Lo que Debemos Hacer.

Roswall, con su sonrisa calmada pero cargada de arrogancia, me observa detenidamente mientras planteo la cuestión sobre las elecciones. Hemos trabajado codo a codo, y he desplegado todas mis habilidades para gestionar la economía de la mansión, optimizando procesos y buscando eficiencia en cada rincón. Afortunadamente, no se puede subestimar el poder y la influencia de Roswall, pues su inmenso capital y amplias conexiones nos han permitido acceder a información privilegiada.

—Hasta que no aparezca la quinta candidata, los movimientos serán escasos —responde Roswall, sacando una carta de la manga con elegancia—. Sin embargo, corren rumores de que finalmente han encontrado a la quinta candidata.

Felt. Está claro que se trata de ella. El inicio de las elecciones coincide en tiempo con el del culto, lo que me otorga cierto margen para actuar. Además, es crucial preparar a Emilia para su discurso, pues marcará el comienzo de su ascenso y debe ser un discurso elocuente y coherente.

—Cuando se confirme, avísame de inmediato. Necesitamos poner manos a la obra en la preparación del discurso de Emilia —digo mientras hojeo la carta entre mis manos, tratando de descifrar su contenido.

Me siento adentrándome en un mundo completamente diferente, más allá de lo que arrastraba la novela original. He experimentado una multitud de eventos y situaciones diversas, cuya profundidad es difícil de comprender en su totalidad.

Roswall y Ram se retiran, dejándome a solas con Rem. No es nada extraordinario, pues Ram sigue siendo la exclusiva sirvienta de Roswall, mientras que Rem permanece a mi lado para brindarme su ayuda. En lo personal, habría preferido que Frederica asumiera el papel de secretaria o, en su defecto, cualquier otra persona con habilidades básicas en el área. El problema radica en la escasez de personas de confianza, y aunque me cueste admitirlo, Rem se ha ganado mi confianza.

Sin embargo, aún no puedo perdonarla por completo, por lo que he mantenido cierta distancia en nuestra relación, sin dejar de reconocer su valía en las tareas que desempeña a mi lado.

Me siento mal, pues fui yo quien impulsó a Rem a seguir adelante, pero al mismo tiempo, ella debe comprender la gravedad de sus acciones. Sumirme en la amargura diaria no me hace bien, pero a pesar de mis esfuerzos, no logro encontrar una solución adecuada para lidiar con ella.

Quizás debí dejarla atrapada en su propia desesperación. Aunque sea irresponsable, considero que es peor no brindarle ayuda. Contemplo el cielo, buscando una respuesta sobre cómo perdonar a alguien que intentó acabar con mi vida.

¿Será que ahora es una persona diferente? Antes estaba cegado por la ira y dudaba de todo. Sin embargo, ahora pongo en tela de juicio esa perspectiva. Rem no ha cambiado en esencia, solo ha modificado su actitud hacia mí y los demás. Estoy seguro de que actuaría de la misma manera si ve a alguien afectado por el miasma. Pero, claro, conmigo las cosas ya no son así.

—Vamos, tenemos que ir a la herrería —digo, rompiendo el silencio que nos envuelve.

—Sí, señor Marco —responde Rem, caminando a mi lado sin intercambiar una sola palabra más.

Avanzamos juntos mientras proceso los pasos a seguir. Con la construcción de la máquina a vapor en el horizonte, debo asegurarme de completarla antes de que Crusch llegue. Dado que su propiedad alberga diversas minas, es crucial venderle la máquina a vapor. De esta manera, podremos obtener derechos de extracción o dinero en el peor de los casos. Necesito expandir la industria a toda costa, ya que es la clave para generar ingresos.

Hay tantas tareas por hacer: continuar escribiendo la novela, estudiar los libros de la biblioteca, practicar magia, crear la máquina a vapor, gestionar las cuentas, iniciar el diseñó de nuevas tecnologías. A veces, deseo desfallecer para no tener que hacer todo esto. No obstante, gracias a la magia curativa, he logrado sobrevivir con pocas horas de sueño.

Antes de llegar a nuestro destino, observo a Rem, quien mantiene su sonrisa característica.

—Rem, respecto a trabajar en la confección de los trajes, ¿estás dispuesta a hacerlo? —le pregunto, sin intención de obligarla a realizar tareas adicionales a su trabajo actual. Si no está interesada, puedo contratar a personas especializadas. Simplemente le planteo la opción para que deje de desempeñarse como mi secretaria por un tiempo y se dedique a algo que realmente le guste.

Rem me mira con la misma sonrisa y un tono entusiasta.

—¡Sí! Vi tus diseños y creo que puedo hacerlo —exclama Rem, apretando los puños con determinación—. He estado esperando una oportunidad para trabajar en ello.

Observo cómo Rem ha estado explorando diferentes vestimentas últimamente. Al igual que yo, decidió adquirir varias prendas durante nuestro pequeño viaje a la capital. Personalmente, compré cosas más convencionales, no demasiado ostentosas, principalmente ropa formal y algunas prendas casuales. Algunas de las ropas de los nobles no son en especial bonitas, pero igualmente elegí algunas.

Me encantaría que Rem desarrolle su talento en la confección de prendas para que pueda encargarse de ello. Además, con la máquina a vapor, hay otro campo en el que puedo incursionar. Si creo un telar mecánico, podré producir telas para vender al por mayor sin necesidad de mucho personal.

—Perfecto, entonces, cuando comience la fase tres, tendrás que trabajar arduamente —le digo a Rem, quien asiente mientras mira hacia adelante, donde ya se vislumbra la herrería.

Al igual que con los trabajadores, hemos contratado a un grupo de herreros recomendados por Clind, el sirviente de Roswall. Les pagamos el triple de su salario habitual debido a su importancia. Estas personas son claramente el comienzo de la revolución industrial y espero mucho de ellas en el futuro. Sin embargo, asignarles tareas tan relevantes también implica un riesgo. Si ellos filtraran información, nos meteríamos en problemas.

Es por eso por lo que tuve que tomar precauciones. Utilicé a Puck para evaluar el tipo de personas que eran y así evitar problemas mayores. El grupo inicial era de cuarenta y tres personas, pero se redujo a veintidós después del proceso de selección. Al principio, algunos se quejaron, pero luego logré hacerles comprender mis planes.

No necesito personas que no puedan guardar secretos, que no sean serias o que mezclen su vida personal con el trabajo. Los seleccionamos a todos y retuvimos a los mejores.

—Rem —miro en su dirección.

Rem comprende y se dirige a tocar la puerta. Ella ha estado a cargo de la contabilidad con ellos, mientras que yo me he encargado de entrenarlos en la creación de los moldes. No tengo ni idea de metalurgia, por lo que es una debilidad que hemos tenido que superar.

La herrería no fue reconstruida, ya que esa zona se designó como área residencial. Nos hemos trasladado a una zona apartada, donde no hay cultivo, y solo se encuentras escasas viviendas. Será allí donde comience nuestra zona industrial.

Compramos las viviendas de la zona, que eran alrededor de cuatro, ya que estaban alejadas de todo y pertenecían a personas que se dedicaban a la tala de árboles y venta de madera. Les ofrecimos trabajar junto a los carpinteros y también les ofrecimos la posibilidad de adquirir nuevas casas a un buen precio. Arrendamos habitaciones para ellos en la mansión y actualmente están trabajando en ello.

Una vez que las zonas residenciales estén terminadas, demoleremos todo y construiremos las primeras fábricas. Sin embargo, el espacio es limitado, por lo que tuvimos que solicitar la ayuda de Roswall para expandir la zona. No quiero depender siempre de él, pero al principio es lo que tenemos que hacer. Además, estamos rodeados de mabestias, por lo que cada expansión implica matar a un gran número de ellas y colocar los cristales piroxeno en el perímetro.

Poco a poco, la apariencia del área irá transformándose en un pueblo más organizado. También planeo demoler y remodelar la parte derecha, agregando más zonas residenciales y distribuyendo terrenos para la agricultura. Estoy apuntando a las aldeas cercanas para que se muden a Irlam y nos cedan su territorio. De esta manera, a medida que nos expandamos, podremos unir todas las aldeas y formar una ciudad.

Mientras pienso en grande, me doy cuenta de que me había quedado absorto en mis pensamientos.

—¿Señor Marco? —dice Rem, mirándome con preocupación.

Reaccionando con calma, le devuelvo una mirada tranquila y digo:

—Lo siento, estoy bien.

En frente de mí se encuentra el jefe de los herreros, Baltazar. Es un hombre bajo y fornido, lo más cliché que podrías imaginar de un herrero. Al principio me pareció un poco cómico, pero después de ver sus habilidades quedé sorprendido.

—Baltazar, es un placer verte hoy —sonrío cordialmente.

—Por fin te dignas a aparecer, estaba esperando como una damisela JAJAJA —Baltazar ríe por un momento antes de invitarnos a entrar—. Pasen, el tiempo apremia.

Ambos entramos con sonrisas incómodas. Aunque su actitud me agrada, he tenido que esforzarme por aprender las costumbres de este lugar. Aprendí a hablar como un noble y a actuar como alguien que se hace respetar. Obviamente, no soy despiadado y sé cuándo es necesario actuar de esa manera, pero también tengo que separar mi trabajo de lo social. Por eso, ver a alguien como él me hace sentir cómodo.

Todos los herreros trabajan arduamente. Acondicionamos la casa para que se asemeje lo más posible a una herrería, pero hemos agregado más ventilación para evitar problemas de contaminación pulmonar y otros riesgos.

Gracias a Roswall, los herreros no suelen usar carbón, sino cristales lamicta de fuego, que calientan todo el lugar. Eso es algo bueno, sin embargo, ha aumentado considerablemente los costos, por lo que solo lo utilizamos para trabajos importantes, mientras que para el resto volvemos al carbón.

—No he hecho espadas en casi un mes, siento que me estoy quedando sin manos —comenta Baltazar mientras nos guía hacia el área de entrega.

Por mi parte, no necesito espadas. Los herreros se han dividido para trabajar en proyectos según sus habilidades. Algunos se dedican a fabricar varillas para la construcción, mazas y otros elementos básicos, mientras que otros se encargan de crear engranajes, barras y herramientas más complejas.

—Tuve que hacer moldes de arcilla para poder hacer esos tornillos tan pequeños —se queja Baltazar con molestia.

—Los tornillos son fundamentales, y me da tranquilidad saber que los hiciste tú —le respondo.

Para los tornillos, como no teníamos una muesca de guía, Beatrice y yo tuvimos que cambiar el diseño y tallamos con madera varios palos hasta obtener uno que funcionara correctamente. Fueron horas de esfuerzo, pero ha valido la pena si Baltazar pudo utilizarlos.

«Esto sería mucho más fácil si tuviéramos un torno», suspiro interiormente.

—Entonces, ¿ya están listos los materiales para la máquina a vapor? —pregunto a Baltazar.

Baltazar sonríe de manera arrogante, orgulloso de todo el trabajo que han realizado.

—¿Por quién me tomas? —Baltazar se señala con el pulgar, en una pose de suficiencia y orgullo—. Fue una tarea sencilla. Por el pago que nos diste, tendré que gastarlo pronto en una buena bebida.

Baltazar comienza a reír, y los otros trabajadores parecen estar de acuerdo con él, ya que todos sonríen ante sus palabras.

Observo varias de las piezas que formarán la máquina a vapor, desde el diseño de la caldera hasta los engranajes y el pistón que servirá como guía.

Obviamente, la máquina a vapor tiene muchos usos y tendremos que adaptarla a cada uno. Su creación implica que en el futuro surgirán cientos de aplicaciones. Planeo venderla para su uso en la mina, pero también tengo la intención de monopolizar la industria en otros campos.

¿Quién se quejaría de un buen monopolio en este mundo?

Cansado por el calor, salgo del lugar junto a Rem. Con los brazos cruzados, cambio mi expresión hacia Baltazar, mostrando una seriedad penetrante en lugar de amabilidad.

—Entonces, ¿cuánto tienes lista la versión simplificada de la máquina a vapor?

Sí, he decidido crear dos versiones: venderé la máquina a vapor convencional mientras que yo me quedaré con la versión mejorada, desarrollada por mí y Beatrice, que es capaz de integrar la magia para su funcionamiento.

Baltazar tiene los planos y conoce exactamente qué piezas deben colocarse en cada lugar. Como herrero, sabe la importancia del cuidado en la construcción.

—Si todo va bien, tendremos los materiales listos para la siguiente semana, por lo que estará lista en dos semanas —Baltazar me mira preocupado y pregunta—: ¿Estás seguro de llevarte los materiales y construirla tú?

Entiendo su preocupación, pero es algo que Beatrice y yo nos hemos prometido. La primera máquina a vapor mejorada será construida y utilizada por nosotros. La dejaremos como un tributo en la mansión, recubierta de cristal para protegerla.

Será un recordatorio del comienzo de todo.

—Sí, no te preocupes por eso. Ya he construido máquinas similares —sonrío con arrogancia.

Recuerdos vagos vienen a mi mente, sobre cuando realizaba mis proyectos en la universidad. Construir un torno, una maquinaria más compleja que una simple máquina a vapor.

—Por cierto... —lanzo una mirada fulminante a Baltazar—. No olvides el contrato.

Baltazar cambia su expresión satisfecha a una seria. Después de todo lo que le mencioné, no es un asunto trivial.

—Claro, no quiero poner en riesgo mi vida.

Supongo que tiene algo de razón. El contrato con los herreros fue más riguroso que con los constructores. Para los herreros, establecí más condiciones en el contrato, excluyendo la cláusula de tener que jurar mensualmente que no han traicionado a nadie, pero agregué una cláusula que indica que si alguno lo hace, atentaremos contra su vida.

Aunque sería ilegal en mi mundo, aquí es legal, pero solo porque no los estamos obligando. Aunque exista la esclavitud, no quiero convertirme en un monstruo como Roswall. Es una advertencia, ya que ellos son el corazón de la industria.

—Lo único que no entiendo es por qué las mujeres también deben firmar el mismo contrato.

Baltazar ha estado trabajando en conjunto con la siguiente producción, que se ha estado formando gradualmente.

—Has visto lo que puede hacer la pólvora. Si ellas revelan el método de producción, nada de esto funcionaría.

Al principio, quise crear la pólvora por mí mismo, ya que no quería compartir la producción con nadie. Sin embargo, se volvió demasiado abrumador en términos de tiempo, así que tuve que contratar a mujeres desempleadas que estuvieran dispuestas a recibir un pago generoso para producir la pólvora.

He sido meticuloso en todos los aspectos relacionados con la producción de pólvora. Las mujeres a cargo de esta tarea no están al tanto de los materiales utilizados ni de las proporciones exactas necesarias.

Para garantizar la precisión y delicadeza requeridas, he optado por confiar en la destreza manual de las mujeres, ya que son conocidas por su habilidad en la concentración multitarea y su cuidado en diversos aspectos.

Esta reflexión me trae a la mente recuerdos de aquellos tiempos pasados.


Yo, junto a Emilia, Roswall, Rem y Ram, nos encontramos frente a un grupo de dieciséis mujeres. Sus miradas rebosan alegría, pues el tiempo que pasaron en la mansión ha sido completamente desperdiciado para ellas hasta ahora. Pero finalmente ha llegado la oportunidad de trabajar, y todas están emocionadas.

Y yo también lo estoy, porque este proyecto nos abrirá las puertas para obtener nuestra propia fuerza, nuestro propio poder.

—Buenos días a todas las damas presentes —me inclino en señal de respeto—. Como sabrán, han sido convocadas por su arduo sentido de la responsabilidad, un sentido del cual hemos tomado conocimiento —coloco mi mano en el pecho.

» —Hoy les presentamos una oportunidad que nos llena de orgullo, una oportunidad sumamente importante en la cual cada una de ustedes jugará un papel relevante en el desarrollo de nuestro pueblo —saco de mi bolsillo una pequeña bolsa de tela—. Hoy vamos a construir el futuro de esta comunidad, y serán ustedes las encargadas de crear un material fundamental para lograr este propósito.

Coloco un poco de pólvora en el suelo y, sobre ella, una bola de hierro. Con la ayuda de Beatrice, he creado una pequeña muestra de pólvora mediante moldes que mantienen las proporciones exactas de cada material.

—Esto se llama pólvora, es un nuevo material creado por nuestra gente, desarrollado aquí y que será producido exclusivamente en Irlam.

Una pequeña chispa provoca una reacción, haciendo que la pólvora comience a expulsar chispas en todas direcciones, generando una pequeña explosión que deja una marca en el suelo de piedra. Rápidamente, una bola de hierro sale disparada hacia el techo a una velocidad increíble, dejando una marca a su paso antes de caer al suelo.

El ambiente se carga de anticipación mientras observamos el resultado de este experimento. Las mujeres contemplan maravilladas lo que acaban de presenciar, conscientes de que han sido testigos de un avance revolucionario en la historia de nuestro pueblo.

El futuro se vislumbra prometedor, lleno de posibilidades y logros que solo podrán materializarse gracias al esfuerzo y dedicación de cada una de ellas.

El impacto de lo que acaban de presenciar deja a Roswall y al resto de las personas en estado de asombro. Solo Rem parece estar acostumbrada a estos acontecimientos, ya que estaba al tanto de lo que se avecinaba.

—Con esto defenderemos a nuestro pueblo, más rápido y letal que una flecha. Es el comienzo de una nueva era que nos protegerá de los peligros futuros —levanto mi puño, mostrando mi determinación y convicción.

Dirijo mi mirada hacia Rem, quien de inmediato comienza a repartir el contrato a todos los presentes. Estas personas son de confianza, individuos que han permanecido en nuestra comunidad durante mucho tiempo y que se vieron afectados por el reciente ataque. Hemos tomado todas las precauciones necesarias, por lo que ahora depende de ellas.

A medida que las mujeres leen el contenido del contrato, sus rostros se vuelven pálidos, revelando su preocupación. Comienzan a susurrar entre sí, inquietas por lo que encuentran en sus páginas. Después de todo, se incluye una cláusula sobre "atentar contra su vida".

—Sé que están preocupadas, pero esa cláusula solo se aplica a aquellos traidores que abandonaron a su pueblo por ganancias personales —coloco mi mano en el pecho—. Yo, Marco Luz, les prometo un trato digno y humano. Les juro por el dragón que protege estas tierras que ninguna de ustedes sufrirá daño mientras mantengan su lealtad. Las protegeremos y les daremos la remuneración que merecen. Su salario actual es temporal, pero una vez que mejoremos nuestra situación, aumentaremos sus ingresos para que puedan vivir sus sueños y trabajar según sus deseos.

Por supuesto, esto es solo hasta que pueda reemplazar todo con máquinas a vapor, por lo que necesito compensarlas generosamente para que puedan iniciar sus propios negocios y jubilarse rápidamente.

Las mujeres parecen estar más convencidas con estas palabras.

—Usted ha sacrificado su vida para protegernos, por lo que confío en que actuará con honestidad —dice la madre de Petra, quien fue la primera persona a la que le ofrecí esta oportunidad.

En un efecto dominó, todas las mujeres comienzan a aceptar y se forman en fila para firmar el contrato. Lo siguiente será enseñarles las tareas que deben realizar y los cuidados necesarios para llevar a cabo su trabajo.

El primer paso para traer armamento a este mundo está completo.


—Fue lo justo, su salario es casi igual al de ustedes. Además, he estado yendo personalmente a preguntar por su bienestar y cuidándolas junto a la señorita Emilia —comento mientras miro hacia la fábrica, que consiste en dos casas unidas y adaptadas para ese propósito

—Un hombre duro, ¿verdad chica? —Baltazar vuelve a soltar una carcajada.

Dirijo mi mirada hacia Rem, quien ha terminado de tomar nota de toda la información recolectada.

—Rem, te encargo que envíes los materiales a la mansión. Si es posible, colócalos en la parte trasera de esta —le indico.

—Sí, señor Marco —responde Rem, inclinándose ante mí antes de dirigirse hacia la herrería junto a Baltazar.

Ahora que todo está en marcha, siento cómo mi cuerpo se relaja por unos segundos, tambaleándome débilmente. Llevo tres días sin dormir, ya que he estado corrigiendo los planos de las armas y coordinando todo lo que se realizará hoy. Aunque el papeleo administrativo puede ser engorroso, supongo que es necesario.

Inicio mi caminata de regreso hacia la mansión. Tenemos dos carruajes que se mueven constantemente entre el pueblo y la mansión, ya que las personas que están allí necesitan trasladarse hacia el pueblo y viceversa. Yo prefiero caminar para despejar un poco mi mente. Mientras avanzo por el bosque, pensando en todas las tareas que me esperan, me encuentro con Emilia, quien también ha decidido caminar hacia el pueblo hoy por algún motivo.

Emilia intenta detenerme, avergonzada por mi gesto, pero luego se rinde. Para mí también es incómodo, pero mientras estemos en público no puedo permitir que se vea poco formal. Es algo que debo hacer.

—Todavía no me acostumbro —Emilia hace un puchero hacia mí—, además no hay nadie aquí.

—Las carrosas pasan por aquí. Te dije lo importante que es mantener el estatus. Eres alguien importante y debes recibir el respeto acorde a ello. Hay cosas que no puedo cambiar de un día para otro, debo actuar de acuerdo con las costumbres de este lugar —explico.

—¡Hmpf! —Emilia se cruza de brazos, rechazando mis palabras.

—¿Vas al pueblo a ayudar? —pregunto, cambiando de tema.

Emilia ha estado yendo al pueblo constantemente para ofrecer sus servicios y curar el cansancio de las personas. Al principio, todos se sentían incómodos, pero ahora hacen fila para que ella los cure. Emilia ha trabajado arduamente y se ha superado a sí misma.

—¡Sí! —responde Emilia con una sonrisa feliz—. También voy a hacer la tarea que me diste.

Le pedí a Emilia que pregunte a cada persona cuáles son los problemas que han surgido a raíz de los cambios en el sistema del pueblo. Normalmente, habría asignado esa tarea a Rem, pero como ella ha estado ocupada, aproveché la oportunidad para que Emilia la hiciera. Quiero saber, desde sus perspectivas, qué cosas se pueden mejorar, especialmente en el campo de los cultivos, del cual no tengo mucha información.

—Me alegra verte. Ahora estaré un poco más desocupado. Creo que llegaré para estar contigo y Puck por la tarde.

En ese momento, Puck sale del cuerpo de Emilia.

—¡Buenos días, Marco! —Puck se acerca a mí con su típica sonrisa—. Pensé que te habías olvidado de mí.

—He estado trabajando como nunca. Cuando tenía un momento libre, ya era de noche —lamento, ya que disfrutaba los momentos de práctica de magia.

—Tengo mucho maná acumulándose. Pronto voy a necesitar tu ayuda —comenta Puck, mientras Emilia intenta hacer que deje de hablar, pero él continúa—. Cada cierto tiempo, necesito liberar el maná que acumulo. Últimamente siento que ha llegado el momento, por lo que necesito encontrar un lugar o una forma de liberarlo por completo.

Emilia se rinde, suspirando derrotada ante los persistentes comentarios de Puck.

—Lo siento, Marco. Sé que has estado ocupado, por eso no te lo había mencionado antes —Emilia baja la cabeza

Es cierto, casi me había olvidado de este problema. Creo que hubo una película o algo por el estilo que lo abordó. Tendré que pensar en una alternativa, no puedo permitir que el pueblo se vea afectado, ya que podría arruinar el curado del hormigón. Es otro dolor de cabeza para la lista.

Puck saca la cabeza y se ríe antes de volver al cuerpo de Emilia.

—No te preocupes, de todas formas es importante saberlo. Hoy nos reuniremos en la tarde con Beatrice para encontrar una solución a este problema —digo mientras miro hacia la mansión—. No puedo permitir que Puck libere su magia allí; seguramente congelaría todo el lugar.

—Sí, pensándolo bien, es algo más serio de lo que pensé —responde Emilia reflexivamente.

—Los cultivos se verían afectados así como el ciclo de vida de los animales, el maná de Puck es grande así que no es algo que pueda suceder tan espontaneo, toca planear bien la trayectoria a seguir para evitar daños —digo mientras pongo mi mano en su cabeza, sonriendo—. No te preocupes, todo saldrá bien.

Decidimos dejar ese asunto para después y continuamos nuestro camino. Hablamos de otros temas, como el progreso del pueblo y nuestros planes para el futuro. A medida que caminamos, siento que la tensión de los últimos días comienza a disiparse, al menos por un momento.

Emilia, en un instante, toma mis manos sin decir una palabra y comienza a utilizar magia de sanación en mí. Observo cómo cierra los ojos y concentra su energía en mis manos.

—Has estado durmiendo muy poco, estoy preocupada por ti, Marco. La magia puede aliviar el cansancio, pero tu mente seguirá desgastándose —dice ella, preocupada.

Con el objetivo de avanzar, he reducido mis horas de sueño a solo una o dos horas al día. Puedo conciliar el sueño rápidamente, pero dormir de manera adecuada es otra cuestión. He tenido que hacerlo, ya que la batería de mi teléfono no es infinita y aún tengo mucho que transcribir. Todas las noches dedico tiempo a transcribir todos mis archivos, y gracias a la ayuda de Beatrice, he avanzado mucho. El problema es que llevo tres días sin dormir y, con la llegada de la fase dos, es crucial que todo funcione sin problemas. He leído varios libros de la biblioteca con el fin de comprender mejor este mundo y utilizar la magia de la mejor manera posible.

La magia de sanación puede restaurar mi energía, pero el problema es que mi mente también necesita descansar.

—Tomaré un descanso cuando todo termine —digo con una sonrisa—, lo prometo.

Emilia asiente, pero luego su expresión se vuelve seria. Antes de que pueda decir algo, comienza a hablar.

—Marco, sé que no te gusta hablar de esto —Emilia agarra mi mano con fuerza—, pero tengo que hablarte sobre Rem.