-Esto no es algo que suelo hacer.-Dijo él sentándose en cuclillas otra vez a su lado.- No eres especial, no busco nada ni tienes nada para darme. No pienses ninguna estupidez por el estilo.-
Naoko no dijo nada, sólo asintió. Aún estaba asustada, mucho, porque los demonios no se caracterizan justamente por su sinceridad.
"Quizá él si. Quizá realmente no vaya a comerme. Quiero decir, ya lo hubiera hecho...¿Verdad?".
-No confundas mi naturaleza con mis... principios.- dijo Akaza.
-¿Los demonios tienen principios? Crei que eran criaturas sin nada más que odio y rencor. Bastante basicos.- preguntó ella. Akaza la miró fijamente.
Era una buena pregunta...
Y lo cierto es que no estaba muy seguro de la respuesta. Él si estaba seguro de su forma de actuar...pero no podía hablar por otros.
Él no comía mujeres ni niños.
No se alimentaba de los débiles, porque era una pérdida de tiempo.
Pero si sabía de otros demonios que comían sin distinción. Cómo bestias. Cómo anímales salvajes y eso le asqueaba. Él se consideraba diferente.
-Vaya, tienes la lengua muy afilada para alguien que está en desventaja.-
- ¿Y cuáles serían tus principios?-
-Eso no te incumbe.- contestó él.
- Bien... entonces... Ya que no vas a comerme ¿Podrías ayudarme?- Dijo Naoko.
- Intenté ayudarte. Rechazaste el agua y la comida por una razón bastante estúpida.-
- Lo sé. Pero a decir verdad en mi mente sonaba completamente válido.- dijo ella, con bastante convicción. Akaza sonrió.
Naoko le pidió que le alcance las compresas para desinflamar el tobillo, algunas hierbas, una gran tela delgada y un poco de agua caliente. Él, luego de dejarle bien en claro que no es su enfermero, su amigo o su sirviente, le trajo lo solicitado.
La observó envolverse el tobillo con las compresas, seguía bastante hinchado y seguramente dolía. Naoko machacó algunas hierbas que olian realmente amargas, las mezclo con agua y se las bebió. Akaza miraba en silencio la precisión de las manos trabajando, la concentración de los ojos.
Un ¿recuerdo? Pasó como un rayo por su mente.
Él también había hecho esto antes para alguien. Alguien que también sintió miedo de él pero luego no.
Sacudió la cabeza levemente. Odiaba que eso pase y francamente hacía mucho que no sucedía.
Naoko finalmente tomo la gran tela. Comenzó a quitarse el vestido liviano que tenía y se detuvo en seco.
-¿Vas a seguir viendo todo?-
- ¿Por qué no?- el demonio frunció el ceño.
- Necesito privacidad. Voy a envolver mis costillas.-
Akaza bufó.
- Cómo si tuvieras algo que no haya visto antes- dijo, y veloz como la luz, se aproximó a la ventana.
Lo cierto es que había pasado más tiempo del necesario ahí y ya era hora de comer. Debía apresurarse porque el sol saldría en unas horas.
-¿Como te llamas?- preguntó ella, rápidamente al verlo alejarse.
Akaza dudó.
"¿Por qué quieres saber eso? ¿Que diferencia hace?" Pensó. Ningún humano supo jamás su nombre.
Bueno...tampoco había estado en una situación así jamás, a decir verdad. La chica era ciertamente afortunada de cruzarse con él y no con Doma, por ejemplo.
Puso un pie fuera para irse.
-Akaza.-
Y así, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció.
