Fandom: Tokyo Revengers

Claim: Takemichi Hanagaki.

Palabras: 891.

Advertencias: Ninguna.

Disclaimer: Tokyo Revengers pertenece a Ken Wakui y asociados.

Resumen: Mientras cada día pasa, Takemichi Hanagaki teme desaparecer sin siquiera darse cuenta.


El otro

Takemichi Hanagaki despierta de ese sueño oscuro, absoluto y más impenetrable que la noche nublada, en el que no tiene percepción de nada y en el que pareciera estar muerto. Despierta adolorido, sin saber el porqué de los golpes, de los huesos rotos, ni de las cicatrices en su piel. Nunca lo sabe. Se examina el cuerpo siempre que despierta, reconociéndose otra vez como si esa estructura biológica fuera ajena, en busca de nuevos trofeos de guerra. Encuentra tres nuevos moretones, lo cual a estas alturas no le sorprende. Se levanta apenas, mira su rostro demacrado y tratando de ignorar su lamentable aspecto, se alista para asistir a clases. El gel se le apega fiel a su cabellera. Eso lo conforta, porque es lo único que no cambia en esos periodos de oscuridad ajena.

A la primera que ve por la mañana es a Hina. No es bueno entablando conversación con ella. A veces se le traban las palabras y tartamudea mucho, como si tuviera una secuela heredada de las palizas recibidas cuando no estaba consciente. Ella se ríe. Lo mira con una expresión extraña, entre lástima, congoja y un poco de amor.

― Debes ser el Takemichi del presente― murmura ella, sonriendo.

― ¿Takemichi del presente?

― No te preocupes, Takemichi, son cosas mías, no es nada importante― se excusa y añade―. Me alegra ver que estás mejor.

― Eh… gra-gracias― responde Hanagaki, sin poder evitar el tartamudeo que le viene de cuando en cuando.

En ocasiones piensa en comentarle a ella o a sus amigos de la secundaria Mizo que no recuerda como ha logrado todas esas hazañas que le mencionan, que se va a negro y que despierta cuando ya todo pasó. De seguro se reirían de él, diciéndole que está loco y que quizá está viendo mucho anime, así que prefiere evitar la situación.

Mientras camina, durante el día, se topa con la Toman y consigo mismo siendo amigo de los altos mandos, en especial de Draken y Mikey. El apodo que le pusieron resuena en su cabeza. Chifuyu lo abraza. Compañero, le dice, con un afecto inusitado. Hanagaki se siente incómodo, porque sabe que todos esos tratos no son para él, sino que son para el otro, para el que toma el mando de todo cuando su mente se va a negro, convirtiéndose en un saco de boxeo para quien sabe que gente cuando él, el Takemichi real, no está presente. Sin embargo, gracias a ese estrafalario método consigue amistades, respeto y cariño que si mismo, siendo el real, quizá nunca hubiera podido ganar.

De un momento a otro, con el transcurrir de los días, el otro se hace cada vez más presente en su existencia. Sin darse cuenta, decide darle nombre al impostor. "Takemicchi", le llama al igual como lo hacen los de la Toman. Comienza a reclamarle, sin saber si "Takemicchi" le escucha o no. A veces le deja notas en su cuarto, para saber si puede entablar una conversación escrita con el impostor y enterarse de qué planea, pero nunca obtiene respuesta. Mira sus manos y poco a poco siente que se desvanecen, que su yo poco a poco se pierde, disolviéndose en el ambiente. Le da miedo que el usurpador poco a poco lo devore, que mastique su cuerpo, que muela entre sus dientes su alma hasta que nada quedé. Hina lo mira ansiosa, por lo que cree que ella espera a que "Takemicchi" regrese. La idea de que a su novia le gusta el impostor no se le va de la cabeza porque le nota la expresión de desilusión cuando él, el Takemichi real, se encuentra presente.

― Hoy estás actuando extraño, "Takemicchi" ― expresa Mikey, varias horas más tarde, mirándolo con preocupación―. Como si fueras otra persona.

― No- no, estoy bien― contesta afligido, mirando nervioso a ambos lados.

― Quizá estás agripado― murmura Draken―. Deberías saltarte esta reunión de la Toman y descansar. Tiene los ojos hinchados, como de enfermo. Tal vez tanto golpe te esté afectando.

―Puede que sean los golpes― concuerda Takemichi, tratando de olvidar que la noche anterior lloró mucho, temiendo no volver a despertar al día siguiente.

― "Takemicchi" ― le llama Chifuyu, con una expresión preocupada en el rostro―. Si quieres te puedo acompañar a tu casa, para que no te vayas solo. Después de todo, somos compañeros.

― No, creo que me quedaré― murmura Takemichi, un poco ansioso―. Si es por los golpes, no creo que me ayude mucho estar en casa. Además, quiero estar presente en la reunión― agrega, con tono desesperado.

Mientras se encuentra ahí, su mente está en otro lugar. Se siente disociado, ajeno a todo. Su cuerpo entero se deshace, se derrite, como si fuera hielo puesto al sol. Tiene miedo. No logra compenetrarse en la situación en la que está presente. Se mira, cada vez más traslucido, por lo que teme perder la consciencia y no regresar jamás. Escucha que llaman "Takemicchi" a cada rato. Es insoportable. El impostor está permeando en todos lados y casi pareciera que no importa la presencia del real ahí.

Al llegar la noche, en la soledad de su cuarto, mira el reflejo de su rostro en un pequeño espejo, palpándose sus mejillas, sus parpados, sus orejas, su boca y su cabello y de pronto duda: quizá él mismo es el verdadero impostor.

Fin ― El otro

Por: Nanandra


Notas de autora: Hace un ratito había escrito esto, pero esperé a que reposara a ver si le cambiaba algo más. Este escrito fue publicado con anterioridad en mi wordpress (nanandrablog . wordpress . com). Ojalá les haya gustado. Les deseo un buen día.