Los Dioses y semidioses salieron del campamento, el nerviosismo invadió a todos, tenían el temor que los Primordiales atacarán de pronto.
— ¿Crees qué logremos llegar al Tártaro? — preguntó Kinzie caminando junto a Zoe.
— Lo que más me preocupa es cómo vamos a rescatar a los Dioses del Tártaro — añadió Leo ignorando las miradas furiosas de Zoe y Kinzie.
— ¿Acaso tienes miedo muchacho? — exclamó Zoe viendo furiosa al hijo de Hefesto.
— Ven Leo — dijo Apolo alejando al hijo de Hefesto, no quería iniciar una pelea entre la teniente de la Caza y los semidioses.
— ¿Todo bien Nico? — preguntó Hazel, estaba preocupada por el bienestar de su medio hermano.
— No — respondió Nico en tono sombrío.
— No me agrada esto — murmuró Tritón esperando que ninguno de los semidioses logrará escucharlo. — ¿Crees que Artemisa pueda con la misión?
Apolo se mantuvo en silencio observando a donde se encontraba su hermana, la cual se había mantenido al final, lo más alejada del resto de la misión.
— Me temo que no — murmuró Apolo, el Dios temía que ellos no serían suficientes para derrotar a los Primordiales. — Lo de Percy nos ha afectado mucho.
— Debemos proteger a los semidioses — dijo Tritón, — Esperemos que cuando lleguemos al inframundo Hades quiera ayudarnos.
— Mamá ayuda.
La Diosa se detuvo de pronto, — ¿Percy? — murmuró la Diosa observando a su espalda, tratando de encontrar a su hijo.
— ¡Ayúdame! — gritó nuevamente Percy, la Diosa de la Caza no lo pensó dos veces y corrió en dirección a donde provenía aquella voz. Los gritos de su hijo fueron cada vez más fuertes pero por más que corría la Diosa no lograba llegar a donde se encontraba su hijo.
— ¿Percy dónde estás? — gritó Artemisa, estaba desesperada no quería perder nuevamente a su hijo.
De pronto la chica se detuvo observando en medio del bosque, sin lugar a dudas su hijo estaba ahí, parado justo enfrente de ella con una herida en el estómago. — Tu tuviste la culpa — dijo de pronto Percy observando con furia a la Diosa de la Caza. — No me ayudaste como me prometiste.
— Hijo, lo siento — dijo Artemisa tratando de acercarse a su hijo. — Por favor déjame ayudarte.
Pero Percy alejó la mano de su mamá, — Morí por tu culpa — rugió el joven.
Salto de Línea.
Apolo se detuvo de pronto cuando escuchó el gritó de su hermana, — ¿Arty? — preguntó Apolo corriendo en donde se encontraba su hermana.
— No debieron haber salido del campamento — dijo Ananké apareciendo frente a Apolo impidiendo que este llegará con Artemisa. Tritón de inmediato se colocó frente a los semidioses para protegerlos de algún ataque de la Primordial.
— Ustedes no van a ganar — rugió Apolo viendo furioso a la Primordial.
— De verdad creen que podrán rescatar a los Dioses del Tártaro, no deben sacrificar sus vidas por ellos. Sus amigos corren peligro — dijo Ananké observando a los semidioses.
— ¿De qué hablas? — preguntó Katie preocupada por sus amigos en el campamento.
— Un enorme ejército de monstruos se dirige en estos momentos al campamento Mestizo, tal vez con la ayuda de estos Dioses podrían salvar a los semidioses, pero en cambio están en esta tonta misión de salvar a los Dioses del Tártaro, pero todos ustedes morirán al igual que sus amigos — dijo Ananké sonriendo tranquilamente, Apolo disparó un par de flechas pero estas se detuvieron a escasos centímetros de la cara de la Primordial.
— Y ustedes, ayudando a una Diosa que mintió, no debería arriesgarse por ella — dijo Ananké observando a Zoe y Kinzie. — Pero basta de charlas, si de verdad quieren llegar al Tártaro primero deberán eliminar a la Diosa de la Caza.
La Primordial esbozó una sonrisa para después desaparecer del lugar. — ¿Arty estás bien? — preguntó Apolo acercándose a su hermana.
Pero ella respondió dando un par de patadas alejando al Dios del Sol, — No dejaré que mates a mi hijo — rugió Artemisa arrojando un par de flechas que apenas logró esquivar.
— Está siendo manipulada — dijo Hazel, la Diosa tenía la misma mirada que tenía Jason.
— Ustedes vallanse, tienen que ir al Tártaro — dijo Apolo mientras se ponía de pie Tritón solo asintió pero al darse la vuelta para huir fue golpeado por una bola de energía. Los semidioses intentaron ayudar a Tritón pero un par de cazadores detuvieron a los chicos.
— Déjame a las cazadoras a mi — dijo Aura caminando en dirección a donde se encontraban Kinzie y Zoe, el otro chico sonrió maliciosamente antes de arrojar flechas en dirección a los demás jóvenes.
Salto de Línea.
— Tranquilo hijo, te voy a proteger — dijo Artemisa mientras se daba vuelta para observar que estaban rodeados por varios monstruos.
Artemisa sacó los cuchillos de caza para correr en dirección al Minotauro, para sorpresa de la Diosa, el monstruo esquivo el ataque, no recordaba que fuera tan ágil. — No voy a dejar que ninguno se acerque a mi hijo — dijo la Diosa disparando varias flechas en dirección a un par de Cíclopes que intentaban acercarse a donde se encontraba su hijo, para su sorpresa, el Minotauro corrió en dirección a donde se encontraba los Cíclopes logrando desviar aquellas flechas.
— Tu solo pelearás contra mí — rugió el Minotauro, pero había algo en aquella voz que le resultaba bastante familiar.
— Mamá — gritó Percy logrando llamar la atención de la Diosa de la Caza. Artemisa corrió en dirección al Minotauro pero aunque lo intentó en varias ocasiones no lograba dañar a la criatura, pero era extraño que este tampoco intentará atacarla, solo esquivaba sus ataques. Algo bastante extraño, incluso fue en ese momento que se percató que ninguno de los otros monstruos hacían el intento por atacarlos.
— No dejes que te manipulen — dijo nuevamente el Minotauro, aunque su voz era bastante familiar. Artemisa logró hacerle un corte en el estómago. — Arty te necesitamos.
La Diosa de la Caza dio un par de pasos para alejarse de la criatura, sentía un fuerte dolor de cabeza y estaba bastante mareada. La Diosa cerró los ojos en un intento por recuperarse de lo que estaba pasando. — ¿Arty? — escuchó la voz de su hermano. Artemisa abrió los ojos observando a su hermano frente a ella, ahora entendía porque ninguno de los monstruos que había visto la atacaban, ellos nunca habían existido en cambio ella atacó a su hermano y semidioses.
— ¿Estás bien Apolo? — preguntó Artemisa al ver el corte que tenía su hermano sobre el estómago. Apolo solo asintió tranquilamente, — ayuda a los chicos, iré a ayudar a Tritón.
Artemisa asintió, echando un vistazo a donde hace unos segundos había estado su hijo, una solitaria lágrima cayó de su mejilla, antes de arrojar una flecha en dirección a Aura. Quien había estado a punto de asesinar a Zoe. — Tu no vas a dañar a ninguna de las chicas — dijo Artemisa caminando a donde se encontraban sus dos ex cazadoras.
— Vayan a ayudar a los chicos — ordenó Artemisa observando fijamente a Aura. — De verdad lamento todo lo que pasó, se que me equivoque y nunca debí haber hecho eso contigo.
Aura se mantuvo en silencio observando con rabia a la Diosa de la Caza. — Tu debiste protegerme — gritó Aura furiosa. — En cambio me mandaste con ese estupido obseo.
Aura se arrojó en contra de la Diosa, la cual apenas logró detener su ataque, — Pelea cobarde — gritó Aura al ver que la Diosa no pensaba atacar. La chica logró derribar a la Diosa pero no logró acercarse ya que fue detenida por Kinzie.
— No dejaré que le hagas daño a mi Señora — dijo Kinzie. interponiéndose en el camino de la ex cazadora.
— Después de todo lo que te hizo, aún la sigues defendiendo — dijo Aura furiosa sacando sus cuchillos de caza.
— Daría mi vida por ella — rugió Kinzie mientras intentaba atacar a su vieja amiga, pero Aura logró esquivar sus ataques bastante fácil.
— Se te olvida que yo siempre fui mejor — dijo Aura logrando derribar a la amazona.
— Pero no serás mejor que yo — dijo Artemisa alejando a su antigua teniente. — De verdad lamento lo que te hice pero no dejaré que lastimes a ninguna de mis cazadoras.
— Eres una hipócrita — dijo Aura disparando varias flechas en dirección a la Diosa, pero ella usó sus cuchillos para eliminar todas las flechas.
Artemisa respondió arrojando uno de sus cuchillos, el cual se incrusto en la rodilla de la chica, — Esta es la única advertencia, alejate de todo esto — dijo Artemisa apuntando con su arco a su ex cazadora.
Aura la observó por un momento antes de desaparecer junto con el resto de enemigos. — ¿Están todos bien? — preguntó Artemisa ayudando a la amazona a ponerse de pie.
— Creo que debemos descansar unos minutos antes de continuar con el viaje — dijo Tritón, Artemisa de inmediato se alejó aprovechando que todos estaban distraídos.
— ¿Cómo estás Arty? — preguntó Apolo mientras intentaba revisar las heridas de su hermana pero ella se lo evitó.
— Estoy bien Apolo — respondió ella intentando alejarse de su hermano, pero él la sujetó del brazo para impedirlo.
— Sé que no estás bien — dijo Apolo, Artemisa observó furiosa a su hermano antes de suspirar pesadamente. — Lo que le pasó a Percy fue horrible, pero te necesitamos Arty, sin ti no vamos a poder liberar a los Dioses del Tártaro.
— No puedo — murmuró Artemisa derramando un par de lágrimas, — Creo que ustedes estarán mejor sin mi, ellos van a jugar con mi mente, no soy de ayuda.
— Arty, eso es una tontería — dijo Apolo esperando que la Diosa cambiará de opinión pero su hermana seguía sin verlo.
— Es lo mejor, veré que puedo hacer para ayudar a los campamentos, además Aura y los demás vienen tras de mí, solo voy a provocar que ellos nuevamente los ataquen — dijo Artemisa logrando zafarse del agarre de su hermano.
— Entonces iremos juntos — dijo Apolo pero Artemisa nuevamente negó con la cabeza.
— No, ellos te necesitan — dijo Artemisa, — Estaré bien.
Antes de que Apolo logrará decir algo, Artemisa desapareció de pronto dejando solo a Apolo.
Salto de Línea
Octavio salió de su tienda, su rostro estaba lleno de sudor, aquella pesadilla había sido de verdad aterradora. — ¿Todo bien? — preguntó Frank, extrañado de ver al argur. Octavio permaneció en silencio mientras tomaba el vaso de agua que le ofrecía Frank.
— No — respondió después de permanecer algunos segundos en silencio, — Creo que algo malo está por suceder.
— ¿Por qué lo dices? — preguntó un joven rubio, fue en ese momento que Octavio se percató de los tres chicos que acompañaban a Frank en aquella fría noche.
Octavio observó el cielo oscuro, extrañaba bastante su casa, la ciudad de Nueva Roma aunque solo esperaba que su hogar no fuera atacado por los Primordiales. — Soñe con un ejército de monstruos que atacaban el campamento — respondió Octavio, provocando que los tres chicos guardarán silencio.
— Me temo que eso pasará pronto — dijo Clarisse rompiendo el silencio, la joven acercó sus manos a la fogata en un intento de calentarse en aquella fría noche.
— ¿Cuánto tiempo creen que tengamos? — preguntó Frank, esperando que el ataque nunca llegará.
— Tal vez un par de días con suerte una semana — explicó Malcolm.
El grupo de chicos nuevamente permaneció en silencio, todos observaban el bosque que rodeaba al campamento, como si esperaban que algún monstruo emergiera de pronto, — Febo nos dijo que el campamento tenía una protección para mantener a los monstruos alejados, ¿eso fue cierto? — preguntó Frank, esperando que eso fuera cierto, no se quería ni imaginar lo que podría pasar si los Primordiales atacaban el campamento.
— Si, aunque eso es lo que más me preocupa — dijo el hijo de Atenea mientras se ponía de pie, — La barrera mágica aleja a los monstruos del campamento, pero por lo que hemos visto los Primordiales pueden entrar al campamento sin problemas.
— Deberíamos quitar el Vellocino — añadió Clarisse, mientras tomaba agua.
— ¿Te has vuelto loca? — preguntó Malcolm. — Sin el Vellocino la barrera mágica se esfumará, seremos un blanco perfecto para los monstruos.
— Me temo que ella tiene razón — dijo Octavio, — Los Primordiales aún así entrarán en el campamento.
— Además así podremos ocupar el Vellocino para curar a los heridos, es mejor así a que los Primordiales lo destruyan — añadió Clarisse, aunque no le agradaba para nada aquello pero no sabía qué otra cosa podría hacer.
— En la mañana enviaré a las águilas, para que vean si hay alguna amenaza cerca — explicó Octavio, solo esperando que ningún monstruo estuviera cerca.
Salto de Línea
— ¿Y la Señora Artemisa? — preguntó Kinzie extrañada de no ver a la Diosa de la Caza, Apolo se mantuvo un momento en silencio antes de hacerle un gesto para que se acercarán todos.
— Mi hermana ha decidido abandonar la misión, ella cree que los Primordiales tienen algo contra ella — dijo Apolo, — Todos los que nos han atacado tienen una historia con mi hermana, ella cree que alejándose nos dará algo de tiempo para llegar al Tártaro.
— ¿Ella estará bien? — preguntó Zoe, sin poder ocultar su temor de que algo le pudiera pasar a su Señora.
— Mi hermana estará bien, ella se podrá cuidar sola — dijo Apolo esperando convencer a todos.
— Partimos en cinco minutos — dijo Tritón haciendo un gesto para que Apolo se acercará. — ¿Qué haremos?
Apolo se mantuvo en silencio, observando por un momento a los semidioses esperando que ninguno los escucharan, — No sé, de verdad estoy preocupado por mi hermana — murmuró Apolo.
— ¿Estás bien Pips? — preguntó Leo mientras le pasaba un trapo a su amiga para que pudiera limpiarse las heridas que había sufrido.
— Si — respondió ella esbozando una sonrisa, — Creo que siempre estamos metidos en problemas.
Leo no pudo evitar esbozar una sonrisa, a pesar de todo lo que había pasado su amiga no perdía su sentido del humor. — No lo tomes a mal Pips, pero creo que es a ti quien siempre persiguen los problemas — añadió Leo ganándose un golpe de parte de la hija de Afrodita.
— No seas llorón, no te obligue a seguirme — dijo Piper sin dejar de sonreír.
— Alguien tiene que cuidarte — dijo Leo.
— ¿Quieren una? — dijo Katie entregando un par de manzanas a los jóvenes, los cuales aceptaron. — ¿Ustedes ya habían hecho esto antes?
Leo y Piper se mantuvieron en silencio antes de soltarse a reír, — Perdona, no queríamos ser unos idiotas — respondió Piper entre risas, — La verdad, esta es nuestra primera vez, hasta hace una semana mi vida era normal.
— Ustedes parecen que hicieron esto durante mucho tiempo — dijo Katie esbozando una sonrisa, — Creo que eres la primera hija de Afrodita que conozco que sabe pelear.
En está ocasión Leo volvió a soltar una carcajada al ver la mirada furiosa de su amiga, — Digamos que mi querida amiga es propensa a meterse en muchos problemas, así que decidió meterse a clases de defensa personal — explicó Leo ante la mirada furiosa de Piper.
— ¿Ustedes conocían a Percy? — preguntó Katie, esperando saber un poco más de aquellos dos chicos tan extraños.
El gesto de molestía de Piper desapareció antes de asentir, — Si, Percy era mi amigo — respondió la chica.
— Lo siento — respondió Katie, algo apenada de la reacción de la hija de Afrodita.
Salto de Línea
Artemisa apareció en el acantilado, en aquel lugar donde conoció a su hijo, donde Poseidón le pidió que cuidará de Percy, pero ella nunca logró hacerlo. — Hola sobrina — dijo Hestia tomando asiento junto a la Diosa de la Caza.
— ¿Apolo te envió? — preguntó Artemisa, sorprendida de la presencia de la Diosa del Hogar.
— Si, tu hermano está bastante preocupado — respondió Hestia tranquilamente, antes de chasquear los dedos teletransportando a ambas a Delos.
— ¿Estás bien hija? — preguntó Leto abrazando a su hija, la cual no pudo evitar llorar.
— No, no lo estoy — respondió Artemisa. — No solo por lo de mi hijo, todos mis errores del pasado han regresado.
— Debes dejar de pensar en eso hija — respondió Leto abrazando con cariño a su hija.
— Debes de perdonarte sobrina — dijo Hestia dando un par de pasos para acercarse a las mujeres. — Todos cometemos errores, ellos no tienen por qué definir quién eres.
— Pero todos están en peligro por mi culpa, Aura y los demás van tras de mí — exclamó Artemisa, alejándose de su madre. — Lo que les hice a ellos tres fue peor, por eso me merezco todo lo que me pase.
— No hija, tu no mereces nada malo — dijo Leto.
— Percy nunca te culpo de nada de lo que pasó — respondió Hestia, logrando que Artemisa se acercará, lo cual aprovechó Hestia para chasquear los dedos. Artemisa se detuvo de pronto observando con los ojos abiertos la imagen de su hijo.
— Ananké intentó manipular a Percy para evitar que fuera a rescatarte, ella le mostró lo que pasó con Aura, Níobe y Acteón — añadió Hestia ante la mirada atenta de la Diosa de la Caza. — Percy temía que lo estuvieras usando para ser un arma para defender al Olimpo.
Artemisa no pudo evitar derramar un par de lágrimas, lo peor de todo aquello es que nunca podría explicarle a su hijo, — Pero ese día le mostré la verdad, y se que Percy nunca te culpo ni mucho menos te odio por todo aquello — explicó Hestia pero el semblante de Artemisa se mantenía igual, la Diosa de la Caza chasqueó nuevamente los dedos reproduciendo aquel recuerdo.
"Todos hemos cometido errores Percy, se que tu mamá se arrepiente de sus actos, pero también sé que nunca te vio como un arma para defender al Olimpo, ella te ama nunca dudes tu de eso, ella quiere hacerte dudar pero no dejes manipularte" pidió Hestia esperando que Percy se animará. No lo quería perder. No a este semidiós que se convirtió en alguien tan importante para ella.
"Gracias. La verdad me faltaba hablar con alguien sobre esto, aun me esta costando aceptarlo un poco pero no le voy a fallar a mi mamá, no voy a permitir que nadie le haga daño" dijo él un poco más tranquilo haciendo que la Diosa sonriera
Artemisa no pudo evitar esbozar una sonrisa, eso le quitaba un poco de culpa de lo que sentía, — Espero que entiendas hija, tu no mereces nada de lo que pasó — explicó Leto esperando que aquello fuera suficiente para calmar a su hija.
Artemisa suspiró pesadamente mientras tomaba asiento, — Apolo y los demás necesitan de tu ayuda — añadió Hestia.
Artemisa solo asintió antes de desaparecer de Delos.
Salto de Línea.
Los semidioses permanecieron en silencio, aquella espera estaba siendo bastante tortuosa, ninguno de ellos se atrevía a decir algo, incluso se negaban a verse entre sí. Fue hasta que regresaron los dos chicos romanos cuando los semidioses levantaron las miradas, aunque el nerviosismo se apoderó de ellos al ver la mirada aterrada de los dos romanos.
— ¿Qué tan mal está todo? — preguntó Luke preocupado por las miradas aterradas de ambos romanos.
— Son miles de ellos — respondió Frank con nerviosismo, — Son cientos de miles, es como si todas las criaturas del Tártaro hubieran salido.
— ¿Cuánto tiempo tenemos? — preguntó Phoebe tratando de pensar en algún plan para defender al campamento.
— Unas horas, con suerte tendremos la noche tranquila — añadió Octavio con tono sombrío.
— He hablado con Clarisse, creo que deberíamos de quitar el Vellocino del árbol de Thalía — añadió Malcolm provocando una serie de gritos por parte de todos los presentes.
— Silencio — rugió Clarisse logrando que todos guardarán silencio. — Es claro que el ejército de monstruos viene por nosotros.
— Es por ese motivo que no podemos quitar el Vellocino — añadió Silena sin poder ocultar su temor, — No podemos deshacernos de la única barrera que nos protege de los monstruos, sin ella no tendremos nada para defendernos.
— ¿Y acaso no han pensado que eso ya lo sabe nuestro enemigo? — preguntó Clarisse tratando de sonar lo más tranquila posible.
— Tal vez sí, pero ninguno de ellos logrará entrar en el campamento por más que lo intenten — añadió Charles tampoco le agradaba la idea de la hija de Ares.
— Pero se ha demostrado que los Primordiales si pueden entrar en el campamento — respondió Clarisse levantándose de su asiento. — No creo que los Primordiales hayan enviado a todos esos monstruos solo para lograr que se queden afuera del campamento, ellos en algún momento vendrán a destruirlo.
— ¿Entonces hay que defenderlo? — añadió Silena, no quería deshacerse de la única protección que el campamento tenía.
— Ustedes vieron el poder que tienen los Primordiales, ni Percy y Artemisa lograron luchar contra ellos, ¿de verdad creen que nosotros sí podremos? — añadió Clarisse provocando que nuevamente todos guardarán silencio. — Se que las cazadoras, los romanos, nosotros somos muy buenos guerreros pero aún así ni todos juntos lograremos detener a los Primordiales.
— En cambio si nosotros quitamos el Vellocino ellos no se verán con la necesidad de destruirlo, podemos ocupar el Vellocino para curar a los heridos — explicó Malcolm aprovechando el silencio.
— Deberíamos también pensar en otra cosa — dijo Octavio, ganándose la mirada de todos los presentes. — Creo que debemos de pensar en algún plan de escape, tal vez si contamos con suerte podemos aguantar lo suficiente hasta que los dioses vengan a nuestro rescate.
— Hay una entrada al laberinto de Dédalo — dijo Phoebe recordando el camino que habían tomado para ir al rescate de su hermano.
— Aunque también debemos hablar con los campamentos, no creo que sea conveniente obligar a todos a luchar — añadió Luke. — Hay varios jóvenes, lo mejor sería que ellos se alejarán del campamento antes de que llegarán los monstruos.
— Bien, creo que debemos de volver a reunirnos en una hora para iniciar los planes para defendernos del ejército de monstruos — dijo Clarisse abandonando la habitación, todos los demás semidioses salieron a excepción de tres que aún se mantenían en aquel sitio.
— ¿Por qué tenemos que ayudar a los Dioses? — preguntó Ethan, Luke permaneció un momento en silencio viendo fijamente a su compañero, podía ver como sus ojos del chico clamaban venganza. — Siempre hablamos de aliarnos contra ellos, está debe ser nuestra oportunidad.
Silena también se mantuvo en silencio esperando alguna respuesta de Luke, quien se mantenía jugando con una pequeña daga, — Podemos convencer a los demás, la idea de Clarisse es un suicidio, no debemos nosotros pelear por alguien que no ha visto por nosotros — añadió Ethan con cierta amargura.
— Creo que Ethan tiene un punto, fueron los Dioses quienes mandaron a los Romanos para que nos matarán — dijo Silena.
— Nos quedaremos — dijo Luke, viendo fijamente a sus amigos para mostrarles la daga que llevaba en las manos. — Annie murió por nosotros, la quisieron hacer su aliada pero ella prefirió morir antes de traicionar a su familia.
— Estás dolido por que ella te gustaba pero no por eso debemos ayudar a los Dioses — exclamó Ethan.
— Si me gustaba, ¿pero dime quién fue la única persona que nunca te juzgo por madre? — preguntó Luke viendo en esta ocasión al hijo de Némesis, — ¿O acaso alguna vez te juzgo por ser hija de Afrodita?
Tanto Silena como Ethan se quedaron en silencio, sin saber qué responder. — Los Primordiales fueron los culpables de su muerte, y haré todo lo que esté en mis manos para que esos hijos de puta paguen por ello — dijo Luke abandonando la habitación.
