Mientras el sol se despedía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados, un joven Lincoln Loud se quedó mirando a la chica castaña que tenía a un lado de él.
Era Lynn Loud, su hermana mayor, pese a que todo mundo la conocía por ser la atleta engreída en ocasiones ruda, demostrando fortaleza en cada actividad que se le ponía por delante; en ese momento mirando hacia el atardecer sentada en esa banca de madera en el parque, ella mantenía una sonrisa tierna en el rostro. Con su cabello al viento y su mirada fija en el horizonte, parecía una visión de belleza en medio de la naturaleza, al menos así lo percibió Lincoln.
Cada día, el atardecer se convertía en un escenario perfecto para admirarla.Y es que sí, ¿cómo no podría admirarla él?
Con ese bonito rostro decorado con ligeras pecas, su cabello castaño atado en esa típica coleta solo que más largo que en aquellos viejos tiempos donde eran solo unos niños, su hermoso cuerpo por supuesto, había ganado un cuerpo grandioso gracias al ejercicio.
¡Y vaya que se notó! Pero sobre todo esos ojos marrones grandes e iluminados por la energía que siempre poseía, un brillo que siempre estaba cuando estaba a su lado.
A veces no entendía, ¿cómo ella lo había elegido? Como había decidido arriesgarse a iniciar esto.
Lincoln, se clasificaba a el mismo como un chico no tan apuesto, no tenía en absoluto buena condición física pese a que en ocasiones compartían sesiones de ejercicios, aún tenía esos brazos esqueléticos, piernas de fideo, incluso había ganado una pequeña barriga gracias a la chatarra que solía consumir.
—Claro eres guapo apestoso —le dijo Lynn en uno de esos ataques de inseguridad que él tenía— además no solo te escogí por tu guapura —le pegó levemente en el hombro con un rubor en sus mejillas — tu esencia fue lo que siempre me mantuvo cautivada aún cuando no me daba cuenta.
Lynn hasta el momento le había dejado claro que lo amaba y que le daría un fuerte golpe si él volvía a dudar al respecto.Lincoln se acercó a ella, tomó su mano con delicadeza y sin pensarlo dos veces le dio un suave beso en la mejilla.
Su corazón latía al ritmo de la gratitud. Agradecía tenerla a su lado, compartiendo esos momentos mágicos aunque fueran prohibidos ante los ojos de los demás.Lynn siempre fue su inspiración, al tener esa dedicación y esfuerzo en el deporte realmente lo inspiraban constantemente para lo que se proponía, al igual que Lynn agradecía a Lincoln por ser ese motor que necesitaba en su vida cuando las cosas iban mal.
De alguna manera lograron complementarse, pese a que años atrás cualquiera e incluso ellos mismos lo dudarían.Lynn giró más su rostro y deposito un suave y pausado beso en los labios del muchacho, cuando se separaron, observó más de cerca ese hermoso brillo en los ojos de la chica deportista, el chico pensó en todo lo que ella había dado por alcanzar sus metas.
Las horas de entrenamiento, la perseverancia en los momentos difíciles y la pasión que ponía en cada competición.
Siempre había estado presente desde que eran unos niños y lo seguiría estando por supuesto.Sabía que ella valía todo eso y más, y se sentía afortunado de ser testigo de la grandeza de Lynn Loud.
El atardecer se desvanecía poco a poco, pero el amor entre ellos seguía brillando con demasiada intensidad.Juntos, compartían la belleza de la naturaleza y el amor que sentían el uno por el otro, un amor que todos jugarían, nadie comprendería, solo ellos mismos.
Lynn y Lincoln sabían que cada atardecer era un recordatorio de lo afortunados que eran de tenerse mutuamente y de apoyarse en sus sueños y metas.
Así, en ese momento especial, el chico comprendió que el amor y la gratitud eran las fuerzas que los unían, y que Lynn, con su valentía y determinación, era el faro que iluminaba su vida y así sería de aquí a los siguientes años.
Estaba seguro.
