El título de esta historia está basado en la Rima XLI de Gustavo Adolfo Bécquer
Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!
¡No pudo ser!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme! ...
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque ...
¡No pudo ser!
Parte I – Historia de Elizabeth: Abril 1812 – Setiembre 1815 Prefacio
En los últimos cinco años ocurrieron una sucesión de desgracias en la vida de Elizabeth Bennet. Pese a toda la angustia y tristeza no lograron abatir su espíritu y transformarla en una mujer amargada. Quizás quién le dio fuerzas para salir adelante en las horas más tristes de su vida fue su hermana Jane, y posteriormente la pequeña Rose…
Abril 1812
Hacia solo una semana que Elizabeth había vuelto a Longbourn y a los ojos de su familia, su vida había vuelto a la normalidad. Nadie sabía que había rechazado otra propuesta de matrimonio, y en este caso de uno de los hombres más ricos del Reino, el Sr. Darcy, y era mejor que nadie lo supiera.
Si bien Elizabeth era consciente que en algunos aspectos había mal interpretado al Sr. Darcy, y se sentía avergonzada de haber defendido vehemente al Sr. Wickham, nunca podría haberse casado con un hombre tan orgulloso que claramente le había dicho que casarse con ella era una degradación.
Afortunadamente, poco a poco su querida hermana Jane iba dejando atrás la desilusión del abandono del Sr. Bingley, y Elizabeth esperaba que con el pasar del tiempo tanto el Sr. Bingley como el Sr. Darcy serían solo un lejano recuerdo del cual era mejor ni siquiera pensar.
El día anterior, a pesar de sus súplicas, su padre había accedido a que Lydia se fuera a Brighton con el regimiento del coronel Forester. Se irían la semana siguiente. Elizabeth estaba muy ansiosa y esperaba que Lydia con tan poca supervisión y tantos oficiales no hiciera ninguna tontería que dañara la reputación de la familia.
Lamentablemente la madrugada del martes 14 de abril de 1812, en unas pocas horas todo cambió…
Como todas las noches después de cenar, el Sr. Bennet se fue a su despacho a tomar un brandy y leer por un par de horas uno de sus tantos libros. El resto de la familia se fue a dormir; Jane y Elizabeth compartían habitación al igual de Kitty y Lydia. Mary era la única que tenía su propia habitación.
Thomas Bennet estaba muy entretenido leyendo un pasaje de la Ilíada iluminado por un candelabro con seis velas. Había varios papeles dispersos en su escritorio, una botella de Brandy que esa misma noche había abierto, y tenía un vaso de Brandy en la mano cuando tuvo un fulminante dolor en el pecho, y murió en el acto. Su cabeza y cuerpo cayeron sobre el escritorio, así como también el vaso de brandy, la botella y el candelabro. La ventana estaba abierta, el licor se esparció rápidamente por los papeles, y en unos pocos minutos el libro y papeles comenzaron a incendiarse, seguido de las cortinas, posteriormente las alfombras y la leña que estaba apilada al costado de la estufa. En unos pocos minutos la casa se llenó de humo, y el fuego se propagó para la habitación de la Sra. Bennet que estaba al lado del estudio del Sr. Bennet, y posteriormente al resto de la casa.
De todas las hermanas Bennet, Elizabeth era la que tenía el sueño más ligero, y entre sueños le pareció escuchar un grito y además sentía mucho calor. Semi dormida, se dio cuenta que algo muy extraño estaba sucediendo. Le costaba mucho respirar y con dificultad logró encender la vela que estaba en la mesa de noche y comprobó con horror que el cuarto estaba lleno de humo. Jane estaba profundamente dormida, y con desesperación comenzó a sacudirla y a llamarla a gritos hasta que al final logró despertarla.
Las dos hermanas salieron corriendo de la habitación, Elizabeth fue al cuarto de Lydia y Kitty, pero estaba trancado y no pudo abrir la puerta. El pestillo de bronce le quemaba la mano, y la puerta era muy gruesa para derribarla. Desesperada corrió a buscar a la Sra. Hill que tenía copia de todas las llaves de la casa. Mientras tanto, Jane fue al cuarto de su madre, pero se dio cuenta que tristemente estaba ya muerta, posteriormente fue al cuarto de Mary y comprobó que aún estaba viva. Logró despertarla, pero tanto Mary como Jane estaban muy mareadas por el humo.
Esa noche era muy oscura, y la visibilidad era muy baja. A tientas Mary y Jane llegaron a la escalera. Lamentablemente Mary tropezó, y se cayó junto con Jane por las escaleras. Al caer, Mary se golpeó fuertemente la cabeza y murió, Jane se golpeó fuertemente la cabeza y se fracturó el tobillo. Por más que se esforzó no logró levantarse y trató de arrastrarse para lograr salir de la casa, pero ya no tenía fuerzas. Trató de gritar, pero el grito fue ahogado. Le costaba cada vez más respirar, pensó en su familia y en especial en Elizabeth y perdió el sentido.
Por otro lado, a causa de los gritos de una de las sirvientas, el resto de los sirvientes se despertaron y lograron salir de la casa. Ese fue el grito que despertó a Elizabeth. La Sra. Hill al ver a Elizabeth, insistió en que saliera enseguida de la casa y le aseguró que el Sr. Hill iba a buscar a Kitty y a Lydia. Elizabeth estaba visiblemente muy mareada, le costaba respirar y se tambaleaba al caminar. Dado que realmente se daba cuenta que estaba en cualquier momento se iba a desmayar, le hizo caso a la Sra. Hill y salió fuera de la casa. Unos minutos más tarde el Sr. Hill salió de la casa con Jane inconsciente en sus brazos…
