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Sorpresas

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Honey se ajustó la bufanda alrededor del cuello y suspiró hastiada, el invierno estaba en pleno apogeo, como siempre sucedía en mitad de Enero. No veía la hora de tomarse unas merecidas vacaciones en el Caribe pero sabía que eso estaba lejos de ser una realidad.

Inicialmente, su plan era volver a Oslo junto a su sobrina para ayudarla a asentarse, enseñarle cómo moverse en la ciudad y el campus hasta que empezaran las clases en Septiembre, pero su cuñado sufrió un accidente automovilístico y la chiquilla no quiso marcharse del lado de su padre, algo que entendió por completo. Honey podría haber regresado a Oslo y luego volver a por ella cuando el hombre estuviera más repuesto, sin embargo decidió permanecer junto a su sobrina y su hermana para ayudarlas en lo que necesitaran. Eso también le permitió estar presente para despedir a Hiro, quién partió a Alemania junto a Hans Westergard para iniciar un curso introductorio a su primer semestre universitario. Al adolescente le había costado despedirse de su familia, sus amigos y su novio pero entendía la importancia que esa oportunidad representaba para su futuro.

Todavía recordaba cuando sus propios hijos marcharon a la universidad, Honey no podía decir que ella era una madre antes que cualquier otra cosa, su trabajo siempre había ocupado mucho espacio en su vida, al igual que en la de su ex esposo, y por lo general acudía a niñeras o familiares para ayudarla a cuidar de sus pequeños pero eso no disminuyó el vacío en su pecho al verlos dejar su hogar. Ese extraño sentimiento terminó por asentar las obvias diferencias que tenía con Alistair, era correcto decir que el ver a sus dos hombrecitos crecer lo había golpeado más que a ella, en diversas ocasiones le había pedido concebir otro pequeño mientras aún tenían tiempo pero ella no había querido siquiera considerar la idea. Honey era una persona práctica, metódica, organizada y estructurada, desde pequeña había trazado un plan de vida y pretendía seguirlo a rajatabla. En un principio, tener hijos no estaba en esa lista, pero se encargó de incluirlos una vez que su relación con su ex esposo se tornó estable y empezaron a hablar de matrimonio. Alistair también era un hombre práctico por lo que la proposición y la boda se sintió casi como una transacción o un negocio, ambos acordaron ser compañeros, amarse, formar una familia y envejecer juntos porque se suponía que eso es lo que hacen todas las personas a cierto punto de su vida.

Honey decidió que dos niños con dos años de diferencia de por medio en su tercera década eran más que suficiente, los criaría y una vez que ellos empezaran a valerse por su cuenta ella se dedicaría por completo a su trabajo, pero Alistair insistía en que tuvieran otro. Intentó hacerle ver que eso desorganizaría su vida, ella debería dejar de trabajar a tiempo completo, tendría al menos dos años en los que su bebé la necesitaría más que a nada y no quería volver a pasar por esa etapa de cambiar pañales o amamantar. Su ex esposo alegó que no veía el problema, que no necesitaban que ambos trabajaran, que ella podría quedarse en casa con el niño tanto como quisieran, eran millonarios después de todo. Eso la había enfurecido más de la cuenta, estaba pidiéndole que dejara su amado trabajo por un capricho.

En resumen, Alistair acabó diciendo que claramente tenían dos conceptos diferentes de las cosas que realmente importaban en la vida - gracioso, teniendo en cuenta que si ella hubiese sido la que le hubiese pedido que dejara de trabajar él creería que estaba siendo delusional- y ambos acordaron divorciarse. Más allá de esos problemas, él la adoraba y se seguía preocupando por ella tanto como el primer día, por eso no le había asombrado el hecho de que viajara desde Oslo para ayudarla a cuidar de su hermana y su sobrina mientras su cuñado se hallaba en el hospital. La casa de su congénere no era lo suficientemente grande como para albergar a más de dos huéspedes a la vez por lo cual ella estaba usando el cuarto de Rapunzel y él había ocupado la habitación de invitados, aún así sentía que intentaba arrastrarla a su solitaria compañía más de lo necesario y sus sospechas se confirmaron cuando le pidió ayuda con un asunto de la empresa y convenientemente olvidó su laptop en la recamara.

-¿Qué es lo que sucede, Alistair?- ella inquirió, se sentía joven y tonta siendo acorralada por su apuesto ex esposo. - Te conozco bien y sé que no quieres hablar de negocios.

-Perdoname si deseo robarte unos momentos, querida. Extraño mucho tu compañía- él replicó con altanería mientras apoyaba sus brazos a ambos lados de su menudo cuerpo, cercándola entre su figura y el escritorio. Se veía tan atractivo con la camisa a medio abotonar y las mangas arremangadas hasta los antebrazos.

-Ya. A tu novia de 20 años le va a hacer mucha gracias que estés coqueteando con tu ex esposa- se mofó.

-Por última vez, tiene 35 - lo vio rodar los ojos y ella rió, le encantaba molestarlo- Y sé que no le agradaría pero no diré nada si tú tampoco lo haces- Honey lo empujó levemente, lista para salir del cuarto.

-¿Por qué insistes en casarte con ella si ya estás queriendo engañarla?

-He tenido una excepcional buena experiencia en mi primer matrimonio y deseo lo mismo para el segundo, pero mi ex esposa ha puesto la vara demasiado alta…

-Alistair. - él rió y procedió a explicarse.

-Ya lo sabes, Honey, quiero otro hijo. Ella quiere ser madre y ama de casa, es hermosa, es lo suficientemente inteligente como para no aburrirme…

-Entonces todo es puramente transaccional, como de costumbre.

-Podría decirse.

-Aún así no entiendo qué es lo que te hizo creer que podrías tener sexo conmigo.

-¿Quién podría decir que no a un buen polvo por los viejos tiempos?

-Creía que me conoces lo suficientemente bien para saber que probablemente yo soy la persona que justamente diría no a eso.

-¿Es que ya no me encuentras atractivo? - él se mofó- ¿Estás viendo a alguien más? - Contra su voluntad, la mujer se ruborizó y Alistair aplaudió en triunfo- ¡Lo sabía, sabia que estabas ocultando algo cuando te atrapé sonriendole a la pantalla del teléfono como una colegiala!- Honey quería sentirse molesta, pero lo cierto es que le encantaba esa amistad que tenía con su ex esposo, y también el afán por querer entrometerse en sus asuntos. En esa oportunidad, sin embargo, no creía que él se sintiese feliz por ella si le dijera el motivo de su sonrisa.

Honey no estaba viendo a nadie, pero desde la noche en la que había compartido ese baile tan íntimo con Tadashi le había sido imposible no ilusionarse de nuevo. Se sentía estúpida por tan solo considerar la idea, maldita sea y aún así se la pasaba soñando con los ojos abiertos, esperando sus llamadas y sus mensajes, aguardando la próxima vez en la que pudieran compartir un paseo o alguna cena juntos…

-No te mereces saber nada luego de haber intentado follar conmigo- ella evitó darle una respuesta y Alistair hizo un ridículo y falso puchero antes de asirla por la cintura desprevenidamente y apegarla a su torso, dejando sus rostros peligrosamente cerca- ¿Qué te crees que estás hac…?- Antes de que pudiese terminar de formular su pregunta, el hombre tomó sus labios posesivamente y la sumió en un beso intenso, uno que despertó su hambre por más, tal y como cuando eran jóvenes. Tras unos instantes, ambos se separaron y ella enarcó una ceja, pidiéndole una explicación.

-Eso es para que recuerdes que jamás debes aceptar menos de lo que mereces, cariño- Honey no dijo nada, sus palabras dejaban entrever que él probablemente sabía quien estaba arrancándole suspiros y, si bien no estaba de acuerdo con la idea, jamás interferiría en sus decisiones. Lo sintió acariciar su mejilla y cerró los ojos, disfrutando el contacto- Eres maravillosa, Honey, y no pretendo decirte lo que hacer pero prométeme que tendrás cuidado, odiaría verte sufrir de nuevo. - La mujer lo contempló unos momentos antes de ponerse en puntillas de pies y darle un casto beso en los labios para luego apartarlo.

-Lo sé, no me dejas olvidarlo. Tendré cuidado.

Abandonó la habitación con un sabor amargo en los labios, ella solía creer que en un mundo perfecto su relación con Tadashi podría haber funcionado pero de igual manera sabía que, en otro mundo perfecto, Alistair aún sería su esposo.


"Si llegas a mi oficina y nadie responde, por favor entra, probablemente esté visitando una de las aulas pero intentaré volver tan pronto como me sea posible."

Honey leyó una vez más el mensaje que Elsa había enviado esa mañana para asegurarse de que estaba haciendo lo correcto antes de ingresar a la oficina. Había golpeado la puerta tres veces, sin respuesta, por lo cual supuso que la blonda probablemente aún estaba visitando alguna clase. Asistió al colegio para retirar el acta académica de Rapunzel, necesaria para acabar de inscribirla en la universidad.

Por supuesto, el espacio de la directora era amplio y decorado minuciosamente en tonos azules, celestes y blancos, se asemejaba a una habitación hecha de hielo y resultaba delicadamente encantador. No tuvo tiempo de apreciar nada más en demasía puesto que unos sonidos provenientes de la puerta que, supuso, sería el baño llamaron su atención. Curiosa, apegó su oído a la madera y esperó paciente, sonaba como si alguien estuviera ahogándose o algo así. Preocupada, empujó la abertura y se encontró con la deplorable imagen de Elsa en el suelo, su rostro frente al retrete, sus cabellos recogidos en un moño improvisado y sus manos a ambos lados de la taza de cerámica.

-¡Elsa!- Honey se apresuró a sostener a la mujer por los hombros mientras una nueva ola de arcadas parecía invadirla y allí se mantuvo hasta que la pobre vació todo el contenido de su estómago. Una vez que su malestar parecía mermar la ayudó a recostarse contra la pared y fue en busca de un vaso de agua para asegurarse de que se hidratara.

-Lo lamento mucho, Honey…- la escuchó decir.

-No seas ridícula, no es como hubieses elegido esto- ella rió mientras tomaba uno de sus pañuelos de tela y lo humedecía en el lavabo. -¿Te ha caído mal el desayuno o algo?- Elsa rió, pero el sonido salió cargado de frustración.

-Eso fue lo que pensé el primer día- replicó con voz quebrada- Mucho me temo que esto se está volviendo un hábito para mi cuerpo…

-Oh… - ambas tragaron saliva al mismo tiempo- ¿Tu periodo…?

-Ya lleva tres semanas tarde… - Mierda.

-Bueno… ¿Felicidades?- Elsa rió pero una lágrima escapó a sus ojos, Honey volvió a posar una mano en su hombro tentativamente- ¿Hay algún problema? ¿Crees que Hans no querrá tener un niño a esta edad o…?

-No es eso, estoy segura de que él amará la idea- un poco de luz asomó en sus ojos cerúleos aunque no duró demasiado- Pero seamos realistas, Honey. Tengo 43 años, jamás he tenido un niño naturalmente y no puedo siquiera imaginar cómo todo esto afectará a Olaf. Siento que he sido muy negligente, ha tenido que ver a sus padres separarse y a su madre casarse con otro hombre en menos de dos años, su relación con Hans al fin parece buena pero un hermanito…

-Entiendo que será impactante en un principio, pero estoy segura de que eventualmente adorará la idea de tener un hermanito- La tranquilizó- Elsa, Tadashi y tu han criado a un niño maravilloso y lleno de amor, no tienes nada que temer- La blonda aceptó el pañuelo húmedo y lo pasó por su cuello. Honey prosiguió- Y sé que tener un bebé a esta edad puede ser atemorizante, pero en cuanto le digas a Hans él se encargará de que tu y tu hijo tengan los mejores cuidados que puedan existir, ese hombre está loco por ti y a duras penas te ha recuperado, dudo que se arriesgue a perderte a ti o a un niño de ambos.

-Tienes razón, probablemente las hormonas ya están haciéndome reaccionar exageradamente- las dos rieron- Gracias, Honey.

-No hay de qué, y no te preocupes, no diré nada hasta que tú lo hagas. - Elsa volvió a agradecerle y ella la ayudó a incorporarse antes de darle algo de privacidad para que se limpiara. Lo cierto es que, por más que no lo estuviese demostrando, sus propias preocupaciones habían empezado a crecer en su pecho. La directora había mencionado la reacción de Olaf como algo que podría ser negativo pero Honey no podía siquiera imaginar cómo sería la de Tadashi…

¿Se alegraría por la pareja? ¿Resentiría a Hans por haber logrado con Elsa lo que él no pudo por medios naturales? ¿Se distanciaría de ella? ¿Importaba siquiera?

Honey comenzó a notar que sus sentimientos habían estado nublando su vista nuevamente. No había garantía de que Tadashi hubiese superado a Elsa definitivamente y, aún si lo hubiese hecho, no había garantía de que su cariño romántico fuese recíproco. Le había prometido a Alistair que sería cuidadosa, sin embargo ya podía presentir que acabaría con el corazón roto, como de costumbre.

Podría ser una genio en la ciencia, pero seguía siendo una estúpida en el amor.


Nota de autor:

Estoy viva!

Hace poco encontré este proyecto en mi drive y me dio pena haberlo abandonado. Desde que dejé mi país mi vida es una locura, mayormente en el buen sentido. Espero que todos estén bien y que si hay alguien aquí con vida, disfruten de esta actualización.

Mis agradecimientos a quienes hayan comentado el capítulo anterior. Espero no tardar mucho en entregar el próximo.