"¿En verdad te fuiste a casa un ANBU que acababa de volver de una misión? ¿Tienes algún deseo suicida o algo así?" oía la voz de Genma. Quizás un poco.
Tal parecía que iba a sobrevivir como para recordar la humillación de haber vomitado sobre su ex alumno apenas llegaron al hospital.
Naruto se había disculpado, balbuceado nervioso algo sobre que todavía estaba trabajando en la técnica de transportación. Iruka ya había vomitado antes por depleción de chakra, así que no podía echarle toda la culpa al jutsu del segundo Hokage.
Perdió la conciencia y la recobró múltiples veces en los siguientes días.
Sakura lo había estabilizado lo suficiente como para volver a la aldea, pero fue Shizune quien supervisó su progreso en el Hospital. No había salido herido, pero por unos segundos Iruka pensó que había muerto, habiendo agotado lo último en su reserva de energía.
La médica ninja le aseguró más veces de las que él había preguntado, que estaría bien, que sus niveles de chakra ya no estaban en estado crítico. Aunque por la expresión de culpa en su rostro, parecía repetirlo más para su propia tranquilidad que para el sensei.
En ese estado de semiconciencia, había percibido la presencia de un chakra conocido en la habitación. Cuando despertaba buscaba a Kakashi en el cuarto, sin embargo, nunca lo veía. Aquello le recordó la vez que había terminado internado por una fuma shuriken en su espalda.
"Iruka-kun me preocupa tu gusto en hombres, Mizuki era un idiota pero Kakashi es peligroso."Se dormía y la voz de Anko aparecía en sus sueños. Probablemente debería haberle dado más atención a Yamanaka Santa.
Cuando lo trasladaron a una habitación regular y ya podía comer alimentos sólidos sin ayuda y sin sentir el estómago revuelto, se le permitió recibir visitas. Naruto fue el primero en aparecer, ya no tenía la palidez que vio en su rostro cuando llegó a rescatarlos. No tenía idea de que tan malo había sido su estado hasta que lo vio en el rostro de su alumno.
Naruto le mencionó que había intentado contrabandear ramen pero que Shizune lo había detenido y confiscado, también que Hinata había deseado visitarlo pero que ya no estaba en condiciones de salir de la casa.
-El embarazo es algo tenebroso Iruka-sensei.- Mencionó el rubio, rascándose el cabello sobre la nuca.
-Todo va a salir muy bien.- Le respondió, apretando su mano en un gesto de cariño.- No hay nada que ustedes no puedan enfrentar, Naruto. Hinata es muy fuerte.
Sakura y Sasuke aparecieron unos minutos antes de que Naruto se fuera, la kunoichi pelirrosa se arrojó a abrazarlo apenas lo vio. Iruka le correspondió, sonrojándose por la espontaneidad del gesto. Él y Sakura habían compartido su propia historia, almuerzos regulares sobre todo durante los años que Naruto se había marchado con Jiraiya a entrenar, con Sasuke fuera del panorama y Kakashi en misiones eternas. Sin embargo nunca habían sido tan físicos en su relación.
-Perdón Iruka-sensei, parece que últimamente no puedo controlar estas emociones. - Se limpio unas lágrimas con el dorso de la mano, separándose con vergüenza. Iruka le sonrió, conmovido por el gesto.
-Sakura-chan, gracias por salvarme. Gracias a los tres.- Miró en dirección a Sasuke, que cruzado de brazos estaba apoyado sobre una de las paredes del cuarto, con una pequeña sonrisa en el rostro. - Que desperdicio de recursos tener a los tres mejores ninjas de la aldea salvando el trasero de un viejo sensei.
Su intento de humor solo le ganó gritos y ruidosas exclamaciones de reprimenda por Sakura y Naruto; Sasuke se llevó una mano al oído para cubrírselo. Tenía tres adultos frente a él, sin embargo, sintió una punzada de nostalgia a sentir que para él todavía eran esos tres pre-genin que alborotaban su clase.
Quizás si me estoy poniendo viejo. Pensó para sí.
La lista de estudiantes y amigos que pasaron a verlo fue larga, y aunque Shizune los terminaba echando para que pudiera descansar (y porque varios habían intentado pasar ilegalmente ramen al hospital); Iruka estaba agradecido y un poco avergonzado por toda la atención que estaba recibiendo. Aún así, no podía evitar sentirse decepcionado.
En todos esos días, nunca volvió a sentir la presencia de Kakashi, y el Hokage jamás pasó a verlo. Se repetía a si mismo que no dolía tanto, probablemente había ido el primer día cuando todavía no estaba consciente para asegurarse de que estuviera bien, y cuando Shizune le explicó que se recuperaría, Kakashi volvió a sus tareas habituales.
Era un hombre ocupado, no era su culpa de que Iruka tuviera esas expectativas infantiles. Aun así, le hubiera gustado volver a verlo y escucharlo bromear con él. Lo extrañaba más de lo que podía admitir en voz alta.
-Iruka-sensei, ¿no quieres que te ayude con eso? - Ofreció uno de los enfermeros, cuando terminaba de preparar sus cosas para volver a casa.
- Estoy bien, no te preocupes.
-¿Tienes a alguien que te acompañe hasta tu casa? - volvió a preguntar el muchacho. Iruka asintió enseguida, pero podía darse cuenta por la expresión del joven enfermero que no había creído su mentira.
Aún así lo dejó irse, y estaba aliviado de volver a poner un pie en las calles de Konoha. Ya casi recuperado.
Shizune le había dado un par de días libres antes de volver al trabajo, las clases habían empezado la semana pasada y le generaba un poco de ansiedad no haber estado ahí. Sentía que tenía mucho para ponerse al corriente y no veía la hora de entregarse de nuevo al trabajo en totalidad.
Ese siempre había sido su mejor remedio para evitar pensar en idioteces. Como recordar que cuando se vio al límite, y estando seguro de que moriría, Kakashi fue lo último que pasó por su cabeza. Había hecho una pequeña suplica a los dioses, pidiéndoles verlo una vez más, se conformaba solo con eso.
Había sobrevivido, pero suponiendo que el Hokage continuara esquivándolo como el las últimas semanas, parecía difícil volver a verlo.
No. Ese arreglo no podía continuar.
Calculó cuanto tiempo tenía para dejar sus cosas en su departamento, quizás cambiarse la ropa y salir a la Torre. Aoba solía estar de guardia a esa hora, eso no sería problema. Abrió la puerta de su departamento a oscuras, el olor a fresco le indicaban que alguien al menos había dejado una ventana abierta para ventilación.
-Ah... que conveniente.- Murmuró para sí, dejando sus sandalias en el genkan. Esa presencia de nuevo.
Kakashi estaba de pie al lado de la ventana, brazos sobre su pecho. Vestía la camiseta básica y pantalones tácticos shinobis, pero no traía guantes, su hitai ate y máscara ausentes también. Salvo por la marca de cansancio bajo sus ojos y el cabello gris más despeinado de lo usual, se lo notaba relajado y compuesto.
Se le escapó una risa frustrada, parecía ni siquiera darse cuenta de lo increíblemente guapo que era. Cuando lo escuchó, descruzó los brazos y caminó hasta él, sus ojos sin apartarse de Iruka, lo observaban como analizando su estado.
-Estoy bien.- Dijo el castaño, aunque su tono amargo lo contradecía. - Solo tengo que descansar unos días más.
El otro hombre continuó mirándolo en silencio.
-Estás enojado.- Finalmente sentenció Kakashi, cuando lo vio tirar las cosas sobre la mesa en la cocina con más fuerza de la que quizás había sido necesaria.
-No...Sí. Si estoy enojado, genio.- Exhasperado, Iruka masajeaba su entrecejo para relajarlo. - Perdón, no. - Tomó una bocanada de aire, intentando recuperar el control. - Si estoy enojado.
-Conmigo.
-No... sí...
Era consciente de que no estaba haciendo mucho sentido en ese momento, pero no había esperado encontrarse con Kakashi de pronto en su departamento, con la linea recta de su mandíbula y esa marca tan sexi junto a su boca expuestas, como si compartieran una familiaridad tan opuesta a la distancia que había marcado las últimas semanas.
-Casi mueres por mi culpa. - Había estado tan al pendiente de su boca, que no se había percatado de la expresión desolada en sus ojos. La sinceridad y apertura, lleno de culpa, le tomaron por sorpresa sacándole todo el aire.
-¡NO! ¿De qué estás hablando?
-CASI MUERES.
Nunca había escuchado a Kakashi levantar la voz de esa forma, su sorpresa debió ser evidente porque enseguida los puños del shinobi se relajaron, se lo notaba avergonzado por su exabrupto.
-Sí. - Admitió Iruka.- Por un momento creí que estaba muerto. Pero eso no es tu culpa.
Kakashi hizo un sonido similar a una risa.
-Por un momento pensé que era el trabajo del Hokage autorizar las misiones.
-Y como shinobi activo tengo la obligación de hacerlo, Kakashi de qué diablos estás hablando. Volvería ir a esa misión y repetir todo lo que hice, es parte de mi trabajo.
-Tu trabajo es hacerte cargo de la Academia.
La audacia de este hombre.
- Y cumplir las misiones que se me encargan. Sobre todo cuando es defender a mis alumnos, Kakashi... no estoy culpándote por eso. ¡Estoy enojado conmigo mismo!
Ahora era él quien levantaba la voz. Caminó hacia la habitación, buscando espacio para tranquilizarse y tratar de darle sentido a lo que quería decir. Kakashi lo siguió de cerca, podía darse cuenta por la expresión (ahora evidente) de su rostro, que estaba igual de confundido que él.
Se sentó en el borde de su cama, masajeándose aún la sien. No había tenido tiempo de recogerse el cabello antes de salir del hospital, sin embargo lo sentía tenso.
-Kakashi... casi muero, y no es nada nuevo, he sentido que moría tantas veces como cualquier shinobi. La diferencia es que esta vez no pude dejar de pensar en tu rostro recibiendo la noticia, " ojalá Kakashi no se ponga muy triste con mi muerte", "ojalá continue haciendo esas bromas fuera de lugar cuando ya no esté aquí" .
Cada oración se sentía como un golpe directo en el pecho del Rokudaime.
-Ojalá, -continuó Iruka.- le hubiera dicho todo lo que siento. Porque pensé que estaba listo para morir pero me entró pánico cuando me di cuenta de que no te volvería a ver.
Listo, el gato estaba fuera de la bolsa. Le era imposible mirarlo a los ojos, pero antes de perder el valor decidió continuar hablando. Kakashi estaba inmóvil de pie delante suyo.
-Sé que probablemente me pasé de la raya Kakashi, y por eso quiero pedirte disculpas. Ya no soy un adolescente sin capacidad de medir el riesgo o un joven borracho en un bar, y no puedo seguir culpando a este enamoramiento que tengo por mis acciones. De hecho, es justamente eso lo que no quiero, que tú y todo el mundo sigan pensando que es meramente una fijación. No voy a negarlo, desde la primera vez que te vi me senti atraído, es... inevitable. - sentía el rostro arder en ese momento.- Pero después te fui conociendo y en lugar de superar esos sentimientos adolescente, descubrí la fuerza con la que proteges a tus seres queridos y que a pesar de ser un prodigio eres un hombre bastante ridículo.
Me gusta tu humor que nadie entiende, la forma en que interactúas con Gai y tus ninken, hasta el detalle de tu estúpida planta, todo eso. Kakashi... te amo, llevo un tiempo haciéndolo. Y por supuesto que cuando te veo en lo único que pienso es en sacarte la ropa y hacer toda clase de locuras, - su rostro definitivamente ardía. Se llevó las manos a la cara para tapársela, su voz salía amortiguada cuando continuó.- pero también te admiro y respeto. Disfruto cada momento qué pasamos juntos, y si mis acciones la última vez que nos vimos hace que nunca más compartamos un almuerzo en mi oficina, entonces te pido por favor que tengas piedad conmigo, porque no estoy listo para perder eso.
Levantó la mirada finalmente, Kakashi tenía una franca expresión de desconcierto.
-Kakashi Hatake, te amo, pero también te admiro y respeto. Estar alrededor tuyo me divierte más de lo que debería ser decente, o quizás porque no lo es. No voy a volver a comportarme de forma inapropiada frente tuyo, pero por favor, no me vueltas a sacar de tu vida porque francamente no pienso permitirlo. No estoy listo.
Exhaló, alivio inundando su pecho.
-Listo, lo dije, ya puedo morirme en paz.- Empezó a reírse de su comentario, pero Kakashi no pareció encontrarlo nada divertido.
Se había arrodillado frente a él, ambas manos sobre las rodillas del castaño. Reclinándose hacia adelante, habló casi sobre sus labios.
-No planeo perderte pronto, sensei.
Y lo besó.
Su cerebro demoró unos segundos en procesar lo que estaba pasando, pero sus labios respondieron enseguida. Le tomó por las mejillas con ambas manos, profundizando más el contacto. Pasó la lengua por el borde de uno de sus caninos, provocándole un gemido ahogado de sorpresa, Iruka pensó complacido que era justo como se lo había imaginado.
Besar a Kakashi y poder verlo mientras lo hacía, superó sus expectativas. La forma en que movía su boca sobre la suya, sus ojos entrecerrados detrás de unas largas pestañas plateadas.
-Todavía eres tan bueno como recuerdo.- Jadeaba, tratando de recuperar el aire.
-Hace bastante que no hago esto.- Confesó, sin dejar de darle pequeños besos en los labios y alrededor de la boca. Kakashi hizo un sonido complacido que le dio un vuelco en el estómago. Intentaba pensar qué es lo que sucedía, pero las manos del otro shinobi no paraban de moverse sobre sus piernas, tocándolo y moviéndolo hacia adelante para acércalo más a sí mismo.
- ¿En verdad cada vez que me ves piensas en desnudarme?
Iruka se alejó unos centímetros, podía sentir la sangre agolpándose en las mejillas y probablemente tenía ruborizadas hasta las orejas. La sonrisa de Kakashi era deslumbrante, en verdad no sentía que podía mirarlo directamente. Volvió a besarlo para evadir la respuesta.
-Sólo pregunto, me alegra saber que no soy el único pervertido en esta relación. - Agregó Kakashi al separarse. Dejó su boca y empezó a repartir besos por su mejilla hasta su oreja, donde su lengua se coló tentativamente, provocándole escalofríos.
Iruka podía sentir la vibración de los labios de Kakashi sobre la piel de su cuello, no dejaba de besarlo mientras hablaba.
- Ahh... Kakashi, no sólo eso, tengo cosas en mente que harían parecer a esas novelas pornográficas tuyas un libro para niños.
Sintió la sonrisa sobre su cuello, antes de morderlo. Un gemido vergonzoso escapó de su garganta.
-Sensible ahí, sensei. - Mu rmuró, dejando un beso en la zona donde la piel empezaba a enrojecer. - En realidad tenía un discurso preparado, algo similar al tuyo, me ganaste de mano.
Iruka se apartó para mirarlo y Kakashi lo imitó, tenía las pupilas dilatadas por la obvia excitación.
- ¿Un discurso?
Le sonrió y asintió suavemente.
-Decía algo así como que no pienso volver a perder el tiempo.- Se llevó una de las mano de Iruka a la boca para besarla.- Parece que tendría que haberte dicho hace mucho tiempo lo que siento. Mi discurso no era tan bueno como el tuyo, pero si no te importa que tome prestado algunas palabras, también te admiro y te amo, Iruka.
El oxígeno de la habitación parecía haber sido succionado de golpe, porque le fue imposible respirar.
-¿Q-qué? - La boca de Kakashi estaba de nuevo sobre la suya, lo había atraído hacia él y aprovechado el shock en el castaño para empezar a bajarle los pantalones.
-Puedo ponerme a recitar todo el discurso sensei, si así lo prefieres. - Dijo dando besos sobre la piel de su pierna izquierda, subie ndo hasta su ingle donde. Sentía el aire frío de la noche y el aliento caliente de Kakashi muy cerca de su miembro erguido. - Pero yo preferiría ocuparme de esto.
Con su lengua dibujó el borde de su pene, y se llevó la cabeza entera a la boca.
-Ahh.
Se sostuvo con los antebrazos en la cama, había perdido fuerzas cuando Kakashi empezó a lubricarlo con su saliva, no quería dejar de mirarlo. Era hipnotizante verlo así, mientras lo lamía no le apartaba los ojos de encima. El maldito se estaba divirtiendo al desarmarlo de esa manera, Iruka sentía que no podía respirar.
-Ka...ahh.. Kashi.-Su respiración acelerada se volvió gemidos, sentía la presión que la lengua del otro shinobi hacia sobre su pene cuando se lo tragaba. En un momento los movimientos se hicieron más profundos y escuchó el gemido en la garganta de Kakashi al tragárselo por completo.
Se detuvo unos segundos, Iruka se reclinó hacia adelante para verlo mejor, tenía los ojos entrecerrados, la imagen de Kakashi con la boca estirada por su pene, el rubor sutil en sus mejillas, como si quisiera saborear el momento, era demasiado como para mantener la compostura.
Le acaricio el cabello, bajando hasta el borde de su mandíbula.
-Demasiado sexi. - Murmuró, la voz estrangulada.
Aquel comentario debió gustarle, porque de inmediato empezó a chuparlo de nuevo. Acostumbrado a tenerlo ya en la boca, cada penetración llegaba hasta el fondo de su garganta. Le fue imposible continuar en esa posición. Iruka se acostó en la cama cerrando los ojos, le acariciaba todavía el cabello, pero era incapaz de sostenerle la mirada.
Kakashi continuaba sacándole toda clase de sonidos vergonzosos, intentó taparse la boca con el dorso de la mano, pero no era muy efectivo en controlar los gemidos.
-Es...espera...alto...altoaltoalto.
No se detuvo enseguida, pero bajó la velocidad y finalmente se apartó, agitado. Podía sentirlo jadear recuperando el aire todavía entre sus piernas. Le buscó la mirada, con un dejo de preocupación.
-Es que si … si sigues así voy a terminar y no quiero todavía.
-Ah...- fue la pequeña exclamación de entendimiento. - ¿Muy sensible por aquí, sensei? - Con la punta de uno de sus dedos le acaricio el pene.
-Hace mucho...- Se cubrió el rostro con ambas manos.- Hace mucho que no hago esto, estoy al límite, perdón.
Kakashi descansó su rostro contra uno de sus muslos, sonrió con franqueza pero Iruka no pudo ignorar el brillo posesivo en sus ojos. Se levantó del piso y lo abrazó, echándose encima del sensei en la cama.
-Ahh... Sensei, eres tan lindo. Te extrañé mucho.
Ese hombre era increíble, segundos atrás se la chupaba como una bestia sexual y ahora lo abrazaba con una ternura que nada tenía que ver con el panorama de antes. Iruka se desconcertó un poco por el cambio, pero una ola de cariño lo invadió al verlo así y lo rodeo con sus brazos.
-También te extrañe mucho. - Admitió, dándole un beso casto en la mejilla. La sonrisa de Kakashi lo desarmaba por completo.
Era agradable tenerlo encima suyo, sintiendo cada parte de su cuerpo en contacto, decidió que podía acostumbrarse a esa sensación y dormirse en esa misma postura cada noche. Pero por mucho que quisiera hacerlo ahora, la dureza en los pantalones de Kakashi frotándose contra su miembro descubierto le recordaba lo excitado que todavía estaba.
-Quiero verte desnudo.
El shinobi de cabello plateado, levantó la cabeza que tenia apoyada sobre su hombro y lo miró divertido.
-A tus ordenes sensei.
Iruka aprovechó cuando se separaron para sentarse bien en la cama, la almohada contra su espalda. En esa posición tenía la mejor vista, de pie en el centro de la habitación se quitó primero los pantalones. Lo había sentido apretado contra si mismo, pero igual le tomó por sorpresa verlo tan excitado, la punta de su pene goteaba cuando se sacó todo.
Arrodillándose en la cama frente a Iruka, Kakashi terminó de quitarse la parte de arriba. La adrenalina de poder verlo así palpitaba en sus oídos. La palidez de su piel se ajustaba perfecto contra cada músculo, podía ver cada cicatriz surcar el pecho, brazos y muslos, algunas apenas perceptibles y otras recientes. Contrario de resultar desagradable, Iruka lo encontraba excitante, hasta hermoso. Kakashi era un hombre hermoso, y podía tenerlo todo para él.
No quería que nadie más fuera capaz de verlo así.
-Estoy poniéndome un poco tímido por aquí, Iruka.- lo sacó de su ensoñación, no tenía idea de cuanto tiempo había estado ahí mirándolo, probablemente boquiabierto.
Para su sorpresa, y aunque había sonado a broma, un ligero rubor cubría su rostro. Se estiró para tocarlo, pero lo tomó por la muñeca y jalado para besarlo de nuevo. Kakashi empezó a desvestirlo y solo cortó el contacto para sacarle la camiseta. Su pantalón a la altura de las rodillas le siguió, ahora en igual de condiciones, podía sentir su pecho contra el del otro hombre.
Las manos se le movieron por instinto, tocando cada parte de Kakashi como fuera posible. Queria memorizar como se sentía bajo su palma el contacto con su espalda, el abdomen, los muslos, la redondez de sus glúteos. Lo agarró por ahí y atrajo para friccionar sus miembros ignorados hasta entonces. Ambos gimieron al mismo tiempo.
-¿Cómo quieres hacer esto? - preguntó Kakashi, cortando el beso.
Lo pensó unos segundos, había tanto que quería hacer, demasiados años de frustración le habían llenado de ideas. Veía el rostro de Kakashi, tenia una sonrisa relajada pero la intensidad en sus ojos le decían que estaba tan impaciente como él. Quería intentar todo con ese hombre.
-Sobre tu espalda. - Lo empujo suavemente, para acostarlo en la cama. Se estiró hacia el cajón en la mesa de al lado de la misma, Kakashi lo miró curioso mientras tanteaba y encontraba el pequeño frasco con lubricante.
Frente a la mirada atenta del Hokage, Iruka se colocó encima de sus mulsos a horcajadas. Quería hacer de todo, pero decidió empezar por la fantasía más recurrente todas las veces que se tocaba.
Se lleno la mano derecha del líquido viscoso y lo llevó hasta su entrada, un suspiro entrecortado cuando sintió la presión del primer dedo abriéndose camino entre sus nalgas.
Kakashi exhaló un jadeo al darse cuenta de lo que hacía.
Llevó ambas manos a sus costados, acariciándole los muslos mientras Iruka se preparaba así mismo.
El segundo dedo entró con mayor facilidad y empezó a moverse, acostumbrándose a la sensación. Kakashi le apartó los mechones de pelo que caían sobre su cara, mientras aventuró un tercer dígito en su interior. Jadeó al sentir la resistencia, cerró los ojos para relajarse, llevaba tiempo sin hacer algo así.
Su pene saltó en reflejo cuando tocó ese punto en su interior, arrancándole un gemido. Sacando la mano y untándose más lubricante, tomó el miembro del otro shinobi para cubrirlo por completo. Aunque su pene era más bien largo y menos ancho que el suyo, sabía que la falta de práctica y la ansiedad le pasarían factura si no se preparaba con cuidado.
Finalmente se posicionó encima de Kakashi y empezó a sentarse en él. Iniciando la penetración con facilidad, casi cerca de la base sintió como su músculo se estiraba más de lo que había previsto. Con ardor conocido , se quedó ahí quieto, disfrutando la sensación de sentirse lleno del otro hombre.
Abrió los ojos, aún jadeando, podía ver el rostro de Kakashi con la boca abierta cargado de una mezcla de lujuria y terror. Había reclinado su cabeza hacia atrás, exponiendo ese largo y pálido cuello suyo que Iruka no veía la hora de marcar; las mismas manos que antes acariciaban sus mulsos ahora se apretaban con fuerza, podía sentir sus uñas contra la piel.
-Ah... Iruka... por favor.
Sus pupilas se dilataron con la excitación de escucharlo rogar de esa forma.
-Sólo un segundo más, por favor...- le pidió, tratando de controlar la respiración. Le asintió en respuesta, pero por su expresión agónica sabía que no aguantaría mucho más.
Empezó a mover la cintura en círculos, para acostumbrarse más rápido a la sensación, y cuando se sintió con la suficiente confianza empezó a moverse. Lento primero, empezó a subir y bajar a un ritmo cómodo para él.
Acostumbrarse a Kakashi dentro suyo le tomo un par de minutos más, aumento la intensidad de sus penetraciones, sintiendo una onda de placer recorrerle toda la espalda. Se arqueo hacia atrás, exhalando una bocanada de aire, momento que Kakashi aprovechó para ayudarlo con las manos a cada lado de su pelvis, levantándolo para moverse más rápido.
Estuvo así por largos minutos, disfrutando el tener al otro shinobi debajo suyo jadeando su nombre como si fuera una súplica, sintiendo cada vez que entraba hasta el fondo el contacto de sus testículos contra la piel de sus nalgas. Kakashi intentó tomar su pene con clara intención de masturbarlo, pero le alejó la mano.
-No.. No quiero terminar todavía...- la voz le sonaba ronca.
En cierto momento, Kakashi lo movió para cambiar el ángulo y la punta de su pene rozó la próstata de Iruka provocando que el sensei abriera mucho los ojos y los labios se separaran dejando salir una gemido de sorpresa y placer. Intentando dar con ese punto de nuevo, empezó a moverse con más intensidad, arqueando el cuerpo que incluso en la oscuridad brillaba por la fina capa de sudor que lo cubría.
Sus gemidos se volvieron más intensos, prácticamente gritos agónicos. Finalmente, una última estocada lo llevó al orgasmo que sentía apretado en la ingle disparándose para todo el cuerpo. Su miembro, que había quedado sin ningún estímulo, eyaculó sobre el pecho y abdomen de Kakashi, que lo miraba embelesado.
La languidez posterior lo llevo a reclinarse hacia adelante, mientras recobraba el aire.
-Perdón sensei, pero estoy al límite.- Fue la disculpa que murmuró Kakashi sobre su oído, mientras lo ponía sobre su espalda acostado como había estado segundos antes él mismo, y levantaba ambas piernas sobre sus hombros, para volverlo a penetrar.
Sus ojos se abrieron apenas y jadeo con gusto cuando lo volvió a sentir dentro suyo, en ese ángulo la penetración era más profunda y el contacto más íntimo. Disfrutaba tener el rostro de Kakashi tan cerca, a esa distancia no se perdía ninguna de las expresiones que hacía mientras aumentaba la velocidad e intensidad de su movimiento.
-Ahhh... ahh Iruka...- lo escuchaba gemir muy cerca de sus labios. No demoró mucho más en tensarse y exhalar un gruñido de satisfacción. Sintió el calor y la humedad de su semen llenarlo por dentro, y apretó las piernas con gusto, disfrutando ese sentimiento de posesión que lo invadía.
Kakashi se desplomó encima suyo, atrapándolo en un beso lánguido mientras lo abrazaba.
-Mm... te amo.- Le recordó, todavía con los ojos cerrados, drogado en endorfinas. Iruka hizo un sonido complacido al escucharlo, ambos brazos alrededor del cuello del Hokage.
Se mantuvieron en esa posición unos minutos más, el agotamiento en su cuerpo le recordaron a Iruka que todavía se estaba recuperando de una depleción de chakra. Pero no tenia ganar de separarse de ese hombre loco encima suyo.
-Creo que quiero escuchar ese discurso ahora. - Dijo, cuando volvió a controlar la respiración.
Kakashi abrió los ojos, una sonrisa de diversión formándose en los labios.
-Todavía estoy dentro tuyo sensei.
Acompañó la frase con un pequeño movimiento de pelvis, sacando otro gemido del castaño. Todavía estaba sensible ahí abajo, la humedad fria empezó a bajarle por las piernas.
-No puedo creer que nos estuviéramos perdiendo esto.
Kakashi salió lentamente de entre sus piernas, para acostarse mejor a su lado. Con una delicadez que provocaron una ola de ternura en su pecho, los tapó a ambos con las sábanas.
Recostado a su lado, Iruka se giró para verlo frente a frente. Sintió la mano de su amante acomodar de nuevo los mechones de cabello que tenía en la cara, colocándolo detrás de su oreja con la suavidad de una caricia.
-Soy un idiota y me hago responsable por todo el tiempo perdido. ¿Me perdonas, sensei? Ahora me doy cuenta de todas las veces que intentaste acercarte a mí.
-Fui bastante obvio para todo el mundo, Kakashi. - Admitió con un gruñido avergonzado.- No es muy sutil ponerse a gritar en un bar que Hatake Kakashi es el hombre más sexi que viste en tu vida, al punto que tus amigos tengan que sacarte para evitar seguir pasando vergüenza frente a toda la villa.
La risa de Kakashi llenó la habitación, Iruka intentaba de nuevo taparse el rubor cubriéndose la cara con el antebrazo, pero ésta vez su amante lo atrajo en un abrazo. Sentía esa risa pegada contra su cuello.
-No es graciosooo.
-También estabas muy sexi esa noche, Iruka-sensei.
-Y muy ebrio.
-Ah, sí, eso también. Y adorable.
-¿Vas a seguir burlándote de mí, Rokudaime-sama?
Iruka apartó el brazo de su vista, y encontró que Kakashi lo miraba, la sonrisa brillante en su rostro.
-¿Te haría sentir mejor si voy ahora al mismo bar y grito públicamente que Umino Iruka es el hombre más sexi que vi en mi vida?
Le dio un codazo, pero había empezado a reír por el comentario. Se lo había imaginado haciendo tal cosa.
-Quizás...
Kakashi hizo un sonido de aprobación, mientras le besaba el hombro.
-Tal vez podría seguir en la Torre, pararme en el escritorio.
-Para efecto dramático, sí, sí.
-Exactamente. - Dijo Kakashi, imitando un tono de voz formal.
Kakashi no tenía idea de que se podía estar tan feliz y relajado en la vida como en ese momento. Apretó más fuerte al sensei entre sus brazos, volviendo a besarlo. La docilidad con la que Iruka se entregaba a su boca, cómo buscaba aumentar el contacto entre ambos, era algo a lo que podía acostumbrarse. Probablemente hacerse adicto.
-Quiero escuchar el discurso.- Declaró el castaño, al separarse.
-Ah... bien, empezaba algo así como "Querido Iruka-sensei...
FIN
