Los dos fueron hasta el ministerio, y se separaron para ir cada uno a sus respectivas oficinas. El domingo solía ser un caos, lo conocía demasiado, ya que la mayoría se quejaba de que parecía adrede que los magos se pelearan esos días a la mañana. Draco tenía en su poder el vial que contenía la poción, sabía que era un trabajo algo difícil y que le tomaría casi toda la mañana.
Un golpe apareció en su puerta, después de indicarle a la persona que estaba detrás que pase, la misma se abrió develando que era Draco con un papel en sus manos.
—Datura ferox —arrojó el informe en el escritorio y apoyó sus manos en la silla frente a Harry—, es una planta mexicana, se usa en la ilegalidad para armar pociones de amor un poco más fuertes que el amortentia —explicó y siseó tomando su mano, movimiento que no pasó desapercibido por el Alfa—. Los principios activos se encuentran en toda la planta. Los principales son alcaloides como la hiosciamina, escopolamina y atropina. Estos alcaloides actúan directamente sobre el sistema nervioso central produciendo un efecto sedante, aunque la intoxicación causa alteraciones de la visión, pérdida de la sensibilidad, somnolencia y alucinaciones. Eso es lo que he leído, ahora me toca descifrar la cantidad de alcaloides para poder encontrar el ingrediente del antídoto.
Las fosas nasales del Alfa se ensancharon y refregó las manos sobre sus ojos — ¿Y en cuánto tiempo estará? No es que quiera presionarte —se adelantó al notar la cara de pocos amigos del Omega—, pero me han dicho que el paciente está algo complicado.
—Una vez que sepa cuál es el ingrediente principal, me tomará algo de una semana —frunció los hombros y Harry asintió—. Aunque no lo creas, es una poción muy fuerte, aún no entiendo como la han logrado, ni su tiempo de reposo —musitó más para sí mismo.
—Una semana —repitió—. Mientras intentes dar con el ingrediente para el antídoto no podrás hacer las rondas, tendré que buscarte un reemplazo —no era pregunta, si no más bien una afirmación.
—En el instante que sepa que debo usar para la contra poción, podré regresar, porque son días de reposo y no debo quedarme a un lado del caldero. Es lo único bueno de eso.
—Eso es genial, genial, genial —movió la cabeza en afirmación y se levantó antes de sentarse en el escritorio—. Ven aquí —extendió sus brazos y lo invitó a que se acercara.
—Te tomas muy en serio tu papel de alfa —bromeó recordando lo de esa mañana—. ¿Has dormido bien?
—Sí, hace mucho que no lograba descansar de esa manera —musitó mientras disfrutaba de las caricias que Draco le hacía en su cuero cabelludo—. No quiero ser más un Alfa —resopló y esa confesión sorprendió un poco al ex Slytherin.
—¿Por qué lo dices? —preguntó con curiosidad, a la vez que retomaba su tarea de enredar los dedos en cada mechón oscuro— Es raro que alguien diga eso, se supone que son la mejor casta.
—No quiero ser un Alfa, quiero ser sólo Harry —respondió con simplicidad.
—Aún lo eres, jamás dejarás de serlo —el ex Gryffindor suspiró y se apoyó sobre el pecho del más alto—. Igual hoy en día las cosas han cambiado, y ser Alfa es sólo un título. Los betas son aún más y creo que están ganando potencia.
—Puede ser —musitó y frunció los labios, los latidos del corazón del Omega lograban relajarlo—. ¿Qué te ocurrió?, que te tomas demasiado la mano —preguntó, sin despegarse de él.
—Me he cortado con el vidrio del vial, tenía una pequeña rajadura —Harry se separó y tomó su mano, con el dedo repasó la línea que aún se encontraba roja—. Me he curado con un hechizo —aclaró—, pero aún arde. Y ni se te ocurra darle un beso a mi mano, porque te pateo las bolas —gruñó en un tono divertido.
—Puedo darte un beso en otro lado, entonces —ronroneó muy cerca de su boca.
—Tengo algo para que me beses —alegó con burla y mordió su labio, luego de señalar su entrepierna con la cabeza—, me gustará más.
—Nunca lo he hecho —musitó sin alejarse y sus alientos chocaban el uno con el otro—. Deberías enseñarme.
—Dicen que la práctica, hace al maestro —su voz se tornó rasposa, y la distancia entre ambos se acortaba—. Cuando quieras, puedes experimentar conmigo.
—¿Sí?, ¿tienes algo para que yo me ejercite? No me importaría estudiar a mi edad —carcajeó y besó la comisura de su labio—. Hueles bien, me gusta tu perfume.
—Se llama: "sueur des aisselles", es muy común cuando no te bañas —entre risas aulló cuando recibió un golpe por parte del Alfa, aunque no tan fuerte como para que le doliera—. Te odio tanto, no te das una idea.
—No me sorprende, lo has hecho durante mucho tiempo —se encogió de hombros y Draco lo abrazó—. ¿Por qué me odias?
—Te odio porque te quiero —y es que Draco hacía mucho que no tenía ese sentimiento, el cosquilleo en su estómago y el retorcijón en su pecho, hacía que se sintiera igual que un adolescente, aunque no lo fuera—. Por eso lo digo.
—¿Y cuánto me quieres? —lo desafió con la voz ronca y suspiró al sentir un beso en su cuello.
—No te diré, confórmate con eso —gruñó antes de morderle la piel y recibir un golpe en su costilla—. Antes de ti, yo follaba con alfas, con betas, con Omegas, sin sentimientos de por medio —suspiró.
—¿Eso significa que cuándo lo haces conmigo los hay? —en las entrañas de Harry afloró una electricidad despertada por el interés que le generaba—. ¿No soy una simple follada?, ahora tengo curiosidad.
Y antes que Draco pudiera responderle, la puerta se abrió de par en par, develando a un agitado Ron, quien se sorprendió al verlos tan cerca uno del otro. Frunció el ceño, y más le llamó la atención, la manera en que lo hacían.
—Harry, debo hablar contigo, urgente —intercaló su mirada entre Harry y el Omega, notando cierta incomodidad, como si hubiera interrumpido algo.
—Bueno, dime si llegas a saber lo que me has dicho —vaciló viendo hacia Draco—. Cualquier cosa me envías un recado.
—Sí, eso haré —tomó los papeles y fue directo a la entrada, pero antes de salir, se detuvo frente al otro Omega—. Y Weasley... la próxima golpea antes de entrar —se burló y chocó su puño en su frente, como si esta fuera una puerta—. No es difícil, le diré a tu madre que te enseñe —Ron le sacó la lengua de forma infantil, porque lo conocía y sabía que no lo decía en serio.
—¿Qué ocurre, Ron?
—Uhm, necesito un relevo, Theo ha enviado un patronum diciendo que hoy no podrá venir —Harry frunció el ceño y se detuvo en su tarea de ordenar los archivos—. Está... descompuesto, si sabes a lo que me refiero —expresó, intentando no ahondar en demasiadas explicaciones—. Hay disturbios en el callejón diagon, y no puedo ir solo.
—Iré contigo, déjame que le aviso a Draco que queda a cargo —apuntó y terminó de cerrar los ficheros.
Ambos abandonaron el lugar y al salir se encontró a Draco hablando con Astoria, cerca de su oficina, él sabía que la Alfa tenía una relación extraña con Theo y Luna, pero eso no impidió que algo en su interior se removiera. Draco se giró en su dirección y le dio una mirada extraña antes de que el Alfa se acercara.
—¿Puedes relevarme unos momentos? —la ceja de Draco se alzó y Harry no pudo evitar resoplar— Tengo que atender unos asuntos, fuera del ministerio. No es muy difícil, ya lo has hecho antes —vaciló.
—Lo sé, por algo eres el jefe —sonrió con altivez y Astoria tuvo que girarse para que no se viera el gesto en sus labios—. Por unos momentos, el departamento tendrá uno de verdad —Harry sintió la pequeña risa de Ron y resopló.
—Voy a dejarte pasar esta —musitó entre dientes y se acercó para susurrarle—. Luego te la pagaré —palmeó el pecho del Omega y éste lo vio con diversión.
Pero antes que Harry pudiera irse, le dijo en voz baja— Pensé que debías cobrártela.
Se dieron una última mirada en complicidad, una que no pasó desapercibida para Ron, quien se hizo una nota mental, de que debía hablar con su amigo.
Llegaron hasta el bar, en el callejón Diagon, los gritos de los hombres peleándose, se escuchaban desde el exterior. Harry se giró hacia su amigo, y con la mano, le indicó que ingresaran de forma calmada. No fue muy difícil deshacerse de los alfas, aunque sí pasó un tiempo, ya que se encontraban muy pasado de pociones alucinógenas, y por causar disturbios, dos aurores se lo llevaron a una pequeña celda en el ministerio, para que permanecieran al menos veinticuatro horas. Harry y Ron aprovecharon para tener su hora del almuerzo, en un lugar cerca de allí.
Optaron por compartir una pizza. Al finalizar la guerra, muchos negocios habían optado por ofrecer algunos platos muggles, y ese en particular, ofrecía una gran variedad de combinaciones y sabores; a pesar de que tenían el especial dedicado a Harry, prefirieron inclinarse a la simple de doble queso.
—No sé porqué tengo el presentimiento —comenzó mientras disfrutaba de su porción—, que Malfoy será tu pareja en el casamiento de Ginny. ¿O me equivoco?
Harry no podía ocultarlo más, sobre todo, después de que lo encontrara en una situación, algo extraña, con el Omega. Además de que no había demasiada diferencia, que se lo contara allí o que lo viera directamente en la fiesta.
—No, no te equivocas —suspiró—. De todas maneras no me preguntes que somos realmente, porque ni yo lo sé. Lo único de que sí estoy seguro, es que me gustaría intentarlo —hasta ese momento, había mantenido la cabeza inclinada, y en cuanto la levantó, no notó que su amigo se burlara—. Jamás había sentido nada parecido, y sus padres —vaciló antes de un bufido y enredó sus dedos en el cabello—... sus padres quieren emparejarlo con Daphne —mordió el interior de su mejilla y jugó con la servilleta—. Pero Draco es especial, un Omega diferente, además de que no es lo que desea.
—¿Y qué es lo que no desea?
—Formar un lazo y una familia. Creo que yo también pienso lo mismo —musitó entre dientes—. Tú tienes suerte, de tener a Hermione, pero nosotros... nosotros estamos rotos, llenos de fantasmas del pasado, y eso es algo que no todos comprenden —hizo una pequeña pausa y mordió su labio inferior. Removiéndose incómodo en su asiento, volvió a desviar la mirada—. Yo puedo hacerlo y él también.
—Siempre estuvieron alrededor, el uno del otro. No me sorprendería de que en algún momento sean algo oficial, y creo que nadie lo haría —carcajeó—. Has tenido el impulso, de comenzar terapia, y supongo que de algún modo, él habrá tenido que ver. Eso es algo bueno, porque quieres mejorar para él —se frunció de hombros y bebió de su cerveza.
—Muchas veces me ha sacado entrevistas, para un psicosanador —aclaró—, pero yo no me atrevía a ir —resopló—. Creo que se lo debía y me lo debía también a mí —sonrió con las mejillas enrojecidas.
—Eso es genial compañero —le regaló una sonrisa amistosa y levantó su copa—. Por un futuro, sin problemas mentales —Harry soltó una carcajada, mucho antes de chocar sus bebidas.
—Exactamente —tarareó y bebió un sorbo.
Durante el resto del día, casi no vio a Draco, ya que se encontraba atareado con la poción; además de que fue el primero en terminar con su jornada, Harry solía hacer unas horas extras mientras terminaba con la burocracia de las misiones, a veces odiaba su trabajo y deseaba tener otro tipo de labor, pero en ocasiones lo adoraba. Neville era de enviarle algunas fotografías de Hogwarts, ahora que era el nuevo profesor, disfrutaba de la escuela de otra manera y en el fondo un poco lo envidiaba.
Llegó al departamento del Omega, y un aroma chocó directamente en sus fosas nasales, olía algo picante el lugar, y eso le provocó un escozor sobre su piel. Al entrar a la cocina, se encontró a Draco junto a Daphne, quien traía los ojos llenos de lágrimas. El ambiente era pesado, y eso hizo que sus pulmones dolieran un poco, o quizás era ese sentimiento que se removía en las profundidades de sus entrañas. Las feromonas lo delataron, tenía algo de celos, pero para su suerte, o quizás mala, sólo Draco se percató de esa emoción que nacía de su cuerpo.
—Buenas noches, ¿interrumpo? —observó a la ex Slytherin secarse las mejillas y luego negar.
—No, nada de eso —sonrió y tendió su mano para estrecharla con el Alfa—. Buenas noches, Potter.
—Buenas noches, Greengrass —apoyó la botella sobre la mesada, y luego se giró hacia el Omega—. ¿Ayudo en algo?
—Pon la mesa si quieres, aún me falta terminar esto —apuntó—, aunque tampoco he preparado nada demasiado elaborado —bufó divertido y metió la bandeja.
—Yo me iré, los dejaré solos —expresó la mayor de las Greengrass—. Además quiero terminar con los papeles, de tú ya sabes—movió las manos como queriendo explicar una frase incompleta.
—Te acompaño a la red flú —indicó y rodeó la mesa hasta llegar a ella.
—Buenas noches, Greengrass.
—Buenas noches, Potter. Me dio gusto verte —Harry se imaginó, por un instante, que era una especie de burla, aunque su tono no se asemejaba a una.
En un silencio, que en momentos lo ahogaba, terminó de colocar la vajilla sobre la mesa. Escondidas, bajo el lavaplatos, habían unas velas con sus candelabros, frunció el ceño, porque jamás creyó que Draco tendría algo como eso. Con un poco de magia los limpió y con un pequeño incendio, logró que iluminara el sitio.
Draco no tardó demasiado en regresar, y se sorprendió al ver la manera en que había dispuesto los elementos para la cena.
—¿De dónde has sacado eso? —señaló las velas— ¿Son tuyas?
—Las he encontrado allí abajo —indicó hacia el mueble de la cocina—. Tenía bastante polvo.
—No son mías, al menos, yo no las he adquirido —frunció el ceño y las observó con curiosidad—. Deben ser del antiguo inquilino —aceptó la copa de vino que el Alfa le daba, y bebió un sorbo.
—¿Qué llevaremos a la casa de tus padres el viernes? —preguntó Harry con algo de duda.
—No creo que sea una buena idea —musitó entre dientes, y un nudo se retorció en el estómago de Harry—. Creo que tendríamos que pensarlo mejor —balbuceó—. O al menos tú, deberías replantearte todo ese plan tuyo.
—¿Acaso tú no quieres? —sin querer la voz le salió temblorosa— Porque si es así —vaciló y Draco soltó un bufido hastiado—, haremos lo que tú digas.
—Eres un Alfa —alzó los hombros y lamió sus labios—, tienes el instinto de uno. ¿Cuánto durarás siendo el que recibe? Cuando menos te lo esperes, querrás ser el de arriba —pasó saliva y movió la bebida—, y yo no soy ese tipo de Omegas —le recordó acentuando cada palabra y el nudo en su pecho nuevamente se retorció—. Llegas e inundas mi apartamento con tus celos —Harry cerró los ojos con frustración, pero no dio una respuesta, porque sabía que eso era verdad—. No durará demasiado, estoy destinado a ser un Omega sin lazo —pellizcó el interior de su mejilla y suspiró—. No soy para ti, en realidad no soy para nadie —resaltó y el Alfa finalmente lo miró—. No soy lo que mereces, ni lo que buscas, ni lo que se adecua a tus necesidades.
—¿Y cómo estás tan seguro, de cuáles son mis necesidades? —sorbió su nariz y limpió una sutil lágrima que se deslizaba en su mejilla— Al final creeré que luego de años de conocernos, quizás no lo hagas tanto como yo creo.
—¡Porque es así! —gruñó y levantó la voz, muy pocos Omegas lograban estremecer a los alfas— ¡Esto no es un juego!, ¡Enlazarse con otra persona no es un juego! ¡Luego me quedará la cicatriz de la marca, por algo que debí esperar!, ¡porque el Omega es el único que queda con el recuerdo de algo que no funcionó! El Alfa va por la vida, marcando a su antojo, ¡y nadie le dice absolutamente nada!, ¡porque está bien!
—¿¡Y crees que no lo sé!? ¿¡Y crees que yo pienso que es algo divertido para mí!? —se apuntó a sí mismo intentando no llorar— ¡Muchas veces odio ser Alfa! —bramó y enredó sus dedos en el largo cabello que estaba sostenido por un moño—, ¡odio serlo! Porque las personas esperan mucho de ti, ¡sin detenerse a pensar que es lo que deseas! —su voz salió rasposa y Draco lentamente se rompía con él— Si me enojo, mi olor me delata —comenzó a enumerar—, si me excito, me dan celos, o si estoy feliz o triste, ¡todo se siente a través de mi olor! —gritó con la respiración agitada y Draco lo observaba con pena— A veces desearía ser un beta trans, y que toda esta mierda de alfas y Omegas se vayan al demonio —susurró entre dientes, y bebió el vino de un solo trago, antes de que golpeara la copa sobre la mesa—. ¡Detesto todo esto!
—Daphne ha venido a decirme que no quiere saber de una relación —murmuró con la voz ronca—, le dirá a sus padres que al menos ella, tiene otro tipo de planes. Le tendré que decir a los míos, que me he quedado sin Alfa.
—Me tienes a mí —pasó saliva y sus dedos repasaron el borde de la copa—. No te digo de que nos enlacemos y yo te deje la marca —tomó una bocanada de aire y suspiró—, simplemente digo, que mientras el tiempo pase, puedes pensar en una idea mejor.
—Un día conocerás un Omega que llene tus expectativas —un gruñido, salió del fondo de la garganta de Harry—. Sabes que tengo razón.
—No la tienes, de verdad no la tienes —alegó con la voz roca y aclaró su garganta al sentir la molestia—. No miento cuando digo que me arrodillaría frente a ti, y no precisamente para rezarte —bromeó, aunque el Omega no entendió y arrugó la nariz—. No importa —suspiró—, el punto es que, he estado obsesionado contigo desde que tengo el uso de la razón, y he buscado personas que llenen el vacío que me has dejado. Pero jamás lo he logrado, ¡es completamente frustrante, saber que tu corazón es de alguien que jamás será nada tuyo! Quiero ayudarte y que lo intentemos —hizo una pequeña pausa y sintió sus ojos arder—. Al menos que yo no sea lo que buscas, y ahí es cuando no podré hacer nada —musitó con un semblante en su voz.
Draco lo miró por unos segundos, era imposible no darse cuenta, de que no había una pizca de mentira en su discurso. Siempre se había sentido atraído hacia él, desde el primer momento que descubrió su sexualidad, y el haberse declarado Omega, no ayudó demasiado a todo lo planeado en su cabeza. No pudo responder, al menos no con palabras, respiró profundamente, armándose de valor, y luego de acunar su rostro lo besó profundamente. En un gesto, que le demostraba en simples segundos, que él también sentía lo mismo. Lo abrazó por los hombros, mientras que Harry se sostenía de su cintura, apoyando el rostro sobre su hombro.
—No quiero apresurar las cosas, pero ahora que estoy cerca de ti, no puedo alejarme —musitó sin separarse—. Deseo darte tu tiempo, pero me atraes a ti como un imán y es demasiado fuerte.
—Yo tampoco quiero alejarme de ti, pero es todo demasiado nuevo para mí, tienes que entenderme —Draco se apartó sin ganas y pasó sus pulgares sobre sus mejillas, sus orbes verdes estaban rojos, y eso lo partió en dos—. Hoy te he dicho que solía follar sin sentimientos de por medio —luego de peinar sus rizos suspiró—. Pero contigo es diferente, y te agradecería que no hagas demasiadas preguntas —se adelantó antes de besar su cicatriz.
—No las haré, me conformo con eso que me has dicho —sonrió al notar que el Omega intentaba ahogar un gesto similar.
—Comamos —apuntó hacia el horno que se había apagado—, así vamos a dormir, estoy cansado —gimió—. Mi jefe me hizo trabajar toda la tarde.
—Suena como un idiota —bromeó haciéndolo reír.
—Es alguien a quien no te gustaría cruzarte —bufó con diversión y sacó la bandeja con la cena—. Espero que te guste —lo acercó a la nariz del Alfa para que pudiera sentir el aroma del Ratatouille.
—Pensé que no sabías cocinar —musitó ladeando la cabeza.
—¡Oh, no!, no sé, de hecho una vez lo intenté, ya te lo he dicho —le recordó y comenzó a servir porciones—. Soy un Omega imperfecto —carcajeó y sintió que Harry le dejaba un beso—. Esto lo he comprado, porque no sé pelar ni una papa.
—Y yo un Alfa que sabe cocinar, ¿lo ves? Estamos destinados —tarareó—. Somos polos opuestos.
—Yo estoy destinado a suicidarme —aulló en el instante que Harry lo golpeó, y Draco ni lento ni perezoso, se la devolvió—. ¡Pegas fuerte!
—Vamos a cenar, te traje una sorpresa. Sé que te gustará.
—¿Me has traído a Angelina Jolie? —sonrió de un modo algo espeluznante.
—Ella es Alfa, ¿sabes? —le recordó, acentuando lo obvio.
—Es Angelina Jolie, Harry —resopló curvando los labios—. Por ella me dejaría, sería un honor —canturreó a la vez que levantaba el mentón y se rio por el gesto de indignación del Alfa.
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Cenaron en un cómodo silencio, y luego entre los dos lavaron la vajilla que usaron. Mientras Draco se encontraba en el baño, Harry aprovechó para ponerse el pijama y dejar la película en la tableta, lista para reproducir.
—¿Qué es eso? —apuntó hacia el dispositivo que el Alfa traía en sus manos.
—Se llama computadora portátil. En ella podremos ver películas, sin levantarnos de la cama —frunció los hombros y deslizó su dedo sobre el panel—. ¿Qué quieres ver? No descargué demasiadas. Tengo "Espantatiburones"
—Ya la he visto —le interrumpió y Harry se giró para observarlo con una ceja alzada—. ¿Qué? —rio— La he visto con Teddy.
—Un día podríamos salir nosotros tres, ¿qué opinas? Hay un lugar cerca del London Eye, que le gustará.
—Suena bien, me agrada la idea —sonrió y por instinto se acurrucó en el hombro de Harry, quien sintió su estómago burbujear—. ¿Qué más tienes? —preguntó mientras apuntaba a la pantalla.
—Tengo "Como si fuera la primera vez", y tengo "Si tuviera 30". ¿Cuál quieres?
—¿De qué trata la última?
—Es una niña de trece, que desea tener treinta —alzó los hombros y se giró para mirarlo, aunque Draco no lo hizo—. No elegí demasiadas.
—Una niña de trece que quiere tener treinta —bufó—. Yo tengo veinticinco y quiero tener trece. ¡Pon esa!
Harry soltó una fuerte carcajada y la buscó— Si te habría aceptado la mano, ¿todo sería diferente?
—No lo creo —negó varias veces—. Al menos que cambiara de padres, o que ellos no tuvieran esos pensamientos, o si hubiese sido criado por Sirius —una confesión que sorprendió a Harry, él sabía que la mayoría de los merodeadores eran Omegas, excepto Sirius, por lo que sería conveniente ya que Lucius era un Omega—. De otra forma no sé si habría funcionado.
—Creciste sin amigos.
—Lo que no te mata, te fortalece —mordió su labio y jugó con el borde de la manta—. Además de que no era precisamente un niño bastante agradable. En algún punto me lo merecía.
—A veces pienso, en que hubiese ocurrido si aceptaba tu mano y elegía quedarme en Slytherin.
—Serías un bastardo —bromeó haciendo reír al Alfa—, igual no pienses en eso —susurró y se acurrucó más sobre Harry—. Al menos con los Weasley has tenido una familia.
—A veces me enojaba con Molly —tomó una bocanada y repasó la pantalla con su dedo—, ella se tomó en serio su papel de madre, y ha dicho cosas que no me han gustado. La quiero muchísimo, pero a veces le tengo algo de rencor, ¿sabes? —Harry jamás había hablado con nadie, de ese sentimiento contrariado que tenía con la Alfa. Siempre recordaba la forma en que le hablaba a Sirius. Los dos alfas se peleaban seguido, Molly quería controlar su vida y su padrino no se lo permitía, era cómo si se olvidara que no era su madre.
—Quizás querría protegerte.
—Hay formas de hacerlo, y no me ha gustado como lo ha hecho —suspiró de forma pesada—. De todas formas no quiero hablar de ello, no es algo que me agrade recordar —Draco asintió y dio por finalizado el asunto—. Empezaré terapia, ya tengo la entrevista.
—Te hará bien, ya lo verás. Al menos a mí me ha servido.
—Eso espero —respiró profundamente y volvió a prender el dispositivo que se había bloqueado—. Veamos una película, no quiero pensar.
—Uhm, yo tampoco —frotó sus ojos sobre el hombro del Alfa, y se quedó allí, pegado a su cuerpo—. Espero que sea buena.
—No prometo nada —bromeó y antes que la película comenzara, lo tomó del mentón y le dejó un pequeño beso, el cual Draco aceptó con gusto—. Te quiero —musitó en su boca.
—Ya se te pasará —rio en el instante que Harry bufó. Tomándolo del rostro, juntó sus labios, pero esta vez, el contacto duró un poco más—. Yo también te quiero —Harry sonrió de lado y apoyó su cabeza sobre la de Draco.
El video comenzó a reproducirse, y anotaría ese momento, como uno de los que más disfrutaba. Aunque los dos se quedarían dormidos, a mitad de la película, disfrutando el aroma relajante que el otro emanaba.
