Hola, este capitulo nació gracias a Mid que cumplía años por ahí en 2020/2021. Dejé pasar el tiempo para luego publicarlo por aquí, ya que pertenece a este fic.
Espero les guste.
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Je ne sais quoi
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—Podríamos pasar el rato —dijo ella, mirando hacia las nubes.
—¿No es eso lo que estamos haciendo? —Yamato tenía una manera sutil de pronunciar palabras bruscas.
—No, me refiero a hacer otras cosas —procedió a explicar Mimi.
El joven frunció el ceño, miraba a su amiga mientras disfrutaban del viento que les golpeaba el rostro y del cielo que les sonreía en un cálido y brillante azul.
—¿Cómo qué? —inquirió preso de la duda.
Mimi se reincorporó, hasta ahora yacía acostada sobre la grama del parque. Sonrió y con un leve rubor coloreando sus mejillas, rompió la distancia y le robó un beso a Yamato.
—Mimi… —dijo tras el beso, quedando mudo de golpe.
—Eres lindo. Yo soy linda. La pasamos bien… podríamos hacer este tipo de cosas sin dejar de ser amigos.
El sol comenzaba a esconderse. Yamato no respondió, pero aquella falta de respuesta no significó un no para Tachikawa.
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—¿Qué es lo que tiene de malo? —cuestionó Mimi.
—Yamato no es ese tipo de hombres. —Taichi pateaba el balón contra un muro de ladrillos en la parte trasera del instituto. Mimi lo observaba mientras comía de su emparedado—. No le gusta el coqueteo sin compromisos. Es decir, no es como yo, que sé que tus comentarios y a veces acciones no conllevan a nada.
—No lo hago a propósito. O sea, eso de coquetear con todos, pero esto es diferente.
—Sí, son amigos con derecho.
—¿Celoso?
Taichi dejó de patear, suspiró hondo antes de girarse y mirar a Mimi con una ceja enarcada.
—Ahí lo ves —soltó—. Yamato no te tomará en cuenta si sigues comportándote así.
Mimi se puso de pie de golpe. Con el cejo fruncido miró a Taichi, a modo acusatorio. Esas palabras la habían herido, le molestaron, quería golpear a su amigo.
—Eres un idiota.
—No vayas a lastimarlo —sinceró—. Sé que Sora y yo ya lo hemos hecho y que no soy el indicado para dejar esta advertencia, sin embargo…
Mimi interrumpió.
—No lo haré.
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Sora escuchaba con atención las palabras de Yamato. Ella hacía un arreglo de flores mientras este dejaba salir todo el monólogo que se había repetido semanas atrás frente al espejo desde el primer beso con Mimi.
—Si te sientes tan incómodo, quizás debas decírselo —aconsejó la pelirroja.
Yamato bufó.
—No quiero herirla.
—¿Por qué lo harías? —indagó, cortando una rama seca del arreglo.
—Porque… —Pensó mejor lo que diría—. Siento que es más vulnerable de lo que demuestra ser.
Sora rio, dejó las flores a un lado y se giró a mirar a Yamato.
—Dices que Mimi, la misma que lloraba por todo en el Digimundo, es mucho más frágil.
—Todos hemos cambiado. Ella solo era mimada y muy emocional. Ambos sabemos que cambió y que es el tipo de mujer que enfrenta con más decisión el mundo. Podría ganarse el emblema de la valentía si así se lo propusiera.
—Me parece que te gusta.
—Es admiración.
—Entonces, ¿qué harás? —preguntó sonriente—. ¿Cómo harás para que dejen de llover los besos?
Fue en ese momento que entendió que, si llegaba a hablar con Mimi, dejarían de haber besos y la sola idea le caía como una patada en el estómago.
—En realidad, creo que me gusta Mimi.
Sora sonrió gozosa ante la confianza que Yamato le daba.
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Entró en su camerino y encontró una flor azul sobre la mesa de centro. Al lado una nota: Gracias por escucharme, por los besos bajo la luna, por tu tiempo y paciencia, por ser el pilar que necesitaba para no caer en los momentos en que no creía no reconocer mi entorno ni a mí misma. Mimi.
Yamato sacó su móvil del bolsillo y marcó el número de la amiga.
—¿Estás bien? —preguntó en cuanto escuchó el saludo de la otra del otro lado del a línea.
—Sí. ¡Excelente concierto!
—No cambies el tema. ¿Qué significa esa nota?
—Te doy las gracias por los hermosos recuerdos que hemos compartido.
—Suena a una despedida.
—Suena a que no voy a hacerte sentir más incómodo. Lo he estado pensando, pero parece que nuestros encuentros significan más para mí que para ti. Eres un buen chico, lo suficientemente amable para no hacerme sentir mal, como para aceptar mis caricias aun cuando no es lo que deseas. Te libero de mí. Je t'adore.
Yamato suspiró pesado. Dejó que el silencio reinara por unos segundos que parecieron minutos enteros.
—Ecoute-moi —dijo Yamato con voz ronca—: Par moments, je ne te comprends pas, tu es si lontaine.
—Souviens toi —le dijo antes de terminar la llamada.
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—¿Terminaste con él? —Sora sobre reaccionaba, eso pensaba Mimi.
Caminaban juntas por el centro comercial, hacían las compras juntas, tendrían una fiesta en casa de Miyako y requerían un atuendo que antes no les hubieran visto, al menos era lo que repetía Mimi cada vez que Sora le decía si era necesario comprar ropa nueva.
—No terminamos. Nunca fuimos.
—¿Esto tiene que ver con que te vas a Francia a finales del año escolar?
Mimi corrió y tomó un vestido rojo del otro lado del aparador de la tienda. Sora supo que estaba evitándola.
—No seas infantil.
—Escucha. —Mimi se volteó a ver a Sora, enojada, muy enojada, pero no con Sora, sino con ella misma. Estaba harta, Taichi se lo advirtió y ella no escuchó. Lo que nunca pensó era que la que saldría lastimada sería ella—. Me gusta mucho Yamato, mucho. Tanto así que ya no soporto pensar que está conmigo solo porque no le di opciones.
No, no se las había dado. El otro día, una semana antes de terminar, estaban viendo una película en el cine. Ella deseaba con todas sus fuerzas que Yamato le cogiera la mano, que por primera vez fuera él quien la besara, pero estaba tan concentrado en la película que no les hacía caso a las sutilezas de la joven, como tropezar accidentalmente sus manos en la reposadera del asiento, como dejar caer su cabeza sobre su hombro, como susurrar en su oído que olía muy bien. Fue entonces que, sabiendo que no pasaría, lo besó, así como muchas veces, pero esta vez sentía que lo deseaba más ella que él. En ese momento se dio cuenta que le gustaba y que no era solo un capricho.
—Lo de Francia no tiene nada que ver. Son solo vacaciones de verano con mis padres. Están tan orgullosos de mi avance con el francés, que quieren alardear de mí en el propio país.
—Si te gusta tanto por qué no…
—Porque Yamato le pertenece a todas. La única que pudo apartarlo por un periodo de tiempo fuiste tú. Y no quiero seguir hablando de él.
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Miyako hubo invitado a casi todo el instituto, se suponía sería una reunión pequeña, pero en el apartamento de los Inoue no entraba un alma más. Mimi llevaba puesto un mini vestido holgado color salmón, un sombrero negro y botines a juego. El mini vestido se le pegaba un poco al cuerpo, el sudor resbalaba por sus mejillas y pecho, danzaba al sonido de la música y su vaso con vodka no bajaba de la mitad. Bailaba con un grupo de chicas, sin embargo, había muchos chicos interesados en sus movimientos.
Yamato la observaba desde un rincón del apartamento. No le gustaba cómo el resto de los chicos la miraban, apretaba el puño en un intento de controlar su ira, sin poder soportarlo mucho más, rompió distancia. Caminó a pasos apurados y cogió a Mimi del brazo.
—¡Suéltame! —chilló ella.
—Estás ya muy ebria.
—¡No eres mi padre (ni Sora) para prohibirme nada!
Yamato apretó el agarre, tiró un poco de ella, esperando que la siguiera, pero esta opuso resistencia.
—Vamos, Mimi —suplicó.
—No quiero.
El joven torció los ojos. Antes de que Mimi pudiera decir una palabra más, la alzó y dejó caer sobre su hombro. La chica comenzó a gritar y la multitud a hacer coro en tono de bromas.
Yamato sacó a Mimi justo a tiempo, vomitaba como si no hubiera un mañana mientras le pedía que no la mirara vomitar.
—¿Qué fue eso?
—Un acto de malcriadez. Quizás sigo siendo la misma, pero mucho más irresponsable.
—¿Estas molesta conmigo?
—No.
—Tu tono de voz me dice lo contrario. —Yamato hizo una pausa esperando que Mimi hablara, pero esta se quedó sentada sobre el pavimento con las piernas extendidas y la mirada perdida en el asfalto—. Tu terminaste… esto.
—No quiero hablar del tema.
—No, no lo haremos, estás ebria. Te llevaré a tu casa y mañana nos veremos en la tarde, en el muelle.
Mimi asintió.
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—Me gustas. —Mimi dejó caer la mandíbula, sorprendida—. No le daré vueltas a esto. No soy de la clase de persona que se expone de esta manera. Las palabras románticas solo brotan de mi boca en una canción, pero que no las diga en medio de esta declaración no hace que mis sentimientos sean menos sinceros.
Mimi cerró la boca, no dijo nada. Bajó la cara para ocultar que la viera vulnerable.
—Tenía que decírtelo —prosiguió—. Aunque para ti no signifique nada. Estas vacaciones de verano me iré fuera el país. Mi abuelo quiere que Takeru y yo lo visitemos antes de que me vaya a la universidad.
¿Acaso esa era la señal que estaba buscando? No podía ser coincidencia. Es decir, ella ya tenía los boletos de avión para ir a Francia y ahora… a no ser que hablara de su abuelo paterno.
—¿Te irás a Francia?
—Sí —contestó. El cielo detrás de ellos cambiaba de color azul a naranja—. Pero al regresar, si lo deseas, tú y yo…
Mimi lo detuvo. Siempre fue alguien con carisma y segura de sí misma, sin embargo, en ese momento se sentía muy vulnerable, como si tuviera una cabeza extra.
—¿Por qué te gusto? —El tener a chicas detrás de ella diciendo que era fea, el acoso, ver que sus amigos cambiaban para mejor y sentir que se estancaba la volvía insegura. Odiaba verse así, pero no podía negar sus sentimientos.
—Porque eres tú.
—Esa no es una respuesta válida.
—Está bien, me gustas porque tienes un Je ne sais quoi que me vuelve loco.
Mimi levantó la cara y dejó ver sus lágrimas, una gran sonrisa se ensanchó en su rostro. Estaba realmente contenta.
—Creí que no eras romántico.
Yamato sonrió con un poco de sarcasmo, medio en broma.
—No lo digo en el sentido romántico de la expresión.
Ella esperó, porque si el universo los quería juntos, él debía dar el primer paso. El corazón se le detuvo en cuanto lo vio acercarse, parecía que Yamato le leía la mente, porque la tomaba por las mejillas rompiendo todo el espacio en medio de los dos.
Un beso que despidió los últimos rayos del sol.
—¿Nos vemos en París? —preguntó Mimi.
Yamato enarcó una ceja, el ir a Paris fue idea de Takeru luego de que a Sora se le escapara que Mimi se iría a vacacionar a aquella ciudad, pero debía decir que hacerse el desentendido le causaba cierta gracia.
—Es que yo ya he hecho planes…
Yamato la interrumpió, volviéndola a besar. Y así Mimi supo que sus vacaciones de verano serían tan interesantes como aquél viaje al Digimundo, quizás no se podía comprara tanto, pero estaba segura de que lo pasaría bien.
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Notas de autor:
Y otra vez: Zorionak, MID. Gozatu zure eguna.
Espero que pases un lindo día. #TeamSororidad.
Je t'adore: Te adoro.
Ecoute-moi: Par moments, je ne te comprends pas, tu es si lontaine: Escúchame: a veces no te entiendo, eres tan distante. (perdí la página, pero la traducción era más bonita Y EL TRADUCTOR…)
Souviens toi : Recuérdalo.
Je ne sais quoi: no sé qué
