terminado aquí?

—Sin lugar a dudas… esta unidad resultó dañada cuando el AFOS llegó a La Tierra y es posible que haya sido abandonada aquí. ¿Tu caza usa el radar CYCLOPS de energía dimensional… verdad? —preguntó.

—Si. —respondió Hikaru.

—Esa tecnología es derivada del AFOS. —explicó Mao. —Es posible que al iluminar esta área con ese radar haya excitado los sensores de este módulo y ello haya causado una especie de interferencia dimensional y la transposición de todas las naves que patrullaban el área.

—No entiendo algo. —dijo Hikaru. —Si este era el dispositivo FOLD del AFOS… ¿Cómo es que pudo escapar de la Tierra? —preguntó.

Mao bajó la mirada con tristeza. —Creo… creo que la respuesta a eso solo la sabe mi hermana. —dijo.

—¿Tu hermana?

—Ella… ella entró en contacto con el AFOS y de alguna manera logró interactuar con la interfaz original de la Protocultura, pero al hacerlo hizo que el AFOS cambiara, se auto-reparara… creo que gracias a mi hermana el AFOS finalmente recuperó su funcionalidad por completo.

Los dos jóvenes guardaron silencio mientras sus sombras se proyectaban en el piso de la cueva como bailarines sombríos.

—Las leyendas de mi gente contaban que el Tori no Hito se cortó la cabeza para simbolizar que dejaba atrás su vida atrás entre las estrellas…. pero creo que simplemente se trata de una analogía para decir que se deshizo de varios módulos defectuosos… tal vez intentó entrar en modo de hibernación para ahorrar energía hasta que alguien de la Protocultura viniera a repararlo…y entonces Shin y yo lo despertamos —dijo suspirando.

Hikaru notó que la joven había comenzado a temblar y tras tomar una de las mantas se acercó a Mao y la abrigó con ella. —Parece que tú también has vivido una aventura muy interesante. —dijo el joven sentándose junto a ella.

—Pero al final perdí a muchas personas amadas. —dijo ella con voz melancólica. —A veces pienso que hubiera sido mejor no haber interactuado con el AFOS… pero ya entonces los Zentradi estaban en camino y el destino del planeta estaba echado.

—No hay "Si" en la historia. —dijo Hikaru. —Es algo que mi Sempai solía repetir a menudo.

—Lo sé, tenemos que lidiar con la responsabilidad de nuestros actos y hacer lo mejor que podamos para garantizar el futuro. —aseguró la joven tratando de sonreír. —Tu mujer, la Comandante Hayase, ella fué un héroe de la guerra contra los Zentradi… debes estar orgullosa de ella.

—Por supuesto que lo estoy. —respondió Hikaru. —Ella es sin duda alguna la mejor oficial de toda la fuerza y estoy seguro que está haciendo todo lo posible por rescatarnos aunque…

—¿Aunque?

El piloto bajó la vista. —Ella tiene razón; siempre la meto en problemas con mi comportamiento. —reconoció. —Ahora estamos atrapados tu y yo y es todo por mi culpa.

—No seas duro contigo. —intentó consolarlo la joven. —Hiciste lo que creías que era correcto y gracias a tu iniciativa logramos encontrar a los pilotos desaparecidos.

—Yo… yo la extraño tanto. —dijo Hikaru hundiendo su rostro entre sus brazos.

Mao lo abrazó con ternura; sabía lo que era estar separado de un ser amado. —Estoy segura que ella está revolviendo cielo y tierra para encontrarnos. —dijo. —Levanta ese ánimo, piloto. ¿Vas a darte por vencido así tan fácil? ¿Qué diría tu Sempai?

—Seguro me llamaría gallina, niñito mimado o algo así. —respondió Hikaru mirando a su compañera con una sonrisa. —Gracias. —dijo.

Mao le devolvió la sonrisa y entonces algo captó la atención del joven piloto. —Esos aretes. —dijo.

—¿Mis aretes? —preguntó Mao.

—La forma en la que brillan… cuando estábamos nadando en aquel túnel, por un momento todo se había puesto oscuro, pero me pareció ver como brillaban por delante.

Mao se quitó uno de los aretes y se lo mostró a Hikaru. —Son un recuerdo de mis padres. —dijo. —Mi madre lo recibió de su abuela y ella a su vez de su madre… han estado pasando de generación en generación desde hace muchos años.

El joven extendió un dedo y tocó el cristal que colgaba del delicado armazón de metal dorado. El cuarzo engarzado en el arete pareció resplandecer con una chispa de luz en cuanto el dedo del piloto tocó el cristal. —¡Oh! —exclamó el piloto retirando el dedo de golpe.

—¿Estás bien? —preguntó Mao.

Hikaru se pasó una mano por el rostro —Yo…. creo…me pareció ver a Misa por un instante. —dijo.

Mao lo miró sorprendido. —¿Viste… a tu mujer?

—Por un instante… fue como una especie de…

—¿Una especie de visión? ¿Como una Nube?

—Si… si, eso. —respondió el joven intrigado. —¿Cómo…?

Mao se acercó aún más y tomando la mano de Hikaru la apretó con la de ella mientras sostenía el arete con fuerza. —Esto… esto tal vez te suene un poco extraño. —dijo. —Pero tal vez funcione… intenta pensar en tu mujer… y aprieta bien fuerte mi mano.

Hikaru la miró sin saber que decir pero la mirada de resolución de Mao era tan poderosa que obedeció sin oponer resistencia. Rodeó con ambas manos la delicada mano de la joven investigadora que sostenía el arete y comenzó a pensar en Misa.

—Concéntrate en lo que más amas de ella. —intentó guiarlo la joven. —En su rostro, en su voz.. en las cosas que vivieron juntos.

Hikaru no necesitaba ayuda para pensar en Misa. Aún estaban impresos los recuerdos de su luna de miel, el calor de sus abrazos y la pasión de sus besos. De pronto todo a su alrededor se oscureció y frente a ellos apareció… algo, una neblina, una nube de puntos multicolores que comenzaron a danzar y agruparse formando una imagen borrosa, pero que pronto fué rápidamente reconocible.

—¡Es el puente de mando de la fragata «Rocinante»! —exclamó el joven piloto. —¡Misa! ¡Misa! ¿Puedes oírme?

La Comandante Hayase estaba inclinada sobre la mesa de operaciones con la mirada fija en los datos que aparecian proyectados en el holograma que representaba el terreno bajo el mar y no pareció reaccionar a los gritos de su esposo.

—Ella no puede oirte… el sonido no se transmite de esta forma. —dijo Mao.

Hikaru apretó los dientes. —Tiene… tiene que haber alguna forma de darles a conocer nuestra ubicación. —dijo examinando la imagen… entonces uno de los monitores que mostraban una señal de video en vivo captó su atención.

—Creo… creo que tengo una idea. —dijo mientras apoyaba la muñeca izquierda en donde tenía su reloj multifunción. —Tal vez funcione.

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En el puente de mando de la fragata, la actividad era ferviente. Todos los puestos de comando recibían y transmitían información de los radares y satélites que peinaban la zona. Misa volvió a examinar el mapa y golpeó el borde de la mesa para ventilar su frustración. —Tienen que estar en esta zona. —dijo apretando el puño. —No se los pudo haber tragado la tierra… es… imposible.

—Señor. —dijo el operador de comunicaciones. —Skull-Dos solicita una comunicación urgente.

—Ponlo en pantalla. —ordenó el Capitán Gale.

El rostro de Rex apareció en uno de los monitores. —Comandante… algo está pasando con el dron. —dijo.

Misa levantó la vista de la mesa. —¿Con el Dron?

—Acaba de cambiar de curso… solo. —dijo.

—¿Solo?

Todas las miradas se volvieron hacia el monitor que mostraba la señal de video proveniente del dron. La aeronave había virado con rumbo norte y rápidamente había comenzado a perder altitud.

—¿No son ustedes los que la están volando? —preguntó confundido el piloto.

—No somos nosotros. —afirmó el Capitán Gale.

—¿Entonces quién…?

—¡Hikaru! —exclamó Misa. —¡Rápido, que el helicóptero venga a recogerme y tu Rex, sigue a ese Dron!

—Entendido. —respondió el piloto cortando la transmisión.

El helicóptero de la fragata volvió rápidamente hasta el barco y Misa no esperó a que descendiera sobre la cubierta. Se dejó izar hasta el mismo con el arnés de rescate y una vez que estuvo a bordo ordenó al piloto que partiera a toda velocidad tras el dron.

—Ejecutaremos el plan tal y como estaba previsto. —dijo usando el intercomunicador del casco que uno de los tripulantes le ayudó a ponerse en la cabeza. —comuniquense con TS-691 de inmediato y ordenen que se dirija a las coordenadas que indique. ¡Deprisa!

A casi trescientos kilómetros de allí, el enorme acorazado Zentradi atravesó las nubes en medio de una onda de choque por la acelerada reentrada que había ejecutado por órdenes del Comandante Hayase. La cortina de nubes se abrió como un telón producto de la onda de choque y el sol brilló sobre el casco de la enorme nave, que rápidamente puso proa hacia el área de operaciones.

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Hikaru voló el dron mientras miraba la pantalla del puente de mando de la fragata a la vez que usaba los controles de su reloj hasta las coordenadas que recordaba haber examinado con el radar dimensional justo antes que el flash de luz los cegara. Descendió hasta estar a unos cien metros sobre las olas y entonces activó el piloto automático para que el aparato trazara un patrón circular sobre la zona. —Al menos ahora saben en dónde estamos. —dijo desactivando los controles.

Mao respiraba en forma agitada. Aquella extraña forma de comunicación parecía haberla agotado y el brillo del cristal se había reducido en forma apreciable. La joven dejó escapar un gemido y la conexión se desvaneció; la caverna recuperó nuevamente el nivel de luz de antes y la pequeña fogata volvió a bañar sus rostros sudados con la vacilante luz roja.

—Lo… lo siento. —dijo Mao limpiándose el sudor de la frente. —No… no pude aguantar más.

—No te preocupes. —dijo el joven. —Fuiste de una ayuda increible.

—Pero… ¿Cómo harán para rescatarnos? —preguntó la joven.

—Eso dejaselo a mi mujer. —respondió el joven. —¿No te dije que es una genia? Ella encontrará la forma, te lo aseguro.

En ese momento el pequeño fuego se apagó y los dos quedaron en penumbras, apenas iluminados por las runas que quedaban en las agrietadas paredes, perdieron la noción del tiempo.

No supieron cuánto tiempo pasó, tal vez una hora, tal vez varias… pero de pronto ambos lo sintieron simultáneamente.

—Algo está sucediendo. —dijo Hikaru poniéndose de pie.

—El aire… el aire ha cambiado. —dijo Mao imitándolo.

A su alrededor el aire parecía temblar, como si de pronto se hubiese transformado en una sustancia como gelatina, entonces vieron los espejismos.

—Esto… esto es. —dijo Mao viendo como los objetos a su alrededor parecían volverse borrosos y sus formas se distorsionaban como un espejismo.

—Un FOLD. —dijo Hikaru comprendiendo de pronto. ¡No me digas que…!

La luz multicolor los cegó. De pronto hubo un resplandor y todo el techo de rocas que había sobre sus cabezas desapareció y fué reemplazado por el azul vívido del cielo del pacífico. Una rafaga de viento hizo que ambos se protegieran los rostros,seguido de un poderoso retumbar, como si un terremoto se desatara debajo de sus pies.

—¡Deculture! —exclamó Hikaru.

El estruendo aumentó aún más pero esta vez provenía de arriba. Levantaron la vista y vieron un helicóptero que descendía a toda velocidad justo encima de ellos. La aeronave tocó tierra y una media docena de marines saltaron a tierra.

—¡Allí, tres heridos, rápido! —gritó Hikaru señalando a los hombres que yacían a su lado. —¡Mao, rápido!

El estruendo era ensordecedor y vieron con terror como un enorme tsunami se acercaba hacia ellos en todas direcciones; el mar llenaba rápidamente el espacio vacío dejado por el FOLD del acorazado Zentradi que había removido aquella parte del océano como una cuchara gigante.

Corrieron hacia el helicóptero y la propia Comandante Hayase les extendió la mano para que subieran. Los dos subieron a la aeronave en el mismo momento que lo hacían los marines cargando a los desvanecidos pilotos.

—¡Sácanos de aquí, rápido! —gritó Misa al piloto, quien realmente no necesitaba de aquella órden.

Los motores rugieron y la aeronave despegó a toda velocidad mientras una verdadera pared de agua se derrumbaba sobre ellos. El helicóptero maniobró con desesperación mientras la espuma de la gigantesca ola se enroscaba en los rotores, creando un remolino que se asemejaba a un huracán. A último momento ascendieron por sobre la enorme ola y escaparon por un pelo a la furia del océano, que se cerró justo debajo de ellos en medio de una explosión de espuma y gotas de agua.

—Eso… eso fué una locura. —dijo Hikaru casi sin aliento. Todos en el helicóptero rompieron en gritos y exclamaciones de alegría en cuanto se alejaron de aquel remolino mortal que se había formado bajo ellos.

La Comandante Hayase se volvió hacia su esposo y lo examinó de arriba a abajo. —¿Y ustedes dos que hacen en ropa interior? —preguntó.

Hikaru se abalanzó sobre ella y la besó en los labios, ante la mirada de felicidad de Mao y el resto de los hombres.

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FIN.

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Nota del Autor: Gracias por acompañarme en esta historia; fué muy interesante y entretenido probar otros tipos de narración y situaciones las cuales no había explorado anteriormente. Se que mi forma de escribir y caracterizar a los personajes de la serie original a veces no se alinea del todo con los gustos del fandom, ya que trato de priorizar el aspecto profesional de lo militar en una forma algo más realista, cosa que a veces contrasta mucho con lo visto en la serie de TV, espero que puedan disculparme esas libertades que me tomo. En fin, muchas gracias por leer esta pequeña historia y espero que les haya gustado; los invito a leer también mis otras historias que aunque no tratan sobre los personajes de la serie, están muy influenciadas por todas y cada una de las sagas de este hermoso universo.

¡Nos leemos pronto!