Hola!
Tenerme paciencia, prometo pronto dramione, estoy solo ajustando las cosas para que fluya.
¿A alguien más le gusta tanto Blaise como a mi?
Besos y abrazos
AJ
Un cupido accidental y una serpiente astuta
Cuando Blaise consiguió recuperar la largura y el grosor normal de su lengua, habían pasado más de treinta minutos y llevaba quince bebiendo té con una pajita ya que George le había dicho que su boca se lo agradecería cuando se pasasen los efectos de la maldita gominola.
—¿De verdad alguien compra eso? —fue lo primero que preguntó cuando pudo mover ese músculo que de pronto se sentía extraño entre sus dientes.
—A puñados —dijo Ron alegremente alejándose para atender a un señor que había entrado y deambulaba por la tienda.
—Zabini —George miró a su hermano para asegurarse de que estaba lo bastante lejos de ellos como para no poder oírlos —nunca hables de Hermione y Malfoy delante de él de esa forma. Incluso si se casaran y tuvieran veinte hijos, para Ron ellos jamás habrían tenido sexo. Bueno, o sí puedes hablar de ello, cuando quieras sacarle de sus casillas.
Blaise rió con él y se anotó aquello por si en el futuro necesitaba utilizarlo, a fin de cuentas era un Slytherin y adoraba el poder. El conocimiento era poder en sí mismo.
—¿Casados con veinte hijos? —se carcajeó — me cuesta creer que estén foll…. ya sabes, como para imaginarlos casados y con hijos ¿Un Malfoy con una hija de muggles? —volvió a reír —sería tan grandioso que no creo que lleguemos a verlo.
Una pequeña sonrisa se insinuó en la comisura de los labios del pelirrojo, lenta, muy lentamente, se fue ampliando y sus ojos brillaron con interés y picardía.
—¿Quieres apostar?
La risa de Blaise se cortó de golpe y le miró con los ojos entrecerrados, atento e interesado a su pesar.
—¿Cuánto?
—No te preocupes, no tengo intención de arruinarte —le dio una palmada en el hombro con camaradería —prefiero que sigas invirtiendo en mi negocio, es mucho más rentable. ¿Qué te parecen tres galeones?
—Mmmm —se frotó la mandíbula y se frotó las manos dando una palmada —¡Acepto! Pero creo que podemos hacerlo mejor —alzó las cejas sonriendo, como si esperase que George pudiera adivinar sus pensamientos.
Por un instante, apenas una fracción de segundo, el pelirrojo sintió un dolor agudo en el pecho al recordar a Fred.
—Iré a por un pergamino y empezaremos a recoger apuestas —dijo finalmente.
—¿Apuestas? Pensé que era una broma, Zabini.
El aludido levantó las manos.
—Esta vez no he sido yo.
—Aquí está —George llegó con una bolsa de terciopelo, una pluma y un pergamino —los cinco galeones aquí —hizo tintinear la bolsa que ya tenía sus monedas dentro y empezó a escribir.
Ron observó de reojo tratando de leer.
—¿Estáis apostando si se casan o no? —empezó a reír como un loco y rebuscó entre sus pantalones para sacar monedas. Encontró dos galeones y varios knuts y los dejó encima del mostrador antes de correr hacia las escaleras —no os mováis de ahí.
Regreso cuando Blaise metía su oro en la bolsa y George apuntaba sus apuestas.
—Aquí está la mía —dijo risueño empezando a meter chatarra.
—¿Y cuál es tu apuesta?
—Que obviamente no can a casarse —rió de nuevo —que absurdo, en cualquier momento Hermione recuperará la cordura.
—Yo también lo creo —concordó Blaise.
—Más oro para mí —Replicó George.
—¿Oro? —Ginny, que había llegado a tiempo para ver como los galeones iban cambiando de mano, les miraba en la distancia con una perfecta y pelirroja ceja arqueada —¿No te dije que no les metieras en esto? —contempló a Zabini como si fuera un insecto que se muriese por pisotear.
—¿Pero qué os pasa a los Weasley? ¡Qué no he sido yo! —fulminó a George con la mirada.
—Estoy segura de que tú les diste la idea.
—Piensa lo que quieras, Ginevra —Blaise sonrió con malicia y esperó lo que sabía que llegaría a continuación.
Ella no le defraudó.
Sacó la varita a la velocidad de un buscador, pero su hermano, que estaba más que preparado para lo que iba a ocurrir, la desarmó igual de rápido con un expelliarmus.
—No en mi tienda.
Ella refunfuñó maldiciendo mientras estiraba la mano para recuperar su varita.
—Cuando tenga tu promesa de que te vas a comportar —le regañó como habría hecho años atrás cuando solo era una cría.
—Que sí, pesado —apuntó a Blaise, pero con el mango, del mismo modo que haría Molly con un cucharón —tú y yo hablaremos de esto.
—Cuando quieras —replicó él guiñándole un ojo.
Las mejillas de Ginny enrojecieron levemente pese a lo mucho que luchó por no sentirse afectada con aquellos estúpidos e insignificantes flirteos.
George, que no le había quitado los ojos de encima, se dio cuenta y no pudo evitar girar para observar al moreno, subrepticiamente.
Al ver la forma en la que Zabini arrugaba la frente y miraba hacia otro lado, casi como si se arrepintiera de su broma y se recriminara a sí mismo, maldijo para sus adentros y se preguntó si ellos eran conscientes de aquella atracción tan absolutamente inapropiada.
—Bueno bueno, hermanita —pasó un brazo por encima de los hombros de la mujer y la atrajo hacia sí, acercándola al mostrador —¿Cuál será tu apuesta?
—¿Cual es la suya? —preguntó echando una furibunda mirada a Blaise.
—Que no —respondió él.
—Que no ¿Qué?
—Que no habrá boda entre Malfoy y Hermione —puntualizó George.
—Pues entonces yo digo que sí —mascullo ella.
George chasqueó la lengua.
—Espero que no haya muchos más que piensen igual o no habrá mucho para nadie —le puso la bolsa de terciopelo debajo de la nariz —cinco galeones.
—¿Tres? —Abrió mucho los ojos —¿No os parece una apuesta demasiado alta?
Blaise resopló.
—No todo el mundo tiene diez cámaras de Gringotts, cuatro casas, tres viñedos y…
—Cinco cámaras, tres casas, un viñedo… —replicó él —pero para el caso, no creo que una cazadora profesional de quiddicht tenga problemas económicos, de hecho ¡Espera! Sé que no los tienes porque parte de tu sueldo depende de mi.
Ella abrió la boca y la cerró un par de veces palmoteando su abrigo hasta dar con un monedero y sacar tres galeones.
—Apuesto a que sí.
—Perderás —dijo Blaise.
—Claro que perderá —rió Ron que había vuelto a acercarse —¿Qué os parece si dejáis en paz a George para que pueda ayudarme? Empiezan a entrar clientes y a no ser que os queráis quedar a trabajar ya os podéis ir largando.
—Siempre tan amable —masculló su hermana.
—¿Sabes qué? —George tiró de ella y la puso tras el mostrador —mientras llega Angie ponte a cobrar, que tengo que ir a ver con Blaise unas cosas del teléfono muggle.
—¡Eh! —Ginny protestó pero antes de poder salir una bruja llegó con varios productos y se puso a cobrarla de mala gana —me debes una, Georgie, una gorda.
Su hermano la ignoró y pasó con Zabini al almacén para llegar al pequeño despacho que tenían en la trastienda.
—¿Qué tenemos que ver? ¿Has conseguido ya la firma del Departamento de tu padre?
—No, en realidad aún no, pero no quería hablar de eso.
Blaise alzó las cejas, interrogante y se sentó cuando llegaron a la oficina.
—¿Qué ocurre?
—He visto cómo miras a mi hermana —dijo a bocajarro.
Blaise se atragantó con su propia saliva y comenzó a toser.
George le palmeó la espalda mientras el moreno luchaba por respirar y no ahogarse.
Merlín ¿Cómo la había mirado? Juraría que había intentado no hacerlo ¡Oh joder! Iba a matarle, si no lo hacía él se lo contaría al otro Weasley o a Potter y entonces sí que lo matarían…
—No la… miro —dijo jadeando cuando consiguió recuperarse un poco.
—Oh sí que lo haces —Y ella a ti, pero prefirió callarse eso porque no creía que fuera buena idea decirlo —pero también me he dado cuenta de que sabes que no deberías estar mirándola.
—Joder —se pasó las manos por la cara y, por un momento, se sintió tentado a mandarle a la mierda y salir de allí ¿Por qué tenía él que dar explicaciones a nadie? Entonces recordó que era su amigo e inspiró hondo. ¿Quién le mandaba a él hacer amistad con leones? —Ha sido… joder, claro que no debería mirarla, no soy imbécil, Weasley. Es la prometida de Potter y es mi… amigo, sí, supongo que nos hemos hecho amigos con los años ¿No? Merlín soy un cabrón, mirando a su novia —Se pasó la mano por la nuca en un gesto de frustración —Ginny es muy guapa —le miró con las mejillas algo coloradas —objetivamente hablando es así, lo es y yo estoy en dique seco, creo que han sido una serie de circunstancias adversas. Sí, ha sido eso. Ella y yo somos amigos hace mucho tiempo y nunca me había dado cuenta siquiera de que era mujer —George levantó una ceja —bueno sí me había dado cuenta pero sin más, como cuando te das cuenta de que hace sol pero no le das importancia —se encogió de hombros —llevo meses sin una cita, creo que se arreglará en cuanto me fije en alguna mujer bonita.
—Perfecto —George de pronto parecía más feliz —tengo a la persona perfecta.
—¿Cómo?
—Una amiga de Angelina está soltera desde que rompió con su último novio hace unos meses, creo que te puede gustar.
—Ehhhh —Blaise se había quedado tan descolocado que no sabía ni qué decir. Parecía que los Weasley tenían la habilidad de hacer que sus neuronas patinasen en cuanto se descuidaba.
—Ella está muy apegada a Angie desde que está soltera y es… molesto —Al ver que Zabini levantaba las cejas se apresuró a añadir —no no, es muy maja, en serio, me cae muy bien, es solo que ahora con el embarazo… bueno, quiero tiempo a solas con mi mujer, no quiero que seamos tres todo lo que queda hasta el nacimiento.
Blaise seguía en silencio.
—Es guapa —añadió el pelirrojo.
—Es de Hogwarts
Eso atrajo la curiosidad del moreno.
—¿Quién es?
—Alicia Spinnet
—Cazadora del equipo de Gryffindor —dijo Blaise —me acuerdo de ella, morena, de ojos oscuros, siempre pegada a Angelina y Katie Bell.
—La misma.
Blaise inspiró hondo y sonrió ¿Qué tenía que perder?
—Bueno, no prometo nada, solo una presentación oficial.
George soltó una carcajada.
—¿En qué siglo crees que vivimos Zabini? Pasa esta noche por casa, estará allí.
Hermione llegó a Grinmauld Place en cuanto recibió el patronus de Harry. Nada más entrar por la chimenea escuchó las voces que llegaban desde la cocina y fue hacia allí.
….
—Hola chicos —saludó a Bill, a Theo, a Kingsley y a Harry que tomaban un café y unas galletas que Kretcher les había puesto sobre la mesa —es como volver atrás en el tiempo —sonrió sentándose al lado del Ministro —casi puedo escuchar la voz de Tonks metiéndose con Remus y a Molly quejándose de los dos.
—Bueno, ahora tenemos nuevos miembros —Bill golpeó a Theo en el hombro —una serpiente nada menos.
Nott les miró dejando salir el aire por la nariz.
—No voy a decir nada, estoy rodeado de Gryffindors ahora mismo —dijo mirándolos de uno en uno.
—Cierto —Hermione rió con alegría — ¿Os han contado todo? —preguntó a Bill y a Kingsley.
—El traslador estará preparado mañana por la tarde —respondió Shacklebolt —está autorizado para activarse a las siete —abrió la mano y le dio a Hermione un trozo de pergamino con la autorización. Llega a la Oficina de Trasladores sobre las siete menos cuarto.
—Perfecto —la mujer se lo guardó en el bolsillo —¿Puedes ayudarnos, Bill?
—Por supuesto —hizo una mueca —me habría gustado poder ir contigo, pero no es un buen momento para que Fleur se quede sola con los niños y mamá está cuidando a Ted porque Andrómeda se ha puesto enferma.
—¿Qué le ocurre? —preguntó Hermione, preocupada
—Nada grave, es un catarro común, pero tiene fiebre y no quiere estar muy cerca del niño para no contagiarle, Mamá se lo ha llevado esta mañana a la Madriguera hasta que Andrómeda esté mejor.
—Mientras me digas con quién hablar, qué hacer donde ir… —miro a Bill y ambos rieron.
—No te preocupes, he hablado por red flú con Kamau Emara. He trabajado mucho con él en El Cairo y os ayudará en todo lo que pueda. Conoce a todo el mundo y tiene acceso a cada una de las salas de artilugios mágicos del Ministerio.
— Eso será de gran ayuda —dijo Hermione con alivio.
—Y Enola Morad es la especialista en historia que trabaja con él. Ella ayuda a encontrar, catalogar y estudiar cada uno de esos objetos. También he hablado con ella en cuanto Harry vino a buscarme a casa.
—¿Ella cataloga los objetos? Dios mío, podrá ayudarnos mucho más de lo que esperaba.
—Al menos los objetos que Kamau encuentra —Bill sonrió —es un rompemaldiciones del Ministerio de El Cairo.
—¿Lo ves? —Kingsley señaló con un enorme dedo oscuro al pelirrojo — aprende de tu amigo.
—Creo que me sigue pareciendo mucho más rentable la rama privada de mi profesión.
—No todo es el dinero, Bill —dijo el Ministro con una sonrisa pícara.
—Con tres hijos y una esposa, créeme, todo es el dinero.
Rieron con él y durante un rato, mientras se tomaban el té y las galletas, hablaron de los hijos de Bill, de Ted y de lo mucho que Harry se estaba implicando con el niño y con su educación. Hablaron del cambio de puesto de Hermione en el Ministerio y de la última idea de George y su intención de comercializar algo parecido a los teléfonos móviles de los muggles.
—Sigo diciendo —Kingsley, el más mayor de todos ellos, era el menos interesado en todas esas nuevas tecnologías —que tenemos otras formas de comunicarnos ¿No perderemos nuestra identidad mágica con esos avances tan absolutos?
—Oh Kingsley —Hermione, que se había levantado a dejar la taza en el fregadero, se acercó a dar un beso en la calva de su amigo —sabes que eso no es así ¿Acaso no será un artilugio mágico? Es otra forma de utilizar la magia, de canalizarla en algo nuevo, adaptado a los nuevos tiempos.
—Mmmm
—Seguro que cuando los saquen a la vente querrás tener uno.
—No lo creo
—Yo te lo regalaré —Le dijo con un guiño —y por simple curiosidad acabarás usándolo.
—Creo que voy a irme, el país no se dirige solo, por desgracia —se levantó y se despidió de todos ellos —Recuerda, Hermione, mañana a las siete de la tarde.
Ella asintió y Bill también se incorporó para marcharse.
—Es hora de volver al Refugio —sacó una pequeña libreta del bolsillo y se la cedió a la bruja —aquí he anotado las direcciones y formas de contacto de gente que conozco. Cualquiera de ellos te ayudaría ante una eventualidad.
—Gracias Bill.
—El traslador internacional, según me ha dicho Kingsley, tiene el punto de acceso en el Departamento de Trasladores del Ministerio de Egipto, allí habrá un funcionario esperando y, con suerte también estará Kamau, no pudo asegurármelo por la hora pero lo intentará.
—Perfecto
—Te encantará Egipto, Hermione—dijo Bill dándole un tirón de un mechón rebelde que caía sobre su mejilla — es un lugar increíble al que todo bruja o mago debe ir al menos una vez en la vida.
—Aún recuerdo cuándo tu padre ganó el sorteo del Ministerio y Ronald regresó de aquellas vacaciones en las que toda la familia fue a visitarte.
Bill rió
—Oh Merlín… me acuerdo de ese verano, hubo una publicación en El Profeta y mamá me dijo que Ron casi la enmarcó.
—Iba enseñándosela a todo el mundo —intervino Harry que también lo recordaba —fue el verano en el que Sirius se escapó de Azkaban —añadió con una sonrisa melancólica pero sin la tristeza que sentía antaño al recordar a su padrino.
—Tú tampoco has ido a Egipto ¿Verdad? —preguntó Bill a Harry
—No —se rascó la nuca algo avergonzado —pero supongo que si todo mago debe ir una vez en la vida tendré que buscar la ocasión.
—Esta es la ocasión perfecta —dijo de pronto Theo que estaba escuchándoles en silencio —tal vez deberías ir tú con Hermione —sonrió algo cohibido al convertirse de pronto en el centro de atención —yo estuve hace unos años, además creo que sería mucho mejor que fueras con un auror —añadió mirando a Hermione —Merlín sabe que me gustaría ir contigo —pese a la naturalidad con la que dijo esas palabras ella se sonrojó levemente —pero el nombre de Harry tiene mucho más peso.
—Creo que tiene razón —Bill asintió mirando a Nott —lo cierto es que el nombre de Harry Potter abre muchas puertas, dentro y fuera de Inglaterra
—Bueno yo… —Harry se aclaró la garganta con evidente incomodidad.
—Todos sabemos que no te gusta eso, Harry, pero es la realidad. Además, como ha dicho Nott, eres un auror y, aunque creo que en calidad de inefable Theo está más que capacitado para protegerla y que, Hermione tiene más preparación que muchos de tus compañeros del Departamento de Seguridad Mágica, la verdad es que si mañana hablas con Kingsley y se encargan del papeleo, puedes ir en calidad de auror en asunto oficial, lo que os dará muchos más accesos legales a cualquier parte.
—Pero Theo es un…
El chico carraspeó sonoramente.
—¿Sabes que no podemos hablar de nuestro trabajo para el Ministerio, verdad? —preguntó el aludido alzando una ceja.
—Creo que ella solo iba a decir que eres un rompemaldiciones, como yo y, aunque es cierto que no debería saberlo, lo cierto es que en esta… rama profesional, los rumores vuelan.
Nott puso los ojos en blanco y exhaló con aceptación.
—Como iba diciendo… —Hermione le observó de soslayo según hablaba —Theo es un rompemaldiciones ¿No nos vendría bien que estuviera allí?
—Tal vez podáis ir los tres —dijo Weasley.
—Casi como en los viejos tiempos —murmuró Harry.
—No pienso llevarme a Ronald —espetó Hermione, terminante —le adoro, pero esto es un viaje de trabajo y creo que acabaría queriendo ahogarle en el Nilo… o ahogarme yo.
Todos se echaron a reír.
—Con los tres me refería a Harry, Nott y tú.
—Yo creo que con el amigo de Weasley allí no vais a necesitar mi ayuda.
—Os dejaré que lo decidáis, chicos —Bill se despidió de ellos ahogando un bostezo —me quedaría de buena gana pero si no regreso pronto me temo que Fleur querrá mi cabeza.
Cuando el pelirrojo se marchó Theo miró a sus amigos.
—Tal vez pueda ser más útil aquí. Voy a investigar los nombres de la lista que estuvimos haciendo —le dijo a Harry.
—¿Cómo?
Él solo sonrió
—Tengo mis… métodos —alzó las cejas contemplando a la mujer —métodos de esos de los que no podemos hablar.
Ella se ruborizó pero le golpeó el brazo amistosamente.
—Bueno, será mejor que me vaya a casa a preparar algo de ropa y tú Harry, hazlo también.
Les dio un beso en la mejilla a cada uno y se marchó.
Estaba muy cansada, había sido un día agotador y la discusión con Malfoy no ayudó nada a que su humor mejorase.
¿Cómo había podido ser tan estúpido?
Ella pensaba que había cambiado… bueno, en realidad lo había hecho, pero ¿Por qué de pronto volvía a comportarse como un imbécil con ella? ¿Acaso no la conocía aunque fuera un poquito como para saber que la promiscuidad le era completamente ajena?
Lo cierto, se dijo mientras se quitaba los zapatos de dos patadas furiosas e iba a su dormitorio para sacar la maleta, era que él no la conocía, no hasta ese punto ¿Verdad? Hermione se había comportado con una naturalidad y una falta de decoro nada propias en ella ¿Sería posible que se pensara que era una mujer de mundo por aquella actitud relajada que había tenido con él?
¡No! Se dijo tirando a la maleta unos vestidos cortos y un par de sandalias. No iba a excusar ese comportamiento tan horrible ¿Quería creer que iba a acostar con Theo a la primera oportunidad? ¡Perfecto! ¿Qué le importaba a ella? ¿Acaso lo que fuera que había entre ellos no debía terminar en Atenas? Era temporal, limitado, conmensurable… ¡Finito!
—Pues eso mismo. Fin—murmuró dejando encima de la cama el resto de la ropa que se quería llevar —Bauleo.
Mientras la ropa se doblaba y se iba empacando lentamente, Hermione se desnudó, se puso el pijama y, sin siquiera pensar en cenar algo se lavó los dientes y se acostó.
¡Se iba a Egipto!
Acompañada por ese pensamiento, cerró los ojos con una enorme sonrisa, intentando ignorar, por pura fuerza de voluntad, la punzada de incomodidad que le causaba irse a la cama tras haber peleado con Draco.
Ellos no eran nada, en realidad, se repitió metiendo la cabeza bajo la almohada. Tenía que dejar de comportarse como una cría y asumir las consecuencias de sus actos ¿No?
Pero lo cierto era que ella sí quería algo más, puede que no fuera amor, ciertamente estaba lejos de sentirse del mismo modo que se había sentido con Ron o con Viktor, pero nadie había sido nunca capaz de despertar tantas emociones en ella; odio, lascivia, rencor, pasión, deseo, necesidad… Ciertamente nada de aquello era amor pero ¿Qué era entonces? ¿En qué podía convertirse si lo dejaba?
En mucho más, le dijo una vocecita en su cerebro nada bienvenida.
Sí, dijo incapaz de mentirse a sí misma, se preocupaba por él, había descubierto que además le caía bien, le gustaba discutir con él de pociones, de hechizos, de historia de la magia. Se había convertido en un hombre distante y frío, pero también divertido y educado, sexy y brutalmente sexual.
Con un suspiro se arrebujó en las sábanas y decidió que lo mejor que podía hacer era dejar de pensar porque, si podría convertirse en mucho más si lo dejaba, seguramente lo mejor sería dar un paso atrás si no quería salir herida de todo aquello.
….
Draco había pasado toda la tarde planeando una estrategia, pensando en la mejor forma de conseguir salirse con la suya sin necesidad de arrastrarse como el gusano que había sido.
Porque sí, sabía que se había comportado como un vil gusano con ella, pero también sabía que antes muerto que reconocerlo en voz alta.
Si algo tenían los Malfoy, además de un apellido noble que en la actualidad no valía más que un knut, era orgullo.
No, Draco no iba a pedir perdón porque ni siquiera recordaba haber usado aquella palabra jamás, pero no pensaba dejar que Theo hiciera ese viaje a Egipto con ella.
Después de organizar un plan perfecto, se presentó en la puerta de la Mansión Nott y llamó al timbre.
Un minuto después una elfina vestida de rosa chillón abrió y le dejó pasar con una reverencia.
—Hola señor Malfoy.
—¿Está Theodore? —preguntó sin poder evitar mirar alrededor.
Aquel lugar distaba mucho de ser el mismo mausoleo en el que Nott había crecido.
—Sí, en su despacho ¿Quiere que le acompañe?
—No, recuerdo el camino.
Avanzó por el vestíbulo y giró a la derecha para tomar el acceso al corredor, sorprendido al darse cuenta que, donde otrora hubiera paredes enteladas de tonos oscuros con algunos revestimientos de madera de caoba, ahora estaban simplemente pintadas de blanco con el único detalle de algunas molduras, sin rastro de cuadros de antepasados o cualquier tipo de decoración. Le recordó tanto a la casa de Granger que, en un arrebato de lo que no eran, bajo ningún concepto, celos, se preguntó si la bruja había ayudado a Nott con toda aquella redecoración que parecía haber sufrido la mansión Nott.
Con una renovada decisión, entró al despacho sin llamar y encontró al mago sentado tras un enorme escritorio revisando unos pergaminos con absoluta concentración.
Al escuchar la puerta levantó la vista y alzó una ceja al ver a Malfoy allí.
—¿Por qué no me sorprende tu absoluta falta de educación? —preguntó dejando a un lado el papel y cruzándose de brazos.
—En realidad tengo una educación tan impecable como la tuya —replicó yendo hasta una de las sillas que había frente a él para sentarse.
—Lástima que normalmente decidas prescindir de ella, entonces.
Draco sonrió, una de esas sonrisas ladeadas y maliciosas con las que siempre había sido conocido el príncipe de Slytherin en sus años de escuela.
—La utilizo sólo cuando es necesaria.
—¿Qué quieres, Malfoy?
—¿No puedo venir a visitar a un viejo amigo?
—Oh ¿Acaso fuimos amigos alguna vez? —preguntó Theo una sonrisa que era un calco de la del rubio.
—Sí —respondió él sin titubear, repentinamente serio —lo cierto es que si lo fuimos.
Aquello hizo callar a Theo porque, en verdad habían sido amigos en lo que parecía una eternidad atrás. Antes de Hogwarts, mucho antes de Slytherin, una vida antes de la guerra.
—Eramos unos niños entonces —dijo al cabo de unos minutos.
—Sí —Draco frunció el ceño y miró hacia una de las estanterías tras el hombre —cuando todo era mucho más sencillo.
—En fin, Malfoy, no creo que hayas venido a rememorar nuestra infancia así que ¿Qué quieres?
—Para empezar una copa estaría bien —comentó con ironía.
Pese a que puso los ojos en blanco, Theo se levantó y fue al armario en el que tenía los licores. Draco se mordió las ganas de decirle que teniendo una varita le parecía absurdo hacer las cosas como un muggle, pero prefirió callarse porque esa nueva afición por usar las manos y los pies que parecía haber desarrollado Nott le venía de perlas.
En el momento en que el otro hombre se dio la vuelta, Draco, que sí que creía que la magia estaba para usarla, hizo levitar con un hechizo no verbal un pequeño vial lleno hasta arriba de poción laxante y lo inclinó para que se derramara en el whisky de fuego que tenía Theo a medio beber.
—¿Whisky de fuego?
—Perfecto.
Cuando Theodore regresó con una copa, se sentó de nuevo, tomó la suya entre los dedos y la hizo girar antes de dar un pequeño trago.
Ahogando una sonrisa tras el cristal, Draco bebió de la suya.
—Bien ¿Vas a decirme a qué has venido?
—Me gustaría ver algunas cosas del viaje. Granger salió de mi casa con algo de prisa hoy y ya que vais a ir juntos a Egipto quisiera…
—No voy a ir —dijo Nott vaciando su bebida —creí que sería mucho mejor para todos si se iba con Potter.
—¿Cómo?
Theo sonrió sin humor.
—Los dos sabemos que ese beso en la revista no formaba parte de vuestra tapadera. Conozco bien a Hermione, Malfoy, en estos momentos yo no tengo nada que hacer —se encogió de hombros y dejó la copa sobre el escritorio —eso cambiará, eventualmente, porque conociéndote —murmuró con una sonrisa que sí se refelejó en sus ojos en aquella ocasión —te cansarás, teniendo en cuenta lo imbécil que puedes ser… —dejó la frase sin terminar —soy una persona paciente. Además realmente creo que debe ir con Harry.
Draco apretó los dientes y, la punzada de culpabilidad que sintió cuando Theo le dijo que no iría a Egipto después de beberse aquella poción que iba a tenerle un par de días agarrado a la taza del wáter, se esfumó al escucharle hablar de cómo pensaba esperar a que su no relación con Granger acabara para saltar sobre ella como un hipogrifo sobre un hurón.
—Y dime entonces —dio otro trago al whisky decidiendo que, después de todo, pensaba quedarse allí hasta que aquel idiota tuviera que salir corriendo al cuarto de baño —¿Qué tal te va la vida, Theodore?
