I. Invitación para un desinvitado

—¿Qué es eso?

Malleus cerró el libro que estaba leyendo cerca de la cómoda de su cama, cuando sus orejas se doblaron en dirección hacia la ventana. Las pupilas se rasgaron más de pronto y se puso de pie, caminando curioso.

Parecía un pájaro, pero pronto se dio cuenta de que era una especie de piedra que se golpeaba una y otra vez contra el vidrio, sostenida por miles de alas de mosca.

Abrió la ventana y, de pronto, el objeto tomó impulso para estrellarse contra su cara; mas en un reflejo giró la cabeza, contraatacando con uno de sus duros cuernos. La piedra perdió poder y se desvaneció segundos después, capturándola con la mano.

—Estúpida magia barata... — se sobo el cuerno, gruñendo — ¿De quién fue la idea de esta tontería?

Cuando abrió la mano, la piedra se convirtió en polvo y se esparció por todas las pequeñas alitas que empezaron a unirse entre sí, hasta que se formó una sólida página. Instantes después, comenzó a escribirse sola, con la memoria de un mensaje predeterminado.

Querido Desinvitado,

La época más horrenda del semestre terminó con los exámenes hace dos días. Realmente te extrañé estas semanas que estuviste internado estudiando como loco. Ahora ya no tienes excusas, ¿cierto?

Sé lo mucho que te gusta la luna llena, así que te espero en el Espino Retorcido antes de la medianoche. Después, todo dependerá de tí.

H.

Draconia se puso rojo y torció la boca pero sonrió segundos después, con sus ojos cargados de una extraña ternura. Si bien aquel apodo le había molestado durante toda su vida, Hikari lo había convertido en casi una virtud a sus oídos. No lo decía con frecuencia, pero buscaba llamarle la atención para levantarle el ánimo de vez en cuando.

"¿Qué estás planeando, hija del hombre?"

Era raro que lo citara sin salir del Night Raven, pues solían verse en alguno de los vastos rincones de la que era casi una región por sí misma. Aquel vetusto árbol que estaba completamente seco, blanco y muerto, había alguna vez acompañado a una fuente abandonada en el presente. Eran de los típicos paisajes que adornaban el espíritu de la academia, pero no tenía nada relevante. Mucho menos algo romántico, como podría imaginar que ella querría en una cita; inclusive, había pensado algún sitio en los jardines de Heartslabvul, — con la charla adecuada con el líder.

—Bien, tienes mi atención, Hikari — el hada se acarició los cuernos con una mano, con el papel entre sus uñas largas de la otra — . Esta vez me sorprendiste.

—¿Cuál es tu obsesión con esa niña?

Malleus se sobresaltó y se puso de pie, arrugando el papel entre sus dedos por reacción.

—No estoy obsesionado, Silver.

—¿Y el brillo espeluznante en tus ojos? Siempre lo tienes cuando te desbordas por algo.

—No pasa nada.

—Nada no es esa cara — soltó de pronto, con aspecto más serio — ¿Acaso te ha dicho algo malo?

—No lo molestes — Sebek entró a la habitación, cerrando la puerta con suavidad — . Los asuntos del señor son suyos. No está haciendo nada en contra de las reglas de la Casa.

—... por ahora — agregó Silver, mirando a Malleus — . No me agrada esa Hikari, ya se los dije. Es demasiado... demasiado...

—¿Feliz? ¿Risueña? — el recién llegado preguntó, casi burlón ante la actitud del otro.

—Común — contestó a Sebek sin mirarlo — . Lilia nos enseñó que no se puede confiar en los que no tienen magia. Su destino es un misterio, y muchas veces su corazón también.

—Les agradezco la preocupación— cortó Malleus — ; también me gustaría que no hablen de Hikari tan a la ligera. No la conocen.

—Pero...

—No la conocen, Silver — insistió el muchacho, parpadeando lento — . Dije que estoy bien.

—Odio darle la razón a este tonto, pero es cierto que debes ser prudente, Malleus — Sebek se acercó a su cama, quitándose el saco despacio y doblandolo con exquisitos modales, sin mirarlos — . No me parece seguro que una humana te ande rondando tan de cerca. Es contraproducente.

—Yo les diré cuando sea contraproducente o no — Malleus frunció el ceño, metiendo el papel arrugado en el bolsillo de su saco — . Ahora, si me disculpan...

Tomó el libro que había estado leyendo, su bolso de clases y salió de la habitación de los Diasomnia con un notorio enojo. Los otros dos jóvenes se miraron.

—Esto va a terminar mal.

—Lo sabe. Pero creo que está enamorándose de verdad. No ha dejado de hablar de esa chica desde la competencia del semestre pasado. Creo que se conocieron allí.

Silver miró la puerta cerrada, consternado.

—... ¿Le decimos a Lilia?

—Debe saber. Nos vigila todo el tiempo.

—¿Estará testeando algo? Es extraño que no se haya interpuesto ante algo que haga peligrar el paso de Malleus por Night Raven.

—No sé qué decirte. Ha estado silencioso al respecto.

Ambos jóvenes suspiraron, volviendo a sus asuntos.

Confusión

El espino había crecido.

Malleus se acercó con curiosidad hasta el centro de la fuente seca de aquel patio privado de su Casa. Usualmente, le agradaba sentarse allí a leer o estudiar; le daba una paz extraña, como el abrazo de un ser querido muy lejano. ¿Sería por eso que Hikari lo quería en un sitio cómodo para él, aunque a ella siempre le diera una mala impresión?

Dio unos pasos y sonrió con ironía al tocar una de las largas espinas nuevas con la punta de su dedo índice. El dolor apareció de manera automática, mas le quitó esa somnolencia extraña que le ocurría cuando reflexionaba.

Se sentó y miró la luna llena, pensando si no había llegado demasiado temprano. Miró el reloj siniestro de la torre cercana. No, estaba bien.

"¿Dónde estás?"

Quince minutos después empezó a golpear sus uñas contra el cemento quebradizo del borde, ansioso. Intentó oír con cuidado, oler el aire y mirar en la oscuridad; no había rastro de ella en varios metros a la redonda, ¿le habría pasado algo?

Frunció el ceño. No podía preguntar por su paradero, por razones obvias. ¿Para qué un Draconia querría saber dónde estaba una no-portadora de magia a esas horas de la noche? No había excusa alguna de clases, o de algún tipo de tareas. Los exámenes y trabajos de campo habían terminado... y nadie sabía de esa relación, porque no podían verse más que a escondidas.

—¡Demonios! — dijo finalmente en voz alta, saliendo debajo del espino.

Bajó con rapidez las escaleras, asegurándose de bajar la mirada para que su fulminante verde no brillara en la penumbra, con pasos ligeros y cortos en los lados donde ya no había actividad. Se escurrió entre columnas y escaleras secundarias para no llamar la atención demasiado, recordando a su paso cuáles eran los lugares donde Hikari solía permitírsele estar.

Esa regla estúpida estaba colmándole la paciencia.

Cuando la preocupación se convirtió en angustia e hizo sus pies más ligeros, no pudo concentrarse en girar la siguiente esquina y detectar que alguien iba directo hacia él con prisa; y esa persona tampoco, pues chocaron y uno de ellos cayó al suelo.

—¡Fíjate por donde vas, idiota! — dijo exasperado, mirando hacia la otra figura, pues no pudo hallar su rostro.

—¡Lo siento! ¡Lo siento!

—... ¿Hika?

La joven levantó la mirada clara y se sacó la capucha confundida, avergonzada y emocionada. Sonrió nerviosamente ante la cara desarmada del hada frente a ella.

—Por los Dragones, ¡No quería decirte eso! — se agachó a levantarla y la llevó hasta un muro entre dos columnas, que lograba esconderlos — ¿Dónde estabas? — le susurró, dándole un beso breve en los labios.

—Yendo hacia tu patio, lo siento. — contestó igual, acomodándose el pelo hacia un lado.

—¡Ha pasado una hora! Me preocupé, niña tonta — le regaño de nuevo, volviéndola a besar — . Mnh, te extrañé mucho.

—Y yo a ti...

Se abrazaron brevemente; y en aquel roce, Malleus frunció el ceño. Hikari olía diferente. Había algo que no estaba bien.

—¿Por qué te retrasaste? ¿Tuviste problemas en el camino con alguien del colegio? — buscó sus ojos con los propios, que sabía a ella ya no le asustaban. La muchacha le acarició la mejilla y él besó el hueco de su palma, con cuidado de no rozarla con los colmillos.

—No. Es que...

Hikari suspiró, alejándose un paso de él. Eso lo tenso por completo.

—¿Qué ocurre? — enarcó una ceja, y la mortal se ruborizó.

—Yo... — lo miró de pronto, decidida — Te mandé la carta invisible porque era importante. Quería hablar sobre el baile de fin de año.

—¿El baile? Faltan dos semanas aún.

—Sí, lo sé — contestó — . Ya estoy cansada de estar así, Malleus. Contando los segundos y pensando todo el tiempo maneras de cómo verte sin que nos descubran. Es realmente agotador, y no tengo la ventaja aquí.

El hada tornó su rostro en un rictus total. Era verdad, y no podía hacer nada (aún), para que el trato no fuera diferencial con todos los que no pertenecían a una de las casas. Frunció el ceño levemente; si él fuera atrapado, Lilia y los demás podrían defenderlo con alguna elegante maniobra en nombre del honor de los suyos. Mas, en su caso...

—Entiendo — cerró los ojos — . Si prefieres dejar esto aquí, pued—

—¡Dejar qué, tonto! — le cortó, divertida — Quería invitarte al baile, como mi pareja.

—... ¿¡Qué!? — su rostro se tornó rojo en un segundo, cubriéndose la boca para no gritar de más — P-pero todo el mundo estará ahí.

—Justamente por eso — le sonrió — . Quiero que nos vean, ya estoy cansada de esconderme.

El hada meditó bien sus siguientes palabras.

—Van a expulsarte.

—Habrá valido la pena entonces. Aunque sea por esa noche — sonrió, confiada. Ese coraje era lo que a Draconia lo había enamorado en primer lugar — . Aunque...

Esos benditos 'peros' de los humanos.

—Nicholas me interceptó en la cena de hoy.

El joven parpadeó.

—¿El rubio de tu clase de Historia Sobrenatural? ¿Con el que haces grupo?

—Sí, ese — se rascó el cabello — . Me invitó al baile; y como no podía decirle que estaba ocupada... acepté.

Malleus apretó tanto los dientes dentro de su mandíbula que sintió cómo sus molares comenzaron a hacer ruido, amenazando con quebrarse. Por fuera, no movió un sólo músculo; mas sus ojos verdes brillaron de manera fugaz de un modo que habrían asustado a cualquier humano.

Sí, definitivamente esa regla estúpida le estaba colmando la paciencia.

Decisión

—¡Agh!

El hada gruñó como el dragón que era en el fondo, y un pequeño vapor salió de su nariz. Hikari no reaccionó ante eso.

—¿Qué querías que hiciera? — se defendió la muchacha — A esto me refiero, la secrecía está volviéndose un problema, Mally. Ha pasado casi un año — se señaló y lo señaló — . Pero las cosas tienen un límite. Y no quería verlo, pero hoy el destino me lo mostró en la cara.

Draconia destensó su mandíbula, sin saber realmente qué decir.

—¿Entonces qué? — se sintió acorralado en sus propias emociones — ¿Quieres terminar esto porque te incomoda?

Hikari abrió la boca y la volvió a cerrar girando los ojos hacia arriba, fastidiada.

—¡No, tonto con cuernos! — bufó la joven, golpeándole el brazo — ¡Quiero dejar de esconderme! ¿Por qué estás tan paranoico con la idea?

—¡Es la primera reacción que tienen los humanos con estas cosas, huir!

La muchacha lo contempló un largo segundo ofendida, torciéndo la boca. Mas cuando recordó todo el dolor que había pasado aquel, y el frenético pavor que le tenía al abandono, cambió de idea.

—Pues no voy a huir — suavizó su voz, levantando la barbilla — . No estás viendo todo lo que hemos hecho para salir adelante con esto ¿No estás cansado?

Malleus estiró el brazo y le rodeó la cintura pegándola a él, de una manera tan firme que la hizo ruborizar.

—¡Claro que lo estoy, mujer! Soy un Heredero, con nada me escabullo como una rata — la miró fijo — . Pero puedo tragarme mi orgullo cinco minutos y hacerlo de todos modos, porque te amo.

Hubo un largo silencio entre los dos, ruborizados por la tensión en el aire.

—... ¿qué?

—Ya me oíste — cortó el hada, abochornado — . Y la sola idea de que un imbécil común y corriente se atreva siquiera a pensar que puede ser tu acompañante en una noche tan importante, me hace hervir la sangre.

—¡Oye! Nick es mi amigo, sólo quiso ser amable porque sabía que era la única que no había sido invitada en toda mi división; ya que aparentemente no tengo compañía — sonrió a medias — . Ni siquiera sé si realmente le intereso.

—Por su bien, más vale que ni te mire a los ojos — susurró, acariciándole el rostro con cuidado, para no rasguñarla con las garras — . Porque ya tienes compañero.

—Yo lo sé, pero el resto del mundo no.

Malleus la besó con ternura.

—Tienes razón. Este silencio termina hoy.

-00-

El salón principal del Night Raven era tan tenebroso como elegante. Decorado temáticamente por secciones en todas las casas, mostraba los más variopintas formas y colores de las corrientes oscuras de Twistedland. Aquella celebración había reunido a toda la población estudiantil a lo largo de los vastos jardines frontales, desde donde se asomaban discretamente algunos profesores, con sus comensalidades aparte.

Era lo más parecido a un baile de fin de ciclo que podrían pensar los mortales metidos allí, juntos unos con otros, y que evitaban las miradas de desprecio de algunos miembros de las Casas más distinguidas. Si bien los líderes eran responsables de su comportamiento, era difícil controlarlos a todos en un punto.

—Ay no...

La voz suave de Silver salió tras de su trago, con sus ojos girando hacia el arco de entrada. Ante esta expresión, todos los que lo acompañaban hicieron lo mismo. En ese mismo instante, mortales y sobrenaturales comenzaron a murmurar, sin poder creérselo mucho.

Draconia vestido con su traje de gala, cargado con los símbolos y las distinciones que lo resaltaban como miembro noble de su propia Casa, estaba acompañado por una joven de pelo negro y lacio, adornado con una corona de espinas de cristal que envolvía la parte superior de un rodete alto. Su vestido largo, escotado y sin cuello, combinaba en sus violetas, negros y verdes brillantes, las ropas de su acompañante.

Lilia quedó estupefacto cuando le señalaron detrás de su espalda. A su lado, Sebek miró de reojo y suspiró. Los demás líderes de las Casas, perdidos en sus conversaciones y con sus parejas, fueron lentamente dejando de atender sus cosas y empezaron a callarse, más cerca o más lejos, para observar el cuadro que apareció delante de ellos: el hada y la mortal juntos, a plena luz de la noche.

—... ¿Malleus?— el mayor de las hadas lo miró, parpadeando y dando unos pasos hacia ellos, en la medida en que los jóvenes se acercaron. La humana se inclinó con el vestido en mano, en señal de un saludo de cortesía — Buenas noches, joven Hikari.

—Mi Lord.

Lilia miró de nuevo a su protegido.

—¿Qué estás haciendo?— preguntó con una media sonrisa, pero con un tono claramente enfadado.

—Lo correcto.

El mayor miró de reojo a Hikari, y de nuevo al líder de la Casa.

—Sabes que no es lo correcto, querido. Lo que están haciendo no tiene precedente, el director va a tomar medidas al respecto — miró fijamente a la joven, y de nuevo al hada — . ¿Eres conciente de eso?

—Absolutamente. Si no hay nada registrado en Night Raven al respecto de estos vínculos, entonces deberemos ser nosotros mismos los primeros, ¿no crees? — le cortó con suavidad, sin levantar la voz.

—No es un capricho, Malleus — Vanrouge frunció el ceño — . Existe el límite por una razón, y n-

—Ya me cansé de estas reglas separatistas, y de estar envuelto en los mantos de la soledad por el bien de mi propia sangre — cortó, más severo — . Si tienen algún inconveniente con gusto haré una audiencia con las autoridades, que espero no hagan esta noche un escándalo. Ahora, si nos disculpas...

Draconia se alejó antes de que el otro pudiera decirle algo más. Se dirigieron entonces sin mirar a nadie hasta el receptor principal en el salón que tomaba las invitaciones, quien los miró enarcando una ceja. Con el gesto de la mano, la música de fondo volvió a sonar.

—... buenas noches, Lord Draconia.

—Buenas noches, Phillip — saludó de regreso.

—Le pido humildemente mis disculpas, pero su tutor no me anunció que vendría con... alguien, esta noche.

—Qué incordio, buen señor — respondió Malleus, alzando un poco sus cejas — . Estoy seguro de que puede arreglarse un lugar para una persona más en nuestra sección — habló con calma, pero sus pupilas se afilaron de tal modo que el receptor no tuvo manera alguna de objetar.

Abrió la solapa de su saco y tomó dos elegantes sobre sellados en plata, extendiéndoselos. Allí estaban de igual grado los nombres de ambos, en uno y otro papel. Cuando verificó que eran reales, los cerró con la misma discreta elegancia y chasqueó los dedos, para que su pluma flotante a su lado verificara la totalidad de la presencia de la Casa Diasomnia.

—Una invitación... para usted — se atrevió a comentar el receptor —. Curioso, sé que suele tener inconvenientes causales cuando esto ocurre.

—A veces suceden cosas, Phillip — sonrió suavemente — . Cosas que van más allá de la magia y de las reglas.

—Desde luego — asintió el demonio. Notó a su alrededor que los murmullos estaban desvaneciéndose —¿A nombre de quién debería agregar este nuevo lugar?

Los ojos verdes del hada brillaron sin malicia, por esa vez.

—Ella es Hikari.

Se miraron y sonrieron mutuamente.

—Mi pareja, a partir de hoy.

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