Lamiendo las heridas
—¡Argh!
—No te muevas. Necesitas que lo ajuste más fuerte.
—¡Necesito que lo termines de una vez! ¡Argh!
—No. Necesitas que YO lo haga bien, sino a futuro será más difícil que te recuperes. Confía en mí.
—Confiar en t- ¡Aaargh!
—Cuidado con morder tu propia lengua. Deberías morder la tela que te di.
—¿Y meterme un trapo sucio a la boca? Prefiero cortarme mi propia leng- ¡Argh!
—Como quieras
—Como si quisiera est- ¡Argh!
Ya me esta hartando no poder terminar de decir lo que quiero reprocharle. Siempre critiqué a lo que quería criticar y nunca fui detenida por nada ni nadie. Por primera vez en mi vida, mis palabras son cortadas y todo porque no puedo aguantar un brazo roto. Mi madre me vería decepcionada por no tener clase delante de alguien, por algo tan insignificante como mi salud.
—Listo. Ahora a doblar lento el codo hasta tener el antebrazo sobre el pecho y daré los ajustes finales ¿Estas lista?
Sin ganas de seguir dañando la garganta, asiento con la cabeza e intento estabilizar mi respiración.
Palabra clave: Intentar.
—Bien. En 3, 2 ,1.
El dolor es horrible, enorme, nunca sentí tanto dolor en mi vida como en este momento.
Aprieto los dientes para que no se escape el grito. Dijo que era el final y no dejaré que termine todo esto conmigo gritando todo el tiempo. Mi orgullo no lo permite.
—Termine de entablillar tu brazo. Manténlo quieto con tu otro brazo hasta que le ponga el cabestrillo.
Lo más suave posible lo sostengo con mi mano buena. Observo a la chica anime rascar una sabana con sus propias manos. Hace tres tiras largas, antes de volver a sentarse a mi derecha en la cama.
—Ahora haré el cabestrillo. Al usar tela será rudimentario y estará un poco suelta. Te dolerá al moverte, pero no podemos darnos el lujo de ir a un hospital en este momento— dirige su vista hacia un punto de la habitación. Sigo su mirada con la mía—. No sabemos cuando volveremos a ser llamadas al campo de batalla.
A través de la ventana, contemplamos la ciudad destruida de París.
Estamos actualmente en la habitación del último piso de una casa, arriba de una tienda de muebles. La familia que vive aquí debió haber escapado cuando la pared del comedor fue atravesada por un auto de policía. Si la comida, casi sin tocar, sobre la mesa es alguna indicación.
Mi hermosa ciudad.
Los arreglos tardarán meses.
Las personas tardan más en recuperarse.
Como cualquier ciudad donde los superhumanos aparecen por primera vez. Ya nada será igual.
—¿Dices que puede volver?— mi voz expresa más debilidad de lo que pretendía.
Gira para mirarme directamente— ¿Sabes cual es nuestro enemigo?
Tardé un rato en recordar mientras ella me terminaba el cabestrillo. Pasaron muchos sucesos el día de hoy, se dijo temas importantes en poco tiempo e hice cosas que ningún joven o civil debió haber hecho. Sería raro tener la cabeza despejada y la mente en calma para responderle inmediatamente.
—Portador del miraculous de la mariposa. Así Plagg llamó al supervillano— el veneno se filtra en mis palabras sin esforzarme—. El responsable de crear al akuma y causar este infierno.
—Un portador de miraculous, como nosotros— dice frustrada. Apoya sus codos en sus rodillas y se inclina hacia adelante. No tiene ningún signo de herida o cansancio, pero la situación también le pesa. Lo noto en sus hombros al caer unos centímetros—. Si su poder especial trabaja como el nuestro, solo deberá darle de comer a su kami para volver a transformarse y usarlo de vuelta.
Lo que quiere dar a entender es claro.
—Otro akuma puede aparecer en cualquier momento— expreso lo que ambas pensamos.
Suspira resignada —Si. Por eso no puedo llevarte a un hospital. Se demostró que no puedo luchar sin mi compañero. No, si quiero ganar contra el akuma.
—Algo cruel para decirle a tu compañero actualmente herido de gravedad y que casi murió hace unos minutos.
Sus hombros tiemblan y caen aún más—. Lo sé. No tienes que decirlo. Soy mala persona al hacerte esto, pero ¿qué puedo hacer? — oculta su rostro entre sus manos. Su voz, como su tenacidad, se quiebran—. Los kamis han decidido esto. Me han elegido para luchar por su guerra. Mi pueblo exige respeto a los kamis— gime y lamenta en su lugar en la cama. Al poco tiempo, gotas se forman entre los dedos cayendo al sucio suelo—. ¿Cómo podría decirles que no? Que no quiero ser su guerrero, su elegido. ¿Como?¿Incluso es una elección?
Solo puedo quedarme en silencio mirándola rompiéndose con cada pregunta. No puedo hablar y transmitir palabras de consuelo o apoyo. Nunca estuve en la posición, nada envidiable, de animar a una persona. Adrien no cuenta; un abrazo por aquí y una caricia por allá para tenerlo feliz. En ese sentido parece un gato encerrado que solo quiere mimos y que le presten atención.
Y aunque la intente ayudar ¿como lo haría? Estoy en el par opuesto de ese zapato; soy una víctima de dioses caprichosos. Lo digo pensando que todos se parecen a Plagg. Todavía no hablé con Tikki, pero por lo que le reprocho a su compañero divino, ella tiene un temperamento de temer. No puedo evitar pensar que ella causó el Big Bang en un ataque de enojo contra ese glotón que no paraba de buscar comida mientras le gritaban.
Me río de lo absurdo de la idea. ¿Que ellos son tan viejos como la realidad? Alguien solo puede reír de esa estupidez. Plagg es la destrucción, entonces ¿Él estuvo cuando se extinguieron los dinosaurios?¿En la ciudad de Pompeya ese día?¿En el lanzamiento de la bomba atómica? Que ridículo, completamente ridículo. No puedo parar de reír. Me río tanto que debo taparme la boca para no ser indecorosa. Mi madre me dijo que una dama no bosteza ni ríe con la boca abierta en público. Mi compañera cuenta como público.
La verdad, mi madre es sabia.
Mi madre es la mejor.
Mi madre me ama.
Ella no me dejó.
Ella volverá algún dí-
El dolor repentino de mi brazo derecho me regresa mi cordura y presiono con fuerza mi boca para no gritar. Con los ojos bien abiertos, inspecciono los alrededores sin moverme. Mi pareja heroica sigue llorando al lado mío, el sol sigue brillando alto en el cielo y no hay sonidos de pisadas de gigantes viniendo por la ventana. No transcurrió mucho tiempo, me doy cuenta. Siento mi cara mojada. Extiendo mi mano sana y la veo manchada de maquillaje corrido; y un gusto salado invade mi lengua.
Con horror, caigo en cuenta que casi tuve un colapso emocional.
Sostengo mi brazo roto contra mi pecho y me recuerdo no volverlo a soltarlo. Me grito a mi misma en la mente por casi tener un colapso emocional en esta situación. Para mal, no soy primeriza en estas circunstancias, aunque lo normal, es que yo esté al lado del colapsado. Adrien, en su crecimiento al hermoso joven modelo que es hoy, tuvo que vivir 14 años en la mansión. Las pocas salidas de trabajo o al hotel, no fueron suficientes para su infantil e hiperactiva mente. Estar encerrado y mirando las mismas paredes todo el día, cada día, lo hizo sobrepensar como es el exterior. Un pensamiento que no pude aplacar con mis historias o mi compañía, resultando en él llorando en el piso pidiendo libertad.
La primera vez, solo pude llorar con él, a la vez pidiendo ayuda a los gritos. Tardaron más de dos horas en encontrarnos. Parece que estaban en una reunión y esas paredes son insonorizadas.
La segunda vez, lo abracé con un brazo y llamé al tío Gabriel y la tía Emilie con el otro, celular en mano. Tardaron una hora en contestar mi llamadas. Sus trabajos no les permitían tener el celular con sonido fue lo que le dijeron.
La tercera vez, ya me había preparado gracias a Sabrina y a las notas dadas por los mejores psicólogos que el dinero puede pagar. Ahí fue cuando los abrazos y caricias de mi parte se hicieron más íntimos.
Y veme aqui, otra vez, en una situación parecida. Puede que esté delirando y me mienta a mi misma para encontrar una situación familiar para mi propio bien mental, pero al verla al lado mío llorando y balbuceando, me hizo recordar a Adrien. Se que son dos personas diferentes: género, nacionalidad, personalidad, en todo. Y eso no evita a mi mente regresar a ese tiempo, a ese escenario con mi mejor amigo necesitando ayuda. Donde solo Adrien tenía a Chloé y Chloé tenía a Adrien.
En la actualidad, Chloé tiene a la chica anime y la chica anime tiene a Chloé. Así es y así debe ser para salir vivas el día de hoy.
Por mi padre.
Por mi Adrien.
Tomo una decisión. Aquella que no le dije a Plagg cuando me encaró esta mañana.
Con una nueva resolución, me levanto sin importarme que se caigan las almohadas para luego sentarme, a los pocos segundos, en la otra punta de la cama. Para bien, no soy primeriza en estas circunstancias y se que hacer. De manera lenta y metódica, extiendo mi brazo izquierdo para depositarlo sobre sus hombros.
La siento endurecer por mi contacto repentino.
Ahora viene la parte difícil.
Me repito que ella no es Adrien y como no la conozco, deberé inventar sobre la marcha. Que bien que tuve clases privadas de improvisación teatral con la tía Emilie; esas lecciones servirán para algo por una vez.
—Si, es una desgracia que dos chicas hermosas y fuertes como nosotras deban cargar con tan magnífico poder. A esta hora del día, ambas estaríamos comprando ropa de diseñador o siendo maquilladas por profesionales de la moda. Y hemos aquí, dos jóvenes heroínas curando sus heridas luego de detener al monstruo malvado; salvando a millones de vidas en el proceso. Qué importa, si dos kwamis han visto lo grandiosas que somos y decidieron entregarnos superpoderes. Lo importante es que salvamos el día… bueno, la mitad del día. Creo que sigue siendo mediodía.
En algún punto de mi perorata, ella bajo sus manos y me mostró su rostro lloroso.
Tengo su atención. Es algo.
—Además, es nuestra primera batalla. En mi humilde opinión de mi humilde estatus social, digo que lo hicimos espectacular. Yo estuve totalmente espectacular. Y seremos más espectaculares a futuro. Si, eso, seremos el mejor dúo de héroes de todo Francia, no, el mejor de todo el mundo. Y de la historia también…
—¿No te cansas de escucharte?— pregunta de repente la chica anime—. Me dan lástima los peluqueros que deben permanecer contigo por horas.
—¡Hey! Mi pelo me lo cuido yo y solamente yo. Para cepillarlo es necesario 3 tipos diferentes de peines y 2 cremas humectantes para iniciar. Después neces-.
—Por los kamis, ya basta. Ya estoy mejor. No es necesario que te humilles así.
—¡Disculpe!
—Eres horrible alentando a alguien. Si no fuera por las prácticas diarias de fortalecer el temple de mi madre, ahora estaría mucho peor que antes de comenzar a hablar.
Esa malagradecida chica se atreve a decirme eso cuando solo trato de ayudar. Por eso evitó hacer calidad, la gente no sabe apreciar mis ayudas.
—Y por eso te agradezco— sin darme cuenta, ella se encuentra con ambas manos en sus rodillas y la cabeza gacha hacia mí.
Eso no me lo esperaba y por eso estoy sin palabras.
—Sin tus molestas y narcisistas palabras, no me hubiera distraído lo suficiente para recordar las prácticas. Muchas gracias. Estoy de nuevo en deuda contigo.
Me aleje lo más que podía sin caerme de la cama. Verlo en un anime no se compara con verlo en la realidad.
Los orientales son demasiado formales incluso para ella.
Los segundos pasan sin detenerse y ella sigue con la cabeza inclinada. Ya estoy extrañando cuando solo me respondía con asentimientos.
—Eh, si, de nada. Somos compañeras heroicas, ¿no? Es parte del trabajo— decidí no responder a sus obvias críticas hacia mi y corte por lo sano. Siento que ella estaría en esa posición hasta tener una respuesta positiva.
Lo que dije parece funcionar, ya que ella levanta la mirada y relaja su postura; sus ojos brillan de lágrimas que no terminaron de salir.
De la nada, bufa y comienza a reírse.
No pude detenerme de observarla como un bicho raro. Me da la impresión que no terminó de recomponer sus emociones todavía.
—No te preocupes por mí. Solo dame un momento… y es de ti que debemos preocuparnos. Tu eres la que se encuentra con heridas de batalla.
—Soy más dura de lo que piensas, de lo que todos piensan— refuto. Me gusta la atención, no la lástima y menos de desconocidos.
—Notando que no estás tumbada por el dolor de tu espalda sangrante y brazo roto, no dudo de esa afirmación.
Ahora que lo dice, siento mi cintura baja húmeda y una picazón molesta. Las vendas de Nathalie se debieron aflojar y mis heridas abrirse. Las necesito cambiarlas urgente.
La miro a los ojos con la esperanza de que capte el mensaje. Mostrar más debilidad al pedir ayuda, no es bueno para comenzar una relación de trabajo. Palabras de papa.
Decir sin hablar; comunicar de modo tácito tu necesidad y cuando el otro lo realice, tu imagen no sale dañada.
La chica anime demuestra agudeza y me confirma que puede cambiar los vendajes, para luego comenzar a culparse por mi estado.
Puede que ambas podamos trabajar juntas.
Pero antes de eso, debo hacer algo primero con su negatividad.
—... es lo menos que puedo hacer. Trataré tus heridas lo mejor de mis capacidades. Puedes odiarme por no llevarte al hospital; me lo merezco. Soy mala persona, una deshonra, por forzarte a-.
—¡Muy bien, se acabó! ¡Deshonor! ¡Deshonor sobre toda tu familia! ¡Deshonrar a ti! ¡Deshonrar a tu vaca!
—Japón no honra a las vacas. Eso es en India.
Me controlo para no darme una palmada en la cara.
—¿Enserio no reconoces la cita?
—No ¿Debería? ¿Es de un texto muy popular en París?
—Ugh, tengo mucho trabajo por delante. Primero comenzamos con pasos de bebe— agarro la parte sin sangre de la sabana y le limpio los rastros de lágrimas—. Mi compañera no puede ir por ahí como si terminara de ver La vita è bella. Y no te preocupes de ser mala persona. Eso significa que solo debo ser lo suficiente buena por las dos.
—¿Cómo es ese trato justo?
—Fácil. Yo lo decidí.
—Eres rara.
—Tú eres una chica amante de los animes.
—Que sea japonesa, no significa que me guste el anime.
—¿Me equivoco?
—Si… Me gusta el manga.
—¡Es la misma mierda!
—Son dos medios de entretenimiento diferentes.
—Es el mismo producto.
—Nunca lo son. El anime cambia o recorta o alarga escenas de manera arbitraria.
—¡Ridículo, completamente ridículo!
—Por favor, deja de señalar el anime al nombrarme.
—Como si tuviera otro modo de llamarte.
—Puedes usar mi nombre.
—Como si lo supiera.
—Me presenté esta mañana en la clase.
—Transmitían un desfile de moda estadounidense en Instagram.
—No eres una estudiante modelo.
—Para eso tengo a Sabrina.
—¿Quien?
—Mi compañera de asiento.
—Entiendo.
—…
—…
—…
—Me presento ante ti. Soy Kagami Tsurugi. La portadora del miraculous de la mariquita y heredera del estilo de espada Tsurugi.
—Mi nombre es Chloé Bourgeois. La portadora del miraculous del gato y la mejor chica de París.
—…
—…
—Gracias. Por todo.
—De nada. Por todo.
Hola a todos. Vicav12 está vivo y volvió.
Fue un año largo y mi escritura mejoró.
Para los que recuerden los anteriores 3 capítulos, este les debió sentir pesado, pero como vieron en el título del fanfic, habrá capítulos donde la seriedad prevalecerá.
El siguiente y el siguiente y tal vez, el siguiente se parecerán como los tres primeros.
Perdón si les pareció corto. Pensé que sería mejor separar la parte seria del resto.
¿Qué les pareció la Chloé "seria"? ¿Adivinaron quién era Ladybug? ¿Esta relación de trabajo durará o Chloé meterá la pata (de gato XD) hasta el fondo?
Sus comentarios me dan energía para seguir escribiendo.
PD: hice ediciones menores en los anteriores capítulos.
