Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.
Había pasado media hora... media hora desde que terminó "la gran celebración" que Akane había creído que sería para felicitarla por su graduación. Los sirvientes estaban recogiendo los platos, limpiando la mesa, barriendo y lavando las ollas que habían utilizado para preparar la comida.
Dos de las empleadas, mientras hacían su trabajo, conversaban sobre lo ocurrido:
― ¡Pobrecita la niña Akane!... ¡qué mal que no le hayan dicho que la comprometerían con ese muchacho!... así hubieran evitado esa situación tan incómoda.
― Tienes razón... por lo menos, la hubieran preparado un poco para recibir esa noticia.
― Pero, ¿por qué haría eso el señor Tendo, si hace unos años, les dijo a sus hijos que él no los comprometería en matrimonio?
― ¡Quién sabe por qué lo hizo!... pero, si al final lo iba a hacer, qué mal que los haya engañado de esa manera.
― Pobre la señorita, salió corriendo muy desesperada al enterarse.
― Y sus padres no han dejado de discutir desde que se fue el señor Tatewaki y su hermana.
― El señor Tatewaki se veía furioso, pero, supo disimularlo un poco.
― Con lo que pasó, no creo que vaya a insistir en casarse con la niña Akane.
― Bueno, entonces se arruinaron los planes del señor Tendo... es que, al final, el señor Tatewaki sí era un buen partido para su hija.
― El señor Tendo tiene dinero... no era necesario que lo hiciera.
― Sí, pero, aseguraría su fortuna casando a su hija con ese muchacho.
― Bueno, de todas formas, creo que sus planes se vinieron abajo.
De pronto, alguien se acercó a ellas por detrás y les dijo:
― ¡A ver, ustedes dos! ¡menos plática y más acción! –era la señora Cologne, que se dio cuenta que estaban hablando demasiado y no avanzaban con su trabajo-.
― ¡Si, señora! –dijeron las dos, muy asustadas, pidiendo a todos los cielos que la abuela de Akane no hubiera escuchado su "amena" plática-.
Mientras tanto, en la oficina del señor Tendo, se suscitaba una discusión:
― Soun, yo te dije que la prepararas antes, pero, tú no me quisiste escuchar y tampoco dejaste que yo lo hiciera –decía la señora Aiko-.
― ¡Akane sabía que tarde o temprano tendría que casarse! –dijo el señor Tendo, furioso-.
― Sí, pero con el joven que ella eligiera... o por lo menos, eso le habías hecho consentir.
― ¡Ésa no es excusa! ¡Akane se ha vuelto muy rebelde!... ¡tú tienes la culpa por consentirla tanto!
― ¡No quieras echarme a mí la culpa ahora!... ¡¿cómo querías que reaccionara?! ¡esto fue demasiado sorpresivo para ella!
― ¡Ya, por favor, no es para tanto!
― ¿Por qué no le dijiste antes que querías continuar con las tradiciones?
― ¡No lo creí necesario!... ¡a ella solo le correspondía obedecer y ya!
― ¡Akane siempre ha sido muy obediente, pero, esta vez comprendo muy bien su reacción!
― ¡Ya deja de defenderla!... además, solo una vez les dije eso a mis hijos, porque pensé que no era trascendental que decidieran con quien se casarían, pero ahora las cosas han cambiado y tú lo sabes muy bien.
― Pero...
― ¡Pero nada, Aiko!... ¡Akane se casará con Kuno Tatewaki y no hay marcha atrás!
La señora Aiko se le quedó viendo un momento y mejor salió de la oficina, sin decir nada más. Se sintió muy mal por haberle contradicho a su esposo, pues, ella no estaba acostumbrada a hablarle así y pensó que de alguna manera debía convencer a Akane para que aceptara la decisión de su padre, pues, no quería que tuviera aún más problemas con él.
Mientras tanto, Ryoga había salido a buscar a Akane, ya que, estaba lloviendo y se preocupó al ver que no regresaba. Fue a uno de los establos por su caballo y ahí la encontró: estaba sentada en un rincón muy empapada:
― ¿Akane? ¿qué haces ahí? –dijo, acercándose a ella y colocándole la capa que traía puesta para la lluvia-.
― Gracias, Ryoga –dijo, en un tono muy triste, pues se veía que había llorado-.
― Akane, estaba muy preocupado por ti... vamos a la casa para que puedas bañarte con agua caliente... no quiero que te vayas a enfermar.
Ella no dijo nada y él continuó:
― Todo saldrá bien, ya verás.
― ¡No, Ryoga, nada saldrá bien! –dijo, con algo de desesperación- ¡todos mis sueños se vinieron abajo!... ¡papá me comprometió con un hombre que ni siquiera he tratado en toda mi vida!
― A mí también me sorprendió mucho lo que pasó, pero...
― ¡Ya no podré ir a la universidad, Ryoga!... ¡ésa era mi mayor ilusión!
― Lo sé, me lo has dicho un millón de veces –dijo, sonriendo un poco-.
― ¡Yo no quiero casarme todavía!... ¡quiero hacer muchas cosas antes!... ¡no, no, no! ¡no me imagino casada con ese tipo tan arrogante!
― Tranquila, Akane... estoy seguro que encontraremos una solución a este asunto.
― ¡Ryoga, tú no me puedes entender, porque a ti sí te darán la oportunidad de seguir estudiando! –dijo, algo molesta-.
Ryoga se le quedó viendo y después, le dijo:
― Si es necesario, hablaré con papá, Akane y le diré que te dé a ti esa oportunidad, porque, bueno, yo sí quisiera seguir estudiando, pero, no es un sueño tan grande como el que tú tienes.
Akane inclinó su rostro y después, le dijo:
― Discúlpame, por favor, no quise hablarte así... tú no tienes la culpa de nada.
― No te preocupes, no hay problema –dijo, sonriendo- ahora vamos a casa para que puedas descansar... estoy seguro que mañana veremos las cosas de una manera muy distinta.
Akane asintió. Ryoga la abrazó y salieron del establo.
Por otro lado, Kuno ya había llegado a su hacienda y estaba más que furioso por la vergüenza que acababa de pasar (pues, justo cuando él le iba a colocar el anillo de compromiso a Akane en el dedo anular de su mano izquierda, ella había salido corriendo de ahí, sin decir nada, dejando a todos perplejos).
Al llegar a la sala de su casa, se dejó caer pesadamente en uno de los sillones y se sirvió rápidamente un vaso con whisky. Su hermana lo vio detenidamente y después, le dijo:
― Kuno, no deberías beber así... no vale la pena.
Él parecía no escucharla y ella continuó:
― Hay varias chicas que morirían por estar en el lugar de esa mujer -hizo una pausa- ella no te merece, hermano y de verdad, espero que, después de lo que pasó, recapacites y ya no sigas con la idea de querer casarte con ella.
Él no decía nada y ella volvió a hablarle:
― Kuno, por favor, hazme caso.
― ¡Guarda silencio! –dijo, bastante molesto- ¡yo solo la quiero a ella por esposa!... ¡a nadie más! ¡¿me escuchaste?!
― Pero, ¿por qué, hermano? ella te acaba de rechazar... que no es esa una razón suficiente para...
― Seguramente, la noticia la tomó por sorpresa, nada más.
― Hermano, date cuenta que...
― ¡Llevo varios años enamorado de Akane!... ¡así que, yo me casaré con ella, nadie más lo hará!... ¡yo merezco lo mejor y ella lo es, así que no insistas!
― Pero, ¿cómo vas a hacerlo?... no estarás pensando en obligarla, ¿verdad?
― ¡Haré lo que sea necesario, pero, no permitiré que alguien más se le acerque!... ¡ella será para mí, solo para mí! ¡¿entendiste?!
Kodachi se le quedó viendo y después, le dijo:
― ¡Allá tú si te empeñas con esa necedad!
― Sí, sí, ya déjame en paz –dijo, sarcásticamente- es mi asunto, a ti no te incumbe, así que ya no te metas en esto.
― ¡Haz lo que quieras! –dijo Kodachi, bastante molesta y se fue de ahí-.
Kuno se quedó pensando en lo que su hermana le acababa de decir, sobre lo de "obligar a Akane":
A ella no, pero, a su padre, por supuesto que sí –dijo, internamente- ya me debe demasiado dinero, así que, o logra que ella acepte casarse conmigo o tendrá que pagarme todo el dinero que le he prestado para seguir guardando las apariencias.
Mientras tanto, en la hacienda de la familia Tendo, Akane había subido a su habitación, se había bañado y se había puesto ropa para dormir (incluyendo, su bufanda favorita).
Después, se sentó un momento en su cama y empezó a cepillar su largo cabello.
Luego, vio hacia su escritorio y tomó un libro que una de las enfermeras del pueblo, llamada Kasumi, le había regalado, hacía apenas una semana y leyó la portada:
― "Guía de prácticas clínicas. Fundamentos de enfermería".
Akane ya había empezado a leerlo con mucha ilusión, pues, pensaba que su padre le permitiría seguir estudiando y precisamente, esa noche, iba a decirle sobre su sueño, pero, todo había tomado un rumbo distinto:
La enfermera Kasumi me dijo que persiguiera mi sueño... –pensó, con tristeza- que me daría toda la información para poder ingresar a la universidad donde ella estudió...
De pronto, escuchó que alguien tocaba a su puerta:
― ¿Puedo pasar, hija? –era su mamá-.
Akane se levantó de su cama, se acercó a su puerta y la deslizó para permitir que su mamá entrara. Luego, inclinó su rostro al verla, pues, se sentía muy avergonzada por lo que había pasado.
La señora Aiko se le quedó viendo, sonrió y después, le dijo:
― Te encanta esa bufanda, ¿verdad?... creo que no podré hacer nada para evitar que la uses.
Akane no dijo nada y su mamá continuó:
― ¿Qué tienes ahí? –dijo, refiriéndose al libro que su hija tenía en las manos-.
Akane se lo entregó. La señora Aiko leyó la portada y después, le dijo:
― Así que estabas leyendo un libro sobre enfermería, ¿eh?
Ella solo asintió y su mamá le dijo:
― ¿Por qué no me habías dicho que querías seguir estudiando enfermería, hija? –hizo una pausa- tu hermano me lo acaba de decir... ¿qué ya no me tienes confianza?
― No, no es eso, mamá... es que, yo pensaba contárselos esta noche, pero... ya no tiene caso.
― ¿Por qué dices eso, pequeña?
― Mamá, ya papá decidió mi vida... no hay nada que hacer -dijo, con mucha tristeza-.
Su mamá se le quedó viendo y después, le dijo:
― A ver, no digas eso. Tú siempre has sido tan alegre y optimista... estoy segura que algo se podrá hacer al respecto... yo hablaré con él y trataré de convencerlo para que te permita seguir estudiando.
― No quiero que vayas a tener problemas con él por mi culpa.
― No, hija. No te preocupes por eso... tu sueño me parece de lo más lindo y quiero que lo hagas realidad.
― Pero, ¡¿cómo, mamá?! -dijo, algo desesperada- ¡papá quiere que yo me case con un completo desconocido!... ¡¿por qué nos mintió a mi hermano y a mí, de esa manera tan cruel, diciendo que podríamos elegir con quien nos casaríamos?!... ¡yo no quiero casarme aún! ¡hay tantas cosas que quiero hacer antes de casarme!
― Hija, comprendo que te sientas así... todo esto fue tan repentino para ti, pero, te aseguro que si tu padre te comprometió con ese muchacho fue con buenas intenciones.
― ¡No lo creo, mamá!... ¡a veces pienso que papá no me quiere!
― No digas eso, hija. Él te quiere mucho a ti y a tu hermano... a su manera, pero, los quiere... -hizo una pausa- mira, te voy a contar los motivos que orillaron a tu padre a hacer lo que hizo, para que puedas comprenderlo.
Akane la escuchó atentamente:
― Si tu padre cambió de opinión es porque últimamente han venido muchas personas de fuera y piensa que ustedes pueden ser mal influenciados y de esa manera, elijan a una persona que no sea de nuestro pueblo y que no respete nuestras tradiciones -la señora Aiko ignoraba completamente que su esposo estaba endeudado con Kuno-.
Akane se sorprendió mucho y le dijo:
― Yo jamás haría algo así, mamá... además, no creo que las personas de fuera sean una mala influencia... ejemplos muy claros son la enfermera Kasumi y su esposo, el doctor Tofu: ellos me animaron mucho a seguir estudiando cuando les conté que quería estudiar enfermería.
― Está bien, hija, está bien –dijo su mamá, sonriendo- yo sé muy bien que tú serías incapaz de hacer algo que vaya en contra de los principios y valores que te hemos inculcado y por eso, voy a hablar con tu padre, porque mereces que se te conceda esa oportunidad.
― ¿De verdad, mamá? -dijo, con algo de emoción- ¿crees que papá me dé esa oportunidad?
― Tendrá que dártela por haberles mentido a ti y a tu hermano -dijo, sonriendo-.
Akane la abrazó fuertemente y después, su mamá le dijo:
― Pero, para que lo acepte más rápidamente, tendrás que estar de acuerdo con tu compromiso con ese muchacho.
Akane cambió su expresión. Inclinó su rostro y su mamá continuó:
― Hija, tendrás que hacerlo, para que tu padre esté más tranquilo.
Akane no dijo nada y su mamá volvió a decirle, sonriendo:
― A ver o es que, acaso, ¿ya tenías a alguien más visto por ahí antes que tu padre te comprometiera?
― No, no, mamá, para nada.
― Bueno, entonces, ¿estás dispuesta a aceptar ese compromiso?
Akane no estaba muy convencida, pero, si aceptando ese compromiso podría cumplir su sueño, (aunque nunca llegara a conocer el amor verdadero) lo aceptaría.
Así que, asintió. Su mamá sonrió ampliamente, la abrazó y le dio un beso en la frente. Le deseó buenas noches y salió de su habitación.
Akane se quedó pensando un momento y después, sintió un poco de felicidad porque existía una pequeña posibilidad de poder cumplir su sueño:
¡Ojalá que papá me permita ir a estudiar, porque, de ser así, aprovecharé muy bien la oportunidad!
Luego de unos minutos, se quedó profundamente dormida.
Por otro lado, muy lejos de donde se ubicaba el pueblo de Nerima, en la ciudad de Tokio, un apuesto muchacho de grandes ojos color azul, piel blanca y cabello negro algo largo, sujeto con una trenza, llamado Ranma Saotome, llegaba a su casa, después de asistir, desde hacía ya algún tiempo, a uno de los gimnasios más grandes de esa ciudad, pues, le gustaba mucho hacer ejercicio.
Ranma provenía de una familia adinerada. Acababa de terminar la preparatoria y dentro de unas semanas, se iría, por aproximadamente cuatro años a Ichigaya, un lugar cerca de Tokio, donde estaba establecida la Academia del Ejército Imperial Japonés.
Sus padres, el señor Genma Saotome y la señora Nodoka Komatsu, al principio, no estaban de acuerdo con que su hijo quisiera ingresar al ejército japonés (pues, era su único hijo). Ellos tenían una fábrica de cerámica que estaba prosperando bastante y querían que él empezara a involucrarse en ese negocio, pero, después de platicarlo mucho, lo apoyaron en su decisión.
Al llegar a su casa, una de las empleadas le abrió la puerta:
― Joven Saotome, pase adelante... llegó a tiempo para la cena –dijo, sonriendo, ya que, al parecer, en la ciudad de Tokio, cenaban algo tarde-.
― Gracias, Asami.
― Su tía y su mamá están en la sala.
Mi tía –dijo internamente el chico, algo fastidiado, pues, no era una persona muy grata para él- te lo agradezco.
Fue a la sala. Su mamá, al verlo, se levantó rápidamente del sillón donde estaba sentada y se acercó a abrazarlo:
― ¡Cariño! ¡qué bueno que ya hayas regresado!... ¿cómo te fue?
― Muy bien, mamá, gracias –dijo, sonriendo- ¿y papá?
― Aún no ha llegado.
― ¡Vaya! –dijo, la otra persona que estaba en la sala- ¡hasta que al fin se dignó en aparecer el "héroe de Japón"! -era la señora Hinako Ninomiya (apellido de casada), hermana menor de la señora Nodoka. Era una mujer de cuarenta años, muy bien conservada, que gustaba usar trajes de lana, ligeramente estructurados con hombreras, faldas tipo flauta y sombreros "cloche", que se usaban de lado-.
Tenía algunos meses de haber llegado a vivir con Ranma y sus padres, pues, su esposo había fallecido y había quedado "desamparada", según ella y no tenía hijos-.
Ranma volteó a ver y le dijo, acercándose a saludarla:
― Hola, tía Hinako.
― ¿Qué tal, Ranma? –dijo, dándole un beso en la mejilla- cada día llegas más tarde.
― Todos los días vengo a esta hora, tía... ¡qué extraño que llevando ya meses de vivir con nosotros no te hayas dado cuenta! –dijo, sarcásticamente-.
― ¡Siempre tan simpático, sobrino! –dijo, algo fastidiada-.
La mamá de Ranma se dio cuenta que esa conversación no llevaría a nada bueno y le dijo a su hijo, para cambiar de tema:
― Pequeño, ven a ver la nueva línea de cerámica que tu padre lanzará en algunas semanas.
― ¿Ya hay una nueva línea de cerámica? –dijo sorprendido-.
― Si estuvieras más al pendiente del negocio de tu familia, estarías siempre enterado –dijo, interviniendo la tía Hinako-.
Ranma iba a responderle, pero, su mamá lo interrumpió:
― Mira, hijo, ¿qué te parecen? –dijo, enseñándole algunas de las piezas: tazas, platos, jarillas y floreros-.
Ranma las observaba detalladamente y luego, le dijo, sonriendo:
― Son hermosas, mamá... te felicito, porque sé que nuevamente son diseños tuyos, ¿verdad?
― Sí, hijo... a tu papá le gustaron mucho y dijo que se venderán rápidamente.
― Ya lo creo... papá tiene mucha razón.
Ambos sonrieron y después, Ranma vio que entre las piezas, había una muñeca de porcelana muy bonita. La tomó en sus manos y le dijo a su mamá:
― ¿Y esta muñeca tan bonita?... se parece a ti.
― ¡Ay, hijo! –dijo la señora Nodoka, sonriendo y negando con la cabeza- ¿de verdad, te parece bonita?
― Claro que sí, mamá...
― Bueno, al fin tu padre me hizo caso y dijo que empezará a fabricarlas... ¿crees que se vendan?
― Es más que seguro que así será, mamá... te felicito: sé que por años has deseado tener una línea de muñecas de porcelana.
― Sí, hijo y por eso, necesito más ideas... ¿a ti no se te ocurre algo para ayudarme?
Ranma se rascó la nuca, nervioso y después, le dijo:
― Bueno, yo... no sé nada sobre muñecas jajajajaja... pero, estoy seguro que algo se me ocurrirá para apoyarte.
Su mamá sonrió y la tía Hinako, bufó fastidiada, pues, todo eso le aburría y dijo, tratando de cambiar la conversación:
― Oye, sobrino, ¿por qué mejor no nos cuentas sobre Mariko?
Mariko Konjo era una chica muy bonita, de cabello castaño, no muy largo, ojos color café y de piel blanca. Era amiga de Ranma, pero, tenía ya varios años de estar enamorada de él. Provenía también de una de las familias más adineradas de Tokio. La tía Hinako y Mariko se llevaban muy bien (por supuesto, porque al final tenían una forma de ser idéntica) y por eso, la veía como una buena opción para su sobrino.
― ¿Sobre Mariko? –dijo sorprendido- ¿y qué quieres que te diga sobre ella?
― ¿Aún no le has pedido que sea tu novia?
Ranma se le quedó viendo. Después, negó con la cabeza y le dijo:
― Tía, Mariko es mi amiga, ¿cuántas veces tengo que decírtelo?, además, mi amigo Shinnosuke está enamorado de ella.
― ¿El huérfano ése? –dijo la tía, con desprecio-.
Shinnosuke Kobayashi era el mejor amigo de Ranma. Tenía el cabello castaño oscuro, ojos azules (un poco más pequeños que los de Ranma) y piel morena clara. Había vivido la mayor parte de su niñez en un orfanatorio y después, había sido adoptado por unas personas de buen corazón, que le habían dado su apellido. Pero, lamentablemente para él, sus padres adoptivos, al igual que sus padres biológicos, también habían fallecido, hacía ya un año, quedando nuevamente, solo. Era muy inteligente y por eso, había ganado una beca y había logrado estudiar en una de las mejores escuelas de Tokio.
― Tía, eres muy despectiva, ¿lo sabías? –dijo Ranma-.
― Es que, no me gusta tu amistad con ese jovencito, sobrino... además, no sé por qué tus padres te permiten que te relaciones con personas como él, que no son de nuestra clase social y dudo mucho que Mariko le preste atención –hizo una pausa- no deberías perder la oportunidad de salir con una chica como ella... yo creo que eso es lo que te hace falta: una chica linda para que puedas sentar cabeza, como debe ser y te olvides de esa tonta idea de querer ingresar al ejército.
― Tía, Mariko no me interesa de esa forma... y te voy a pedir que ya no insistas con eso, por favor –dijo, algo molesto-.
A la tía Hinako no le pareció que él le hablara de esa manera y que su mamá no dijera nada:
― Iré a ver si ya está la cena –dijo molesta y se fue de ahí-.
Ambos voltearon a verla y después, Ranma le dijo a su mamá:
― ¿Por qué tuvo que venirse a vivir aquí, mamá?
― Hijo, hace algunos meses se murió su esposo... a la pobre le ha costado mucho superar su pérdida.
― ¿Lo dices en serio? –dijo Ranma, incrédulo- porque yo la veo cada día más recuperada y más controladora.
― No exageres, cariño –dijo su mamá, sonriendo- es que, mi hermana te quiere mucho.
― Pues, a mí no me cae nada bien... y por eso, solo por eso, me alegra tener que alejarme por algunos años para ya no verla.
Pasaron unos minutos y apareció nuevamente la tía Hinako. Ranma, al verla, le dijo a su mamá:
― Estoy seguro que se te ocurrirán nuevas ideas, mamá, pero, definitivamente, no vayas a tomar a la tía Hinako como modelo, porque entonces sí que vas a fracasar con tu línea de muñecas de porcelana jajajaja.
Diciendo esto, se fue rápidamente de ahí y subió a su habitación. La tía Hinako se puso furiosa y la señora Nodoka le dijo a su hijo, sonriendo:
― No vayas a tardar en bajar a cenar, pequeño.
― ¡Muchacho insolente! –le gritó la tía Hinako- ¡¿qué falta de respeto es ésa?!
La señora Nodoka se rio y la tía Hinako al verla, le dijo:
― ¡¿No piensas decirle nada a tu hijo, Nodoka?!... ¡cada día está más rebelde!
― No exageres, Hinako... estoy segura que solo bromeaba jajajaja.
― ¡Nodoka, si no haces algo, tu hijo terminará en malos pasos!
― ¿Cómo crees? mi Ranma es un buen chico, ha sido educado de la mejor manera: tiene bien cimentados sus principios y sus valores.
― Pues, yo no lo creo... si él fuera mi hijo...
― Pero no lo es, Hinako, así que, por favor, te voy a pedir que no vuelvas a decir algo así.
― ¡Ahora, yo soy la mala y él es quien acaba de faltarme al respeto! –dijo, bastante ofendida-.
― Ya, tranquilízate... hablaré con él después de cenar –y fue al comedor a ver si ya todo estaba listo-.
La tía Hinako estaba que echaba chispas y pensó:
¡Cada día soporto menos a ese muchachito!... ¡ojalá de verdad anduviera en malos pasos, eso me haría muy feliz!... ¡cómo me gustaría ver a Nodoka sufrir por su querido hijito!
La tía Hinako tenía un gran secreto: ella había estado enamorada del padre de Ranma y el hecho, de que él hubiera elegido a la señora Nodoka en su lugar, hizo que creciera un gran odio en su interior por ella y también por Ranma, pues, el solo hecho de verlo, hacía que recordara cada día, con mucho dolor, que lo de ella con el señor Genma no pudo ser. Por eso, deseaba que Ranma no fuera el chico bueno y obediente que su hermana "tanto proclamaba" y del que estaba muy orgullosa... solo esperaba que se presentara la oportunidad en que Ranma cometiera un error... solo uno, para poder celebrarlo.
Por otro lado, al día siguiente, nuevamente en el pueblo de Nerima, Akane se levantó muy temprano (como siempre), pero, no salió a caminar. Se bañó, luego, se cambió rápidamente y bajó a desayunar.
Su papá y sus abuelos ya estaban en el comedor. Ella no sabía si era un buen momento para hablar con ellos y pensó en si debía o no acercarse.
Su padre notó su presencia y le dijo:
― Acércate, Akane. Tenemos que hablar.
― Sí, papá.
Se acercó, con algo de timidez. Luego, se sentó en el tatami al lado de su papá y él empezó a hablar:
― Hija, me desconcertó totalmente tu actitud de ayer -hizo una pausa- nunca pensé que te comportarías de esa manera y de una vez te digo que no voy a permitir que vuelvas a faltarle al respeto a esta casa, ¿está claro?
Akane se sorprendió mucho al escucharlo y él continuó:
― Tu mamá me platicó ayer que quieres seguir estudiando en la universidad la carrera de enfermería.
― Sí, papá... me gustaría mucho...
Él la interrumpió y le dijo:
― No hables aún... déjame terminar.
Akane inclinó su rostro, muy avergonzada y él continuó:
― Akane, por ningún motivo permitiré que salgas de este pueblo... ¡óyelo muy bien, porque no voy a repetirlo!
― Pero, papá...
― ¡Nada, Akane! ¡te casarás con ese muchacho y punto! -dijo, bastante molesto-.
Akane estaba muy asustada y él continuó:
― Hoy mismo irás a pedirle una disculpa a Kuno por tu comportamiento de ayer, ¿entendiste?
Sus abuelos solo escuchaban la conversación sin intervenir.
A Akane se le salieron algunas lágrimas al escuchar a su padre. Asintió levemente y después, le dijo:
― Está bien, papá... como tú digas -y se levantó del tatami para irse. Su papá se le quedó viendo y después, la señora Cologne dijo, dirigiéndose a ella:-
― ¿No vas a desayunar, linda?
― No gracias, abuela... no tengo hambre.
Hizo una reverencia y salió del comedor.
La señora Aiko había escuchado todo y le dijo a su esposo (arriesgándose a que se enojara más):
― Eres demasiado injusto con Akane... ella es una buena niña y jamás haría algo malo.
― No voy a arriesgarme, Aiko.
― A ver, Soun... ya varias jovencitas de nuestro pueblo han ido a estudiar a Tokio y han regresado a cumplir con la promesa de casarse con los prometidos que sus padres les eligieron... Akane solo quiere estudiar, ¿qué de malo tiene eso?
― Que será mal influenciada, como ya lo está siendo ahora -hizo una pausa- ¡¿por qué tuvieron que venir esas personas a nuestro pueblo a meterle esas ideas en la cabeza a mi hija?!
― ¿Cómo dices eso, Soun? animar a alguien a que estudie no es nada malo, además, ponte a pensar: ¿qué sería de nosotros si no hubieran médicos y enfermeras en el pueblo?
― Estás desviando la conversación, Aiko.
― Akane es muy inteligente, siempre ha sido responsable y muy obediente.
― Eso lo sé, pero, piensa en esto: afuera conocerá a varios muchachos... ¿qué sucederá si se llega a enamorar de uno de ellos?... a ver, ¿qué me dices de eso?
Ryoga iba entrando al comedor. Alcanzó a escuchar un poco la conversación y arriesgándose a que su padre lo regañara, le dijo:
― Papá, por favor, permítele a mi hermana ir a estudiar... dale a ella la oportunidad que piensas darme a mí... estoy seguro que ella sabrá aprovecharla y corresponderte muy bien.
El señor Soun lo escuchó. Se levantó del tatami y después, dijo:
― Mi decisión ya está tomada: Akane no irá a ninguna parte y se casará muy pronto con Kuno Tatewaki –hizo una pausa- no hay nada más que hablar: Akane tendrá que olvidarse de esa ridícula idea de querer ser enfermera.
― ¿Así que eso era? –se escuchó que dijo alguien atrás de ellos- Así que ésa es la razón del comportamiento de la señorita Tendo.
Todos voltearon a ver y era Kuno el que había hablado. Acababa de llegar y los sirvientes le indicaron que la familia estaba en el comedor:
― Kuno –dijo, rápidamente el señor Tendo- de verdad, estoy muy avergonzado por la actitud que mi hija tomó ayer, pero, ordenaré que venga en este instante y te pida una disculpa.
― No, no es necesario, señor Tendo.
― Pero...
― Y me parece muy bien que la señorita quiera seguir estudiando.
Todos se le quedaron viendo, muy sorprendidos y el señor Tendo le dijo:
― ¿A ti te parece bien esa locura?
― No creo que sea una locura, señor Tendo –hizo una pausa- yo quiero que sea feliz y si por esa razón ella actuó de esa manera ayer, quiero decirle que por mí no hay ningún inconveniente.
El señor Tendo aún no lo creía y después, le dijo:
― Pero, ¿estás consciente del riesgo que implica que ella salga del pueblo?
― Lo sé, pero, confío en la excelente educación que usted y su esposa le han dado.
Nuevamente, todos se quedaron perplejos al escucharlo y la señora Aiko dijo:
― La carrera que Akane quiere estudiar tomará aproximadamente cuatro años, si no es que cinco.
Kuno se quedó pensando un momento y después, el señor Tendo le dijo:
― Hijo, creo que es mejor que hablemos de esto en privado... vamos a mi oficina.
― De acuerdo, señor Tendo... con permiso –dijo, dirigiéndose a los presentes y haciendo una reverencia-.
Al pasar a la oficina, el señor Tendo le dijo:
― Hijo, piénsalo bien... es demasiado el riesgo que se corre si Akane sale del pueblo: conocerá muchas personas que la mal influenciarán y aparte, conocerá varios muchachos que buscarán acercársele.
― Lo sé, señor Tendo, pero, como repito: yo quiero que su hija sea feliz. Por eso, estoy dispuesto a permitir que vaya a estudiar, únicamente con dos condiciones.
― ¿Cuáles son, hijo?
― Que se formalice nuestro compromiso frente a todo el pueblo –hizo una pausa- quiero que la señorita Tendo me dé su palabra de honor que se casará conmigo al finalizar su carrera.
― Me parece bien y ¿cuál sería la otra condición?
― Que la hacienda Tendo quede como garantía de que efectivamente este matrimonio se efectuará.
El señor Tendo quedó más que sorprendido y después, le dijo:
― Pero... a ver... ¿estás pidiendo la hacienda como garantía? eso quiere decir que... si Akane no se casa contigo, ¿la hacienda será tuya?
― Exactamente... además, ya me debe bastante dinero, ¿no cree?... me parece que es justo que ya se constituya una garantía hipotecaria a mi favor para que esté seguro de que me devolverá todo lo que le he prestado.
― Pero, hijo, eso es muy arriesgado.
― Si usted decide ya no concederme la mano de su hija en matrimonio, de igual manera me seguirá debiendo dinero... pero, si me caso con ella, le doy mi palabra que la deuda quedará saldada y la hacienda seguirá siendo suya.
El señor Tendo se quedó pensando y reflexionando. Después, le dijo:
― Está bien, acepto.
Kuno estaba más que satisfecho y le dijo:
― Muy bien, entonces, lo estaré esperando en mi hacienda para firmar los papeles correspondientes.
― De acuerdo, iré más tarde.
Después, salieron de la oficina y fueron al comedor. Todos estaban esperando a que les dijeran a qué acuerdo habían llegado y el señor Tendo le dijo a su esposa:
― Llama a Akane, por favor. Debo decirle que tiene mi consentimiento para ir a estudiar a la universidad.
― ¡¿Qué?! –dijeron todos muy sorprendidos-.
― Sí, así es –dijo nuevamente el señor Tendo- Kuno está perfectamente de acuerdo, así que yo no tengo por qué oponerme.
Todos voltearon a ver a Kuno y después, Ryoga dijo muy feliz:
― ¡Iré a avisarle a Akane! –y subió rápidamente a buscarla a su habitación-.
Tocó la puerta y le dijo:
― ¡Akane, ven pronto! ¡papá quiere decirte algo muy importante!
Akane deslizó su puerta para abrirle y le dijo, muy triste:
― Ryoga, ¿qué más me puede decir?... ya me dejó muy claro que yo no podré...
Ryoga la interrumpió y le dijo:
― Ven... te aseguro que es algo muy bueno –y la tomó de la mano para que bajaran juntos al comedor-.
Al llegar con los demás, Akane se dio cuenta que Kuno también estaba ahí junto a su familia.
El señor Tendo al verla le dijo:
― Acércate, hija... Kuno y yo tenemos algo que decirte.
Akane se acercó y su padre continuó:
― Hija, ya hablé con tu prometido y él está de acuerdo en que sigas estudiando.
Akane no creía lo que estaba escuchando y Kuno dijo:
― Así es, señorita... estoy completamente enterado de su sueño de seguir estudiando y por mí no hay ningún inconveniente... lo único que pido es que acepte que se formalice nuestro compromiso y se case conmigo al finalizar sus estudios.
Akane no sabía que decir y su mamá le dijo:
― ¡Hija, vas a poder hacer realidad tu sueño!... ¿no te alegras?
― Hija –dijo su papá- Kuno está siendo demasiado generoso y paciente contigo, a pesar de tu comportamiento de ayer. Así que más vale que aceptes su ofrecimiento.
Todos estaban esperando la respuesta de Akane, pero, ella parecía que aún no asimilaba lo que acababa de escuchar:
― ¿Qué me dice, señorita? –dijo Kuno, acercándose a ella y tomando una de sus manos para darle un beso- ¿acepta que se oficialice nuestro compromiso matrimonial frente a todo el pueblo?
Akane se le quedó viendo detenidamente. No sabía qué hacer, porque realmente eran dos sus sueños más grandes: estudiar en la universidad la carrera de enfermería, pero también quería conocer, algún día, el amor verdadero.
Dadas las circunstancias, solo uno de sus sueños podría hacer realidad, así que tendría que conformarse:
― Está bien, señor Tatewaki... acepto casarme con usted.
Kuno estaba más que feliz y se atrevió a abrazarla fuertemente. Después, el señor Tendo le dijo a su hija:
― Muy bien, Akane, entonces, espero que sepas aprovechar la oportunidad que se te está concediendo, porque solo se te dará esta oportunidad... no habrá ninguna otra y de una vez te digo que no voy a tolerar ningún error, por más mínimo que sea, ¿me escuchaste bien?
Akane asintió y le dijo, sonriendo levemente:
― Sí, papá... prometo que me sabré conducir conforme a los principios y los valores que me han inculcado... no te fallaré.
CONTINUARÁ...
