Capítulo 4: Un blanco muy agridulce.

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Estábamos, estamos, estaremos juntos. A pedazos, a ratos, a párpados, a sueños _ Mario Benedetti.

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Anko odiaba los hospitales, el color blanco de sus paredes le resultaba exasperante, la ponía de los nervios. El olor a medicamentos, desinfectante, alcohol, anticonceptivos; era insoportable para ella, la hizo sentirse incómoda.

Escuchar la tos de los señores mayores, el pitido incesante de las máquinas, el llanto de los niños cuando iban a ser inyectados, las voces chismosas de las enfermeras y las malditas paredes blancas. ¿A quién demonios se le ocurría pintar todo un hospital de blanco? Era tan insípido, tan simple, tan deprimente.

Se supone que fueron estructurados de esa manera para incentivar la relajación, "(Relajante mi trasero)" Pero siempre tuvieron todo el efecto contrario en ella.

Pero eso no era lo peor, lo que en verdad hacía que se sintiera cohibida cuando estaba en un hospital, eran las muertes. Cuando vivías en una aldea plagada de ninjas que se encargaban de asumir misiones de alto riesgo todos los días, era bastante natural que el hospital de Konoha a veces se llenara de pacientes en estado crítico, los cuales tenían que ser sometidos a operación urgente si querían tener una mínima esperanza de ser salvados.

Podías escuchar los gritos desconsolados de las familias, los lamentos de los padres, abuelos, hermanos, amigos y camaradas cuando se enteraban que su ser amado había partido a la otra vida. Fue desgarrador, hizo que se le revolviera el estómago.

Odiaba los hospitales, por eso es que fue una proeza impresionante que ella no saliera huyendo de este maldito lugar después de que sus heridas fueron tratadas.

Pero su estadía prolongada se debía a una razón en concreto; Naruto aún seguía aquí, durmiendo plácidamente en su habitación. Ella no planeaba irse a ningúna parte sin él, no le quitaría el ojo de encima ni un solo segundo.

Tal vez el hecho de estar parada frente a la puerta de su habitación como una especie de guardaespaldas era un tanto exagerado, pero a ella no le importaba. Estaría aquí cuando se despierte, luego lo secuestraría y ambos irían a casa.

Casa.

Se preguntó cuando comenzó a pensar en ese departamento como su hogar; en realidad lo sabía, fue cuando Naruto llegó a su vida, ¿O fue ella quién llegó a la vida de él? Se encogió de hombros, ambos llegaron a la vida del otro, eso era lo único que importaba.

Sus cavilaciones fueron interrumpidas cuando sintió un dolor fantasmal en su vientre; se llevó una mano al estómago, justo donde la habían apuñalado el día anterior. Cuando los médicos la revisaron, le dijieron que la herida en verdad no era tan grave como parecía a primera vista. Algo de chakra curativo, algunas costuras, combinado con algunas vendas, y estaba como nueva... Bueno, casi como nueva, aún tenía que estar en reposo durante varios días.

Permitió que su atención se desviara hacia la camisa marrón que vestía. Lastimosamente, tanto su camisa de rejilla como su chaleco chūnin quedaron hechos un desastre, así que tuvo que sustituirlos por una playera común.

Lloró por la perdida de sus prendas favoritas.

Sacudió su cabeza para dejar de pensar en cosas tan banales, existían asuntos más importantes que requerían su concentración. Se giró para mirar a través de la pequeña ventana que tenía la puerta que custodiaba.

Pudo vizualizar la figura del rubio, estaba acostado en la camilla, dándole la espalda a la puerta, no movía ni un solo músculo. Aún así, ella era conciente de que él estaba despierto, su inactividad no era más que una fachada.

Naruto a veces fingía estar dormido, algunas veces era porque simplemente quería acurrucarse juntó a ella por más tiempo, pero otras veces, lo hacía porque se sentía abrumado, porque necesitaba tiempo para pensar.

En este caso era la segunda opción. No es como si pudiera juzgarlo, ella misma tenía muchas cosas dándo vueltas por su cabeza, ni siquiera fue capaz de conciliar el sueño durante la noche.

Aún estaba procesando todos los acontecimientos de ayer...

"¿No deberías estar en reposo?" Hiruzen se abrió paso a través del pasillo con su fiel pipa siempre en su boca, indicándole que tenía compañía.

Ella sonrió torpemente. "¿Y tú no deberías estar jubilado?"

Lejos de parecer enojado, Hiruzen sonrió con diversión. "Detalles"

Observó como el hombre detenía su caminata para recostarse en la puerta junto a ella; al cabo de unos minutos de silencio, los razgos del anciano se endurecieron causando que el ambiente jovial cambiara hacia uno más tenso. No era tonta, estaba conciente de que el Hokage deseaba respuestas.

No podía esperar menos después de la escena de devastación que el hombre tuvo que contemplar.

Permitió que su mente regresara al pasado, repasando los hechos que transcurrieron después de que Naruto calcinara un tercio del distrito comercial y masacrara a todos los agresores con ese extraño poder.

La destrucción fue... Algo sacado de una película de horror.

Las llamas consumieron todo a su paso, deformando el terreno en un páramo llano repleto de cenizas, repleto de cadáveres cremados.

La carretera, los árboles, las tiendas; todo desapareció, ni siquiera quedaron los restos. El fuego se encargó de no dejar ningún rastro de vida.

Recordó que una vez que todo se detuvo, Naruto se desmayo por el agotamiento del chakra, evidentemente ella lo atrapó antes de que su cuerpo tocara el suelo. Tan solo unos minutos después, el Hokage interrumpió en la escena siendo respaldado por una guarnición de anbu.

Vió el rostro del viejo mono, estaba tan pálido como un fantasma, el color abandonó su razgos mientras admiraba la carnicería. No pudo evitar sentirse mal por el anciano, hace solo unos meses atrás tuvo que lidiar con la masacre de Uchiha, ahora tenía que revivir todo eso una vez más.

Al menos las víctimas esta vez solo fueron civiles; civiles que agredieron con intenciones asesinas a un alumno de la academia y a una kunoichi de la aldea, eso era un crimen suficiente para que fueran ejecutados, habrían muerto de una forma u otra.

Aún así, saber que fue Naruto el responsable de tal aniquilación hizo que el corazón del hombre se achicara, fue impactante saber que la figura de su nieto sustituto ahora cargaba con tanta sangre en sus manos.

Para su buena suerte, ella no tuvo que dar explicaciones inmediatamente, primero fue trasladada juntó a Naruto al hospital. Sus heridas (aunque no letales) tenían que ser tratadas con urgencias.

Los colocaron en habitaciones separadas, fue doloroso pasar la noche sin él.

Se dio cuenta de lo dependiente que se había vuelto del niño cuando fue incapaz de descansar correctamente durante toda su estadía.

Trato de negarse al principio, no quería apartarse de su lado, no después de todo lo que vivieron ese día. Pero el Hokage le indicó que los anbu cuidarían de él, así que no le quedó de otra más que aceptar a regañadientes.

Además, no quería darle explicaciones al anciano de por qué ellos dos dormían en la misma cama, sería algo vergonzoso.

Aún así, no estaba contenta. Fue por eso que a primera hora del día, tomó la decisión de enviar a los anbu al carajo y cuidar personalmente su habitación.

Él era su responsabilidad después de todo.

Regresando al tema principal. Fue durante la noche que ella le dio un informe detallado al Hokage sobre todo los eventos transcurridos en el centro comercial. Le relató sobre la acometida de los cuatro chūnins, su enfrentamiento con ellos, su eventual derrota y sobre cómo Naruto saltó para salvarla con un Jutsu de fuego nunca antes visto.

La conversación no terminó sanjada del todo ya que el anciano tuvo que salir de urgencia; tenía que atender todos los asuntos relacionados con la destrucción del distrito comercial, además de lidear con los viejos insoportables del consejo. Por eso es que el hombre se encontraba aquí en primer lugar, aún existían cosas que faltaban por decirse.

"¿Lo que utilizó fue el chakra del Kyubi?" Hiruzen finalmente hizo la pregunta del millón, pudo ver como el hombre dejaba escapar una calada de su pipa. (esa cosa lo mataría algún día)

Le tomó toda la noche reflexionar sobre eso, pero ella tenía una respuesta. "No, no creo que fuera el chakra del zorro, era algo diferente..." No solo era el hecho de que no sintió la afluencia maligna que viene con el uso del chakra de una bestia con cola, también estaba la cuestión de que él no perdió el control ni un solo momento.

Era capaz de recordarlo, las llamas pasaron a través de ella sin causarle ningún daño, incluso llegaron a arremolinarse alrededor suyo con el fin de protegerla. Difícilmente serías capaz de mantenerte cuerdo cuando eras influenciado por el chakra tóxico de un bijuu, más aún sí ese chakra era el de las nueve colas, el demonio más poderoso.

En cambio, Naruto no fue así, no perdió el control, las llamas obedecieron sus órdenes demostrando que estaba plenamente conciente de lo que estaba haciendo. Eso sumado al hecho de que el chakra de las nueve colas no es azúl, le indicó a Anko que no era posible esa teoría.

"Tampoco lo descarto del todo, quizás no utilizó ese chakra pero el zorro pudo haber funcionado como un accionador de algo más" Ella dio a conocer su hipótesis, haciendo que el hombre tarareara pensativamente.

"¿Cómo qué? ¿Un Kekkei Genkai?" La pregunta de Hiruzen en realidad la hizo replantearse muchas cosas. Reunió la información que poseía actualmente dándose cuenta de que todas las pistas apuntaban a eso.

Ella escuchó el nombre de la técnica antes de que fuera lanzada, 'Arte ninja secreto: monje de fuego' eso en sus papeletas tenía toda la pinta de un Kekkei Genkai.

Aún así, no estaba del todo segura, ¿De dónde rayos sacaría el rubio una línea de sangre como esa? No tenía mucho sentido, ¿Pero que otras posibilidades había?

"No tengo idea" Ella se rindió, existían demasiadas variables fuera de lugar para que su mente fuera capaz de dar con una respuesta concreta.

"Mmm, ya veo" Hiruzen murmuró de manera enigmática dejandola intrigada por su corta respuesta. A veces deseaba tener un bisturí para realizar una incisión en la cabeza del hombre y ver dentro de sus pensamientos, el tipo podía llegar a ser tan ilegible como una piedra, era desconcertante.

Se movió un poco incomoda en su lugar cuando una duda surgió en su mente. "¿Qué dice el consejo?" Sintió algo de temor al pensar que los ancianos quizás quisieran tomar represalias contra el rubio por el desastre causado, todas las vidas que se perdieron.

"Nada de que preocuparse..." El Hokage agitó su mano restándole importancia. "Todos llegaron a la conclusión de que Naruto actuó en defensa personal; los daños a las instalaciones en cambio, fue tema un poco más complicado de tratar, pero lo tengo bajo control"

No fue capaz de contener el suspiro de alivio que escapó de sus labios al oír la noticia.

Tenía una carga menos encima al saber que Naruto estaría a salvo, no tendrían que afrontar ningún castigo. Ahora solo tenían que olvidarse de todo este desastre para seguir adelante con su vidas.

"Exactamente..." La voz de Hiruzen volvió a llamar su atención. "¿Qué estás esperando para entrar?" El hombre señaló la puerta detrás de ellos mientras le sonreía de esa forma que ella conocía bastante bien, esa que le decía que había visto a través de su máscara.

Dejó escapar otro suspiró. Tenía miedo, miedo de que al cruzar la puerta se encontrara con un Naruto diferente al que ella conocía. Asesinar a alguien te cambia para siempre, más aún si eran tantas personas.

Vió como alguno ninjas perdían la cabeza después de tantas muertes, también presenció lo que la sed de sangre le hizo a su sensei. Sacudió la cabeza de forma furiosa para sacar esos pensamientos de su mente, él no era como Orochimaru y jamás lo sería.

Naruto asesinó a todas esas personas para protegerla, no porque se complaciera en el hecho de lastimar gente, lo hizo porque no quedaban más alternativas.

Se sintió patética, si no hubiera resultado herida nada de esto habría pasado, se supone que ella tenía que protegerlo, no al revés.

Como una ocurrencia tardía, se percató de que aún no había contestado la pregunta. "Solo... Necesitaba tiempo para pensar"

"¿Necesitabas?" Al Hokage no se le escapó que ella habló en tiempo pasado.

"Si..." Permitió que su resolución se fortaleciera; era de Naruto de quien estaba hablando, el mismo chico que le regaló el mejor año de su vida, su rayo de sol no cambiaría tan fácilmente. Nunca nada lo quebró ni lo derribó, ni siquiera una vida repleta de maltratos, odio u abusos.

Era la persona más fuerte que conocía. "Estoy lista ahora"

Hiruzen sonrió felizmente al ver que la incertidumbre desaparecía del rostro de la chica. "Es bueno saberlo ya que parece que él también..." Ella no comprendió las palabras al principio, pero su confusión duro poco cuando decidió seguir la mirada del hombre hacia dentro de la habitación.

Naruto estaba sentado en su cama mientras observaba el pueblo a través de la venta. Había estado tan concentrada en su conversación con el Hokage que no se dio cuenta en qué momento se levantó el rubio. Finalmente comprendió a qué se refería el anciano, al parecer ambos ya estaban listos para la conversación que tendría lugar.

Se armó de valor, era hora.

Le envío una última mirada al Hokage el cual respondió con un pequeño asentamiento aprobativo antes de comenzar a marcharse; no se iría del hospital, rondaría las instalaciones durante un rato más para asegurarse que los dos estuvieran bien.

Una vez que el mayor despareció de la vista, Anko giró la manija de la puerta y se adentro en la habitación, causando que la atención del rubio cayera sobre ella.

Ambos se miraron a los ojos durante algunos segundos sin medir palabra alguna; los rayos del sol entraron por la ventana, envolviendo sus rostros con una luz cegadora y rodeando la atmósfera con un brilló agradable.

Ella fue la primera en romper el silencio. "H-Hola" Salió con algo de torpeza provocando que él riera ligeramente.

"Hola" Devolvió el saludo con una cálida sonrisa, provocando que los temores de la pelimorada desaparecieran inmediatamente.

Claro que seguía siendo el mismo Naruto, esa sonrisa que tanto le gustaba seguía justo allí, no había cambiado nada.

Se movió para tomar una silla y sentarse junto a la cama del rubio. Una vez que lo hizo, ambos guardaron silencio mientras pensaban qué decir a continuación.

Anko optó por el caminó fácil. "¿Cómo estás?" Preguntó con preocupación.

Naruto tuvo que pensarlo poco cuando una respuesta ingeniosa llegó a su mente. "Tengo hambre" Ella sonrió por sus payasadas, sabía perfectamente que él solo estaba intentando aligerar el estado de ánimo así que le siguió la corriente.

"Podemos ir al restaurante de Akairy más tarde, si quieres" Ella revolvió sus mechones dorados mientras hablaba.

"¿Ordenaremos dangos?" Naruto sonrió. Le gustaba la propuesta, una buena ración de palitos de dango siempre le venían bien, aún más si eran del restaurante de la anciana.

"No tendría sentido si no lo hicieramos"

"Súper" Ella no dejo pasar el hecho de que esa respuesta salió con menos brillo del que usualmente veía en él.

Podía observar que estaba felíz, entusiasmado con la idea, pero no era tan vibrante como antes. Quizás no se equivocó del todo, algunas secuelas siempre quedaban atrás.

"Naruto..." Ella colocó su mano sobre la del rubio mientras su tono se volvió más serio, indicándole a su acompañante que no podían seguir yéndose por las ramas.

A Naruto no le gustó que lo miraran de esa forma, lo hizo sentir como si algo estuviera mal en él cuando era todo lo contrario. Sin embargo, se abstuvo de quejarse en voz alta, era conciente de que ella solo estaba preocupada.

No podía juzgarla por tener miedo, se supone que vivieron un momento traumático en dónde casi mueren, en dónde casi la ve morir, en dónde mató a muchas personas con tal de mantenerla a salvo.

"Sé que estás preocupada por lo que pasó ayer..." Él evantó su mano libre mientras permitía que su mirada se dirigiera hacia su palma vacía. La pelimorada solo observó la acción en silencio.

"Puedo decirte, que no sé muy bien en que pensar. No puedo decir que me arrepiento de lo que hice, ellos estaban intentando lastimarte así que volvería a tomar la misma decisión si tuviera la oportunidad... Aún así, no es como que disfrute el hecho de haberlos matado"

Anko escuchó sus palabras con el ceño levemente fruncido; haciendo un balance general de la situación, el rubio parecía mínimamente afectado. Uno pensaría que una persona estaría horrorizada con su primera muerte y con cierto grado de daño psicológico de por medio.

Pero Naruto siempre fue diferente a los demás.

Claramente, existía una parte de él que nunca volvería a ser lo mismo, pero ese era un efecto secundario del que nadie se escapaba cuando eras un ninja. La perdida de la inocencia.

No importa quién seas ni tampoco que tan fuerte seas, cuando le quitas la vida a alguien, el alma pierde una parte de su pureza.

Ella estaba bien con eso, era parte de su profesión, lo único que la molestaba es que no esperaba que el niño tuviera que pasar por eso tan pronto. Ni siquiera había terminado la academia y ya tenía más muertes que la mayoría de los Genins.

Sintió que él apretaba su mano, así que decidió tranquilizarlo con una pequeña sonrisa. "Todo está bien Naruto, solo..." Buscó como reunir sus palabras. "Me siento mal de que hayas tenido que vivir esto tan pronto. Matar es algo normal cuando eres un ninja... Aún así, tal vez si hubiera hecho algo más... Quizás habría podido evitarlo..."

Naruto negó con la cabeza. No le agradaba cuando Anko comenzaba a desvalorizarse así misma, a veces le frustraba que ella no fuera capaz de apreciar sus propios esfuerzos. "No hagas eso, no me gusta que te culpes a ti misma, hiciste todo lo que podías hacer"

"Pero..."

"Nada de peros..." Se aseguró de apretar la mano de la pelimorada para dejar en claro su punto. "¿Eres consciente de que te enfrentaste a cuatro chūnins tú sola? No solo eso, fuiste un paso delante de ellos todo el tiempo, ¡Dios! Yo ni siquiera podía verlos cuando se movían, y sin mencionar la serpiente gigante que invocaste o esos jutsus de fuego tan llamativos. Realmente eres asombrosa"

Anko sintió que su rostro se calentaba mientras escuchaba los elogios; de repente la charla anterior perdió fuerza cuando lo único que se repetía en su cabeza una y otra vez era la voz del niño llamándola asombrosa.

Ese cumplido era nuevo, le gustó.

"S-si, supongo q-que tienes razón" Ella agachó ligeramente la cabeza para que él no pudiera ver que se estaba sonrojando.

Naruto sonrió al verla, estaba muy conciente de sus mejillas ruborizadas, por eso le pareció gracioso que ella intentara ocultarlo cuando estaban a tan solo a centímetros de distancia. Fue un comportamiento propio de una niña pequeña, pero a él le gustó.

La pelimorada siempre actuó como una mujer fuerte, agresiva, muy confiada, pero eso solo era la capa más superficial de ella. Él conocía quién era la verdadera Anko Mitarashi.

La chica en realidad era alguien muy sensible, se emociona con cosas relativamente pequeñas, también era alguien muy fácil de avergonzar cuando sabías precionar los botones correctos.

Su punto más débil eran los elogios, se convertía en una remolacha andante cuando señalabas sus virtudes; era de esperarse ya que ella sufría de algunas inseguridades por causa de su pasado, por eso es que él se encargó de llenarla de cumplidos cada que podía con tal de verla felíz.

Su sonrisa decayó en intensidad cuando recordó un dato que estaba dejando por alto. No quería arruinar la atmósfera de alegría que se había formado entre los dos, pero existía algo en su mente que lo estaba carcomiendo desde que despertó, tenía que hacer la pregunta.

"Anko..." Ella levanto la mirada al escuchar el llamado de su nombre, su sonrojó anterior desapareció mientras veía que Naruto tenía una expresión de incertidumbre en sus razgos; eso la extrañó, él nunca se caracterizó por ser una persona insegura, se preguntó que podría estar molestandolo para ponerlo así.

"Yo... El zorro de nueve colas... ¿Está sellado en mi?"

Podía jurar que sus ojos estaban a punto de salirse de sus cuencas cuando escuchó la pregunta. ¡Simplemente no había forma en el infierno! ¿Acaso escuchó mal?

"¿M-me repites l-la pregunta?" Trató de esconder su nerviosismo con una sonrisa, pero era evidente que estaba fracasando estrepitosamente.

Observó que el rubio suspiraba en señal de derrota. "A juzgar por tú reacción parece ser que estoy en lo correcto"

Eso hizo que ella dejara de sonreír, ya no tenía sentido esconderlo ni hacerse el desatendido, el rubio de alguna manera había resuelto el misterio. La verdadera pregunta era...

"¿Pero cómo?" Ella expresó sus pensamientos luciendo realmente perpleja, muchas dudas atormentandola.

Él se encogió de hombros, en verdad no era tan difícil una vez que juntabas las piezas correctas.

"¿Cómo me enteré? Bueno hay ciertos factores que me hicieron llegar a esa conclusión... Primero, el festival en conmemoración a la derrota del Kyubi es un diez de octubre, justo el día de mi nacimiento. Segundo, eso explicaría porque los aldeanos insisten tanto en llamarme demonio. Tercero, hay un sello en mi estómago que aparece cada vez que utilizo chakra y el Fūinjutsu solo se utiliza para sellar cosas, por ende deduje que algo debía de estar sellado dentro de mi. Y por último, cuando te hice la pregunta tu reacción fue de sorpresa pero no de una forma desconcertada, no parecía que desconocieras el tema. No te impresionó la pregunta en si, te impresionó que fuera yo quién planteaba la pregunta, esa fue la última pieza que confirmó mi teoría..."

Para este punto Anko juraría que su mandíbula estaba a punto de tocar el suelo; al parecer el niño tenía un don único cuando se trataba de dejarla sin palabras. Cada vez que creía que ya había visto todo del rubio, él siempre encontraba la forma de sorprenderla de nuevo.

¿De verdad tenía nueve años? ¡Ni en broma! Un niño de esa edad no debería tener esa perspicacia. A esa misma edad ella ni siquiera podía concentrarse en dos tareas a la vez ¡Era inaudito!

Pero eso planteaba una nueva pregunta. Era imposible crear toda esta teoría de la noche a la mañana, eso significaba que el rubio había tenido estas sospechas desde hace mucho tiempo atrás.

"Naruto ¿Desde cuándo sabes todo esto?"

"Este..." Notó que él lucía ligeramente nervioso. "Quizás unos meses..."

¡¿Meses?! ¡¿Cómo demonios?!

"Naruto, si sabías esto desde tanto tiempo atrás ¿Por qué nunca me dijiste nada?"

Esa pregunta hizo que sus razgos se volvieran sombríos dejando a la pelimorada aún más confundida. Sin embargo la pregunta que siguió, ella no la esperó en lo más mínimo.

"Cuando me salvaste aquella vez en el bosque... ¿Lo hiciste porque soy el contenedor del zorro?"

Su cabello cayó hacia adelante provocando que sus ojos se oscurecieran.

No quería mirarla en este momento, tenía miedo de que todo lo vivido durante el último año no fuera más que una mentira ¿Qué haría si ella respondía que si? No tenía idea.

Temor, fue lo primero que sintió cuando la pregunta sacudió su mente por primera vez. Por esa misma razón es que él postergó durante tanto tiempo esta charla, porque no quería que todo se acabara.

Quería seguir viéndola sonreír, deseaba pasar más tiempo junto a ella, seguir recibiendo sus cariños, su cuidados.

Si al final todo era una ilusión, no quería que se acabara tan rápido. Estaba dispuesto a seguir viviendo en esta mentira durante un tiempo más.

Pero la pregunta aún seguía latiendo en su corazón, daba vueltas en su cabeza mientras dormían juntos; durante esas noches él abrazó a la chica con más fuerza de la habitual, tenía miedo de que si no lo hacía, ella podría desaparecer de su vida para siempre.

Fue ayer cuando estaban a punto de morir, que él se dio cuenta que no podía contenerlo más.

La represa se rompió.

¿Ella vivía con él solo por orden del Hokage? ¿Por eso fue que lo cuidó? ¿Era su misión vigilar que el zorro no se manifestara? ¿Ella fue amable con él solo porque el Kyubi estaba en su interior? ¿En realidad nunca le importó? ¿Solo fue una misión y nada más? ¿Todo fue una maniobra para tenerlo bajo control?

"¿Me has cuidado durante todo este tiempo solo porque soy el contenedor del zorro? ¿El Hokage te lo ordenó?" Pregunto al mismo tiempo que apartaba el rostro, no quería que ella viera las lágrimas que se estaban formando en las comisuras de sus párpados.

Anko sintió que su corazón se retraía cuando al fin comprendió que era lo que lo estaba atormentando. Sabía que esta reacción era de esperarse; después de todo el infierno que tuvo que vivir Naruto, era bastante normal que su primera impresión fuera prepararse para el peor resultado posible.

Se dijo reiteradamente así misma que la desconfianza del niño era algo totalmente normal.

Aún así, ella fue incapaz de no sentirse enojada.

"¡¿Cómo te atreves?!" Ella lo tomó fuertemente de los hombros para que sus miradas se cruzaran, no presto atención a su rostro conmocionado ni tampoco a las lágrimas que bajaban por sus mejillas, estaba demasiado concentrada en su propia furia interna como para percatarse de otra cosa.

¿Cómo tenía la osadía de ni siquiera mirarla a la cara cuando hacía este tipo de acusaciones? Fue como recibir una patada al higado, como ser escupida en el rostro. Estaba más que dispuesta a expresar su descontento.

"¡¿Cómo te atreves a creer por un solo segundo que todo lo que hago y siento por ti es producto de algo tan simple y estúpido como una maldita orden?!" Ella martillo su dedo sobre su pecho para dejar más en claro su punto.

No quería sonar tan dura con él, pero no pudo evitarlo; los malos recuerdos volvieron a su mente, atormentandola una vez más, arrastrándola a las profundidades nuevamente.

"¡¿A quién demonios le importa el estúpido zorro?! ¡La razon por la que decidí caminar a tu lado en primer lugar fue porque eres igual a mi, porque estabas tan solo, tan atormentado y tan roto como yo!... ¡¿Acaso no entiendes que lo único que quería era ayudarte?!"

Ella no supo en qué momento comenzó a llorar, tampoco le importó. La única prioridad que existía en su mente era transmitirle al rubio toda la indignación que estaba sintiendo.

No comprendía cómo él podía pisotearla de esa manera, se le hizo insultante que él en verdad creyera que todos sus sentimientos no eran más que una simple mentira. ¡Ella no era como su sensei! ¡Ella jamás mintió cuando decía que lo amaba! ¡No tenía derecho a dudar de ella!

"¡¿Y ahora me vienes a decir que todo lo que hice por ti fue por una maldita orden?! ¡¿En serio eres tan estúpido para pensar que arriesgué mi vida por ti solo por eso?!"

Naruto solo pudo quedarse sentado allí de forma estática mientras la avalancha humana de emociones se lo comía vivo. No pudo evitar sentirse como un verdadero estupido mientras observaba a su persona preciosa llorar de esa manera, todo era su culpa.

Fue egoísta, dejó que sus miedos lo consumieran, dudó de las intenciones de Anko y no se paró a pensar ni un solo segundo como se sentiría ella al respecto.

Debió haberlo sabido, era ridículamente obvio. Todo lo que vivió con ella; los juegos, las sonrisas, las bromas, los sobrenombres, los secretos, las peleas, los abrazos, las promesas, las lágrimas, los momentos contentos, los sueños compartidos...

¿Cómo no se dio cuenta antes? Era imposible que algo tan puro como eso fuera fingido, ¿Cómo tuvo la ocurrencia de creer que su sonrisa, la más hermosa de todas, era falsa? ¡Imbécil!

Recordó lo feliz que ella se veía cada vez que la elogiaba, el sonrojó que acompañó su cara. No podías fingir eso, La felicidad no era algo que podías aparentar o simular, se manifestaba solo si la sentías realmente.

"¡Te mostré mi corazón y me pagas de esta manera!" Sintió como ella comenzaba a dar manotazos en su pecho; estaba bien, se los merecía.

Merecía todos los insultos que recibió, todos los reproches estaban justificados ya que él la lastimó, rompió su confianza, rompió su corazón.

No fue justo que dudara de ella, no después de todo lo que hizo por él, eso era evidencia suficiente para saber que ella jamás se apartaría de su lado. Pero tuvo que ser un tonto como siempre, su incertidumbre hirió los sentimientos de la chica.

Se recordó así mismo; por fuera ella era fuerte, pero por dentro tan frágil, delicada. Cuando caía se rompía fácilmente como un cristal.

No quería seguir viéndola así, no quería seguir siendo el causante de sus lágrimas, no deseaba seguir viéndola sufrir. Anhelaba remover la angustia de su rostro, necesitaba que todo se detuviera, ansiaba hacerla ver que ahora comprendía su error y que se arrepentía de eso.

Haría cualquier cosa, ¡Cualquier cosa! Con tal de ya no ver más dolor en su mirada, iría a los confines del mundo si eso le devolvía la felicidad, abriría las puertas del infierno con tal de recuperar el brillo de su sonrisa.

Solo la quería devuelta.

¿Cómo te pido perdón? ¿Cómo devuelvo las lágrimas a tus ojos?

Envolvió sus brazos alrededor de ella, provocando que los golpes en su pecho se intensificaran, pero él no la soltó. No la dejaría ir, no de nuevo. "¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota!... Idiota... Idiota..." Fue renuente al principio, intentó alejarse de su agarre, pero él no retrocedería, no permitiría que se escapara.

Sintió que sus golpes desminuian en intensidad conforme pasaban los segundos hasta el punto de convertirse en simples golpecitos que no tenían ningún tipo de fuerza. Ella finalmente se derritió en su brazos, hundiendo la cabeza en su pecho mientras sollozaba silenciosamente.

La abrazó con fuerza, tratando de transmitirle a través de su calor lo arrepentido que estaba, lo mucho que lo sentía por haberla hecho llorar, intentó hacerla entender que nunca volvería a dudar de ella.

Jamás volvería a lastimarle el corazón, de ahora en adelante haría todo lo que estuviera a su alcance para compensar cada lágrima que derramó por su culpa, no descansaría hasta reponer la última gota.

Tantos sentimientos fueron comunicados a través de ese simple contacto; al parecer ella entendió perfectamente el mensaje ya que sus sollozos mermaron lentamente hasta convertirse en un simple sonido de sorber, muy posiblemente causado por su nariz.

"L-Lo siento" La voz un tanto tímida del rubio hizo que Anko dejara escapar un bufido al mismo tiempo que acomodaba su cuerpo para estar más cerca del pecho del niño. Era un idiota, pero un idiota con unos brazos muy cálidos. Nunca se cansaría de su calor.

Como una nota tardía, se preguntó si eso tenía algo que ver con su recién descubierto Kekkei Genkai; tendría sentido, eso explicaría porque su cuerpo siempre se sentía en llamas cuando lo abrazaba.

Daba igual, Kekkei Genkai o no, seguía amando esa sensación.

"Si lo que sea..." Ella reunió todos sus esfuerzos para seguir sonando mínimamente enojada, cabe resaltar que fue extremadamente difícil. "Si vuelves a dudar de lo mucho que te amo voy a matarte"

Naruto sintió que su corazón saltaba en su pecho al oír eso, también causó que su rostro se calentara en diferentes tonos de rojo. Ella ya le había dicho que lo amaba antes.

Pero esta vez se sintió diferente.

Fue como si un fuego ardiera en su interior fundiendo todo su sistema nervioso, emborrachando sus sentidos; conmocionado, desorientado.

Chispas bailaban por su cuerpo.

Era como si el mundo se hubiera detenido por una fracción de segundo. Una sensación extraña creció en su estómago, ¿Mariposas?

Abrazó a la niña con un poco más de fuerza casi de manera automática.

"N-no volverá a pasar..." No estaba muy seguro de cómo se las arregló para contestar. Su cerebro aún buscaba la forma de bajar de las nubes.

"¡Aún no te estoy perdonando!" Ella grito de forma infantil, no lucía satisfecha con la conclusión de los hechos, el chico no podía salir tan impune después de lo que hizo. Así que tomo la decisión de que le impartiría un castigo justo.

"¡Tendrás que tratarme como un reina durante los siguientes meses, tendrás que cocinarme todo lo que pida, también quiero masajes en los pies y que me consigas una camiseta de red nueva!" Hizo un leve puchero como si de una niña se tratase.

"Pero tienes un armario repleto de..."

"¡Yo soy quien pone los términos!" Un gota de sudor deslizó por la nuca de Naruto mientras observaba el fuego en sus ojos, ella podía llegar a ser muy convincente cuando se lo proponía.

Dictaminó en su mente que el mejor curso de acción sería no llevarle la contraria. Oh bueno, Lo único que tenía que hacer era mimarla un poco más de lo que ya lo hacía ¿Qué tan difícil podía ser?

El rostro de Anko se agrió cuando recordó un dato muy importante que estaba dejando pasar por alto.

"¡Y también quiero que me saques de aquí! ¡Odio los hospitales!"

No eran amantes, no eran novios y tal vez no eran amigos. Pero siempre fueron el uno para el otro _ Mario Benedetti.

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Nota del autor: Ya que este capítulo resultó ser bastante corto, es muy posible que actualicé el siguiente antes de lo previsto.

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