La mujer del monstruo pt 2


No Royalty Elsa x Dark Hiccup.

(Un agradecimiento a Pua-Peek por darme la idea para este one-shot, tengo que admitir que aunque me pareció muy buena idea me ha costado llevarla a cabo xd)


Si tenía que ser completamente honesta, debía de admitir que no tenía ni la más remota idea de cómo fue que acabó en aquella peliaguda situación, cuando pudo convencer a su marido de dejarla ir por su cuenta a la Isla de los Mercaderes –por su cuenta no era la forma más precisa de definirlo, estaba yendo con un escolta, Gobber el Rudo, uno de los pocos hombres de Berk que en verdad le era leal a Hiccup– para poder curiosear y comprar pequeños caprichos, no se imaginó que acabaría maniatada en la bóveda de un barco de cazadores de dragones, con asquerosos hombres desnudándola con la mirada y con su acompañante completado inconsciente gracias al fuerte golpe que le dieron para quitarlo del camino. Ella solo quería probar esas especias que los vendedores juraban que venían de oriente lejano y ver las joyas que se ofrecían ese gritos, jamás se hubiera imaginado que acabaría siendo arrastrada hasta este condenado lugar, sin tener ni idea de qué sería de ella y sin forma de librarse de la horrible situación en la que estaba. Ahora estaba hecha bolita en una esquina, aguantándose lo mejor posible las lágrimas y preguntándose si es que su marido sería capaz de tan siquiera descubrir que había sido secuestrada por un montón de horribles vikingos de los que ella no sabía absolutamente nada. De vez en cuando miraba a Gobber, sabiendo que no podía intentar despertarlo de ninguna forma porque eso llamaría la atención de los tres hombres que vigilaban cada uno de sus movimientos.

Si es que acaso ocurría algún tipo de milagro y conseguía salir de toda esa situación viva y pura de cualquier otro toque que no fuera el de su marido, se aseguraría de no volver a salir de las islas que controlaba su esposo, al menos no sin él o sin un buen grupo de escoltas, si ya se lo habían dicho miles de veces de Arendelle, una mujer libre de ahí por donde quiera por su cuenta no es otra cosa que una mujer en constante peligro. Qué mala idea, que horrible idea esa de presionar tanto hasta conseguir su estúpido capricho, con lo fácil y cómodo que era quedarse en Berk para cuidar de su hogar, administrar temas diarios de su gente y atender a su marido en las noches.

Mientras se lamentable la horrible suerte que ella misma se había causado, unos pesados pasos empiezan a sonar desde arriba, se iban acercando a casa segundo, llegando desde las escaleras que podría ser una salida si no fuera por los barrotes que la contenían en un pequeño espacio. Un hombre de anchos hombres, desagradable apariencia y una terrible cicatriz en el rostro se coloca entonces delante de ella. Una grotesca sonrisa se le forma poco a poco en el rostro, tan solo uno de sus ojos tiene color, por lo que es solo el ojo sano quien le deja en claro a Elsa que dentro de aquella cabeza no hay nada más que malicia y planes que definitivamente aguardan lo peor para ella.

–Cuando me dijeron que el parricida Hiccup Haddock –su voz gruesa resuena por todas partes, Elsa aprieta con algo de molestia sus labios, odiaba cuando esa era la única manera en la que definían a su marido– finalmente había sentado cabeza y se había conseguido una esposa tan preciosa, la verdad es que me atreví a subestimar mucho que tan ciertas eran esas alabanzas a tu belleza.

Si no fuera porque ya está todo lo apretujada posible contra la pared, Elsa hubiera retrocedido todo lo posible lejos de aquel hombre que tomaba con una mano uno de los barrotes para poder arrodillarse levemente para estar a la misma altura que ella. Uno de sus ojos era puramente blanco, pero eso no quitaba el hecho de que su mirada fuera oscura y terrorífica. Seguía siguiendo cada levemente movimiento que hacía, seguía sonriéndole, los tres hombres que seguían en sus puestos seguían desnudándola en sus mugrientas mentes. Ya no puede contener las lágrimas, por lo que se encoge más en sí misma y, con mucho esfuerzo, logra preguntar.

–¿Qué es lo que queréis de mí? ¿por qué me habéis secuestrado?

Una escalofriante risa resuena por todo el barco, por todo el mar, una escalofriante risa resonara infinitamente en sus pesadillas.

–Tengo mucha curiosidad, querida, es solo eso –le dice finalmente, ahora sentado y con las manos sobre el regazo–. Se ha corrido la voz por todas las islas y los mares de que hay algo especial en ti, que hay un motivo oculto por el que Haddock no te deja divorciarte como cualquier otro vikingo digno haría. Que hay una explicación algo... mágica de por qué todo ahora parece que le sale tan bien a ese desgraciado. Dicen que eres todo un misterio, preciosa, y a mí me encanta descubrir los más grandes misterios.

Abre los ojos por completo ¿un rumor? ¿la han secuestrado por un rumor completamente equivocado?

Niega con firmeza. –No, no, solo soy una muchacha cristiana, solo soy la hija de un noble, la esposa de un vikingo. No hay ni magia ni misterio, lo juro –no hay cambio en la expresión del hombre, por lo que sigue defendiendo su caso–. No estoy forzada a quedarme en Berk, mi marido no me mantiene prisionera en sus tierras. Me dieron la opción de irme, pero decidí quedarme a su lado.

Finalmente hay algo de sorpresa en aquel rostro tan tenebroso. La sorpresa se va de inmediato, ahora solo encuentra indignación, molestia; no le cree una palabra, la considerara una mujer desesperada por apartarse del mal futuro que le aseguran. Viggo Grimborn ladea levemente la cabeza, ahora con una mueca en su rostro. –¿Por qué decidirías tal cosa, preciosa?

Ignora lo incómoda que está por sus apodos y responde. –Porque soy una buena esposa, porque le amo.

Su expresión no cambia mucho a pesar de que pronuncia esas palabras con toda la seguridad y honestidad posible, incluso por unos segundo Elsa desearía volver a la horrible sonrisa, cualquier cosa mientras esa expresión de molestia e indignación, ese hombre se ha convencido a sí mismo de que ella le está mintiendo descaradamente y no importa cuánto jure y perjure, él hará lo que sea para mantener sus ideas tan firmes como en el inicio.

–¿Estás segura de que quieres plantarte en la estupidez esa de que lo amas de verdad? –le pregunta con una voz dulzona, dándole la oportunidad de arrepentirse y buscarse un nuevo argumento, le estaba dando la oportunidad para que pudiera decir algo que sí lo contentara–, porque, querida, solo los monstruos pueden querer a otros monstruos. ¿No crees tú que eso confirmaría lo que se cree de ti?

Si pudiera abrazarse a sí misma lo haría, pero con las mano tras la espalda no tiene más opción que encogerse aún más en la misma postura que antes. Por un momento se preguntó si lo que le proponía aquel hombre era cierto, que la leve insinuación que le estaba haciendo era honesta. Porque se lo estaba dejando muy claro, le estaba haciendo saber que sí era capaz de negar a su marido, si aseguraba no amarlo y ser tan solo una pobre desgraciada atrapada en un matrimonio atroz sin salida ni oportunidad de felicidad, si negaba todo su amor entonces él podría pensárselo otra vez, entonces él podría tener un poco de piedad con ella y aceptar que lo que había escuchado no era otra cosa que simples mentiras. Dudaba enormemente que fuera honesto, estaba hasta segura de que tan solo le estaba dejando esa insinuación para seguir con los malos rumores con respecto a su marido en el resto de tierras, sabía que no era cierto, sabía que nada de lo que dijera o hiciera la salvaría. Pero incluso si era cierto, incluso si aquel hombre tuviera la compasión de dejarla ir a cambio de negarlo... no podría, sencillamente no podría negar a su marido, era el hombre que la amaba, la protegía y la atendía; era el hombre que había jurado entregarle el mundo entero y todo cuanto quisiera, el hombre que intentaba hacerla feliz cada segundo de su vida, el hombre que había mostrado estar dispuesto a darlo todo por ella... no podía negar a Hiccup, no podía hacerlo.

Toma aire, se aguanta las lágrimas y lo mira directamente a los ojos.

–Si yo estoy a su lado es porque lo amo, si él está a mi lado es porque me ama. No hay nada más. Ni magia, ni poder ni misterio, solo amor.

Como respuesta aquel sujeto se limitó a fruncir más el ceño y pronunciar aún más el desprecio en su expresión.

–Pues parece que verdaderamente ante mí tengo a un misterioso monstruo.


Astrid pega un respingo cuando su jefe le parte otro dedo de la mano derecha a aquel mercader con más orgullo y valentía que inteligencia. El hombre se retuerce y ruega por piedad, mucho más miserable que cuando el jefe de Berk empezó a exigir respuestas, mucho más patético que cuando el desesperado era Hiccup Haddock y él se podía permitir los insultos y burlas. Con la otra mano palmea la mesa sobre la que rompen sus dedos, Hiccup suelta el siguiente dedo que iba a romper, viendo con rabia como el hombre tira de sus cabellos y llora desconsoladamente. Le recuerda un poco a cómo estaba Snotlout hace unas horas, con un amenazante cuchillo clavado justo en el pequeño espacio entre sus dedos, desparramado sobre la mesa del Gran Salón, habiendo perdido su seguridad luego de haber asumido que si no se sabía nada de la esposa del jefe es porque esta finalmente había entrado en razón y había comprendido que la mejor decisión que podría tomar era huir lo más lejos de él.

–¿Quién se ha llevado a mi esposa? –gruñe nuevamente, inclinándose sobre aquel hombre, dejando muy en claro porque poco a poco se estaba ganando el apodo de La Bestia–. ¡Responde!

–Viggo Grimborn, fueron los hombres de Viggo Grimborn, se dice que lleva meses interesado en ella, quiere descubrir si son ciertos los rumores de que es bruja.

–¿Bruja? –repite Astrid, alzando una ceja–, ¿por qué nadie creería que alguien tan puritana sería en verdad una bruja? –la pregunta medio se le escapa, sabe que no debería decir cosas así con respecto a su jefa frente a Hiccup, pero no ha podido contenerse. Es que sencillamente era la verdad, Elsa era una muchacha cristiana más pura que la nieve virgen, demasiado amable, demasiado comprensiva, demasiado sumisa. En cierto punto estaba aliviada de que Hiccup hubiera progresado desde un capricho hasta un amor verdadero y honesto, no quería ni imaginarse lo mucho que sufriría esa pobre muchacho si su esposo no la amara.

La respuesta del mercader la saca de sus pensamientos, la respuesta del mercader seguramente viene por el temor, por el temor a tener otro dedo roto si es que no responde a una pregunta directa, a pesar de que realmente Astrid no esperaba contestación alguna. –Se dice que solo una bruja sería capaz de mantenerse al lado de un monstruo.

La mano derecha del jefe de Berk desvía la mirada cuando él clava a través de la carne y la madera su daga plateada. Se agacha hasta el rostro del espantado hombre para decirle. –Luego volveré a por ella –sentencia, refiriéndose a la daga.

Finalmente ambos retoman su camino hacia sus dragones, Hiccup bota humo por las orejas, aprieta los puños con ira y apresura todo lo posible el paso, a Astrid, que de vez en cuando sigue mirando hacia atrás para asegurarse que el mercader no logra quitarse la daga de la mano, le sorprende que su jefe todavía no le haya arrancado de cuajo los ojos al primer desgraciado que tuviera delante. Jamás lo había visto tan enojado, y vaya que había visto las versiones más oscuras y bajas de Hiccup. Cuando la isla intentó desterrar a Toothless, cuando Dagur intentó secuestrar a su dragón, cuando Estoico lo maldijo e insultó... todas las veces que Hiccup había estado furioso se había tratado de algo referente a su dragón, a su más leal amigo, Hiccup era un hombre leal con aquellos que adoraba, un hombre que a sus más leales seguidores los trataba lo mejor posible mientras mantuvieran su respeto hacia él, y cuando alguien amenazaba a su gente Hiccup respondía de inmediato. Esto era nuevo, esta era una nueva persona, esta vez se trataba de su esposa.

Astrid odiaba la extrema violencia de su jefe, detestaba todo aquel baño de sangre casi diario, pero, demonios, estaba muerta de curiosidad por saber qué tan lejos llegaría ahora que su esposa había sido secuestrada.

Hiccup ladra mandatos a los vikingos que tiene cerca de él, su gente le obedece apresuradamente, alzándose en los cielos sin esperar un segundo más, partieron rápidamente hacia todas las direcciones posibles pues no había dirección alguna por la que uno no pudiera encontrar la base de los hombres de Viggo Grimborn. Astrid se monta a los lomos de su dragona y se alza al vuelo al mismo tiempo que Hiccup, hay cierto cosquilleo en sus manos, cierta emoción en su cuerpo que hace meses le hubiera parecido repulsiva. Siente demasiada curiosidad, una casi enfermiza, quiere saber qué pasará ahora con Viggo Grimborn luego de haber pensado que secuestrar a la mujer de Hiccup Haddock era una buena idea.

–¿Tienes alguna idea de a dónde vamos? –pregunta con toda la calma del mundo y con algo de gracia, intentando aliviar el asunto.

Hiccup tiene la mandíbula completamente apretada. –A la base principal, volaremos cerca del mar por si aún podemos alcanzar al barco.

Astrid se atreve a dar una mala idea, apretando con fuerza la madera de su hacha. –¿Crees que sigan vivos?

–Más le vale a Viggo que sigan vivos. Deseará poder revivir a la gente si alguno de ellos ya no respira.

Una pequeña risilla se le escapa de los labios, consiguiendo la mirada confundida de Hiccup. –Cada día me alegro más de estar de tu lado.


Gobber se despertó cuando Viggo intentaba sacar a Elsa al exterior, la muchacha lloraba e intentaba tirarse al suelo para complicar su traslado, para frenar las acciones de su secuestrado, pero luego de unos cinco tirones, todo lo que la esposa del jefe consiguió fue que el cazador de dragones se hartara y colocar un cuchillo contra su garganta.

–No me obligues a rajarte el cuello, preciosa –masculla contra su oído, recibiendo de respuesta solo los sollozos desesperados–. Venga, que todavía no te hago nada, podrás llorar todo lo que quieras cuando finalmente acabe contigo.

La mente del herrero viaja lo más rápido posible mientras escucha a la pobre muchacha rogando por piedad, rogando para ser liberada. Tiene las manos bien atadas tras su espalda, si intenta deshacer del nudo llamará la atención y volverán a noquearlo, entonces no podrá hacer nada por su pobre jefa para librarla del asqueroso control del cazador Viggo Grimborn. Por lo que levemente mueve sus piernas, solo para comprobar que le funcionan correctamente y que no le han quitado la prótesis de madera. Puede correr hasta él, tiene las energías y las fuerzas para tumbarlo, tal vez, con suerte, haciendo que suelte su arma para que no lo ataque de regreso. Espera lo suficiente, espera porque tumbar también a la joven jefa no le convendría de absolutamente nada. Espera a que estén de lados, espera a que estén solo un poco apartados.

Nunca antes se había levantado con tanta agilidad, nunca antes había corrido de forma tan silenciosa. Pero la cosa es que lo logra, embestir contra aquel desgraciado, golpeándolo justo en el estómago haciendo que suelte la daga y el agarre sobre la joven cristiana, quien, para sorpresa de Gobber, logra moverse apresuradamente hacia un lado mientras los dos vikingos se estampan contra el suelo.

Finge querer levantarse solo para pillar algo de potencia y volver a lanzarse brutalmente contra el cuerpo del cazador de dragones. Da gracias a los dioses cuando se da cuenta que la muchacha ha pateado lejos la daga que Viggo llevaba consigo, aprovecha para presionarlo con toda su fuerza contra el suelo y forzar tanto como pudiera el nudo de sus muñecas. Tiene que apresurarse, como aquel desgraciado finalmente entienda que está ocurriendo o tenga otra arma escondida por algún lado no podrá defenderse ni a sí mismo, ni hablar de lo poco que podría hacer por su jefa.

Para cuando ve la mano derecha de Viggo intentando tirar de su barba, una explosión hace que todos caigan al suelo. El humo toma todo el lugar y el agua poco a poco empieza a entrar, pero a cada gota que entra la velocidad de intromisión asciende hasta puntos alarmantes. Ninguno de los tres que estaban en ese momento en la zona de los calabozos del barco puede tan siquiera entender qué es lo que está ocurriendo antes de ser sacados bruscamente del barco por garras o manos humanas. Cuando Gobber puede dejar de toser y disfrutar el aire fresco se da cuenta que está malamente tumbado sobre los lomos de la dragona de Astrid y que la buena joven guerrera está cortando la cuerda que lo mantenía amarrado.

–¡Hay que ver cuánto os habéis tardado! –exclama Gobber irritado mientras soba sus muñecas y se acomoda como puede sobre la silla de montar, ignorando descaradamente los gritos de dolor de Viggo Grimborn, que se alza sobre los cielos y el barco que se hunde solo porque el Furia Nocturna le ha clavado las garras en el brazo izquierdo. El cazador patalea e intenta liberarse del mortal agarre, sabiendo que si no moría ahogado o empalizado con alguna parte de la madera rota de su barco terminaría pasando por horribles torturas. Porque ese amante de los dragones hacia mucho había dejado de ser el muchacho pacífico que él había conocido, porque sabía que había dado dónde más dolía.

Toothless se acerca finalmente a tierra firme, tirando bruscamente al cazador al suelo para permitir que Stormfly aterrice sobre él, arrancándole más gritos cuando la dragona clava sus garras en su piel creando así nuevas heridas sangrantes. Ninguno de los berkianos parece interesado en darle un mínimo de atención a Viggo Grimborn, pues el herrero baja de los lomos de la dragona para poder estirarse un poco y responder a las preocupadas preguntas de Astrid sobre su estado. Herrero y guerrera hablan amenamente de qué era exactamente lo que había pasado, Gobber narró con aburrimiento como habían sido secuestrados mientras que Astrid fue muy seria con respecto a cómo habían logrado encontrarlos.

Hiccup y Elsa sencillamente estaban ignorando todo lo que ocurría a su alrededor. Hiccup apretujaba con fuerza el cuerpo de su esposa contra el suyo, abrazando su cintura y dejando besos en su rostro. Elsa no podía dejar de llorar a pesar de que el miedo se le estaba escapando del cuerpo poco a poco, estaba firmemente aferrada al cuello de su marido, incapaz de dejarlo ir en lo absoluto, negándose por completo a volver a apartarse de él. Se aleja unos centímetros solo para poder ser capaz de tomarlo de las mejillas y estamparle un desesperado beso en los labios. Ambos se funden por completo en ello, en aquel necesitado beso que estaban utilizando para decirse el uno al otro de que ahora todo estaba bien porque nuevamente estaban juntos.

–Mi pobre copito, ¿estás bien mi amor? –le pregunta con delicadeza, acariciando su rostro para limpiar sus lágrimas, con dificultad, Elsa logra asentirle con algo de duda–. Dioses, me tenías tan angustiado.

–Lo lamento –susurra con la cabeza agachada, pero Hiccup sostiene su quijada y alza su rostro con delicadeza.

–No tienes nada que lamentar, cariño, nada ha sido culpa tuya.

Es entonces que su mirada se desvía de su esposa, oscureciéndose de inmediato, ahora centrada en el hombre que sigue retorciéndose en el suelo, sangrando por las heridas que la dragona causaba en su cuerpo. Todos los demás presentes se dan cuenta de esto, por lo que Astrid saca su hacha, Gobber extiende una sonrisa por su rostro y Elsa, irritada por la manera en la que aquel asqueroso ser la había tratado, sujeta el rostro de su marido para empezar a susurrar en su oído de manera que solo él sería capaz de oírla. Exagera un poco lo ocurrido, miente con respecto algunos detalles, aunque ella no diría algo tan extremo como decir que ha mentido, porque en cierto punto era verdad, todo lo que dijo que aquel hombre había estado a punto de hacer no era nada más y nada menos que cosas que planeaba hacerle.

Astrid no puede evitar sorprenderse cuando ve a Hiccup bajando de los lomos hecho una furia, dejando en claro con solo su mirada que pensaba tortura por meses al desgraciado de Viggo Grimborn, bueno, no se sorprende por Hiccup, lo que le sorprende es Elsa, que sigue sentada sobre los lomos del dragón, que está tranquila, limpiándose las últimas lágrimas.

Sonriendo con crueldad hacia el hombre que la secuestró.


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Os mentiría si dijera que la manera en la que llevé este one-shot no ha estado levemente inspirado en el último capítulo de Helluva Boss, la idea de una Elsa que os presenté en La mujer del Monstruo siendo completamente inútil para sacarse a sí misma del peligro me parece muy divertido. Que sí, que me mola cuando es Elsa la que soluciona todo con un movimiento de muñeca, porque en sí no me gusta darle límites a sus poderes, pero teniéndola en esta situación me parecía demasiado interesante y entretenido.

Me gusta más utilizar a Viggo que a Drago, siento que Viggo es más inteligente mientras que Drago es más bruto y tiene a otra gente pensando por él xd

Nuevamente un agradecimiento para Pua-Peek porque definitivamente no se me había ocurrido darle una continuación a esta one-shot y mucho menos de esta forma, pero quería combinar un poco las dos ideas que me diste, viendo un poco más de la relación de Hiccup como jefe con más gente de Berk y otro poco de lo que se opina de Elsa. La idea de que sencillamente todo el mundo asuma de que ella está atrapada en su matrimonio me parecía muy divertido. Es cierto que la idea que me propusiste tenía más que ver con una ejecución, pero para este one-shot jamás planee que Elsa tuviera poderes, así que creo que la forma de seguir con esa idea era hacer que todo fuera un rumor.