Disclaimer: Para Terry, porque Neil... Neil. What the fuck, Neil?
Crowley, con el pelo rojo largo en un complicado peinado a base de tirabuzones, un vestido negro de falda larga y grandes hombreras y un abrigo de piel peludo tan grande que parece una alfombra de Ikea, toma vodka de una petaca discretamente porque esta jodidamente muerta de frío en el puñetero diciembre de mil novecientos dieciséis, en Rusia, en un rincón de la sala de baile del palacio del Zar Nicolás II mientras busca otra vez discretamente a su objetivo.
La verdad, está hasta el coño del infierno, mira que despertarla después de un siglo para esta mierda… A lo mejor podríamos buscar al objetivo un poco más cerca de la chimenea. ¿Y qué tal que le damos un poco más de marcha a ese fuego, demonios? Las llamas se reflejan en sus gafas de sol como si acabara de lanzar medio litro de gasolina en ellas.
A ver... saca la foto que le han dado otra vez. ¿Quién coño consigue estas tenebrosas fotos tan geniales hechas a oscuras en un cuarto lóbrego con paredes negras y cortinas sombrías, sin velas, todos vestidos de oscuro y a puto media noche?
La acerca al fuego y se baja un poco las gafas de sol para verla porque igual no están ayudando mucho... un hombre de pelo largo con barba larga y bigotes enormes. Básicamente busca pelo, Crowley.
Pelo... pelo, pelo, pelo, pelo... esto sería más fácil si pudiera moverse más libremente por la sala. Ugh. Es que además quiere terminar ya e irse a Londres donde al menos solo llueve, no estamos a trece mil grados bajo cero. ¿Tal vez cerca de donde está la comida?
Con una barbita blanca y discreta, vestido con un trajecito blanco y una capita de armiño encima, una copa en la mano y comiendo el décimo de estos deliciosos bocadillos de caviar, Aziraphale está mirando desde el otro lado de la sala, tratando de encajar con todos y fallando un poco miserablemente como siempre.
La foto del cielo es bastante diferente y perfecta, tomada a la luz del día y a color. Lo que sí es que está es un poco joven, se ve hasta guapo. Y Aziraphale no considera que NADIE aquí se vea así. Solo ve por ahí a alguien misterioso y medio peludo cerca del zar que definitivamente no es el hombre de su foto.
Crowley se acerca al buffet dando algunos saltitos porque sus botas de piel con taconcitos son muy monas pero no son todo lo peludas y gruesas que ALGUIEN DEBIÓ ADVERTIRLE QUE DEBIAN SER. Dando algunas vueltas sobre sí misma y esquivando pobremente los obstáculos, mirando a la gente hasta darle a Aziraphale con el culo sin querer.
—Ohhh…
—Ugh, mira por donde an... —empieza la demonio en ruso, dándose la vuelta y se le corta la frase al darse cuenta de quién es.
Aziraphale parpadea porque… esa voz y el tono…
—Y-You... —parpadea como veintiséis veces reconociéndole al instante.
—C-Crowley? — Aziraphale inclina la cabeza.
—Shhh! —protesta llevándose un dedo a la boca cuando dice su nombre porque se supone que está de incognito—. ¿Qué haces tú aquí?
—P-Pues… tengo una misión. ¿¡Qué haces tú aquí?!
—Yo... también tengo una misión. ¿Por qué estamos los dos aquí muertos de frío en vez de usar el acuerdo?
—Pues porque tú… ¿¡No estabas en el infierno?! —o lo que es lo mismo: Te fuiste para siempre y me abandonaste hace como mil años como un perro bajo la lluvia. Drama, drama, drama.
—Ugh. ¿Qué? No, maldita sea —aprieta los ojos —. Estaba durmiendo.
—Igualmente no deberías hablarme, tengo algo muy delicado entre manos —responde el ángel poniendo los ojos en blanco porque qué excusa de mierda es "Estaba durmiendo" como si estuviéramos hablando de hace un par de días y no de un siglo entero.
—Por lo visto nada dura para siempre... —suspira haciendo drama igual y luego se gira a él sarcásticamente—. Oh. ¿TÚ tienes algo muy delicado entre manos?
—Yes.
—Bueno, ve a tenerlo de ese lado—señala con las manos hacia al otro lado de la sala—. Yo estoy buscando a alguien aquí.
—Yo también. ¿A quién buscas tú?
—No vas a saber quién es —vuelve a mirar alrededor buscando el pelo. Aziraphale bufa un poco.
—Bueno, igualmente por favor no vayas a interrumpir mis actividades ni a delatarme.
—Mmmm... —vuelve a mirarle—. ¿Qué tienes que hacer tú?
—Tengo una misión muy especial del cielo. Debo… deshacerme de un malhechor especialmente peligroso.
—¿Deshacerte?
El ángel le mira de reojo con cara de circunstancias, bastante incómodo de repente por lo que significa eso.
—¿No hay un mandamiento como súper importante sobre deshacerse de la gente? ¿Cómo el segundo o así?
—Es el quinto —se sonroja un poco—. Pero este es un caso excepcional.
—¿El quinto? ¿De veras? El... ¿el quinto? ¿Hay cinco antes que ese? —pregunta toda sorprendida—. Una pensaría que sería un poco más importante que eso... Bueno, ¿y quién es?
—Bueno, hay… No creo que estén en orden de importancia necesariamente. Ehm… es un monje loco.
—Un monje loco... Yo vengo a por un hereje mujeriego líder de una secta. No tiene mucho sentido, pero prefiero no hacer muchas preguntas con lo bien que me va con eso siempre.
—¿Un… hereje?
—Mira —le muestra la foto—. Si le ves, avísame. Ya sea en persona o entre la negrura de la imagen —se queja.
—Ohhh… Ugh, creo que le he visto por ahí. El mío es este —le enseña la suya y toma la de Crowley—. Aunque es difícil saberlo… o sea es que, no podrían haberte dado una foto peor.
Crowley toma la de Aziraphale y la mira bajándose las gafas un poco. Alguien les empuja un poco pasando entre ellos.
—Ehm… privet —saluda un poco Aziraphale al que ha pasado. O no sé si quería pedir disculpas y se ha confundido de palabra.
—¡Es el mismo tipo! —exclama Crowley tras maldecir un poco al que ha pasado, quitándole la foto a Aziraphale para compararlas.
—What? ¡Claro que no!
—Míralo —le muestra ambas fotos girándolas hacia él. Nota que detrás de ambas esta la misma palabra ridícula en las diferente caligrafías de cielo e infierno "Rasputín".
—Pues yo les veo… es que ni la edad… —las gira —. Ohhh.
—Es el mismo tipo —insiste y se mueve un poco hacia él para dejar a alguien pasar.
—Pero… —Deja que se le eche encima un poquito—. ¿Es que por qué querría cielo e infierno deshacerse del mismo hombre?
—No tengo ni idea, algo gordo tiene que haber hecho. ¿Has oído algo sobre él?
—En realidad, por lo que había oído antes… pensé que era alguien que podría querer conocer e incluso quizás sería uno de esos individuos interesantes que querría conocer.
—Yo solo sé que ha estado montando orgías y que por lo visto se tira a la reina de Rusia o lo que sea, por eso vengo de mujer.
—Zarina.
—¿Qué
—La reina de Rusia, es la Zarina. No hay reyes en Rusia, son Zares.
—Bueno, como se llame —Crowley hace un gesto de desinterés porque si tiene que aprenderse los nombres de todo el mundo estamos fritos.
—Sinceramente me harías un favor si tú… —empieza Aziraphale porque es que el quinto mandamiento y si el infierno anda matando gente es una cosa, pero el cielo…
—No planeo acostarme con él, ¡solo es un anzuelo! —protesta pensando que se refiere a lo de ser mujer.
—¡Te deshicieras de él! —protesta acabando la frase.
—Ah. Bueno, a eso he venido, pero pienso llevarme yo el mérito, porque aquí va cada uno por su lado —responde un poco ardido aun con el asunto del agua bendita.
—Nadie lo sabrá si yo…
—No, si lo hago yo voy a decir que he sido yo y esta va a ser del infierno. Y no sé si van a comprobarlo o no, pero si los dos tenemos la misma misión... —van a volver a empujarles. Aziraphale le sostiene un poco, apretando los ojos—. Ugh, vamos a salir de aquí.
—Vale, vale. A ver si podemos idear un plan.
Crowley mira alrededor a ver a dónde puede llevarle que no les empujen y es que... La pista de baile parece ser el mejor lugar.
—Vale, no te pongas nervioso y solo haz lo que hacen los demás —pide tomándole de la mano y tirando de él hasta ahí, poniéndole la otra mano en el hombro.
—¿A dónde me…? —es que el ángel se pone nervioso en AUTOMÁTICO.
—A ver... —mira a los demás para no tener que mirarle a él, la verdad, un poco sonrojada y contando—. M-Muévete un poco y trata de no pisarme.
—Esto… esto no deberíamos estar haciéndolo, ¡Podrían darse cuenta! —protesta sin moverse, escandalizado, mirando alrededor.
—Claro, seguro a todo el mundo le va a escandalizar que estemos bailando... en un BAILE —replica sarcásticamente, empujándole un poco para que se mueva, porque ya esperaba que esto pasaría.
—¡Pero es que eres tú! —le vuelve a mirar, nervioso.
—Aquí nadie me conoce, estoy de incognito —le sonríe de ladito.
—Yo también. De hecho soy un... —baja la voz y sonríe un poco porque esto siempre le hace un poco de ilusión—. Spy.
Crowley levanta una ceja deteniéndose un poco y mirándole con eso. Aziraphale procede apartar la mirada y a decidir empezar a moverse él pisándole sin querer.
—Bloody hell! —protesta volviendo a moverse.
—¡Perdón!
—¿Desde cuándo sabes... —nota de repente—. Seguir el ritmo? Bailar siquiera un poco.
—Ahh… ese asunto —se sonroja apartando la cara, sin contestar. Ella le mira sin dejar de moverse—. ¿Qué pasa?
—Esperaba una explicación, pero vale. Volviendo al objetivo...
—¿Ajá? Hay que enfocarnos.
—Hay que encontrarle.
—Llevo un buen rato enfocado en encontrarle pero no hay nadie que se parezca a mi foto y mucha gente que se parece a la mancha negra en la tuya.
Crowley se le echa un poco encima arrimándose más para mirar por encima de su hombro.
—¿Le ves o no? —Aziraphale le mira de reojito.
La verdad, Crowley gira la cara hacia él y le siente de repente mucho más cerca de lo que debería, da como un paso atrás, sonrojándose.
Aziraphale se gira hacia ella por un segundo al ver que se separa, de hecho dando un paso hacia ella porque… pues debe ser así el baile, ¡ella es la experta!
Ella se sonroja un poco más, dando otro pasito atrás y ahí va el otro idiota.
—Eh... uhm... uh... ngk —está intentando decir algo, de verdad. Nadie sabe qué, ni ella. Pero algo.
—¿Va todo bien?
—Ah... sí, sí. Claro. Sí. Todo perfecto. Sí. Genial —que si no está preocupada de muerte por demonios sí puede darse cuenta de lo que pasa, eso pasa.
—Te has puesto nerviosa — Aziraphale parpadea.
—Ah... uhm... N-Nah... —le va el corazón que parece que se le vaya a salir, pero ¿Quién no tiene taquicardia crónica después del vodka?
—¿Ha pasado algo? Hazme girar.
—¿Yo? ¡Tú eres el hombre!
—Yo…. Ugh. Vale, vale. Tú eres el demonio, tú eres el que baila —ahí va a girar.
—Sigues sin contarme de dónde has sacado esto — Crowley parpadea apartándose un poco y sujetándole como puede mientras lo hace porque ¡se supone que él debería hacerla girar a ella!
—¿La imagen? —¡Lo que él quería era ver!
—El baile.
—A-Ah… eso. Tú estabas… no sé dónde.
—Mjm... —le mira de reojo y suspira, volviendo a buscar alrededor.
—Y yo… bueno… uno…
Crowley le mira de reojo dejando de buscar, si igualmente tampoco es que vea tan bien con las gafas de sol. No sé cómo pretende encontrar a nadie, ciego como David Tennant y golpeándose contra los muebles como idiota.
—Me metí a un club de caballeros para aprender a bailar —susurra con la boca pequeñita.
—You wot? —levanta las cejas definitivamente sin esperar esa respuesta.
—No tiene nada de malo —se defiende.
Crowley está con la boca abierta, puede que hasta deje de moverse, bastante impresionada, se le escapa un poquito la sonrisa.
—What? —Aziraphale se sonroja un poco.
La demonio sonríe y niega con la cabeza porque... le hace gracia que haya ido a aprender a bailar cuando los ángeles no... no bailan y se lo imagina tomando clases de baile de salón, con un montón de parejas, todo muy pomposo y siendo un desastre en general.
—S-Supongo que es bueno tener nuevas aficiones... y gente con la que confraternizar —aun así, por lo visto seguimos ardidos.
—Es útil, eran unos chicos muy agradables, todos. Bailábamos la Gavotte.
—No tengo ni idea de qué es eso.
—Mira se baila así —en realidad, empieza a dar saltitos.
Crowley le suelta, dando un paso atrás para que no le pise y ahí sigue, bailando descoordinadamente de la música.
—Vale... valevalevale, para. Que estás llamando demasiado la atención —pide nerviosa, estirando las manos hacia él.
—Es bonito, ¡yo lo hacía muy bien! —asegura tan orgulloso de sí mismo. Anda, dile que no y rómpele el corazón.
—Ah... Seguro que sí, como todas las artes escénicas, pero... esta no es la música —sigue, sarcástica, tomándole de nuevo de la mano y del hombro.
Aziraphale sonríe con ese asunto de las artes escénicas. Tan orgulloso, sin pillar para nada el sarcasmo.
Crowley está sonriendo excusándose con todo el mundo con cara de "No, os juro que mi pareja no tiene el demonio dentro. Aun. Ojalá lo tuviera, pero no. Ejem. Se llama esquizofrenia espilectica infantil grave. Buscadlo en la enciclopaedia"
¡¿De qué hablas?!
De tus movimientos súper fluidos y acompasados, claramente.
Ñañaña. Aziraphale vuelve a medio abrazarla de la cintura, manteniendo su distancia.
—Así que... un club de caballeros —sí, quiere saber más sobre ello y a la vez me irrita en sobre manera saber más sobre ello.
—Un muy interesante club de caballeros. Muy exclusivo.
—¿En Londres?
—Yes.
Crowley hace una mueca porque esperaba que le dijera algo como "Sí, lo abrieron al otro lado de la calle y no hacían más que interrumpir mi lectura con gritos y música y borrachos, así que tuve que ir a darles una fuerte recomendación sobre el silencio y los buenos modales y me arrastraron como un huracán" o algo así.
—Me lo recomendaron unos chicos de la iglesia. No sé por qué pensaron que podía interesarme aprender a bailar.
—Ah, muy bien... ¿y está muy lejos? —lo que queremos es saber dónde está para poder ir de manera nada tóxica y culpable a espiar, Ángel, ¡concéntrate en el plan!
—¿Lejos de dónde? En realidad no está en una zona muy bonita.
—Pues de la librería. ¿No tienes ya la librería? —inclina la cabeza, porque le gustaba la librería, aunque nunca lo va a admitir y le asegurará a cualquiera que le pregunte que era un pozo sin fondo de mierda, ruina, desolación y caos. La perfecta definición de tugurio de mala muerte.
—Ahh, no, sí que la tengo —sonríe un poco y luego frunce el ceño—. Es que hace mucho que no te veo.
—Sí, ya... supongo que se me pasó un poco la mano con lo de dormir. Es que uno empieza y... ¿sabes? Es difícil parar.
—¿Un POCO? Mhhhh…. Pensé que habías vuelto al infierno, ¡pensé que habías conseguido el agua bendita y te habías muerto! ¡Hasta le pregunté a Gabriel!
—Ugh —protesta, porque así debió enterarse el infierno—. ¿Y qué iba a saber Gabriel?
—Pues si cambiaron corresponsal del infierno o no. Él sabe estas cosas.
—Seguro, seguro... —se muerde el labio.
—Bueno, el caso es que en este club se enseñaba a bailar. Quizás deberías ir ahí a aprender a bailar tú también —propone, tan feliz.
—Ah... —sé lista, Crowley, no le digas que cualquier cosa que a él le guste seguro es algo aburrido y anticuado, aunque sepas que lo es. Esto va de curiosidad igual y si le dices eso, no te va a contar—. A lo mejor podría pasarme un día a ver, ¿por qué no? ¿Es con invitación? —suelta fingiendo poco interés.
—Sí, pero yo podría recomendarte. Soy un socio honorario.
—Hono...rario. Ehm. Bueno, cuando regresemos a Londres, entonces.
—Vale, solo tienes que ser chico de nuevo.
—Ya te he dicho que esto es solo un anzuelo porque me han dicho que este tipo tiene mucho interés en las mujeres.
—Ya, ya… está bien. Solo digo que no dejan entrar a las mujeres bajo ninguna circunstancia.
—¿Por? —levanta una ceja porque no bailan en parejas entonces.
—Pues no lo sé, son las reglas —se encoge de hombros.
—¿Y cómo bailáis entonces? —inclina la cabeza.
—¿Cómo?
—Los bailes de salón. Son en parejas.
—Ah, sí —asiente.
—¿Cómo hacéis sin mujeres? ¿Uno hace de... chica y ya?
—Bailamos entre todos.
—E-Entre... todos —no le preguntes por la sodomía. No le preguntes por la sodomía. No. Le. Preguntes. Por. La. Sodomía—. ¿Y conociste a alguien interesante?
—¡Ah! Sí… A muchos chicos encantadores. Todos eran muy agradables y divertidos.
—Ah, ¿sí? —la ceja levantada.
—Pues en general, sí. Uno estaba todo el tiempo bailando y riendo.
—¿Y ya no vas con ellos?
—No mucho, no… se han hecho mayores.
—Ah, que la gracia es que sean jovencitos.
—No, no es que sean jovencitos. Es que… ya ninguno baila.
—¿Y a ti lo que te gusta es bailar?
—Pues en este lugar, sí.
—Supongo que deben ser demasiado intelectuales para ti en todo lo demás —sonríe un poquito porque está intentando molestarle.
—¿Demasiado intelectuales? —la indignación—. ¿Por qué iban a ser DEMASIADO intelectuales? ¿Te parece que yo no soy intelectual?
—Me parece que si lo que te gusta es bailar... es una actividad menos... mental.
—Si hago actividades intelectuales me acusas de aburrido, pero si bailo me acusas de poco intelectual —sigue protestando.
Crowley le sonríe. Aziraphale le mira a los ojos y ella sonríe más.
El ángel se sonroja un poquitín sin notarlo y la demonio parpadea lentamente, perdiéndose un poco en sus ojos porque si hace mucho que no se veían, aunque ella no lo haya notado del todo.
Y ahí están, unos segundos en silencio. Aziraphale sintiendo calientito el corazón, porque es que le echaba de menos. Crowley traga saliva, porque estaba muy enfadada la última vez que se vieron pero ahora ya no sabe del todo ni por qué.
El ángel ni siquiera sabe hace cuánto tiempo le había visto por última vez, pero era MUCHO.
La demonio vuelve a sonreír de manera un poco más sincera y se le escapa el amor. Aziraphale toma aire, sintiéndolo un poco inesperadamente. ¿Se te había olvidado que eso pasaba a su alrededor? Se le había olvidado lo mucho que le gusta que pase.
Igualmente, como han ralentizado los movimientos, alguien les va a dar un golpe y a sacarles del embrujo.
Ugh!
—¿Cuándo es que...? Fuck! —protesta Crowley.
—¡Por Dios!
—Wait, wait, ¡Mira! —exclama y señala sobre su hombro... y vuelve a tomarle la mano para hacerle girar—. Mira, ahí con los dos soldados.
—Ohhh… ese… ¡Ese!
—Vamos, vamos a acercarnos. Discretamente.
—Discretamente, vale… —ya me los imagino…
Crowley le toma de la cintura ahora ella para llevarle hasta ahí cerca, fingiendo bailar, evitando el resto de parejas. No es necesariamente un movimiento discreto, pero es lo que hay- Esto era lo que requeríamos, gracias-
—¿Es él?
—P-Pues... uff... diría yo que quizás.
Crowley le fulmina, porque él ve mejor, vamos hombre ¡que ella lleva gafas de sol!
—Bueno, pues... hasta aquí, gracias —decide la demonio, deteniéndose.
—Hasta… what?
—Digo, voy a hacer mi trabajo, que para eso he venido aquí.
Aziraphale parpadea porque esperaba… bueno, que hicieran un equipo. Estúpidamente. No debía esperar eso, cómo iban a hacer un equipo. Ugh.
—¡Al fin!
—Sí, me refiero a que seguro tienes a toda esa otra gente con la que confraternizar sin sentirte culpable. Los... caballeros del club, aparentemente. No veo a muchos aquí, pero a lo mejor alguno aparece.
—Obviamente ninguno vendrá aquí —Aziraphale le mira de reojo.
—Mejor para ellos, con este puto frío —le suelta, acomodándose de nuevo el abrigo y sacando la petaca para darle otro trago a su vodka.
—¿Qué bebes?
—Desde luego, no agua bendita —se lo tiende, sin mirarle.
—Ah, seguimos con eso.
—Sí, seguimos con eso. Por supuesto que seguimos con eso —protesta mirándole sin dejar de tenderle la petaca.
—Crowley… —intenta otra vez, más suavecito, tomando la petaca.
La nombrada se la se la deja que se la guarde o que se tome el vodka intentando no pensar en el beso indirecto en este momento anticlimático y se sonroja con eso un poco igual. Luego se da la vuelta para ir a buscar al idiota humano este al que tiene que matar.
Él toma un traguito y tose un poco porque pensaba que era algo más.
Ella sonríe y hace un sobre esfuerzo por no girarse a mirarle. Tienes que ser cool, Crowley. No hay nada más cool que andar frente a una explosión sin girarte a mirar. Finge que no te importa ni te parece mono que se ahogue. Tap, tap, tap, tap hacia el hereje.
—Ugh... esto es muy fuerte —le devuelve la petaca, pero ella ya no está ahí, está con los soldados y militares, que luego resultarían ser los dos grandes duques Dmitri Pávlovich y Nicolás Mijáilovich a quienes Crowley no reconoce por burra, porque no investigamos para las misiones.
—Oh... —Aziraphale levanta las cejas, moviéndose un poco para dejar de estar en el foco.
Crowley empieza a coquetear con Rasputín como puede, riéndose de algo que no ha entendido y tocándole el hombro.
Aziraphale frunce un poco el ceño de manera automática haciendo que un soldado se les acerque. La verdad, ella va a intentar echarle o coquetear con este también.
El ángel no está muy seguro de por qué esto le incomoda, ciertamente le parece que es que a Crowley está actuando en nombre del infierno.
Crowley le mira de reojo, sonriendo con cara de... voy a conseguir esto mejor que tú.
Unos cuantos soldados se acercan a ellos otra vez, obra de un milagro del cielo y la demonio se agobia un poco con esto y decide hacerle alguna broma al hereje para llevárselo de ahí.
¡Una broma! Ugh. Aziraphale sigue mirándolos de lejos. Se ríen un poco y efectivamente parece que señalan la salida del salón.
Aziraphale frunce el ceño, porque maldita sea, ¡todo parece salirle bien al demonio! SE supone que es él el que tiene que conseguir que se muera, no vamos a dejar que el infierno se lleve TODO el mérito.
Otro movimiento con la mano y es el príncipe Yusúpov de la familia real el que se le acerca a Rasputín para pedirle que se tome una copa con él en su casa con su esposa la duquesa Irina Alexandrovna. Este accede tras vacilar, porque alguien le había mandado una nota de aviso, pero Crowley pide de ir también, sonriendo y asegurando que nunca ha probado el alcohol de estas tierras, así que finalmente ahí van.
Pues te recomiendo que no pruebes ese... puesto que está envenenadoooo. La demonio mira al ángel de le reojo y le hace un pequeño gesto de saludo en lo que se van, riéndose falsamente de algo que dicen.
Aziraphale entrecierra los ojos y le sigue con discreción a ellos y a toda la parafernalia militar en lo que salen a buscar un coche de caballos.
¡Un coche! ¿Pero no iban a tomar algo? ¡Tenía que beberlo y envenenarse! ¿¡Qué ha pasado?!
Van a hacerlo en otro lado, ¡No en el palacio del zar para que todo el mundo lo vea!
Ugh… vale, vale. Ehm…. Van a buscar dos coches. Cuando Crowley ve el segundo coche, mira alrededor discretamente y se relaja un poco porque se estaba sintiendo un poco incomoda con esto.
El ángel se sube al otro coche sin nadie más. Todo solito porque Crowley no quiere trabajar con él. Pues vaaaale.
Pues él no quiere trabajar con Crowley. Una sola cosa le pidió. Una. Pero no vamos a volver a hacer drama por ello.
Es una cosa MUY peligrosa, no es que no se la diera por malo. Podía desaparecer para SIEMPRE.
También es muy peligroso meterte al inicio de una revolución a matar a uno de los líderes y amigos de la casa real y aquí estamos, con el culo congelado, dando vueltas por la ciudad y riendo falsamente con los chistes en ruso.
No tardan mucho en detenerse frente a una casa grande y bonita y a Crowley no le pasa desapercibido ni que uno de los soldados parece estar como hipnotizado, ni que el otro coche les sigue. De hecho, tiene que hacer algún milagro con las calles y el tráfico para que no les pierda.
Sí, sí es altamente peligroso, pero una cosa te descorporiza y la otra te DESAPARECE PARA SIEMPRE.
No lo hace si la usas bien y con cuidado. ¿Tan insoportable se sabe que cree que la va usar para suicidarse y no aguantarlo? Porque podría y ningún juez lo condenaría después de conocer al ángel por quince minutos.
Nadie... ¡Ugh! ¡Nadie ha dicho eso, idiota!
En fin... los caballos del segundo coche milagrosamente parecen estar muy atentos esta noche y se paran detrás del otro coche de caballos, mientras lo soldados pagan al cochero.
Nadie parece notar mucho a Aziraphale al bajar... gracias a un montón de milagros, definitivamente. Aunque casualmente el demonio sí que lo nota... mira que eres selectivo para los milagros.
Crowley sonríe cuando ve el abrigo de color claro y el sombrero que lo acompaña, girándose de nuevo al hereje, están hablando de algo de unos invitados inesperados que tienen ocupada a la señora de la casa o algo así, como que los humanos son complicados. También han hablado de un vino dulce llamado Tokaj que le está dando más esperanzas a ella.
La parte buena, es que como mujer solo tiene que fingirse idiota y mover un poco las caderas y todo el mundo la cree... y ambas cosas se le dan de puto vicio.
Lo de fingirse...
Sí. FINGIRSE.
Vale, vale, como tú digas.
Al final entran a la casa, dejando al ángel fuera, aunque la puerta no va a estar cerrada milagrosamente porque oooojos en blaaaaanco. No hay nadie en el mundo con quien seamos más indulgentes que cierto puto angelito.
No le llames tan feo. Ahí entra… con mucho sigilo y sintiéndose todo un espía.
Bajan por unas escaleras hasta una sala en el sótano de la casa y las chimeneas se prenden fuego milagrosamente como si esto fuera el bloody infierno nada más alguien hace amago de pensar en una yesca cerca de ellas. Ja-ja, sí, debía estar la madera súper seca y ha prendido... así. Oh, sí, es que eres buenísimo con el fuego, jijiji. Putofríoquehaceaquí.
Ayuda que seas un demonio. Aziraphale sigue haciendo milagros para que no le vean ni le oigan, claramente… aunque está a punto de ser atrapado varías veces AÚN CON LOS MILAGROS por estar todo el tiempo en mitad del paso porque este también solo se FINGE idiota.
Pronto traen el vino y algunos pasteles, dispuestos a sentarse a hablar de la revolución. Crowley decide quedarse de pie, atrás, discretamente. Cerca de la chimenea, por favor, intentando no reírse de que Aziraphale esté en el paso a cada lugar nuevo en el que se pone.
Pues es queeee. Es difícil pasar desapercibido, por el amor de Dios.
Ella le busca la mirada y hace un gesto para que se le acerque. Ahí va, con cuidado de no hacer ruidos
—Hey... —sonríe de ladito sin mirarle directamente.
—Ehm… hello!
—Conseguiste llegar a ver espectáculo.
—O a hacerlo —la mira de reojo.
—Esa gente ha envenenado el pastel que acaba de salir, mira con que ojos está mirándolo. Un instante más y se lo comerá y... ya estará hecho, victoria para el infierno.
—Ugh —vacila un poco porque no quiere que gane el infierno. Quizás si tan solo se envenenara con el vino y no con el pastel pudieran llevarse el mérito ellos.
Rasputín definitivamente mira el pastel con ojitos de amor porque es su favorito. Va a tomar un trozo de la bandeja con la que lo han traído. Si vas a hacer algo date prisa porque se lo va a comer como si... bueno, fueras tú con un trocito de pastel.
Crowley sonríe más cuando Rasputín abre la boca y acerca el pastelito casi a cámara lenta porque esto ya está hecho. Aziraphale hace un movimiento de mano así muy sutil el muy cínico.
Crowley no lo nota y Rasputín saborea su pastelito con deleite, realmente como si fuera Aziraphale con una creppe.
Demasiada obsesión con cómo Rasputín se parece a Aziraphale comiendo. ¿Quiere que le dejemos a solas con Rasputín?
Ya estado antes en el carro y ha sido bastante desastroso. Los nobles también miran a Rasputín con interés, todos pensando que de un momento a otro va a caerse muerto, pero él sigue tan feliz con su pastel, contando algo sobre la revolución con la boca llena.
Aziraphale pone su mejor cara de angelito. O sea, ninguna en lo absoluto.
Crowley parpadea un poco porque... ¿Qué tan lento es este veneno? Ya debería estar convulsionando en el suelo y sacando espuma por la boca. ¡A ella le han prometido espuma!
Los nobles se miran uno al otro, ¿será que ese trozo no tenía veneno? ¡Pero cómo no iba a tenerlo! ¿Seguro trajiste la botella con el veneno de Rasputín? Oh, sí. El veneno de Rasputín, la botella con el veneno para Rasputín. El veneno que habían elegido y que iba a específicamente matar a Rasputín en una botella. ¿Ese veneno? ¡Pues claro que ese veneno!
Crowley entrecierra los ojos y mira a Aziraphale de reojito.
Chan chan chaaaaaan. Aziraphale es que hasta sonríe un poco el muy imbécil.
—¡Has sido tú!
—W-What?! —Aziraphale sale del estupor y la sonrisa.
—Le has... salvado. O curado o whatever! ¿¡Qué te pasa?! ¡Ya podríamos habernos ido a casa!
—No le he… no… bueno. Vamos, que lo único que va a pasar es que ahora que le traigan el vino…
—¡No!
—¿Por qué no? ¡La última vez tú te llevaste el mérito! De hecho, esto es tú culpa por no decir que podíamos llevárnoslo ambos
—¡Es un Tokaj de veinte mil rupias, no es como para mezclarlo con zumo de limón o veneno o cualquier coctel que se te ocurra hacer!
—Rublos, son rublos. ¡Y no es un coctel!
—Whatever! ¡Es el mismo concepto!
—Pues ¿¡y desde cuando estás tan preocupado por hacer feliz a este sujeto!?
—¡Pero si lo que quiero es matarle!
—¡Matarle mientras le das su pastel favorito y te ofendes si le hago que la bebida no le sepa bien!
—¡Porque yo iba a tomar de ese vino!
—Ni siquiera es vino, es un destilado —Ojos en blanco.
—¡Eso no quita que quisiera tomarlo!
Aziraphale chasquea los dedos y produce una copa de la bebida en su mano, se la ofrece a Crowley, que le mira fijamente con una ceja levantada.
—¡Aquí tienes!
—Señorita —le llama Rasputín a la vez—. ¿No quería probar el vino?
—¡Ja!
Crowley desvía la mirada hacia el hereje... y no toma la copita de Aziraphale si no que se va para allí.
—Ugh!
Los soldados se tensan un poco porque como que el vino ya estaba envenenado también pero bueno, otra prostituta muerta y además extranjera tampoco les va a quitar mucho.
Aziraphale aprieta los ojos y... espera un poco a ver qué hace Crowley.
Pues chasquear los dedos y luego tomarse el vino, porque no es momento de ponernos a gritar como imbéciles y volvernos pequeños para luego acabar haciendo una buena obra siendo del tamaño de la Torre Eiffel.
Aziraphale igualmente chasquea los dedos por si acaso y digamos que la bebida termina siendo la menos envenenada y más pura en la historia de las bebidas (que no bendita… Por lo menos). Así que ahora el vino tampoco tiene alcohol. Yey.
Rasputín brinda con Crowley y la verdad, cuando lo toman, como que les sabe mal, haciendo caras raras.
Los rusos sonríen con esas caras que hacen, ¡seguro que ahora sí se muere!
Rasputín pide la botella de vino porque es que sabe raro, ¿no le habrán echado algo o se habrá echado a perder...?
Los soldados no responden esperando que en cualquier momento caiga como peso muerto. Cadáver.
Aziraphale levanta las cejas preocupado ¿Será que no quitó el veneno correctamente?
Pero pasan los segundos... Tic. Tac. Tic. Tac. Rasputín sigue mirándoles todo interrogante. Crowley le pone los ojos en blanco a Aziraphale y nadie cae muerto...
—Eres insufrible —le asegura a un aparentemente espacio vacío de la sala. Rasputín la mira a ella también sin saber con quién habla y en inglés, además.
—¿Yo? ¿De dónde…? ¡¿Tú qué haces yendo a tomar eso?!
—Es una misión, Aziraphale. Tengo que seguir la corriente... —asegura y los nobles se tensan con eso, poniéndose de pie. Rasputín también se tensa porque la palabra misión y todos tensos...
—¿Qué misión? —le pregunta Rasputín a Crowley—. ¿Con quién hablas?
—Pues yo no digo que no sigas la corriente, pero...
—Tengo que seguir la corriente, esto es un mérito para el infierno —Crowley chasquea los dedos y lo siguiente que pasa es que uno de los soldados saca su pistola como accionado por un resorte y le dispara a Rasputín en el pecho, como por el miedo.
Aziraphale levanta las cejas y… de milagro, Rasputín recibe el impacto de bala, pero la bala le rebota en el pecho y cae al suelo inexplicablemente. Rasputín se desbalancea y se toca el pecho, estando seguro de que está muerto, buscando la sangre con las manos... que no sale de ningún sitio.
—Are you fucking kidding me? —protesta Crowley.
—¡Pues! —otro guardia saca la pistola y le dispara ahora en la cabeza.
—Aziraphale! —protesta y chasquea los dedos haciendo que la bala DESAPAREZCA cuando está DENTRO del cerebro.
—Crowleeeey!
—No me digas "Criwliiiiy" así —le imita en burla—. ¡Tú has empezado con esto!
—¡Esto es tu culpa por quererte llevar todo el mérito!
Los soldados están mirando las pistolas con cara de susto porque no entienden que está pasando y Rasputín se sigue palpando en busca de sangre, también alucinando porque HA SENTIDO LAS BALAS.
—¡Es mérito del infierno! ¡Si tú no hubieras intervenido ya nos habríamos ido! ¿Qué te costaba mentir un poco y decir que TÚ pusiste el veneno en el bloody pastel?
—¡Pues tú has dicho que te lo querías llevar tú y que no podía decirlo!
—¿Y desde cuándo pones lo que yo digo en tus informes?
—Pues… en… general…
—¿En general qué?
—¡Tú dijiste que NO porque estás enfadado!
Rasputín decide parar de intentar buscar explicación a todo esto y levantarse para salir corriendo. Los soldados tardan unos instantes en notarlo, pero se van detrás.
—Pues claro que estaba enfadado, porque tú... ¡oh... fuck! —protesta cuando nota que se van y toma a Aziraphale de la mano para salir corriendo tras los soldados en un revuelo.
Aziraphale bufa porque… justamente esto temía. ¡Corriendo! Se oyen más disparos cuando sube las escaleras y cuando llegan arriba, hay un charco de sangre con Rasputín encima.
Crowley para a Aziraphale en la puerta de las escaleras en cuanto lo ve.
—Ohhh… ¿Qué has hecho ahora? —protesta el ángel.
—Ehm... —vacila un poco mientras los soldados parpadean y deciden que... menos mal, ya era puta hora—. Mira, la parte buena es que ya podemos irnos. No has sido tú, no he sido yo. Mentimos los dos y todo queda balanceado como siempre —se encoge de hombros mientras los soldados van por unas sábanas.
—Espera… Azrael debe venir por él —sigue, mirando a alrededor y buscando al susodicho.
—¿Quién? —le mira de reojo.
—El ángel de la muerte. Él o uno de sus chicos deben venir por él.
—What the... what? —mira alrededor buscando a otro ángel.
—Eso pasa cada que hay un muerto… —sigue Aziraphale, solemnemente, mirando a los soldados hacer un fardo con Rasputín.
—Un... Crees que no... ¿Significa que aún no...? —la demonio mira a Aziraphale, incomoda.
—¡Pues es que no está!
Los soldados se llevan el fardo así... colgado del hombro hacia afuera.
—¡Hay que seguirles! —exclama Crowley, frustrada con todo esto.
—Sí, creo sería lo mejor —asiente Aziraphale.
De repente, uno de los soldados los mira a ambos, porque la prostituta no está gritando como uno esperaría y el otro... está casi seguro que no estaba antes.
—¿Quiénes sois vosotros? —pregunta en ruso, frunciendo el ceño.
—¿V-Vosotros? —pregunta Aziraphale levantando las cejas sin esperar que le ve a por el milagro que ha hecho antes
—Yo soy... ehm... A-Amiga de la duquesa Alexandra... Ehm... I-Iri... bueno, ella. E-Esta es su casa ¿no? —recuerda Crowley que eso han dicho en el coche.
—Eso —asiente Aziraphale.
—¿Y usted? —le pregunta a Aziraphale porque ahora sí le está viendo, supongo que sería muy raro que Crowley estuviera ahí hablando con nadie así que el cerebro del soldado ha decidido ignorar su milagro de no estar ahí, ya que OBVIAMENTE está ahí.
—John… —se inventa el ángel, mira alrededor y ve la escalera que sube—. Scale —agradeced que no ha dicho John Doe.
El soldado frunce el ceño con esa respuesta, porque ¿quién puñetas es John Scale? ¿Y qué hace un extranjero aquí?
—E-Es... de... —Crowley vacila también, porque ¿qué mierda de nombre es ese? Buscando algo que inventarse—. El Servicio Secreto Británico. De la inteligencia extranjera, que obviamente no es mucha, pero estaba también metido en todo este asunto de matar a hereje Rambután.
¡Rasputín!
¡Eso ha dicho!
¡Que va!
—Ugh. Eso—asiente Aziraphale apretando los ojos. El soldado entrecierra un poco los ojos porque todo esto es un poco...
—Bueno, vámonos que tenemos prisa. Hay que ir a ahogar a ese pobre hombre en el río o algo así ¡a ver si hay alguna cosa que sí le mate de una vez! —protesta Crowley intentando salir tras los otros.
—Mientras se muera de verdad, me da igual —ahí va Aziraphale con él, asintiendo.
El soldado les mira y la verdad... si parecen ser parte de la conspiración aunque sean raros de cojones... y extranjeros. Decide irse con ellos ya que estamos, que parecen cooperar y es más fácil que llevarlos a la fuerza.
Ay, chico… Tu ven, solo no te quejes si amaneces en Australia.
Se suben todos a los carros, con el "cadáver" para llevárselo al río y hay unos momentos de silencio incomodo en lo que llegan "Se ha quedado buena tarde, ¿no? Como que ya no hace tanto frío. Ahora que haya un minuto tengo que ir a mear, el frío me da ganitas… Por cierto, ¿qué vais a hacer luego de esto? ¿una fiestecita o algo?"
Crowley se aprieta más su abrigo de piel y fulmina a cualquiera que considere que el clima no es tan desastroso. Malditos rusos están DEMENTES. Especialmente desde el punto de vista de una serpiente de sangre fría. ¿Dónde está el vodka?
Aziraphale por lo visto ha hecho el milagro de no tener frío el día de hoy.
¡En tu bolsillo! Ah, no. En el de Aziraphale.
Crowley le mira de reojo recordando que se lo quedó él y se sonroja con la idea de meter la mano a toquetearlo completo y encontrar en cuál de los cinco mil bolsillos ha guardado la petaca. Frunce más el ceño mirando por la ventana, sin hacerlo.
Luego que no digan que Aziraphale no da oportunidades.
¡Anda ya!
Bueno, finalmente se para el carro para que todos se bajen.
Aziraphale se baja primero porque es el más cercano a la puerta.
Tú no sujetes la puerta que te quema.
Sin sujetar la puerta porque quema... en efecto.
Ahí se bajan los demás, con él... o más bien, a pesar de él.
¡Paren con el drama! Aziraphale mira a Crowley, que se le acerca porque es que aquí hasta nieve hay, por todos los demonios, ¡¿qué pasa con este sitio infernal?!
Parece más celestial que infernal por el color...
Pero la incomodidad.
Ya, eso sí, eso sí. Los soldados bajan al pseudo-cadáver... Y este empieza a moverse cuando le dejan en el suelo, haciendo que todo el mundo pegue unos gritos súper masculinos y alguien más vuelva a dispararle a bocajarro del pánico.
Y ahora sí, Azrael en persona... solo porque Aziraphale le ha mencionado antes, es quien aparece a llevarse el alma, sin siquiera mirar cómo ha muerto ni quién hay alrededor.
Croooowley. Ojos en blanco a sí misma, se esconde detrás de Aziraphale para que Azrael no le vea y si parezca que esto es mérito del ángel.
La verdad, Azrael no nota ni si está ni si no... peeero Aziraphale si nota que lo hace, sonriendo un poquito.
Los soldados tiran al cadáver al río y se les engancha en unas piedras. Tiene que ir a patearlo un par de veces antes de que por fin se lo lleve la corriente helada. Lo que por lo visto no está mal porque también lo habrían tirado desde el puente siete veces si hubiera hecho falta que pareciera que se había caído de un séptimo piso.
—Menos mal, maldita sea —protesta Crowley mientras les miran intentar desencajar el cadáver con palos, sin ayudar en lo más mínimo—. Lo primero que voy a hacer al llegar a casa es comprarme un coche. Y luego me daré un baño caliente hasta que esté a punto de derretirme.
—¿Un coche?
—De los nuevos. De motor. He visto uno por la ventana mientras veníamos.
—Ugh... hacen mucho ruido.
—Y van muy rápido. ¿Quieres que te lleve a algún sitio cuando lo tenga? ¿Al... club?
—Ohh... es verdad que querías ir. ¿No podemos ir en coche normal con caballos?
—¿Recuerdas cuando decías que nunca ibas a subirte a un carro de caballos porque pobres animales? ¿Y que las personas no estaban hechas para ir tan rápido?
—Pues... ¡Aun lo pienso!
—Y ahora los usamos cada que tenemos que ir hasta la esquina por lo visto —Crowley se sube al coche de caballos mientras los otros trastean con el cadáver. Me temo que los muy cabrones se van a llevar el carro y a dejarlos ahí a todos. Le tiende la mano a Aziraphale.
—Thank you —Aziraphale le mira la mano un segundo y se la toma, sonriendo un poco.
—Ngk! —protesta, porque ¡que no le des las gracias, que no es nice! Igualmente tira de él ayudándole a subir y le dice al cochero que los lleve a la estación.
—Bueno, ya veo que los caballos no están tan mal teniendo que tirar de carros. Y es mucho más cómodo que montarles —asegura mirándola y... chasqueando los dedos haciéndole el mismo milagro que lleva el para no tener frío. Un pequeño agradecimiento angelical.
Ella suspira con alivio a eso.
—¿Entonces quieres que te lleve al club? —pregunta para hacer conversación, mirándola.
—Si no queda más remedio—se encoge de hombros porque el truco es que nada nos interese demasiado. Ojos en blanco.
—Pues... ven a la librería un día, si quieres...
—Bien, ¿Qué día es el que vas?
—Iba los jueves. Últimamente voy menos, pero sí. Ya no están bailando la Gavotte, ahora bailan cosas más modernas.
—¿Y esas no te gustan?
—Me gustaba más la Gavotte.
—¿Cómo puedes quedarte anclado en el pasado hasta con algo que tú elegiste hacer?
—Pues yo elegí bailar la Gavotte, no... otras cosas. Todavía cuando les dio por bailar Reel, era posible, pero ahora están... trayendo a gente nueva que toca la trompeta y empieza a hacer unas cosas DEMASIADO modernas.
—¿No te gusta la trompeta? ¿No que la trompeta es como el instrumento celestial por definición que todos los ángeles saben tocar por gracia y providencia para las fanfarrias divinas sobre el más mínimo evento irrisorio que pasa en el cielo?
—Justamente por eso, es que... la trompeta para actos como un baile no tiene sentido. Y también sabemos tocar el arpa.
Ojos en blanco de la demonio.
—Ah… que bien se siente terminar el día laboral exitosamente —saca la petaca de Crowley y se la extiende—. ¿Tú si sabes bailar todas esas cosas?
—Yo... claro —que no. Toma la petaca igual yendo a darle otro trago.
—¿Bailan todas las tardes en el infierno o cómo es que saben bailarlo todo?
—Ni siquiera bajo al infierno hace como cien años. Literal.
—Oh... ¿En serio? Un tiempo pensé que te habías mudado al infierno.
—Nah, de verdad se me fue la mano durmiendo.
Le mira de reojo porque eso... suena un poco mejor a todo lo que había imaginado y ella se encoge de hombros y le mira, sonriendo.
—¿Dónde has podido dormir cien años sin que te despertaran?
—Tengo un piso en Londres.
—Oh… ¿desde hace cien años?
—Convencí al infierno de que era imprescindible tener uno para vivir en la tierra.
—Bueno, imprescindible sí que es un poco.
—Eso mismo dije yo.
—¿Y no ha cambiado nada en CIEN AÑOS? ¡Es que es una barbaridad de tiempo! —protesta Aziraphale mirándole de repente con el ceño fruncido.
—¿Cambiar de qué? Yo estoy más descansado. Eso es diferente.
—Vale, Crowley... vale —el ángel pone los ojos en blanco.
Le mira de reojo con eso y pone los ojos en blanco porque a saber de qué se está quejando ahora.
¡Pues de que desapareciste cien años y te echó de menos!
—¿Qué querías que cambiara? ¿Mi piso?
—Pues es que todo ha cambiado en estos años. El mundo es muy diferente…
—Tranquilo, yo siempre me adapto rápido.
—No es que piense que no vas a adaptarte, ese no es el problema.
—¿Entonces?
—P-Pues… no sé, de menos una nota.
—Tenía una nota, estaba en mi mesita de noche, decía "No estoy muerto".
—¿Y en tu mesita de noche la iba a ver yo? Si ni siquiera sabía que tenías un piso.
—Bueno, venía alguien a limpiar para que no me comieran las arañas.
—Igualmente, ¡me da lo mismo que todo Londres supiera que no estabas muerto!
—Y a regar las plantas... —añade en un susurro, regañada.
—Vale, me da lo mismo lo que hagas —se cruza de brazos.
—Eso ya estaba claro —ojos en blanco.
—Es que no puedo creer que no me dijeras NADA. ¡Cien años! Ni siquiera parecías preocupado de… nada.
—Ah, ¿tenía que decirte algo? Pensaba que éramos... apenas si me conocías y que estarías en problemas si alguien pensaba siquiera que confraternizabas conmigo.
—Pues… claro —le mira de reojo.
—Pues no veo cómo encaja una nota en ese plan.
—P-Pues… si teníamos el acuerdo.
—Igualmente tampoco pensaba dormir tanto... y si llego a saber que así vas a estar al volver, hubiera dormido un rato más.
—Pues de haber sabido que ibas a estar así no hubiera preguntado por ti —le mira de reojo otra vez.
Ojos en blanco de ella.
—A-Aunque… me alegra saber que nada terrible te ha pasado.
Crowley le mira de reojo con eso.
—E-Estaba un poco… preocupado —admite sin mirarle.
Sonríe un poquito con eso y el ángel carraspea por haberlo admitido.
—Ehm... —como se nos da tan bien encajar cumplidos y cosas bonitas, carraspea súper incomoda, pensando algo como para arruinarlo.
—¿Cenaste algo? —cambia de tema el ángel.
—Pues había un montón de comida en la fiesta del palacio —vuelve a mirarle, de reojito.
—¿Y cenaste? —insiste.
—No me vas a convencer de que no te pusiste hasta el culo de esas cosas con... las... bolitas negras como se llamen y de dulces y de... —se detiene a si misma—. Ehm... no mucho, ¿por? ¿Tienes hambre?
—Estaban muy buenas las bolitas de caviar. Sí. Solo Pensaba… me quedó un huequito.
—Lo que pasa es que son como las dos de la mañana...
—Ughhh, nadie va a hacernos blinis a esta hora.
—Ni siquiera conozco un buen lugar por aquí —y menos quiero preguntar qué es un blini.
—Vaaaaale, vaaaaale.
—Vale, vale ¿qué? ¿Tú sí sabes? Mejor te invito a desayunar cuando lleguemos a Londres.
—Ufff… no sé si deberíamos —vacila Aziraphale cínicamente.
—La tentación está servida —sonríe de ladito.
—Ugh, no me hables de tentaciones. Solo si… llegamos a una hora que no sea inconveniente.
—Está bien, veamos cómo es eso —sonríe porque... mira que por lo visto llevan cien años sin hablarse y... ella no ha notado que sean tantos pero mira que parece que se vieron ayer para beber en la trastienda.
—Veremos, sí. Dependerá.
Ojos en blanco por las amenazas, pero vale, no dice nada, acomodándose en el carro. ¡No te vas a volver a dormir! Llevas cien años durmiendo NO TIENES SUEÑO. Esto es GULA.
—Si te duermes, te quedas aquí —le advierte el ángel al notar su postura.
—Cien años en un carro de caballos, me da para dar un par de vueltas al mundo —bromea sonriendo.
—Quizás pida tu cambio con otros cien años —ojos en blanco.
—Seguro te harán caso a ti en el infierno —replica sarcástica.
—Al cielo. Y cuando despiertes tendrás otro ángel más antipático.
—Eso... —vacila un instante y se lo piensa mejor—. Es físicamente imposible.
Aziraphale le fulmina y Crowley se ríe de esa cara.
—Eso haré, pedir que me devuelvan al cielo porque viéndote una vez cada cien años, no te soporto —le fulmina.
—Créeme, te entiendo, para mi es mucho también —el demonio flirtea de vuelta.
—Ugh —protesta.
Crowley le mira de reojo y se sonroja un poco pensando que tiene que descubrir el mundo y lo que ha pasado estos cien años y… le gustaría pedirle que se lo explicara y se lo mostrara, pero le da vergüenza y está seguro que igual el ángel sigue anclado como al siglo III antes de Cristo, así que qué va a saber él.
Sí que sabe. Sabe de los clubs de caballeros.
—¿Y qué piensas del mundo ahora que según volviste en ti? —pregunta el ángel como si le leyera la mente o más bien… estuviera pensando algo parecido.
—Apenas si me desperté esta semana, no he visto mucho. Salvo los coches nuevos.
—Deberías ir a Paris —recomienda después de ponerle los ojos en blanco a lo de los coches.
—¿Por? —inclina la cabeza, mirándole.
—Tienen una nueva… atracción. Es…. Algo… Moderno. Como una… construcción enorme.
—¿Una nueva máquina para cortar cabezas? —levanta una ceja—. Ya eran lo bastante eficientes en ello según recuerdo.
—Nooooo.
—¿Una fábrica de crepés industrial? —sonríe de ladito.
—Ohhh, eso quizás fuera buena idea.
—¿No que eso es progreso y todo lo nuevo no nos gusta?
—En realidad dudo que me gustaran, pero se me antojaron unas crepes.
—Procura vestirte más acorde esta vez si vas a cruzar el canal.
—Vestido bien estaba, ¡pero yo me refería a que tú fueras!
—Mmmm... Tal vez me acerque, sí —no suena muy interesada.
—Bueno, solo era una sugerencia... de cosas que tenías que ver que han pasado los últimos cien años—desvía la mirada porque es que no parece muy interesado.
—Ehm... sí, vale —Vacila porque... Bueno, no es que no vaya a ir, pero si va a ir sola probablemente tarde más porque le hace la mitad de la mitad de la gracia, pero así ha sido siempre con él.
¡Pues invítale a ir contigo!
¡No le va a…! ¡Si no ha sido capaz de darle una botella con agua!
Otra vez con eso…
—Entonces… Deja pienso que otras cosas tendrías que ver.
Crowley levanta una ceja, esperando.
—Vamos, es que... yo creo que cuando te dormiste no existía… es que LA LUZ, ni el ferrocarril, ni el fonógrafo, ni la independencia de la mitad de los países del mundo, ni prácticamente toda la vida de Beethoven... el mundo ha cambiado MUCHÍSIMO en ESTOS cien años.
—En realidad me gustó mucho el tren cuando vine para aquí... y estaba pensando en montarme en uno de esos dirigibilibiles.
—Uy, no. No, no, no... A eso sí que no me vas a convencer de que me suba.
—¿Por qué no? Unos hombres hablaron de ellos en el tren, a mí sí me llama la atención ver el fondo del mar.
—Eso no es un dirigible, es... un sumergible —Aziraphale parpadea.
—Es… lo que yo he dicho.
—Es que... Crowley... LA LUZ. Es probablemente el mayor invento en la historia. Después de la imprenta.
—Sí, bueno, prueba a oír al puto Lucifer hablar de ello por quince minutos y verás como tú también acabas harto de ello—ojos en blanco.
—Me refiero a... para los humanos —ojos en blanco de vuelta.
—No es como que le escuche nadie tan activamente como para saber si hace distinciones.
—Miguel quizás sí.
—Quién sabe. Que baje y lo calle, entonces.
—Bueno, volviendo al asunto... ¡NO puedes volver a dormir cien años!
—Bueno, solo se me pasó un poco el tiempo, es difícil controlarlo mientras duermes.
—¿Has siquiera dimensionado cuánto tiempo son cien años, Crowley? —Aziraphale le FULMINA.
—Bueno, hombre... más o menos —hace un gesto vago porque… NO. No lo ha dimensionado.
—Son... Treinta y seis mil cincuenta días.
—Ehm... sí. Te creo —alguien no piensa hacer matemáticas hasta que no se invente el Iphone.
El bufido fastidiado del ángel.
—Mira, vale, haz lo que quieras. Si quieres dormir otra vez, duerme... Cien años si quieres, pero no vuelvo a hacerte un funeral.
—¿Hiciste un funeral? —pregunta parpadeando incrédula. Aziraphale bufa un poco y se cruza de brazos porque... suficiente—. ¿Cómo? ¿Sin cuerpo?
—Pues sí. Pensé que te habías desaparecido a ti mismo con agua bendita...
—¡Dime que no hiciste una misa!
Ojos. En. Blanco.
—Aaagh —echa la cabeza atrás, en protesta—. Claro que hiciste una misa, ¿Qué ibas a hacer si no? ¡Ugh!
Si lloró y todo.
Eso... Crowley no ha caído en la cuenta de eso.
—Pues…. Mira si te vas a burlar, olvídalo.
—No me estoy burlando, pero ¡Una misa! ¿Y a quién invitaste? ¿O lo hiciste solo? "Sí vamos a enterrar un muñeco porque el cuerpo quedó completamente desintegrado" —no es el momento de que te imagines que tiene un muñeco sexual.
—Hay decenas de funerales sin cuerpo presente, Crowley —le fulmina, ardido.
—¿Y qué enterraste? ¡Espera! ¿Hay una tumba? ¿Dónde está? ¡No me digas que en Westminster!
—No estás en suelo consagrado, no seas... estúpido —aprieta los ojos.
—Pues conociéndote, mejor ponerme cerca de casa para no tener que esforzarte mucho para ir a llevar flores.
—Nadie iba a querer llevarte flores jamás —ojos en blanco.
—Espero que al menos el lugar sea todo lo elegante y decadente que me imagino —sonríe un poco de ladito.
—No voy a tener esta conversación más —sentencia fulminándole.
—Solo quiero ir a verlo, ¡no puedes enfadarte porque tenga curiosidad de ver mi propia tumba! —hace un gesto con las manos como si fuera obvio.
—No es ese el problema.
—¿Entonces?
—Ni siquiera estás pensando en todo esto y lo que implica —le riñe un poco.
—La verdad, estoy pensando que por culpa de la misa es que debí despertar con la inexplicable necesidad de ir al baño en algún punto.
—Y ni porque te despertaste al baño avisaste que seguías vivo —vuelve a fulminarle, fastidiado.
—Ya te lo he dicho antes, ¿Por qué iba a avisarte si no querías confraternizar conmigo?
—¿Y desde cuándo te importa tanto mi opinión?
—Así que de eso va esto ahora. Como me enfadé yo, ahora tú te enfadas porque yo lo hice. Ojos en blanco contigo —se cruza de brazos y se apoya en el asiento, mirando por la ventanilla.
—No me enfado porque tú lo hiciste, por Dios. Me enfado porque te largaste por AÑOS sin avisarme en lo absoluto, ¡y ni siquiera entiendes lo que implicó! —sigue protestando.
No te preocupes ya lo entenderá cuando se entere de que te echaste novio y se muera de celos de aquí a la eternidad. Por lo menos puede ir a atormentarlo al infierno.
Ese... es un buen punto. ¡Merecido se lo tiene!
Ojos en blanco. El carro se detiene y se van a bajar para irse a la estación de tren.
Gracias al cielo.
Esta historia ha estado basada en este extracto de la wikipedia:
En el gobierno y en la corte se consideraba que la influencia de Rasputín sobre el zar y la zarina era nefasta en un momento en que la situación de la monarquía ya era muy crítica.18 El primer ministro Aleksandr Trépov le ofreció doscientos mil rublos para que regresase a su pueblo natal y fracasó, a principios de 1916, una tentativa de asesinato del exministro del Interior, Alekséi Jvostov. Finalmente la conjura que tuvo éxito fue la del príncipe Félix Yusúpov, en la que también estaban implicados un líder derechista de la Duma, Vladímir Purishkévich, y dos grandes duques, Dmitri Pávlovich y Nicolás Mijáilovich.19
El cadáver congelado de Rasputín tras ser recuperado del río Nevá.
Yusúpov, Purishkévich y el gran duque Dmitri planearon atraer a Rasputín al palacio de Yusúpov con la excusa de que se reuniría con la esposa de este, la gran duquesa Irina Alexándrovna. Así, a pesar de haber recibido una advertencia previa del peligro el mismo 16 de diciembrejul./ 29 de diciembre de 1916greg., Rasputín se presentó en el palacio poco después de medianoche. Allí Yusúpov lo hizo esperar a la gran duquesa, mientras esta supuestamente atendía a otros invitados, en una estancia del sótano donde le sirvió vino y unos pasteles envenenados con cianuro. Exasperado porque el veneno parecía no hacer efecto, Yusúpov le disparó un tiro con una pistola Browning y lo dejó por muerto mientras se preparaba para salir a deshacerse del cadáver. No obstante, Rasputín había sobrevivido y Purishkévich, después de fallar en dos ocasiones, lo derribó con otros dos disparos de los que uno lo alcanzó en la espalda y el otro, definitivamente mortal, en la frente.20 Después arrastraron el cuerpo con cadenas de hierro y lo arrojaron al río Nevá. Fue encontrado el 18 de diciembrejul./ 31 de diciembre de 1916greg..21 Rasputín fue enterrado junto al palacio de Tsárskoye Seló en enero de 1917. Después de la Revolución de Febrero, su cuerpo fue desenterrado y quemado en el bosque de Pargolovo, donde las cenizas fueron esparcidas.22
Investigaciones recientes señalan que en el asesinato de Rasputín estuvo involucrado el servicio secreto británico, a través de un agente que residía por entonces en Petrogrado llamado Oswald Rayner, bajo el mandato de otro agente llamado John Scale, quien participó directamente en el asesinato.
