TODO LO QUE NO NOS DIJIMOS

CAPÍTULO 8

COMENTARIOS INAPROPIADOS

Un año antes…

Una brusca sacudida acompañada de los gritos de su tía despertó a la pequeña Andressa.

—¡Eres una asquerosa! — Le gritó su tía mientras la obligaba a levantarse de la cama tirando de su brazo— ¿Ya viste lo que hiciste?

Ante los gritos, la pequeña comenzó a temblar, y de pronto, la mujer le metió una sonora bofetada qué provocó que la pequeña rompiera en llanto. Su tía entonces la tomó del cabello, y la obligó a darse media vuelta.

—¿No se te hace asqueroso eso?

La pequeña estaba tan aterrada que lo único que hacía era llorar desconsolada y gritó esperando que mamá hubiera vuelto, pero mamá no llegó, y su tía le empujó el rostro contra aquella mancha seca de orina.

—No huele bien ¿Verdad? — Le preguntó cuando la liberó

La pequeña estaba tan aterrorizada que sólo negó moviendo la cabeza.

—Pues para la otra que vuelvas a orinarte en la cama haré qué te tragues tu orina— Dijo la mujer— ¡Y deja de llorar! —Le gritó su tía al tiempo que le golpeaba de nuevo en la cara— Por desgracia tu mamá salió con vida, pero si le dices que tu abuela y yo te pegamos ella se muere y a ti te corto la lengua.

La tía ya estaba por retirarse, pero entonces se dio la media vuelta, y Andressa tembló de miedo.

—Ojalá las dos se hubieran largado a Estados Unidos con tu padre, pero ni él las quiere en su vida y las dejó aquí estorbando y viviendo de nosotros.

Poco después, la mucama Kikyo entró a la habitación para preparar el baño, y la mujer, al verla llorar, se acercó a ella.

—Mi niña, no estés triste. Ya viene mami dentro de poco.

Aquella mujer de servicio era la única persona que trataba bien a Andressa en Villa Sanjoi, y nada más verla, la niña buscó su abrazo.

—Andy, sabes que no te puedo dar abrazos o me regañan— Le dijo la mujer apartándola suavemente de su lado— Pero ¿Sabes qué? Vamos a hacer una cosa. Te voy a preparar la tina de baño con agua tibia y te voy a regalar este patito para que juegues en el agua— Dijo la mujer mientras le entregaba aquel juguete de plástico que había estado guardando en los bolsillos de su falda.

La pequeña, al ver el juguete, de nuevo dejó escapar un sollozo, pues aunque los Sanjoi eran muy ricos y su mamá le compraba muchos juguetes, nunca había recibido un regalo de los abuelos o las tías Sanjoi como sus demás primos.

De pronto, la puerta de la habitación se abrió, y al levantar la vista, la mirada de la pequeña se iluminó al ver a su mamá.

—¡Makoto, se te abrirá la herida! — Exclamó Masato mientras caminaba tras ella.

La pequeña Andressa de inmediato se puso de pie y corrió hacia su madre, abrazándose a sus piernas mientras lloraba.

—¡Andy, con cuidado, vas a lastimar a tu madre!— Exclamó la sirvienta.

—¡Mi niña!— Exclamó Makoto acariciando los cabellos de la pequeña— No te puedo levantar en brazos porque si se me abre la herida voy a tener que ir de nuevo al hospital.

—¿Cómo se siente, señora?— preguntó la mucama.

—Mejor, Kikyo. Me dieron medicamento para el dolor. Gracias por preguntar— Dijo Makoto

Poco después, la cama fue limpiada, y Andressa sintió que estaba a salvo cuando su madre se metió a la cama junto con ella, sin embargo, por las palabras de la sirvienta y de su misma madre, tenía miedo abrazarla y que su abrazo fuera a lastimarla.

—Mi niña, ¿Por qué no quieres abrazarme?

Los ojos de Andressa se llenaron de lágrimas

—No quiero que se te abra la herida porque te van a llevar al hospital y nos van a separar.

Makoto se acercó a su pequeña y la abrazo.

—¡No, mi chiquita! Sólo no te puedo levantar en brazos ni agacharme, pero aquí sentada en la cama si puedo abrazarte— Susurró Makoto atrayéndola a su regazo— Mi bebita hermosa. Nunca voy a volver a separarme de ti. ¿Me puedes decir por qué te orinaste en la cama? Desde hace más de un año no lo hacías.

—Me dio miedo dormir sola.

—¿Te dieron comida y cena ayer?— Le pregunto Makoto

—Sí.

— ¿Alguien te hizo algo que no te gustara?

Andressa por un momento pensó en decirle que la abuela Hatsumono y la tía Sonomi le habían revelado que Masato no era su padre y que la habían golpeado, pero tenía miedo de que eso matara a mama y quedarse sola para siempre, así que negó con la cabeza, y recargo su cabeza en el pecho de su madre.

—Te quiero mami

—Yo te quiero mas, mi niñita.

Fin del sueño

Cuando la pequeña Andressa despertó y se dio cuenta de que estaba sola dentro de una habitación de blancas paredes, aparatos extraños y con yeso un su brazo y mano derecha, se asustó y comenzó a llorar, pues suponía que la abuela la había puesto ahí, pero entonces la puerta se abrió y vio entrar a una enfermera de mediana edad que iba empujando un carrito con medicamentos.

—Hola pequeña, ¿Por qué lloras? ¿Te duele algo?

Andressa negó moviendo la cabeza de un lado a otro.

—Bueno, entonces no tengas miedo— Dijo la enfermera—Tu brazo pronto va a estar bien y te vas a poder ir a casa.

—¿Con mi mami?

—Sí, con tu mami— Respondió la enferma ignorando que Makoto no estaba en posibilidades de estar a su lado—¿Te gustan las películas de princesas? — Preguntó la enfermera mientras ponía medicamento en el suero de Andressa

—Sí

—¿Cuáles?

—Frozen y Rapunzel— Susurró Andressa

—A mi nieta también le gustan— Dijo la enfermera—¿Quieres que te las ponga?

Andressa ya más tranquila asintió, al tiempo que le contestaba a la enfermera preguntas sobre sus juguetes favoritos.

-0-0-0-

P.O.V. MAKOTO

La puerta se abre y veo entrar a la bruja de mi suegra, y temo que le haga daño a mi cuerpo terrenal el cual aún no logro controlar.

—Adivina quién está aquí— Me reta

Evidentemente no sé, pero siento angustia de sólo pensar en la respuesta.

—Tu bastarda— Me dice— Hoy vine por ella. El idiota de Andrew y mi ex sobrino Darien trataron de impedirmelo pero tu mocosa salió corriendo y la arrolló un auto. Una pena que no se murió

—¡No te atrevas a tocar a mi niña o te mato, estúpida! — La amenazó, pero no me escucha.

—Pero eso te pasa por ser una trepadora cazafortunas— Me dice— Sí te hubieras largado con Andrew cuando él se regresó a Estados Unidos. ¡Pero no! Preferiste meter a tu engendra en la familia y asegurarte la fortuna Sanjoi pese a que no hija no lo es de sangre.

—¡No me fui porque su querido hijito me amenazó, vieja estupida!

—¿Pues sabes qué, Makoto? Si yo perdí a mi hijo en ese accidente donde por desgracia sobrevivió la bastarda y además heredó la fortuna Sanjoi sin serlo, entonces me encargaré de que no tenga paz y de que ni Andrew ni esas dos zorras de Rei y Minako vuelvan a poner un pie en este hospital ni a acercarse a la bastarda.

—¡Usted no puede hacer eso! Andrew es el padre de Andressa.

De pronto, la mujer se acerca a mi cuerpo y susurra a mi oído.

—¿Recuerdas cuando te operaron de urgencia hace un año? Me di el gusto de darle un par de cachetadas a tu mocosa y de decirle en la cara que no era una Sanjoi.

Aquella noticia me pone furiosa, y trato de usar las técnicas de karate que aprendí en mi infancia para atacarla, pero mis golpes no llegan a herirla. ¡Ni siquiera los siente ni es capaz de verme!, y la veo caminar hacia la puerta,pero antes de salir, se da media vuelta y da unos cuantos pasos.

—Por cierto, voy a ver a esa mocosa. Le compré galletitas de nuez.

—¡No! No te atrevas a darle eso—Grito asustada, sin embargo, no me escucha y se da media vuelta.

Asustada ante el daño que le quiere hacer a mi hija intento detenerla por la fuerza, pero aunque siempre fui más fuerte y llegué a golpearla, esta vez no soy capaz de detenerla, sin embargo, cuando Hatsumono Sanjoi lleva su mano al picaporte de la puerta y la abre, no sé cómo pero consigo cerrarla. ¡La bruja no saldrá de aquí!

Hatsumono se desconcierta ante el suceso, y vuelve a abrir la puerta, pero una vez más lucho por cerrarla.

—¡Qué demonios! — Refunfuña asustada mientras lucha para que no se le cierre, y por suerte consigo vencerla, pero entonces un grito escapa de su garganta porque sus dedos han quedado prensados.

—¡Auxilio! —Grita desesperada la maldita, y aunque intento golpearla sin éxito, me regocijo al ver sus dedos prensados por la puerta mientras desesperada intenta abrirla con la otra mano.

-0-0-0

Por más que Andrew suplicó a los policías que custodiaba el hospital para que lo dejaran entrar e incluso tratara de sobornarlos con dinero, no lo había conseguido, por lo que no le había quedado de otra que retirarse con Darien.

—Es que como se te ocurre querer sobornarlos— Lo regañó Darien cuando iban regresando a tu casa— Suerte tienes de que no te pusieran cargos.

—Pues si no puedo apartar a mi hija de los Sanjoi por las buenas, entonces quizá será por las malas.

—¿Qué tratas de decir? — Preguntó Darien mientras abría la puerta de su casa.

—Yakuzas.

La puerta entonces se abrió, y ambos se encontraron con Rei, quien estaba acompañada de su madre y Minako.

—¡Deja de hacer cosas que solo empeorarán tu situación, Andrew! — Exclamó Rei.

—¿Más? — Cuestionó Andrew— Mi hija y Makoto están a merced de esa familia que las maltrata. ¿Cómo puede empeorar?

—Pues si quieres conseguir ganar su custodia siendo que no eres su padre ante la ley debes de tener una conducta intachable y mostrar que eres una mejor opción que los Sanjoi— Dijo Rei

—¡Por dios, Rei! Soy divorciado, un Hafu qué no es considerado lo suficiente Japonés y no tengo lazos con este país. No la tengo fácil y como abogada seguro lo sabes.

—Pero no hay sospechas de que tú hayas provocado el accidente donde murió Masato.

—¿Qué? — Cuestionó Andrew sorprendido.

—Lo que escuchaste— Dijo Rei— Todo indica que el accidente fue provocado, y tomando en cuenta que tu hija sin ser una Sanjoi de sangre se convirtió en la heredera de la fortuna Sanjoi por ser la primera bisnieta en nacer de esa generación y que además era maltratada e intentaron secuestrarla, es algo que pone a los Sanjoi bajo sospecha.

—¡Si alguien les quiere hacer daño entonces debo regresar!

—En este momento mi padre va para allá, y de cualquier forma ya debe de estar por llegarle la notificación a los Sanjoi de no acercarse a Andressa.

-0-0-0-

Por un momento, Andressa había logrado tranquilizarse al charlar con aquella amigable enfermera que le puso dibujos animados, sin embargo, de pronto la puerta se abrió, y la pequeña comenzó a ponerse nerviosa cuando miró a Hatsumono Sanjoi.

—¡Mi niña hermosa ya despertó! — Exclamó la mujer

—¿Ves, Andressa? Tu abuela ya está aquí — Dijo la enfermera— Ya no estarás sola y en un rato más seguro te darán de alta.

Cuando Andressa vio a la enfermera a punto de irse para dejarla sola con la abuela, comenzó a llorar, sin embargo, Hatsumono Sanjoi logró convencer a la enfermera de que aquel era un berrinche de Andressa, y pronto quedaron a solas.

—¡Andressa tranquila! — Exclamó la abuela con fingida dulzura mientras abría un paquete de galletas— Mira, te traje galletitas. ¡Toma una!

—¡No puedo comer galletas si mi mami no las prueba primero! — Dijo nerviosa.

—Pues mami murió, y ahora me obedeces a mí .

Andressa ante la noticia de que su madre había muerto comenzó a llorar asustada, pues aunque no sabía expresarlo con palabras, mamá era su persona favorita y con quien no sentía miedo de nada.

—¡Cállate y come!

Andressa se negó a comer, así que Hatsumono en un arranque de desesperación levantó la mano para golpearla, ante lo cual Andressa cerró los ojos y se estremeció, pero el golpe nunca llegó porque la puerta se abrió de golpe y escuchó una voz masculina ordenandole algo que no esperaba.

—¡Señora Sonomi Sanjoi, le vamos a pedir que se retire de esta habitación por favor!

Sonomi Sanjoi se dio media vuelta, y se sorprendió al ver que se trataba de los mismos policías que había llevado a casa de su sobrino Darien hace un par de horas para llevarse a Andressa.

-0-0-0-

8 años antes…

—¡Si solicitas el divorcio me encargaré de que tu abuela termine sus días en el corredor de la muerte y que sea ejecutada pronto!

Tras escuchar la amenaza de Masato, Makoto dejó caer su maleta y se dio media vuelta para encontrarse con su mirada.

—¡Eres un ser despreciable! — Exclamó Makoto furiosa

—¡Por favor no me dejes! — Suplicó Masato

—¿Para qué demonios me quieres si ni siquiera…

—¡Por favor, Makoto! — Suplicó Masato— Conmigo tienes lo que cualquier mujer de tu clase ni siquiera soñaría: Un apellido de renombre, dinero para que gastes a tu antojo en ti y en tu abuela, libertad porque ni siquiera te prohíbo que vayas a donde quieras ni que salgas con la golfa de Minako, protección para ti y tu abuela, pero si me dejas…

Masato guardó silencio, y Makoto le metió un puñetazo en el rostro, provocando que por un momento se aturdiera y que un hillillo de sangre corriera por la comisura de sus labios.

—¿Qué demonios te pasa?

—¡No vuelvas a insultar a mi amiga ni a amenazarme con hacerle daño a mi abuela!— Le gritó Makoto— Seguiremos casados si eso es lo que quieres, pero o consigues un departamento donde podamos vivir sin la presencia de tu detestable familia o voy romperle la cara al próximo Sanjoi que me insulte, y eso incluye a tu abuela y a tu madre. ¡Ahora largo de mi recamara!

Cuando Masato salió de la habitación, Makoto cerró la puerta de golpe, y una vez a solas, rompió a llorar de rabia ante la impotencia de saberse atada a un hombre que con cada infidelidad la humillaba.

De pronto escuchó su móvil sonar, y cuando lo tomó se dio cuenta de que era una llamada de Andrew, sin embargo, no quería que la escuchara llorar, por lo que desvió la llamada y abrió su Line donde tenía dos mensajes de él.

Andrew F: No me pasaste tu ubicación.

Andrew F: ¿Está todo bien? ¿Llegaste a casa?

Makoto recordó entonces que cuando se habían despedido en la estación de taxis habían quedado de que ella le pasaría su ubicación y que además le avisaría cuando llegara, pero lo había olvidado; sin embargo, se dio a la tarea de responderle.

Makoto: Perdón por no responder. Ya estoy en casa.

Andrew: Me alegra saberlo. Estaba a punto de tocar el timbre de Villa Sanjoi

Makoto: ¿Es en serio?

Andrew: Puedes asomarte por tu balcón para confirmarlo por ti misma.

Makoto se puso de pie, y con celular en mano, caminó hacia el ventanal que daba hacia el balcón de su habitación para abrir las puertas corredizas, desde donde podía ver hacia la calle y miró en ese momento el auto de su amante, lo cual provocó que una sonrisa apareciera en sus labios.

De pronto, el sonido de su móvil llamó su atención, y al ver que era un mensaje de Andrew lo abrió:

Andrew: Bueno, la señorita ya está a salvo. Podré dormir tranquilo.

Makoto: ¡Bobo! Para tu tranquilidad, de niña practiqué karate.

Andrew: ¡Interesante! No lo hubiera imaginado

Makoto recordó que poco después de haberse casado con Masato, ella había querido utilizar parte del dinero que le daba su marido en pagarse clases de artes marciales, sin embargo, a Masato le había parecido algo inapropiado para una señora Sanjoi.

Makoto: ¿Por qué?

Andrew: No te imagino peleando.

Makoto: ¿No te agrada?

Andrew: Para ser honesto no mucho.

Makoto: ¿Por qué soy mujer?

Andrew: Oh, no es por eso. Digamos que de niño y adolescente mi padre me obligó a tomar clases de karate y judo y le tomé aversión, pero si a ti te gusta te apoyo con eso.

Makoto, sin darse cuenta, suspiró ante aquel último mensaje.

Makoto: ¿Por qué lo hicieron?

Andrew: El problema era que en mi infancia no me gustaban las cosas que les gustan a la mayoría de los niños. No me gustaba el yakyu cuando estabamos en Japón , tampoco el futbol americano cuando llegamos a Estados Unidos, no me gustaba ningún deporte, tampoco me gustaba jugar con pistolas de juguetes ni los juegos bruscos, y papá creía que era un síntoma de que su hijo era gay, así que me obligó por años a practicar karate y judo a cambio de darme lo que yo si quería.

Makoto: Lamento que te obligaran a hacer algo que no querías.

Andrew: Ya no importa.

Makoto: Entraré a dormir, Andrew.

Andrew: Y yo me retiraré a casa. Pasa buenas noches.

-0-0-0-

Si bien a Makoto no le quedó de otra que seguir casada con Masato, verlo le causaba sentimientos encontrados y al resto de los Sanjoi los detestaba, por lo que para evitar verlos, salía de Villa Sanjoi desde antes de la hora del desayuno para evitar tener que verlos, y dado que a su marido sólo le interesaba que no se divorciaran y que llegara a dormir, no volvía hasta pasada la hora de la cena para poder ir directamente a su recamara sin tener que convivir con ningún miembro de la familia.

Sin embargo, aunque su matrimonio era un fracaso que por momentos la ponía triste, las charlas con Andrew a través de Line donde se contaban que hacían en su día a día la hacían sonreír, y a veces reír a carcajadas; así pues, aquella tarde de jueves, cuando después de tres horas de no escribirse escuchó aquel timbre, de inmediato lo tomó.

Andrew: ¿Cómo va tu día?

Makoto de inmediato le tomó una fotografía al pastel de dos pisos decorado con flores y mariposas comestibles que ella misma había preparado y decorado y se la mandó a Andrew.

Andrew: Eso se ve delicioso. ¿De qué es?

Makoto: Red Velvet con relleno de cheesecake y cubierta de queso crema.

Andrew: Mi sabor favorito.

Makoto sonrió al leer su respuesta. Por supuesto que sabía que era su sabor favorito. Se lo había dicho hacía dos días en una de sus charlas a través de Line, y dado que el chef que impartía la clase de diseño de pasteles les había dejado elegir el sabor del pastel, había decidido hacerlo del sabor favorito de Andrew.

Makoto: Te guardaré una rebanada para mañana que te vea.

Andrew: ¿Y si te invito a comer hoy?

Makoto se puso feliz al leer aquella propuesta, pues habían quedado de verse el viernes.

Andrew: Sé que habíamos quedado de vernos hasta mañana, pero uno de los departamentos de mi padre fue desocupado y debo de ir a tomarle nuevas fotos para anunciar que está en renta. Queda cerca de tu facultad, así que podría invitarte a comer.

Makoto: Me parece perfecto.

-0-0-0-

Cuando Andrew estacionó su auto dentro del estacionamiento de Le Cordon Bleu Tokio y estaba a punto de bajar, escuchó el timbre de su móvil sonar, así que de inmediato lo revisó , y por una ironía del destino, aquel mensaje era nada más y nada menos de Masato Sanjoi.

Masato: Hola Andrew. Me comentó Darien que se te había desocupado uno de los departamentos . ¿Aún no tienes inquilino?

Andrew: No. ¿Por qué?

Masato: Necesito alquilar uno.

Andrew supuso que dado que Naru estaba embarazada, quizá Masato estaba considerando rentar un lugar para ella y el hijo que esperaban.

Andrew: ¿Te está exigiendo departamento Naru?

Masato: De hecho tanto Makoto como Naru me están exigiendo departamento, pero es para Naru. A Makoto ya se le pasará el berrinche.

Andrew de pronto se molestó por como Masato hablaba de Makoto, sin embargo, sabía que no era apropiado hacerle un reclamo.

De pronto, también le pasó por la mente que si le rentaba aquel departamento a Masato para que metiera ahí a su amante podía afectar su extraña pero agradable relación con Makoto, y de pronto, se sorprendió de sí mismo al darse cuenta de que estaba considerando los sentimientos de Makoto.

Andrew : Tengo cita con un potencial inquilino. Entenderás que no le puedo quedar mal, pero si no acepta te aviso.

Masato: De acuerdo. Me avisas. A Naru le encantaría vivir en ese condominio.

-0-0-0-

Tras finalizar el intercambio de mensajes con Masato, Andrew bajó del auto, y tan pronto como puso un pie dentro del campus, la miró sentada en una de las bancas, cuidando de su bello pastel.

—¿Nos vamos?

Ella sonrió al verlo, y antes de que ella pudiera decir algo, él tomó con cuidado aquel pastel de dos pisos.

Tras abordar el auto, no tardaron mucho en llegar al departamento, y nada más entrar y dejar el pastel sobre la mesa, Andrew dejó de contenerse y se acercó a Makoto para romper la distancia que los separaba y probar una vez el sabor de sus labios.

—Te voy a ensuciar— Susurró Makoto cuando sus labios se separaron.

—¿De qué?

—¿No es obvio? Vengo saliendo de una cocina, y tengo restos de harina en mi filipina.

Andrew rió ante el comentario de ella.

—Eso no verdad, pero si fuera cierto no me importaría que me ensuciaras— Dijo él — Aunque si te preocupa, no me molestaría que te quites la ropa— Agregó con coquetería

Makoto rió ante el comentario de Andrew, y una vez más, sus labios se encontraron en un ardiente beso, hasta que entonces, el estómago de ella emitió un rugido de hambre que la avergonzó.

—Creo que primero te debería llevar a comer.

—¡No!— Exclamó ella, ante lo cual él la miró desconcertado.

—Alguien podría vernos, y además estoy impresentable.

—Entiendo que no quieras que nos vean — Dijo Andrew— Pero no estás impresentable. Siempre luces hermosa.

—Gracias— Respondió Makoto sintiendo como se sonrojaba.

—¿De qué ? Sólo digo la verdad— Dijo él— ¿Qué te gustaría comer para pedirlo a domicilio?

Makoto se quedó pensativa un momento, y entonces, una sonrisa iluminó su rostro.

—¿Podemos pedir hamburguesas de Mc Donald, papas fritas y shakachiki?

Andrew rió ante el pedido de Makoto

—Pensé que una chef pediría algo más sofisticado.

—Y yo pensé que un hafu mitad americano se pondría feliz por comer McDonald

—No es mi restaurante favorito ni aquí ni en Estados Unidos, pero por ver esa sonrisa tan linda comería eso todos los días— Comentó Andrew, provocando de nuevo un sonrojo en ella.

Tras hacer la lista de lo que pidieron, Andrew pidió comida de Mcdonald's a domicilio. Después, dado que comenzaba a sentir hambre y aquel pastel se miraba apetecible, se sirvieron un par de rebanadas, y al primer bocado quedó maravillado ante el exquisito sabor.

—Es delicioso— Comentó él

—¿En verdad?

—El mejor que he probado— Respondió con sinceridad— Te compraré uno para el cinco de octubre.

Makoto rió ante el comentario de Andrew.

—Faltan muchos meses para eso

—Lo sé

—¿Qué se celebra en esa fecha?

—Mi cumpleaños— Respondió él.

—Te lo prepararé de regalo si prometes no dejarme plantada

Andrew de pronto la miró desconcertado, y ella se avergonzó al darse cuenta de que había dicho algo que quizá era inapropiado.

—¡Ay, dios, que cosas digo!

—¿Masato te hizo algo asi?

Makoto asintió.

—Teníamos nueve meses de casados— Dijo Makoto— Era el primer cumpleaños que pasaría con él. Le organicé una fiesta, le hice un pastel de limón , pero llegó borracho hasta el siguiente día y con marcas de labial en la camisa.

Por un momento ambos guardaron silencio. Era evidente que a ella le dolía cada cosa que Masato le hacía, así que queriendo darle consuelo, Andrew rompió la distancia que lo separaba de Makoto y la estrechó en un cálido abrazo.

—Yo nunca te haría eso— le susurró con honestidad, y a pesar de que aquel comentario era apropiado.

Makoto levantó su rostro, encontrándose su mirada, y entonces, Andrew se inclinó para besar sus labios suavemente, hasta que de pronto el deseo fue incontrolable, y la llevó a la habitación más cercana donde sacaron sus deseos.

¡Hola!

Pues bien, aquí les traigo un capítulo más de este fic. Espero que les guste y que me dejen sus comentarios.

Hospitaller Knight, Viento aguamarina, muchas gracias por comentar.

Lectores silenciosos: ¿Qué les pareció?

En fin. Espero tengan buen fin de semana y nos leemos pronto.

¡Saludos!

Edyrhe.