El Ascenso de un Científico Loco
¡Descubriré cómo Funciona el Mundo!
Las Prometidas de Sylvester
Antes de que Rozemyne se fuera y mientras sus primeros baúles eran enviados a los dormitorios de Eisenreich, su padre le pidió que explicara la situación en la que estuvo las últimas tres semanas. Ella no quiso hablar sobre lo que sucedió, dijo que no era el momento, pero que contaría todo después. Algo que nadie apreció, si estaba tan preocupada debía decírnoslo.
Aun así, todos sabíamos lo imposible que era socavarla y después de que quedó en evidencia el alcance total del abuso que sufrió, era claro que jamás lograríamos sacarle la verdad por más que intentáramos.
Aub entonces aprovechó para presentarle a una joven archinoble que sería su asistente a partir de ahora. Florencia Adoltilde Fren. Una mujer de ojos índigo y cabello liso, rubio claro, casi plateado. Poseía una sonrisa tranquila y, al mirarla, daba la impresión de una belleza gentil y refinada.
No lograba recordarla, aunque parecía no haber llegado a la edad adulta hace mucho. Aub Adelbert entonces explicó que ella y su hermano mayor eran los únicos dos sobrevivientes de la familia archiducal de Frenbeltag. Su hermano administraba ahora como gibe lo que una vez fue la capital del ducado perdido.
Lady Verónica alegremente explicó que el hermano mayor de la joven quiso ofrecerla como segunda o tercera esposa para Sylvester, algo que se rechazó.
"Sylvester está actualmente comprometido. La joven es dos años mayor que él. Tendría que casarse primero con ella y luego posponer el matrimonio con Laviana al menos dos años. Así que, para evitar situaciones políticamente peligrosas, Florencia estará sirviendo a Rozemyne hasta que le consigamos un oponente en la línea directa de la casa archiducal… como muestra de que estamos dispuestos a acogerlos en nuestro ducado."
Por alguna razón no pude evitar recordar esa pequeña interacción mientras observaba a Sylvester moverse de forma ansiosa cuando los invitados de Drewanchel comenzaron a llegar.
'Cierto, Sylvester una vez mencionó a una joven de Frenbeltag que le gustaba, y con quien se abstuvo de interactuar debido a que eran partidarios del cuarto príncipe. Lady Laviana se parece un poco a Florencia.'
Lady Lavinia se movía con elegancia que parecía innata en un vestido azul bastante sencillo con bordados de buena calidad que hablaba mucho sobre la búsqueda de la practicidad por sobre la opulencia en Drewanchel. Su cabello rubio contrastando con la capa de su Ducado, acomodado en una cola de caballo refinada con rulos manteniendo su cabello en orden antes de unirse para caer en grandes ondas que le daban volumen, enmarcado con un moño considerable de la misma tela que su vestido.
"Es un placer estar al fin en Eisenreich", dijo la chica que debía cumplir catorce esa temporada, cruzando los brazos sobre el pecho y dando una ligera reverencia, gesto que le devolvimos los miembros presentes de la familia archiducal.
"Es un honor para nosotros recibirla en nuestro humilde Ducado, Lady Lavinia", respondió el Aub en tono cortés.
El silencio que se cernió sobre todos fue interrumpido de manera parcial por el círculo activándose para permitir que el equipaje de la recién llegada, así como el grueso de su séquito, terminara de entrar en el Ducado. Ni diez segundos después, noté que Sylvester trastabillaba al frente, así como la mirada severa de Lady Verónica bajo su velo, la tensión con que Sylvester comenzó a inclinarse y la sonrisa divertida y ligera en los labios de Lady Lavinia conforme se terminaba de arrodillar sin dejar de mirarlo, cruzando los brazos con tanta fluidez que parecía que era Sylvester quien mostraba una actitud de sumisión y no al revés.
"Lord Sylvester, ¿puedo ofrecerle una bendición en este fortuito día auspiciado por los rayos de Leidenshaft?"
"Puedes", respondió Sylvester con la mandíbula algo tensa y la sonrisa noble más falsa que hubiera visto conforme Lady Lavinia ofrecía el saludo de rigor y una luz diminuta y azul salía de su anillo, flotando de modo perezoso hasta mi primo sin dejar de sonreírle.
Sylvester solo tuvo que levantar su mano y estirar su dedo a la bendición para tomarla cuando todos empezábamos a hartarnos de esperar.
En lo que Lady Lavinia se puso en pie con la misma gracia con que se arrodilló, Sylvester giró sobre sus talones para irse, deteniéndose cuando su padre se aclaró la garganta.
"Sylvester, hijo. Entiendo que estés ansioso por mostrarle el castillo a tu prometida, pero… ¿No olvidas algo?"
Desde donde estaba vi a la perfección los ojos de Sylvester rodando hasta ponerse blancos por un momento, con su cara de fastidio antes de tomar aire, sonreír y voltear.
"Espero que pueda perdonar mi torpeza, Lady Lavinia. ¿Puedo escoltarla hasta la zona donde usted y su séquito se estarán quedando esta temporada?"
"Solo si me promete un juego de gewinnen, mi futuro Dios Oscuro."
La espalda de Sylvester se crispó entonces. Su sonrisa se profundizó para enmascarar su mandíbula tensa y su brazo se movió de un modo tan artificial, que me hizo pensar en los robots humanoides que estaban desarrollando en Japón antes de que yo muriera.
"¿Un gewinnen tan pronto, Lady Lavinia? Un poco de té y unos bocadillos deberían ser una mejor opción para esperar a que sus aposentos estén listos luego del traslado hasta acá."
Estábamos caminando ahora para acompañarlos a ambos.
Cuando llegamos al pasillo de las escaleras, el Aub y su primera dama se despidieron de Lady Lavinia, recordándole de enviar a su asistente con los asistentes de los adultos para verificar su agenda para los próximos tres meses. Yo estaba por irme también cuando sentí un jalón en la manga de mi traje, notando los dedos de Sylvester en mi ropa, las manos de Lavinia aferradas al brazo de Sylvester y el rostro confundido de Brunhilde mirándonos a los tres.
"Mi atento y poco astuto prometido, podemos tomar té y bocadillos durante un gewinnen. ¿Por favor? No es como si no tuviéramos una historia construida sobre el tablero."
"Si… la tenemos, ¿No te has aburrido del gewinnen conmigo?"
Lavinia sonrió de una manera especial, no sabía qué significaba, pero Sylvester sí. Estaba pálido, mirándome ahora con una súplica en su rostro.
"Si Lady Lavinia lo desea, podríamos turnarnos para jugar algunos juegos amistosos de gewinnen en lo que sus habitaciones están listas y su equipaje termina de llegar." Ofrecí, mirando a Brunhilde, quien no tardó en pararse a mi lado y asentir sonriendo.
"Ustedes son los sacerdotes elevados a candidatos a Archiduques, ¿me equivoco?"
Nos miraba con interés y anticipación. De pronto me sentí como un sujeto de estudio. No estaba seguro de si la sensación me gustaba o no.
"Somos, Lady Lavinia", respondió mi hermana de adopción en mi lugar, "y nos enorgullece mucho que los esfuerzos de Lady Rozemyne por pulir nuestras habilidades y llevarnos a mostrar nuestra valía nos trajeran hasta donde estamos ahora."
Lady Lavinia nos miró sonriendo, soltando el agarre sobre Sylvester sin permitirle huir.
"Muy bien. Juegos amistosos. Yo contra Sylvester. El que pierda deberá contestar una pregunta del ganador y dejarle su sitio al siguiente en el rango. Jugaremos bajo una herramienta antiescuchas de rango específico hasta que pueda ir a descansar a mi habitación o sea la hora de comer. Lo que suceda primero."
Miré a Brunhilde, quien aceptó de inmediato y luego a Sylvester, que parecía más asustado que antes por alguna razón. Si no fuera él quien más insistía en burlarse de mi enamoramiento o el que más se empeñaba en que aceptara mis sentimientos por Rozemyne en voz alta, quizás habría sentido algo de compasión. Las reglas del juego, por otro lado, eran un modo velado de intercambiar información. Tal vez podría conseguir algo con qué burlarme de Sylvester yo también.
"De acuerdo. Mi hermana, mi primo y yo estaremos encantados de hacerle compañía, Lady Lavinia. Siéntase en confianza de preguntar lo que sea que desee saber cuándo haya ganado, claro que nosotros haremos lo mismo."
La agraciada joven me dedicó una sonrisa educada, sin embargo, su mirada era la de un depredador. Una pena que Rozemyne no estuviera, seguro le habría parecido interesante y tal vez hasta divertido.
Tal y como la más pequeña del grupo sugirió, comenzamos a jugar al gewinnen bajo una herramienta antiescucha en el salón de té más cercano a las habitaciones de Lady Lavinia.
Al principio no podía creer que Sylvester fuera tan malo en estrategia, luego me di cuenta de que no lo era, estaba nervioso y Lavinia no solo estaba consciente, la mocosa le lanzaba todo tipo de miradas entre amenazantes y sugestivas a mi primo, haciendo difícil que él se concentrara.
"Espero que seas un mejor jugador en el ámbito político, mi futuro Dios Oscuro. No me gustaría tener que verificar tus acciones y guiarte bajo tu manto."
Eso me hizo respingar, obligándome a mirar a Brunhilde, la cual estaba tan sorprendida como yo.
'¿Eso era un flirteo?'
Debía serlo, porque Brunhilde estaba batallando para mantener un sonrojo a raya.
"Si te mantienes fuera de mi oficina, creo que haré un buen trabajo como Aub… si es que me eligen con tal."
"¡¿Oh?! ¿Seguro podrían escoger a tu hermana o a tu primo?"
Lady Lavinia me dirigió una mirada divertida y algo me hizo pensar que su red de informantes debía ser demasiado buena. No parecía dudar que tanto Rozemyne como yo declinaríamos nuestro derecho a la silla del archiduque cuando Aub Adalbert tuviera que retirarse.
"Tan seguro como que en tres días nos van a presentar a mi potencial tercera esposa… espero que sea menos manipulativa que tú."
Eso debió tomar a Lavinia con la guardia baja, porque Sylvester logró robarle dos piezas y avanzar sin problemas. La joven se recompuso de inmediato, tomando un macaroon rosado antes de llevarlo a su boca para darle un pequeño mordisco, mirándolo un momento y luego a nosotros.
"Coucoucaloura bendito, espero que el responsable de esto este por aquí. Quiero comprar está receta."
Mi hermana y yo sonreímos, notando a Sylvester bufar por lo bajo y cruzarse de brazos, mirando del tablero a su prometida un par de veces.
"¿Te importaría tomártelo en serio? Que asumas que voy a perder no significa que puedas regodearte."
"Pero Sylvester, querido, en nuestra larga historia jugando al gweginen, solo me has ganado una de cada diez partidas… y eso era cuando yo no era más que una pobre recién ingresada a primer año."
Otro bufido y tanto Brunhilde como yo notamos las orejas y la nuca de Sylvester rojas.
"Eras mucho más agradable entonces."
"Ingenua, querrás decir."
Un par de movimientos después, Sylvester estaba agachado contra la mesa, golpeándola con un puño mientras Lady Lavinia se llevaba otro macaroon a la boca con una sonrisa satisfecha en el rostro.
"Hora de pagar, mi futuro Dios Oscuro. ¿Cómo lograron que todos sus estudiantes incrementarán sus notas tan rápido? Y no me digas que fue gracias a sus guías porque es lo mismo que me dijiste el año pasado."
Sylvester le dedicó una mirada de desencanto tan obvia que me tomó por sorpresa. Debían ser de verdad muy cercanos si ambos estaban siendo tan transparentes.
"Si, bueno. Tiembla todo lo que quieras porque no es algo que puedas replicar en tu ducado, princesa Serpiente."
Para nuestro asombro, Lady Lavinia soltó una risa refinada sin dejar de mirar como Sylvester se apoyaba de forma desinteresada en el codo que acababa de apoyar en la mesa, revisando las uñas de su otra mano en el proceso.
"¿Seguro? El año pasado pudimos mejorar mucho nuestras guías con ayuda de los eruditos y mi padre llevó libreros a la sala de estar principal del dormitorio."
Sylvester sonrió de un modo tan descarado que casi parecía que estaba jugando ditter de entrenamiento y no dándole un premio a la prometida que acababa de vencerlo en gweginen.
"Mi querida y santísima hermana ofreció premios a quienes terminarán antes con las mejores calificaciones en conjunto y un castigo a los que quedarán en último… y créeme, no tienes manera de infundir tanto terror en los corazones de todo tu dormitorio."
Apreté mis puños, molesto por como acababa de referirse a mi novia y al hecho de que ni siquiera podía defenderla… él tenía toda la razón, no había una sola candidata a archiduquesa que fuera capaz de inspirar y aterrorizar a todo un dormitorio como ella.
Los estudiantes ya estaban motivados a mejorar con la promesa de un premio, pero, en definitiva, habrían aflojado tan pronto como un grupo ganara, la amenaza de castigo evito que se rindieran.
'También lo uso para involucrarlos con el templo.' Pensé mientras recordaba que ahora los asistentes estaban afiliados como sacerdotes y doncellas. Los estudiantes que acababan de terminar su segundo año también fueron obligados a ir al templo y dar maná a los instrumentos divinos.
"¡Oh, cielos! ¿Es eso cierto?" preguntó Lady Lavinia mirándonos a mi hermana y a mí, adoptando una pose de sorpresa tan elegante, que de pronto parecía una adulta en control de sus emociones y no una jovencita.
"Nuestro primo Sylvester tiene razón" respondió Brunhilde con una sonrisa noble.
"Me encantaría decir que es mentira o defender a mi prometida, pero temo que es imposible" respondí yo poniéndome de pie para que Sylvester se cambiará de posición conmigo. Brunhilde soltó entonces un suspiro resignado demasiado obvio que hizo voltear a Lady Lavinia mientras yo me encargaba de reacomodar mis piezas.
"¿Sucede algo, Lady Brunhilde?"
"¡Oh, nada! Solo que en verdad quería jugar gweginen contra usted. Hace mucho que no juego contra otra mujer."
Dicho eso, Lady Lavinia me dedicó una sonrisa complacida y la partida comenzó.
La joven era una buena oponente. Sus tácticas estaban bien pensadas y sus ojos no dejaban de vigilar mi rostro y los movimientos de mis fichas, mirando de vez en cuando a Sylvester y Brunhilde como si esperara encontrar una mejor estrategia. Que ambos estuvieran sonriendo de manera petulante no la ayudaba en nada a decir verdad y la partida llegó a su fin.
"Gané, Lady Lavinia. Antes de que le ceda el lugar a mi hermana, dígame, ¿cuál es el verdadero propósito de comprometerse con Sylvester."
"¿No es obvio? Además de estrechar relaciones comerciales con Eisenreich, me aseguro de tomar el asiento de primera dama de un Ducado alto. Tengo que competir contra otros treinta y siete candidatos a Archiduques en mi Ducado este año a pesar de ser hija de la primera dama. Prefiero ir por algo seguro."
A continuación, Brunhilde se sentó frente a mí. Hacía mucho que no podía relajarme con ella frente a un tablero, así que comenzamos a bromear entre nosotros conforme avanzaba el juego. Cuando terminamos, le pregunté sobre su próximo enlace estelar, notándola sonreír sonrojada.
"¿No puedes preguntarme otra cosa, hermano?"
"No. Tengo curiosidad. No parecías muy interesada cuando padre te adoptó para que pudieras comprometerte con Lord Werdekraf."
"Solo diré que tengo un raffel por él. Ha sido muy paciente para cultivarlo… y que es una pena que no pueda casarse con Sieglinde el mismo día que se case conmigo. Ya quiero que seamos hermanas esposas."
Tuve que reírme con tanto disimulo como me fue posible. Al parecer se había vuelto mejor amiga de la futura segunda esposa de su futuro Dios Oscuro, haciéndome preguntarme qué pensaría Werdekraf al respecto y recordando lo deprimido que había parecido cada vez que Brunhilde se iba con Sieglinde años atrás, cuando visitaron nuestro templo por dos temporadas.
Fue el turno de Sylvester de sentarse a jugar contra mí. Esta vez no se contuvo para nada en sus bromas y sus gestos, esforzándose por ganarme y alargando el juego por un tiempo considerable.
"Gané, primo." Le dije con una ligera sonrisa antes de mirar a Lady Lavinia, quién no había quitado los ojos del tablero en todo ese tiempo con un brillo de interés y concentración en todo momento. "¿Cómo es que terminaste comprometido con Lady Lavinia?"
"¿Por qué? ¡¿Por qué tenías que preguntar eso?!"
Brunhilde y yo sonreímos divertidos. Lavinia soltó un suspiro disimulado porque no podía sacar ningún tipo de información útil de aquí y yo solo repetí mi pregunta.
"Me ganó en un juego de gewinnen y exigió un compromiso. ¿Feliz?"
En verdad no esperaba eso, Brunhilde tampoco porque ambos comenzamos a tener dificultades para moderar nuestra risa. Sylvester simuló estar molesto y Lady Lavinia solo se cubrió la pequeña sonrisa pintada en su rostro antes de pasar un dedo sobre el brazo de mi primo, haciéndolo brincar.
"¡Lavinia!"
"Debo aprovechar mientras no intercambiemos piedras de compromiso. No volverás a saltar después de eso."
Estaba a punto de comenzar a molestarlo cuando noté que Justus estaba parado fuera del rango junto con el resto de los asistentes principales. Sylvester apagó entonces la herramienta anti escuchas y todo rastro de estar payaseando se acabó.
"Milord, la comida está lista, sin embargo, parecían estarse divirtiendo tanto que no encontrábamos el momento indicado para avisarles."
"Milady" habló ahora la asistente principal de Lavinia "sus aposentos están listos. Desea ir a descansar o…"
"Comeré con ellos. Gracias."
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A pesar de mis intentos de hacer mi trabajo y el de Rozemyne en el Templo, me vi rebasado a causa de Sylvester. Por alguna razón, ni el Aub, ni Lady Verónica le ponían un alto en su desfachatez de convocarme cada vez que debía acompañar a Lady Lavinia. Ya fuera para las comidas, algún paseo por el castillo, una fiesta de té… que irremediablemente terminaba en alguna reta en juegos de mesa, y en ocasiones para tomar alguna clase con ellos, por alguna razón me tenían ahí.
Era una suerte que Harmuth, Clarissa, Matthias y Damuel estuvieran tan familiarizados con el trabajo administrativo del Templo, sin ellos, no habría podido avanzar nada.
En cuanto a las empresas de las que éramos propietarios Rozemyne y yo, tuve que pasar de ir en persona a supervisar avances, responder dudas y considerar cambios a depositar mi absoluta confianza en los plebeyos y sus informes semanales, de modo que recibir al señor Benno, al maestro Gustav e incluso al aprendiz Lutz en el templo se volvió algo de rutina. Solo si surgían dudas específicas y complicadas en alguno de los gremios involucrados tenía contacto con el responsable del proyecto el día de la junta. Fue así como pasó un mes sin que pudiera darme cuenta.
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Estaba en la oficina de Aub junto a Sylvester recibiendo las clases del día. Aun si no tenía interés en convertirme en archiduque, debía admitir que aprender sobre política y gestión era interesante. Como Tetsuo fue un tema que nunca me interesó, así que cada cosa aprendida era algo nuevo, lo cual ya era agradable en sí.
Una llamada de emergencia interrumpió a Aub Adalbert en medio de una frase, me puse de pie para salir de la oficina junto a mi primo.
"¡Rozemyne desapareció!"
No habíamos salido de la oficina cuando el grito del hombre que debía ser Aub Drewanchel resonó en medio de la oficina. Debía estar más allá del pánico si habló sin brindar los saludos pertinentes… o asegurarse de que podía hablar.
"¿A qué se refiere con que desapareció?", preguntó Aub con el ceño fruncido antes de volver a mirarnos, e indicar que nos sentáramos para continuar.
El Aub explicó entonces que su esposa y Rozemyne estaban en medio de una fiesta de té cuando ella desapareció en medio de una bendición de luces negras y doradas.
"…Lady Florencia no supo decirnos que fue lo que le sucedió a su dama y…"
"Lo lamento cuñado", lo interrumpió Lord Adalbert soltando un suspiro cansado antes de rascar su sien. "Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que desapareció, que olvidé que podía hacer eso…"
"¿De qué estás hablando?", la pregunta estaba cargada de incredulidad.
"Mi hija tiene la increíble habilidad de poder aparecer y desaparecer… Ferdinand ¿tienes alguna idea de donde pueda estar ella?"
Lo pensé un momento. Ella no conocía Drewanchel y no creía que esa extraña habilidad suya le permitiese saltar de un ducado a otro.
"¿De que estaban hablando antes de que ella desapareciera?", pregunté, necesitaba saber qué fue lo que pasó antes para tener alguna idea de a donde pudo haber ido.
Esto no tenía que ver con bendiciones o ella yendo a auxiliar a alguien, si una noble extranjera apareciera repentinamente frente a caballeros o eruditos, el Aub habría sido notificado de inmediato. La misma Rozemyne ya habría vuelto en el mismo remolino de bendiciones en el que desapareció o hubiese enviado un ordonnaz.
No, esto no tenía nada que ver con el motivo que le ganó su apodo en primer lugar.
Hubo un silencio pesado por algunos momentos, entonces escuché un suspiro pesado antes de obtener una respuesta: el templo y su educación o, mejor dicho, la falta de ella.
Una de mis manos fue a al puente de mi nariz y lo apreté un poco. '¡Maldición! Eso era exactamente lo que temía que pasara.' Rozemyne solía actuar como la noble perfecta, sin embargo…
Quería pedir más detalles, pero no me correspondía.
Aub tenía que preguntar y posiblemente lo hiciera, solo necesitaba concentrarme en lo que me preguntaban. Capté por el rabillo del ojo como los nudillos de Aub se ponían blancos mientras apretaba la madera de la mesa con discreción. Era claro que no le gustaba no conocer lo suficiente a su hija como para dar una respuesta. Sin embargo, fue mi propia novia la que elevó esa barrera para protegerse a sí misma… y protegernos a nosotros.
'Si se sintió vulnerable o se sintió en peligro, es posible que buscara ir a algún lugar que le trajera paz…', "Si existe algún lugar remotamente religioso en su ducado, estará ahí."
"¿Religioso?", la incertidumbre era clara en su voz. Aun así, no deseaba darle demasiados detalles.
El recuerdo de verla dormida sobre la superficie del agua, así como el miedo que sentí en ese entonces cuando se sumergió en el agua aun inconsciente me golpearon con fuerza, tuve que sostenerme a la mesa para no ir yo mismo a Drewanchel y buscarla.
"La última vez que desapareció la encontré en el baño de la diosa. ¿Existe algún lugar así en su ducado?"
"No. No que yo recuerde."
"Si no existe, quizás la biblioteca del templo."
La llamada se cortó mientras escuchaba al Aub ladrar una orden tras otra, llamando a sus eruditos para buscar cualquier lugar que pudiera tener relación con los dioses.
La sexta campanada sonó cuando se nos informó que la encontraron.
En Drewanchel, cerca de la frontera con Gilessenmeyer e Immerdink y existía un bosque que se decía Flutrane obsequió a su madre y donde Mestionora solía jugar.
La encontraron dormida entre enredaderas con espinas que impedían que cualquiera se acercara a ella. Al final Alerah fue quien logró sacarla de ese lugar.
Esa noche Laurenz me habló de la carta que recibió de su novia unos días antes, donde le compartía su preocupación sobre su educación como asistente de Constance. Ella aceptó cada palabra que le dieron sin cuestionar nada, viviendo solo para servir a quien admiraba, recibiendo afecto por su devoción a su dama como un premio adicional.
"Alerah no es la persona segura y sensual que finge ser. Eso solo es un personaje." Me había confesado Laurenz un tiempo atrás. "Alerah es maternal, cálida, amable… es una buena mujer con un sentido común distorsionado."
Tras escuchar la noticia de que encontraron a mi prometida, al fin entendí porque esas dos se unieron tanto. Más allá de las depravaciones en las que se vieron involucradas por seguir las palabras del hombre-niño que tenía por amigo, Alerah era como una madre y Rozemyne ansiaba una madre.
La mañana siguiente recibí una carta de ella, estaba escrita en japones, también estaba manchada por lágrimas.
A mi prometido.
Quiero volver ahora, no quiero seguir en Drewanchel.
No han sido groseros conmigo, ni me han insultado, pero ya no lo soporto… ¿mi sentido común está realmente tan alterado que no noto que me insulto a mí misma al hablar?
Creía que estaba mejor ¡Creía que estaba mejorando!
Pero no parece ser el caso. La primera dama de Drewanchel, Lady Amelia dice estar preocupada porque parece que absorbí el desprecio de los nobles al templo, dice que suelo hablar de mí misma como si solo fuese una flor… ¡Una flor! ¡Yo no soy una flor!
Ferdinand, ¿realmente estoy tan mal…? ¿Lady Verónica tenía razón en la forma en la que interpretó mis palabras hacia ti?
Esperando que tus días sean mejores que los míos.
-Rozemyne.
Miré la carta tanto tiempo, pensando en cómo responderla, planeando algún mensaje que la animara, que la hiciera sentir mejor, que Fran tuvo que recordarme que debía prepararme.
Sin Rozemyne aquí, era mi deber mostrar el templo, después de todo, yo era el Sumo Sacerdote, aunque Hartmut asumiría la próxima primavera.
Lady Laviana estaba impresionada por el estado del templo… no sé qué estaba esperando.
"Posiblemente esperaba doncellas grises vestidas de manera indecorosa o flores haciendo ofrendas en los pasillos", murmuró mi hermana con una herramienta de prevención de escuchas.
La mención a las flores me recordó la carta de Rozemyne y lo desesperada que debió sentirse cuando habló con la primera dama de Drewanchel.
'Tan desesperada que se fue lejos, donde no podían encontrarla…'
Si no fuera porque yo mismo vi los recuerdos de Rozemyne y su percepción me hubiese sentido ofendido por la absoluta facilidad con la que Alerah se acercó a Rozemyne y la sacó de su hibernación. Incluso ahora, tantos años desde ese incidente, aun me sentía dolido porque se estaba protegiendo de mí. ¡De mí! En ese momento Rozemyne temía verme, temía mi reacción… si no hubiese sido tan ciego y hubiera aceptado mis sentimientos antes…
Regresamos a mi habitación del templo poco antes de la tercera campanada, mientras contestaba las preguntas de Laviana acerca de la gestión del templo. Después de la comida donde volvió a preguntar por las recetas sugirió un nuevo juego.
Esta vez, Laviana solicitó jugar primero con Brunhilde. Mi hermana era muy buena considerando que sus oponentes regulares éramos Karstedt y yo. Aun así, la joven de Drewanchel ganó.
"Debo decir que me he divertido mucho jugando contra usted, Lady Brunhilde."
"Lo mismo digo, Lady Lavinia. Imagino que tiene una pregunta lista para mí."
"¡Por supuesto! Sus galletas gema fueron una verdadera sorpresa durante el invierno, en especial teniendo en cuenta que usted se ha caracterizado por introducir modas más relacionadas a la vestimenta y el cuidado de la piel. Quiero saber si la inspiración ha venido de rezar a Coucoucaloura en el Templo."
"Si debo ser sincera, la inspiración me llegó de la misma Rozemyne."
"¿Cómo? ¿La receta no es suya?"
Mi hermana me dedicó una sonrisa divertida y yo a duras penas pude contener el impulso de llevarme una mano a la cara. Era una especie de secreto del templo que las chicas solían entrar a la cocina en ocasiones para hacer experimentos, ya fuera que guiarán a Hugo y Ellah o que ellas mismas jugarán con los ingredientes. Era algo que no podían hacer en el castillo, donde podían reprenderlas por entrar a los dominios de los plebeyos… en el Templo, sin embargo, teniendo doncellas y sacerdotes azules de origen plebeyo…
"Las tartinas de mermelada que mi prima Rozemyne introdujo hace tiempo, aunque son hermosas, no son del agrado de mi prometido. Demasiado dulces y, demasiado secas." Mi hermana se detuvo un momento, pensando algo antes de continuar, usando ahora un tono serio. "Lady Lavinia, antes de continuar debe saber que algunas de las doncellas azules que sirven en el Templo solían vivir en la ciudad baja, así que no se nos restringe el paso a las cocinas en el templo."
"¿Entró en la cocina entonces?"
"¿De qué otro modo podría hacer pruebas? Estuve ahí supervisando a los cocineros y pidiéndoles que reprodujera ciertos tipos de masa de galletas y variarán la cantidad de ingredientes que se les coloca para dar sabor, luego las formas que quería que les dieran. Una vez hecho eso, estuvimos experimentando con diferentes sabores de mermelada hasta encontrar el equilibrio perfecto entre ciertos ingredientes ácidos, amargos y dulces. Si bien quería que se vieran tan lindos como las tartinas de mermelada de mi prima, quería que el dulzor se ajustará más al paladar masculino. Mis hermanos accedieron a probar y dar sus opiniones."
"Comprendo." avisó al fin Lady Lavinia, asintiendo despacio antes de sonreír con más sinceridad de la usual "no consideré necesario tener una relación más directa con los cocineros para crear una moda nueva, pensé que solo ordenar que tipo de sabor deseaba conseguir y que forma darle después sería suficiente."
Entonces fue el turno de Sylvester. El juego fue tenso, pero de nuevo, su prometida le ganó.
"¿Qué pasa con la candidata a tercera esposa?", cuestionó Lady Lavinia. "Uno normalmente no busca una tercera esposa antes de casarse con la primera."
La curiosidad era genuina, también entendía el motivo de la pregunta.
Sylvester dejó salir un suspiro cansado y se cruzó de brazos, tamborileando los dedos sobre su bíceps como pensando que responder. Finalmente se rindió.
"Existen varios motivos, no puedo confiarte la mayoría hasta que atemos nuestras estrellas. Lo que te puedo decir, aunque en realidad es más una consecuencia que un motivo, es que mi prima, la primera princesa Eglantine, solicitó que se le permitiera cancelar su adopción real tras su graduación a cambio de volverse la maestra del curso de candidatos. Lady Christine como mi esposa y como maestra de arte en la academia, marcará un antecedente."
La joven de Drewanchel asintió lentamente antes de mirarme.
Al fin fue mi turno de jugar, sin embargo, no lograba concentrarme. Rozemyne y su trauma apareció en mi cabeza, el juego se estaba alargando demasiado para mi gusto a causa de esto. Era claro que mi oponente tenía toda su atención en el tablero… a diferencia mía.
Tuvimos que tomar una pausa para comer, ya que de lo contrario la comida no llegaría a tiempo al orfanato y retomamos la partida con el té posterior. Finalmente tuve el té nostálgico que llevaba tanto tiempo deseando… estaba decepcionado del tiempo que tomó poder producir el té verde, y más del tiempo que tardo procesar el matcha, más de cuatro años en realidad, pero me sentía complacido con el hecho de que ahora podría producirlo en masa. Lady Laviana preguntó por el té, quería saber el origen de la bebida de tenue amargura y su modo único de preparación.
"Deberá ganarme si desea información." Respondí tratando de relajarme. El nuevo tipo de té se presentaría pronto, y no era un secreto que fui yo quien estuvo procesando algún árbol para obtenerlo, por lo que no fue un problema señalarme como inventor.
"Veo." Ella dijo antes de volver a concentrarse en la partida.
Al final logró ganarme.
"Debo decir que es un oponente soberbio, Lord Ferdinand, en verdad. Me costó mucho ganarle, aunque su atención estaba puesta en otro lado."
Sonreí, aunque no me sentía muy animado.
"Ahora, sobre el té…"
"No." Me interrumpió. "No es eso lo que quiero saber. ¿Qué sucede con Lady Rozemyne?"
"¿A qué refiere su pregunta con exactitud?"
La vi fruncir el ceño poco después de verificar que solo éramos nosotros cuatro dentro de la barrera antiescuchas y que los sacerdotes grises estaban ocupados. La prometida de Sylvester se recargó en su silla y se cruzó de brazos apenas un poco, como si le estuviera costando trabajo controlar el gesto.
"La gente no solo desaparece de una ciudad principal para luego reaparecer en el extremo más alejado de un Ducado. ¿Cómo lo hizo y por qué?"
"¿Qué le hace pensar que yo tengo la respuesta?" proferí con más sequedad de la esperada, el ambiente festivo y divertido dejado de lado en ese momento.
"Usted es su prometido. Se rumorea que usted la conoce desde antes del bautizo de Lady Rozemyne y que ella suele apoyarse en usted. Vaya, incluso escuché que nadie ha pasado más tiempo con ella, ni siquiera su padre, entonces… ¿Cómo y por qué?"
Estaba acorralado. No quería decir nada, de hecho, quería retirarme de ahí en ese preciso momento, sin embargo, era imposible.
Me acerqué al tablero entonces, tomando las fichas y el estuche para comenzar a guardarlas y evitar ver a Lady Lavinia a la cara.
No tenía idea de que el nivel de confianza hubiera aumentado en tan solo un mes.
"No recuerdo con exactitud cuando comenzó, lo que sí recuerdo es que el apodo de Princesa Santa se lo ganaron sus desapariciones. Se sospecha que es obra de los dioses. Ellos la toman y la llevan a dónde ella debe estar para ayudar a otros."
Terminé de guardar las piezas, cerrando el estuche y poniéndome en pie, deteniéndome cuando las manos de Lady Lavinia me impidieron recoger el tablero, mirándome a los ojos con seriedad.
"No ha terminado de responderme."
"¡Oh! Pero sí lo he hecho. Las reglas son claras. Una victoria equivale a responder una pregunta y yo ya le he respondido el cómo mi prometida desaparece y reaparece en diferentes extremos de un Ducado."
"¡Si, pero…!"
"Temo que el porqué es una pregunta aparte, así que, si me disculpa, tengo algunos asuntos que atender en el templo. Si desean quedarse un poco más, está bien. Brunhilde los atenderá."
Acto seguido, hui tan rápido como lo permitía el decoro.
Esa noche decidí escribir una respuesta, anexando a esta un clip que ella pudiera colocar en su vestido con la forma de un caballo cargado con mi mana. Que pensaran lo que quisieran, ella necesitaba apoyo y yo no estaba ahí para dárselo.
A decir verdad, yo ya había notado la lucha contra su autodesprecio, pero no que seguía percibiéndose como una flor. También notaba el esfuerzo que ella hacía por comportarse conmigo.
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Apenas tres días después en que, por suerte, Sylvester no me había arrastrado como chaperón pero que Lavinia estuvo arrastrando a Brunhilde, los dos regresaron al Templo a causa de una cita con la hermana Christine, quién pasó todo el primer mes de la visita postergando lo inevitable.
Las aprendices grises y la única adulta entre las aprendices de Christine limpiaron y prepararon una de las estancias. El té estaba listo, así como algunos postres creados por Rozemyne que yacían en platos con decoraciones inusuales y vistosas. Coloridas flores y hojas de tela flanqueaban los diminutos postres a los cuales se habían realizado pequeñas inscripciones con mermeladas y cremas contrastantes. Estaba impresionado por la precisión con que cada pastelillo y galleta tenía escrito parte de algún poema o partitura.
'¿Cuánto tiempo le habrá tomado a su chef lograr esto?'
En realidad, no debería estar ahí, de pie en la entrada a aquella sala de reuniones seguido por Sylvester y Lady Lavinia, sin embargo, por alguna razón, me vi arrastrado por Sylvester, quién no paró en toda la tarde anterior de enviarme ordonnanz solicitando mi presencia hasta que le envié todas juntas de regreso para avisarle que aceptaba.
"¿Y la hermana Christine?" pregunté a su jefa de asistentes.
"Ya viene en camino, Sumo Sacerdote. Por favor, tomen asiento."
Estábamos haciendo justo eso cuando noté a tres jovencitas sentándose en el otro extremo de la sala, cargando cada una un instrumento diferente, mismos que acomodaron para tocar de un momento a otro.
"Sylvester, ¿estás seguro de que esta hermana Christine es una de las profesoras de en la Academia Real? ¿Por qué tiene doncellas del templo como asistentes y porqué la estamos viendo en el Templo? ¿No debería estarnos recibiendo en casa de su familia?"
La jovencita me lanzó una mirada y se tragó la pregunta que estaba a punto de formular. Al parecer, ella también se estaba preguntando que hacía yo ahí.
Mi primo solo suspiró antes de responder.
"Bueno, ahm… no estoy seguro, pero creo que cortó lazos con su familia o algo así…"
Mi primo me miraba con una súplica en sus ojos y de pronto comprendí que estaba haciendo yo en ese lugar.
"La hermana Christine, así como algunos de nosotros, fue dejada aquí por su familia cuando era más pequeña y creció en el Templo. A diferencia de la mayoría, fue en un principio para protegerla, aunque a ella también se le reconocieron sus logros y méritos, así como su elevado maná, sin embargo, tengo entendido que tuvo un desacuerdo con su familia cuando intentaron comprometerla, todavía en la Academia Real. Christine ha sido más que bendecida por Kuntzeal, así que, se mudó como maestra a la Academia y para dejar en claro que no planeaba renunciar tan pronto a los caminos de las artes, llega al Templo cuando vuelve a Eisenreich para descansar."
"¿Otro genio escondido en el Templo?" indagó Lavinia.
"Eso parece." Dije "Si aceptó casarse con Sylvester, debió ser por alguna razón que le pareciera atractiva." Agregue recordando que fue ella a quien Brunhilde y yo recomendamos, dado su maná y el reconocimiento que adquirió por sí misma.
La música comenzó a sonar de pronto a un volumen adecuado, sacándome de mis pensamientos, la puerta se abrió y Christine entró con su hábito azul, su cabello recogido y decorado con una peineta como las introducidas por Brunhilde hace tiempo, además de algunas flores de hilo.
"Sumo Sacerdote, no esperaba verlo aquí. Lord Sylvester… ¿Lady Lavinia? No habrá venido hasta aquí por clases extra para sus giros, ¿O sí? Podría pulirlos y reclamar el puesto de Diosa de la Luz este año, sin embargo, no parece muy inclinada a ello."
Antes de que pudiéramos decir o hacer nada, Christine se sentó, todas sonrisas y con un par de elegantes florituras de las manos, dio indicaciones para que se nos sirviera el té. Sin perder más tiempo hizo una muestra de veneno en el té y los diversos postres y luego pareció relajarse.
"Espero puedan disculparme. Dregarnuhr insiste en tejer con ayuda de Steiferise cuando trabajo en alguna nueva composición… ahm… ¿Dónde están Margareth y la Suma Obispa? Esperaba mostrarles mi última creación ahora que está terminada y tal vez escuchar alguna de las nuevas piezas en qué estaba trabajando la Suma Obispa. ¡Ha sido tan bendecida por tantos dioses que Kuntzeal no podía ser una excepción!"
Miré a Sylvester incrédulo y luego a Lavinia con una disculpa antes de encarar de nuevo a Christine.
"Temo que la hermana Margareth y la Suma Obispa se encuentran en Drewanchel en este momento. ¿No le informaron de ello, hermana Christine?"
La noté sorprendida un momento y luego cavilante, levantando su taza con una elegancia antinatural que, de no estar tan cerca, habría escondido a la perfección su suspiro de decepción.
"Así que de eso estaba hablando el hermano Hartmut. No lo había comprendido del todo. Pensé que solo estaría ocupada comerciando o algo así… tal vez debí posponer más está fiesta de té."
Sylvester estaba pálido lanzando miradas de soslayo a Lavinia, un tanto sorprendido por la desfachatez de la mujer que acababa de llegar tarde a su propia fiesta de té.
"¡Christine, se supone que nos casaremos en un mes!"
"¿Y? seguiré siendo profesora en la academia real… además de gestionar algunos proyectos de interés dentro del ducado, no entiendo porque debería involucrarme más."
"¡Por los siete, Christine! ¿Qué pensaría Rozemyne si te escuchara?" pregunte incrédulo ante la completa falta de cortesía y hospitalidad de esta mujer.
"¿Qué pasa con mi joven maestra?", pregunto inclinando el rostro en un gesto similar al de mi novia. "Fue ella la que me animo a rezar a Kuntzeal a través de mi arte", entonces sonrió, "Servirla como asistente y música o volverme maestra. Me dejo elegir y cuando mi corazón se volvió turbulento, fue ella quien me inspiro a vivir en el templo de los dioses."
Estaba atónito y confundido pero la sonrisa de la doncella frente a nosotros no vacilo. Mi vista paseo apenas un momento a Sylvester y Laviana quienes parecían tan o más confundidos que yo.
"Oh, no lo saben realmente… ni siquiera usted, sumo sacerdote. Interesante." Se rio.
Entonces suspiro, un suspiro cargado de nostalgia y alegría, aun si su rostro era una perfecta mascara noble que no permitía que la leyéramos. Sus ojos dejaron de vernos.
"Aún recuerdo cuando mi joven maestra llego al templo, ¡era tan pequeña! Y, aun así, se movía con tanta gracia, su elegancia natural era envidiable, venía a jugar conmigo y con Margareth. Tarareaba canciones para nosotras y le enseñe como convertir esas melodías en verdaderas ofrendas a los dioses. Me lleno de tanta dicha…" un pequeño suspiro y su mirada perdió la alegría, aunque aún sonreía. "Mi joven lady, tan amada por todos los dioses, incluso por Glücklität, por lo que le regale mi mayor fortaleza, le regale mi oración: El dolor de tu corazón, los sentimientos tristes, las alegrías, nunca se deben mostrar en el rostro de una dama. Toma todos tus sentimientos y conviértelos en fortaleza. Eres una ofrenda a los dioses, no lo olvides. Margareth y yo entonces nos volvimos Wiegenmichte. La educamos y la criamos… hasta que su hilo se enredó con el suyo, sumo sacerdote."
Ella me miro. Su sonrisa no cambio, sus ojos tampoco transmitían sus emociones, su mascara noble era casi tan buena como la de mi propia novia, aun así, podía ver la ligera tensión en su sonrisa y sus ojos un poco más cerrados. Ella no estaba feliz y, mientras su sonrisa se profundizaba, sentí como si Schneerst hubiese descendió entre nosotros dos.
"Si acepte este enlace, es por el bien de Milady. Se que no tiene la culpa, pero lo culpo. Usted debía protegerla. La sumo Obispa es el mayor tesoro de los dioses, custodiado por el mismísimo Beischmacht, un hermoso brote criado por Bluanfah que algún día se volvería la flor más bella de Efflorelume en el jardín, pero Chaocipher jugo con Ordoschnelli y su hilo se torció."
Apreté mis puños sobre mis rodillas, sintiéndome frustrado conmigo una vez más. Sentí mi maná arremolinarse y luche por contenerlo mientras que una piedra tras otra en mis herramientas mágicas se llenaba de maná. Cuando pude calmarme Christine me dedico una sonrisa burlona solo un segundo.
"Beischmacht suele esconder lo que custodia bajo el velo de Verbergen, sin embargo, es peligroso si incluso el dios de la oscuridad olvida lo que se guarda. Después de todo, Leidenschaft necesita de Seheweit y Erwachlehren para llamar a Angriff."
La mire sin entender lo que estaba hablando, aunque mi primo y su prometida parecieron entenderlo. Mirándome un momento antes de volver a ver a nuestra anfitriona.
Sylvester parecía muy nervioso mientras el silencio se extendía entre nosotros. Se aclaro la garganta antes de volver a mirar a la joven rubia a su lado, quien no dejaba de observarme y estudiarme desde hace algunos momentos.
"Entonces, Christine, ya conoces a Lavinia, Lavinia, esta es Christine, necesito saber si estás de acuerdo con que ella sea mi tercera esposa. Tendría que casarme con ella antes que contigo por cuestiones de edad, pero..."
La joven suspiro, sonriendo entonces, como si hubiese tomado una decisión, note el momento exacto en el que Sylvester se relajó… como si temiese que Lavinia se negara a continuar con su compromiso…
'¡Por lo siete! ¡A Sylvester le gusta Lavinia…! no, no le gusta ¡Esta enamorado de ella!'
Notarlo completamente aterrado por la posibilidad de perder a la jovencita a su lado, distrajo mi mente de lo que no podía entender, podría analizarlo después, pero ahora… me parece que finalmente encontré un modo de conseguir que mi querido primo, dejara de arrastrarme a todos lados como chaperón.
"No veo cuál es el problema. La hermana Christine parece alguien responsable con una genialidad incomparable en el área de las artes, ¿o me equivoco, hermana Christine?", pregunto ahora mirando a la doncella azul.
La única señal de sorpresa en nuestra anfitriona fue el segundo que tardo en bajar su taza de té, antes de sonreír en respuesta.
"No sé si pueda decir que soy responsable, pero como discípula de Kunstzeal, es seguro que aprovechare esta oportunidad y daré el máximo para llevar a Eisenreich a alcanzar la edad dorada en música, teatro, pintura, danza, moda y declamación. No tiene sentido que Klassenberg sea reconocido como el ducado de las artes, cuando todas las diosas a las que veneran están bajo el patrocinio de Schutzaria. En nuestro ducado, incluso los plebeyos tienen mucho que ofrecer a Kunstzeal."
"¡Maravilloso!" sonrió la rubia, "Estoy ansiosa por trabajar con usted."
Fruncí el ceño sin poder evitarlo, hasta hace menos de una campanada, Lady Lavinia no parecía muy interesada en esta mujer.
"Parece que es usted muy abierta, Lady Lavinia. Para venir de un Ducado donde las reformas al templo acaban de comenzar..."
"Seheweit y Mestionora ya han probado que juzgar algo por su origen es un error." Su sonrisa se amplió, mientras tomaba un sorbo de té antes de bajar la tasa. "Eh visto la cantidad de tesoros que Beischmacht esconde en la casa de los dioses, aunque no es el único lugar… saben esto es un secreto, pero ya que lady Brunhilde a compartido información amablemente sobre las doncellas y sacerdotes azules de origen plebeyo, les contare a ustedes… para nivelar el juego. Como muestra de buena fe."
Ella se reacomodó en su asiento antes de comenzar a hablar de un lugar oculto, donde nacen niños destinados a morir. Por la forma en que habló del lugar, no era más que un burdel y los niños nacidos ahí no eran vistos más que como ganado, menos que humanos… meras baterías que reclamarían al matarlos, convirtiéndolos en piedras mágicas. Incluso las mujeres nacían y morían en ese lugar, viviendo eternamente como ganado.
"Uno de mis hermanos entonces subió la imponente escalera y uno de esos niños fue llevado a casa. En un principio sería degradado tras su bautizo, solo se usaría como cebo para hacer salir a los asesinos, pero… pronto se ganó su lugar. Es listo, creativo, inventivo. Desde el momento en que fue bautizado dejó de ser un niño condenado a morir y se volvió un noble de Drewanchel con sus propias fuerzas. Se volvió digno de su puesto como candidato a archiduque ¡Vaya! Incluso es uno de los favoritos para heredar."
Eso me dejó conmocionado. Por si esto fuera poco, Lady Lavinia me dedicó una mirada cargada de significado, oculta detrás de su taza de té… al parecer yo también seguía menospreciándome si una extranjera consideraba pertinente hablarme de alguien cuyo valor original era incluso menor que el mío.
Yo fui un plebeyo cuyas fiebres constantes casi no le permitían salir de la cama, aprendí a leer y escribir convirtiéndome en un ayudante del alcalde de un pequeño poblado agrícola, luego un sacerdote, después un noble y por último un candidato a archiduque… uno que en realidad seguía infravalorándose por su origen.
Estuve a punto de reír a carcajadas por el giro de los acontecimientos. Se suponía que Lady Lavinia venía a conocer nuestro Ducado para saber a qué se enfrentaría al contraer matrimonio. Se suponía que nosotros le enseñaríamos a ella sobre nuestro templo, nuestras costumbres y la ayudaríamos a ajustarse a las expectativas que caerían sobre ella como primera dama… y fue ella quien me terminó dando una lección.
Mi humildad no era tal.
Me menospreciaba de manera subconsciente, por eso estaba tan agradecido de que me comprometieran con Rozemyne… por mucho que la amara, se la habría entregado a otro a quien creyera más merecedor de estar a su lado.
"¿Puedo llamarte Lavinia, ya que ambas estaremos casadas con el mismo hombre antes de que Dregarnuhr nos permita darnos cuenta de su avance?"
"Solo si me permites llamarte Christine."
Las dos jóvenes se sonrieron mutuamente, mirando primero a Sylvester y luego a mí con una mueca curiosa.
"En ese caso, Lavinia, te agradezco mucho que nos confiaras este secreto. Ya seamos ofrendas, semillas o simplemente humanos, cada persona en esta sala de té se ha ganado cada una de las bendiciones otorgadas por los dioses y debe actuar en consecuencia, con la frente en alto y siempre dando lo mejor para cumplir con la función que le ha sido asignada, ¿no lo crees?"
"Muy cierto, Christine. Ya sea el próximo Aub, un próximo ministro o una esposa política, no es el antes lo que importa, sino el ahora y el mañana."
Ambas se sonrieron entonces, dedicándonos un último vistazo para luego beber lo último en sus tazas de té. Sylvester y yo nos miramos el uno al otro. Él parecía perdido en lo último, en tanto yo, solo me sentía conflictuado de que incluso Christine, con quién no tenía mucho contacto, vieran el error en mi propia existencia.
Esa noche le escribí una carta a Rozemyne al respecto. Ambos éramos presas de nuestro pasado. Debíamos dejarlo donde estaba, atrás en el tejido, solo un punto en el gran esquema de las cosas, enorgullecer nos de lo que éramos para ese momento y seguir adelante… uno al lado del otro.
Debía comenzar a verme como ella me veía y esperaba que pronto ella se viera a si misma del mismo modo en que yo la veía.
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Dos días después me llegó una carta de Rozemyne durante la mañana. Mi tío, Aub Adalbert, me permitió salir a mi habitación para leerla en lo que él se quedaba con Sylvester, Brunhilde y Lavinia discutiendo algunas cuestiones mercantiles con el apoyo del jefe Gustav.
Que Justus fuera haciendo comentarios sobre lo afortunado que era por haber tenido clases en comercio desde antes a causa de mis industrias y las de Rozemyne no hacían menos ofensivo que se estuviera burlando de lo fácil que era, todavía, leer en mi rostro la ansiedad por tener palabra de mi prometida lo antes posible. Una pena que Sylvester lo notara también y me gritara algo como "No vayas a lamer la tinta" al tiempo que yo salía tan rápido como lo permitía el decoro.
A mi novio.
Los días han sido fructíferos desde mi última carta.
Lady Amelia y Aub Sebastián me permitieron mudarme al templo. ¿Sabías que tienen una distribución similar a la de nuestro ducado?
Lady Amelia me dijo que en Ahrensbach no es así, que en su antigua Gedulh el templo está en medio del barrio noble, no entiendo cómo funciona eso ¿Cómo los plebeyos asisten a sus ceremonias?
De cualquier modo, mientras estaba en el templo me encontré con algunos niños, ¡Son tan pequeños! Están en un lugar llamado el jardín y las mayores se refieren a ellas como brotes, los niños son llamados frutos. Las jóvenes que cuidan de ellos son llamadas jardineras. Es un apodo extraño.
Esta claro que todos estos niños están relacionados. Se parecen mucho.
Margareth miró a frutos y a los brotes por tanto tiempo que fue evidente que desea un matrimonio e hijos. Aunque lo negó. Comenzaré a buscar un pretendiente para ella cuando vuelva, ¿quizás pueda ser uno de tus asistentes? De ese modo podría seguir sirviéndome como quiere.
Es un poco vergonzoso, pero Lady Amelia insiste en que somos familia, pero eso no es verdad, es vergonzoso que me llame Rozemyne. Ella dijo que, de no ser porque acababan de entrar a la guerra, el año anterior, después del bautizo de Lady Lavinia, hubiesen ido a mi bautizo en Eisenreich… no creo que lo hubiesen hecho realmente ya que Lady Verónica no me reclamó ni como hija adoptiva, pero es agradable imaginarlo.
Por cierto, visité la ciudad de los plebeyos, se me ocurrieron varios productos… lo hablaré con la pareja archiducal y cuando vuelva a casa, visitaré las ciudades, se me ocurrieron varias cosas que también puedo presentar en Geduldh, solo debo verificar donde será más fructífero.
Anexo a esta carta una propuesta para una nueva empresa, ¿podrías traducirla y dársela a mi padre? Creo que podría funcionar. Recordé tu idea de abrir un restaurante en la ciudad baja, esta propuesta es para un instituto culinario.
También adjunté un regalo para mi hermano y mi querida Christine.
Si es posible ¿podrías supervisar el contrato mágico y enseñar mi método? Supongo que lo recuerdas, si no, pídele a Laurenz y los demás que te digan lo que les enseñé, originalmente es un método de cuatro partes, a cada uno le di dos partes, podrás reorganizarlo y enseñárselos, aunque solo les daré tres pasos.
Esperando que podamos reunirnos pronto
-Rozemyne.
Sonreí por la nostalgia de ver las palabras escritas en japonés. Esta debía ser su forma de evitar que la información fuera obtenida por personas ajenas a nosotros, ya que solo tres personas en todo Yurgenschmidt podían hablarlo, leerlo o escribirlo.
También sentí un nudo en el pecho al darme cuenta de algo, ella todavía no se percibía como parte de la familia archiducal, solo como alguien que vivía en Eisenreich.
Cuando terminé de traducir, consideré a qué deidad debería elevar una plegaria… una oración sincera como las que solían sacarla de donde estuviera, una oración que nos ayudara a ambos a mirar en qué nos estábamos convirtiendo y terminé invocando a la Diosa de la Luz, Leidenschaft, Erwachlehren, Forsternte y Mestionora. Quizás porque era una de las pocas veces que lo hacía con la esperanza de que sirviera de algo, noté pequeñas luces de bendición escapando de mi anillo, lloviendo algunas sobre mí y otras volando lejos, hacia Drewanchel.
Hacía mi amada Rozemyne.
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A fin de reajustar mi autoimagen y prevenir que cualquiera de mis pares en otro Ducado pudiera tomar ventaja, estuve considerando qué podría hacer en tanto mis días pasaban junto a Sylvester, Lavinia y Brunhilde en su mayoría. Al final opté por la solución más práctica, salido de mi antiguo mundo.
¿Cómo mides el valor de alguien en el presente? ¿Cómo te aseguras de que la persona tenga un valor medible?
Primero se pone un parámetro bajo el cual comparar, calificar y, por lo tanto, medir.
Procedí entonces a hacer un listado en japonés de todas las cualidades que se esperaban de un candidato a Archiduque, el puesto que yo mismo tenía en este momento y que con demasiada facilidad olvidaba que pesaba sobre mis hombros o que ignoraba, debido a que mi nombramiento era más por la necesidad de crear competencia para Sylvester y mantenerlo enfocado.
O eso fue lo que me dijeron, comenzaba a pensar que había algo más.
Liderazgo, inventiva, amplia capacidad de mana, contactos internos. Puse todo lo que para mí definía a un candidato a Archiduque e incluso fui tan lejos como para preguntar sobre su propio ideal a mis pares, a mi padre adoptivo y a la pareja archiducal. La respuesta siempre iniciaba con una pregunta.
"¿Por qué quieres saberlo? ¿Acaso no lo sabes?"
Cuando explicaba que estaba considerando las verdaderas implicaciones de ser un candidato, obtenía dos tipos de reacciones diferentes. Los adultos se mostraban complacidos, mi padre parecía incluso orgulloso conforme daba su respuesta. En el caso de mis pares, mientras Lavinia me dedicaba un "¡Ya veo! Analthung ha alcanzado parte de su cometido", dedicándome una mirada cargada de comprensión, Sylvester y Brunhilde parecían confundidos. Por suerte, llevar a cabo este ejercicio con ellos durante un minitorneo de GO llevó a mi hermana y a mi primo a reflexionar a fondo sobre las implicaciones reales y el impacto en ellos y su alrededor conforme a lo que debían hacer y lo que de hecho hacían.
Cuando quedé a gusto con la definición de lo que se esperaba de un candidato en todos los sentidos, procedí a redactar un currículum, también en japonés, con mis notas de la academia, mis habilidades, las empresas que llevaba, los descubrimientos e innovaciones que estaba dando al Ducado como si estuviera postulándome para el puesto. Incluso incluí la cantidad de idiomas que podía hablar, leer y escribir con fluidez y los que solo podía leer y escribir.
A diferencia de lo demás, hacer una comparativa entre mi mana y el que se esperaba tuviera, me encontré anotando, simplemente, que aún no encontraba a nadie con un mana equivalente al mío…. Todos estaban por debajo de mí.
El resultado fue una verdadera epifanía.
Por primera vez desde que renací en este mundo volví a sentir esa arrogancia y presunción que tanto me caracterizaron como Tetsuo. De pronto comprobé día que era bueno… demasiado bueno para ser solo un candidato a Archiduque. Estaba sobrecalificado.
No tardé mucho en pegar la hoja con la definición de candidato a un muro de mi habitación oculta y luego todas las hojas de mi currículum en una línea horizontal debajo de eso, observándolo demasiado tiempo.
"¡Por favor, dime qué no vas a volver a ser el desgraciado, arrogante, carente de empatía y workaholic que solías ser! Me gusta más esta versión más humilde y abierta de ti."
Estuve a punto de un infarto al escuchar la voz de Laurenz detrás de mí, obligándome a voltear, molesto y avergonzado no solo porque sus palabras eran ciertas, sino también porque ese idiota estaba leyendo justo lo que no quería que viera nadie más.
"¿Qué estás haciendo aquí, Laurenz?"
"¿Qué más? Jalarte las orejas como me ordenó mi señora cuando pasó una campanada desde la hora de la comida sin que salieras de aquí. ¿Vas a proceder a medírtela también para anotarlo o te has autocomplacido suficiente?"
Ser descubierto era más vergonzoso de lo que quería admitir… por otro lado, este era mi mejor amigo en dos vidas… el idiota que no iba a callarse y a sacar esto a relucir cada vez que quisiera burlarse o pasarse de listo.
"Es solo un ejercicio para ajustar mi autoimagen… por algún motivo, no dejaba de sentirme insuficiente y… demasiado afortunado por todo lo que he obtenido."
Eso pareció tomarlo por completo con la guardia baja. Su sonrisa burlona desapareció y una mano ansiosa pasó por los cabellos verdes de Laurenz para peinarlos hacia atrás en tanto su otra mano se recargaba en su cintura… una pose muy de Shuu cuando enfrentaba un problema.
"Bueno, si ERES afortunado por haber encontrado a alguien que te diera la oportunidad de demostrar lo que vales, pero esa es toda la suerte que has tenido, sin contar con la fortuna de volverme a ver, jejeje. El resto de toda tu fortuna ha sido todo obra tuya... ¿En serio pensaste que te estaban regalando todo lo que tienes ahora por tu linda cara?"
"Algo así."
"¡Oh, dioses! Y yo pensando que no nacer con una cuchara de oro en la boca te había dotado de humildad cuando en realidad era un problema psicológico."
"Que al renacer aquí me diera cuenta de que fui un completo imbécil con todos a mi alrededor como Tetsuo no me ayudó mucho que digamos."
"Eso veo. ¿Y? ¿Tener este… despliegue de trofeos ayuda?"
Miré de nuevo lo que tenía escrito. Si me hacía sentir mejor. Me hacía notar cuánto merecía lo que tenía aún si mis esfuerzos nunca fueron para convertirme en candidato.
"Si. Aunque no pienso a ser un bastardo arrogante nunca más."
"En ese caso, ¿me permites pluma, tinta y una hoja?"
Lo miré extrañado, pero acepté. Laurenz me obligó a salir para ir a comer y luego desapareció el resto del día. No volví a verlo sino hasta la mañana siguiente, cuando regresó con una enorme sonrisa, círculos casi negros alrededor de los ojos y el papel enrollado en una mano, guiñándole un ojo a mi hermano mayor, quién me estaba terminando de arreglar para que pudiera ir al castillo.
Cuando abrí la hoja, encontré anotado en japonés con la letra de Shuu muchas más cosas que no había tomado en cuenta
Responsable. Arrojado. Valeroso. Perceptivo…
Un listado con cosas que hice y no recordaba, así como anotaciones de como mis acciones mejoraron la vida de mi séquito, el templo y la ciudad baja de Eisenreich estaba ahí
"No sé qué dice con exactitud, milord, pero Laurenz estuvo cuestionando gente por todas partes para hacer una lista de todo lo que te convierte en un candidato digno." Me informó Justus luego de terminar de acomodar mi capa "No estoy seguro del porque necesitarías algo así, pero espero que te ayude."
Sonreí de verdad. Esto me ayudaba bastante a corregir mi visión de mí mismo, ya fuera que siguiera siendo un candidato a archiduque, me convirtiera en un ministro, un Aub o el mismo Zent, podía estar seguro de que lo haría con orgullo, sabiendo que, de hecho, estaba más que calificado.
"Gracias a ambos. Es mas de lo que podía pedir."
Justus asintió sonriendo también. Laurenz me sonrió y me dio una fuerte palmada en el hombro antes de volver a su papel de escolta y los tres salimos para cumplir con mis obligaciones.
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La noche antes de celebrar la ceremonia de Starbind escribí una carta para Rozemyne. Era la respuesta de su padre a la creación del instituto culinario.
A los tíos de verdad les gustó el proyecto. Se planeaba inaugurar en primavera. La tía Verónica estaba realmente exasperada, en el buen sentido, cuando les di la propuesta.
"Esa niña... ¿tomó mis palabras como un reto?"
Cuando Gloria fue encarcelada, Lady Verónica le dijo a Rozemyne que no existía forma de que ayudara más al ducado, diciendo que tardaría al menos dos años en pensar algo más. Pero aquí estaba, menos de un año antes y además ausente, ya tenía planes para seguir mejorando el ducado.
Escribí todo eso en una carta.
También escribí que estaría un poco ocupado a partir de ahora, mi último año como estudiante se acercaba de forma constante. Debía prepararme.
Antes de cerrar la carta decidí escribir algo más.
Le pregunté que creía ella que definía a un candidato a Archiduque luego de pasar casi dos meses en otro ducado, afirmando que le explicaría el porqué de mi pregunta cuando volviera.
Estaba por firmar la carta para cerrarla, sin embargo, opté por releerla al sentir que estaba olvidando algo importante. Cuando llegué al final, mojé la pluma en el tintero una vez más y seguí con ella.
Sé que ser conscientes de que nos percibimos de una manera negativa no es suficiente para luchar contra los complejos que nos empañan, mi amada Rozemyne, así que, por favor, cada vez que dudes de tu valor como candidata o como persona, si no confías en ti misma para autoevaluarte, confía en mí. Mírate de la forma en que yo te veo.
Eres una persona maravillosa, Rozemyne.
Aquella que trató de dañarte no te llega ni a los talones. Suelta las palabras que sembró en ti para destruirte y distorsionarte porque nadie las cree, tú tampoco deberías creerla.
Tuyo por siempre.
-Ferdinand
Cerré la carta esperando que mis palabras pudiesen ayudarla de algún modo y revise mis preparaciones. Además de casar a Sylvester con Christine y apoyar a Lavinia los días que Sylvester estaría en sus habitaciones con su nueva esposa, tenía más cosas que hacer, como preparar una hoja similar a la que Laurenz hizo para mí enfatizando la percepción de los otros sobre Rozemyne.
Además de hacerla notar todas sus virtudes, quería que se viera también a través de los ojos de otras personas, tanto cercanas como personas que la atendían o que trabajaban para ella.
Me acosté a dormir con mi viejo peluche de shumil en brazos. Necesitaba estar descansado para unir las estrellas a Sylvester y ocuparme de tantas cosas como pudiera para que el tiempo pasara tan rápido, que Rozemyne estuviera de nuevo en el ducado antes de que me diera cuenta de ello.
