Capítulo 50. No tocarás a Konohagakure

La estaba besando más allá del estupor, de la necesidad antes de detenerse; ella se irrita cuando él no responde a sus besos, cuando él se ha dado cuenta en donde están y en qué posición están, sigue mirándolo con rencor tomando su fuerte garganta con una pequeña mano mientras la otra la desliza por el cuero cabelludo de la nuca y tira duro tomando su sedosa cola de caballo en un puño revuelto, retándolo con la mirada a no devolver el beso esta vez.

Tan juntos, ella deja salir su lengua aventurada contra los labios cerrados de él, fingiendo ser tentativa, seduciéndolo con el toque aterciopelado de su sensual ataque.

Él no quería abrir los labios, pero la esmeralda jamás se había visto tan deliciosamente desafiante.

Entrégate, le decían. ¿Cuándo aprendió a hacer esto?

No aguanta más cuando su lengua atravesó mínimamente sus barreras carnosas de nuevo y permite que la madreselva y la menta se fusionen.

Ella toma nuevos bríos y aunque la vio intentarlo duramente, no pudo sino cerrar los ojos soltando un gemido que se antojó derrotado y satisfactorio por igual apretándose más contra él mientras continuaba a horcajadas sobre su cuerpo.

Una palabra la describía a la perfección. Hambrienta. Al igual que él.

Él no pudo sino complacerla a su gusto. La rodeo con sus brazos, envolviéndola y maravillándose de lo perfecto que encajaba su apretado cuerpo contra él. Tan pequeña y vulnerable, a menos que abriera esos peligrosos ojos verdes.

Sus pequeños gemidos lo estaban embruteciendo, codiciando más de esos quejumbrosos sonidos de su esbelta garganta.

Cualquiera que entrara vería a una pareja cachonda, ella a horcajadas de él en un mullido sofá a espaldas de la oficina, devorándose las bocas y moviendo sus manos sensualmente sobre el cuerpo del otro bajo una onda de calor que se deseaba especial por el fuego de la chimenea, pero nada de eso importaba, no cuando él podía sentir como ella deseaba acercarlo tanto que ambas pieles desaparecieran sus fronteras.

Una ráfaga de celos de si mismo se enciende en él cuando comprende que ella ha ganado experiencia, a comparación de su primer beso tan torpe e inexperto.

Ahora en cambio, descubre que se ha convertido en una fiera, una manipuladora de sus propios labios arrastrándolos exquisitamente sobre los suyos, empapándolo con una fiebre de codicia y deseo, posesividad al máximo reflejada apretándola aún más contra si mismo, respirando agitadamente.

Tomado rudamente, ha de demostrarle quien tiene el control realmente. Mordiendo cruelmente sus labios, se separa un poco de su carnosa boca para seguir dando mordiscos por su mandíbula arrastrando lengua y labios arrasando todo a su paso.

Para cuando llega a la esquina de su delicada mandíbula, ella ha inclinado tan voluntariamente su cabeza cual cordero en sacrificio, dándole espacio para que siga con su sensual ataque mientras gemidos más necesitados salen de esa boca traviesa.

Su propio cuerpo se siente a explotar, pero lo ignora gratamente cuando cada célula sensorial le indica que debe darle su lección a ella.

Muerde duro su cuello a lo que ella deja salir un murmullo incoherente, necesitado, que lo pone aún más caliente, encendiendo a niveles extremos su incandescente deseo.

Besa la delicada piel que empieza a enrojecerse furiosamente ante el cruel ataque, aliviando un poco del ardor de su codiciosa mordida. Continúa haciéndolo, mordidas y besos por igual, en distintas intensidades averiguando que la hace arquear su pecho contra él, inconscientemente indicándole donde quiere ser mordida ahora. Esta complacido con su respiración agitada y aquellos breves tartamudeos en donde ella lo llama con suplica.

Su cabeza está echada hacia atrás en este punto, pero él no puede sino seguir mordisqueando con hambre sus clavículas y aquel hueco de su garganta que se ve y sabe exquisito. Es tan receptiva a sus caricias; siente como por si sola trata inútilmente de encajar sus caderas juntas, buscando algo que ni ella sabe que es.

Para cuando llega al otro lado del cuello, ella gira su cabeza desde atrás cual bailarina sólo para mover sus manos ahora para asegurar su pelinegra cabeza justo frente a ella y cual vampiro, ella va y lo muerde duro en su propio cuello para después aliviar la piel con largos besos. Succiona como una posesa. Es el turno de él para gemir profundamente apretando territorialmente sus caderas.

Ella aprende rápido, entiende. Su ataque es idéntico y lo está haciendo poner los ojos en blanco por la delicia del placer recorriendo su estómago mientras el latigazo de electricidad inunda su columna bajando a su ingle como una bomba de tiempo.

No quiere, pero por más que desea evitarlo, sus manos no la detienen de su exquisito asalto, porque ella ha secuestrado esa zona erógena que pocas veces ha sido explorada antes, sino es que nunca, y en lugar de alejarla para retomar el control, toma sus codos acercándola más, haciendo que tome todo lo que necesite y anhelando que jamás se canse de lo que encuentra tan tentador en su cuello. Su pequeña lengua recorre su garganta, acariciando la manzana de Adan con sensual movimiento y él no puede si no dar espasmos instintivos a su cadera.

Sube sus labios arrastrándolos por la piel masculina, liberando destellos de oxitocina por donde sea que pasa hasta que llega a su boca y besándolo duramente con un calor más ardiente que antes. Él no se resiste.

Ella se siente victoriosa cuando él se da por vencido dejándola hacer lo que quiera con sus labios codiciosos porque es voraz, pero lo anima a luchar aun cuando sus manos se deslizan bajo su camisa negra.

Esos dedos capaces de asesinar con un chasquido ahora recorren su espalda subiendo por debajo de su camisa hasta arriba. Se despega un momento de ella, viendo como abre cual ciervo recién nacido, sus ojos sobre él.

Reconoce la lujuria y el deseo arraigados y se da cuenta que jamás la esmeralda se ha visto tan hermosa.

Hay algo ahí también profundo, algo que ha visto en contadas miradas de otras personas, otras mujeres.

Afecto. Ternura.

Itachi se congela.

Hasta que ella sonríe orgullosa y con una ligera inclinación de su cuerpo, acercando sus pechos al del él, toma sus fuertes manos y las mueve por la piel visible que deja su blusa levantada justo antes de sus curvas más tentadoras, guiándolo por su espalda y vientre.

El toque de piel con piel es impresionante.

Tan suave. Tan caliente. Tan temblorosa cuando él toma la iniciativa y recorre sus dedos sobre su ombligo subiendo lentamente, viendo cada reacción casi tímida de ella y sus respiraciones entrecortadas mientras él continúa recorriendo sus valles mientras ella pareciera retarlo a que siga haciéndolo.

Para cuando llega a la tela del brasier, ella entreabre su boca y sus ojos se dirigen hacia sus labios, dejando salir su lengua, lamiendo los propios. Esa muestra de lujuria incrementa con creces la suya, y él se pierde.

Devora su boca en un movimiento tan audaz inclinándose los cinco centímetros que los separaban.

La arroja sobre los cojines mientras continua con el intenso ataque a sus labios y ella se deja comer tan entregada, dejando salir esos gemidos que solo lo incitan a recorrerla más sin tanta ropa encima. Una voz desconocida dentro de él, oscura y peligrosa, le susurra que descubra que tan alto puede hacerla mendigar.

Ella no ha separado sus piernas por la falta de experiencia, pero mueve sus muslos, su pelvis, sus pechos, su propia boca, los arroja hacia él, quien está encima de ella, pero no ha dejado caer todo su peso en su pequeño cuerpo, aunque lo desea demasiado.

Sentirla debajo moviéndose como si no pudiera obtener lo suficiente de él, hace estragos en su cordura, en su voluntad de tratarla con suma delicadeza como al diamante más puro.

Con ojos cerrados, ella entrega esos sensuales labios sin resistencia, fingiendo timidez mientras sus dedos toman el dobladillo de su camisa negra y la levanta hasta que llega a su barbilla pidiendo en silencio que se la quite.

Itachi no sabe porque, pero algo en ese movimiento tan audaz le hace detenerse.

Esto está mal, pero se siente tan bien…, piensa torpemente mientras ella despliega besitos delicados sobre su frente y nariz, pero esas manos no se desmotivan porque él no se haya quitado la camisa, sino que lo recorren con ansiedad descarriada por donde sea que exista piel.

Apenas ella ha reconocido que tenía ciertos conceptos distópicos sobre el sexo y sus maneras, apenas ha dejado salir esa curiosidad natural por autodescubrirse y conocer los secretos de la piel con la guía del placer; pero él mismo tenía una crianza demasiado estricta y rigurosa sobre la entrega del cuerpo antes del matrimonio. Si bien, las misiones de seducción habían sido escasas dentro de su carrera, habían existido y había tenido que cumplirlas al cien porque era su deber como shinobi; no le agradaban, eran repugnantes para él porque más allá de la fidelidad con Izumi en su momento, quien comprendía completamente como la novia abnegada que era, a Itachi se le antojaban traicioneras de cualquier manera.

No sólo con su pareja en el momento, sino consigo mismo. Tratarse a si mismo como un objeto con tal de obtener información del enemigo, incluso a veces interpretar el papel de novio de algunas féminas con poder, le había parecido repugnante. Dejarse tocar por una persona que realmente no tenía idea de quien era él y lo peor, no le importaba; si no que simplemente lo usaban superficialmente. Era parte del trabajo, pero no lo hacía menos asqueroso a sus ojos.

Por esta razón, es que él siempre regresaba ansioso a Izumi. La primera vez entre ellos fue incómoda y sucia, pero fue sin presiones y con el consentimiento de ambos, enamorados como estaban; después se volvió en un ritual, regresar a ella cada vez que una misión de seducción terminaba, no podía esperar para tener a la que fuera su novia en brazos y sentir que todo regresaba a su lugar como debía de ser, y así fue durante un tiempo, hasta que se dio cuenta que haciendo este tipo de cosas, usaba a Izumi justo como lo usaban a él, para desprenderse del olor de otras mujeres. En ese momento, él dejo de buscarla de esa manera, cosa que a ella no le gusto.

Desde entonces, cuando se encontraba con Izumi, era ella quien comenzaba con las caricias poniéndose a tono sexualmente, y sólo entonces Itachi, satisfacía su placer, pero esa sensación de estarla usando jamás se eliminó del todo.

En cambio, Sakura, parecía una presa recién destapada. Años y años de aprehensión sexual ahora salían a flote y era una criatura tan curiosa, tocando y saboreando todo lo que estuviera a su paso; deseosa por conocer el mundo que le escondieron por tanto tiempo. Tenía restricciones que se desdibujaban con cada momento que pasaba a su lado haciendo que ella pareciese tener incluso más problemas para detenerse que él. En pocas palabras, era una adolescente tardía descubriendo el arte carnal.

Itachi, bajo el nivel de los besos enfebrecidos, poco a poco aminoro a que sus besos se volvieran más castos, más inocentes y menos desesperados aun cuando su yo interno estaba en huelga.

Porque había factores en su contra.

Ella no había sido amada nunca así antes.

Ella merecía algo mejor que una oficina subterránea en un sofá recubierto con pelo de gato para ser algo memorable como sabe que debe de ser.

No tenía protección consigo.

Y lo más importante: no podía hacerle esto. Hacerles esto. Tomarla de esta manera, sin presentarse formalmente a su familia, sin pedir la bendición a Naruto-kun sobre su relación, sin haber hablado primero con ella al respecto sobre sus planes futuros. Si es que ella realmente quería un futuro con él.

Para cuando él sintió que ella misma sabía que todo estaba terminando, separo sus labios visualizando un puente de saliva entre ambos, uno que lo obligaba a darle el último beso profundo: separándose un poco de ella hizo lo único que le permitió su cuerpo, recostarse a su lado y atraerla con suavidad a su pecho apretándola entre sus brazos, dominantemente, imposibilitando que ella pudiera besarlo de nuevo.

Las respiraciones de ambos eran agitadas y transcurrió un tiempo antes de suavizarse, escuchándola susurrar:

- ¿Demasiado intenso?

Suspirando levemente, dirigió los oscuros ónix a aquellos esmeraldas que lo veían tan puramente, con tanta inocencia en su alma.

Es una muñeca de porcelana atenta a él mirándolo con un cariño tan evidente, absorbiendo cada centímetro visual con todo detalle de su rostro. Fue pura fuerza de voluntad lo que suprimió a Itachi de volver a besarla con locura ante su evidente devoción a él.

Es preciosa.

Cuando pensó tontamente meses atrás que ella le coqueteaba a Hyo, su fallecido asociado de Raíz le hirvió la sangre al verlos tan cerca, casi ella encima de él, porque era evidente que el shinobi no sólo tenía cierto apego a ella, estaba loco por ella; todos lo sabían inclusive el despistado de Maito Gai-san, menos Sakura quien siempre pensó que Hyo trataba de espiarla en todo momento, lo cual también era cierto. Los celos de aquella ocasión fueron mucho más altos de lo que sintió de verla alguna vez abrazada de Haku, el aprendiz de Momochi Zabuza. Y ahora, al saberla suya, pensó que esa ráfaga de posesividad se retraería, pero fue todo lo contrario, ha crecido.

Sólo esperaba que ella no lo arruinará como hombre, que nunca lo destroce como lo hizo con Lee-san al dejarle saber que tan sólo era un criado reemplazable, insustancial, para Sakura. Y, sin embargo, Itachi se sabía perdido. Si ella quisiera que él le bailará, dudaría, pero lo haría. Así de loco se sentía cada vez que veía esa dulce inocencia y travesura en sus ojos los cuales lo abducían.

- Es importante mantener la honorabilidad como un límite, el cual no debemos de traspasar hasta considerar que todos los demás factores han sido controlados.

Frunciendo su linda naricita llena de pecas, vio su confusión y continúo comentando, acariciando con el dedo índice su nariz para quitarle la mueca:

- Es mi deseo hacer las cosas de la manera correcta – se acerca para oler su pelo rosa – todo tiene su tiempo y lugar. Antes de que te des cuenta, tendremos el nuestro, hime.

- Entiendo – la sintió aspirar colocando su nariz cerca de su cuello abrazándolo con fuerza – aunque ¿te he dicho que tu caballerosidad me estorba?

Una risa queda surge de Itachi, al igual que una calidez tanto afectuosa como libidinosa al tiempo que responde:

- Podrías tacharme con el perfil de un anticuado, pero difícilmente tengo más experiencia que lo que hemos vivido hasta ahora.

Abriendo sus ojos y mirándolo con sorpresa, ella pregunta con emoción malvada:

- ¿Podríamos decir que no eres aquella máquina sexual a la que hace referencia Jiraiya-sama en su última entrega literaria?

Frunciendo los labios al recordar esa bazofia de texto responde con un toque de amargura:

- Cierto Sennin, en efecto, desconoce la privacidad y los límites personales, llevando su imaginación a niveles insospechados. Además, por lo que habla de cierta joven bruja – sonríe levemente – deberías de saber que sus textos son demasiado…

- Distópicos.

Decidiendo que ella entendería, continúa comentando:

- Mi experiencia difícilmente se catalogaría en los niveles más versados. Permíteme prepararnos hasta que tu Otousan me apruebe y obtengamos la bendición de ambas familias.

- ¿Tu antigua compañera no exigía el cumplimiento de tus obligaciones? – pregunto su pelirosa sonando confusa.

- No eran obligaciones, Sakura; el tener relaciones sexuales con tu pareja debe de darse como una forma de comunicación íntima; no por cumplir solamente. Pero para responder tu pregunta, no. Ella no me exigía nada. – Itachi revolvió los cabellos rosas antes de recordar algo – Claramente, te debo una disculpa por los sucesos en los que Izumi te involucró. Es imposible para mí prometer que volverá a ocurrir, sin embargo, procurare hablar con ella pronto.

- O tal vez precisamente eso es lo que desea; armando escándalos para hacerte voltear a verla. Viendo que no has tenido tiempo siquiera para ti mismo, desea recuperar su lugar a tu lado – dice Sakura sin mirarlo a los ojos si no acariciando su barbilla con trémulos dedos. Calculando.

- De ser así… - murmuro Itachi esperando que ella revele sus celos.

- De ser así, sería evidente que tendríamos que pelear por ti. Tal vez a muerte. Una feroz batalla de la índole de tu gusto. Si quisieras vernos sangrar, tendría que ser en una arena antes del amanecer, o sobre la nieve a medianoche. Puede que alguna perdamos un brazo, una pierna o ambos. Aunque conociéndote preferirías una guerra más intelectual. Gradual. Una batalla de sabiduría y filosofía aplicable a las reglas actuales en base a comportamientos pasados. No te gusta mucho la sangre por desgracia – respondió completamente segura, cosa que divirtió sin fin a Itachi, quien se sentía caprichoso con ella.

- ¿Tanto crees conocerme?

Aquellos ojos verdes lo miraron enfurruñados:

- Si te conociera, no estaría cortejándote. Simplemente te habría emboscado, amordazado y ya estaríamos casados bajo la bondad de Seiryu-sama viviendo en el bosque.

- Ahhhh… jamás te imagine como una romántica, Sakura – Itachi estaba sonriendo, muy entretenido por escuchar a la bestia en sus brazos.

- Ley de la naturaleza básica, hermosa criatura. Me sorprende que sigas soltero en este punto, Taicho. Tu antiguo cortejo debió ser precavida y llevarte consigo. Esconderte en algún valle. Darte de comer conejos y hongos. Suerte para mí, agradezco su exceso de confianza.

- Mmm… alguien también suena muy segura de su presa – susurro el Uchiha oliendo aquella madreselva – Ten cuidado, de lo contrario, esta cacería la podrías perder, mi pequeña flor.

- Pero Taicho – susurra pícara – aquel al que persigo es una de las criaturas más majestuosas que he tenido el gusto de conocer – mirando sus labios con pecaminosos recuerdos continuo – Sería una tonta si lo dejo ir o si no compitiera para obtener su completa atención.

A Itachi le fascinaba que ella no fuera celosa y fuera tan segura de lo que deseaba, al parecer podían hablar de Izumi sin ningún problema, cosa que era un tabú dentro de su antigua relación. No es que Izumi expresará sus inseguridades o le reclamará alguna vez, pero siempre que lo encontraba hablando con otras personas excepcionalmente atractivas quedaba un aura de tensión o de ansiedad consigo misma. En cambio, la pelirosa, aunque daba a entender como un juego sus costumbres, realmente no eran tales; Itachi sabía cuántos demonios tenía dentro de si misma, cuan diferente eran sus mentalidades entre sí, y se alegraba inmensamente de que hasta ahora no pelearan por sus distinciones; y, al contrario, se entendieran. No dudaba de que en cualquier momento enfrentaría a Izumi en una pelea y, dudaba que fuera misericordiosa con ella o con cualquier otra oponente fémina, pero Itachi no era un hombre al que le gustase que se compitiera de esa manera por él. Y eso lo sabía su novia, lo respetaba. Al Uchiha le gustaba Sakura y Sakura a él, punto.

Se quedaron así en silencio un momento, admirándose mutuamente, embebeciéndose con sentir la respiración del otro, callados y atentos a cada expresión enternecida.

Sakura, entonces, inclino su cabeza, dejándose guiar por la mano de Itachi que acariciaba su mejilla tan ricamente suave. Cerro los ojos para abrirlos lentamente como una depredadora, unos verdes esmeralda lo miraban como si él fuera una suculenta presa y susurro tenuemente:

- Tu impecable rectitud sólo me hace desear arrebatártela con los dientes, mordiendo y lamiendo cada centímetro de tu honestidad.

- No imaginé que fueras una bestia lujuriosa, Sakura – comento Itachi luciendo tranquilo rogando que ella no viera como brinco su pulso ante aquellas palabras.

- Es en esto en lo que me has convertido, Taicho. – susurro sensualmente – Tú tan precavido por mi virtud, y yo sólo pensando en cómo deseo entregártela.

Sus palabras no hacen nada para detenerlo de deslizar lentamente sus dedos sobre los labios femeninos aun enrojecidos con gracia.

No se daba cuenta la pelirosa, suspiro internamente, pero definitivamente había encendido algo en él que no podía parar. No mientras ella estuviera cerca.

Hoy sólo fue una confirmación más de algunos de sus demonios.

La deseaba tanto que podía vencer su autocontrol si se lo permitiese.

Ella tenía la culpa. La codiciaba porque ella le había mostrado otro mundo, un universo del debajo por abajo, y necesitaba que ella le mostrara más. Anhelaba esas noches de historias con ella, tomando su leche caliente con un toque de miel, mientras se sentaban junto a una chimenea y Sakura le sonreiría tan inocentemente como lo había hecho más temprano. Ansiaba más de sus regalos durante su inaudito cortejo; más de sus curiosidades, aunque fuera una corona de hiedra venenosa como le había entregado días atrás; un símbolo de que lo considera una criatura hermosa y delicada de la naturaleza.

Ambos cargaban con responsabilidades y obligaciones, pero le hizo desear en mucho tiempo tener esa vida rutinaria de la que tanto se quejan algunos civiles o incluso shinobi. Sakura se había vuelto su estrella guía, era especial y se sentía tan atraído a ella.

Todo gesto de ella lo fascinaba, y sabía que era mutuo.

La había visto mirarlo a escondidas cuando bajaba la guardia ligeramente, admirando con cariño apenas velado, cada vez que él aparecía en una habitación. Él fingía no darse cuenta, pero le gustaba eso, sentirse perseguido por una nigromante que lo depredaba y él se daba a desear. Lo mantenía ansioso en buena manera para conocer cada fase de Sakura.

Sus vellos se erizaban cálidamente cuando él se le acercaba a cierto espacio y su voz era más aguda cuando él estaba cerca, como si quisiera llamar su atención.

Tan tonta. Porque sabía que ella misma no se daba cuenta y tanto como le irritaba su despiste, lo agradecía.

Si ya lo tenía enloqueciendo por las paredes siendo una tonta distraída, no quiere imaginar cuando ella realmente quiera seducirlo bajo sus principiantes artimañas al finalizar el cortejo.

Sus ojos de cierva la hacían ver indefensa y deseable, pero Itachi había tenido años de experiencia en seducción. Tomándola del cabello rápidamente, jalo su cabeza hacia atrás para exhibir ese delicado cuello; se inclinó pasando aliento caliente sobre la piel frágil viendo cómo tragaba saliva y le susurro con una voz tan lasciva:

- Agradece que no he sido si no cordial contigo hasta ahora, Sakura – lamio su cuello antes de succionarlo duro y luego lo soltó – Necesito el permiso de tu familia para evitar que se preocupen antes de hacerte desaparecer por semanas en las lagunas del placer y el calor, donde no sentirás transcurrir ni los días ni las noches en mi afán de complacer cada centímetro de tu piel ardiente y tu lengua pecaminosa.

Continúo azotando un lóbulo, sintiendo renacer de apoco el instinto por reclamarla, en especial cuando ella estaba tan entregada, con los ojos cerrados y la boca entreabierta gimiendo suavemente por él, para él.

- …Taicho… - gemía con la espalda semi arqueada. – ¿Ves? Tú er-eres un incu-incubo.

- Este incubo jamás podrá describirte con palabras lo difícil que es controlarse cerca de ti, hime – decía Itachi con voz grave, amando ese punto del cuello y el hombro ganándose sendo gemido de necesidad de su novia.

- Puedo… dar…me un…ahh una… ide-idea.

- Sakura – gemía Itachi quejumbroso en su necesidad de sentir su calor.

El placer nublaba cualquier pensamiento, ocasionando que volvieran al ruedo del frenesí del placer, donde aquellas manos masculinas empezaban a contar sus delicadas costillas y aquellos dedos femeninos exigían la desaparición de su camisa negra.

Eso hasta que un tremendo temblor los hizo caer del sofá estrepitosamente.

Los muebles tintinearon haciendo caer todos los objetos de las repisas. El propio fuego de la chimenea se tambaleo por los cúmulos de polvo que cayeron en picada desde la superficie.

Inmediatamente después, una sensación de chakra oscuro se instaló alrededor de ellos cual relámpago, como sólo pasándolos de largo, escaneando, como si pareciese estar buscando algo.

Ambos se habían levantado enseguida, buscando la fuente de tal poder, hasta que escucharon el ruido sordo. Fue como si algo enorme se estuviera desmoronando, ocasionando que del techo de la oficina subterránea se derrumbaran hilos de polvo. Era como si por encima de ellos, en la superficie, donde radicaba Konoha algo hubiera ocurrido. Gravemente.

Itachi observó rápidamente a la esmeralda que volteo a él al mismo tiempo, y una mirada seria en el rostro de ambos confirmo lo que ya sabía cada uno por separado.

Konoha, su amada aldea, está bajo ataque.


Cambiándome a toda velocidad a mi uniforme Anbu y armándome hasta los dientes, Taicho me toma del codo con una mano, otra en mi cintura arrastrándome a su pecho en un segundo, justo para susurrarme:

- Ten cuidado, Sakura.

- Tú eres un objetivo más grande que yo, Taicho. Mataré a quien quiera tocar un solo cabello tuyo.

Me besa con inquietud una última vez y con una caricia en la mejilla se deshace en decenas de cuervos, transportándose a la oficina de Hokage-sama. Revisando mis niveles de chakra, los cuales estaban a su máximo, sentí a los Anbu Raíz apostarse en la oficina. A falta de Sasuke, procedí a solicitar manteniendo la calma dejándolos entrar:

- Situación.

- Ataque extranjero. Presencias detectables aparentes: Siete. Miembros identificados por las capas de nubes rojas como Akatsuki. – respondió firme Kido, sin un mínimo rastro de emoción en la voz.

- ¿Daño colateral mayor?

- La zona de hospital y orfanato fueron el principal ataque; sin embargo, el plan de contingencia implementado por Tenzo ha funcionado hasta ahora – siguió respondiendo mientras me encaminaba a la salida – Continuaron con las zonas conurbadas de la Aldea repartiéndose en distintos puntos.

- Rankua-san, busca a Sasuke en la mansión Uchiha, que me encuentre en la zona hospitalaria. Los demás reagrúpense y síganme.

La barrera de Yamato funciono por lo visto, pero por la zona afectada Akatsuki está buscando acabar con los civiles, el motor económico de la Aldea. Siendo así, si llega a propagarse el rumor de que Konohagakure no Sato no pudo defender a sus propios civiles dentro de su propio territorio, la Aldea definitivamente caería en desgracia por los años venideros.

Entonces, sólo queda una cosa por hacer.

- Acabemos con Akatsuki de una vez – comente a toda la armada Anbu siguiéndome detrás de mí.


Veinticinco metros al suroeste del Hospital Central de Konohagakure no Sato

10:54 am

El hospital era un lugar tan hermoso especialmente cuando Senju-sama había predispuesto que varias áreas verdes fueran plantadas alrededor.

No es que tuviera que ver con el plan de protección y resguardo de Yamato-san.

Sin embargo, era evidente que, al igual que las palabras de Kido, alguien había intentado hacerle daño al edificio. A saber, un enorme perro estaba luchando sanguinariamente contra los sellos dispuestos que Naruto coloco y más sorprendente aún: alguien – seguramente Sai y sus deseos de ver al mundo sonreír – planto frutos del árbol del Jinmenju en forma circular alrededor del perímetro del hospital.

Era gratificante saber que Naruto había hecho algo con ese sello de protección porque el árbol, que por lo general solo contenía frutos de caras sonrientes y ramas de brazos, ahora lo tenían controlados los kodamas.

Es ver que los árboles crecieron esplendorosos unos veinte metros, el calzado perfecto para proteger al edificio médico, actuando ahora como fieles perros guardianes. Donde antes el hospital no se hubiera defendido, ahora el grupo de árboles atacaban a base de mordiscos a través de los frutos con caras sonrientes hacia la invocatoria de perro gigante distópico que quería atravesar su barrera.

Le arrancaban partes de su pelaje y piel con esas ramas con forma de dedos humanos y sus risas se podían escuchar por el aire que azotaba nuestras cabezas.

Por cada diez frutos que destruía el maléfico perro de color morado, había tres árboles azotándolo desde su lomo y patas arrancándole cruelmente la piel.

Precioso.

Por supuesto lo sería, si no hubiera gente asustada enloquecida por ahí gritando y corriendo en todas direcciones.

- No hay tiempo para preguntar qué es eso, pero estoy seguro de que es parte del plan de contingencia que quedo en pausa, ¿correcto?

Si Sasuke estaba nervioso, no lo demostró. De hecho, me alegra mucho ver esta evolución psicológica de él. Con su madre apenas revivida la noche anterior, pensaría que su corazón se había enternecido demasiado, pero, al contrario, en cuanto llegó al techo de una casa cercana al hospital donde nos habíamos apostado, mostro una compostura digna de un líder sin perder la calma ni mostrar urgencia por remediar las cosas.

Observó, analizó y se podía ver aquel ingenio Uchiha brillando detrás de su mirada oscura. Al llegar, los Raíz lo reverenciaron y ahí supe que al fin se había hecho de un nombre propio en la aldea.

Sasuke era un líder y era hora de que lo demostrará.

- Sasuke-sama – salude brindándole el honor de su liderazgo - ¿Cuáles son sus órdenes?

Me miró planamente antes de devolver su vista hacia el enorme perro y los árboles Jinmenju mutantes que mordían ferozmente cada dos por tres.

- Conforme el protocolo de evacuación tradicional, serán los genin los que se encarguen de evacuar el hospital hacia los refugios localizados afuera de la Aldea. Equipo 13 – ladro a un escuadrón de dos hombres y una kunoichi, que se inclinaron frente a él enseguida.

- Terminen con las amenazas dispuestas al hospital y al orfanato. Si llegase otro escuadrón de Konoha, reenvíenlos a la ubicación de Nara-sama, a recibir nuevas instrucciones.

Inmediatamente, el trío shinobi desapareció y a nuestro frente se escuchó como el perro de tamaño descomunal y colmillos descolocados rugió con fuerza. El ataque del trío solo fue impulsado por los árboles Jinmenju.

- Equipos 8, 17, 32 diríjanse al norte, este y sur de la Aldea donde se encuentran los refugios subterráneos. Eliminen a cada enemigo que se presente a la vista.

- Hai, Sasuke-sama.

Con más serenidad de lo que muchos otros shinobi poseían, Sasuke comenzó a enviar al Raíz a todas direcciones. Servía mucho que cada miembro de Raíz éramos problemas emocionales caminantes. Difícilmente se nos vería angustiados a pesar del sonido de incendios y derrumbes en la lejanía.

Considerando que ya existía un protocolo de evacuación de civiles respaldado por chūnin y genin, los ataques prioritarios los tendrían los jōnin de Hokage-sama, Sasuke se tenía que encargar de que Raíz, por lo oculto, debía participar en el resguardo de la Aldea sin estorbar en los planes de Hokage-sama.

Al menos ese era el protocolo normal a seguir. Se supondría que, en este año, Yamato-san terminaría con la barrera de protección utilizando los sellos de otouto y algunas plantas que recomendé. El resultado debería de ser una maravillosa fortaleza que podría defender a Konohagakure por completo sin necesidad de exponer a los shinobi; y, sin embargo, por cuestiones de logística no hubo tiempo de concretarlo, o, mejor dicho, el concejo senil de Konohagakure no quiso aprobarlo.

Nunca nos atacarán, decían. Nadie sería tan tonto como para organizar un ataque que pusiera en peligro a Konohagakure en su mismo territorio, era su frase favorita.

¿Y que tenemos ahora? Podríamos estar tomando la sombra, viendo a nuestros enemigos intentar entrar a la Aldea si dicho plan de Yamato-san se hubiera puesto en práctica.

Sin embargo, tanto Sasuke como yo al parecer teníamos el mismo pensamiento cuando se dirigió a mí:

- La barrera de Mokuton, ¿puedes activarla? – pregunto cuando ya solo quedaban tres escuadrones dispuestos.

- A falta de Naruto y de Yamato-san, puedo activarla, pero debo llegar a ella. El sello es a base de chakra personal, no de ninshu.

- ¿Qué necesitas? – pregunto cuando una bomba cayo justo detrás del techo donde estábamos.

Sus ojos oscuros parecían llenarse de ira cada minuto que transcurría, pero luego volvían a ese estado tranquilo que había encontrado dentro de sí.

Sonreí macabramente sabiendo lo que podía ocurrir.

- Dame camino libre.

- Te lo daré – dijo a la vez que ordenaba – Equipos 4 y 10, escolten a Onmyōji. Equipo 20, síganme, seremos la defensa principal. Kido-san, informa a Nara-sama: Activaremos el protocolo en prueba de Tenzo. Al terminar, dirígete hacia Onmyōji. Elimina a cualquier enemigo a la vista.

Kido salió como ladronzuelo, escurriéndose por entre los techos y los pasillos. Si bien Taicho no podría negarse, y de hecho sólo estaría informado de nuestros avances, aun así, me causaba escozor la presión bajo la que estaría en este momento, siendo el vicepresidente Anbu en cualquier momento entraría en la batalla. No podía evitar estar preocupada por él, aunque fuera un poco.

Sasuke me mira impasible mientras su equipo 20, Karin, Suigetsu y Jugo están a la espera de su salida:

- No te tomes todo el día, ¿quieres?

- Oh, Sasuke-sama, ¿Dónde estaría la diversión entonces?

Y así, emprendimos nuestro camino a través del desastre de piedras y polvo y miembros desgarrados por todo Konohagakure no Sato.


Departamento de Inteligencia y Estrategia Shinobi

11:03 am

El usuario de camino animal debía estar 96° al noreste, eso era obvio, definió Itachi.

- Los metamorfos están cerca de los residenciales y el hospital – concordó Shikamaru - por tanto, el usuario debe de estar lejos, asegurando un nuevo lugar para atacar. Sin embargo, el informe habla sobre un… grupo de árboles que se mueven solos, ríen con caras en sus troncos y se están comiendo a las criaturas desgarrándolas con ramas con forma de brazos. ¿Sabes algo de esto, Itachi-sama? – pregunto sonando más resignado que confuso.

Itachi sabía perfectamente a qué se refería, pero en lugar de la típica sonrisa que eso le hubiera traído, agradeció – no por primera vez – las excentricidades de su novia. Si tan sólo los demás no hubieran… espera:

- Movimiento propio, ¿dices? – cuestiono Itachi sonando impasible.

- Hai, dos shinobi del sur llegaron hace diez minutos y ambos confirmaron movimiento de árboles cuyas raíces se despegaban del suelo y parecían proteger con fiereza digna de un guerrero tanto al hospital como al orfanato – comento Shukaku-sama, observando a Itachi.

Tanto Itachi como Shukaku-sama llegaron a la misma conclusión en tiempo récord. Pero fue Shikamaru quien dio rienda a la idea en voz alta:

- ¿Está completo el sello de protección de Yamato-san?

Fue Shukaku-sama quien respondió al ver la resolución en los ojos de Itachi:

- Esta completo, pero requiere ser activado. Tanto los involucrados pueden hacerlo, pero requiere una serie de procesos que desconocemos y a saber si…

El hombre Nara callo al sentir una presencia nueva dentro de la oscura oficina llena de shinobi que se movían de un lado a otro:

- Itachi-sama.

- Kido – saludo el Uchiha mientras el otro respondía:

- Sasuke-sama le envía un mensaje. "En camino hacia la configuración de la barrera de protección de Tenzo, Onmyōji pretende la activación".

Itachi se lo esperaba, desde el momento en el que descubrió que los kodamas estaban actuando tan deliberadamente para proteger vidas humanas. En cuanto esto termine, recomendará a Hokage-sama la anulación del voto del concejo, esta vez con pruebas de que sus seniles mentes evitaron que la Aldea fuera protegida desde el primer momento.

Pero no había tiempo para ello ahora, necesitaban defender a Konoha hasta que Sakura pudiera activar la barrera y aunque no quería hacerlo, debía de pensarlo. Como nunca habían probado la barrera y todo quedo en pruebas inconclusas, aun si la activaba no sabía nadie a ciencia cierta si actuaría como todos tenían pensado.

Aun así, podrían no estar seguros de un ataque enemigo.

Pero eso no quitaba que Itachi no deseara intentarlo: protegerá a Konoha cueste lo que cueste.

Tomando su kunai en mano, le ordeno a Kido seguirlo mientras daba las últimas instrucciones a Shukaku-sama:

- Nos mantendremos en contacto por el radio; sin cambios en el protocolo a menos que la barrera de prueba funcione acorde lo pronosticado.

- Itachi-sama, voy contigo – declaro Shikamaru quien se veía como un rebelde ante los ojos sorprendidos de su padre.

- Shikamaru… - comenzó Shukaku-sama mientras veía a su hijo convertido en todo un hombre dispuesto a defender a su aldea.

- Los demás no han luchado contra Akatsuki, Otousan. Yo sí. Guiaré a mi escuadrón para liberar la carga de Itachi-sama. Si Onmyōji logra su cometido, si todo funciona como debiere estaremos a salvo y con tiempo de sobra para reagruparnos.

Itachi observo a Shukaku-sama con un dilema moral. En sus ojos, se veía que su lado shinobi estaba brillante por el orgullo de haber criado a tan magnífico ninja; y, por otra parte, el lado fraternal, deseaba retenerlo para que nada pudiera ocurrirle. Por primera vez en la vida, el Uchiha fue testigo de cómo el mayor se enfrentaba a un problema cuya resolución no podía brindar.

- Ve. Pelea, Shikamaru – y apretó el hombro del menor – y procura no darme un infarto antes de tiempo, por favor.

Shikamaru asintió honorablemente y emprendió su caminar junto a Itachi.

Lamentablemente, de haber sabido lo que vendría, Itachi hubiera preferido que Shikaku también hubiera ido con ellos.


Entrada principal de Konoha, puesto seis.

11:16 am

- ¿Dónde está el Kyūbi? – dijo el hombre con voz de aguardiente sin emociones tomando la cabeza del policía militar.

Un katōn de colosales dimensiones llego por la izquierda al hombre de capa negra y nubes rojas. El jutsu de uñas carmesí flor del fénix se disolvió en una intensa lluvia de shuriken infundidos con fuego, con la finalidad de aumentar su potencial de destrucción por lo que son capaces de cortar y quemar a cualquiera que ente en contacto con ellas. En un momento inesperado, el pobre policía casi inconsciente fue arrebatado de las manos del usuario de Camino Preta.

El usuario era un hombre alto, enorme, cuya nariz estaba perforada frontalmente con tres piercings negros, y uno más en cada mejilla. Era exactamente a como lo recordaba Shisui: el camino Preta.

Era idéntico al que vio a Sakura apretar su cuerpo con un suiton demasiado potente y destrozar su cuerpo, y ahora está aquí. De pie. De nuevo. Atacando.

La información encontrada por él e Itachi en la biblioteca Uchiha entonces, ¿no había sido toda la verdad sobre el Rinnegan?

Shisui ahora sabía que no; algo les estaba faltando.

- ¡Shisui-sama, Fugaku-sama ordeno que ayudáramos a los civiles a evacuar! – dijo Ao-san quien veía con cautela al hombre antes de que este, únicamente absorbiera en una onda de luz el ataque de fuego que Shisui le había lanzado.

- ¡Bien! – asintió Shisui – ¡Llévenlos a todos a los refugios, asegúrense de que las familias ingresen lo antes posible! – ordeno a la vez que él mismo se preparaba para pelear contra el Camino Preta.

Aquel hombre sólo los estaba mirando interactuar tan tranquilamente antes de preguntarle a Shisui:

- ¿Dónde está el Kyūbi?

- Pero ¿por qué tantas ganas de saber? Si apenas nos estamos conociendo – pregunto con sarcasmo Shisui a la vez que planeaba su siguiente ataque.

- ¿Tú sabes dónde está el Kyūbi? – dijo monótonamente el usuario de ojos de anillos morados.

Elevando sus hombros, Shisui observó por el rabillo de su ojo. Los policías continuaban moviendo a la gente, aun había demasiados retrasados por retirar. Tsk Maldición. Y por cómo se veía, la mayoría de los escuadrones ninja estaban en el centro de la Aldea donde gobernaba el caos.

- ¿Sabes? Juguemos un juego. Si me tocas, te diré donde esta. Pero si te toco, mueres. ¿Aceptas? – dijo con voz entretenida, aunque por dentro el Uchiha estaba ardiendo de odio por como su amada Aldea estaba siendo atacada.

- No he venido a jugar, ¿dónde está el Kyūbi?

- Oh, pero por favor, ¿no sabes que los juegos son… - sonrió oscuro Shisui - …entretenidos?

Con los sellos de perro y pájaro mentales, Shisui se movió a la velocidad de la luz enviando un ninjutsu de fuego de pequeñas llamas que salieron desde su garganta y volaron en todas direcciones alrededor del Camino Preta; controladas por chakra, las llamas actuaron a voluntad de Shisui, siendo la distracción perfecta en lo que el enemigo las absorbía antes de que Shisui se acercara lo suficiente como para lanzar una etiqueta explosiva.

Fue gracias al Mangekyō Sharingan que Shisui evadió el ataque sorpresa del hombre al moverse a la misma velocidad que él.

Entonces no sólo absorbía los ninjutsu, también podía copiar los movimientos en un lapso relativamente corto.

Esto puso en alerta a Shisui. Si ese hombre lo tocaba, según lo que habían descubierto, podía arrebatarle su chakra, dando fin a su vida. Pero el Uchiha no era sino un genio también por definición propia.

Aplicando su muy bien conocido Jutsu parpadeante, se movió por el diámetro del hombre a una distancia segura de que no pudiera tocarlo para completar el sello que tenía en mente. Para cuando finalizo, una fina gota de sangre que se aplicó, la dejo caer sobre el sello murmurando:

- ¡Gokusa Maisō! – e inmediatamente la tierra se convirtió en arena movediza, lista para aprisionar a su rival en la arena alrededor de doscientos metros bajo tierra. De esa manera, moriría por asfixia o presión de la tierra a su alrededor sobre su cuerpo.

El Akatsuki miro a su alrededor mientras se hundía para satisfacción de Shisui, quien lo veía desde la firmeza de su lugar sin sonrisa en el rostro. El hombre de cabello anaranjado lo miro tranquilamente hasta que el último de sus cabellos se desvaneció de la vista.

Sin más, Shisui se limpió el polvo de las manos dispuesto a ir a ayudar a los débiles ancianos que no podían moverse para iniciar su evacuación, hasta que sintió un temblor en la tierra, y luego otro más fuerte, y entonces otro tanto más.

Fue por pura maña, que Shisui tomo a una anciana en sus brazos y se aposto sobre un techo lejano antes de ver como la tierra explotaba justo en el lugar donde desapareció el hombre.

Una vez que el cúmulo de polvo de disolvió, se podía ver cierta cabellera naranja. Frustrado internamente, Shisui busco y ordeno con la mirada a un compañero policía para tomar las riendas sobre la asustada anciana en sus brazos.

Pensando a toda velocidad, Shisui aplico Shushin para engañar al usuario lanzando reiteradas bolas de fuego de distintos tamaños, todos con la única función de distraer al Akatsuki del Jutsu de Fénix que estaba resguardando mentalmente.

Los años de entrenamiento y crianza lo obligaron a realizar los sellos de forma mental, sin necesidad de utilizar las manos lo que ayudo mucho a su fortuna puesto que así el oponente no vería su ataque final; sin embargo, por cada tres llameantes bolas de fuego, existen dos que son tragadas por el Jutsu de Sellado de Bloqueo que tiene el del Rinnegan. A este paso, el chakra de Shisui sería consumido en distractores por muchas reservas que este tuviera.

En un momento de apertura, Shisui observo que el hombre había quedado de espaldas hacia él, momento que aprovecho para lanzarse a si mismo convertido en el fénix de fuego, cuyas alas eran llamas que podían elevarse mínimamente del suelo gracias a la quema de carburo del aire para brindarle el impulso necesario a su portador.

Fue así como con un puño derecho bien preparado y un kunai en la otra mano, el Uchiha se acercó al hombre justo al tiempo que este daba la vuelta dispuesto a detenerlo, pero demasiado tarde, Shisui ya había incrustado el kunai en el cuello justo después de darle un puñetazo a la mejilla. Tal movimiento ocasiono que parte de su torso tronara al igual que una ramita frágil al ser pisoteada.

El Akatsuki cayo de rodillas ante el arrebato de adrenalina y poder de Shisui; y, sin embargo, el pelinegro no disfruto de su victoria aun cuando escucho algunos vítores de los policías detrás de él. Shisui sabía muy bien que no tardaría en levantarse de nuevo por lo que apresuro a ladrar órdenes:

- ¡Terminen la evacuación de inmediato! ¡Llévense a los ciudadanos que faltan a la estación tres, ahora!

En cuanto termino de vociferar aquello una energía monstruosa y poderosamente oscura emergía del hombre de rodillas, levantándolo de forma antinatural. El desgarre en el cuello que le había propinado Shisui con el kunai, dejando inmovilizado a cualquier otro mortal, parecía no hacerle ni cosquillas al hombre. Miro a Shisui y camino hacia él de forma lenta y depredadora.

El camino de Preta tenía la capacidad de absorber cualquier ninjutsu y chakra que le fueran arrojados sin que el portador sufriera descompensación por cantidades inauditas de absorción, entonces, ¿cómo derrotar a un hombre así?

Suerte para Shisui que ya habían tomado medidas tanto Itachi como los demás responsables de la seguridad de la Aldea.

El camino Preta tiene una deficiencia demasiado evidente: cada defensa suya es en base al chakra.

- Así que este es el amigo al que querías presentarme Shisui-san – la voz masculina sonó al otro lado del parque destrozado donde este Akatsuki había aterrizado.

- Hai, arigatou por venir a conocerlo, sé que debías estar ocupado – contesto Shisui sin dejar de ver al hombre.

- Para nada Shisui-san, estaba tan emocionado que incluso traje a Lee conmigo – respondió un sonriente hombre en un ridículo mono verde con un chaleco jōnin impoluto.

Una réplica de él más joven estaba a su lado, ambos mirando con intención al Akatsuki. Tanto habían escuchado de Aoba-san y de Sarutobi-san sobre los Akatsuki por lo que se habían preparado a todos para combatir con furia contra ellos, y este dúo era especialmente entusiasta con su reto.

- ¿Dónde está el Kyūbi? – pregunto el camino Preta sonando tan aburrido y monótono. Sin vida.

- Deberías sentirte muy avergonzado, no sólo atacaste a una aldea llena de gente inocente, si no que no nos has permitido presentarnos. He aquí a ¡La Bestia Verde de Konoha! – grito entusiasta Maighto Gai para continuar – ¡y este es mi joven y precioso aprendiz, Lee, la Flor de la Juventud de Konoha, la hermosa Bestia de Konoha!

- ¿Dónde está el Kyūb…? – el Akatsuki fue interrumpido ferozmente por Lee-san que arremetió un duro puño contra la cara del hombre.

- ¡Y este es mi poderoso puño, malvado hombre! - dijo Lee-san – ¡y esto es por haber atacado a gente inocente, joven y llena del poder de la belleza y del amor!

Con ambos fuertes hombres vestidos de verde, atacando a diestra y a siniestra al enemigo, Shisui supo cuando vio que la cabeza del Akatsuki salía volando de sus hombros que la Aldea podría salir de esta. Sólo esperaba que cada equipo especializado estuviera listo para esto.


Bosque de la Muerte

11:17 am

Corrían a toda velocidad por las ramas acercándose a toda velocidad a la ubicación exacta. Había decidido que, si había plantas y árboles mutantes gigantes, él también iba a hacer lo propio.

- Suigetsu, tiempo. – cuestiono.

- Menos del minuto, Sasuke-taicho – respondió el peliblanco expectante ante el plan que tenía su líder.

Unos metros más adelante, se detuvieron en las ramas más bajas mientras que Sasuke les pidió silencio con un dedo sobre sus labios y busco con la mirada su ubicación y al dar con la guarida arrojo a uno de los ciervos que cazo kilómetros atrás.

Sabía que tanto Karin como Suigetsu lo empezaban a mirar como si estuviera enloqueciendo cuando nada pasaba por segundos enteros; pero Jugo lo veía con verdadera sorpresa, cómo si supiera lo que aguardaba ahí. Seguramente así era. Jugo es un sabio a su modo, ciertamente.

Entonces, cuando Sasuke observó que la tierra se movía bajo, tomo el ciervo que cargaba Suigetsu y bajo a la tierra. Dos ciervos serán suficientes, pensó Sasuke.

El grito de Karin sólo reforzo gratamente a Sasuke por la decisión de venir a buscar ayuda. Si es que la criatura quería ayudarlos.

Desde que la había visto junto a la pelirosa, había algo en ella que le agradaba, era extraño pero esa sobreprotección a sus pequeñas crías le hacía recordar a su adorada okasan. Un dato bastante perturbador del que no quiere reflexionar demasiado.

En el momento en que el aire vibro junto con su caída, ocho ojos del tamaño de su cabeza lo recibieron como si estuviera a punto de atacarlo abriendo aquellos colmillos sangrantes antes de detenerse cuando lo reconoció.

De vez en cuando, desde la muerte de Hyo, Sasuke no se había quedado satisfecho con aquella resolución. A saber, si por la culpa de haberlo asesinado cuando amenazo con sacarle el corazón a Naruto, o arrebatarle los ojos a su aniki o cuando ejemplifico como violaría a Sakura repetidamente mientras obligaba a ver todo lo anterior.

El tipo era un monstruo, pero Sasuke se sentía peor. Así fue la primera vez que regreso, quiso confirmar que todo sobre Hyo había desaparecido, pero en cambio, vino y entrego un tributo, un jabalí que entregarle a la madre arácnida. Y así de vez en vez, Sasuke se había terminado encariñando con la monstruosidad extrañamente, cuando sentía que las cosas eran demasiado tensas o necesitaba reflexionar y se encontraba a si mismo cuidando de aquella guarida. Con el tiempo, entendió que uno o dos jabalíes eran más que suficientes, por el contrario, le gustaba alimentarlas, aunque no mirarlas comer; ellas mismas se cubrían para evitarle la escena. Desde las ramas, no calculaba más allá de tres o cuatro metros de altura, pero ahora por cómo la ve a su altura completa, luce aún más grande, imponente. Luce más grande que el lobo Bosu-sama, el líder lobuno amigo en Yugakure de Naruto.

Por la forma en cómo se detuvo de atacar la enorme araña de color café arena, ella también lo reconocía.

Sasuke escucho el "¡wow, mira esa cosa!" de Suigetsu y el "Iugg" de Karin cuando el Uchiha alzo su mano sorprendiendo a todos cuando la sangrienta criatura se dejó acariciar dócilmente.

Fue sentir a Jugo caer tranquilamente a su lado y una leve tensión en la araña, que Sasuke le susurro:

- Sé que puede que no me entiendas, pero necesito tu ayuda esta vez. Onegai, obasan.

Aquellos ojos negros lo miraron haciéndolo sentir un poco incómodo. Sentir ocho ojos letales frente suyo haría temblar a cualquiera, menos a Sasuke. Los Uchiha no tiemblan.

Entonces hizo algo que esperaba que motivara a la araña. Deslizo un poco de su propio chakra en ella, sobre el filoso colmillo que estaba tocando, dejándole saber que no quería lastimarla.

No sabía usar ninshu, no tenía los conceptos que Naruto o Sakura, pero sabía que, si alguien arrojaba sus buenas intenciones en chakra, la contraparte no sentiría temor. E inauditamente: funcionó.

Así como con ciertos ciervos de Yugakure, escucho el sentir de la araña dentro suyo cuando esta influyo un poco sobre él:

- A-y-u-d-a – tarareo la enorme bestia dándole a Sasuke una pizca de agradecimiento que sentía por las comidas que le había llevado, ayudándola a salvaguardar a sus crías.

Con ambos compenetrados, fue Jugo quien toco el hombro de Sasuke, para que la araña se sintiera tranquila ante su presencia. Aceptándolo, permitió que también el enorme hombre tocará a la bestia y esta se adaptará a su chakra.

Jugo sonrió espléndidamente en cuanto la araña le dejo entrar a su forma por medio de chakra, mientras que Sasuke enviaba una señal a Karin y a Suigetsu quienes aún no se animaban a bajar al piso ante la escena casi dantesca bajo ellos.

Realizando el mismo ritual, con un Suigetsu más pálido de lo normal y Karin en el punto del asco, cuando sintieron el chakra fluir de la criatura hacia ellos, sintiéndose puros y agradecidos, aunque no eran sus sentimientos. Eran los de la humilde bestia.

Y así, con ayuda extra, Sasuke retomo la carrera hacia la Aldea. Sólo esperaba que llegarán a tiempo aún.


Torre Hokage.

11:34 am

A pesar de que lo habían esperado, a pesar de haber creído que lo tendrían controlado, habían logrado penetrar sus principales defensas, habían osado a atreverse a atacarlos en su propio territorio; y, sin embargo, alguien – cof cof malditos huérfanos – de alguna manera los habían ayudado por centésima vez.

Cuando se había sentido una inmensa energía desprender del centro de la Aldea, sinceramente esperaba que el horror fuera mayor. Partes humanas volando por todas partes, humo y huesos calcinados serían el nuevo decorado del suelo, pero no fue tan grave. Había destrucción, pero el hombre, presuntamente el Camino Deva que había aterrizado en el centro de la Aldea, no logro ejecutar su jutsu por completo.

Cientos de ramas, árboles sangrantes, flores venenosas, lirios rojos y negros habían emergido del suelo y habían envuelto al hombre, deteniendo su ataque, absorbiéndolo con sus frutos y marchitándose a si mismas antes de dejar que Akatsuki terminara, por lo que el centro era un desastre pero no había sangre, había capullos y venus carnívoras que habían resguardados en sus bocas a aquellas personas que estaban transitando evitando cualquier ataque, y así habían logrado escapar, alejándose del lugar.

Había daños estructurales, pero no había muertes aún. Milagrosamente.

El hospital era un sitio protegido con árboles gigantes militares que sonríen y ríen macabramente, pero defienden con intensidad el lugar, como si de una madre preocupada se tratara.

Había visto Tsunade desde la cima como un mini ejército de quince arañas gigantes arenosas, que parecen salidas del bosque de la Muerte, están trepando velozmente dejando telarañas en los edificios, puede ver a un Uchiha Sasuke montando a aquella monstruosidad ladrando órdenes y agitando su mano en ciertas direcciones. Al menos tres compañeros de Raíz, sus inseparables, lo siguen cada uno en su propia araña. Entonces observa el ataque: Ahhh… para eso son las telarañas de aquellas criaturas.

Están deteniendo los ataques de las bombas sobre los edificios, creando una fina capa de hilo, que los repele cual trampolín y evitando que los edificios se caigan sobre los civiles desprevenidos, increíblemente resistente. Asqueroso pero inteligente, demasiado inteligente.

Una explosión suena a la derecha, cerca del distrito shinobi Anbu, los departamentos, donde una bomba parece dirigirse a la Torre Hokage solo para que una sombra desde el suelo emerja y la absorba.

Decenas de shinobi de todas edades se mueven a todas partes, y han más de pasado treinta minutos desde el inicio del ataque, pero su corazón se enternece cuando Katsuyu-sama le confirma que aún no ha habido bajas. No hay nadie por quien lamentar… aún.

Con el sello activo, brindando energía a aquellos shinobi que ya están lastimados, y los civiles asustados hasta la muerte, la Hokage esta arrodillada en la cima de su Torre observando todo a través de los ojos del poderoso chakra Senju y gracias a la intercomunicación con su invocatoria oruga.

De pronto, siente una presencia antinatural detrás de ella, y sabe quién ha llegado.

Escucha a Genma describir al hombre de Akatsuki:

- Seis piercings en la nariz, siete en la oreja; es él.

La Senju se toma su tiempo para levantarse, más por examinar sus posibilidades, que por el cansancio del jutsu y su prominente edad.

Tsunade voltea y es cuando mira por primera vez al hombre que logro hacer que Shikamaru se dedicara a hacer algo por primera vez en la vida. Correr.

La descripción de Itachi es precisa, no con respecto a la oscura vestimenta, o el cabello naranja. No. Si no aquellos anillos morados que lucen muertos y a la vez, exageradamente infernales. De otro mundo.

Había escuchado rumores sobre el Rinnegan, pero eran eso. Hashirama-ojii-san le había dicho en sus cuentos para dormir que había tantas cosas que desconocía del mundo, pero el Rinnegan era definitivamente un mito. Uno por el que Uchiha Madara murió sin poder encontrarlo, se lamentaba su abuelo.

En cambio, ahora que lo ve en persona se le antoja idéntico a como lo explico su kodai Uchiha:

Es un hombre que no tiene nada que perder, y, por tanto, tiene todo por ganar y hará lo que sea por lograrlo.

Eso dicen sus ojos a pesar de lucir aburridos, serios y mortales.

- Ha pasado mucho tiempo Tsunade-sama – la voz del hombre es un profundo barítono, quitándole el tono de muerto viviente. – Eres la única que queda de los Legendarios Sennin.

Eso congelo la sangre de Tsunade. No podía ser cierto, no podía ser cierto, no podía, no podía… ¿Jiraiya? ¿El idiota loco… su Jiraiya, estaba muerto? Por supuesto que no. Ese loco no podía morir, no aún. O ella misma se encargaría de asesinarlo.

Decidiendo evadir ese comentario, modulo su rostro como la kunoichi consumada que era para continuar escuchando al hombre frente a ella:

- Deseo que me dediques un momento para hablar contigo.

Hubo algo, una palabra o un momento que libero un recuerdo dentro de Tsunade, uno que no había correlacionado jamás, no hasta ver bien a este hombre:

- Tú eres ese chico – con este susurro de reconocimiento se ganó la tensión de su propio shinobi – el que vi hace mucho tiempo.

- Parece ser que me recuerdas – contesto él con esa voz grave.

El chico que tendría a lo mucho ocho o nueve años de Amegakure se había convertido en esto. Un títere de otro ser vivo, uno que era demasiado poderoso para dejarlo caminar libremente y más en su pueblo.

- ¿Le conoces? – cuestiono su escolta, pero Tsunade apenas susurro algo mientras recordaba que este mismo chico de la Tierra de la Lluvia fue el aprendiz de Jiraiya hace tanto.

- ¿Quién es? – le preguntó Anko pero fue respondida por el hombre de anillos morados.

- Un dios que restaurará el orden – su reclamo parecía decidido y con demasiada autoconfianza.

- Parece ser que no está en su sano juicio – dijo Genma, pero poco importo cuando el Akatsuki dijo

- El chico llamado Naruto, ¿dónde está? Es el Kyūbi.

- ¿Por qué te diría?

- La búsqueda de los jinchūriki está a punto de terminar. Los Bijuu ya no son los ecualizadores para mantener el equilibrio de poder entre las Aldeas ninja. No tiene sentido proteger al Kyūbi ahora.

- Así que después de todo, tu objetivo es ¿Naruto? – pregunto la Hokage sonando seria.

- La guerra empezará muy pronto – dijo el criminal tranquilamente – las semillas de la guerra ya existen en todas partes, listas para explotar y nosotros tendremos el control de esa guerra. Si cooperan con nosotros, no nos opondríamos a ayudarlos. Debido al estado de esta Aldea deberías saber de lo que somos capaces – dijo de una manera tan serena como si diera por hecho que tiene todo cien por ciento resuelto.

- Los terroristas como ustedes buscan destruir la paz, que nuestros predecesores se esforzaron por lograr y mantener. Tus palabras, niño, serán tu ruina – contesto igual de tranquila Tsunade.

La Hokage observo como ese hombre cerro sus ojos para abrirlos segundos después con una inuscitada inexpresión mientras exclamaba:

- ¡Que arrogante! – y enseguida una inmensa brisa se expandió desde el hombre como una onda de poder que empujaba al borde de la Torre a la Hokage. – Tu paz ha traído la violencia sobre nosotros – dijo cuando la brisa termino.

- Admito que algunas de las acciones pasadas de Konoha no fueron justas, pero tus acciones son imperdonables.

Entrecerrando los ojos letalmente el hombre dijo:

- Cuidado con lo que dices. Esta es la última advertencia de un dios – decretó como si de verdad lo fuera – Dime dónde está Naruto. ¡Habla!

- Puedo decirte algo: ¡Has cometido un grave error! Lo que deseas nunca lo conseguirás – comento mortíferamente la Hokage rubia.

- ¿Puedo preguntarte algo, Tsunade-sama? Ese chakra impuesto en sus piernas, ¿es para contrarrestar mi jutsu? Evidentemente, se han preparado para nosotros. Sin embargo, todo es inútil ante mi poder abrumador. Ustedes, las grandes Aldeas lo han demostrado en los últimos años. Todos ustedes piensan que son los verdaderos protagonistas de este mundo y no lo piensan dos veces ante la muerte, y se tranquilizan a si mismos pensando que eso conseguirá la paz. El odio es realmente quien provoca esta causa y efecto.

- Deja de decir tantas tonterías – gruñe Tsunade ante la indiferencia de la vida por este hombre.

- En la batalla, ambos lados sufren la muerte, las heridas y el dolor.

- Y nosotros, las grandes Naciones, ¡hemos tenido que compartir el dolor! – grita la rubia - ¡Deja de dar excusas por tus acciones!

- Eso es ridículo. Última oportunidad. Dime dónde está el Kyubi, Tsunade-sama, o muere.

- Dices que es tu última advertencia, en ese caso – fue el turno de Tsunade de actuar engrandecida – adelante. Veamos de qué eres capaz.

Fue entonces que Pain se movió a una velocidad increíblemente veloz, sobrepasando a su escuadrón, desafiando la gravedad, retando al ojo humano; y estaba encerrando su mano sobre la garganta de la Hokage, antes de que esta sintiera una brisa en sus mejillas. Pero una mano había detenido a aquella que deseaba desgarrarla.

Ambas figuras delante de la rubia se miraron imperturbables y, aun así, se podía sentir la intención asesina que invadía cada uno de sus cuerpos, ambos se habían movido a una velocidad escandalosa. Los jadeos de sus escoltas confirmaron lo que prometía ser una batalla épica al ver al recién llegado.

El líder de Akatsuki miro a su nuevo oponente, quien aún no lo había soltado de su brazo, apretándolo rudamente y saludo con cortesía casi burlona:

- Es un placer verte de nuevo, Itachi-san.

A la Hokage rubia se le antojo que aquella mirada fría del Uchiha era la más mortífera que jamás le visto hacer antes.


Departamentos Shinobi.

11:35 am

Desde que se le había acabado el shampoo esta mañana sabía que algo malo iba a pasar.

Pudo haber sido el hecho de que Kiko-kun había comido toda la carne que sobro el día anterior o de que Pakun le había dicho que olía raro, porque ese perro no huele nada sino son croquetas, y el leve deja vú de su correspondencia nula de facturas vencidas. Todo aquello debió de ser una señal, y Kakashi no es sino un escrupuloso hombre rutinario. Por eso, desde que supo que el jabón favorito de los perros se había acabado supo que debía prepararse y agradece internamente que lo hizo.

Su edificio no había salido defectuoso, pero noto como el de al lado sí había sido afectado trágicamente. De su interior parecía haber salido una tóxica invocatoria de ciempiés de color amarillento podrido de tamaño descomunal, cuyos ojos eran un morado anillado y sus patas habían arrasado con las paredes del ya de por sí rancio edificio. Fue cuando Kakashi sintió otro ligero temblor y por la ventana de su departamento pudo ver otra pata que pasaba ferozmente arrasando con su propio edificio. Era otro ciempiés.

Ambos tenían los ojos morados. Pain.

A toda velocidad, Kakashi salió disparado haciendo un recuento mental de sus compañeros que permanecían dentro, alguno que siguiera de incapacidad y había optado por guardar reposo en su casa en lugar del hospital; envió destellos de chakra rápidamente antes de ver que el ciempiés comenzaba su regreso del techo hacia abajo rodeando las paredes para meter sus patas enormes por las ventanas, destrozando lo que llegara a tocar.

Logrando sacar a un shinobi cuya pierna se había roto dos días antes, lo cargo, antes de lanzarlo a los brazos de otro jōnin.

En un momento, observo por el rabillo del ojo, una cabellera rosa brincando frenéticamente entre los edificios con un objetivo a la vista supuestamente. Dos equipos Anbu parecían estar escoltándola.

Ambos ciempiés parecieron notarla al mismo tiempo y estaban a punto de perseguirla cuando Kakashi se colocó frente a ellos deteniendo su caminar al expulsar torrentes de humo hacia sus caras.

El humo negro no tardo en disolverse cuando ambas cabezas atacaron a donde estaba Kakashi de pie; los demás shinobi empujaban kunai y shuriken a través de la endurecida piel de las bestias, pero no podían ser atravesadas. Unas fuertes mandíbulas lograron trenzar a Kakashi quien quedo despedazado ante el mortífero ataque. Inmediatamente, un tronco apareció entre las fauces del amorfo, quien enfurecido por ser estafado empezó a buscar a Kakashi por todas partes.

- ¿Cómo procedemos Hatake-san? – pregunto Konohamaru al peli plateado.

Ambos habían resguardado energías detrás de una enorme piedra del primer edificio despedazado, el polvo estaba ayudando a ocultar sus aromas, pero poco tardaría para que ambos ciempiés pudieran encontrar a los shinobi.

- Debemos ir a por los ojos, no las patas ni el torso – explico Kakashi – son los ojos los que debemos evitar en uno y atacar en el otro.

- ¿Cómo? – pregunto confuso el adolescente.

- Son complementos al parecer – dijo Kakashi, tratando de resumir lo que había aprendido de meses de estudio sobre el Rinnegan – aunque uno este de espaldas, si el otro te ve, es como si ambos te observarán al mismo tiempo, en distintos ángulos.

- Oh… mierda. Tsk. – maldijo Konohamaru luciendo pálido y verdoso por un momento cuando comprendió para en instantes, empuñar su katana y decir enfurecido - ¿Cómo nos dividimos, Hatake-san?

El problema no eran los monstruos, era el hecho de que el usuario animal debería de estar en Konoha para poder hacer demonios tan poderosos. Akatsuki había atacado Konoha, eso podía explicarse con tres cosas: uno es que al fin comenzaron la batalla que tanto predicaron, vinieron a recuperar a Obito de las cárceles de Hokage-sama, o la peor noticia, venían a por Naruto.

Venían a por el hijo de sensei. Venían a por ese lindo cachorro rubio y latoso del que tanto se había encariñado.

Si venían terroristas a por él, Kakashi lo tenía decidido. Pelearía con uñas y dientes por cualquier razón, pero a Naruto no lo tocarían. No lo permitiría. Lucharía por lo que le hicieron a Obito, por como lo trastornaron, pelearía por la dignidad y el orgullo de su aldea amada y pelearía hasta la muerte por el hijo de su sensei, su legado.

- Necesitamos distraer a las bestias, no matarlos aun, sino el usuario creará más simplemente.

- Por supuesto Hatake-san. – asintió Konohamaru entusiasmado con fuego en la mirada.

- Ahora escucha bien; necesitamos distraerlos el tiem… - un temblor repentino interrumpió a Kaskahi.

Un gruñido, casi comparable al del dolor de las criaturas, remonto los aires sonando agonizante.

Ambos shinobi asomaron la vista por encima para ver de dónde provenía el ruido y Kakashi quedo impactado ante la vista de una enorme araña azotando con sus patas delanteras a uno de los ciempiés, logrando derribarlo y someterlo en el piso mordiéndolo ferozmente siendo increpada desde atrás por el otro amorfo, pero este fue detenido por una telaraña que lo envolvió, la cual salió volando del estómago de una segunda arácnida, la cual estaba siendo guiada por Sasuke.

- ¿Qué… por todos los… cielos? – murmuro Konohamaru sonando tan estupefacto como el propio peliplateado.

Frunciendo un poco el ceño, Kakashi se dio cuenta que Sasuke se había convertido en un ínfame señor de la guerra. Gritando órdenes a las arañas como si fueran caballos o perros y estas les hacían caso. Era su líder sanguinario, que lo enorgullecía. Ya no era el segundo hijo Uchiha o el menos favorito como creció dentro de su propia familia; si no que ahora se elevaba sobre el lomo de una araña de arena mortífera con su propio uniforme de Raíz. ¡Ahh… el orgullo! No lo atrofiaste por siempre, Orochimaru, pensó Kakashi saliendo de su estupor.

- ¡Sasuke! – grito Kakashi agitando los brazos.

El pelinegro lo miro y con un movimiento de cabeza, le pidió que montara junto con él. Suspirando profundo, Kakashi accedió mientras llevaba a Konohamaru consigo en un jutsu de teletransportación de humo.

- ¡Oy! – exclamo el adolescente quien se puso verde al montar sobre la araña gigante.

- Kakashi – saludo Sasuke dando un asentimiento de cabeza - ¿han evacuado a todos aquí?

- Qué curioso que digas eso de la zona shinobi, Sasuke.

- Sólo recordándote que no eres tan joven como antaño, sensei – dijo Sasuke mientras la araña evadía un ataque del amorfo.

- No me duele, me quema, me lastima Sasuke– dijo el peliplateado sonando ofendido y herido.

- Si ya terminaron de hablar como dos chismosas – dijo Konohamaru sonando enfermo y retraído - ¿podemos idear como vamos a acabar con esas cosas?

Ambos lo miraron por un momento, e incluso Kakashi le negó con la cabeza, decepcionado respondiéndole:

- Que triste se va a sentir Naruto cuando se entere que le hablas así a sus dos mejores amigos.

- Eres demasiado mayor para ser su amigo, sensei – dijo Sasuke luciendo impertérrito ante el chisme, pero con ambos ojos en todo momento, guiando a su araña por todo el resto de los edificios, alejando de la zona al ciempiés.

El otro ciempiés había quedado ridiculizado cuando Karin, Suigetsu y Jugo atacaron cada uno con su compañera arácnida y dieron fin en segundos al insecto horrible.

- Otro clavo para este pobre viejo, ¿neh Sasuke? – Kakashi se tocó el pecho en tono de dolor antes de colocarse serio y decir – el Camino Animal no debe de estar lejos.

Sasuke asintió y pensó a toda velocidad mientras el copia ninja preguntaba:

- ¿A dónde iba Sakura? La vi corriendo hace un momento atrás al centro de la Aldea.

- A activar el protocolo de emergencia de Yamato-san. No puede hacerlo a distancia, debe de estar cerca para poder hacerlo – dijo Sasuke entre gruñidos cuando la araña fue mordida en una pata.

Kakashi comprendió enseguida. Si eso era cierto, si todo lo que habían tratado de proteger aún tenía salvación, entonces haría lo que fuera por ayudar.

- Distrae al ciempiés Sasuke, voy a por el Camino Animal. – Kakashi miro al adolescente – Konohamaru, te daré una misión, ten cuidado. Será peligrosa.

- Hai, Hatake-senpai – asintió serio el pequeño Sarutobi, sintiéndose útil finalmente.

- Para activar el protocolo de emergencia de Yamato, necesitamos que todo el diámetro de Konoha este libre, es decir, no puede haber escombros, no puede haber gente o simplemente no se activará. Acude y retira todo lo que pueda estorbar el camino del sello.

- Hai, Hatake-san, el diamétro, ¿cómo lo reconoceré…?

Kakashi elevo su brazo y salto de la araña para aterrizar en la tierra justo cuando Sasuke atravesaba una de las fronteras del oeste.

El peliplateado activo su chidori un segundo antes de caer con firmeza apuntando con el brazo a la tierra donde se pudo percibir como el rayo se incrusto y en lugar de desperdigarse en la tierra, ilumino un camino, uno circular que parecía darle la vuelta a la Aldea. Ese era el diámetro por proteger.

- Sigue el camino, Konohamaru, y recuerda nada debe de estorbar sobre el suelo porque el sello no se abrirá correctamente para protegernos – instruyo Kakashi, mientras veía al ciempiés perseguir a la araña. Sasuke ya estaba lanzando jutsus de katōn evitando que siguiera mordiéndola.

- Hai Hatake-san – dijo Konohamaru antes de que este fuera tomado por el cuello por otra araña, la cual lo arrojo por el aire y aterrizo en su lomo.

El pobre Sarutobi estaba desconcertado, mirando a Jugo delante suyo y saludando con reverencia de cabeza a Kakashi.

Con su propio equipo, con Suigetsu y Jugo apoyándolo, Kakashi observo como recorrían la línea que dejo marcada Kakashi, maravillado con la velocidad con la que estaban eliminando los escombros con aquellas fuerzas de las patas de las arañas.

Que extraño es el mundo.

Casi, casi se sintió avergonzado el copia ninja por mandar a niños a hacer un trabajo tan importante, pero luego recordó que los compañeros de Sasuke en Raíz eran todo menos normales. Él lo sabía. Él había ayudado a reclutarlos.

Ahora bien, es momento de buscar a ese usuario de Camino Animal.


Ruinas del clan Haroti, frontera de Konoha, a veinte minutos de la Torre Hokage.

11:42 am

Encubiertos detrás de un edificio, se montaron discretamente cuales sombras en el oscuro pasillo. Observaba al equipo de valientes shinobi que aguardaban detrás de los escombros de los árboles caídos y de una guardería cercana.

Tenten y Neji-san habían tenido un excelente plan: mientras una bombearía al criminal, el Hyūga podría atacar sus puntos de flujo de chakra, eliminando cualquier posibilidad de volver a exponer sus propias armas. Y así había sucedido. Shikamaru se había encargado de haberlo congelado el tiempo suficiente sobre la tierra para que Neji-san hiciera su trabajo atacando sus caminos de chakra, y al tiempo, le separara la columna del resto del cuerpo.

Había sido trabajo de mucho tiempo, minutos eternos, mucho esfuerzo, sudor y sangre, porque parecían infinitas sus armas, y aunque Tenten era una excelente armamentista, simplemente la palabra eternidad aplicaba con este terrorista. Se había acabado prácticamente todo su armamento de la kunoichi para cuando lograron derribarlo. El problema es que nunca se consideró que el Akatsuki, el camino nombrado como Asura, podía resucitar.

Corrección: otro Akatsuki lo podía resucitar.

De la nada llego un hombre de cabellos naranjas, prácticamente idéntico a todos los demás caminos, a diferencia del de Asura. Este hombre se le quedo mirando a su compañero en el suelo completamente destrozado, sin dedicarle otra mirada a los shinobi de Konoha; y acto seguido elevo su mano.

Un jutsu, detecto Shikamaru, capaz de hacer aparecer la cabeza de una estatua, un jutsu capaz de manipular la lengua de la cabeza gigante de boca abierta, pintada en colores monocromáticos, y tomar el cuerpo de su compañero. Sin una sola palabra, pudieron observar como la lengua se engullía al camino de Asura dentro de él y al momento de ingresar en la boca de la estatua era… ¿comido? La estatua comenzó a morder como quien degusta la comida.

- ¿Estás viendo lo mismo que yo, Shikamaru? – pregunto Tenten sonando sórdidamente confundida.

- ¡Maldición! – gruño el Nara por lo bajo mientras notaba que Neji-san estaba pensando a toda velocidad como resolver su situación.

Tan impactados como estaban, se quedaron de pie observando que estaba ocurriendo con aquellos dos Akatsuki. Alto sería su horror cuando menos de cinco segundos después la boca se abría por última vez, dejando salir por su propio pie al Camino Asura. Completo. Reconstruido. Revivido.

Para Shikamaru, era uno de los jutsu más brutales que había tenido el disgusto de ver; porque todo su arduo trabajo se había ido al traste. No habían podido descubrir mucho del Camino Naraka, sólo que tenía la capacidad de obligar a las personas a decir lo que sea que él les está preguntando. Si dicha persona no tiene información que brindar, simplemente muere de alguna manera, como si su chakra fuera succionado. Si la persona tiene información, le será arrebatada en contra de su voluntad y al volverse inservible, sufrirá el mismo destino.

Cada poder de los seis caminos que habían desenterrado de las profundidades de mitos y leyendas, donde los clanes tuvieron tantos problemas para encontrar respuestas, al parecer eran tan desconocidos para aquellos que los vivieron que tampoco había registros sobre muchas cosas de las habilidades estos tipos.

Al menos, al Nara jamás se le habría olvidado que uno de ellos podía resucitar a sus compañeros.

La lengua del shinobi seguía saliendo de su cuerpo, alargándose a medidas exorbitantes y el pobre hombre gruñía para posterior escuchar al Camino Naraka decir:

- Entonces, siendo así, voy a juzgarte.

La mano del criminal libre se elevó para colocarse sobre la cara del shinobi y con horror observaron como el hombre coloco los ojos en blanco y una canaleta de saliva surgió de su boca cuando su lengua regreso a su cuerpo.

Acto seguido, el cuerpo del valiente Anbu fue arrojado sin cuidado a un lado por el camino Naraka.

Fue entonces cuando aquellos ojos morados anillados miraron directo a Shikamaru y el Nara supo que sabía que él sabía.

- ¿Dónde está el Kyūbi? – le cuestiono el hombre preguntándole directamente a él causando la tensión de todos cuando notaron tan súbito interés en Shikamaru.

Neji-san se colocó frente a Shikamaru en posición de defensa, dispuesto a atacar en cualquier momento; un segundo después fue Tenten quien se colocó también en posición defensiva casi protegiendo al Nara.

- Tenten – murmuro Neji-san con voz tensa – nuestra prioridad ha cambiado. Nuestro objetivo es proteger a Shikamaru hasta que lleguen los refuerzos.

- Entendido Taicho.

- ¡Iie, Neji-san, nuestra misión es acabar con todos! – grito el Nara sin poder creer el cambio de planes.

- Existe una diferencia entre el realismo y el optimismo, en nuestro caso significa la supervivencia ante estos dos, Shikamaru. – contesto con naturalidad el Hyūga, quien se tensó aún más cuando observo a los dos caminos acercándose a ellos con un paso tan sereno.

- Neji…

- Necesitamos un nuevo plan Shikamaru, eres considerado el más inteligente de nuestra generación – el Hyuga volteo a verlo un segundo – Demuéstralo.

Sin más, Neji-san se enfrentó al camino Naraka, con un movimiento de piernas listo para ser una llave, pero el usuario pudo igualarle el paso y antes de que Neji-san se acercara más, el Akatsuki ya se estaba moviendo con taijutsu.

- Confiamos en ti – dijo Tenten con una sonrisa tensa que le dedico al Nara, mientras también salía a la batalla con el Camino Asura.

Bombas y misiles estallaron tan cerca que Shikamaru sintió zumbar sus oídos demasiado fuerte y lo descolocaron. Una fina grieta en su cabeza dejo salir un hilo de sangre que le coloreaba la ceja izquierda. Por la forma en como cayo su cuerpo después de una bomba enterrada que alguien detono, el Nara se enteró de que se había roto la muñeca.

Se odio a si mismo cuando al fin enfoco, olvidando que el color rojo en su visión era su esclerótica rota, se odio porque, aunque le encargaron un plan, su mente corría en todas direcciones sobre cuantas posibilidades tenían de poder sobrevivir a este ataque, con estos dos.

De pronto algo ocurrió, en el cielo una sombra apareció gigante, monstruosa. Una bomba todavía más grande que todas las anteriores juntas se estaba deslizando hacia abajo, justo donde estaban ellos como escuadrón. Shikamaru sólo tuvo tiempo a enviar una oración en nombre de la salvación de su amada aldea, familia y amigos, para lo que venía después de esto.

Con el sudor resbalando en su espalda, el Nara cerró los ojos antes de dar gracias por lo que fue su vida. Sin embargo, pasa el tiempo y cuando ya van seis segundos Shikamaru abre los ojos porque ya tardo la bomba en caer, y eso que no le faltaba nada con explotar. Alta fue la sorpresa de Shikamaru cuando encima de él, encima de las cabezas de Hyuga y de Tenten, estaba la bomba. Deconstruida.

Flotando.

Todas las partes con las que estaba hecha, sus tornillos, su pólvora, sus partes metálicas, toda la estructura estaba levitando en el aire impidiendo que tocará el suelo, todavía más que explotará por accidente.

- Buenos días, ¿Cómo va todo? – escucho la voz solmne de Sakura-san por detrás.

Volteando rápidamente, ahí encontró Shikamaru a la pelirosa con dos Raíz al lado de ella; su mano derecha brillaba en verde y, antes de nada, la vio endurecer la mirada y mover la mano para acto seguido, la calle donde estaban parados los Akatsuki deconstruirse abstractamente casi como lo había hecho la bomba. El piso, los árboles, las piedras y paredes más cercanas se movían sin cesar en un raro ambiente como si fuera un sueño raro con las cosas retrayéndose sobre si mismas, desapareciendo la gravedad del suelo. Los Akatsuki se perdieron entre esos senderos antigravedad.

- Onmyonji, no tenemos tiempo – dijo el Anbu Raíz detrás de ella con urgencia.

- Lo sé, escuadrón 10 quedénse aquí. Cubran al equipo de Nara-san. Escuadrón 4, continúen conmigo. Hyuga-san, Shikamaru, Tenten-san, no defrauden a Taicho muriendo estúpidamente.

- ¡Tú! – gruño el Nara enfadado antes de decir – Arigatou.

La pelirosa asintió antes de desaparecer totalmente, llevándose consigo tres Anbu más. Los que se quedaron inmediatamente protegieron a los tres Jonin mientras la realidad donde estaban atrapados los Akatsuki seguía distorsionada. Con este tiempo comprado, Shikamaru pensó a toda velocidad cual sería el siguiente paso.

Ordenándoles a los Anbu Raíz ser su nuevo escudo frente a los posible ataques de Akatsuki, el joven Nara comenzó a desplegar planes sobre sus opciones. Sin embargo, se podía ver que la realidad dismórfica que dejo Sakura-san detrás ya estaba ralentizándose; la magia se estaba terminando.

Cuando todo regreso a la normalidad, tanto polvo, árboles, edificios retornaron a su estado original, como si no hubieran sido atacados brutalmente por el ínfame enemigo; fue así como encontraron a ambos Caminos, Asura y Naraka, uno al lado del otro escuchando murmurarse entre sí decir:

- La Hechichera.

- Esta aquí.

- Atrápala.

- Tsk. ¡¿Y tú crees que dejaremos irte tan fácilmente?! ¡Pero si ni hemos terminado contigo! – regaño Tenten ya con el jutsu de armas listo.

Las bombas de la kunoichi resonaron atacando a los Akatsuki impidiendo que cualquiera de los dos se saliera del sello de prisión que ejecutaron los Raíz cuando los Akatsuki pusieron un pie en suelo sólido. Arma explosiva tras otra empezaron a caer en el cielo y parecía que la victoria estaba completa del lado de Konoha.

Sin embargo, hubo un momento en que tembló la tierra y se partió; ocasionando un terremoto que hizo estremecer a todos y del suelo emergieron hilos negros que recorrieron todo el parque formando extraños símbolos que sobresalían como si estuvieran buscando a alguien.

Fue Neji-san el que se acerco intentando detener con fuerza golpeando el suelo y al pisotear dicho hilo más grande de pronto un tronador sonido hizo eco en el parque. El hilo no era sino pólvora. Pólvora altamente sensible al chakra. Era básicamente una granada a quien la tocará. La explosión cegadora rezumbo cerca de Shikamaru y vio como el edificio más cercano colapsaba cerca de ellos, y la tormenta de humo y polvo impedía ver a nadie. Para cuando Shikamaru pudo observar algo, estando semi acostado en el suelo, pudo visualizar al Hyūga a tan sólo unos metros de él.

Neji-san gritaba de dolor, pero Shikamaru no entendía, no hasta que gateo hasta llegar al shinobi.

El camino de pólvora le había destrozado toda la pierna derecha y parte de la cadera.

Y en vista de que nadie puede sobrevivir con una fuga de sangre en el pecho y espalda que lo atraviesa de lado a lado, Neji-san estaba a punto de morir.

Un grito familiar resonó y Shikamaru observó como Tenten se acercó a ellos, mucho más maltratada que hace tan sólo unos segundos, arañada, cortada, con hemorragias en todas partes, pero al menos aun viva.

Sin embargo, por la forma en como miraba a Neji-san y este le regresaba la mirada perdido, ella comenzó a gritar frenéticamente:

- ¡Neji! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Tú no! ¡Onegai! ¡Onegai no! ¡No! ¡Neji! – su estallido circulaba como un eco a través de todos los escombros y resonaba como una maldición de una mujer hacia el amor de su vida.

El Hyūga entre aquellos ojos violeta claro y una posible ceguera no había forma de distinguir si era capaz de observar a sus compañeros cuidándolo en sus últimos momentos.

Las lágrimas caídas de Tenten colorearon senderos entre la mugre y la sangre en la cara del Hyūga eran removidas por caricias y murmullos que susurraba cálidos la kunoichi hacia su compañero y capitán, pero poco podían hacer para detener el movimiento que capto por el rabillo del ojo Shikamaru.

El camino del Rinnegan, Naraka, se acercaba a ellos con paso firme; el otro se había quedado atrás con esa semi sonrisa lunática burlona de su situación.

Levantándose para cubrir con su cuerpo al de Neji-san y a una inconsolable Tenten, Trato de juntar ambas manos, aunque doliera más, y dejo salir su sombra rápidamente para encarcelar al hombre de capa negra que se encontraba a tan sólo tres metros. Sólo que este hombre miro hacia abajo ligeramente incomprensible, tan débil y falto de chakra, Shikamaru no podía retenerlo por mucho tiempo:

- ¿Dónde está el Kyūbi? – cuestiono macabramente.

- Jamás te lo diré.

- Tienes conocimiento de él. Bien. ¿Dónde está el Kyūbi?

- Shika, no… - murmuro en sus últimos Neji-san escupiendo sangre por la boca.

- Te atreves a entrar a nuestra aldea, quemar nuestras casas, y destruir nuestra vida, pero ¡¿sabes que jamás podrás destrozar?! – gruño alzando la voz el Nara - ¡Nuestra Voluntad de Fuego!

En ese momento, enormes llamaradas atacaron desde todos los flancos al Camino Naraka y al Asura; el joven Nara sonrió cuando sintió que el cuerpo que estaba controlando se sentía más pesado, causa del desfallecimiento.

- Bien hecho, Nara. Nos encargamos desde aquí – escuchó la voz grave de uno de los hombres más temidos de toda Konoha.

- Uchiha-sama. Arigatou.

- Tranquilo. Daisuke-sensei ya está revisando a Hyūga-san. Mitoe-san los llevara a un lugar seguro – dirigiéndose a un policía que portaba un uniforme shinobi.

- Uchiha-sama… - antes de que el Nara pudiera advertirle sobre que podían resucitar, una sombra pareció aparecer en el cielo.

Fue el propio Uchiha Fugaku quien tomo a Shikamaru y lo alejo de la zona de impacto. El Nara observo que los demás Uchiha hacían lo propio tanto con Tenten como con Neji-san.

Una bomba cayo en el segundo exacto después de que desalojaran a toda velocidad, y Shikamaru perdió toda estabilidad con su jutsu de sombras para mantener al criminal controlado.

- ¡Uchiha-sama! ¡No están por ninguna parte! – grito uno de los policías uniformados como jōnin - ¡Ninguno de los dos!

- ¡Están escondidos en la estatua! – contesto Shikamaru rápidamente ganándose la mirada de interés de todos.

Sin mirarlos de vuelta, Shikamaru reviso el área chamuscada y en destrozos, comentando en voz alta:

- Uno de ellos, el camino Naraka, puede realizar un jutsu que le permite resucitar a sus compañeros. Creo que pueden haberse escondido en la boca de la estatua de dicho jutsu.

- ¡El de la cabeza! – grito Tenten suponiendo lo mismo, aun con Neji-san en brazos.

- ¡Reagrúpense! ¡Busquemos de inmediato esta estatua! Nara, ¿Cómo es dicho objeto? – pregunto ordenando el Uchiha con aquellos Sharingan girando velozmente, pero poco pudo decir el joven cuando un ligero temblor los volvió a descolocar.

Cerca de treinta hombres entre policía y shinobi estaban tratando de encontrar en lo que fue un antiguo parque la razón de esta perturbación hasta que una cabeza gigante de diseño siniestro, casi entintado horriblemente a propósito, salió de entre los escombros.

La boca de la estatua se abrió y observaron la salida triunfal, tan frescos como una lechuga, de ambos Akatsuki. Reconstruidos nuevamente, sin rasguño alguno.

Shikamaru escucho a Tenten gruñir antes que él mismo lo hiciera, por su parte los Uchiha hicieron caso a su patriarca que enseguida los formo con una voz imperturbable:

- ¡B16!

- Hai – se escuchó el coro sincronizado de todos aquellos hombres de fino linaje.

Colocándose como una pirámide a nivel del suelo, los Uchiha lanzaron tremendo Jutsu de fuego:

- ¡Katon Wall!

Un muro impresionante de llamas empezó a formarse y hasta tener el grosor de unos dos metros y altura de seis, se desplazó hacia los hombres y se podía ver como incineraba hasta sus entrañas cualquier cosa que entraba en contacto con aquel katōn.

Fue tan alta la intensidad que Shikamaru tuvo que cubrirse los ojos y reacomodarse para no quedar ciego. Poco duro el gusto de una posible victoria cuando una bomba azoto la formación, en donde cada Uchiha pudo escapar a tiempo, pero imposibilito el jutsu al no tener un sustento de energía.

Sin embargo, para sorpresa de todos, el camino Naraka dijo de repente elevando la mirada, hacia el cielo:

- Detecto a la Onmyōji, de nuevo.

- Búsqueda y captura inmediata – dijo el camino Asura – El primer prospecto, Uchiha Itachi, está en proceso de captura.

Ambos Akatsuki no miraron a nadie, pero tampoco parecían hablar entre sí, sino… con alguien más invisible para los de Konoha. Sus palabras tensaron a la comunidad y aún más, cuando el camino Naraka dio media vuelta y emprendió un nuevo camino hacia el centro de la aldea.

Shikamaru pudo observar cómo Fugaku estaba tan tenso y con ojos entrecerrados, resoplando ligeramente ante lo que sea que significara lo que dijeron aquellos dos, pero estaba enfurecido. Era un padre que sin saber que querían de su retoño mayor, quería venganza.

Reacomodo a la guardia, replanteo formulas y jutsus, aplico sellos para detener al camino Asura, quien había quedado atrás con sus armas infinitas, dando guerra a poderosos Uchiha.

Con tiempo ahora para pensar, Shikamaru, evadió los gruñidos del Hyūga al ser resanado por el joven médico quien, en contra de todo, le lanzó dientes de leche a la boca a Neji-san, y comenzó a cerrar sus heridas.

Con esta ayuda, el Nara pensaba que al fin podría pensar en un plan pronto, - evitando las bombas que ahora parecían haberse triplicado y el fuego y humo eran impredecibles – un plan para sacar a todos de aquí con vida.


Academia Ninja

11:45 am

Ver a su amada okasan caer siendo arrojada sin cuidado para terminar estampada en una pared, ha sido una de las peores visiones que haya podido grabar la memoria de Yamanaka Ino.

Por fortuna, el Akatsuki no había tocado su cabeza, por lo que no le había aplicado ese espantoso jutsu. El problema es que no parecía subir o bajar su pecho, aunque podía ser la sangre que azotaba sobre los parpados de Ino que no le permiten ver con claridad.

Siendo el clan más cercano a la Academia Ninja siempre se había considerado a la familia Yamanaka como los que conservarían seguro el lugar, al menos hasta que finalizará la evacuación civil. El problema es que como la mayoría de los Yamanaka son shinobi con grado jōnin o superior, los ninja activos se encontraban en misiones actualmente, al igual que el 40% de la población restante shinobi de toda Konoha; por tanto, no había más de alrededor de veinte personas del clan para apoyar a la academia.

La mitad de ellos totalmente civiles.

Cuando estaban a plena ejecución para salvaguardar a todos los niños de todas las edades, fue cuando apareció el Akatsuki. Era el mismo hombre de cabello largo que ella recordaba que fue cercenado justo frente a sus ojos; pero en cambio, estaba más que vivo cuando tomo la cabeza de un sensei de primer año y pregunto con una horrible voz muerta:

- ¿Dónde está el Kyūbi?

Así que sí, este era el mismo hombre y no sólo estaban atacando Konoha él y todos sus compañeros, si no que también venían por algo inusitado y extraño.

Entonces eran verdad los rumores que ella había escuchado el último año. El Kyūbi estaba dentro de Konoha y a saber por la cara que colocaron algunos shinobi mayores, ellos sabían perfectamente de quien estaban hablando.

A Ino sólo una persona le vino a la mente; es como si de repente algo hubiera sumado dos más dos y la imagen de un rubio muy inteligente y humilde con espantosas historias de terror apareció al igual que un foco encendiéndose en la oscuridad.

Sin querer brindarle más atención a ese comentario, Ino envio a uno de los genin más jóvenes un mensaje a Hino, su compañero en este plan, en donde necesitarían enfrentarse a larga distancia con este tipo.

Lo ideal es que jamás deberían dejarse tocar por él, sin embargo, era tan bueno como en taijutsu y velocidad; sin embargo, necesita el usuario del Camino Humano es peligroso por una vez al ser tocado por él, absorberá el alma de la víctima y morirá en instantes.

Observo a sus familiares peleando ferozmente pero poco podría hacer una madre primeriza de tan sólo un mes, cuando llevaba meses de incapacidad, frente a un criminal destacado. Y así, uno a uno, fueron cayendo aquellos que estaban batallando. Por suerte, ya había llegado Hinata, quienes era la otra parte de su equipo.

Una vez que Hino lo distrajera lo suficiente con su enjambre de escarabajos, usando su kinjetsu, Ino debiera de controlar la mente del monstruo, ocasionando que Hinata pudiera atacar sus puntos de tenjetsu lo suficiente como para acabarlo en el acto.

Un plan que implicaba ataques a largo, mediano y corto espacio, por ello se consideró infalible.

Lo que nunca se considero es que una bomba perdida acabaría dejando incapacitada a la Hyūga cuando una de las columnas del patio de la Academia se derrumbará sobre la pierna de Hinata.

Entre sollozos y gruñidos, tanto Hino como Ino, lucharon por sacar a Hinata. De su pierna, se podía vislumbrar el hueso y ante el inevitable dolor fue mejor para Ino acabar su agotamiento, mandando a dormir a la pobre joven.

- ¿Algún plan? – se obligó a preguntarle a Hino, pero este se notaba tenso al ver como su compañera ninja de años estaba sudando profusamente y aun mostrando signos de dolor en sus sueños.

- Debemos avisar a Aoba-san y a Kotetsu-san, ¿Por qué? Porque a corto plazo el taijutsu, puede ser reemplazado con un jutsu de desolación, y a juzgar por la responsabilidad de todos, Aoba-san puede proporcionarnos apoyo, ya que es el único que quedo como comodín junto a Kotetsu-san.

- Exacto.

Concordando la Yamanaka, recordó que Aoba-san y Kotetsu-san quedaron como respaldos en caso de que alguno no pudiera acatar los planes de defensa y ataque que habían acordado meses atrás en conjunto con Nara-sama.

Siendo así, Hino envio un mensaje a través de una pequeña larva cuyas alas eran nuevas a ambas direcciones, tanto con Kotetsu-san como con Aoba-san, esperando que no estuvieran muy lejos cualquiera de los dos. O mejor, que nadie más los haya solicitado aún.

En brazos de Hino, colocaron a Hinata detrás de una columna derruida, donde estaría a salvo de los salvajes ataques.

Es así como Ino observo cuando su madre, con kunai en mano, demostró ser una kunoichi entrada en años; falta de formación shinobi por el esfuerzo como ama de casa, y no tuvo oportunidad contra el Camino Humano.

Furiosa ante la escena donde su madre emanaba sangre cual fuente de agua, se salió de entre los escombros e ignorando a Hino, se dispuso a gritar enfurecida:

- ¡¿Quieres al Kyubi?! ¡Ven aquí, te daré tu merecido antes de entregarte a un inocente, grandísimo bastardo!

- ¡Ino! – susurro Hino mientras la veía encaminarse hacia él.

La heredera había enfurecido y corría frenéticamente a su encuentro con el criminal mientras empuñaba ambos kunai en sus manos.

Sin más plan que su propia ira, arremetió contra el Akatsuki, pero este esquivo su patada voladora y en cambio, la tomo por el tobillo y la arrojo a metros de distancia, la misma trayectoria que su okasan. Ino cerro los ojos esperando el golpe a su espalda contra la pared. Sólo que justo antes de aterrizar un zumbido resonó debajo de ella y fue así como abriendo los ojos trémulamente encontró que había sido atrapada en el aire por aquellos kinjetsus.

Por primera vez en su vida, agradeció al clan Aburame por tener insectos tan capaces. Así como ella dejo su anterior asco por los animalitos, dichos escarabajos la mecieron al suelo donde con ambos pies firmemente plantados, arremetió de nuevo contra el Akatsuki y aunque fallaba cada golpe, el clan de insectos la protegía de los ataques de taijutsu del personaje.

Hino no había salido aun de su escondite, tratando de curar con su experiencia médica a mitad de entrenamiento a Hinata. Desde que el equipo ocho había detectado que él tenía aptitudes para ser médico, no lo pensó dos veces y se alisto dentro de las clases de Shizune-sensei. La ventaja es que el conocimiento médico era tan vasto, tan amplio, que apenas en un año, había aprendido lo que a cualquier civil le tomaría tres. El problema, radicaba en que, aunque Hino era bueno, un médico ninja no se hace de la noche a la mañana. Y así, destilando su chakra medicinal hacia su compañera más querida, sólo espero que fuera la heredera Yamanaka lo suficientemente hábil para darles el tiempo que necesitaban.

Sin embargo, no pasaron más allá de tres minutos cuando escucho un horrible quejido. Hino levanto los ojos para ver horriblemente como el Akatsuki había logrado penetrar las defensas de sus escarabajos y había tomado la pierna de Ino en una voltereta, y ahora la rubia estaba caída en el suelo atrofiado. Con un hueso muy visible sobresaliendo con sangre y tendones de su brazo.

Le había roto todo el antebrazo.

Gruñendo, Hino dividió a su enjambre, esperando que el Akatsuki no lo notara, la parte más pesada, se enfrentaría y distraería al criminal, y la otra, cargaría lo suficiente a Ino hasta donde estaba él y Hinata para poder brindar primeros auxilios.

Pero poco duro aquello. El hombre de cabellos naranjas se movió exageradamente rápido hasta donde había llegado Ino arrastrándose y aunque el kinjetsu intento detenerlo, el hombre escupió una bola de fuego que lo envolvió y quemo a unas centenas de los preciosos y valientes escarabajos.

Hino grito cuando sintió el dolor de sus familiares, llamándolas de inmediato a su lado, resguardando a las que habían quedado con vida. Los pobres escarabajos sobrevivientes apenas y podían volar.

Entre tanto, Ino observo como aquella mano malvada se posaba sobre su cabeza y con todo el temor del mundo escucho una tenebrosa voz preguntarle:

- ¿Sabes dónde está el Kyūbi?

Luchando con aquellas barreras mentales que había practicado desde niña, se sintió indefensa y violada cuando el chakra tan oscuro de ese monstruo ingreso a su sistema, cortando las señales biofísicas, pero dejando las neurológicas; un instinto primitivo por gritar quedo en un intento por parte de Ino quien ya no pudo mover sus extremidades. Podía describirlo como estar atrapada en su propio cuerpo, como si no pudiera moverse sabiendo que ella está ahí, en alma y viva dentro.

Entonces lo sintió. Un escalofrío que inundaba su sistema y sin querer, contra toda insistencia de ella, una imagen de un chico sonriente y amable, con bigotes curiosos y de olor fresco se acercó a su mente.

Incluso en su imaginación, lo tenía considerado como un hombre brillante e interesante, uno que se había llevado a su primer amor, al ver la mirada que se dedicaban mutuamente a escondidas. Pero a ella no le molestaba; ella se sintió perdedora pero gratificada. Como perder ante un excelente rival, uno que incluso ella hubiera apoyado.

Escenas de cuando lo presentaron, cuando Shikamaru hablo de él como un conocido de la Hechicera, cuando les enseño como pelear contra Sacacorchos, cuando sonreía genuinamente al ver avances en sus habilidades, cuando era él quien los animaba a comer todos juntos, cuando hacía fogatas en la casa de Shisui y se quedaban toda la noche, o cuando se vistió ridículamente de dango para hacer reír a los niños del orfanato, o cuando fingió ser una señorita para conquistar a Kakashi-sensei bajo un tonto jutsu Sexy…

Y conforme iban pasando las imágenes en su cabeza, escuchaba una voz en la lejanía:

- Dime dónde está.

Aunque Ino tenía los ojos en blanco para este punto, ella sabía que no podía dar más de si misma. Sí sabía, todo el grupo de once de Konoha sabían. Pero no era una Yamanaka por nada.

Reforzó su barrera mental, tal cual lo hizo en sus entrenamientos enfrentando a los ojos de Sasuke-kun y de Itachi-sama, no permitió que sus chakras pudieran encantarle; al principio sí pero conforme paso el tiempo, se perfecciono a si misma, jamás volvería a ser una damisela en peligro. Ella quería pelear y pensó hasta hace un par de años que era una buena kunoichi.

Fue ver a la Onmyōji en acción que se dio cuenta de su grave error. Desde entonces, tomo la misma dieta que sus compañeros hombres, arremetió duro contra sus oponentes en los entrenamientos y practico hasta el desmayo cada ocasión.

Si lo había logrado con los Uchiha, lo lograría con este tipo.

Elevo y endureció cada centímetro de su mente tanto que escucho al Camino Humano decir:

- No hagas eso. Sólo terminarás torturándote más.

Retomando fuerzas, al saber que el tipo estaba frustrado Ino sintió recuperar parte de su cuerpo y susurro agresivamente:

- Para mi… defender a mi aldea… a mis amigos… ¡No es tortura!

- Tonta.

Pudo ver como el hombre de capa negra pareció robustecer la mirada e hizo algo espantoso.

Elevo la otra mano y apretó el brazo roto de Ino. La pobre no tuvo oportunidad para dejar salir un grito aterrador de dolor causando que sus fuertes barreras cayeran mentalmente permitiéndole la entrada al hombre.

- ¡Ino! – grito Hino con todas sus fuerzas al ver lo que se avecinaba.

Se escucho un susurro sorprendido del Akatsuki:

- Al fin, sabemos dónde está el Kyūbi.

Ino estaba llorando a raudales por haber sido tan débil, maldiciéndose por aun estar gritando ante el dolor de su brazo y el saberse que fue ella quien entrego tan fácilmente la información. Se odio y odio más todos los años en que sintió que pudo ser más.

A este punto, se sentía una completa traidora.

Perdóname, Naruto.

- Gracias por tu cooperación, niña – el hombre dijo mientras se sentía una especie de chakra oscuro que envolvía la garganta de Ino.

La heredera Yamanaka supo que esto era todo, la rabia en el grito de Hino quien estaba arremetiendo, la agitada respiración de Hinata inconsciente, el fuego ardiendo en las esquinas de las calles, el hombre frente a ella que elevaba su mano hasta su cara, todo aquello lo evadió y le dio la bienvenida a la dulce muerte.

Era todo lo que le quedaba por aceptar después de haberlo arruinado todo.

Cerro los ojos estoicamente y acepto su destino con dignidad, cerrando sus labios para no gritar.

Sintió aquellos dedos casi acariciar su piel cuando en lugar de sentir la mano, sintió una brisa que le acariciaba las mejillas. Una brisa que se volvió una tormenta.

Una tormenta que se transformó en un pequeño torbellino en segundos y todo quedo en silencio. Un grave silencio.

Ino sintió que alguien estaba de pie frente a ella y aunque, aun sentía miedo, abrió tímidamente aquellos ojos azules.

Unos esmeraldas duras la recibieron, junto a una piel de alabastro y una cabellera rosa.

Detrás de ella, tres Anbu Raíz tenían derribado en el suelo al Akatsuki, cada uno con una mano en el suelo, un sello uniéndolos de forma circular. Lo habían atrapado.

Ino dejo salir un suspiro tembloroso y lleno de angustia y sólo dijo lo primero que se le ocurrió:

- Lo siento, ellos saben, él… él pudo leer mi mente, l-lo siento – entre balbuceos y llorosos, cerró sus ojos bastante afectada.

Contrario a todo lo que había creído, la furia de una amiga-hermana de Naruto que la borraría de la faz de la tierra, se encontró dichosa recibiendo una energía tan cálida que parecía querer aliviar todos sus males.

El olor a olas en una mañana fresca, con el sol perfecto, llego a las fosas nasales de Ino, pero sabía que realmente era el chakra de la Onmyōji; la hechicera estaba curándola.

Ino se sintió tan consolada, cual niña afligida, que no se asustó cuando sintió elevarse por los aires y ser recibida en los brazos de Hino. Todo su sentimiento sobre ser la débil, la kunoichi imperfecta se disolvieron en la nada y le dejaron un sentir de paz y tranquilidad, a pesar del caos, ella se sabía segura.

Cuando abrió los ojos, fue el Aburame quien la veía conspicuo con ella acostada en el suelo. No tiene idea de cuánto tiempo paso, pero cuando eleva sus brazos para sentarse adecuadamente recuerda que tiene el brazo izquierdo roto.

Sólo que no duele, baja la mirada rápidamente y se observa a si misma. Cada cortada, cada raspadura y cada golpe habían sido curados; una pequeña babosa invocada por Hokage-sama estaba posada sobre Hinata para este entonces. Una Hyūga desmayada cuya pierna ha sido restaurada por completo, Ino mira sorprendida a Hino:

- No sabía que Hokage-sama podía curar a esta distancia, así. – dijo señalando a la linda babosa.

- No fue ella, Ino – respondió el Aburame mirando hacia donde estaba el Akatsuki encerrado.

Dos Anbu Raíz estaban resguardando al trío, permitiendo que el enjambre que se esperaba derruido metros adelante, regresara completamente sano y salvo a las manos de su dueño, Hino, quien los recibió con un fuerte abrazo – simulación de tal – y parecía estar llorando detrás de esas oscuras gafas.

Los otros tres Raíz estaban semi arrodillados sobre el sello que actuaba como una red de pescar para contener al hombre de cabello largo que yacía acostado boca abajo en el suelo. Se notaba que le costaba levantarse, aunque lo intentaba duramente empujándose con sus manos, para volver a caer de cara al suelo.

La pelirosa, de pie, se notaba como una guerrera milenaria con aquellas botas con tacón, amarraderas de cuero y piel, así como todo un traje negro y su cabello amarrado en una coleta alta que apenas le llegaba a la nuca. Con ambas manos detrás, tenía una fachada de lo más tranquila; y, sin embargo, no era necesario conocerla para saber que en cualquier momento se volvería una criatura demoniaca. Eso lo decía su aura.

- ¿Qué estás haciendo aquí? Molestando a todas estas agradables personas – comento casi casualmente la pelirosa.

El hombre detuvo su movimiento y volteo hacia arriba, más allá de su red, observo a la mujer de pequeña estatura y solo un momento de comprensión paso, antes de que dijera:

- Prospecto dos, Onmyōji, identificado. Objetivo: captura inmediata – su voz era guturalmente malvada sin dejar de mirar a la mujer.

- Ne, ne. Te hice una pregunta, no evadas queriendo responder otra cosa – dijo la pelirosa sonando aburrida.

El hombre se tomó su tiempo, pero al final respondió:

- Nuestro objetivo es conseguir la paz sobre las naciones. Conseguir al Kyūbi es parte de ello; en vista de las pocas posibilidades anteriores para encontrarlo, hemos decidido venir a buscarlo a su última residencia conocida.

Ino observo como la pelirosa únicamente ladeo la cabeza, mirando al hombre como si no entendiera lo que decía, por ello, el trío shinobi maltrecho escucho su pregunta al Akatsuki:

- ¿Qué clase de paz conlleva tu plan? Hasta donde sé – la Onmyōji miro a su alrededor – la extinción humana no llevaría a la paz; sería la peor solución ante un problema mayor. No acabaras con la pobreza, matando a todos los pobres, ¿me explico?

A Ino se le hacía tan increíble como la Anbu podía hablar tan calmadamente especialmente cuando el hombre parecía estar empuñando sus manos de manera siniestra.

- Nunca esperaría que alguien como tú, una blasfema, entendiera el proyecto de una paz permanente. No cuando tú eres una predicadora de la violencia. – el Camino Humano parecía molesto, aunque su expresión no había cambiado para nada.

- Acepto lo que soy. El problema aquí es que tu nula autoestima te brindo la excusa perfecta para buscar venganza o justicia, como gustes llamarlo, por lo que sea que te paso en tu patética niñez. Como si hubieras sentido el mayor grado de dolor y ahora quisieras hacerle pagar a todos con la misma moneda, incluso a aquellos que nacieron después de ti. Inocentes que aún no han saboreado la sangre; y, sin embargo, no harás diferencia en ello para repartir tu esquizofrénico concepto de castigo. Para mí, y para la mayor parte del mundo pensante – se acercó inclinándose hacia la red – sólo eres otro tonto más que tuvo la suerte de ser más poderoso que los demás, pero eso no quita que sólo seas un engendro sin un propósito real en la vida. – bajo la voz un poco más – Y por ello, te inventaste esta historia de ser importante para recibir un poco de atención de los que son realmente genuinos e influyentes en este mundo. ¿Sabes cómo se le llama a esa gente ridícula? – susurro con una sonrisa maléfica – Patética.

En cuanto termino de decir aquello, una enorme marea de chakra oscuro inundo el lugar, haciendo que los huesos de Ino temblaran. A su lado Hino tenía escondidos a los enjambres pensando en un nuevo ataque y fue sólo por acción de los Anbu Raíz que los protegieron con una barrera de chakra que evitaron ser evaporados por un fuego aterrador que lleno la Academia ninja.

Para cuando el humo se disipo, se podía ver que habían entrado en una feroz contienda ambos oponentes de taijutsu; el sello lo había logrado romper y los Anbu Raíz se habían levantado velozmente creando un perímetro de defensa. En un momento, se pudo visualizar como una cabellera rosa y uno de naranja arremetieron uno contra el otro; hubo un estallido de fuerza cuando cada uno dio y recibió su golpe, los cimientos de las calles temblaron y hasta las pocas ratas de las alcantarillas huyeron despavoridas.

Cayendo con gracia, se pudo ver a la Onmyōji sin despegar la mirada del Akatsuki que también cayo con las puntas de sus pies arrastrando la tierra en retroceso. Sin dirigirles la mirada, ordeno la pelirosa:

- ¡Ayuden a retirar a los heridos! ¡Defiendan los refugios!

Movió su mano a un lado de ella e Ino sintió un escalofrío en la espalda cuando un portal se abrió justo a metros de donde estaban refugiados ellos; al otro lado, se podía ver la entrada de la fortaleza número dos, donde acudirían todos los civiles de la zona suroeste de Konoha, por debajo de los terrenos del clan Sarotubi. Ino lo sabía porque la casa de Aburame Hino, se encontraba en la misma calle.

Los Raíz no respondieron y tampoco se quejaron de que la Onmyōji los dejara fuera de la batalla, simplemente siguieron órdenes y mientras la pelirosa se cortaba su mano derecha para dejar salir una mítica espada, los uniformados se desplegaron por toda la academia recogiendo a aquellas personas que seguían inconscientes. Ya una pequeña babosa también estaba encima de sus pechos o de la zona en la que estuvieran heridos.

Ino aprovecho para acercarse corriendo a su madre, pero para su sorpresa, al contrario de verla llena de heridas fatales especialmente en la cabeza, agradeció infinitamente cuando noto que ya estaba curada, aun cuando la babosa apenas estaba llegando. Significaba que la Onmyōji había trabajado su magia a todos los que pudo cuando llegó.

Ayudada por un Anbu Raíz, observo a su okasan siendo cargada cuidadosamente y siendo trasladada al otro lado del portal donde otros shinobi, Anbu o no, seguían apareciendo para terminar de evacuar a los pocos niños que habían quedado atrapados y estaban asustados.

Y rápidamente entre diez shinobi, Hino e Ino, ayudaron a mover a aquellos que habían quedado atrapados en los derrumbes y los sacaron a tiempo, les colocaban rápidamente una babosa en sus cuerpos y continuaban evacuando rápidamente a todos los que encontraban. La mayoría afortunadamente entre madres preocupadas y niños temerosos tenían rasguños propios del edificio en ruinas; los peores heridos eran los sensei de la Academia, entre ellos Iruka-sensei y la familia Yamanaka que habían defendido ferozmente la escuela contra el Akatsuki.

Cuando estaban pasando a los últimos, el portal empezó a menguar por sus orillas, se notó porque pareciese haberse achicado unos centímetros difuminándose brevemente sobre la piedra donde estaba abierto.

Ino entonces dirigió su vista a la zona de batalla y por un momento, no pudo comprender que estaba ocurriendo. Su cerebro no lograba procesar que estaba pasando, porque si algo era seguro es que Ino había considerado a la Onmyōji imposible de derrotar desde aquella primera pelea donde los rescato, pero ahora…

Ahora la tenían contra las cuerdas.

Una mano enfermizamente pálida estaba tocando su cabeza mientras que la joven pelirosa estaba siendo abrazada fuertemente por un hombre gigante detrás de ella.

Otro Akatsuki, recién llegado, en menos de un segundo había logrado apresarla por la espalda logrando hacerla gruñir con dolor cuando un tronido resonó por el lugar.

Onmyōji había sido atrapada.


A dos minutos de la frontera noroeste

11:40 am

- ¡Sasuke!

El pelinegro volteo viendo como ardía entre llamas el último de los ciempiés, terminándolo finalmente. Encontró a Karin montada en su propia araña, donde ya no se le veía tan disgustada, sino que le empezaba a gustar ser tan poderosa.

- ¡Siento otra energía está más al norte!

- ¡¿Otro Akatsuki?! – pregunto frunciendo el ceño Sasuke.

- ¡Creo que sí! – grito la pelirroja viéndose confundida - ¡Se siente igual de maligno, pero Sasuke… ese se siente peor, más fuerte!

- ¡Entonces guíame! ¡Vamos a por él!

- ¡Hai Taicho!

Ambos, partieron sobre sus monturas a toda velocidad, llevándose a las otras trece arañas mutantes detrás. Poco sabían que iban a encontrar al creador de todo este caos.


Los dos eran altos, pero ambos eran totalmente distintos. Mientras uno tenía el cabello largo, y era de facciones delgadas, incluso podría decir que delicado; el otro, el que tenía un brazo alrededor de mi cuello y su otra mano amagando las mías, era robusto, crudo, podría decir que trabajo duro durante su vida anterior.

Sin embargo, tan muertos como estaban sus muertos ambos eran muy fuertes. Demasiado. Era como sentir el abrazo de oso de Naruto, sólo que con ganas de asesinarme.

- Siéntete honrada de pertenecer a la paz eterna. Tu cuerpo servirá a la perfección. – dijo el Camino Humano que tenía su persona frente a mí, moviendo su mano hacia mi cabeza.

- Adelante. Tócame – Murmure ya preparando mi cuerpo para emitir veneno por mis poros para aniquilar a ambos. – Atrévete.

- Iie, Onmyōji. Sólo quiero tu cuerpo, no me interesa tu vida – dijo el hombre con voz gruesa frente a mí.

Antes de que pudiera tocarme, mi piel expulso los poros y dejo salir sutiles cantidades de veneno, las cuales al tener contacto con otra piel, creaban necrosis en mi contrincante.

Un jutsu bastante singular del cual agradezco haber aprendido a pesar de lo doloroso que fue el entrenamiento.

Sin embargo, nada de eso importo, no cuando escuche el murmullo del que me sostenía con una increíble fuerza a pesar de sentir tu brazo aflojándose por la muerte acelerada de sus músculos:

- Te atreve a desafiarme, pero aún no has entendido, niña. – me sujeto contra su pecho elevando mis pies sobre el suelo, flotando – No puedes luchar contra un Kami.

El más espantoso de los dolores me sacudió por completo cuando sentí como mi carne fue atravesada de polo a polo. Al principio, fue como cualquier otro navajazo, cual mordida de serpiente, pero el dolor se volvió irremediablemente insoportable.

No podía respirar, sentí que mis ojos rodaron hacia atrás, y mi cuerpo entero empezó a temblar levemente sin mi control. Deje caer la cabeza al tiempo que escuche el grito de una mujer, la Yamanaka, cuya mirada era de miedo hasta que grito con desesperación:

- ¡Onmyōji!

Pero no miraba mis ojos. Miraba mi estómago. Baje la mirada aún más con el dolor en el cerebro taladrándome duro. No entendía lo que veía. Una barra de metal, del ancho de mi palma si no es que más, atravesaba mi pecho y por la forma en cómo se retorció cuando me moví, atravesaba mi espalda también.

Me habían empalado.

Haber agachado la cabeza hizo que retuviera la bola de sangre que había subido por mi garganta. No les iba a dar la satisfacción de verme sufrir. Al menos no más de lo que era evidente.

Identifique mis daños internos: ambos pulmones estropeados, machados a la mitad, estomago despedido, daño extremo en vías cardiacas, vesícula dañada, hígado lastimado al 20%, y mi columna vertebral rota. Es una suerte que mi corazón simplemente no esté en el lugar donde debería.

Sólo es cuestión de segundos en lo que termine de desangrarme y enloquecida intentó utilizar mi poder, convocar ninshu, manipular cualquier ninjutsu, pero no puedo. Por la forma en la que mi energía se siente absorbida por la estúpida barra negra, seguramente es algún tiempo de extractor o receptor de chakra. No sólo me están asesinando. Están llevándose mi chakra.

Mis manos apenas se podían mover en este punto, cayendo inútilmente a mis costados.

- Tus habilidades son imperdibles. Una vez que tu cuerpo sea reconstruido por el Edo Tensei, permanecerás a mi lado dentro del nuevo campo de posibilidades cuando la paz sea reconstruida. – dijo complacido el Camino Humano viendo los ríos de sangre correr por mi ropa.

- Agradecida estarás cuando seas honrada al observar la paz instaurada dentro de la tierra – menciono el que aún me sostenía sólo que con menos fuerza.

- Ahora sin más, es hora de tomar tu alma.

El Camino Humano poso su mano sobre mi cabeza, y aunque al momento había gruñido por el dolor, a través de los años de entrenamiento con Obāsan-sama, no fue sino hasta sentir esa palma fría que el tormento, la agonía verdadera, real en todo su espectro me dio de lleno.

Sentí como su chakra, con olor rancio, a muerte, me invadía cada sentido, haciéndome sentir ultrajada, violada hasta las entrañas, porque parecía tener una curiosidad demasiado morbosa por conocer cada parte de mí. El poder parecía filtrarse en mis venas y succionar todo lo que pudiera.

Para cuando llego hasta lo último de mis neuronas, lo último que pude ver en mis memorias fue un cumulo de mechones dorados que gritaba alegremente en un campo lleno de flores frescas; y a su lado, una cabellera sedosa de tintes negros cuervo girándose con gracia.

Para este punto, mi cuerpo se había enfriado tanto que ya no sentía ni siquiera mis extremidades, me sentía como una espectadora porque mi cuerpo terrenal ya no era mío. Mi alma se estaba desvaneciendo, aunque aún no salía de mi cuerpo, de lo contrario, el Shinigami ya estaría aquí. Rece para que fuera él quien me llevara y no Pain. Mi mente quedo atrapada en recuerdos, sangre y sonrisas. Ya no sentía mis ojos ni mi boca, ni siquiera la palma de índole maléfica sobre mí. Sentía una enorme paz viniendo hacia mí con cada segundo. ¿Segundo? Tal vez hora. No lo sé.

Sentí una atracción inigualable a caminar, sólo caminar sin saber a dónde y supe que era el momento. Me estaban llamando del otro lado a donde fuera que debería de ir, porque mi tiempo aquí se había terminado. ¿Mi alma también desaparecía entre aquellos dedos pálidos antinaturales? No lo sé. Pero tampoco me importaba.

Aunque como toda niña de casa bien, recordé lo que una vez dijo Obāsan-sama: Sé agradecida, Sakura.

Y así lo hice. Mis últimas palabras, no sé si en mi boca o en mi mente, fueron:

Arigatou por tanto, vida mía.


Academia Ninja

11:52 am

Se miraron mutuamente.

Ninguno de ellos había sangrado, aunque sí hubo desgracia a su alrededor.

El chaleco jōnin había caído hace tiempo ya y la capa de nubes rojas ahora yacía partida a la mitad. Afortunadamente, la Torre Hokage estaba al fondo de la Aldea por lo que la montaña estaba justo detrás a donde llevaron la batalla. No había posibilidad de que Konoha saliera dañada – mas – por los intensos jutsu.

Itachi planeaba la mejor manera de terminarlo. En su mente, había imaginado cientos de posibilidades para acabar con Pain, considerando sus habilidades; sin embargo, pareciese ser que el Akatsuki también había hecho su parte. Se notaba que había cubierto mucho más defensa que en la ocasión anterior, pero ya llevaban veinte minutos en que se notaba que ambos deseaban no alargar más la pelea, pero ninguno cedía.

Ciertamente Pain era un digno oponente, demasiado inteligente y habilidoso.

- Me sorprendes cada vez más, Itachi-san. – dijo el hombre mientras se paraban a metros de distancia.

Aquellos ojos morados lo veían como si pudiese haber una pizca de interés en esa mirada, a pesar de estar muerto.

- En nuestro último encuentro, eras fuerte; sin embargo, hoy me haces creer que en aquella ocasión sólo estabas fingiendo. Nadie ha podido competir contra mí con el mismo ímpetu que tu poder.

Itachi, el mejor usuario de shuriken que la aldea haya conocido, había logrado penetrar sus defensas clavando sus armas en puntos estratégicos donde congelarían los canales de chakra de Pain; sin embargo, salían desviados ya que el poder gravitatorio del Akatsuki hacía todo lo posible por evitar la velocidad de Itachi, al tiempo que el mismo criminal evitaba acercarse a Itachi la mayor parte del tiempo.

Elevaba su mano y arrojaba agresivamente los árboles o las piedras hacia la ubicación de Itachi, y cuando el Uchiha se acercaba lo suficiente para que fuera taijutsu, Pain rehuía en cuanto observaba una escapatoria.

Evidentemente, Pain no era tonto. Sabía que perdería en una batalla de cuerpo a cuerpo con el pelinegro.

- Aún hay una oportunidad para ti, si aun la quieres, Itachi-san – comento casualmente Pain.

Una colosal cantidad de agua empezó a envolver el perímetro del Akatsuki bajo el sello manual de Itachi, y así como el jutsu de Gran catarata que convoco, el agua ataco a Pain desde todas direcciones una vez que se consolido en filosas puntas, pero por cada picadura de agua que sobresalía, el enemigo estaba repeliéndolo.

Pero no fue suficiente, confirmo Itachi.

El poder gravitacional tenía un ligero costo que ya había notado; tarda en volver a reagruparse la energía que requiere el criminal antes de que vuelva a lanzar un estallido de repulsión o atracción. Ese tiempo estaba aproximadamente entre los cinco segundos.

Era tiempo más que suficiente para lo que tenía planeado Itachi y, de hecho, era algo que había querido probar hace algún tiempo.

Sin embargo, una vez que Pain se transportó a un claro y se alejó aun más de la Aldea, le dijo a Itachi:

- No importa. Serás parte de nuestro ejército próximamente. Tú y aquellos que se consideren especiales. – Pain hablo gravemente – Tenemos considerado a tu primo, por supuesto. Incluso a tu Otousan. Sin embargo, hay un lugar especial para tu otouto, quien no dudo que sea igual de mortífero que tú. Una excelente adquisición a nuestra política de paz.

El Mangekyō Sharingan de Itachi ardió con ira cuando la insinuación salió de aquella boca malvada, tan sólo faltaban metros más para poner en marcha su plan, pero sentía la emoción querer vengar el nombre de su familia.

- Entrégate antes de que ellos vean como serás relegado a un montón de huesos y carne. Entrégate – susurro maléficamente – como lo hizo la Onmyōji.

- Mientes – gruño Itachi arremetiendo agresivamente con su espada llameando una vez que el agua se disolvió.

- Está en mis manos ahora, Itachi-san. Estaba sorprendido, he de decirlo. Tú, un siervo de clan tradicionalista jamás pensaría que se dejaría ver en compañía de una criatura considerada menos que bendecida. Una bruja a tu servicio – dijo burlón – su lealtad será mía a partir de ahora. Su poder y el compañerismo que te dedica incluso llegaron a mis oídos. Tan férreamente como ha defendido tu causa, le haré ver su destino, así como el tuyo, y al igual que todos, se verá obligada a obedecer bajo mi mano. Y al tenerla a ella, obtengo el control sobre su hermano, el Kyūbi.

Apretando su mano, Itachi envaino su espada, luciendo lo más amenazador posible. Por el contrario, Pain estaba complacido con la reacción del Uchiha:

- No pensarías que ocultarías por siempre ese gramo de información Itachi-san, aunque sin duda, fue muy inteligente de tu parte. Esconder a ambos bajo la protección de las sombras de las hojas de tu aldea, incluso a los ojos de tu pueblo, el hecho de que ambos son hermanos de adopción.

- Un dato que trágicamente fue desvelado ante tus ojos al parecer.

- Realmente no hay nada que puedas esconder ante un Kami, menos a uno que te ha tenido vigilado por tanto tiempo. Tu fuerza, destreza y eficiencia son legendarias, es por ello por lo que he considerado darte una última oportunidad. Únete a mí y considerare dejar ir a tu familia.

- Un muro de hielo será con lo que te encuentres con cada ocasión en la que tus llamadas oportunidades me las presentes. Jamás cooperaré contigo y toda Konoha luchará para detenerte y terminar con tu mal nombrada paz. –

- Una pena de verdad. Eres el único al que considero digno de ver con tus propios ojos nuestro cambio. Pero has decidido, y respetaré tu decisión – dijo Pain mientras elevaba sus manos.

Itachi pudo observar con el Mangekyō como las palmas del Akatsuki empezaban a bombear chakra, se activaba, mientras escuchaba nombrar a Pain:

- ¡Ahora muere Uchiha Itachi!

Unas barras de metal de enorme tamaño empezaron a salir de aquellas palmas pálidas y se dirigieron a una ridícula velocidad hacia Itachi.

Ni corto ni perezoso el pelinegro activo movió rápidamente sus tomoes evolucionados y susurro: Susanoo.

Una barra de espeso metal negro fue detenida abruptamente por una mano gigante cuya apariencia era esquelética, pero conforme pasaron fracciones de segundo se volvió cada vez más gruesa y pareciese llenarse de músculos y piel.

Susanoo era un impresionante jutsu que cotejaba al espíritu de un samurai de colosales dimensiones y dependiendo del usuario, su poder sería vasto. Hace un año, si el Uchiha hubiera tenido el Mangekyō habría podido convocar a Susanoo, pero en cada ocasión hubiera sido incompleto. Un samurai en huesos, o apenas con formaciones de carne. Pero este no era el mismo Itachi que hace un año. Este era un shinobi que había sido sanado, que estaba en condiciones óptimas de pelea y lo más importante, estaba furioso.

Itachi evadió todo pensamiento sobre su otouto y Sakura; hacerlo, simplemente conllevaría a que corriera hacia ellos. Aunque sabía que ambos tenían extraordinarias habilidades, su sentido protector y ese presentimiento en su pecho lleno de pánico y ansiedad, estaban creciendo a pasos agigantados.

- Impresionante. Tienes tanta fuerza en ti, Itachi-san, que has sido capaz de convocar a un Susanoo por completo. Lamentablemente, debo informarte que no servirá de nada ante mi poder.

Cuando Pain termino de hablar, alzo su mano y pareció sacar otra barra de metal de espesa negrura. Entonces Itachi presenció dos cosas: Las barras ahora casi unidas en el mismo punto, estaban atoradas en la armadura del Samurai, justo frente a él, y parecían estar absorbiendo el chakra a su alrededor, volviendo espirales las moléculas moradas con las que estaba conformado el Susanoo.

La segunda fue igual de impresionante porque sinceramente no lo esperaba.

Recordando el regalo que recibió de cierto ninja de Kumogakure de manos de una sirena, susurro la descripción con la que venía envuelto el objeto. En su momento, se había impresionado, porque no tenía idea de que hizo él para que Killer B le entregara algo tan magnífico y codiciado.

A menos que el moreno, padre de dos, supiera que podría serle de mucha ayuda, especialmente para salvaguardar a Naruto-kun.

Acciono mentalmente el diseño y quedo asombrado por la belleza de la energía mística que empezó a vislumbrarse en el brazo de Susanoo.

Pain no daba crédito a lo que sus ojos veían, se dio cuenta por la postura de su cuerpo que quedo congelada en el tiempo.

Claro, cualquiera, incluso el mismo Itachi quedo patidifuso un segundo antes de sonreír algo engreído internamente.

Arigatou, Killer-B.

Totsuka no Tsurugi, la Espada Larga Sakeragi es una espada espiritual y unas de las armas legendarias del Susanoo, una que se creía un mito debido a que nadie con vida lo había visto con sus propios ojos. Ni siquiera los ancianos del clan la creían real.

En la misma tonalidad morada, es una espada que luce filosa, puntiaguda y de un tamaño idéntico a la de la altura del Susanoo de Itachi.

Perfecta.

Con un movimiento mental, las manos del samurai espiritual la tomaron con fuerza y derribo las barras de metal que estaban incrustadas en su armadura.

Sin más tiempo que perder, y en un movimiento tan certero del que hasta el mismo Senju Hashirama estaría celoso, dio una estocada certera en el cuerpo de Pain. Aunque este se movió inmediatamente después, el daño ya estaba hecho.

Itachi observo como el Akatsuki empezó a trastabillar hacia atrás en sus propios pies tocando su pecho como si le doliera de verdad. No emitió ningun ruido, pero por la forma en que enviaba odio a través de esa mirada de anillos morados, Pain estaba furioso.

Por supuesto que lo estaría. La Totsuka no Tsurugi era capaz de llevarse el alma de cualquier ser, ya fuera alguien vivo o muerto, a un mundo de ilusiones infinitas donde jamás escaparía y por más que rogara, no habría un fin. Un infierno propio.

Pain estaba recibiendo una cucharada de su propia medicina.

Enloquecido, se movió a toda velocidad enviando barras de metal negras desde todas direcciones, pero Itachi no era sino un viejo lobo en el fino arte de la guerra. Evadió todas y cada una de las barras con Totsuka no Tsurugi, moviéndose diestramente por todo el claro.

Tan asombrado como estaba por sus nuevas habilidades, tanto el Susanoo como la Totsuka no Tsurugi, las cuales no había podido probar desde que despertó el Mangekyō por el dolor de ver a su madre casi muerta, jamás noto que aquella pulsera de dragón que lucía en su muñeca izquierda había perdido todo su brillo mágico.


Hospital de Konohagakure

11:55 am

Cualquiera que tuviera un poco de sentido común, se alejaría. Gritando. Como justo lo estaban haciendo los civiles con dos ojos funcionales. Incluso los que sólo tenían uno.

No es común ver dos cerberos, tres cabezas cada uno, de tonalidades grises y con ojos anillados en morado, con un tamaño superior a la torre Hokage rodear al Hospital de Konoha.

Dicho sea de paso, tampoco es normal que dichos perros sean apaleados brutalmente por robles que igualan su tamaño, sólo que estos árboles en lugar de frondosas hojas verdes u otoñales tenían caras sonrientes de seres humanos. Oh, cabe mencionar que no sólo se ríen de los perros, sino que las ramas tienen forma de brazos humanos y las puntas pareciesen dedos de afiladas uñas.

¿Ya menciono que los árboles podían caminar?

Si, Kakashi, no sabía que debía de pensar o siquiera si era normal que ya no se sintiera sorprendido mientras veía desde un techo cercano. Le sorprendía más el ver como aquellos árboles siniestros realmente defendían a capa y a espada al hospital, sin importarles como la gente los señalaba y gritaban.

Justo cuando pensaba que iría con Obito a terapia, resulta este caos. Ahora los pocos terapeutas de Konoha necesitará terapeutas. Kami…

Kakashi, suspiro.

- ¿Por qué tan desanimado? Si hoy es un buen día.

La voz del joven a su lado poco hizo para animarlo, de hecho, pareció resignarlo más a su destino.

- Shisui-kun, cuando te despiertas y te das cuenta de que no hay más shampoo, simplemente sabes que va a ser un mal día.

- Ah, Kakashi-senpai, como siempre el más optimista de todos nosotros – se rió Shisui de su propia broma, pero el copia ninja podía ver debajo de esa falsa alegría.

Shisui estaba, al igual que él, buscando a toda velocidad con esos ojos evolucionados a Mangekyō Sharingan al Camino Animal.

Los árboles ya habían destrozado a varios animales, pero siempre aparecían más y estaban aferrados a ir por el hospital. Kakashi adivinaba que más que el hospital iba a vencer a los árboles para sanar su ajetreado orgullo.

- Ya veo, que como siempre haciendo lo que quiere, Sakura-chan trajo ese horrible árbol. Al menos, hubiera mencionado que es bueno con los jabs. Así lo hubiéramos considerado mejor. – dijo Shisui luciendo un poco asqueado ante las formas del roble.

- Espera, ¿ustedes estuvieron de acuerdo con plantar esa cosa? – dijo Kakashi luciendo impactado – Y por ustedes, me refiero a ti y a Itachi-kun.

- Ne, ne, ne Kakashi-senpai. Y agradece, que Itachi mostro mano dura cuando le dijo que no plantaríamos ningún árbol vampírico, Jimmenjo, dentro de Konoha o sus alrededores. Ella realmente quería hacerlo. – dijo Shisui a la ligera ganándose una cara amarga de parte del copia ninja.

Lo peor del caso, es que creía cada palabra. Si Sakura no hubiera tenido negativas, lo hubiera hecho completamente por capricho.

- Con el Hospital, - dijo Shisui algo resignado – relativamente seguro con esos boxeadores, ¿tenemos un plan para tratar con su maravilloso creador?

Aunque ambos eran genios y eran Anbu en sus privacidades, Shisui siempre le tuvo un enorme respeto a Kakashi, por tanto, su opinión valía más y por ello, consultaba a Kakashi como un superior.

Sabiendo ahora que el Camino Animal sólo podía convocar criaturas bestiales, y sin sus demás compañeros, era él solo contra Kakashi y Shisui. Tenían una increíble ventaja.

- ¿Qué tan rápido corres? – Dijo Kakashi mirando por el rabillo del ojo a Shisui.

Con una sonrisa gatuna, Shisui contesto:

- ¿Qué tan rápido quieres que lo haga?

Formulando a toda velocidad su plan, lo pusieron en marcha, con Shisui siendo la carnada, sólo sería cuestión de tiempo hasta que el usuario cometiera un error dentro de su frustración y ahí estaría Kakashi, aguardando, en las sombras.


Ruinas del clan Haroti, frontera de Konoha, a veinte minutos de la Torre Hokage.

12:01 pm

- ¡No tenemos más municiones señor!¡El escuadrón seis cayo!

- ¡También el nueve, todos heridos! ¡No veo al tres!

- ¡Sigan defendiendo con ninjutsu! ¡Aún hay civiles por evacuar al otro lado del bloque de edificios! ¡Si caemos, caen ellos!

Uchiha Fugaku daba órdenes como si no estuvieran en el medio de una batalla; pero la ferocidad de su rostro era todo menos apaciguada. Se notaba como ardía de coraje e impotencia ante el ataque interminable del camino Asura.

Habían logrado desarmar uno de sus brazos, triturarlo, pero eso les había costado cerca de diez policías, dejándolos heridos por las fuertes explosiones.

Shikamaru se sorprendió cuando veía que cada uno simplemente se levantaba de nuevo y lo volvía a intentar. Un policía militar por costumbre recibía instrucción shinobi, pero no eran tal cual. Sin embargo, el Nara se daba cuenta que un policía militar cualquiera podría estar fácilmente en grado jōnin.

El tema es que el enemigo al que enfrentaban no importaba cuantas veces lo apuñalaran o lo quemaran, simplemente no sufría dolor alguno y, por el contrario, se movía más rápido que antes y parecía copiar a la perfección cualquier ataque de taijutsu y prever defensas de los ninjutsu que le enviaban.

Para estar muerto, era muy astuto.

- Tsk – Gruñia Shikamaru antes de que su cerebro de pronto se encendiera al igual que un foco – ¡Uchiha-sama!

Aunque su muñeca seguía rota, sus demás heridas habían sanado bien, gracias al poder de las babosas de Katsuyu-sama, cortesía de Hokage-sama; corrió con piedras obstaculizando su camino hasta que llego al patriarca quien terminaba de lanzar su cortina de fuego.

- ¡Uchiha-sama!

- Nara-san – el policía le dedico una mirada seria, casi frunciendo el ceño – debes de resguardarte, tu condición no es precaria, pero podría serlo si permaneces en el frente por más tiempo.

- ¡Tengo un plan! Dime si me equivoco, pero ¿este no es el lugar donde se desalojó a la población porque había minas ocultas debajo de las casas?

- Hai, pero ¿Por qué lo mencionas?

- Significa- - Shikamaru se interrumpió agachándose cuando evadieron mediante doton una bomba que se dirigía muy cerca a su posición – Significaría que las minas nos son útiles ahora.

- Cierto, aunque- - Fugaku-sama envió otra cascada en forma de fénix a la escurridiza cucaracha – Grrr. Aunque serviría que explicarás tu lógica.

- Las minas de carbón fueron cerradas hace más de treinta años o más, ¿correcto? – Shikamaru rápidamente recibió al asentimiento de cabeza del mayor – significaría que, en este momento, debe de haberse cosechado un enorme yacimiento de gas metano.

Vio la realización abrirse paso a través de esos intimidantes ojos negros. El mayor Uchiha visualizo su campo nuevamente, dejando a un lado la destrucción, Shikamaru espero que viera lo mismo que él veía.

Las antiguas casas, ahora en escombros, eran la zona clave de donde se encontraban dichas minas.

- Una chispa y ardería todo el complejo – murmuro el Nara.

Aquella mirada indiferente regreso a la suya, y aunque Shikamaru trato de no estremecerse por tanta frialdad en ellos, sólo pudo escuchar un murmullo de aquel hombre de guerra:

- Estos niños de ahora – sonaba más resignado, pero le dio tiempo de ver como el Uchiha se volteaba y enviaba tres bolas de fuego al aire, luego dos más pequeñas, luego otras tres aún más grandes.

Una secuencia militar, entendió Shikamaru. La propia clave morse de los Uchiha, y en cuestión de segundos observó, como aquel impresionante conjunto de policías se posicionaron en un círculo perfecto en el claro, por sobre donde deberían estar las minas.

- Los escuadrones se encargarán de excluir el fuego del gas metano únicamente a esta área, para que no se extienda más allá a Konoha. – explico el mayor - Cuando él dispare, ¿puedes dirigir los explosivos hacia si mismo? – escucho que le ordeno más que cuestionar al Nara.

- Hai, Uchiha -Sama.

- Bien, Nara-san – Fugaku-sama le dirigió una última mirada por el rabillo del ojo – Cuando observes que él esta punto de hacer su movimiento.

Shikamaru, con nuevos ímpetus, espero su momento hasta que uno que otro shinobi peleaba en taijutsu con el Akatsuki, cada vez más acercándolo al centro, donde era su objetivo.

Justo, cuando noto que el hombre se había dado cuenta que lo habían emboscado, observo a su brazo desmontarse y empezar a transformarse en esas partes metálicas horribles. A toda velocidad, Shikamaru empujo su dōjutsu familiar y, antes de nada, atrapo ese movimiento del brazo y lo dirigió al suelo, hacia los pies del criminal.

No hubo tiempo de nada cuando Shikamaru sintió la fuerza del chakra, tan potente, negársele a obedecerlo, pero con nuevos bríos, el Nara no aflojo su poder, sabiendo que este usuario ya está derrotado.

Diez tensos segundos después se definió el vencedor, cuando la bomba cayo justo sobre la superficie del Akatsuki. El sudor brotaba de la frente de Shikamaru, pero nada podía hacer que el joven quitara sus ojos del espectáculo. Transcurrió en cámara lenta, desde que la bomba salió empujada por la pólvora y toco el suelo.

No hubo espacio para más.

En cuanto la bomba penetro tres capas de superficie, un muro de fuego emergió envolviendo por completo lo que los Uchiha dejaron como perímetro bardeado.

Era un diámetro considerable de doce metros, con una altura abismal que se perdía entre las nubes, Shikamaru podía sentir el calor que vibraba de aquella densa explosión únicamente contenida por el ninjutsu de los Uchiha, quienes tenían las manos levantadas y un furor rojizo resplandecía de sus palmas. Algunos incluso se les podía observar con los brazos marcados en rojo por la extrema concentración de chakra.

Uno, dos, tres, veinte segundos después y el lugar seguía ardiendo como un verdadero infierno, uno que solo hasta el minuto con cuarenta termino de arreciar.

Agradeció la negligencia de quien fuera el responsable de haber cerrado estúpidamente sin ventilación aquellas minas de carbón, porque fue justo lo que los salvo. Nadie, jamás, podría haber sobrevivido a ese ataque infinito.

Para cuando el fuego se extinguió y se observó la totalidad del centro del antiguo clan, se veía que todo había quedado deshecho y chamuscado. La tierra estaba inservible ahora para cualquier restauración posible, era evidente por el enorme hoyo donde se habían presumido alguna vez las minas.

Cada sensor disponible, incluso el propio Uchiha Fugaku, extendieron sus sentidos tratando de buscar cualquier señal de chakra, de vida, de movimiento, de lo que fuera.

Para cuando el Uchiha se giró hacia él, Shikamaru se sentía realizado cuando escucho las palabras:

- Bien hecho, Nara-san.

Asintiendo con honor por haber sido reconocido por uno de los más íntegros hombres en la vida, el joven sintió inflar su pecho.

- ¡Confirmen que no hay sobreviviente alguno y continúen con la evacuación! – ordeno imperioso el mayor.

Recibiendo un "Hai, Señor", en coro, todos se apresuraron a continuar con sus actividades protocolarias. Algunos policías empezaban a encaminar a las personas asustadas debajo de las piedras y a llevarlos en brazos cuando se encontraban con alguna herida en pies y espalda.

Shikamaru se dio la vuelta y empezó a caminar hacia Neji-san, quien había recuperado la consciencia malamente por el impetuoso calor de la explosión, cuando escucho por detrás un ruido que helo su sangre y congelo cada movimiento. No sólo de él, sino de todos los demás policías.

De un brinco, observaron como el Camino Asura había subido nuevamente a la superficie, luciendo maltrecho, con su único brazo aun colgando de una cadena metálica y con esa sonrisa burlona tan característica. Era como ver un esperpento chamuscado, nada de su piel metálica a la vista, sino únicamente sus partes móviles y aceradas, y la mayoría derretidas; sabiendo que estaba en sus últimas, pero aún no se rendía.

Su cerebro se había congelado en shock cuando observo como el Camino Asura se colocaba en una posición a cuatro y de su espalda se veía sobresalir un cohete. Una cosa espantosa de gran tamaño, un mini rascacielos, cuya visión ya daba una idea de altamente mortal que sería ese ataque.

Su último ataque.

Apenas estaba girándose para pedirle a Uchiha-sama que corrieran todos, fuera; cuando el cohete se disparó de la espalda del Akatsuki.

Sin embargo, hoy era un día de sorpresas.

Unas malas, otras agradables.

Una sombra cayó del cielo.

Una capa que removió el polvo cuando pesados pies calzados con sandalias ninja cayeron sobre la espalda del Akatsuki. El golpe debió ser tan tremendo para el usuario del camino Asura que termino destrozado y partido a la mitad por el impacto de aquel ser sobre su cuerpo. Inmediatamente, quedo invalidado.

Shikamaru, aun incrédulo, observó una melena dorada resplandecer como el sol mismo cuando la figura se elevó.

En una mano, llevaba la carga de pergamino de Jiraiya-sama, una característica maleta.

En la otra, de alguna manera que sólo él pudo hacer, estaba el enorme cohete cuya cola se notaba que se le había acabado el impulso y se apagaba lentamente.

Antes de que nada pasara, el joven rubio toro arrojo el cohete a su hombro mientras veía a su alrededor, su rostro demasiado serio, demasiado concentrado notando como Konoha fue atacada; sin embargo, sonrió cuando vio a Shikamaru:

- ¡Me dijeron que había problemas, Dattebayo, así que volví!

La sonrisa de mil ryo resplandeció mientras el rubio decía esas palabras, haciendo que Shikamaru simplemente volviera a sentir su alma regresar a su cuerpo ante la vista de:

- ¡Naruto!

Y así, con un atónito e incrédulo Uchiha Fugaku de fondo, el Nara supo que todo saldría bien.


12:10 pm

- ¡Naruto! ¿Qué haces aquí? ¡Si te ven aquí, morirás! – dijo Shikamaru a toda velocidad mientras el rubio bajaba de la espalda del Akatsuki.

- Es por eso por lo que estoy aquí, 'tebayo – dijo seriamente el otro mientras observaba a todos los heridos.

Acto seguido, movió las manos rápidamente y aplico un: "Bushin no jutsu"

Alrededor de veinte rubios idénticos a él sobresalieron en el claro y se acercaron cada uno al herido más cercano. Disculpándose, cada clon coloco una mano en el hombro y otra en el pecho del civil, shinobi o policía herido y su chakra, un chakra tan cálido y puro brotaba de sus manos, curando instantáneamente a cualquiera en su camino.

El original, se le acerco a Shikamaru y coloco ambas manos sobre las del Nara, sanándolas como si nunca hubieran estado rotas. No era la primera vez que Naruto lo curaba, no después de todas esas sesiones matadoras a las que los destinaba, pero sí la primera vez que lo veía transformado en su modo sabio.

Estaba más alto de lo que lo recuerda - ¿es que nunca deja de crecer? –; se veían sus ojos adornados con un tinte naranja, al igual que las pupilas ahora se habían convertido a las de un sapo, su chakra revoloteaba tranquilo pero rápido sobre de él.

Para Shikamaru, más que una visión parecía una profecía; el joven rubio que ahora se acercaba a un caído Neji-san, se notaba serio y bastante concentrado.

- ¿Cómo supiste que estábamos bajo fuego? – pregunto Shikamaru después de que Tenten le agradecía mil veces por haber sanado a mayor velocidad a su amado compañero.

- Ahhh… eso fue mi culpa – una nueva voz se escuchó en el claro.

Todos voltearon a ver a un Jiraiya-sama, que lucía realmente abatido, tanto por sus ropas como por su séquito.

Yamato-san y Sai estaban detrás evaluando los daños con ojo clínico; Yamato estaba conmocionado facialmente mientras que Sai simplemente apretaba los labios. Ambos lucían maltrechos, como si hubieran ido a la guerra y hubieran vuelto de entre los muertos.

El Sennin lucía peor, aunque físicamente no se le veía herida alguna, sin embargo, esa mirada decía más que mil palabras:

- Jiraiya-sama – saludo el patriarca, quien no había tenido reacción alguna sobre Naruto.

A Shikamaru no se le escapo, que el mayor Uchiha estudio con gran detalle todo sobre el rubio, con esos ojos rojos que todo lo adivinan.

- Uchiha-sama – respondió el Sennin – lamentamos llegar tan tarde. Informé a Naruto que Konoha sería atacada hoy mismo y apenas nos dio tiempo de llegar.

- ¡¿Sabías que nos atacarían?! – arremetió Tenten luciendo furiosa.

- Iie, no como piensas. Por la mañana, enfrentamos a Pain en Amegakure, pero al parecer nuestro altercado erróneamente apoyo su idea de atacar Konoha. Cuando me dio por muerto, fue cuando revelo su plan y marcho hacia acá. Lamentablemente no tuve tiempo para dar un aviso oportuno. Pagaré las consecuencias una vez que este frente a Hokage-sama.

- Nada de eso, Ero-sennin – empezó Naruto – Pain vendría tarde o temprano a tratar de derribar a la Aldea – apretó sus puños – pero sabrá que ha topado con pared. ¡No permitiré que siga atacando a gente inocente, no permitiré que salga con vida de esto!

- ¿Y tú eres? – cuestiono rudamente el patriarca Uchiha.

Todos a su alrededor quedaron congelados cuando notaron que el mayor le dedicaba una mirada entrecerrada; pareciendo que quería encerrar a Naruto de por vida, pero el joven lejos de enmudecer, sonrió avergonzado y antes de parecer tímido un momento, volvió a sonreír, aunque más discreto y comento:

- Mi nombre es Naruto. Onegai, no tome en cuenta mis malos modales, - dio una reverencia perfecta al Uchiha – le aseguro que me encargaré de todo.

- ¿Y porque harías eso? – siguió cuestionando el Uchiha.

Naruto, entonces, se elevó en su altura completa, el cual parecía con todos esos músculos ser más alto que Jiraiya-sama, y con una mirada férrea, determinada, pura, dijo con firmeza:

- Porque soy al que buscan.

Shikamaru pensó que el Uchiha se sorprendería ante tal noticia, pero nada más lejos de la realidad. El hombre estaba inmutable, como si eso lo supiera desde hace ya mucho tiempo, como si el chico no fuera… Entonces Shikamaru lo recordó. Fugaku-sama había sido un excelente amigo-rival y compañero de misiones de Minato-sama. Y Naruto era una copia al calca de dicho hombre.

Por eso Fugaku-sama lo observaba con detalle, con tanto detenimiento. No lo estaba juzgado ni criticando, estaba admirando el parecido con el que fuera uno de los mejores Hokages de toda la historia. Incluso, siendo el jefe de la policía militar y sabiendo de primera mano quien era Naruto, era muy distinto a tenerlo de frente y conversar con él. El mismo Shikamaru había adivinado primero la identidad del jinchūriki antes de conocerlo y la realidad fue tan distinta a lo que esperaba. Eso debía pasarle al Uchiha, al menos eso quiso pensar el Nara.

No quería pensar que Naruto andaba por ahí diciendo libremente que era el jinchūriki perdido del Kyūbi. O peor, no quería pensar que el Otousan de Sasuke estaba evaluando a su más que posible yerno.

Shikamaru se estremeció ante el pensamiento.

El Sennin no desaprovecho más el tiempo y con un brazo sobre los fuertes hombros de Naruto comento:

- Temo que debo llevármelo Fugaku-sama, a saber, donde se encuentran los demás Akatsuki.

Jiraiya-sama todavía no terminaba de decir aquello cuando Naruto miro hacia todas partes y volteándose hacia Shikamaru grito entonces:

- ¡Sasuke! ¡¿Dónde está Sasuke?! – la mirada de casi pánico se plasmó encima de esos bigotes morenos.

Shikamaru no pudo responder, pero cosa contraria para sorpresa de todos, fue Fugaku-sama quien respondió con una voz uniforme:

- Montado sobre arañas gigantes. Sasuke estaba cerca de los residenciales shinobi, los cercanos a la Torre Hokage.

- Oh, arigatou, Uchiha-sama - Naruto se quedó pausado hasta que lo repensó – Ero-sennin, Sasuke seguramente está enfrentándose a otro terrorista en este momento. Debo ir con él.

- Asegúrate de que no te atrapen chico – palmeo Jiraiya-sama su hombro.

- Uchiha-sama, dejaré algunos clones tanto para su protección como para sanar a cualquier herido – hablo a toda velocidad Naruto urdiendo ya un plan – Regresare lo antes posible a menos que encuentre a otro criminal de Akatsuki.

El mayor no respondió, pero tampoco lo miro mal. Simplemente, asintió con monotonía ante Naruto y Shikamaru observó como el rubio le dedico a este un último asentimiento lleno de seriedad antes de teletransportarse.

Un rayo en pleno día soleado cayó del cielo y se llevó a Naruto de regreso al cielo a su nuevo destino. Un poderoso Jutsu de teletransportación.

El mundo empezó a descongelarse ante los acontecimientos, ya cada uno moviéndose a lo que se adecuaba a prioridades, antes de que el Nara escuchara una conversación dedicada al Sennin:

- Me alegra el saber que te encuentras vivo, Jiraiya-sama – la voz grave y seria del patriarca sonó clara.

- Por tu cara, diría que no estas tan contento como indican tus palabras, Fugaku-sama.

- Para nada, todo lo contrario. Por cierto, cuando todo esto termine, ya he realizado los arreglos pertinentes para que Mikoto pueda conocer en una tranquila cena al agradable hijo de Namikaze Minato – Shikamaru abrió su boca, estupefacto – al igual que a su hermana, Sakura-san.

Volteando ligeramente la cabeza, observo que el Sennin se había quedado igual de boquiabierto ante el Uchiha, quien lejos de parecer obstruido finalizo arrematando:

- Por supuesto, como padrino del chico, estas invitado.

Dicho hombre, dio media vuelta y comenzó a dar órdenes a diestra y siniestra, dejando en shock al Sennin.

Shikamaru sintió un poco de lástima por el Sennin, por Naruto y por Sakura. Mmm, no, por ella no.

En cambio, Naruto no sabía lo que se le venía si es que Uchiha Fugaku había puesto su atención en él, a saber, desde hace cuánto tiempo.

El patriarca demostró ser un digno oponente no sólo en la batalla, sino también en un nivel alto de inteligencia. Pobre Naruto, lo que le espera.

Auch.


- Yamato-san, por cierto – comenzó el Nara – Onmyōji planea activar el plan de contingencia, el tuyo, pero por lo que dijo el Camino Naraka, van tras ella.

Con una mano en el hombro del chico, Yamato dijo:

- Le ayudaré. Lo activaré y mantendremos a Konoha a salvo. Sai, vendrás conmigo.

- Hai, Yamato-senpai.

Corrieron lo más rápido que pudieron al centro de la Aldea.


12:24 pm

Después de veinte minutos y decenas de kunai junto a shuriken después, el usuario del Camino Animal había surgido de entre las sombras.

Tal vez la frustración ante no poder capturar a Shisui, quien volaba entre los edificios o aquellos cerberos que caían uno a uno contra los boxeadores árboles Jinmenju, quienes, aunque ya semisecos, mostraban una dura pelea aún.

El Camino Animal tenía el típico cabello anaranjado y la capa de Akatsuki, y había estado postrado encima de uno de los techos cerca de la Torre Hokage todo este tiempo. Con aquellos seres metamorfos, no tenía necesidad de moverse físicamente; sin embargo, cuando nadie moría por su causa y, al contrario, era burlado cual toro en una corrida, la frustración debía resurgir en algún momento.

Kakashi siguió por detrás a Shisui mientras este corría vivazmente lejos sin atacar al pajarraco que lo perseguía con un pico sangriento y atroz.

Ya había intentado atrapar al Uchiha con gusanos y con escarabajos, pero algunas cuantas arañas habían brotado del Bosque de la Muerte y se habían llevado a dichos insectos.

El Camino Animal se empezaba a desesperar y se notaba porque empezó a emerger con más criaturas. Ahora eran tres pájaros, un cerbero y una imitación de un gato los que perseguían sin cesar al escurridizo shinobi.

Tan concentrado estaba el Camino Animal en Shisui que nunca noto al copia ninja llegando por detrás. Kakashi no hizo ruido alguno y estaba a punto de clavar su kunai en el cuello del criminal cuando este se dio la vuelta y detuvo su ataque clavándoselo en un brazo. El Akatsuki no rugió de dolor como cualquier otra persona; si no, simplemente se le quedo mirando a Kakashi como si no entendiese que pretendía hacer.

En otro movimiento rápido, la mano libre del hombre de capas rojas tomo el cuello del ninja copia y lo apretó duramente.

Kakashi tampoco hizo ningun sonido ante la fuerza en su garganta.

- Hatake Kakashi, el ninja copia – comento el Akatsuki sin expresión– Dicen que eres capaz de copiar mil jutsu y ejecutarlos sin cesar.

- …-

- Sin embargo, has caído ante mí. Una lástima que no pudiera ver tus habilidades en persona – dijo el hombre sonando nada satisfecho.

- Oh, pero tuviste una oportunidad – una voz, la de Kakashi sonó por detrás mientras el Akatsuki era limpiamente rebanado por la nuca – sólo que te la perdiste.

El Akatsuki observo como el Kakashi cuyo cuello tenía aun agarrado, sonreía demasiado, tanto que su boca se abrió de más y de pronto el cuerpo debajo de ese rostro desapareció.

El rostro de Kakashi se modificó al de un ser peludo cuyos bigotes resplandecían contra el fuego Uchiha que Shisui utilizo para terminar con el último de los amorfos.

El Camino Animal no entendía como se lo perdió. Su Rinnegan jamás se había perdido algo, un genjutsu ni hablar, entonces… ¿cómo no se percató de aquel gato enorme que lo miraba con una enorme y macabra sonrisa?

El cuerpo del enemigo se separó finalmente de la cabeza y ambos cayeron estrepitosamente en el techo del complejo donde lo habían capturado.

Kakashi, quien estaba por detrás del Akatsuki, le sonrió agradecido al gato quien se dejaba caer al suelo grácilmente:

- Ahora entiendo porque Shisui-kun te mima tanto, eh, cosita linda – acaricio aquellas orejas puntiagudas cuando la criaturita se metió entre sus piernas ronroneando.

- Ahora cumple, seikō. Te ayude, ahora eres mío, miauuuu. ¡Entrega a los perros ciegos que tienes!

- ¡Bastet-sama! – un grito mínimamente masculino llego a sus oídos mientras Kakashi recordaba porque no era una persona gatuna.

Bastet era caprichoso a morir. No entendía como habían pasado del "Hazme un favor" al "Vivirás sirviéndome por siempre" en una frase tan corta. Mucho menos entendía porque Shisui-kun parecía destrozado por las palabras del bakeneko:

- Prometiste que sería tu último seikō, precioso príncipe – dijo lastimeramente mientras se acercaba al Akatsuki derrotado – Espera un segundo, debo encargarme de algo: Amaterasu.

Llamas negras impactantes serpentearon alrededor del cuerpo del usuario y lo consumieron completamente en cuestión de segundos. El peligroso fuego negro había reducido a la nada a aquel cuerpo y con ello, cualquier esperanza del enemigo de seguir atacando en ese frente.

- Me prometiste cosas, seikō, cosas que no cumpliste, además, el perro me puede dar algo que tú no. – dijo Bastet lamiéndose su patita derecha sonando altanero.

- ¡Bastet-sama! No es que no haya cumplido, simplemente ha tardado en hacerse, pero tu pedido está en camino. Es difícil conseguir tierra purasangre de Iwagakure para hacer los muros del castillo ulterior a escala que has pedido. ¿Y qué te puede dar Kakashi-senpai que yo no? Sin ofender senpai - susurro Shisui lo último cubriendo su boca.

- ¡Un ejército de ninken! Tu sólo tienes a esos febriles cuervos inútiles y sosegados con volar, que no sirven para nada. En cambio, ninken que peleen mis batallas por mí – los ojos de Bastet resplandecían con cada palabra – Que puedan conseguirme todo el salmón y tierras que yo quiera y me abaniquen todo el día y tendrán que hacerlo porque para eso están hechos. ¡Obedecer sin importar el qué, miaauuuu! – Bastet estaba ilusionado, imaginando toda clase de aventuras conquistando el mundo.

Ahora entendía Kakashi porque Sakura era como era. Si fue Bastet quien ayudo a criarla, oh por todos los cielos, era un milagro que no saliera todavía más calculadora devolviendo bolas de pelo.

Y mientras veía a un Shisui rogando por el amor perdido de un bakeneko, prometiendo un ejército de Uchiha a su disposición - más fieros y peligrosos que cualquier ninken, precioso príncipe – Kakashi rezó para que jamás Akatsuki encontrará a Naruto.


A 22 kilómetros lejos de la puerta principal de Konoha

12:25 pm

- ¿Es aquí? – dijo Sasuke en lenguaje de señas.

- Hai, Sasuke-taicho. Siento dos presencias, pero una es superior y puedo deducir que masculina. La otra es pequeña, pero se oculta aún más que la otra. Creo es femenina – contesto Karin con dedos en tiempo récord.

Haberla integrado a Anbu Raíz y mantenerla ocupada con sesiones de entrenamiento médico, habían hecho maravillas a nivel shinobi en la joven. Ya no era la pelirroja tímida que se sonrojaba al verlo cada dos por tres. Ahora era ruda en un aspecto práctico; si bien seguía peleándose continuamente con Suigetsu, habían hecho un excelente equipo con Jugo siempre detrás de ellos, cubriéndolos.

Y aunque se alegraba de sus avances como kunoichi, ahora mismo tenían que estar enfocados en otros aspectos. Por ejemplo, aquella enorme estatus que se asemeja a un humanoide semiencarnado, algo jamás visto; y, sin embargo, a Sasuke se le hacía tan familiar.

Cuando tomo parte de la jefatura de Raíz, se dedicó en cuerpo y alma a entregar todo de sí. Si no podía ayudar a su madre directamente, lo haría de forma indirecta; ayudando a aliviar la carga de Sakura de su deber, para que pudiera sanar indefinidamente a su madre, no importaba el costo.

Antes como un shinobi que recibe órdenes únicamente, no tenía acceso a información tan privada; pero cuando la obtuvo, cuando tuvo oportunidad de leer cada recoveco dentro de Raíz, no se contuvo y leyó absolutamente todo. Todo.

Desde la podredumbre del origen de la sociedad, hasta como el Tercer Hokage perdono un intento de asesinato del mismo Danzo, a como este intento arrebatar los ojos de su primo Shisui, de cómo iban a proponerle a Itachi, a su amado aniki, asesinar al clan Uchiha.

A como su familia había intentado alguna vez, provocar un golpe de Estado.

Sasuke jamás en sus casi veinte años habría imaginado semejantes infamias, pero mientras leía a toda prisa con el Sharingan activado por sus emociones tan fuertes, se dio cuenta que todo era verdad; incluso dicho informe original había sido entregado a aniki, pero Sakura, no siendo sino escrupulosa, había guardado copia de todo sin comentarle a nadie, más que al mismo Sasuke.

Sin embargo, aunque ella dudo al principio, le dijo que él sabría qué hacer con dicha información, aunque no era obligatoria leerla. Se alegro de obtener su confianza para después entristecerse de haberlo hecho.

Porque así se dio cuenta que el clan que tanto le había hecho sentir orgulloso, y en ocasiones minimizado por ser comparado siempre con Itachi-nii o con Shisui, no era tan perfecto como le habían hecho creer.

No eran magnánimos ni fervientes creyentes de los valores y la honestidad. Al menos no en algún tiempo.

Sí, los informes eran bastante detallados, por qué lo estaban originando, por qué se sentían invalidados ante el liderazgo de Konoha; y, por el contrario, que habían hecho ellos para propiciar tal comportamiento de la aldea que los margino lentamente. Se explicaba de ello con el ataque del Kyubi cuando nació Naruto, de ahí nació el rencor cuando el tercero le pidió al clan Uchiha no participar en la protección del Hokage, cosa de la cual los civiles no se enteraron y nadie les comento. Tampoco existió una justificación clara del tercero para haber hecho algo así, aunque seguramente estaba ligada a Danzo.

Peleaba con esa información por las noches; y cuando no era eso, cuando no se trataba del concepto roto de su orgulloso clan, se trataba de Akatsuki. La amenaza principal contra Naruto.

Aquel rubio que llenaba sus pensamientos, y siempre hacía enrojecer a Sasuke cuando recordaba momentos bochornosos. Leyó todo lo que encontró del tema. Sakura, continuando con su tradición, era todavía más detallista en sus informes, vaciando todo su conocimiento dentro de pergaminos y textos donde se hablaba del tal décimo bijuu. El origen de todos.

Al principio, estaba anonadado ante la idea, pero fue retomar sus pensamientos, pensar en que, si Naruto estaba vivo a pesar de que un zorro demoniaco vivía dentro de él, si Sakura, su hermana era una bruja hecha y derecha, si ahora él era el líder de Raíz, si su Otousan acepto de mala gana la ayuda de una hechicera, si todo lo anterior pudo pasar, pensar que podría existir un demonio que se completaba con todos los demás Bijuu no era tan descabellado.

Así que estudio e investigo todo aquello que a Sakura pudo faltarle. Es por ello, que por lo que reconoció perfectamente que era esa estatua de torso frente suyo.

La estatua Demoniaca del Camino Exterior: el Gedo Mazo.

La estructura estaba hecha de madera antigua. Sólo se observa la parte superior de su cuerpo, su cara, brazos y torso. Tiene agregados unas perforaciones en sus manos y en su boca un poco. Los ojos parecen estar vendados, y se sabe que por dentro está hueco cual caparazón, porque adentro debe de ir el espíritu del bijuu final.

El lugar ebullía una especie de energía demasiado poderosa, y Sasuke lo intuía porque el chakra de los bijuu atrapados por Akatsuki anteriormente los habían alojado ahí dentro.

Es por ello por lo que Karin pudo sentirlo tan lejos. Era infamemente más potente a tan solo unos metros.

Súbitamente, Sasuke comenzó a idear su siguiente plan teniendo únicamente a Karin al lado. Las arañas podrían ser una distracción claro, pero Pain, el verdadero Pain sabría que Sasuke estaba ahí si lo que sabía era cierto.

Si cada ojo Rinnegan de los demás caminos estaban unidos y siendo manipulados por una sola persona, por el usuario del Camino Exterior, si podía ver lo que todos los demás veían, obviamente sabría que Sasuke era el que lideraba las arañas y se perdería la opción sorpresa.

Pensaba a toda velocidad antes de sentir como una energía demasiado familiar se acercaba a toda velocidad hacia él. Incluso la araña se tensó por el ser que apareció espontáneamente en su lomo, colocándose justo detrás de Sasuke.

Ni un segundo después, un par de brazos bronceados lo rodearon y unos labios masculinos le besaban en la parte posterior de su cabeza.

El olor a sol y playa llego a las fosas nasales de Sasuke, pero éste, en lugar de corresponder, se agito mientras escuchaba al hombre detrás de él susurrar:

- Gracias a todos los cielos. Pensé que algo te había pasado, Sasuke – sonaba tan aliviado de sentir el corazón latiente de Sasuke ronroneando su nombre como si de acariciarlo se tratará.

- Suéltame dobe. – gruño el Uchiha.

- Iie, teme, necesito sentirte, dame un segundo o dos. O diez minutos – decía quejumbroso aquella bestia rubia.

Enfadándose rápidamente, Sasuke se retrajo del abrazo de Naruto, hasta que logro alejarse con eficiencia de él, murmurándole:

- No aquí. No ahora. No tenemos tiempo, de hecho, no deberías de estar aquí. – sentenció Sasuke luciendo molesto.

- Pero Sasuke… - Naruto lucía como un perrito apedreado.

Por el rabillo del ojo, el Uchiha observó que Karin estaba avergonzada desviando su mirada, fingiendo que no los había mirado con aquellas mejillas sonrosadas.

Aplanando sus labios, dio un ultimátum a Naruto.

- Este, de todos, es el peor lugar en el que deberías de estar. No tienes idea de… espera, ¿cómo llegaste aquí? ¿Por qué estás aquí?

Naruto cambio su postura y su faz, se mostró seriamente mortal mientras murmuraba:

- Ero-sennin fue atacado en Amegakure. Pain estuvo a punto de asesinarlo antes de que viniera a atacar a Konoha; fue entonces que Ero-sennin me mandó llamar, acudí, lo sané, nos traje junto con Sai y Yamato-san; y al llegar, conseguimos destruir a uno de los caminos. Asura, el tipo de las bombas. Ahora dime Sasuke, ¿Qué estás haciendo aquí?

Aquella voz se agravo, mostrándose imponente a pesar de que el joven era de rango menor al de Sasuke, pero no sirvió para intimidar para nada al Uchiha.

- Regresa, auxilia a todo aquel que veas herido, ayuda a evacuar a los civiles y enfócate en mantenerte lejos de cualquier de ellos.

- ¿Qué es lo que vas a hacer Sasuke? – Naruto se cruzó de brazos, para nada contento con la orden del pelinegro.

- Mantener a ese peligro alejado de ti, ahora largo.

- Iie. Voy contigo, aunque… espera, ¿sobre qué estamos parados? – comento Naruto sintiendo que el piso se movía.

- No te importa, ahora vete. – Sasuke se giró con indiferencia esperando a que el rubio entendiera y se fuera.

¿Pero cómo sería eso posible? Naruto no sería Naruto si no le encantará desafiar las posibilidades.

Sasuke agradeció estar de espaldas a su novio cuando este dijo con firmeza:

- Voy contigo.

Cerrando sus ojos con resignación anticipada, Sasuke comenzó a defender su argumento:

- Sabes que ellos están aquí por ti. Atacar la violencia de una Aldea Shinobi sólo es una patética excusa para tomarte y destrozarte entre sus garras y ¿todavía osas aparecerte por aquí?

- No voy a huir teme, no soy así – determinado Naruto tomo a Sasuke por sus hombros aun de espaldas – Sabes que no soy así, nadie debe ni tiene que sufrir por mí. Puedo pelear mis propias batallas teme. Necesito demostrarlo. Puedo demostrarlo.

Tanto por lo que Sakura los amenazo, los azoto, los torturo, se enfrentó a líderes con el triple de tamaño que ella sólo para salvar a Naruto y en el momento más crítico, el hermano va y se entrega prácticamente.

Ahora entiende porque la pelirosa hizo lo que hizo; aunque Sasuke nunca hubiera sido tan visceral, ahora la comprendía. Ella adoraba a su hermano, por la persona tan pura y genuina que era. Proteger esa inocencia, ese carisma es tan… Velaría cada noche si eso significase vigilar los sueños de Naruto siendo feliz.

Es un romántico perdido cuando ese rubio latoso aparece en escena.

Si tan sólo el Akatsuki no fuera la amenaza cruel, si tan sólo… Y así, inundándose de luz en esas neuronas, el Uchiha tuvo una idea fantástica. Peligrosa pero bastante factible.

Girando su cuerpo, pudo ver que Naruto era un centímetro más alto, y aun así le dirigió una mirada oscura:

- Oh, no teme. No me veas así. Lo que sea que hagas, no servirá para alejarme de aquí…

- Escúchame bien. Será arriesgado. Altanamente peligroso, pero realmente ¿quieres ayudar, de verdad?

Abriendo sus ojos, obviamente Naruto había pensado que Sasuke mostraría más guerra en sus negativas, pero accedió a la primera instancia, es por ello por lo que, no perdió el tiempo y comento:

- Hai, ayudaré en lo que sea necesario. Por Konoha.

Aquellos cerúleos brillaban con intensidad mientras aclamaba con una mano en el pecho, como un digno shinobi original de la Aldea. Sasuke solo podía imaginar por qué deseaba tanto combatir por la nación.

Asintiendo gravemente, el pelinegro también centro su mirada con una fiereza férrea y declaro:

- En ese caso, escucha bien shinobi. – Naruto se inmuto – este es el plan.


Ubicación desconocida

Horario aún más desconocido

Ingravidad.

Neutralidad.

Suspensión.

Inconsciencia.

Soy una partícula tan diminuta, una célula más en el espacio-tiempo, y me brinda la paz más reconfortante que he experimentado jamás.

Me siento especial y a la vez, siento que no importa.

Todo estará bien.

Sin cuerpo, soy consciente de que es mi alma la que apenas tiene un gramo de realización sobre si misma, flotando en el cosmos que ha originado la vida misma. Devolviéndome a donde pertenezco, de donde emergí.

Es curioso que las almas tengan una cola; es como un hilo que me sigue a todas partes buscando un cuerpo al cual aferrarse.

En alguna parte de mí, muy en el fondo sé que alguien, un ser ancestral debía estar conduciendo mi alma fuera de mi cuerpo y aunque debería de temer por mi fatídico destino, no me sentí si no abrigada. Apapachada.

Sentía que mi alma era acurrucada en la esencia más pura jamás conocida, me cobijaba y me arrullaba, aun cuando mi sabiduría remanente decía en voz baja que esto no debería de ser posible.

No es como que muera todos los días, pero pensé que cuando sucediera, cuando fuera mi hora final, vería a los ojos al Shinigami que vendría a por mí. Que me llevaría cual escudero ante su verdugo, sintiendo aquellas cuerdas en mis muñecas.

Pero nada más lejos de la realidad. Estaba gozando de mi nueva paz, de esta faceta en la que mi vida terrenal estaba desapareciendo y eso lo sabía porque aquella cola que parecía un hilo que se adelgazaba conforme más me alejaba, instintivamente la reconocí como la unión a mi cuerpo mortal.

El conocimiento sobre mi propio ser tanto espiritual como material llego a mi como si de una fuente de agua interminable se tratase e irónicamente, sabía que no era todo.

Me sentía incompleta, y un segundo después, inestable. Empecé a revolverme en aquella suave tela transparente que me envolvía en frescura.

- Como siempre, tan inquieta, hija mía – la voz etérea de un ser tan familiar recorrió el espacio ingrávido lleno de luz donde mi alma descansaba – Ya, ya, no seas impaciente, niña.

Ese sonido tan reconfortante y a la vez poderoso, lo había escuchado en distintas ocasiones, a través de distintas gargantas por el paso del tiempo.

Toda mi infancia me acompaño y me guio con cuidado y su benevolente favor; y ahora, estaba aquí. Conmigo.

Si hubiera tenido ojos, estoy segura de que lloraría de felicidad por encontrarlo nuevamente. El remanente de mi mente grito emocionado su nombre.

Seiryu-sama.

Aquella calidez se volvió en una fracción en una cascada de alivio y confort, dejándome todavía más extasiada por su ligero toque. Hace años que no había escuchado su voz, mucho menos que había sido bendecida con su presencia.

Y ahora podía sentir su propio ser, frente a mí. No podía verlo. Jamás un Kami se mostraría ante un mortal, pero podría sentirlo y así fue.

Ronronee por lo que parecieron horas antes de que Seiryu-sama, en toda su magnificencia dijera:

- Tan traviesa por lo que veo – ese sonido tan esplendido parecía divertido sonando como eco – Y es la razón por la que te metiste en tantos problemas, ¿hija mía?

Sin mi boca, no pude mostrar mi indignación en voz alta. No había hecho nada malo. Creo. Empiezo a no recordarlo. Es tan rápido como desaparecen las memorias en este lugar inmortal.

- Ahh… ya veo, realmente te estas desvaneciendo esta vez – aquella voz, contraria a sus palabras, no dejo de tener el sonido alegre – Si continuas así, me harás pensar irremediablemente que deseas unirte a mi servicio antes de tiempo.

Mi mente comenzó a enviar destellos, vistazos de Naruto, memorias de Obāsan-sama, mis momentos con Otousan y con Olli, las dos colas de Bastet y sus ojos morados con gris, mis batallas en Kirigakure, los largos pasos hacia Sunagakure, cuando Obāsan-sama nos abandonó sin decir más, la tristeza de Naruto por sentirse un monstruo, la desesperación que sentí cuando él se marchitaba cada día, el odiarme a mi misma por ser tan calculadora y temer la decepción de Naruto si llegara a enterarse de cada movimiento donde lo manipule, un mechón negro de cabello, un vestido blanco de ninfa, una máscara Anbu, unos ojos rojos, unos cerúleos impresionantes, unos labios a centímetros de los míos, la sensación de que mi corazón latía cada vez que intentaba pronunciar su nombre, una palabra tan sagrada para mí, una cabaña en la mitad del bosque, un bakeneko, un perchero caminante, un cielo azul. Momentos irrepetibles cual fotografías.

Era como ver mi vida entera pasar ante mis ojos en un tiempo récord, embelesándome yo misma con tanto vivido, con tanto gozado y tanto sufrido. Siempre hubo sangre, huesos y humo en mi vida, pero todos mis recuerdos eran más hermosos, porque sabía que eran míos, únicos. Preciados.

Extraordinariamente, me sentí a mi misma alejándome de aquel alivio que el ente espiritual de Seiryu-sama me prodigaba. Era estar frente a un Kami, uno real, saber que todo lo que oía y sentía era él, y, aun así, sentir ardiéndome en furia con cada segundo porque fui derrotada de la manera más burda.

¿Y ahora quien cuidará de Naruto? ¿Quién activará el sello de protección sobre el nuevo hogar de otouto? ¿El hombre de ojos rojos me extrañara? ¿Algunos de ellos lo hará? ¿Quién hará qué?

Cada pensamiento corría frenético antes de escuchar un poco de seriedad en aquella voz infinita del espacio:

- La autocompasión y la mendicidad son conceptos que no tolero en mi presencia, hija mía. Lo sabes bien.

Cualquier calculado pensamiento rompió filas al escuchar aquellas frías palabras. Mi Kami no estaba contento conmigo. Colocando mi mente en blanco, deje que las genuinas disculpas resonaran en el interior de mi alma.

"Perdóname, Seiryu-sama, no volverá a suceder" Suceder, suceder, no volverá, perdóname, Seiryu-sama…

Mi voz sonaba como un eco para mi misma resurgiendo de mi esfera espiritual y como pude mostré la vergüenza de la que me sentía cómplice.

Debía de ser del tamaño de una canica dentro del reino celestial de Seiryu-sama, pero, aun así, el Kami podía escuchar cualquier pensamiento mío a kilómetros de distancia:

- Estas muriendo en el reino terrenal, niña. Sin embargo, yo mismo he visto tu momento final, y no es este. Nuestro acuerdo de servidumbre dedicada en mi reino por el costo de doce generaciones en las que tu cuerpo dejara de reencarnar, a cambio de brindarte apoyo y sustento para defender a tu hermano en esta vida actual, no pienso modificarlo, aun si ello significa no adelantar tu servicio. Eres libre, hija mía, ya que esta vida terrenal tuya, será la última que tengas en mucho tiempo. Tus sentimientos, por más encantadores que fuesen, debes vivirlos completamente; tarde o temprano te habrías reprochado por no vivirla cuando poseíste el tiempo. Es por ello por lo que, en cambio, te tengo una oferta que espero consideres generosa.

Siendo una pelota espiritual, me acerque más ciega y muda, con toda mi atención colocándola a mi alrededor. Jamás Seiryu-sama me había ofrecido una oferta; un Kami no debería de hacer eso. Los humanos estamos para servir a los dioses, no para negociar con ellos.

Una risa especial resoplo por todo el recinto y de nuevo aquella voz sin boca se escuchó:

- Mi niña, hemos hecho ofertas especiales con los humanos por milenios. Sólo aquellos realmente especiales son considerados dignos para servir en cualquiera de los reinos. Ahora escucha con atención, niña, porque lo que te diré solo tiene una oportunidad de ser entendido y respondido.

Me atraje aún más al escuchar lo último.

- No puedo, ni deseo pelear tus batallas; pero he visto tu esfuerzo en ellas, tu dedicación y trabajo duros por cuidar a tu hermano, no me gustaría verlo desperdiciado. Es por ello, que puedo prestarte una ínfima parte de mí, adicional a la que ya posees. El poder de una garra.

Mi sorpresa no tuvo igual. Aquel majestuoso ser, en toda su maravillosa creación, estaba dedicándome una ¿oportunidad? ¿Y una así de poderosa?

- Sin embargo, hija mía, así como el poder que te había dado antes era parte del cargo al favor con mi hermano, Byakko-sama. Ahora, este nuevo poder que te será entregado en la mayor de las confianzas, tendrá un nuevo costo.

Mi corazón, metafórico, esperaba ansioso que me contara el precio a pagar.

- Al tener ya tu alma comprometida a mi servicio, otro precio a pagar es el cargo.

La voz aguardo silencio un momento, esperando a que realmente entienda lo que quiere decirme:

- Una criatura nacida y forjada de ti, mi niña. Tu primer vástago.

Cualquier pensamiento quedo trabado en mí, pensando que no dijo lo que dijo, que no escuche ninguna de esas palabras, porque Seiryu-sama no es esa clase de dios. No pide sacrificios humanos.

Pero la ironía era esa. ¿Yo entregaría a mi primer hijo a cambio de más poder?

¿Quién soy? ¿Shimura Danzo, Pain, el tonto manipulador de Akatsuki? ¿Uchiha Madara?

Por favor, hasta la pregunta ofende.

Otra risa, está más oscura, se escuchó en el recinto sagrado:

- ¿Me consideras un Kami maligno, hija mía? ¿Alguien que descuidaría a tu hijo?

¡No! Mi alma grito desde lo más profundo alterando la energía espiritual a mi alrededor.

Seiryu-sama no era sino el más puro de todos los dioses, así como el elemento agua al que representaba. Tan tranquilo como podía ser un pequeño charco, podía convertirse en un tsunami con la fuerza contundente para destruir al mundo, pero jamás sería cruel por deporte. No es su deseo si no tener a todos sus hermanos celestiales unidos, aun si eso significa tolerar a unos cuantos humanos malvados atrofiando sus ecosistemas.

Era bendito entre los Kami.

Ahora el ambiente se sentía menos tenso cuando escuche decirle:

- Me tienes en tu más alta estima. Me conmueve saber que en tu corazón aquel equilibrio que te costó tanto formar entre tu deber y tu amor tiene un resultado muy satisfactorio.

¡¿No está enojado porque técnicamente he rechazado su oferta?!

- Para nada hija mía. Mi voluntad es, siempre ha sido y será, verte crecer en toda tu preciosa mortalidad. El hecho de que tus pensamientos humanos solamente se enfocaran en tu hermano una gran parte de tu vida no lo cuestionaré, es y ha sido tu decisión de la que nadie de tu clase puede cambiarte. Y, sin embargo, estoy seguro de que, de haberte ofertado esto en tu quinceavo nacimiento, habrías aceptado sin dudar. En cambio, ahora estas rechazando mi oferta.

No me pertenece ni siquiera mi propia alma, ¿cómo podría yo ir a vender la de alguien más, la de un niño, uno que ni siquiera ha sido imaginado al día de hoy?

- Te sorprendería saber, mi niña, cuantos humanos venderían inclusive la sangre del prójimo por una oferta como esta. Voy a ayudarte con tu decisión. He visto el destino que te aguarda a ti y a tu descendencia. Serán perseguidos continuamente por quién eres tú, y mayormente por el padre de la criatura. Tu primogénito será la viva imagen de él y, por tanto, tu bendición se volverá una carga cuando no puedas protegerlo. El padre estará dispuesto a entregar su vida por salvarlo y te causará un sentimiento terrible de perdida, el cual podrá o no hacer que sucumbas a la desesperación. Considerando esto ahora, ¿estás segura de que deseas no entregarme, adiestrado y funcional para servir también, a tu primer hijo, y así, protegerlo desde mi reino?

De pronto, un sentimiento de desolación me embargo completamente.

El panorama que él relataba era desolador, demasiado hiriente porque sin que dijera nombres, sin que me brindará pistas, sabía quién sería el padre de este niño.

Su imagen, mucho más potente que cuando mi alma fue atraída aquí, vino como una explosión de energía. Su olor, casi podía olerlo, aquella menta y canela; y para cuando llovía, era todavía más fresco, incluso con toques de hierbabuena.

La sedosidad de sus mechones negros a través de mis dedos, como si lo hubiera hecho por centenares de años, cuando apenas lo hice dos o tres veces. La sensación de recorrer delicadamente cada cabello negro era vivir en carne el terciopelo.

Aquellos labios que sólo en la privacidad se abrían ante los míos, me burlaban y me provocaban constantemente, y esa lengua viperina que dejaba salir aquella voz que me volvía temblorosa, cohibida y aventurera a la vez.

Pero lo más importante. Esos ojos.

Los ojos más hermosos que había tenido el placer de ver. Me transmitían tantas cosas y yo simplemente quedaba idiotizada ante tanta pureza de su alma. Poco o nada podía hacer ante tanta belleza.

Itachi.

Itachi.

Itachi.

Itachi.

Itachi.

Al fin pude nombrar ese rostro tan perfecto.

Quería llorar porque me arrepentía de no haber dicho su nombre en vida. Por no hacerle saber, que para mí era más que un simple cortejo. Para mí, él ya era un compañero perfecto. Mi alfa con el que deseaba pasar el resto de mi vida mortal, fastidiándolo y concediéndole sus tontos dangos.

Aunque, puede que sea mejor así. Volver a la vida, regresar a él y en unos años comentarle ¿qué? ¿vendí a tu hijo porque puede que en algún momento pueda ser asesinado por que será buscado por su poder, y de paso, pudieran asesinarte a ti también?

Jamás me perdonaría, estoy segura. Por mucho que estuviera en peligro, por mucho que le explicase las razones, no lo haría. Tampoco yo misma me perdonaría.

Si hubiera un pequeño, un hermoso ser de cabellos negro cuervo, con la mitad de nobleza que tiene su padre, jamás soportaría que le hicieran daño, ni siquiera yo misma. Podría enseñarle claro, podría instruirlo, pero dejaría que fuera él quien decidiera por su propia mano, una vez que tenga consciencia sobre si mismo y sus acciones junto a consecuencias, de lo que quisiera.

Si él quisiera entregarse a Seiryu-sama, será decisión de ese primogénito. No mía.

No sería como Obāsan-sama.

- Tu respuesta es no, por lo que veo.

Así es, respondió mi alma, con determinación y en alto, demostrando que estaba lista a donde fuera que me tocara ser juzgada.

- Mi niña, si así es, así será.

Sentí un toque fresco y cálido a la vez lleno de paz envolverme mientras él continuaba:

- No era una prueba, pero ciertamente me tiene encantado tu forma de pensar, hija mía. Como dije, antes no hubieras dudado un segundo; aceptar significaría haber apoyado al heredero de Byakko-sama, y ahora, colocaste en primer lugar a una vida que aún no existe, hacerlo da a entender que ahora entiendes la importancia de cada vida y cada destino que toca tu alma. Sin embargo, como había dicho, este aun no es tu momento.

Estaba confundida. Entonces, ¿Por qué mi alma estaba vagando en el recinto de mi Kami?

- El tiempo en tu mundo está caminando lentamente, a diferencia de mi hogar. Tu tiempo allá se está terminando; pero me ha alegrado mucho tu cambio de pensamiento, hija mía. Por ello, no te prestaré el poder de una garra, capaz de destrozar montañas e inundar desiertos; en cambio, por tu buen corazón, como ya tienes el poder de una lágrima que te di tiempo atrás, le sumaré el poder de una de mis escamas.

Mi sorpresa no cabía en mí.

No estaba muerta, y, por el contrario, estaba a punto de ser favorecida por Seiryu-sama.

¿En qué momento me convertí en alguien digna?

- Siempre lo has sido, hija mía, sólo que no te habías dado cuenta.

Una energía enceguecedora me atrapo y fue cuando sentí un poder abrumador llenándome por completo. Me sentí alejarme al principio como si alguien me jalara de la cola de mi alma que me unía a mi cuerpo terrenal, y después fue más intenso el tirón, hasta que me sentí desplazarme rápidamente.

El cambio de consciencia espiritual me hizo sentir confundida y desorientada y lo último que alcance a escuchar fue:

- La próxima vez que tu alma me encuentre, hija mía, resguardara conmigo para toda la eternidad. Cuida, en ese caso, de tu vida y de tu destino.

Y sin más, la oscuridad me trago.


Era veloz, lástima que Itachi era cruel.

Con cada estocada podía sentir como le restaba energía a Pain. Justo cuando se veía que el individuo estaba agotando su capacidad energética, el hombre ahora demasiado maltrecho y desganado, le dijo a Itachi con un reclamo propio de un hombre desesperado:

- Tu insolencia te costará caro, Itachi-san. ¡Entiende que un simple mortal no puede luchar contra un dios! Tu pueblo pagará tu osadía.

El Akatsuki elevo sus manos e hizo un sello manual que Itachi no reconoció. Su ojo derecho le sangraba en este punto y le ardía demasiado, idéntico a como si mil agujas se clavaran en todo su globo.

Comprendía que el flujo de chakra que había estado usando era demasiado para sus venas oculares. Si este era el dolor que sufrió Shisui durante años, sabe que su pobre primo tenía razones más que justificadas para sentirse ciego y perdido. Un terrible poder llevaba un todavía peor costo.

Sin embargo, su Mangekyō en todo su esplendor pudieron captar cada tejido de dedos, pero rápidamente se dio cuenta que no era algo que reconocía, ni siquiera cuando el Akatsuki gritó con furia, alterando esa voz monótona:

- ¡Shinra Tensei!

Y el cielo se volvió de un oscuro completo.


Naruto observo al hombre frente a él.

Un joven escuálido demasiado anoréxico, cuyas costillas parecían más cuerdas de un shamizen, y unas mejillas tan hundidas bajo esa piel pálida, casi moribunda, sobre un cuello que dejaba ver el hueco de la garganta demasiado enfermizo, sin carne debajo al igual que las clavículas que se perdían entre la capa marrón gruesa que cargaba el tipo. Sentado, en una manera incomoda sobre un trono de metal extraño, estaba un individuo. Difícilmente se le podría llamar hombre por la forma en que se notaba tan delgado, tan escuálido y con una mirada sorprendida en sus ojos.

Este era ese Akatsuki.

Este era el líder real.

Este, era el hombre que controlaba la totalidad del Rinnegan.

Este era un maldito sádico.

- Escuche que me estabas buscando. Entonces heme aquí. Dime, ¿qué es lo que deseas? – Naruto se enderezo por completo luciendo intimidante.

Con aquella capa que le había regalado Sasuke, esa aura de su modo Sabio, los casi dos metros de altura y los músculos engrandecidos por el entrenamiento de los últimos treinta días junto a Otousan, el hombre más fuerte de todo Kumogakure, sí, hacían del hijo de Namikaze Minato una figura épica, que lucía magnánima.

El hombre frente a él, entrecerró los ojos con molestia, para después cerrar las expresiones faciales que lo habían carcomido y miro fijamente al rubio.

El espacio dentro de la cabeza del Gedo Mazo era increíblemente inestable. Se podía sentir como la vida de los bijuu que habían sido extirpados malamente permanecía entre las venas tiesas de la estatua.

El rubio sintió dentro de si como Kurama se removía furioso ante el maltrato a sus hermanos.

Déjame matarlo, rugía moderando su voz dentro del calabozo espiritual.

Aun debemos esperar la señal de Sasuke, contestaba Naruto sin dejar de ver al Akatsuki.

El tipo estaba a nada de morir, pero Naruto aprendió de Obāsan-sama a jamás subestimar a un enemigo. Ella se lo había grabado a fuego en la piel.

Todo lo que su familia le enseño fue para momentos como estos. Defenderse a si mismo de quien quisiera algo de él a la fuerza.

- Tienes algo que yo quiero – dijo el chico que, aunque olía increíblemente mayor, se veía no más alto que un chico de 18 nacimientos.

- Permíteme adivinar – señalo su pecho con su palma abierta – Deseas el poder de Kurama para reestablecer el poder del bijuu uniéndolo a sus hermanos dentro del Gedo Mazo.

- Para estar tan escondido, estas muy bien informado. Naruto. – se notaba que el hombre apenas y hablaba por la forma en que su voz carraspeaba como si no la usara mucho.

Naruto nunca dirigió la mirada a la izquierda del hombre, donde permanecía una mujer alta, de aura elegante con ese cabello azul, que en lugar de resaltar parecía engrandecer su belleza, un piercing, pequeño sobre el labio inferior, y no de la misma forma que los demás caminos del Rinnegan. Una humana viva. Una kunoichi, leyó Naruto.

Parecía querer moverse para estar frente a su compañero que lucía débil y antipático, pero se notaba que era él quien gozaba de las riendas del liderazgo.

- No tenías por qué atacar a gente inocente, quien sea que seas. No era necesario intentar destruir el espíritu de Konoha sólo por tu capricho. – murmuro Naruto con los puños apretados.

- Sabías que te buscaba desde hace tiempo; pudiste entregarte antes y evitar todo el caos. Aunque no entiendo porque te preocupas por ellos. Son la causa de tu desgracia, ¿no es así? Los perpetradores de tu miseria viven en ese lugar.

Frunciendo el ceño, Naruto coloco una cara con mezcla de confusión y enojo.

- ¿A qué te refieres?

El chico hablo, pero parecía sonreír por dentro:

- Es por todas aquellas personas, ciudadanos como se hacen llamar nobles y humildes, quienes asesinaron a tu Otousan y a tu Okasan.

Naruto enmudeció de repente, su mente confusa al por mayor cuando escucho aquella frase. Continúo escuchando mientras su sangre se enfriaba en las venas:

- Si no hubiera sido por la debilidad que representaban, por la posesividad que tenían sobre el Kyūbi, si no hubieran estado en constante tensión por la violencia y los deseos de guerra, tu Otousan no hubiera tenido necesidad alguna de haberse sacrificado por ellos.

El sonido de una aguja cayendo hizo mella en la mente de Naruto, creando una fisura tan pequeña por las palabras del Pain real.

- En un mundo perfecto, tu Otousan jamás se habría reparado como Hokage, no habría urgencia por serlo.

La fisura empezó a romper aún más y Kurama fue testigo de cómo crecía gradualmente hasta llegar a su celda.

- Tu Okasan, una mujer realmente noble por su legado Uzumaki, te habría educado como sólo una madre pudo haber criado a su único hijo.

La fisura se volvió un terremoto resquebrajando aquellas barras en las que Kurama estaba resguardando.

Chico, cálmate. Kurama sonaba extraño dentro del espacio mental-espiritual.

- Konohagakure no Sato es la aldea que mato a tus padres, Naruto. En cuanto a ti, te volvió otro huérfano más en un mundo aterrador.

Kurama sentía aquel familiar roce del chakra de su jinchūriki, sólo que esta ocasión, exigía liberar su poder, mientras la fisura había crecido a tal grado que había roto tres barreras del sello por si solo.

- Lo que te ofrezco, Naruto, es que me entregues el poder del Kyūbi; a cambio, te sentarás conmigo en primera fila, a observar nuestro nuevo mundo. Uno donde predomine la paz.

- …Nagato… - murmuro la mujer por primera vez mirando enrarecida a Naruto.

- ¿Ves a dónde voy? – continúo hablando el desnutrido joven

- Nagato, creo que debes parar… - la joven sonaba asustada.

- ¡Un mundo donde no existan huérfanos! – rugió aquel tipo.

Una risa siniestra broto de donde provenía el rubio de entre las sombras. Donde al anoréxico malvado estaba sentado, una especie de luz resplandecía sobre él entre los agujeros de la cabeza de la Estatua, pero sólo era una ilusión para su concepción de deidad que tenía sobre si mismo.

El sonido de aquella risa resonó como un eco, pero no tenía nada de alegría consigo. Al contrario, era una risa llena de sarcasmo e ironía y en ese momento, de entre la oscuridad, de donde apenas se observaba la cabellera de Naruto un halo lo cubrió por completo.

Una energía rojiza y dorada, con toques de naranja envolvieron su cuerpo.

Con la cabeza gacha y ojos cerrados, la voz juvenil de un hombre se escuchó en respuesta, la voz era tenebrosamente rasposa con un trasfondo de otra todavía más grave y demoníaca:

- Te crees un dios – comenzó lentamente – pero no tienes idea de lo que significa eso.

Un repentino aire se filtró por todos los espacios abiertos de la Estatua, pero al ojo de un shinobi, no era un aire regular. Suiton.

Rápidamente se convirtió en un torbellino mientras que el espacio pareció absorber la luz dejando en oscuridad a todo y todos. Se escucho nuevamente la voz del rubio:

- ¡No tienes derecho alguno a armar todo este entramado! ¡No tienes el derecho de atacar a todas estas personas inocentes o de planear sus futuros! – su grito resonó aun de él apenas había abierto sus labios.

El viento era el que llevaba en sí el enfado de sus palabras.

- ¡Tanto sufrimiento, tanto dolor! ¡¿Para qué?! ¡Para tus fines egoístas!

La luz se había ido por completo en este punto y una fuerza antinatural había tomado y congelado por completo el cuerpo de la mujer. Cuando ella volteo a ver a su compañero, en el tornado que había crecido desmedidamente en la cabeza del Gedo Mazo, ella observo como estaba embobado observando con aquellos Rinnegan el poder infernal que estaba liberando el jinchūriki del Kyūbi.

Ni siquiera había sacado una sola cola y el poder que sentía arremeter era indudablemente poderoso.

- ¡Mis padres no fueron asesinados por Konoha! ¡Ellos entregaron su alma para salvaguardar incontables vidas! – bajo la voz sonando aún más amenazante - Pero eso, es algo que pareces no entender.

Entonces Naruto abrió sus ojos. Rojizos orbes llenos de determinación se vislumbraban desde la oscuridad.

- ¿Quieres ver un Kami? Adelante, te llevaré con él.

Una enorme sombra de tono rojizo sobresalió de la espalda de Naruto, y luego otra, otra, y luego una tercera y cuarta más.

Naruto había liberado cinco colas, transformando toda su cuerpo ligeramente a la forma del zorro.

Sobrepasando los dos metros por los pies convertidos en garras, destrozaron las sandalias que llevaba. La capa que había llevado puesta se empezaba a romper mientras los hombros y espalda de Naruto crecían cual gigante. No se cayó únicamente porque Naruto dejo de crecer tanto.

Sus manos empezaban a ser reemplazados con largos dedos que figuraban garras en lugar de uñas filosas de tonos negros y rojos. Los ojos, que rezumaban odio y rencor, habían pasado del distintivo sabio Sapo a una versión zorruna, los bigotes se habían alargado toda la longitud de la cara. Aquel cabello rubio parecía erizado, pero lo peor de todo el cambio tan drástico fue aquel aura que resonaba áspero y oscuro.

El aire estaba siendo envenenado; volviéndose tóxico y aquella aura roja envuelta sobre Naruto arremetió contra el chico sentado.

Contrario a la mujer, que estaba seriamente asustada, dejando un poco de lado esa versión estoica de si misma, Nagato, el real Pain, estaba extasiado con tanto poder.

Realmente era mucho más de lo que había creído y ni siquiera había sacado todas las colas; pero el poder del bijuu era innegable; y aún más aquel poder que lo controlaba, como si el aire obedecía a cualquier orden mental de Naruto sin que este moviera un solo musculo.

Del suelo emergió un fuego profano azul, un katōn ardiente que azoto junto con el viento volvió el lugar una tormenta de humo y calor vociferante.

Con una vista mejorada, Naruto vio a su enemigo mortal levantarse lentamente sólo para darse cuenta de que no estaba sentado en un trono de metal. El negro metal nacía de su espalda directo hacia arriba y se podía ver que el tornado era atraído a esas barras absorbedores de chakra.

El Rinnegan estaba fascinado con el poder del Kyūbi, y de aquel jinchūriki cuyo poder parecía bochornosamente interminable; la energía de tonos rojos con toques amarillos y naranjas, mezclándose perfecto con aquel océano de fuego.

El entusiasmo violeta de unos ojos impactaba contra la furia roja de otros.

La mujer de cabellos azules gritó asustada seriamente:

- ¡Nagato! ¡Esto es demasiado! ¡No resistirá el Gedo Mazo!

Y en efecto, la estructura estaba cayéndose a pedazos con cada vuelta que daba el tornado acercándose hacia las barras de metal.

Estas rugían por absorber el poder, deseaban obtener el poder; en cambio, el tornado de fuego y chakra de bijuu estaba corrompiendo todo lo que lograba tocar con su unión a la tierra.

Finos hilos de polvo estaban saliendo de entre algunas esquinas del techo, y las paredes se movían como si fueran gelatinas. Esto no resistiría por más tiempo.

- ¡Naruto! Es el fin. No puedes detener este cambio. ¡No es tu tiempo, ni tu pelea! ¡Te otorgaron un poder que no te pertenece, y es por ello, por lo que debes de devolver lo que no es tuyo!

Y en ese momento, el tiempo se congeló.

Todo el aire se congeló, espacio, fuego, rocas, las ropas, todo dejo de tener un movimiento fluido para volverse increíblemente despacio.

Incluso las barreras de chakra atrayentes se retorcieron ante un sello que apareció de pronto en el suelo reflejado en luces azules. Un sello que el Rinnegan, en toda su velocidad, leyó y comprendió a la brevedad; sin embargo, se notaba la desesperación en la mujer quien en ese momento estaba volviendo su cuerpo en decenas de papeletas blancas que parecían palomas alzando el vuelo.

Ninguno de los dos Akatsuki se pudo mover; ninguno pudo reaccionar físicamente cuando observaron que detrás de ellos, de una oscura esquina se alzaba una sombra alargada.

Caminando lentamente, broto Uchiha Sasuke y en su palma, un kunai con ninshu en la punta.

El plan había sido colocar a Naruto a distraer el tiempo suficiente a Pain y a su acompañante para que Sasuke pudiera configurar el sello sin que estos se percataran. Era arriesgado porque en teoría, nada escapaba de la visión de aquellos anillos morados, y es por ello, que tomando en cuenta el control perfecto de Naruto de ocho de sus colas, parecía ideal poner a Naruto como carnada demostrando parte de su poder. El ninshu, fue utilizado para enmascarar el chakra del Uchiha, y de esta manera, que él pudiera acercarse lo suficiente para enmarcar el sello que había diseñado Naruto hace ya un tiempo.

El propio chakra del Kyubi había sido suficiente distracción, pero Naruto parecía verdaderamente enojado.

Las barras de metal que sobresalían de la espalda del Akatsuki se dispararon a todas partes, alargándose aún más y saliendo de su cuerpo en distintos tamaños; todas terminaban curvándose con efecto hacia Naruto, quien lucía seriamente furioso con aquellos ojos zorrunos.

- ¡Naruto! ¡Ahora!

Y el rubio hizo su magia pagana activando el sello, no sin antes escuchar al Pain real gritar rabioso:

- ¡Te mostraré el poder de un dios! ¡La furia de mi mano caerá sobre tu aldea: Shinra Tensei!

- ¡No Nagato! – grito aterrada la mujer a su lado que yacía en el suelo por el ninshu dentro del sello.

Aún más enfurecido, se observó de un rubio emerger la sexta cola.


Yamanaka Ino lo había visto todo en una especie de cámara lenta.

El hombre alto que estaba detrás de la hechicera había desplegado de su brazo un metal negro pesado que había traspasado el pecho de la pelirosa.

El otro había tocado su cabeza y eso fue todo.

El chakra de la Onmyōji había desaparecido.

El cuerpo de la joven empezó a caer sólo para ser atrapado por el Camino Naraka, sosteniéndola como un bulto de papas en su hombro, mientras que el otro, el Camino Humano, entablo pelea contra los Raíz que se acercaron furtivamente hacia ellos con tal de recuperar el cuerpo inerte de la joven. Bajo decenas de sellos manuales, jutsu tras jutsu fue emitido hacia los Akatsuki, quienes evadían y se movían a velocidades exorbitantemente ridículas para escapar.

Uno de los Anbu logro acercarse lo suficiente para apuñalar al camino Naraka por la espalda, logrando que la Onmyōji fuera arrojada al suelo, liberándola, pero fue como si no le pasara nada al enorme monstruo; quien se giró velozmente y pateo al shinobi con una fuerza tal que lo arrojo a metros lejos.

El pobre shinobi, a punto estaba de estrellarse con una viga sobresaliente de la Academia Ninja, cuando un chakra exquisitamente puro se hizo sentir en todo el patio, Ino giro la cabeza hacia donde nació esta energía sublime sólo para darse cuenta de que era familiar. Ni un segundo después, una luz increíblemente cegadora ilumino todo el palco, cegando a todos los presentes.

La luz no tardo más allá de tres escasos segundos, en los que, para cuando Ino abrió los ojos, descubrió que el tiempo se detuvo.

Corrección. Alguien lo estaba pausando.

Aquel shinobi que había sido arrojado directo a una quebradura mortal de médula espinal, había quedado levitando en el aire. Suspendido, pero capaz de mover sus manos.

Las motas de polvo que se habían levantado con aquella fugaz pelea estaban levitando lentamente, con pereza en el espacio; el propio mechón de Ino que había caído sobre sus ojos, se movía lentamente obstaculizando parte de su mirada.

Las capas negras con nubes rojas empezaron a elevarse gradualmente conforme la nueva antigravedad, los demás shinobi habían quedado atrapados en sus propios ninjutsu. Se podía ver a uno lanzando un katōn de su garganta directo al Camino Humano y otro enviando un doton de arenas movedizas al Camino Naraka de manera tan lenta, casi como para estirar la mano y tocarlo.

Pero sólo una persona podía moverse libremente en el campo.

O… una cosa.

Había caído boca abajo, pero eso no impidió que se levantara con gracia, ya no tan muerta como se presumía. Sin embargo, la Onmyōji estaba… cambiando.

Mientras se levantaba alzándose sobre sus brazos contra el suelo, su cabello empezó a tornarse blanquecino con tones azules en sus puntas; de entre esos mechones, sobresalieron puntas de carne, como si sus orejas hubieran crecido idénticas a las de un elfo; sus manos empezaron a tornarse azul oscuro del antebrazo hacia los dedos los cuales se veían en la lejanía como afiladas garras; su piel de melocotón comenzó a palidecer hasta volverse más blanca que la leche.

Para cuando se levantó sobre sus dos pies con incrustaciones, figuras parecidas a las de un ave combinado como un reptil – ¿tal vez un dinosaurio? -, con esa clase de rugosidad en sus ¿patas?, con la misma tonalidad que aquellas garras de las manos, se veía más alta.

La heredera Yamanaka observo intrigada, así como todos los demás que habían quedado en pausa, incluyendo los Akatsuki. La Onmyōji bajo la vista a su cuerpo cambiado tres segundos, moviendo sus manos frente suyo, admirando sus cambios; subió la mirada al cielo como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Una plegaria de agradecimiento parecía susurrar con esos labios azulados que tenía y sus ojos cerrados.

- Takk, Seiryu-sama. - Arigatou, Seiryu-sama

Fue entonces cuando abrió los ojos e Ino termino de admirarla.

Con las pestañas alargadas, sus ojos habían dejado de ser los esmeralda acostumbrados y ahora eran una tonalidad violeta fosforescente. Esta era una nueva criatura, una que emitía un aura muy atrayente y serena. Visualizo el campo y dijo muy calmadamente al aire:

- Jeg vil ikke svikte deg. – No te defraudaré

Tardo más en decir aquello que en lo que la tierra pareció removerse creando pequeños torbellinos de polvo gracias al previo doton mientras el tiempo regresaba a toda velocidad.

El shinobi que había sido arrojado ahora caía levemente sin tocar la pared; aquel katōn no finalizo su objetivo si no que fue la Onmyōji quien elevo la mano y pareció absorber en su Kubikiribōchō, la cual se hincho a un gran tamaño, forjándola como una espada de fuego azul, mientras iba a por el Camino Humano.

El Akatsuki dio la vuelta rápidamente y se agacho en tiempo cuando la Onmyōji paso aquella filosa espada de carnicero donde había estado su garganta. El camino Naraka llego por detrás de ella, pero alta fue la sorpresa cuando la hechicera deshizo su cuerpo en agua sólo para reaparecer detrás del Naraka y arremeter su espada contra su pecho, atravesándolo completamente con una certera estocada.

Fue el momento más icónico porque todos esperaban una mayor pelea. El camino Humano apareció detrás de ella mientras aun rebanaba el torso del gigante; pero la Onmyōji movió su mano y una especie de energía verde emergió de entre la tierra y atrapo los miembros del Akatsuki haciéndolo caer al suelo de rodillas salvajemente, escuchando los huesos de las piernas tronarse. Sin soltar la espalda, pero empujándose con ella, la criatura dio una vuelta para arremeter una patada contra la cabeza del caído, mientras que el impulso había hecho que la espada cortara aún más a la mitad al otro fortachon.

No les dio tregua. Al enorme hombre le perforo aún más con la espada solo para después patearlo por la espalda, y cuando este, salió volando hacia el frente puesto a golpear la pared, en una teletransportación de pestañeo, la Onmyōji ya estaba colocada con ambos pies sobre esa misma pared con Kubikiribōchō apuntando hacia la cabeza del hombre.

Todo fue tan rápido que Ino no entiende en qué momento todo el cuerpo del camino Naraka se divide a la mitad por el poder del katōn azul incrustado en la espada de la resucitada Onmyōji.

El otro hombre logra soltarse de las cadenas cuando su compañero cae estrepitosamente al suelo. O al menos lo que quedo de él. Se podía escuchar a Kubikiribōchō rugir por la sensación de la matanza. De la nada, en el cielo, una enorme bola negra apareció que crecía a un nivel exponencialmente mayor con cada segundo de fracción, ocultando por completo el cielo de Konoha.

El Camino Humano entonces se levantó antes de ver el cielo y decir:

- Por tus pecados y los de los ciudadanos, tu vida se acabará por gracia del Shinra… - el tipo no termino de decir su frase cuando al Onmyōji lo tomo agresivamente por la garganta y aunque en un inicio era más alto que ella, ahora estaban a la par.

- ¿Qué te parece si mejor lo vemos más de cerca juntos? – entono la Onmyōji en completa calma mientras que Ino observaba como de la espalda de la joven sobresalían dos pedazos de piel que rápidamente se desplegaron.

Alas.

Esas cosas eran alas. Enormes y no como las de un hermoso pájaro. No. Estas eran… a Ino solo se le ocurrió la palabra reptil. Escamoso.

Y sin más, con el cuello de aquel tomado fuertemente, la Onmyōji pareció dar un breve salto rápido y comenzar a volar directo hacia aquella bola de negra energía a toda velocidad.

En la vida, Ino volverá a ver a los pájaros igual.


- ¿Te falta mucho? – dijo Sai con impaciencia.

- Iie, estoy a… - se concentró aún más – …segundos.

Abajo del árbol más grande del parque principal de Konoha, se había decidido que era un área tan abierto que sería perfecto para dejar implícito el sello de seguridad de Konoha. El centro completo de la Aldea.

De pronto, el cielo se oscureció y ambos presenciaron como una masa circular de color negro y de una energía altamente peligrosa se formaba sobre sus cabezas a toda velocidad.

Yamato sudaba.

Sai se tensaba.

El sello no se activaba.

La masa negra maldita comenzó a bajar a la tierra.

Dos segundos después, Yamato…


- ¡Ahora no puedes detenerlo! Ha iniciado Itachi-san, ve a tu pueblo hundirse en los fuegos oscuros como los pecadores que son.

El momento fue perfecto para azotar una última estocada a Pain, quien no estaba lo suficientemente concentrado, no se movió lo suficientemente rápido y la Sakegari no Tachi envolvió por completo el cuerpo de Pain.

No grito. No suplico. No se movió.

Se quedo quieto cual estatua perfecta mirando con ojos abiertos a Itachi.

El Uchiha no perdió el tiempo, el jutsu le permitió sentir cuando el alma de Pain, o al menos parte de ella fue succionada hacia la dimensión infinita que atrapaba la espada del Susanoo.

No espero a ver como el cuerpo inservible de Pain caía, sintiéndose triunfante. No.

Dando la vuelta rápidamente, observó el cielo que pesaba sobre Konoha.

Estando a las afueras, él tenía la panorama perfecta de una masa circular de terrible energía, el resultado del Shinra Tensei.

La masa comenzó a bajar con velocidad a la tierra y él se movió lo más rápido que pudo, pero aquel poder le estaba cobrando factura. Le ardían los ojos pero desactivar el Susanoo, significaría que parte de su chakra, una gran parte se iría con él.

Sin poder teletransportarse, corrió a toda velocidad hacia la Aldea pensando en mil formas de salvar su hogar.

Jamás imagino que mientras corría sería capaz de ver un espectáculo tan distópico.

Por debajo del Shinra Tensei que está bajando rápidamente, abarcando todo el diámetro de la Aldea, sendas líneas verdes de energía estaban entrelazándose emergiendo de la tierra y subiendo a toda velocidad formando un domo perfecto de medio circulo sobre Konoha, y todavía más allá, Itachi podía observar, del otro lado de la frontera una especie de fuego alzándose en la lejanía. Mucho más allá lejos.

El Uchiha entendió que eso que empezaba a cubrir la aldea rápidamente era ninshu.

¡Se había logrado activar el protocolo de emergencia! ¡Sakura lo hizo y estaba en plena función!

Dos: aquel fuego lejano tenía formas puntiagudas idénticas a unas colas. Colas de un bijuu que él ha podido vislumbrar tiempo antes.

¿Cómo es que Naruto-kun está en la Aldea? ¿Porqué? ¿Akatsuki sabe que está aquí? Es obvio que con esa cantidad de poder se han dado cuenta de su presencia, pero ¿qué está haciendo?

Tres: No tiene idea de qué es esa ave gigantesca que vuela a toda velocidad hacia el Shinra Tensei, pero lleva a un hombre de capa negra y nubes rojas con él.

Todo pasa tan inmensamente rápido pero su Sharingan logra captarlo todo en su conjunto.

El ninshu sobre la aldea crece a niveles exponenciales no previstos y con él, todo el proceso.

Se habían programado sellos para que la Aldea fuera protegida con un ninshu que haría crecer semillas que se plantaron de distintas variedades a todo alrededor de Konoha. Semillas de robles, pinos, abetos y enredaderas; todos ellos troncos fuertes y robustos.

El uso era darles a esos troncos un crecimiento de tal forma que crearan un domo circular sobre Konoha, encerrándolos por completo. Una vez que los troncos formaran su intricada posición, sería el dotón la siguiente capa, envolviendo con arena y arcilla todo el exterior, brindando una capa indestructible que ningun ninjutsu o jutsu en general pudiera penetrar.

La tercera capa sería un genjutsu lleno de trampas proporcionado por los mismos Uchiha, cuya defensa sería realmente una distracción, ya que si el enemigo hubiera quedado fuera de Konoha; los genjutsu desconcentrarían a los oponentes mientras que los shinobi de Konoha saldrían escondidos por los túneles secretos que daban a las fronteras salientes. Mientras el enemigo se atrofiaba con la barrera exterior, los ninja atacarían por detrás.

En el caso de que el enemigo quedará dentro de Konoha, entraba la cuarta capa de protección, una que Naruto-kun y Sakura dispusieron como completamente suya.

Los lirios rojos mutantes y las venus carnívoras también habían sido plantas y dispuestas dentro de los sellos. Cada persona cuyo chakra no fuera reconocido por las plantas como alguien local o nativo sería atacado de inmediato, ya fuera envenenado o devorado. Las plantas bajarían desde el techo del domo directo a disfrutar de su presa.

Al principio sonaba como una locura, pero Naruto-kun lo creyó posible y él no dejaba la seguridad de Konoha a la ligereza.

En caso de que la capa exterior no funcionara o de alguna manera fuera destruida, venía la quinta capa.

Kodamas.

Si llegase a ser tocado el domo por cualquier mano humana enemiga, los kodamas tomarían posesión de aquellos troncos cercanos y golpearían contra quien haya osara tocarlos. Amordazarían, arrojarían, presionarían, todo con tal de alejar al enemigo de la aldea.

Este era el plan de contingencia, basado principalmente en mokuton, permitiendo ver como Konoha se cubre rápidamente de troncos, plantas y doton como si la Aldea estuviera viva y palpitante, es como ver un sueño hecho realidad. Pero el Shinra Tensei aún permanece como una amenaza latente y continúa bajando, bajando y bajando a gran velocidad.

Entonces el domo se finaliza justo cuando Itachi agudiza el Sharingan, más cerca, y observa aquellas ropas de la criatura voladora; él las conoce demasiado bien.

Su sangre se vuelve un tempano de hielo al tiempo que hace correr a toda velocidad su Susanoo.


Siento el ninshu crecer detrás de mí, por debajo de mí. Llamándome y a su vez yo a él, porque debe de apurarse a tomar forma. No debería llevar más de tres segundos y llevamos dos.

No miro hacia abajo; miro hacia el frente y cuando estoy a nada de llegar, arrojo al hombre de Akatsuki que ha dejado de tener fuerzas dentro de si de un momento a otro, hacia la bola de densa energía maligna con la fuerza más potente que encuentro y él sale despegado hacia arriba, entrando de lleno hacia la bola y sé que ha perecido totalmente.

Se siente cómo partió finalmente de este mundo.

Acomodo mis dos manos – garras - frente a mí mientras me dejo caer nuevamente, sólo espero que el domo ya esté terminado para este punto y me pueda sostener en él.

Afortunadamente lo hace y me levanto sobre el domo ya terminado, desplego todo el poder que puedo conjurar y es sólo el instinto el que me dicta que debo hacer, en este punto, con habilidades tan nuevas.

La masa es gigantesca, sólo espero que el portal de agua pueda soportarlo por completo.

Entonces, sacando toda la energía que encuentro en mí, susurro mi deseo. El ninshu, el cual es abundante por todo el sello de Yamato-san, hace eco en el aire:

- Åpen for min samtale, sesam– Ábrete Sésamo


- ¡No! – grita Pain desgarradoramente al tiempo que Naruto sonríe.

- Sí. Perdiste, falso Dios.

Naruto y Sasuke se esfumaron del recinto macabro por medio de rayos cegadores provenientes del cielo, de regreso a Konohagakure no sato.

Un segundo después, la estatua del Camino Exterior, el Gedo Mazo, explotó.


Sólo aquellos ciudadanos, chūnin, genin y civiles por igual, que habían escapado a los refugios exteriores de la Aldea fueron testigos de muchos sucesos al mismo tiempo.

Vitorearon cuando observaron que Uchiha Itachi había destrozado hasta las cenizas a Pain, el temible líder de Akatsuki, un enemigo formidable por lo que vieron en esa batalla. Su jutsu de samurai había causado furor entre los habitantes dándoles esperanza sobre su fuerza y que tranquilamente, podían confiar en él para devolverles la paz que violentamente les habían quitado.

Ni siquiera una fracción de segundo después, aquel cielo ennegrecido que había parecido devorar por completo a su precioso hogar y casi al tiempo, un ave de enorme tamaño había volado casi directamente, deteniéndose a pocos metros, estirando sus garras hacia arriba.

Y algo sorprendente ocurrió: maderas y plantas empezaron a crecer por todo el rededor de la aldea shinobi a toda velocidad, café, ramas y flores de preciosos colores habían rodeado el diámetro ocultando todo el lugar bajo aquel hermoso árbol enorme intrincado pareciendo protegerlo de aquella esfera negra que parecía engullirla.

En cuanto termino de cubrir toda la nación, se observó como decenas de litros de agua subieron del suelo a través de aquellos troncos y más allá, acumulándose entre el domo y el jutsu oscuro formándose sobre el ave de gran tamaño cual portal gigante por donde se observaba, no al cielo, sino… ¿un desierto repleto de arena? al otro lado.

Todos contuvieron la respiración mientras observaban con angustia en sus corazones como por aquel portal entraba lentamente la esfera de oscuridad negra; dolorosos segundos de ansiedad donde al llegar a la mitad de la oscuridad, dicha maldad quedo atorada en el portal de enorme tamaño, como si se hubiera estancado. Justo en ese momento, apareciendo de la nada detrás del ave rara, el espíritu rojizo del samurai que utilizaba Uchiha Itachi estaba envolviendo a la criatura. Ya no portaba la espada energética; en cambio, poseía un espejo. Un retirado shinobi, entrado ya en sus años, grito: "¡El Espejo de Yatra!".

En efecto, parecía un espejo lo que portaba ahora el samurai. Observaron con el corazón en la garganta, como aquel portal desapareció de un segundo al otro sin más rastro solo para que la mitad de la esfera continuara cayendo a toda velocidad, pero fue detenido por el espejo del samurai. Dicha maldad fue retraída como si de una pelota se tratara y enviada al cielo, y aún más allá.

Segundos después, aquel cielo oscuro desapareció mientras que una enorme explosión se hacía eco mucho más allá lejos.

Una explosión se pudo ver por lo alto de las nubes, y de un momento a otro, parecía ser que un zorro gigante de ocho colas se estaba escondiendo entre las llamas, con las cuales parecía estar jugando. Solo unos cuantos reconocieron que ese era el Kyubi. Había vuelto, pero no estaba atacando la aldea, parecía estar protegiéndola al cubrirla de aquella explosión con su propio poder.

Y a pesar del miedo que pudiera generar ese bijuu, sabiendo que era Uchiha Itachi quien estaba liderando esta batalla por su aldea, no se aterraron por los extraños aliados que tenían ahora.

Porque nada de eso importo, los ciudadanos sabían que Konohagakure no Sato estaba a salvo.

Su hogar estaba a salvo.

Los vitores de alivio, agradecimiento y esperanza se escucharon por toda la tarde.


Restos de Camino Exterior

12:45 pm

El Gedo Mazo quedo destruido inmediatamente después del grito del tipo llamado Nagato. La mujer tampoco se salvó y quedaron destrozados bajo los escombros de un malvado lugar nada digno de apreciar.

Naruto observo aquellos restos donde el fuego ya no ardía, sólo sus colas lo hacían; y observo a las arañas gigantes comenzar a tejer telarañas entre los escombros. Al parecer, alguien había encontrado un nuevo hogar.

Mirando a Sasuke, Naruto se sintió avergonzado por su actuar. Se había perdido con las palabras del Akatsuki y no quería aceptar que todo su trabajo de entrenamiento duro, casi lo había echado a perder.

Se había enfurecido y su carácter apenas fue controlado cuando la ira le llego al cerebro por el recordatorio de la pérdida de sus padres. Aunque lo que le dijo a este tipo, Nagato, era cierto. Sus padres no murieron por la Aldea. Vivirán para la Aldea por siempre.

Esa es la diferencia.

No es que quisieran ser héroes. Tenían una lealtad tal hacia Konoha que a Naruto se le antojo que debía enorgullecerlos; a pesar de no haberlos conocido jamás, trataría a la nación shinobi como lo hizo su Otousan biológico.

Debía proteger a Konohagakure no Sato a toda costa, para conmemorar con orgullo y honor el sacrificio de su familia.

- ¿Estas bien? – escucho la voz del pelinegro a su lado, quien también veía la escena de las arañas peleándose por quien se queda dentro de la cabeza de la estatua anterior.

Volteando a ver al teme, observo que el shinobi estaba mugriento, golpeado y algo lleno de humo y cenizas en la cara, pero nada de eso le importo al rubio al momento de tomarlo con una sola mano de la nuca y atraerlo a su cuerpo con la otra tomándolo de la cadera.

Los labios salvajes se pegaron y succionaron de aquella boca elegante de Sasuke como si no hubiera un mañana. La fuente que emanaba de sus labios carnosos era ambrosía para un necesitado Naruto, quien posesivamente acerco a Sasuke hacia sí tocando sus mejillas algo brusco y su cabello negro azulado. Necesitaba sentirlo cerca.

Los colmillos aun dentro de su quijada eran novedad para el Uchiha, quien tentativamente asomo su lengua y se dejó hacer mientras tocaba casi tímidamente aquellos caninos.

Por alguna razón, eso hizo locuras en la psique de Naruto; deseaba tanto ser aceptado, puede que por haber sido huérfano, por no tener padres, o el propio sentido de pertenecer a algo, y Sasuke lo hacía realidad cada vez que las manos del Uchiha también se desplegaban por ese rostro ligeramente transformado con la forma de un kitsune.

Los bigotes de Naruto eran tan hipersensibles que cuando Sasuke los toco tenuemente, Naruto estornudo brutalmente.

- Salud – dijo cortésmente el Uchiha luciendo divertido con Naruto quien lucía casi desorientado – mira ¿Qué se te cayo? Ah nada importante, sólo un pedazo de cerebro.

- Ja ja, muy gracioso teme.

Ambos sonrieron en cuanto el azul cielo se enfrentó al negro. Entonces Sasuke elevo su palma hacia arriba y a Naruto le calentó enormemente el corazón cuando su novio dijo:

- Vamos a casa.

Tomados de la mano, con una Karin ya adelantada, caminaron de regreso tranquilamente a Konoha.


Senju Tsunade había pensado que lo peor había pasado. Eso fue hasta que se reunió el concejo de Konoha la misma tarde después del ataque de Pain.

El caos reinaba como nunca antes y se preguntó si alguna vez terminaría de volver a reorganizar todo como había sido alguna vez.

Era cuestión de mirar por la ventana de la sala de reuniones para observar que tal vez, tal vez una, dos ó cinco décadas serían necesarias para que la gente terminara de hablar del suceso.

- ¡Hokage-sama, habíamos acordado que dicho… protocolo, si es que se le puede llamar a esto protocolo, no sería utilizado! ¡Lo acordamos entre todos! ¡Se rechazo dicha instalación! ¡Exijo un castigo más que merecido al o los responsables!

- ¡Mas que castigo, necesitamos saber porque nada de lo que venía en el protocolo se especificó con tanto detalle! ¡¿De dónde salieron todos esos árboles?! ¡O más importante Hogake-sama! ¡¿Cómo es que estamos rodeados de ninjutsus que no tienen a ningun usuario de manipulación ni sellos identificables?!

Una pregunta muy válida, a la que a ella le encantaría saber la respuesta, decidió Tsunade.

Ignorando a Hotaro-san y a Homume-san, los dos concejales más ancianos de Konoha cuyo retiro es este mismo año, la Senju también se preguntaba ciertas cosas.

Fue la razón principal por la que apoyo el proyecto de Yamato, pero de ahí a… ¿todo lo demás?

Tsunade echa otro vistazo a su ventana.

El domo de madera era un trabajo de exquisita artesanía natural, dejando ver troncos tan grandes como protectores alrededor de la Aldea, y a pesar de que lo habían cubierto en su totalidad, de alguna manera, Yamato pudo agregar un capullo de luz solar, la cual sería alimentada por la misma vitalidad de la madera. Los troncos exteriores intrincados brindarían iluminación a un lindo sol artificial que habían creado para dentro, de tal manera que no se apreciara la oscuridad que crearía el sello de protección.

Pero hasta ahí terminaba la idea del proyecto. Nunca hablaron sobre aquellos árboles que caminan solos y que al parecer empezaron a recoger los escombros, ayudando a algunos edificios a derrumbarse sin crear tanto desastre; tampoco se había dicho nada de aquellas partículas de agua que parecían ser lindas hadas que ayudaban a la gente refugiada a instalarse en los lugares seguros donde no había derrumbes; ni que decir de aquellas bolas de fuego que parecían más gnomos que estaban soldando las tuberías que habían quedado dañadas o fundiendo el metal para poder reforzar los edificios que pudieran caerse en fechas posteriores y que incluso los Uchiha veían raro. Y lo más extraño de todo, habían estas cosas verdes, como motitas de polvo verde en el aire pululando por ahí, entrando y saliendo de las personas como si las pasaran y cada vez que tocaban la piel humana creaban una hermosa necesidad de sentirse en paz, en calma y tranquilos.

Gracias a esas motitas que se esparcieron por toda la Aldea, la gente no estaba asustada, no demasiado, de hecho, era impactante el ver cómo la gente no gritaba desilusionada cuando veían que su casa no había sobrevivido, pero eran los trolls de tierra los que comenzaron a construir refugios sobre la superficie para que la gente entrara y se sintiera segura. Incluso los seres mágicos, si bien, no se acercaban a las personas en general, no eran malignos. Los gnomos de fuego parecían los más peligrosos, pero no quemaban al tacto humano.

La gente estaba anonadada y, aunque la armada shinobi no menciono nada y guardaron silencio, sabría que tendría que hablar con ellos pronto, pero no sin antes ella misma averiguar qué estaba pasando.

Pero primero lo primero:

- ¡Hokage-sama! ¡¿Siquiera estas escuchando?!

- Si si, no te gusto la remodelación, pero ¿qué le vamos a hacer?

- ¡Hokage-sama!

Un toque a su puerta saco de aquella furiosa discusión a Tsunade.

Del otro lado, estaba un Kakashi luciendo fresco cual lechuga, sonriéndole irónicamente al tiempo que decía:

- Todo listo para usted, Hokage-sama.

- Bien hecho, Kakashi. – se giró hacia los concejales quienes seguían al pie de guerra queriendo discutir – A menos que gusten continuar quejándose sobre unos cuantos arboles chupa sangre inocentes, pueden ayudar a planear como vamos a responder a este terrible ataque contra nuestra Aldea. Eso claro, si les importa.

Y así emprendió la caminata hacia la explanada subterránea de Raíz, donde ya aguardaban todas sus tropas listas y furiosas.

Sólo esperaba que no se molestaran con ella por lo que estaba a punto de hacer.

No lo admitiría ante nadie, pero este ataque le hizo notar algo que había estado ignorando algún tiempo.

Ahhh… ya estaba vieja para estas cosas.


- ¡Antes que nada felicidades a todos y cada uno de ustedes! – entono la rubia Hokage en voz alta al frente de sus shinobi rangos Chunin, Jonin y superior.

El resto de la armada ninja habían estado fuera por misiones en curso, y ya se habían enviado las misivas sobre la situación actual de Konoha, donde se reforzaba no entrar en crisis ni abandonar sus misiones.

- ¡Hoy Konohagakure está de pie! ¡Sí, tenemos daños, unos edificios caídos, drenajes rotos, pero nada que unos meses de arduo trabajo no puedan arreglar! ¡Pero la victoria principal hoy, es que ningún civil murió! Lamentablemente, tenemos a unos cuantos shinobi caídos, gente que había quedado atrapada bajo escombros, gente que honraremos cada día. Lo lograron ninja. Todo por lo que hemos luchado, lo que presentamos era este momento: proteger nuestro hogar. Somos la más grande de las Naciones Shinobi y hoy quedo visible nuestro poder y supremacía. Un enemigo considerado el más temible de la época actual se atrevió a querer ofendernos, pero no logro siquiera durar un día contra nosotros. Siéntanse orgullosos, hoy es el día, este es el momento en que todo nuestro arduo esfuerzo cobro fuerza. ¡Hemos sido, somos y seremos la más alta fuerza ninja de todo el continente!

No hubo aplausos, hubo un grito de furia y felicidad al unísono cuando todos levantaron su mano derecha y proclamaron victoria.

La Hokage noto a sus más grandes, a sus confidenciales tan sólo metros detrás de ella, parecían escoltas, callados, aguardando.

Como siempre, los más inteligentes.

- El día de hoy fue una muestra clara de que estamos preparados contra todo escenario. ¿Lo que ven allá afuera? Digamos que era una prueba. Una que perfeccionaremos con el tiempo, pero fue vasta para protegernos y de qué manera.

Algunos murmullos se conjuraron en la calzada de los subterráneos de Raíz, era un lugar iluminado con porcelanatos marmoleados en el piso, donde la mayoría de los shinobi no habían estado presentes. Pero a falta de una estructura acorde en la superficie, se decidió que sería aquí la reunión para poner orden y asegurar los siguientes planes.

La voz de la rubia resonó desde el centro del escenario color crema donde se explayaba:

- Pero el que no hayamos salido derrotados no significa que no debamos contraatacar. Debemos mostrar la fuerza de la que somos capaces y por qué no somos una Aldea a la que se deba de ofender. ¡No somos ni seremos misericordiosos con aquellos que exigían nuestra vida a cambio!

La vida shinobi rugió de nuevo en vítores de guerra entre los shinobi en diferentes medidas. Los jōnin principiantes deseaban derramar sangre; los más ancianos miraban en más silencio a la Hokage.

- Y es por ello, que aquí – señalo a su comitiva – nos encargaremos de realizar la estrategia correspondiente. Sepan que no deben de actuar por iniciativa propia, por más enfadados que estén, debemos pensar con el cerebro frío y no con un corazón hirviendo de rabia por justicia. En cuanto tengamos una evaluación más certera del cómo actuar, los llamaremos para sus distintas funciones. ¡Por mientras tanto, requiero algo más de ustedes, así que necesito que escuchen bien, shinobi!

La Senju tomo una respiración profunda. A nadie le había dicho esto, pero esperaba que no hubiera objeciones.

- No será público aun, no a los civiles, no hasta no hacer las cosas correctamente con su debido protocolo, pero a partir de ahora oficialmente – se enderezo por completo agradeciendo mentalmente a todos, su voz firme – ¡En este momento, abdico a mi puesto como Hokage de la Aldea Oculta entre las Hojas y delego mi puesto a mi sucesor: Uchiha Itachi!

Por un momento, todo el recinto sufrió un sepulcral silencio. Absolutamente todos miraron con incredulidad a la Hokage... ex Hokage, inclusive el propio Itachi que aguardaba a un lado, delante de ella, mirándola con esa típica frialdad que lo caracterizaba, y, aun así, se veía un poco trastocado con la noticia.

Jiraiya por otro lado, contrario a lo que espero, le dio un asentimiento de cabeza. El primero que aprobó la noticia. Seguramente porque era el que mejor la entendía y sin duda, sabría que estaba pensando.

Kakashi, parado al lado del Sennin la miro con curiosidad un segundo para inmediatamente después, asentir con la cabeza tranquilamente.

Estaba a punto de mirar a Uchiha Shisui más allá de Itachi cuando una voz chillona y anciana se hizo sonar en el lugar:

- ¡¿Cómo te atreves?! ¡Hokage-sama… Tsunade-sama! ¡¿Sabes lo que implica esto?! ¡¿Abdicar?! ¡Tu abuelo se revolcaría en su tumba si te escuchara decir tal blasfemia!

- Hotaro-san – comenzó Jiraiya viéndose irritado con el anciano concejal – Si es la decisión de Tsunade-sama, debemos respetarla. La elección de sucesión es más que satisfactoria y tampoco es un secreto que este sería el resultado durante el transcurso de este año.

- ¡Iie! ¡Una cosa es delegar con protocolos, con procedimientos! ¡¿Pero esto?! ¡¿Entregar la Aldea a quien nos puso en parte del peligro inicial?!

- ¿De qué estás hablando, honorable concejal? Incluso tú, desde el refugio externo fuiste testigo del como Itachi-san protegió al pueblo a costa de su fuerza, sin temor ni quejas – decreto Kakashi levemente molesto.

- ¡Así no es como se hacen las cosas de todos modos! ¡Ustedes ni siquiera están viendo el problema aquí! – seguía gritando embrutecido el anciano quien se estaba poniendo rojo de la presión tan alta.

- Mejor, deberías guardar silencio Hotaro-san. Es mi decisión, se ha decretado y se acatará. No hay más. – finalizo la rubia esperando que así se apaciguará, pero el viejo tonto tenía que seguir.

- ¡Esto es una…! ¡¿Cuándo se ha visto a un Uchiha portando la capa ceremonial del …?!

Un jadeo colectivo y respiraciones atrapadas se dejaron sentir, cuando frente a todos, la boca del anciano se cayó al suelo, seguido de sus ojos, primero uno, luego el otro, en una forma derretida, y casi después, su nariz.

Una cara sin rostro, únicamente piel rugosa propia de la senectud rodeaba la cara, sin hoyos o más deformaciones y el anciano enloquecido empezó a querer hablar, pero no podía; su boca derretida estaba en el suelo. Su sonido apagado farfullaba en su garganta mientras alzaba las manos sin saber que ocurría.

Una voz muy suave, muy inocente dijo entonces:

- La dama ordenó tu silencio, concejal. Obedece.

Una risa queda más gutural, esta vez definitivamente de hombre, resonó después de escuchar aquello y ambos parecían divertidos con la situación a pesar de que no era acorde.

La población shinobi estaba dividida. La mayoría se quedó en silencio y congelados en su lugar; pero algunos valientes dirigieron la mirada hacia arriba, a las vigas en la parte superior que robustecían el subterráneo donde la oscuridad imperaba, más allá de las lámparas, donde sólo brillaban los ojos de dos criaturas que estaban sentadas cómodamente observando todo desde las oscuras alturas.

A la rubia se le enfrió el corazón, pero no lo demostró. Ambos ciertamente se veían divinamente peligrosos ahora. Eran parte de la razón por la cual abdicaba. Ella no podría controlarlos, no como lo haría Itachi.

El querer dejar el puesto fue debido a que se percató que como líder ya no tiene nada que proponer. Todo: el plan de evacuación, contingencias, emergencias, salvación, curaciones en general, no los ejecuto al cien la Senju. No se sentía impotente; simplemente se dio cuenta que su ejército shinobi estaría mucho más capacitado sobre las gentiles, pero adiestradas manos de Itachi.

A los ojos de los civiles, de los shinobi, fue Itachi quien salvo a la Aldea el día de hoy.

Honor a quien honor merece.

Los que no vieron el espectáculo, fueron los que sí, los que comenzaron rápidamente con los rumores de como él había utilizado el fantasma de un samurai y de un espejo para relegar a la nada la amenaza contra el pueblo.

El adelantar su toma de poder simplemente era una formalidad; Senju sabía que la gente lo iba a preferir a él a donde fuera, y estaba muy contenta de que fuera así.

Ahora, sí esos dos huérfanos transformados se le unieran… bueno. ¿Qué decir? Itachi puede tener al mundo a sus pies.

Y la Senju está segura de que lo tendrá.

El anciano seguía gimiendo y alzaba enloquecido sus manos, corriendo en todas direcciones sin que nadie lo ayudará, hasta que el mismo Itachi dio un paso al frente y dijo:

- Suficiente.

La ex Hokage miro el momento justo cuando el Uchiha ordeno fríamente a la criatura blanca que parara con sus travesuras y como los ojos de esta, allá arriba, le respondieron con un brillo astuto.

Ni dos segundos después, aquellas partes caídas del rostro del anciano se movieron en el suelo como si tuvieran patas muy pequeñas y se dirigieron hacia el hombre, y empezaron a escalarlo hasta que llegaron a donde estaban originalmente.

Pero fue tanto el impacto, que no terminaron de reacomodarse bien en su rostro cuando el concejal cayó abatido por el shock de tan asquerosa escena perpetrada en si mismo. Se desmayo en el acto. Nadie acudo en su ayuda.

Pasaron exactamente diez segundos cuando Itachi pregunto seriamente con su barítono monótono:

- Naruto-kun. Sakura. Debo preguntar: ¿se unirán a Konoha?

Simple y llano, al punto como al Uchiha le gusta ser.

Aquellos dos levantaron las barbillas transformadas y miraron a Itachi con distintas facetas. Una era de indiferencia fría, pero la del otro era de pensamientos de carnicería. Después se miraron entre sí, casi burlones, hablando entre ellos con sus miradas encontradas.

Al parecer llegaron a algún tipo de acuerdo silencioso cuando hicieron alarde de moverse de su lugar. Posterior a ello, se movieron tan rápido que la Senju tuvo muchos problemas para verlos, pero cuando lo hizo, ambos ya habían aterrizado en la calzada. Uno con tremendo sonido, retumbando la tierra; la otra cayendo con suavidad, pero fueron sus pies los que la delataron. Los shinobi a su alrededor se alejaron inmediatamente observándolos con ojos muy abiertos y algunos con bocas en forma de perfectas O. Pocos evitaron verlos con asombro, a saber, sus más allegados. Los Raíz que no llevaban máscara, Yamato, Sai, Karin, Suigetsu y Jugo no interpretaron ningun expresión. Era como si supieran todo este tiempo que ellos podían convertirse en esto.

Los once de Konoha, que estaban regados entre sus familias tampoco se veían afectados, de hecho, se veían bastante serios, como si apreciaran la vista de ambos huérfanos.

Pero había unos cuantos que lograron murmurar, más que nada los más jóvenes:

- ¿Ese es el jinchūriki del Kyūbi?

- ¿Es al que estaban buscando?

- Es la hechicera.

- Mira esas garras.

- Destruyo a dos con sus propias manos.

- ¿Esas son… colas del bijuu?

- Pueden controlar al Kyubi, ambos, es lo que dicen.

- ¿Realmente encontraron al hijo perdido de Yondaime?

Caminando lentamente, se veían dos figuras, cada una llegando de una esquina contraria de la gran sala. Los shinobi no podían despegar sus miradas de quien estuviera más cerca de ellos, abriéndoles espacio hacia el escenario donde estaba la comitiva de poderes superiores.

De un lado, con toda la calma y entereza del mundo, un chico con dos metros de altura, gracias al poder muscular del kitsune dentro de él. Su aura era neutral, pero tan sólo era el ver que tenía dos colas demoníacas fuera que resplandecían cuales llamas incandescentes totalmente controladas, meciéndose de un lado al otro, en conjunto con sus ojos zorrunos, bigotes largos, una piel bronceada y dedos con uñas negras afiladas, imitando a las de su bijuu.

Naruto era intimidante con su cambio corporal, aunque era obvio de quien era hijo a pesar de ello. La cara de Namikaze Minato la había heredado totalmente, a pesar de las orejas que sobresalían y terminaban en puntas negras, las facciones de su rostro parecían más endurecidas con la mandíbula dura, pero de alguna manera parecía travieso; sólo los colmillos no se veían tan peligrosos aunque eran largos y caninos si no se tomaban en cuenta los feroces ojos rojos que prometían derramamiento de sangre. La ropa que traía se antojaba a punto de romperse de tan grande que había crecido su pecho y sus hombros, viéndose como un chico fornido en su mejor etapa. Orgulloso y tranquilo mientras su andar era controlado, los bigotes brillaban al pasar la luz a través de ellos. Era un kitsune humano, fácilmente detectable. Algo nunca antes visto. Su aura se expandía como caliente lava y con cada paso que daba, un pequeño fuego quedaba en el suelo para ser extinguido al siguiente paso. Esa vibra caliente que transmitía parecía traer el infierno sobre la tierra si alguien se atravesaba en su camino.

Del otro lado, con una pasividad que emulaba al agua, se veía una gárgola, una de raza muy rara. El cabello estaba totalmente blanco salvo las puntas azules, los pies desnudos eran semi humanos, con decoraciones que parecían naturales, parecidas a escamas azules sobresaliendo en algunas partes de sus piernas y tobillos, y ésta, con cada paso que daba, una especie de hielo se quedaba impregnado en el suelo, así como un aura refrescante, mucho, mucho muy fría. Los ojos habían cambiado del verde esmeralda a un violeta fosforescente que prometía peligro inminente. Sin embargo, a diferencia de Naruto, Sakura no lucía feroz en su expresión a pesar de los dos cuernos largos de carnero que destacaban en sus cabellos. Aunque los labios habían sido coloreados de azul, y la piel se había vuelto demasiado blanca, ella parecía más emitir paz y tranquilidad, idéntico a un lago helado en invierno. Además de que parecía estar envuelta en una manta de extraña textura ocultando el resto de su cuerpo incluso las manos con garras negras azuladas; sus rasgos en el rostro se habían afinado en conjunto con las orejas élficas que tenía, de pestañas largas azuladas oscuras; y aunque también poseía colmillos, eran mucho menos amenazantes que los de Naruto. La Senju aún se preguntaba: si Naruto se estaba transformando en un zorro, ¿en qué se estaba transformando Sakura?

Era irónico que el aura de ambos fuera totalmente distinta a lo que sus personalidades eran.

Su caminata fue lenta, controlada, conociéndolos estaban disfrutando de toda la conmoción a su alrededor, como los cínicos que eran, hasta que llegaron justo por debajo de las dos escaleras que separaban la calzada del escenario principal.

Uno al lado del otro, justo frente a Uchiha Itachi, quien se colocó al frente de la Senju, ambas criaturas, ambos seres extraordinarios no tenían otros ojos que no fueran para él.

Sesenta segundos angustiosos de completo silencio; algunos por detrás tensándose, pensando que los dos atacarían en cualquier segundo a Itachi, o a saber que harían.

Entonces, como si fueran uno solo, se movieron al mismo tiempo. Naruto dejo salir, no una, ni dos, si no tres colas más, demostrando el fino control que poseía ahora con el bijuu. Sakura por su lado, se desenvolvió de su manta corporal, sólo para dejar descubrir que no era una manta. Eran sus alas de textura reptiliana.

Itachi estaba completamente imperturbable y calmo, como si hubiera predicho cada segundo de este suceso luciendo como el señor benevolente pero poderoso de un enorme imperio.

Los shinobi que estaban por detrás de los míticos tardaron más en tratar de sacar sus armas que en lo que ambos, tanto Naruto como Sakura, dócilmente bajaron las alas y las colas, grácilmente se arrodillaron como jóvenes príncipes ante su rey, bajando la cabeza y mostrando respeto absoluto a Itachi.

La voz de ambos, ligeramente modificada por sus nuevos cuerpos, resonó como un eco solemne en la gran sala sonando como un decreto de guerra permanente contra cualquier enemigo del Uchiha:

- A su servicio, Hokage-sama.

Fue tan respetuoso el saludo, tan venerable que se antojó que le estaban declarando algo más que servicio a Itachi. Era más como si estuvieran confirmando que librarían guerras enteras por Konoha si así lo quería, como si declararan que Konoha es su nuevo hogar de forma permanente.

La Senju observo la sala, maravillada con la forma en que dicho saludo de seres tan notablemente poderosos a Itachi haya dado sus frutos tranquilizando a los demás, quienes también empezaron a arrodillarse y murmurar cada uno en su momento, el mismo juramento.

En el escenario principal, Shisui miraba orgulloso a su primo antes de sonreír gratamente junto a Sasuke que estaba parado al lado y dieron la reverencia más noble que haya visto.

Incluso el robusto Jiraiya, arrodillo su cansado cuerpo para darle la bienvenida al reinado del Uchiha.

Sólo cuando ella confirmo que todos lo habían hecho, sin excepción, ella misma se arrodillo para mostrar su respeto.

Tsunade lo sabía ahora, hoy fue el día perfecto donde pudo comprobarlo. A pesar de las críticas de su tío abuelo, Senju Tobirama, sí existía un Uchiha que podía hacer la diferencia. Uno que podía dar su vida por Konoha.

Uno totalmente digno de ser Hokage.