PARTE UNO

-Entonces, Aoba, ¿viste Aoba? - Izumo asintió. Kotetsu sabía de sobra que conocía al jounin pero siempre que contaba una historia empezaba así. - Bien la cosa es que Aoba, hace como dos semanas, fue esa que tuvimos el viento lleno de arena y parecía que estábamos en Suna y no Konoha.

-Sí, el mes pasado.- Aclaro Izumo, recordando la tormenta de agosto.

-Esa misma, bueno resulta que Aoba lavó su ropa, en eso uno de los tres calzoncillos que tiene; en un paréntesis, el maldito avaro tiene sólo tres calzones, éste era uno de los más ridículos, como blanco con corazones verdes y rojos, terrible.

Era una tarde liviana en el puesto de entrada de la Aldea de la Hoja, no habían tenido demasiado movimiento y estaban llegando al final de su turno. Kotetsu estaba en medio de una de esas historias suyas que siempre sacaba de la galera para entretener a su compañero Izumo en las jornadas aburridas.

-Bien, no sé como tuvo el valor para colgar en su balcón a secar ese calzón, pero resulta que lo hizo justo antes de la tormenta. Cuando vino la tormenta, pummm paammm viento, se llevó todo y lo que dejó quedo sucio.

Izumo empezó a reírse suavemente, siempre era entretenido escuchar los efectos de sonido con los que coloreaba su amigo las historias.

-El tema es que, -continuó Kotetsu- Aoba volvió esa tarde después de su turno en la torre y entra a bañarse directo, cansado. Cuando salió fue directo al balcón de su departamento a buscar el único calzoncillo limpio y puff... resulta que no estaba. Piensa y piensa, que habrá pasado, hasta que recordó la tormenta y claro que con su inteligente cerebro superior gordo de jounin, dice "ah! Se debe haber volado por el viento".

Izumo negó con la cabeza entre risas, cuando lo escuchó burlarse del rango.

-Te lo imaginas, Zumo, con la toalla todavía en la cintura, empieza a mirar a los otros balcones porque quizas se voló cerca, pero no lo ve, aparte es de noche y esta todo oscuro. Entonces se le ocurrió de nuevo con su...
-Con su cerebro gordo jounin.- Comentó el castaño, a lo que Kotetsu asintó con una sonrisa complacida.
-Eso mismo, no se le ocurrió mejor idea que ponerse a gritar por el balcón hacia los otros balcones de su edificio y de los otros edificios de las barracas jounin, preguntando si alguien había encontrado sus calzones.

Para ese entonces Izumo se doblaba en carcajadas, lo que animaba a Kotetsu a seguir con la historia.

-Por supuesto que salieron varios a gritarle y largarle cosas, un par de jutsus casi rompen la baranda del balcón. El administrador le pasó factura de los daños a Aoba, que hasta donde sabemos, estuvo todo el día siguiente con los pantalones tácticos pegados a los glúteos.

-Ahhh...- hizo Izumo un sonido de incomodidad.

-Sí , si, te imaginas la tela raspándole las bolas todo el día. Estuvo de un humor pésimo. Pero bueno, la historia no se termina ahí. Pasaron los días y creería uno que Aoba aprendió la lección y se fue a comprar un par más de calzoncillos nuevos.
-Hay promoción de 3x2 en la tienda de Mayuro-san.
-¡Eso! Pero no, no lo hizo, en cambio el muy maldito fue hasta la librería, hizo carteles y los pegó, no solo en su edificio sino que en todas las barracas jounin.
-¿Ca-carteles?

El castaño con el cabello que le caía sobre uno de los ojos apenas podía respirar de la risa.

-Carteles Zumo, carteles. Hizo un dibujito de sus calzones, y puso " se busca" y luego abajo su nombre, dirección, número de registro shinobi y hasta ofreció recompensa.

Kotetsu hizo una pausa, haciendo como si leyera un cartel flotante en el aire, con concentración. Izumo por su parte sonreía divertido, limpiándose lagrimas en la comisura de su ojo visible.

-Gran historia Tetsu.
-¡Aun no termina!
-¿Hay más?

El shinobi con el rostro vendado asintió, sus ojos rasgados naturalmente, estaban todavía más chinos por la sonrisa enorme.

-Pasaron las semanas, ¿si? Los calzones perdidos nunca volvieron a casa, la vida continua normalmente. Aoba se va a una misión con Sakurama-san, Chiko-san y una jounin que no conocemos. La misión es simple, algo de reconocimiento, clase B, nada del otro mundo. Pero claro que casi al final algo salió mal, la información que tenían no era completa y fueron atacados por un grupo de nukenin, todos fuertes, especialistas en taijutsu de corta y mediana distancia. Empezaron a pelear, fuaaa fuaaa pam, Chiko-san con su kekkei genkai, Aoba con su katon, toda la acción.

Izumo asiente mientras escucha la descripción de la pelea. Kotetsu siempre había sido propenso a exagerar esta parte y rellenar los huecos con creaciones de su imaginación. Desde niño había sido así. Y aunque a esta altura de su vida, Izumo sabía que no debía tomarse con seriedad el tema, le gustaba poner expresiones de sorpresa e intensidad cuando lo escuchaba, solo para entretener a su amigo.

-Bien, los shinobi de Konoha van ganando, hasta ahí todo parece resuelto. Pero al final, solo en una milesima de segundo, el especialista en taijutsu que tenía el pelo rojo, ese que te dije al principio, bueno ese, hace una barrida y tira a Sakurama al suelo varios metros para atrás. Parece que rodó y su ropa se engancho con algo, no sé, pero se le bajan los pantalones.

Hizo un silencio de tensión.

-Noooo.
-Si... Es exactamente lo que estas pensando mi amigo. Imaginate a Aoba, la boca quemada de tanto katon, en plena lucha, ve a su compañero, camarada, vecino, Sakurama-san, ¡usando sus calzoncillos perdidos!
-NOOOO.
-SIIIIII.

Ahora ambos están doblados de la risa, Izumo golpeando la mesa con el puño incapaz de contenerse. Kotetsu tiene los ojos brillantes por las lágrimas, y porque disfruta mucho cuando sus historias entretienen a la gente, pero sobre todo cuando hacen reír a Izumo de esa forma.

-Ahhhhh Tetsu, gracias por compartir esta historia.
-De nada, de nada.- Respondió haciendo unas pequeñas reverencias a un público imaginario.-Lo que sea para servir a esta aldea.

El turno de la guardia en la Puerta Principal de la Aldea casi está por terminar, el sol se está poniendo en el horizonte de un día relativamente tranquilo. Al poco tiempo de terminar el cuento, Rock Lee y tres shinobis más partieron en misión y presenciaron el regreso de dos ANBU que entraron caminando tranquilamente.

No era frecuente ver a los soldados del escuadrón ANBU pasar caminando por la puerta con esa parsimonia, por lo general atravesaban el muro saltando e iban directo a la torre a informar al Hokage. No se veían heridos, así que probablemente no volvían de misión, sino de entrenar.

-189 y 56.

Fueron los números de identificación que uno de los ANBU dio cuando los vio, Izumo anotó en el registro. Normalmente el shinobi común debía identificarse con nombre completo, rango, número de servicio y tipo de sangre, pero dado el anonimato que debían proteger, los ANBU solo daban su nombre de registro en el escuadrón.

El que habló fue el más alto, cabeza cubierta con un pañuelo oscuro y apenas unos finos mechones castaños claros se filtraban por los lados de la máscara de oso. Se había reclinado un poco en dirección a la mesa de entrada, en realidad, en dirección a Izumo. Le dio la sensación de que mantuvo esa postura un poco más de lo que era necesario.

-Bienvenido, gracias por tu trabajo Kuma. - Dijo su compañero, con una sonrisa.

Kotetsu, ceño fruncido, era testigo silencioso de como el ANBU se llevó dos dedos hacia la frente en un claro saludo a su amigo, antes de desaparecer.

-¿Y eso? - preguntó apenas se fueron.
-¿Uhm? - Izumo no parecía entender de lo que estaba hablando. Cerró el cuaderno de registro, su hora de salida ya casi llegaba.
-¿Desde cuándo tienes amigos ANBU?
-Ahh...- Izumo se rascó la mejilla, gesto que hacía cuando se ponía un poco nervioso. - ¿Kuma? Ese es Shiranui Genma.

Kotetsu volvio la mirada en dirección a la Torre, por supuesto que el ANBU ya no estaba a la vista.

-¡NO TENIA IDEA!- Exclamó moviendo los brazos a todos lados, como si fuera el descubrimiento del siglo. - Se supone que es secreto, ¿cómo diablos sabes que es él?

Izumo se encogió de hombros. Pero Kotetsu insistió con la pregunta, podía ser pesado cuando se lo proponía.

-Sólo me di cuenta, no es que me lo dijo nadie. - Admitió, rascándose la mejilla de nuevo. Kotetsu vio horrorizado como un pequeño rastro de rubor aparecia en en el rostro de su compañero.
-¿Pero cómo?
-No sé, la forma en que se para, como camina. Su voz y eso, no es que cambie mucho con la máscara.

Kotetsu no estaba tan seguro de eso, para él, todos los ANBU sonaban igual. Secos, metálicos, con tonos planos que no dejaban entrever ningún tipo de emoción. Además la voz amortiguada por la cerámica de la máscara los hacía sonar parecido.
No para Izumo, al parecer.

-Mm... supongo que sabrías mejor, digo, con eso que tuvieron ustedes en el pasado.
Había intentado que sonara a broma, pero siempre había algo de reproche oculto en esos comentarios. Izumo rodó los ojos.

-No empieces. - Advirtió, aburrido.
-Oye... Zumo, ¿eso fue en el pasado, no? ¿No te estarás acostando con Genma últimamente?

Sintió un poco de pánico al pensar en la posibilidad. Aunque no sabría en qué momento podría pasar algo así, vivían juntos y trabajaban juntos, no habían demasiados momentos libres al día en que perdiera de vista al castaño. Pero Izumo era tan reservado, tampoco era imposible.

-Por supuesto que no, tarado. ¿Cuándo se supone que haga algo así?

-No lo sé. - Admitió encogiéndose de hombros.- Pero la primera vez tampoco me di cuenta.

Había sido años atrás, durante su adolescencia. Llevaban poco tiempo de haberse convertido en chunnin y sexo era en todo lo que podían pensar. Llegar a virgen después del examen chunnin era uno de esos "no no" en la aldea.
Kotetsu era quien más hablaba del tema, tenían quince años, y salvo por las revistas sucias que habían robado de su papá, no podía dejar de pensar en cuando verían a una mujer desnuda por primera vez.

Era quien más fantaseaba, o quizás el que más verbalizaba sus fantasías. Siempre se la pasaba contando historias de experiencias sexuales que había escuchado de otros shinobis en la sala de misiones, ante la atenta mirada de Izumo e Iruka, que era un año menor que ellos, pero al igual víctima de las hormonas.
Esos dos, sin embargo, no hablaban demasiado. Miraban las fotos con curiosidad y a veces un poco de miedo, pero nunca apartaban los ojos de encima. Kotetsu era quien describía a su mujer ideal más a menudo, que a veces tenía pechos grandes pero otros días tenía pechos pequeño y una cintura breve. Por tres años seguido las mujeres con amplias caderas habían sido su debilidad, pero luego admitió que las kunoichis con piernas musculosas y atléticas le resultaban cautivadoras.
Lo más terrible de todo fue que Izumo había sido el primero en besarse con alguien. ¡Y no solo con alguien! Sino con otro chico.

El muchacho en cuestión era el hijo de la dueña del local donde su mamá compraba los mejores repollos.

-¡¿Te besaste con el chico repollo?!
-¡No se llama así!- Replicó Izumo, avergonzado.
-Kotetsu-kun...- lo reprimía Iruka.

El chico repollo era al menos un año más grande que ellos, alto y delgado, tenía el cabello negro y los ojos oscuros, nada especial, pero siempre estaba sonriente y trabajando duro. Kotetsu lo había seguido de cerca varios días para descubrir lo que Izumo había visto en él, pero mientras más lo miraba, más ordinario parecía.

-Es que no entiendo, ¡no entiendo!
-Simplemente quise hacerlo y lo hice, no hay mucho que entender.

Mayor fue el horror al descubrir que había sido su mejor amigo Izumo quien había iniciado el beso. ¡Indignante!
El chico repollo no tenia curvas, no tenia pechos, ni siquiera una cara muy linda y suave como algunos hombres, como Izumo, por ejemplo. Era bastante masculino y simplón, manos rugosas por el trabajo manual y piel tostada parecida a la de Iruka por estar tanto tiempo en el campo.

-Creo que a mi no me gustan las mujeres, Tetsu. - Había declarado Izumo una de esas tardes, en la que seguía insistiendo con el tema.

-¿Entonces qué te gustan, los muchachos que trabajan en verdulerías?

Izumo rodó los ojos con expresión frustrada, alzando los brazos al aire como si pidiera paciencia a los dioses.

-Solo me gustan los hombres.
-¿Seguro?
-Sí.
-¿Muy, muy seguro? - Volvió a preguntar, sorprendido por la declaración.
-Tan seguro como se puede estar.

El shinobi de pelo negro despeinado, se cruzó de brazos y permaneció pensativo por unos minutos. Izumo siempre se ponía nervioso cuando no estaba hablando, solía hablar tanto, que el silencio solo significaba que algo andaba mal.

-¿No es problema, verdad, Tetsu? - Preguntó con suavidad, le había temblado la voz.
-Mm... no, no hay problema, por supuesto.
Kotetsu le sonrió y estiró la mano, pulgar en alto, una pose muy al estilo Maito Gai.
-Eres mi mejor amigo Kamizuki Izumo, y eso va a ser así para siempre.

Izumo sonrió, aliviado, y estiró el pulgar imitando el gesto de su compañero.

Al final había estado bien, Kotetsu intentaba sacar lo mejor del asunto, como que ahora sin un tipo genial y guapo como Izumo con quien competir, todas las mujeres irían directo a él. También lo inundaba con preguntas al respecto, curioso por saber lo que se sentía estar atraído por un cuerpo masculino o fantasear con tocar un pene. Él mismo no se imaginaba tocar otro que no fuera el suyo.

-¿Ese tipo te gusta?
-No.- Respondía Izumo, aburrido, mientras ojeaba la revista en su escritorio en la sala de misiones.
-¿Ese? - señaló a otro chunnin en la fila de reportes. Izumo ni siquiera levanto la vista.
-No.
-Zumo ni siquiera estas mirando! Ese creo que estaba guapo.
El castaño alzo la mirada y el único ojo visible se desvío por unos segundos de la revista a la fila donde el hombre en cuestión estaba formado.
-No. - repitió.
-Uff... no entiendo Zumo, a menos que traigan un repollo bajo el brazo, me parece que no tienes un tipo.
Dobló la revista en un tubo y le dio un golpe en la cabeza.

Iruka besó a un tipo ese mismo año, meses más tarde. Bueno, no era un tipo, era el desagradable de Mizuki.
En parte entendía que el sujeto era convencionalmente guapo, tenia rasgos finos y una piel delicada que llamaba la atención. Pero nada de eso cubría el hecho de que era un idiota. Kotetsu lo detestaba, y aunque era amigo de la infancia de Umino Iruka, cada vez que podía se lo recordaba. Era uno de esos pelmazos que se la daban aire de importante y hacía bromas pesadas, que se suponía tenían intención de humor pero terminaba humillando a Iruka o metiéndolo en problemas. El tipo aparte, tenía una obsesión con el shinobi de la cicatriz en la nariz, por momento parecía odiarlo y amarlo en partes iguales.
Izumo no lo detestaba, pero tampoco lo defendía cuando Kotetsu despotricaba en su contra.

En fin, Iruka había besado al maldito. O al revés, el idiota había besado a Iruka, y un día vino a contárselos, emocionado.
-Ahora soy el único no gay del grupo. - Declaró Kotetsu, colgándose de sus amigos por el cuello, como si fuera una especie de mono. También era el único que todavía no había besado a nadie, pero intentó que su mal humor al respecto no afectara a los demás.
-A mi también me gustan las mujeres... creo que estoy bien con ambos. - Admitió Iruka, rascándose el puente de la nariz. Ese gesto era bien parecido al que Izumo hacía cuando estaba en una situación embarazosa.
-¿Eso es posible? - Preguntó Kotetsu, con genuina curiosidad. Izumo asintió, palmeando el hombro de Iruka en señal de apoyo.
-Creo que es más sobre la persona que sobre el sexo. - Declaró Iruka.

Por supuesto que su amigo Umino diría algo así, el eterno romántico. Claro que Kotetsu creía en el amor y esas cosas, pero un par de pechos gigantes eran más tentadores.

Cuando por fin pudo besar a alguien, hizo eso y mucho más. Se trataba de una shinobi, grado chunnin como ellos. La había visto un par de veces en la sala de misiones y le había parecido bonita, tenía el cabello corto y castaño oscuro, sus ojos claro color miel y una sonrisa tímida. Un día fueron al bar de siempre, había sido un poco antes que Iruka rindiera su examen chunnin y lo habían sacado para relajarse un poco entre tanto entrenamiento.
Se cruzaron y ella le sonrió, esa sonrisa que con el tiempo descubrió era la forma en que algunas mujeres se daban a entender que estaban interesadas. Conversaron sobre armas, porque era lo único que tenían en común aparte de sus rangos, y finalmente se animó a besarla. Tenía los pechos pequeños pero caderas amplias y hermosas piernas torneadas.

Un beso se convirtió en varios y lo próximo que supo es que ella lo había invitado a su habitación. Todo había sido rápido, un poco desordenado y bastante húmedo. No hizo nada de lo que había planificado en esas conversaciones anteriores con sus amigos. Cuando terminó se vistieron en silencio y con una leve sensación de incomodidad. La kunoichi le sonrió y supo que era su señal para irse.
Al día siguiente cuando Izumo e Iruka le preguntaron, Kotetsu, sorprendemente, no tenía mucho qué decir. El sexo era mucho menos dramático de lo que había creído con los años, en realidad era hasta mecánico y por ratos incómodo. Se sentía deprimido, y solo fue capaz de admitírselo a Izumo, quien lo escuchó con paciencia y le apretó la mano, para hacerle saber que estaba ahí con él.

-Esta bien Tetsu, creo que es algo que mejora con el tiempo.
-¿Te parece? - Preguntó, todavía con los ánimos desinflados.
-Claro, y quizás Iruka tiene razón, y tiene que ver con la persona.

Eso era algo que le gustaba mucho de Izumo, siempre tenía la palabra correcta para hacerle entender las cosas y mejorar su humor. Contaba con él cada vez que algo lo frustraba o lo hacía sentirse mal. El sujeto era un gran shinobi pero además el mejor amigo que cualquiera en la aldea podía pedir.
Años después, estando algo borrachos en uno de esos juegos ridículos de verdad o consecuencia de Anko, descubrió que Izumo ya se había acostado con alguien.

Después del juego había tomado del brazo a su amigo, a empujones se abrieron camino a uno de los pasillos cerca del baño del local, y aprovechó para interrogar todo al respecto.

-¡¿Por qué no me contaste nada?!
Estaba indignado, y quizás había sido más dramático de lo que pretendía, pero se suponía que eran mejores amigos. Tenían hasta planes de mudarse juntos a un departamento el próximo verano, cuando ahorraran lo suficiente.
Izumo tenia la mirada baja, estaba sonrojado y parecía reacio a hablar, lo que solo incitaba a insistir con sus preguntas hasta hacerlo ceder.

-No sé Tetsu, no fue gran cosa.
-Pero... ¡yo te conté sobre la primera vez!- reclamó, sonando escandalosamente herido. Izumo levantó la mirada, apartándose el mechón de cabello que cubría el ojo más claro, ese que tenia la visión bulto después de un accidente de kunai cuando eran pequeños, antes de entrar a la Academia. Lesión que sólo Iruka y él conocían. Y posiblemente, pensó con horror, ahora un tercer hombre desconocido.

-Porque no fue gran cosa, no fue planeado, solo pasó. Y es justo como lo tuyo, fue rápido, extraño y algo decepcionante.

No entendía porque esas palabras lo reconfortaban un poco. Izumo estaba triste y lo único que quería era hacerlo reír, por eso empezó a largar una serie de chistes, tenía una historia específica para momentos como esos. Esa noche, volvieron juntos, estaban ebrios y se caían de la risa, Izumo estaba feliz de nuevo, y eso lo ponía feliz a él.

Lo de Genma vino meses después. Durante una celebración, no recordaba si era el cumpleaños de Anko o cuando se volvió jounin, pero la chica era el motivo del encuentro. La música era escandalosa, la comida escasa y el alcohol abundante. Un par de horas entrada en la celebración, Kotetsu se había estado intercambiando miradas con una chica, jounin, trabajaba en la oficina de T&I y como casi todos los empleados de ese departamento, tenia un aire de misterio que se le había antojado sensual.
Kotetsu estaba ebrio, había perdido contra Anko en una competencia de tragos, y deambulaba por el lugar buscando a esa chica misteriosa. Si es que lograba enfocar la mirada para ver, tal ves la podría encontrar y arrinconarla en algún lugar privado para unos cuantos besos y manoseos, nada más loco. Sabía que en ese estado deplorable de intoxicación no estaba en condiciones para más, no era suicida ni disfrutaba la humillación.
Lo que encontró, sin embargo, lo puso sobrio en el acto.
Habían pasado años desde que Izumo había declarado ser gay, no era sorpresa ni lo incomodaba, pero verlo apoyado contra la pared besándose salvajemente con Shiranui Genma lo había dejado en shock. Su amigo tenia ambos brazos alrededor del cuello del jounin y ambas piernas alrededor de su cintura, Genma lo tenía levantado con ambas manos sobre sus nalgas y Kotetsu nunca había visto a dos personas besarse de esa manera.
Era brusco, intenso, como si ambos pelearan para tener el control de la situación. Podía ver un hilo de saliva caer por el borde del labio de su amigo, hipnotizado recorrió la gota bajar hasta su mandíbula. Un gemido ahogado lo sacaron del trance, no podía creer que su amigo era capaz de generar esos sonidos.
Los dos shinobis tenían los ojos cerrados, pero fue Genma quien se percató de su presencia, abrió un ojo y apenas separándose unos milímetros de Izumo, sonrió en dirección a Kotetsu con expresión divertida, casi burlona.
Con espanto, hizo unos pasos hacia atrás, intentando volver por donde había llegado. Se giró tan rápido que por el mareo casi cae al piso. Cuando salió corriendo (sí, siempre con su sello de dramatismo), le pareció escuchar que lo llamaban por su nombre, pero no se volvió a ver.

Izumo le había pedido disculpas por abandonarlo en la fiesta. Prometió que nunca más lo dejaría volver así de borracho por su cuenta. Se culpaba por no haber estado presente para decirle lo mala idea que era competir con Mitarashi Anko a beber, esa chica tenía especialidad en venenos, no se intoxicaba con nada. Solo competía porque disfrutaba ver a los demás caerse de ebriedad.
También le respondió que no, Genma no era su novio ni nada por el estilo, solo algo que pasaba de vez en cuando, sin ataduras de ningún tipo. La declaración no lo hicieron sentirse mucho mejor, todavía tenia náuseas y recordar la escena le revolvían el estómago.
Un par de semanas después se mudaron juntos y el asunto de cierto jounin quedó olvidado.

Los dos shinobis que guardaban la puerta de la aldea en el turno nocturno aparecieron al poco rato. Uno de ellos cargando una bolsa de tela con sospechosa forma de almohada bajo el brazo, y el otro un termo cargado con aroma a café.

-Todo suyo. - Dijo Izumo, pasándole al de termo el cuaderno bitácora. - Gracias por su trabajo.
-Gracias por su trabajo.- Corearon los otros dos, y Kotetsu solo hizo una inclinación en dirección a su relevo, antes de empezar a andar junto a su amigo, camino a la Torre.
Todavía debían marcar su horario de salida y dejar las novedades del día a los asistentes del Rokudaime antes de volver a casa.

-Ahh... que cansancio. - Kotetsu intentó suprimir un bostezo, sin lograrlo.
-¿Qué se te antoja comer hoy? Todavía quieres algo con jamón?
Había mencionado durante el desayuno, que la noche anterior había soñado que comia okonomiyaki con jamón en lugar de calamar, y había despertado antojado. Que Izumo lo recordara le provocó una sonrisa, su amigo siempre tenía esos detalles.
-Mm... sí, suena bien.
-¿Cerveza o sake?
-La primera.
Izumo hizo un sonido dando a entender que estaba de acuerdo.

Una kunoichi que solía trabajar en la sala de misiones con ellos, y que estaba de baja por maternidad, los cruzó en la calle con su bebé en una especie de fular alrededor de su pecho. Izumo le hizo un gesto con la mano y Kotetsu le guiñó un ojo.
-Últimamente están por todos lados. - Comentó una cuadra después el pelinegro, cuando cruzaron un grupo de pre-genin corriendo y casi son atropellados.
-¿Qué cosa?
-Niños, ¿no sientes que de pronto hay...no sé, millones de ellos?
Izumo giro la cabeza en varias direcciones, como inspeccionando para corroborar lo que su amigo decía.
-Supongo que sí, todo el mundo está teniendo hijos últimamente.
-¡¿Verdad que sí?! - Kotetsu alzo los brazos al aire, exasperado. - Hanako esta embarazada de nuevo.
-Mm... lo sospechaba.
-Otro más, ¿puedes creer? No recuerdo a Hanako no-embarazada, francamente. Es ya como su estado natural. Seis hijos y contando...
-Pero te gustan tus sobrinos.- Izumo le dio un codazo en las costillas, juguetonamente.
-Mami y Nyota son geniales, divertidos, esos enanos me parten de la risa .- Admitió.- Junpei y Nana están bien, con el bebé Momotaro todavía no me entiendo... tengo que ver a donde va esa relación.
-Es un bebé, todavía no entiende tus chistes. Pero se rie cuando haces caras raras.
Izumo tenia razón, aun asi, los bebes eran problemáticos.
-Eso veremos. De todas formas, estoy bien con ser tío. Y muy, muy aliviado de no tener hijos. Es problemático, no me gustaría tener que quedarme en casa y recargar con mi trabajo a otros compañeros.
-Hum…-Izumo hizo un sonido de comprensión.-Pero supongo que es necesario, por algo son el futuro de la aldea, son los shinobis que nos protegerán cuando estemos viejos para luchar por la villa.
- Supongo que tienes razón, Zumo. Por algo eres el cerebro de esta relación.

Continuará...