En este capítulo habrá lemon. Me cuesta aún, pero mejoraré. Lo prometo :D

¡Comenzamos!

CAPITULO 13

La historia de NATSU DRAGNEEL.

Sabia como provocarla, le dije exactamente aquellas palabras que uso en mi oficina. Amo mi memoria de elefante por cosas así. Su enojo no duro demasiado, tiene un aire infantil a veces y lejos de molestarme, me agrada. A pesar de estar jugando con fuego, al acorralarla contra el sofá no pude detenerme. Quisiera culpar al alcohol, hacerlo el responsable de mi actitud, pero sería mentirme de nuevo. Deseo a Lucy, de una manera que ella no imagina. Todas mis intenciones de conocer el motivo de su enojo desaparecieron al momento que la tuve a mi merced, con ella iniciando el beso que quería desde que llegué a la habitación de este hotel.

Pase de besarla, a masturbarla con una velocidad preocupante, para mi tranquilidad ella fue quien me dio el permiso, pero eso no reduce mi nivel de ansiedad. El cuerpo lo siento caliente, la sed que tengo por esta mujer no se sacia solo con esto, necesito más; tanto que podría llegar a ser vergonzoso si me descuido. Lucy alcanzo el orgasmo, o al menos eso me pareció, le había gustado lo suficiente para acceder a continuar con el acto. Si me complicó quitar los botones del polo y me olvide de desabrochar el cinturón, no me imagino cuan lamentable puedo ser en caso que no logré controlar mi deseo. Use el preservativo que siempre llevo en la billetera, algo aún estaba claro en mi cabeza al menos, también logré recordar que debía ensancharla un poco para que no le doliera. Cuando la penetré me fije en cada una de sus expresiones, rogaba que no fuera demasiado.

– Estoy bien – Esos dos palabras fueron mi aliciente. La bese, su centro se estrechó a mi alrededor y mis embestidas rápidamente se volvieron frenéticas. Sus piernas me atrajeron más, yo solo alcance a expresarle cuanto me gustaba, el nivel de necesidad que siento por ella, lo sexy que me parecía, acaricie su cuerpo como pude, teniendo que bajar el ritmo al ver que estuve a nada de correrme.

Me arrodillé y la mire desde arriba, labios hinchados, marcas de besos en el cuello, mirada perdida en la lujuria. Respire profundo, y levanté la cabeza para aplacar un poco el fuego al privarme de la visión de la diosa de cabellos dorados. Me moví lento y profundo, tanto que mis testículos rozaban sus nalgas. Sentí su toque aun por encima del pantalón, creí que iba demasiado hondo. Cuando baje los ojos a sus labios ella dijo lo único que no quería escuchar de esa boca. Me estaba pidiendo que me retire y eso me mataría.

-Lucy – No debería rogar, pero estoy dispuesto a hacerlo – ¿En serio? – Me reafirmo el pedido y frustrado me deslice fuera de ella. Evite mirarla o toda mi cordura iría al caño, volvería a subirme y… me convertiría en un maldito. Me quite el condón del pene, haciendo un intento estúpido por meter mi miembro dentro de la ropa interior.

-¿A dónde vas? – Le repetí su pedido, como si se hubiera vuelto loca. Su explicación del motivo por el cual dijo eso me causo gracia. Le pregunte de nuevo si deseaba continuar, ella me devolvió la pregunta y yo no tenía palabras para describir cuanto anhelaba perderme en ella.

La lleve hasta la cama, ese mueble me tentaba la vista desde el sofá y esta vez, tendría sexo con ella como corresponde. En un lugar que fuera cómodo para ambos. Si fuera más hermosa sería un pecado, la manera en que miraba, llenaba mi pecho de orgullo – Solo para estar 100% seguro, no deseas que pare – Asintió con la cabeza, ambos senos bailaron con el movimiento. Rápidamente me despido del jodido pantalón, dejando que el bóxer fuera la única cobertura a mi total desnudez - ¿Sabes si hay cordones aquí?

-En aquella mesa hay de todo – camine decidido hasta el mueble tallado y revolví cajones hasta dar con la maldita caja, cuando Lucy se refería a de todo tenía razón, preservativos para ambos géneros e incluso barreras bucales y lubricante. Que buen servicio tiene este hotel, deberemos venir con más frecuencia.

Tarde menos de un segundo en volver a su lado, prácticamente vacíe el compartimiento – Me gusta esta habitación.

-¿Sí? – Jale sus piernas hasta dejarlas casi al filo del colchón. Las separe con mi cuerpo y me arrodille entre sus muslos - ¿Natsu?

Besé la piel cerca de su ombligo, acariciando sus caderas con las manos bien abiertas, tratando de abarcar la mayor cantidad de dermis posible – Te debo algo – Me miraba fijamente, yo empuje con mis palmas su pecho suavemente. Hasta que quedó apoyada en sus antebrazos para seguir cada uno de mis movimientos – Y ahora te recompensaré por la espera.

Cogí la pequeña tela, colocándola sobre su clítoris e iniciando mis caricias con un certero lametón. Una de sus manos sujetó mi cabello, manteniendo alejada mi lengua de su botón sensible – ¡No hagas eso! – Estaba avergonzada, las mejillas al rojo vivo la delataban. Lleve mis dedos hasta el hinchado monte y le separe los labios.

-Te haré sentir muy – tracé círculos con la punta del índice – Muy bien – Aflojo algo el agarre en mi cabeza – Mantén tus manos y marca el ritmo si deseas.

-¿Yo? – Asentí – No sé qué hacer.

-Disfruta – sé cómo tocar a una mujer, tuve algunas parejas experimentadas en mi haber, me decían exactamente lo que deseaban. Pero Lucy no me lo dirá con los labios, sus expresiones serán mi guía.

Se retorcía bajo mis atenciones, dejando que su cuerpo se moviera por instinto. Estaba volviéndome loco al escucharla gemir y sujetar mi cabello con más fuerza cuando le gustaba – Natsu – Se arqueo de una manera sumamente sexy – ¡Espera, yo!

Su respiración era irregular, me encantaría hacerla llegar, pero aun no conozco a Lucy al cien por ciento, por lo cual nada me asegura que ella querrá continuar después. Yo también quiero disfrutar. Me coloqué de pie de golpe, abrí uno de los envoltorios de plástico y luego de quitarme el bóxer, subí a la cama.

-Dime que aún quieres hacer esto – se veía sorprendida y el sonrojó se le extendía hasta las orejas.

-Si – La tendí sobre el colchón, abrí sus piernas y una vez estuve ubicado la penetre sin detenerme hasta la base.

Es el cielo, besarla y sentir sus manos arañar levemente mi espalda deberían estar entre las maravillas del mundo. Bueno en realidad su interior es aquello que me está volviendo un idiota sin remedio – Lucy – Gruñí justo al lado de su oreja y se apretó aún más alrededor de mi miembro – Eres perfecta – No dijo nada, se tensó y yo llegué más rápido de lo que considero aceptable. Esto fue sumamente vergonzoso.

Me quité de encima y al tratar de tomarla por la cintura para acercarla, tal vez pueda hacerla terminar con mis manos, pero ella se colocó de pie. Poniendo una distancia considerable entre nosotros. Ni siquiera alcance a preguntar o justificar mi inutilidad – No soy perfecta.

-¿Qué? – Pensé que la decepcionó esa rapidez, pero era otra cosa lo que la preocupaba.

-No sé en quién pensabas, pero yo no soy perfecta.

-Obviamente no, nadie es perfecto – Me miró ceñuda.

-Elegiste un mal momento para ser sincero – Abrí los ojos como platos. Ella tenía razón en eso, era evidente que algo la incomodaba, tal vez sea vergüenza o culpa.

-Lo sé ¿Prefieres que mienta y te diga que si lo eres? ¿Eso te dejará tranquila? – Se quedó un momento en silencio, entró por una puerta y salió cubierta con bata.

-No, pero sería lo que le dirías a alguna de tus anteriores conquistas. Tal vez las modelos o… – me rasque la cabeza ella me tiró una toalla que alcancé a evitar. Debo ser el idiota más grande del mundo al haberle dicho de mis antiguos amoríos.

-Tú no eres una conquista. Eres Lucy y quiero ser sincero contigo – Salí de la cama, la miraba mientras cubría mi cuerpo – ¿No te gustó? Me gustaría que me lo dijeras si es así, en vez de esto. Sé que fui patético y.

Se rasco la cabeza, sus orejas estaban rojas como tomate – Sería una mentirosa si lo negara – frunció el ceño y los grandes orbes chocolates brillaban – Mi mente es un lío, yo…

-¿Te arrepientes?

-No del acto en sí, solo… - Suspiró – Será mejor que te vayas.

Camine hasta su lado y le sujete la mano – Habla conmigo, pensé que la honestidad era tu especialidad. Por más cruda que fuera. Nunca me había pasado, yo.

-Decir lo que pienso es fácil. Mis sentimientos en cambio – Trato de soltarse, yo necesitaba que supiera que no soy un eyaculador precoz.

-¿Qué sientes? – Ni siquiera estábamos en la misma página.

-¿Soy un reemplazo de esa mujer? ¿Aquella que no puedes tener? – Mi cabeza pensó automáticamente que estaba equivocada, más mi boca no le siguió el juego – Eso pensé.

¿Por qué no lo pude negar? Lucy jamás será Lisanna. No la veo de ese modo y aun así… deje que mi vergüenza me ganara.

La historia de LUCY HEARTFILIA.

Me sentí en lo más alto de una colina, y con solo esa forma de llamarme me llevo de cien a cero. No soy perfecta, el cielo sabe que no lo seré jamás; entonces ¿Siquiera piensa en mí ahora? Fue tanto el desagrado que recorrió hasta el último cabello de mi cabeza – No soy perfecta – esta vez lo dije en voz alta.

La confusión lo inundó, su sinceridad en este momento me molestó aún más y se lo hice saber. El me aclaro que no soy una conquista más, pero en nada ayudaba su declaración. Me fastidió el ser suplente de alguien más, tal vez él no sepa que es eso y por lo que entendí, ni siquiera sé dio cuenta de ello hasta escucharlo de mi boca.

-Deberías irte – se rascó la nuca.

-Lucy no creo.

-Yo sí – Pude ver que algo le preocupaba, pero en este momento no lo quiero saber.

-Está bien – Recogió el pantalón del suelo, al igual que su ropa interior y salió por la puerta del dormitorio.

Enojada conmigo misma por mi actitud, me dejé caer en la cama. Todas y cada una de las palabras de mí padre, del idiota de José Porla, de los malditos miembros de la "alta sociedad" revolotean como aves de rapiña sobre mi cabeza. La bastarda de Anna, el error de los Heartfilia, los pecados de su padre… La niña defectuosa - Como detesto a esa gente.

-Mi vuelo sale a la 23:45 – La voz gruesa me sacó de pozo de auto desprecio – En caso de que… aún quieras despedirme.

Natsu me miraba desde el marco, sinceramente no tenía idea qué responder. Sólo lo observé en silencio un largo rato, hasta que al fin logré decir algo – Si quiero.

Sonrió, de tan poco que duró ese gesto, pensé estar imaginando cosas – Nos vemos y… No eres el remplazo de nadie.

Quisiera creer en sus palabras, ser la primera opción para alguien por una vez. Pero sé a la perfección cual lugar ocupo, soy lo único que encontró y eso no me gusta ¿La gente se conforma conmigo porque solo esto pueden conseguir? ¿Cómo pudieron esas simples palabras hacer tambalear mi confianza?

Es sábado, no necesito ir a la oficina, ni perseguir a la inversión de papá, y mucho menos fingir que estoy bien. Puedo tirarme en la cama, rogando a mi mente enfocarse en otra cosa que no sea Natsu Dragneel y lo mal que me siento en este momento. Para mi buena suerte Levy me llamó e invitó a almorzar en un restaurante alejado, obviamente dije que sí. Es una buena amiga, no sabe mucho sobre mí, pero solo porque nunca me permití abrirme a nadie.

-Te ves peor que la última vez – Ella siempre carece de tacto.

-También me alegra verte – Por su apariencia y manera de ser parece una chica fina, pero cuando entra en confianza no hay quien regule su boca.

-Es la verdad. Por un momento creí que estabas más calmada ahora que tienes novio, pero me equivoqué.

-No es mi novio y siempre estoy en calma.

-Y yo soy la madre Teresa de Calcuta – Fruncí el ceño – Lucy eres una pésima mentirosa, me sorprende que aún sigas intentando engañar a alguien – Rodé los ojos - ¡A eso me refiero!

-¡No he dicho nada!

-Tu lenguaje no verbal es suficiente. Aunque si deseas ser hiriente, no tienes piedad – Golpee mi frente contra la palma y suspiré.

-No es mi intención ser mala – Enarcó una ceja.

-Nunca dije que lo fueras. No sabes disimular cuando algo te molesta, tampoco pretendes que te agradan todos y lo que más me gusta de ti, es tu habilidad innata para decir lo que piensas.

-Es fácil decir lo que pienso – Revolví un poco el refresco para quitarle el exceso de gas – Pero lo que siento.

-Es porque no entiendes tus sentimientos. Tu familia es insufrible, te enseñaron a pensar, pero no a sentir – La miré sorprendida – Se nota a leguas.

-¿Cómo saber que siento?

-Si alguna vez fueras específica y dejaras de guardarte todo, podría ayudarte a entender – Negué y ella suspiró.

-No necesitas preocuparte por mí – Extendió su brazo sobre la mesa y tomo mi mano.

-Lucy nos conocemos desde que estábamos en pañales, jamás, ni una sola vez, me dijiste como te sentías. Siempre hablabas desde la lógica y nunca desde el corazón – He aprendido a no depender de nadie, si los mantienes a raya evitas que te lastimen.

-Creo que llegué tarde a la repartición de corazones – Frunció la boca.

-Dejaré el tema por ahora, pero solo porque temo que vuelvas a esconderte de mí. Hace meses que andas desaparecida y de repente llegas, pides ayuda y vuelves a esfumarte.

No le conté a nadie el motivo de mi "retiro" del arte, tampoco lo que me pasa en mi vida privada y mucho menos… sobre Natsu Dragneel. Levy se enteró de su existencia por culpa de ese maldito acosador, pero no sabe ni siquiera de qué me estaba escondiendo ese día. Ella no hace preguntas y por eso siempre estuve agradecida. Intenté desviar la conversación hacia el arte, la música e incluso las inversiones de nuestras familias, pero nada funcionaba. La persona que normalmente me ocasiona cero problemas, está sacándome de quicio con el tema del peli rosado.

-¡No está en el país! – Le mentí descaradamente.

-¿No?

-No, tuvo que viajar de urgencia a su casa – Bebí hasta el fondo de mi refresco.

-Qué extraño – La miré ceñuda – Ese sujeto se parece mucho a él – Giré la cabeza cual poseída y ella comenzó a reír. Convirtiéndose rápidamente en una carcajada.

-Maldita – Se limpió una lágrima – Bueno, sigue en el país. Pero viaja esta noche.

-Esa si es una verdad. Eres un asco para las mentiras. Sabes guardar secretos, pero no mentir. Me gusta eso en cierta manera, aunque siempre siento que estoy frente a una – hizo un gesto con las manos abiertas frente a su rostro – Simple máscara – La miré con la boca abierta.

-¡¿Yo?! – Asintió con la cabeza, tenía los ojos tan abiertos a causa del sobresalto - ¡Soy la persona más transparente y!

-¿Qué? Claro que no. Nadie sabe nada sobre ti, eres un misterio y nunca puedo entender que pasa por tu cabeza. Expresas tu desagrado fácilmente, pero jamás otra emoción.

-No entiendo… - Estaba expectante a su respuesta. Ella sonrió, suspirando y volviendo a coger mi mano.

-Lo sé, Lucy no es necesario que lo entiendas todo. Pero debes saber que no todo el mundo está en tu contra. Algunos queremos ser más cercanos, y tú levantas tantas paredes que me siento en un laberinto. Está bien confiar en las personas, no en todas. Solo en aquellas que hayas comprobado que tienen ganas de quedarse a tu lado.

-¿Cómo sé eso?

-¿Qué desean quedarse? – Asentí.

-Te puedo hablar desde mi caso en particular. No me he alejado a pesar de que varias veces me empujaste al límite de la paciencia.

Eso lo entendía aún menos, porque te quedarías alado de alguien que no te da nada - ¿Por qué estás aquí entonces?

-He visto a la Lucy real algunas veces. Cuando te descuidas dejas salir a esa niña encantadora, que te cuida como si fueras su hermana y te defiende de matones – La sonrisa fue tan grande, casi contagiosa – No lo recuerdas, pero para mí eres una heroína.

-¿Te salve?

-Así es, y aunque no te lo propusiste jamás. Me has ayudado a cambiar para bien, por lo cual te estaré eternamente agradecida.

Esa es una perspectiva que nunca consideré, como la mayoría de las personas que me rodearon estaban llenas de comentarios negativos sobre mí, he perdido de vista quien soy. Al final con Natsu hice exactamente lo mismo, el no hizo nada malo. Fui yo la que dejó a su máscara adueñarse, temía salir dañada e intente defenderme de un ataque imaginario. Tal vez debería contactarlo y disculparme.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Nos vemos en el siguiente capítulo :3