Harry se había dado cuenta de dos cosas en los últimos días:

La primera, era que adoraba acostarse con Draco acurrucado en su pecho. Muchas veces se quedaba dormido luego de una película, y en ocasiones lo hacía durante, con su boca entreabierta, y sus claras pestañas vibrando sobre sus párpados inferiores, era simplemente hermoso.

Y la segunda, era despertar y tener una sesión de intimidad con él. No necesitaban estar en celo para desear hacer eso, sus cuerpos lo pedían y las esencias de sus pieles se fundían en una sola. La posición predilecta de Draco, era de costado, aunque no podía negar que le gustaba estar entre sus piernas, mirándolo de frente, la de cuchara era sin dudar la favorita del Omega. Lo abrazaba por debajo de su pecho, entrelazaba sus dedos, mientras levantaba una pierna de Harry para que rodeara su cadera. Y la manera en que lo embestía, ¡era tan sublime!, llegando hasta lo más hondo de su ser, lento y rudo a la vez, estimulándole la próstata hasta hacerlo gritar. Harry sentía que sus mañanas ya no eran las mismas, su energía era distinta, y podía estar el resto del día con una sonrisa boba en sus labios. Draco jadeaba en cada estocada, esforzándose por hundirse aún más, su aliento chocaba con su piel, y enterraba sus yemas en el muslo de Harry dejándole marcas.

—Te sientes tan bien, bebé —gruñía en su nuca, y un cosquilleo afloraba en su estómago.

Sí, Harry podría acostumbrarse a eso.

~ ~

—Buen día —musitó con la voz ronca, dejó un camino de besos sobre la espalda desnuda del Alfa, aún intentaban recomponerse del reciente orgasmo, y sus respiraciones seguían agitadas—. ¿Quieres que nos demos una ducha? —propuso con un tono seductor—, ahorraríamos tiempo.

Una pequeña risa salió de la garganta de Harry, se giró sobre su espalda para estar frente a frente y unió sus labios en pequeños toques— Sabes que no haremos eso, siempre es igual, mis manos no dejan de tocarte —bromeó, y el Omega no pudo evitar soltar una estruendosa carcajada.

—Pero no es mi culpa que no sepas controlarte.

—¡Es tu culpa! —bramó— Por alguna razón, terminas con una erección. Y me es difícil no querer hacerlo.

—¡No es algo que pueda manejar!, ¡es mi naturaleza! —chasqueó la lengua y negó— Deberíamos irnos, si no, no tendremos tiempo de desayunar. Y sabes que me pongo de malas si no como aunque sea mi cereal —se levantó rápido de la cama, no sin antes dejarle un pequeño beso al Alfa, y tomó dos toallas para luego ir hasta él.

Harry silbó dos veces sin despegar sus ojos del miembro del Omega— ¿Sabes que aún conservo mi don de hablar parsel? —la ceja de Draco se alzó y Harry le sonrió— Cuando quieras hablo con tu serpiente, podríamos comunicarnos mejor —guiñó un ojo de forma coqueta, y Draco rodó los suyos sin borrar su gesto en los labios.

—Te pediría amablemente, que no lo hagas en éste momento —bufó y estiró su mano para que la tomara.

—¿Por qué no? —Harry esbozó un pequeño mohín mientras caminaban hacia el baño.

—Porque es increíblemente sexy viniendo de ti —ronroneó cerca de su oído—. Y pretendo que al menos hoy, puedas caminar —abrió la cortina de la ducha, y juntos entraron, en cuanto el agua estuvo a la temperatura justa.

—Últimamente estás más feliz de lo habitual —esa era Hermione, quien lo acompañaba hasta su despacho, al parecer la Alfa, tenía algo que contarle, a nivel laboral—. No sé si estar contenta por ti, o preocuparme —su nariz olfateó un aroma extraño en la piel de su amigo—. ¿Es un perfume nuevo?

—Algo así —Harry alzó los hombros con desinterés y frunció los labios—. Y puedes estar como más lo desees, por mi parte floto en una escoba —sonrió con las mejillas acaloradas y colocó la túnica en el perchero—. Siéntate —le indicó luego que ella cerrara la puerta—, ¿a qué debo el honor de tu visita? Hace tiempo ya que no vienes.

—He estado un poco ocupada —musitó con vergüenza, llevó un mechón de su cabello hacia atrás de su oreja, y golpeó la fila de esferas que tenía el Alfa en su escritorio—. Pero si todo sale bien, quizás haya valido la pena.

—¿Debo atraer un whisky para celebrar? —la ceja de Harry se levantó y el sonrojo de su amiga aumentó.

—Puede que sí —rio con más fuerza y movió la cabeza de forma pensativa—. ¡Me enviaron al Comité de Regulación de Criaturas Mágicas! —chilló con felicidad luego de alzar los brazos con efusividad.

—¡Felicitaciones! —con un conjuro atrajo la bebida, y la colocó en una copa para cada uno antes de brindar con ella— Es lo que más deseabas.

—¡Exacto!, además podré continuar con el P.e.d.d.o, no te rías —apuntó al notar una leve sonrisa, y el Alfa murmuró una disculpas—. Y estoy con la idea de luchar por la igualdad de derechos, entre los nacidos de muggles y los sangre pura —concluyó con orgullo.

—¿Y los mestizos? —la pinchó.

—¡Obvio!, pero bien sabes que para los hijos de muggles, es un poco más difícil —le recordó y Harry no pudo objetar.

—¿Es la noticia que tienen preparada con Ron? —preguntó con cautela— Avísame, así finjo sorpresa.

—No, el domingo diremos una diferente —tarareó—. Pero debes ir, no te contaré nada al respecto.

—Y con eso me obligas a asistir, ¿cierto? —bufó con diversión—. Aún sigo pensando si hacerlo o no.

—¿Qué te detiene? —la Alfa frunció el ceño sin comprender.

La pierna de Harry se tambaleó y de su boca nació un nuevo suspiro— De acuerdo a cómo me vaya el sábado, o el viernes, aún no lo sé —frotó sus manos sobre el rostro con frustración, y detuvo el péndulo de newton que continuaba golpeándose.

—¿Tienes pareja para el casamiento de Ginny? Si no es así, puedo conseguirte una. He visto a Cho seguido y...

—No, no es necesario —la interrumpió y negó varias veces—. Estoy conociendo a alguien —murmuró con un leve rubor y un leve calor se presentó en su pecho—. Bueno, conocer en una forma de decir, pero es algo complicado, por nuestro pasado.

—Lo dices como si estuvieras con intentando algo con Malfoy —resopló con ironía, pero su risa sarcástica se detuvo, en cuanto vio a Harry rascar su barba de forma nerviosa—. ¿No es Malfoy, cierto? —siseó.

—Es Malfoy —asintió luego de liberar todo su aire retenido—. Es él y sé todo lo ocurrido entre nosotros.

—¿Por qué debería sorprenderme? —musitó entre dientes— Siempre estuvieron un poco obsesionados —resaltó—, el uno del otro. Sobre todo tú, aunque en su momento tuviste tus razones pese a que no te creíamos, en especial yo.

—¿Estás enojada? —preguntó con cautela.

—¡No, no lo estoy! —quiso tranquilizarlo— Es sólo que —suspiró e hizo una leve pausa—, no me sorprende, pero a su vez me costará un poco asimilarlo, nada más —jugó con su uña y mordió la del pulgar—. Pero eres feliz, o al menos eso se ve, y creo que nada más debería importar.

—Gracias —susurró—. De igual manera, es algo difícil, porque él aún no quiere enlazarse. Siente que en algún momento me aburriré o algo así —vaciló.

—¿Y cuál sería la razón para que lo hagas?

—Es un... un Omega algo peculiar, no sé si me entiendes.

—No, la verdad no lo entiendo —carcajeó junto a su amigo—. Pero también es de esperarse, Malfoy siempre ha ido en contra de lo establecido —levantó los hombros y Harry sonrió al recordar lo de aquella mañana—. Es sólo cuestión de tiempo.

—Lo sé, créeme que lo sé —la entrada de su oficina fue golpeada y frunció el ceño porque en realidad no esperaba a nadie—. Adelante.

La puerta se abrió, develando al mismísimo Draco Malfoy, como si hubiese sido llamado con la mente, quien se congeló ante la presencia de Hermione— ¡Lo siento!, no sabía que te encontrabas ocupado —tartamudeó sin despegar su mirada de la Alfa.

Hacía tiempo ya que se había disculpado, Hermione por supuesto le dijo que le era sumamente difícil perdonarlo, pero sabía de la relación amor-odio que tenía con su esposo, y eso era suficiente como para tratarlo de un modo decente.

—Malfoy —ella lo saludó con amabilidad.

—Weasley —le respondió de igual manera y dejó los pergaminos sobre el escritorio—. Ya he dado con el ingrediente que necesito para el antídoto —aclaró su garganta y colocó las manos detrás de su espalda—. Serían escamas lirio de cobra, es una planta muy extraña, y está en peligro de extinción —explicó mientras Harry lo leía del informe—. Pero puedo preguntar en knockturn, estoy seguro que allí me conseguirán, de alguna manera u otra —pasó saliva y jugó con sus manos, a la vez que miraba de reojo a su ex compañera.

—¿No es muy peligroso? Puedo acompañarte, o decirle a alguien del escuadrón que lo haga —su voz lo delató, y Hermione tuvo que esconder una sonrisa pícara.

—No será necesario, Jefe —la Alfa hizo un gesto de sorpresa, al escuchar como lo llamaba—. Podré solo, no es un lugar peligroso en la actualidad —apretó los labios y entrelazó las manos en su vientre—. Preguntaré allí y veré si logro dar con un proveedor.

—Okey, yo le hablaré a Neville, enseña Herbologia en Hogwarts. Quizás él sepa algo —le devolvió las notas y los dedos de Draco se tamborilearon sobre ellas—. ¿Hay algo más?

—No, no, sólo avisar que estaré fuera y deberás relevarme por si ocurre algún incidente —aclaró su garganta y suspiró—. Le estaré al tanto de cualquier eventualidad —se despidió de ambos y abandonó la oficina.

Una vez que quedaron solos, Hermione silenció el lugar y Harry sabía lo que eso significaba— Dime que no usan el fetiche de jefe/empleado —bromeó.

—No, y jamás lo sabrás —apuntó antes de levantarse para tomar su abrigo—. Iré a Hogwarts, veré si puedo hablar con Neville —anunció.

—¡Bien!, yo seguiré con lo mío.

Hermione lo acompañó hasta la red flú, la que utilizaría para llegar al despacho de la directora Mcgonagall, quien se sorprendió un poco al verlo. Le indicó que Neville se encontraba aún dando una clase, pero que no tardaría demasiado en darla por finalizada. Harry lo esperó cerca de la entrada del invernadero, y minutos después, los alumnos de tercer año, salieron de allí, no sin antes cuchichear por verlo en la escuela.

—¡Hey, Harry! —Neville se acercó hacia él con una enorme sonrisa, lo abrazó por los hombros y le dejó un beso en su mejilla— ¡Qué gusto me da verte! Jamás creí que regresarías. O al menos eso decías —bromeó.

—Digo lo mismo —bufó de forma divertida, y observó a los últimos estudiantes que abandonaban el lugar—. ¿Cómo has estado? —preguntó, aunque tenía idea de la respuesta, ya que suponía que no era nada fácil la pérdida de un embarazo.

—Supongo que bien —suspiró y encogió sus hombros—, el sanador me ha dicho que es normal, que sienta algún tipo de tristeza, por las hormonas que mi cuerpo ha generado —explicó—. Pero Hannah me ha acompañado, a pesar de que para ella tampoco ha sido tarea fácil, siempre ha estado para mí.

—No me quiero imaginar —apretó los labios y frotó su espalda—. Pero me alegra saber que ella está siempre para ti.

—Es una buena Alfa —sonrió embobado—. Pero bueno —golpeó la pluma sobre su palma—, quiero creer que no has venido para hablar sobre mi aborto.

—Lo dices así y parece que soy un interesado —rio de forma amarga—. Me haces sentir culpable.

—¡Perdón, perdón! —rio con las manos en alto— Es que recuerdo que habías dicho que no regresarías —apuntó—, por lo que quiero creer que es más urgente, ya que el sábado nos veremos.

—Sí, lo sé —resopló con ironía—. Quería preguntarte si tú sabes dónde conseguir escamas de lirio de cobra.

—¿¡Escamas de lirio de cobra!? —repitió con el ceño fruncido— Pero es una planta en peligro de extinción, será difícil que la consigas. ¿Para qué lo necesitas?, quizás pueda recomendarte algo similar —ambos comenzaron a recorrer el invernadero mientras el Omega revisaba los especímenes que poseía.

—Le han estado dando pociones de amor, o algo así —vaciló—, a los Omegas —las cejas de Neville se elevaron y Harry le dio una sonrisa triste—. No me preguntes porqué razones están haciendo eso, pero es una poción demasiado fuerte, y terminan en coma mágico.

—¡Merlin! —susurró y enredó los dedos en su cabello— Lamento no poder ayudarte, de verdad. Pero es un ejemplar difícil de conseguir —Harry soltó un quejido de frustración y el Omega no pudo evitar sentirse mal por él—. ¿No has preguntado en Knockturn? Allí podrás conseguirlo, aunque no precisamente de manera legal.

—Malfoy ha ido, pero preferí venir contigo antes.

—¿Ha ido solo o con alguien? —tuvo la duda mientras podaba una planta.

—Solo, me ha dicho que después de la guerra está más tranquilo. ¿Por qué lo dices? —cruzó los brazos y lo observó expectante.

—Porque no es así —resopló—. Por lo que sé es igual que antes o peor —remarcó—. Debería ir a acompañado.

—¡Ese maldito bastardo! —refunfuñó—. Gracias por, bueno —tartamudeó—, luego te envío un mensaje.

—¡Nos vemos!, me dio gusto verte —tarareó mientras lo veía alejarse.

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Llegó a Knockturn tan rápido como pudo, y se envolvió con la capa de invisibilidad, lo que menos quería era ser visto, sabía que eso no le gustaría al Omega. Draco hablaba con el dueño del lugar, y apenas se acercó, lo notó olfatear el aire. ¡Malditas feromonas!, a veces las odiaba.

Pero para su suerte, Draco no se volteó en su dirección, siguió con la conversación, por lo que pensó que sólo eran ideas suyas. Lo siguió luego de que salió del negocio, hasta que finalmente desapareció de su vista y él hizo exactamente lo mismo.

Su jornada laboral, había concluido, demasiado estresante si se lo preguntaban, sólo quería relajarse un poco, pero al entrar al departamento de Draco, se encontró con la escena más dulce del mundo. Teddy se encontraba recostado sobre el pecho de su tío, mientras éste le leía un cuento. Ambos levantaron la mirada y se alegraron al verlo.

—Hola padrino —musitó con vergüenza.

—Hola cachorro —fue a sentarse a su lado y acarició su cabello—. ¿Cómo estás?

—Bien —le sonrió con el dedo en la boca, costumbre que a sus siete años aún conservaba.

—¿Andromeda está? —la buscó con la mirada pero no la encontró.

—No, en realidad me regaló a Teddy y se mudó a Timbuktu —alegó con sorna y una pequeña risa salió de la boca de su ahijado—. Se encuentra en la cocina —señaló—, preparando la comida —su sonrisa se extendió en cuanto Harry chasqueó la lengua—. ¿Tienes sueño, bonito? —preguntó al verlo bostezar. Su sobrino sólo agitó la cabeza— Ven, apóyate sobre mi pecho y descansa antes de la cena —dejó el libro en un costado, tomó una pierna del niño y lo dejó sentarse sobre su regazo a la vez que frotaba su espalda con ternura.

Harry no se dio cuenta que lo observaba embobado, hasta que Draco alzó una ceja y desvió la mirada con un leve calor en el rostro.

—Iré a ver si precisa ayuda —vaciló, y el Omega le mostró el pulgar antes de arropar a Teddy que lentamente se iba quedando dormido.

Entró a la cocina y vio a Andromeda de espaldas, caminó con cautela, para no asustarla, ella se giró al escuchar pequeños pasos, y le regaló una sonrisa la cual fue rápidamente correspondida.

—¡Hey!, ¡qué raro verte por aquí! —tarareó y se acercó para dejarle un beso en la mejilla— Hace mucho que no nos vemos.

—Estuve con algunas cosas del trabajo —apoyó el cuerpo sobre la mesada y cruzó sus brazos—, pero pensaba ir en estos días. ¿Quieres que te ayude en algo?

—¡No, no, está bien! —movió la mano con despreocupación— Siempre que cenamos aquí, yo me encargo de la comida, porque Teddy no quiere soltar a Draco, le gusta que le lea cuentos y después miran una película.

—Es muy pegado a él, ¿cierto? —la mujer asintió sin dejar de revolver el estofado de verdura.

—Se adoran, mutuamente se adoran —su voz comenzó romperse y Harry frotó la espalda de la beta—. ¿Qué hacían cuando llegaste?

—Draco le leía un cuento y creo que se durmió, sigue chupándose el dedo por lo visto —Andromeda apretó los labios y negó.

—La sanadora me ha dicho en su momento, que la costumbre se iría con los años, pero aún así no desaparece —suspiró.

—¿Te ha dicho por qué lo hace?

—Es una forma de calmarse, de recordar un poco a su madre. Recuerda que ella murió cuando apenas tenía un mes —se giró hacia el Alfa y sus labios se encorvaron de manera amarga—. Han pasado siete años, Harry, y aún así es complicado, la extraño demasiado —frunció el ceño y sus labios temblaron—. En la vida estamos preparados para enterrar a nuestros padres, pero no para hacerlo con nuestros hijos.

—Lo siento —susurró y sus ojos comenzaron a picar.

Andromeda suspiró por la nariz y tomó el rostro de Harry con una mano— Tú no tienes la culpa, perdón si te hago sentir de esa manera, pero es algo que me sale —con el pulgar repasó su mejilla—. Recuerda siempre eso, jamás la has tenido. Además de que no soy la única que ha perdido un hijo —le recordó haciendo alusión a Molly y la muerte de Fred—. Pero de igual modo...

—Duele —completó la frase sabiendo como terminaría.

—Exactamente —asintió y tomó una bocanada de aire—, a veces me imagino, que tu madre cuida a mi bebé y a Fred y a todos los que se marcharon demasiado pronto.

—Quiero creer lo mismo, Andy, quiero creer lo mismo —tragó duro y ambos se envolvieron en un cálido abrazo por varios minutos, sintiendo de algún modo, que el dolor ajeno, también era el propio.

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Luego de la cena, Teddy los arrastró para que vieran una película juntos, la elegida de esa noche había sido "El espanta tiburones", pero ciertamente Harry no le prestaba demasiada atención, ya que no podía sacarle los ojos de encima a Draco. Su ahijado con el Omega se reían a carcajadas mientras estaban acurrucados, y de nuevo creía que esa imagen le parecía la más adorable. Andromeda quien había optado por tejer, no se perdió de ningún detalle, y de algún modo supo, que ellos dos estaban en algo, y el hecho de que se tomaran de las manos, de un modo para nada disimulado, era indicador de que sus pensamientos eran acertados.

Al rato, Teddy terminó cediendo, y se durmió en el pecho de su tío. Ya era demasiado tarde, y aunque Draco insistió, Andromeda prefirió marcharse para dejarlos solos. Quizás en otra ocasión, se lo dejaría un fin de semana como tanto deseaba el Omega.

—¿Quieres un té? —preguntó entre tanto revolvía el suyo— Tengo varios para que elijas —apuntó hacia la caja de madera repleta de sobres.

—Uhm, uno de tilo con cedrón estará bien —lo rodeó por la cintura y apoyó su mejilla sobre la espalda del más alto—. Hoy fui a Hogwarts —murmuró adormilado—, hablé con Neville y me dijo lo mismo que tú.

—Me lo conseguirán para unos días —relató—, aunque ciertamente tuve que ofrecerle unos galeones extras —resopló y se giró para dejarle un beso en la cicatriz—. Pero lo tendré y podré al fin trabajar —le tendió una taza y ambos se sentaron en el desayunador—. Espero poder terminarlo rápido, aún no sabemos las razones por las cuáles le dan eso a los Omegas —apuntó y sopló su bebida.

—Me aterra pensar que le pueden llegar a hacer —refunfuñó y revolvió su té.

—Te vi en el callejón Knockturn —lo observó de reojo y el Alfa se tensó—. Bueno, en realidad te olí —aclaró—. ¿Qué hacías allí? —preguntó con curiosidad.

—Neville me dijo que era una zona peligrosa, aún después de la guerra —pasó saliva nervioso y bebió un sorbo de su bebida caliente—. De igual forma sólo fui por la red flú para llegar al ministerio.

Draco alzó una ceja, y se giró para su lado con una sonrisa ladeada, casi burlona— Desde Hogwarts se puede ir directo al ministerio, y lo sabes.

—Quería cerciorarme de que estuvieras bien, ¿okey? —bufó y se cruzó de brazos, de verdad no podía mirarlo— Me aterra que te pase algo.

—¡No me pasará nada, Potter! —gruñó, y por la forma que lo llamó, algo dentro del Alfa se retorció— ¡No soy un Omega en peligro, sé defenderme!

—¿Volvemos a los apellidos? —se volteó para su lado y apretó los labios.

—Lo siento —susurró y frotó sus manos con insistencia sobre la cara—. Creo que mi celo está cerca y suelo ponerme más idiota de lo normal —rio de forma amarga y Harry le sonrió con complicidad—. Deberé tomar mis supresores.

—Sabes que puedo ayudarte con tu problema —tarareó—. Me ofrezco como sacrificio —ambos soltaron una carcajada y Draco negó.

—No, mis celos son distintos al de cualquier Omega —explicó y echó su cabeza hacia atrás con los brazos cruzados.

—¿Por qué me sorprende? —rio haciendo sonreír al ex Slytherin— De cualquier forma sabes que puedo.

—Me transformo en un idiota sentimental —musitó, y cerró los ojos por unos instantes—. No me gustan mis celos, me hacen sentir fatal —masculló entre dientes.

—¿Y qué puedo hacer por ti? —insistió, y Draco extendió sus brazos para que se acercara, y así lo hizo.

—Si lloro como un idiota —comenzó con la voz entrecortada—, sólo quédate a mi lado —apoyó el oído sobre el pecho del Alfa, y se deleitó con el sonido de su corazón, que latía rítmicamente—. Nada más, no pido otra cosa.

Harry frotó su espalda con cariño y suspiró— ¿Quieres hablar de ello? —lo conocía, algo tenía guardado en su garganta.

—Nadie lo sabe, ni siquiera mis padres, no he podido, sólo con mi terapeuta—por la forma en que lo contaba, supo que era algo difícil para él, y besó su cabello sin pensarlo—. Cuando mi criatura y mi casta salieron a la luz; Fenrir y unos hombres lobos más, quisieron violarme —sus labios temblaron y se aferró con más firmeza de Harry—. Pero no lo lograron, porque ellos creían que era sólo un estúpido Omega —el Alfa enredó sus dedos en el rubio cabello, e hizo un esfuerzo abismal para no romperse con él—, mis alas y mis garras aparecieron, y perdí la poca conciencia que me quedaba.

—Jamás te lastimaría, me conoces.

—Sí, lo sé, no me refiero a eso —tomó una extensa bocanada de aire, y con los dedos repasó la zona lumbar del ex Gryffindor—. En mi, poca cordura —tartamudeó—, maté a dos hombres lobos —resopló.

—Se lo merecían, no tienes que sentirte culpable —levantó su mentón y besó cada uno de sus párpados con suavidad.

—El problema radicó, en que, me torturaron, muchas veces por eso —acentuó sin abrir los ojos—. Me dejaron estéril —finalmente se atrevió a mirarlo—. Un Omega estéril, rebelde, que sólo da y no recibe —enumeró cada una de las palabras—. Nadie quiere un Omega así.

—Yo lo quiero, y no sé de qué manera hacértelo entender —una lágrima se deslizó por su mejilla, y con su mano la retiró.

—Algún día querrás ser el de arriba, eres un Alfa, ¡es tu maldito instinto! —le recordó—. Es divertido una vez, pero los alfas no toleran eso para toda la vida.

—Me compraré un juguete en forma de vagina —rio entre lágrimas contagiando al Omega.

—Un día anhelarás ser padre, he visto la forma en que miras a Teddy —musitó con la voz rasposa—. Deseas una familia.

—Tengo ahijados de sobra, y no tengo miedo de adoptar en un futuro —refutó convencido—. No me importa si no tiene mis genes, lo amaré de cualquier forma. Igual que a ti —dejó un camino de besos que murieron en su boca, con pequeños toques.

—¿Por qué?

—¿Por qué, qué? —desafió y los labios del Omega se curvaron hacia un lado.

—¿Por qué dices que me amas? —susurró y apoyó el mentón sobre el pecho del Alfa.

—Porque lo hago, y me gustan los desafíos —carcajeó y peinó el cabello de Draco—. Y porque no necesito motivos para hacerlo.

Un pequeño mohín se formó en los labios del ex Slytherin— Perdón, es mi celo, prometo que no soy así, soy idiota, pero no a tal extremo —rio y mordió su labio inferior sin dejar de mirarlo.

—Sí es verdad, eres idiota —tarareó entre risas—. Pero mira el lado bueno.

—¿Cuál? —entrecerró los ojos y lo desafió.

—Que yo también lo soy —ambos volvieron a soltar una carcajada y Draco nuevamente se aferró a él.

—Es verdad, eres un idiota por querer estar conmigo.

—Y tú eres un idiota —remarcó—, porque no quieres que esté contigo —se sentó sobre el regazo del Omega y rodeó su cuello con los brazos, antes de dejarle pequeños besos en los labios—. ¿Aún quieres que me presente frente a tus padres? —musitó cerca de su boca.

—Sí, creo que es conveniente —susurró con una sonrisa—. Quiero ver la cara de mi padre cuando entre contigo del brazo —se burló entre risas y besó profundamente al Alfa.

—Entonces veré que puedo cocinar —apuntó—. Debo conquistar a mis suegros —canturreó.

—Mi madre te adorará —le aseguró—. Hagas lo que hagas, ella te querrá.

—De igual forma no quiero ir con las manos vacías —apuntó y Draco asintió antes de soltar un leve suspiro—. Vamos a la cama, y nos acurrucamos, hoy seré la cuchara grande —carcajeó.

—Uhm, sólo por esta vez —murmuró entre bostezos.

—Te llevaría en brazos a la cama, pero eres más alto que yo, y francamente soy un inútil.

—Un día llegas a hacer eso, y te pateo las bolas —gruñó antes de levantarse y tomar su mano—. Y no miento cuando lo digo —le apuntó con un dedo acusador.

—¿Y si te desmayas? —lo desafió.

—¡Me levitas, Potter!, ¡somos magos! —exclamó como si fuera lo más obvio— Recuerda lo que dijo tu amiga.

—Hermione ha dicho tantas cosas —tarareó refunfuñando—. Pero sí, tienes razón, es una frase que me persigue.

—¿Lo ves? —del cajón sacó un pijama para cada uno, y en cuestión de minutos estaban los dos acurrucados— Que descanses —susurró adormilado.

—Tú también —Harry besó su espalda y lentamente se quedaron dormidos.