Disclaimer: Black Clover y sus personajes pertenecen a Yūki Tabata.


-La extraña casualidad de encontrarte-

[Yamichar Week 2023]

Día 2. 'Festival'


La noche brillaba con un fulgor extraño y completamente nuevo para sus ojos azules, que jamás lo habían presenciado antes, porque las estrellas y hasta la luna se sentían mucho más apagadas en la ciudad, donde las luces artificiales solían opacarlo todo.

A Charlotte le gustaba mucho ese sitio. Era tranquilo, rural, era cierto que la gente seguía teniendo preocupaciones debido a la inestabilidad de la situación del país y a sus propios problemas, pero parecían tomárselo todo con más calma. Ella, sin embargo, que había crecido entre los nobles y después se había unido a los caballeros mágicos para salvaguardar la integridad y seguridad del Reino del Trébol, estaba acostumbrada a un ritmo de vida frenético y que le había pasado factura en los últimos meses.

La intensidad y virulencia de la guerra la habían dejado completamente agotada, así que se alegró mucho cuando la incluyeron en los planes de aquella celebración que se llevaría a cabo en el País del Sol. Ryūya, el shogun de esas tierras —que desempeñaba básicamente el mismo papel que el del Rey Mago— había invitado a todos los capitanes y a sus caballeros mágicos para celebrar la victoria de una guerra que había puesto en jaque a prácticamente el mundo entero. Pero el Reino del Trébol no estaba en posición de quedar desprotegido en un momento de especial peligro, ya que sus defensas se habían debilitado considerablemente y podría ser un blanco fácil ahora que había visto mermadas sus fuerzas, así que se hizo una selección. Los demás caballeros mágicos no viajarían al País del Sol, sino que se quedarían defendiendo sus fronteras.

A Charlotte le agradaba haber viajado junto a algunos de sus compañeros. Sin embargo, el hecho de que Yami estuviera allí también la inquietaba un poco. Tras finalizar la guerra, cumplió su promesa. Y aunque no la había rechazado rotundamente, la cita del té tampoco se había desarrollado como ella deseaba, pues el Capitán de los Toros Negros se mostró enormemente agradecido y halagado por sus sentimientos, pero le dijo que necesitaba tiempo para procesarlos.

Desde ese día, no habían hablado de nada que no tuviera que ver con el trabajo o sus responsabilidades, así que se sentía un poco fuera de lugar que fueran juntos a un festival, que además ella no sabía muy bien cómo funcionaba.

Pensó en un principio que tal vez era buena idea ir con todos los demás, pues eso la ayudaría a distraerse y a no pensar tanto, pero dándole un par de vueltas, llegó a la conclusión de que lo mejor era ir sola. Daría un simple paseo para conocer el ambiente y volvería a su habitación temprano, porque ni siquiera tenía demasiadas ganas de celebraciones.

Sin embargo, no contaba con que había otra persona que tenía planes distintos para ella y que, tras haber tenido una larga conversación con su hermano sobre el resumen de una vida entera tras estar alejados por demasiado tiempo debido a una farsa para protegerla, había decidido ayudarlo.

Charlotte escuchó a alguien tocando a la puerta de la habitación en la que se alojaba. Suspiró levemente, porque no le apetecía demasiado recibir a nadie. Soltó el cepillo que había usado para peinar su cabello hasta ese momento y, con voz clara y en tono alto, dijo: «pasa». Pensaba que sería algún capitán o incluso Sol, que también había ido con ellos, pero se equivocó. Ver al shogun del país le habría resultado más verosímil que observar a la hermana pequeña de Yami mirándola desde arriba con ojos lacerantes que pronto se suavizaron para dotar a su gesto de una gran serenidad.

Se levantó de forma automática. No habían intercambiado demasiadas palabras desde que se conocieron, pero le agradaba en cierto modo. Se veía que era una chica con mucho carácter, directa y algo difícil y, como compartía algunas de esas características en su personalidad, no le costó demasiado empatizar con ella. Ambas habían tenido un pasado duro también. Y no es que conociera todos los detalles, pero sus ojos estaban llenos de un desasosiego profundo algunas veces que reconocía perfectamente porque lo había experimentado en su propia piel.

—Perdone que la moleste, Capitana Roselei.

—No seas tan formal, por favor. Me llamo Charlotte. Tú Ichika, ¿verdad? —La chica asintió—. Creo que no hemos tenido la oportunidad de hablar a solas. ¿En qué puedo ayudarte?

Ichika sonrió muy levemente, recordándole que era la hermana de Yami, pues ese gesto también se lo había visto a él en las pocas ocasiones en las que estaba tranquilo a su alrededor y no intentando avergonzarla.

—Venía a traerte algo. Para el festival.

Charlotte observó la caja que traía entre sus manos. Después, la vio arrodillándose en el suelo, así que ella también se sentó a su lado. Abrió la caja y sacó una especie de tela rosa muy clara, adornada con unas flores del mismo color pero de un tono más intenso, y que había podido observar en los árboles que decoraban las calles de esa tierra.

—¿Esto es…?

—Es un yukata. Lo usamos en los festivales. Pensé que este color te iría bien.

La Capitana de las Rosas Azules se levantó entonces para desplegar la tela y poder observarla con más detenimiento. Le dio un par de vueltas, pero no encontraba el principio y el final de la prenda, así que frunció el ceño mientras la miraba con un poco de desconcierto. Escuchó a Ichika riéndose y después la miró. La joven se levantó y sujetó la tela entre sus manos.

—Es un poco difícil de poner si no estás acostumbrada. Puedo ayudarte. Y hacerte un moño también. He visto que te peinas muchas veces con uno, pero el que las mujeres llevamos aquí para los festivales es distinto. Te quedará muy bien.

—Te lo agradezco mucho. No sé muy bien cómo funciona el festival en sí, si te soy sincera.

—Es algo sencillo. Es una celebración, básicamente. Hay música, puestos de comida y de artesanía y fuegos artificiales. Son muy bonitos.

—Tiene buena pinta. Aunque no creo que pase mucho rato por allí.

—¿No vas con mi hermano?

Charlotte enrojeció un poco por la pregunta. No sabía qué podría imaginarse esa chica que pasaba entre su hermano y ella, pero no creía que hubiera podido hacer alguna suposición sobre ambos capitanes, ya que apenas habían interactuado desde que habían llegado al País del Sol.

—No. Iré sola.

—¿Pero él te ha propuesto que vayáis juntos?

—No —contestó Charlotte con confusión—. Mi relación con tu hermano es un poco complicada.

—Lo sé, pero hablamos y… bueno, no sé hasta qué punto puedo decirte esto así que mejor me callo.

Enarcó una ceja mientras la miraba. La vergüenza se había esfumado para dar paso a la curiosidad. ¿Yami le hablaba sobre ella a su propia hermana? Eso era ciertamente desconcertante. Le parecía un hombre que se guardaba mucho sus sentimientos, pero también era cierto que no lo conocía todo lo que le gustaría, así que sus suposiciones sobre él podrían no ser acertadas.

—Da igual —dijo Ichika, replicándose a sí misma—. Te ayudaré a prepararte. El festival empieza pronto.

Charlotte asintió y se dejó ayudar. Ichika le colocó el yukata, la peinó e incluso la maquilló un poco, aunque ella insistió en que era innecesario porque no solía hacerlo. El resultado final, sin embargo, le gustó mucho. Aquella prenda era una especie de vestido bastante ceñido, pero la tela era hermosa. El moño también era muy bonito, a pesar de que era distinto del que ella se solía hacer, y el maquillaje era muy natural. Al observarse en el espejo, se reconoció perfectamente, aunque llevara un atuendo que nunca antes había usado, y eso le agradó.

Le agradeció enormemente el gesto a Ichika, que le sonrió con dulzura por sus palabras. Se dispuso a salir de la habitación mientras seguían charlando, pero, cuando abrió la puerta, tuvo que detenerse en seco para no darse de bruces con el cuerpo de Yami, que la miraba con una sonrisa socarrona adornando sus labios. No estaba fumando. Llevaba una prenda similar a la suya, pero que a la vez era distinta, pues tenía un color gris apagado y la cinta que la sujetaba no iba debajo del pecho, sino cerca de las caderas. Le quedaba muy bien.

—Hola, Reina de las Espinas. Venía para... —Yami dejó de hablar al observar que su hermana estaba allí—. Oye, mocosa, ¿qué estás haciendo aquí?

—Le he traído a Charlotte el yukata para el festival y la he ayudado a ponérselo. Tú deberías haber venido con un poco más de antelación. Ya sabes, como lo hablamos.

—Bueno, no es necesario que saques ese tema aquí —le replicó con una mirada acusatoria—. En cualquier caso, Charlotte —dijo, dirigiendo de nuevo su mirada oscura hacia la mujer—, venía a buscarte para que fuéramos juntos al festival. Si te apetece.

—Claro. Así me lo enseñas.

Los tres salieron a la calle y Yami y Charlotte se despidieron de Ichika, que fue a prepararse también. Ambos capitanes se marcharon hacia el festival juntos, pero sin hablar demasiado. La tendencia de todos modos había sido esa durante las últimas semanas, así que les resultaba un tanto difícil romperla. Pero cambió cuando se adentraron en las calles adornadas con luces centelleantes, puestos y gente amable. Yami fue contándole a Charlotte todo lo que tenía que ver con los festivales de su tierra natal y ella cada vez fue interesándose más por la cultura de ese país que le maravillaba.

Tras andar durante bastante rato, decidieron sentarse en un puesto en el que había además mesas y sillas. Yami pidió una cerveza y le preguntó a Charlotte si quería una, pero ella declinó la oferta rápidamente, porque el alcohol no era su mejor amigo y no quería hacer el ridículo estando tan lejos de casa.

—Podemos ir a comer algo luego. ¿Tienes hambre?

—Ahora mismo no. Creo que está bien que lo dejemos para más tarde.

Yami le volvió a sonreír. Se quedó mirándola tan intensamente que Charlotte se sintió algo incómoda, pero decidió que tal vez era mejor hacer lo mismo. Se notaba que quería observarla, que no lo hacía por compromiso, y que la había invitado porque le apetecía pasar tiempo con ella y eso la hacía tremendamente feliz.

Esa era la ocasión en la que lo había visto más horas seguidas sin fumar. No podía negar que siempre había pensado que el cigarro pegado a sus labios le daba un atractivo enorme, pero la idea de que se reprimiera de llevar a cabo un hábito tan poco saludable como ese cuando estaba pasando tiempo a su lado le encantó. Se le notaba algo cansado también. No había tenido oportunidades de hablar demasiado con él tras la finalización de la guerra, pero sabía que le había afectado mucho y le había dejado graves secuelas. Encontrarse de bruces con el pasado más doloroso no le había resultado algo fácil y lo entendía, pero no quería sacarle el tema para reabrirle las heridas que se estaba cosiendo e intentando sanar.

—¿Te gusta el festival?

—Es precioso. Muy colorido. Jamás lo habría imaginado así.

—Me alegra mucho. Mi madre me traía siempre. La verdad es que... la echo de menos.

Charlotte observó un cambio veloz en el brillo de sus ojos. Le sorprendió que le hablara de su familia, pero supuso que quería marcar un inicio para que pudieran empezar a estrechar lazos, así que lo tomó.

—¿Cómo era?

—Muy parecida a mi hermana, tanto en el físico como en el carácter. Era una persona muy buena y a la que le gustaba ayudar a los demás. Recuerdo que cuando murió, solía pensar que era injusto porque sus hijos la necesitábamos. Pero con el tiempo entendí que la muerte es algo simplemente natural y que la justicia no incide en ella. Me costó, pero lo acabé comprendiendo.

—Es normal que la extrañes. Pero al menos ahora has recuperado a tu hermana. Aprovéchalo.

Yami sonrió y asintió. Buscó su mano, que estaba posada en la superficie de madera de la mesa, y colocó la suya encima, haciendo que Charlotte se estremeciera.

—No te lo he dicho hasta ahora, pero llevo pensando desde que te he visto que estás increíblemente preciosa. Te sienta muy bien este lugar.

—Gracias —dijo la mujer con un tono algo tímido, pero sin tener la exacerbada reacción vergonzosa que ambos esperaban.

—Me alegra que te guste el festival, pero todavía queda la mejor parte —aseguró él tras detener la caricia.

—¿Cuál es?

—Los fuegos artificiales. Vamos, se ven mejor si nos alejamos de aquí.

Yami se levantó y Charlotte simplemente la imitó. Estaba muy tranquila. Estaban pasando una noche muy agradable e incluso se podría considerar que, ahora sí, estaban teniendo una cita de verdad. No lo estropearía presionándolo ni preguntándole si sus pensamientos se habían aclarado. Solo quería disfrutar sin pensar de más y dejarse llevar.

Se apartaron un poco del bullicio del festival y se sentaron en una ladera. A los pocos minutos, lo pólvora comenzó a explotar y el negro de la noche a teñirse de brillantes y vibrantes colores que dejaron a Charlotte en silencio y mirando directamente hacia el cielo sin cesar.

Sin embargo, de pronto sintió la cabeza de Yami sobre su hombro y un suspiro pesado escapándose de entre sus labios. Lo miró de reojo sin moverse demasiado, esperando a que hablara porque sabía que lo haría. En efecto, así sucedió.

—Lo siento, Charlotte.

—¿Por qué dices eso?

Una especie de nudo invisible apretó su garganta. ¿Significaba eso que había llegado a la conclusión de que debían seguir siendo compañeros y nada más? ¿Quería que fueran amigos pero no podía asegurarle que otro tipo de acercamiento se fuera a producir entre ellos? Su cerebro era una amalgama nerviosa de pensamientos negativos, pero no los verbalizó. Esperó en silencio a que él le contestara para no seguir martirizándose con meras especulaciones.

—Necesito más tiempo.

Charlotte entonces sonrió aliviada, porque aquella frase dejaba aún la puerta entreabierta a la posibilidad de que él descubriera que sus sentimientos iban mucho más allá del afecto o la camaradería que compartían dos personas del mismo rango.

—Está bien.

—Lo siento de verdad.

—No lo sientas. He esperado durante muchos años. No me supondrá una dificultad insalvable esperar un poco más.

—Te prometo que haré que valga la pena.

—Ya vale la pena, Yami —aseguró ella genuinamente.

—Me gustaría que pasáramos más tiempo juntos. Me ayudaría a aclarar todo esto que siento y que no sé muy bien qué es.

—Eso… me encantaría.

El silenció volvió a ocupar su sitio y ella tan solo se limitó a inclinar un poco su cabeza para apoyarla encima de la de Yami, que aún descansaba sobre su hombro.

Lo entendía. Comprendía que estaba confuso porque probablemente estaba lidiando con sentimientos nuevos que nunca había experimentado y quería estar completamente seguro antes de darle una respuesta porque no quería hacerle daño. Estaba realmente convencida de que eso era lo que le sucedía, porque Charlotte podía notar que no se comportaba como siempre y que ella verdaderamente le importaba de un modo mucho más profundo.

Justo como le acababa de decir, no le importaba esperar un poco más. La década en la que había estado escondiendo sus sentimientos la había convertido en una persona extremadamente paciente, así que respetar los tiempos de Yami no le resultaría tan duro, mucho menos si además iban acercándose paulatinamente el uno al otro.

De todas formas, estaba completamente segura de que el proceso y el resultado final valdrían completamente la pena, porque sabía bien que le brindarían toda la felicidad y el amor que merecía y que llevaba anhelando durante tanto tiempo.


FIN


Nota de la autora:

Todo el que lleva leyéndome un tiempo sabe que me encanta imaginarme a Charlotte interesándose por la cultura de Yami. Y ya he escrito varias veces yamichar en el que estuvieran en un festival, pero es que me sigue encantaaaaaaando, así que este prompt me gustó mucho

Sí, aquí están mis aportaciones para la yamichar week. Ayer no estuve porque el prompt estaba muy enfocado al AU y sabéis que no hago, pero intentaré estar en todos los demás días. Ya tengo otros dos one-shots más además de este, así que creo que, si soy disciplinada y sigo el ritmo que tengo pensado, los sacaré. Así que nos leeremos mañana.

¡Muchas gracias por pasar a leer!