Notas: Respecto a la pregunta sobre "La Heredera", honestamente después que paso lo del robo de las historias, estuve varios meses desmotivada y sin ganas de escribir. Hace dos semanas retomé, "Entre dos mundos" y la estoy terminando de escribir en inglés. La próxima historia que voy a terminar de escribir es Ingenuidad y Consecuencias que le faltaban pocos capítulos.
Estoy ahora reeditando las historias en español para que sean iguales a las versiones en inglés.
Julio – Setiembre 1812
Los Maxwell eran un feliz matrimonio de mediana edad que tenían una única hija que se había casado hacia pocos años y vivía cerca de Newcastle. Dada la gran distancia que los separaba, veían a su hija muy pocas veces al año.
El Sr. Maxwell era un hombre sensato y muy amable que a pesar de tener más de veinticinco años de casados aún estaba enamorado de su esposa. La Sra. Maxwell era una mujer que se notaba que en su juventud había sido una belleza, además era muy simpática, de buen corazón y extremadamente sociable. Enseguida que llegaron las dos bonitas hermanas que tenían un pasado tan trágico, la Sra. Maxwell tomó gran interés por ellas y las trataba como si fueran sus sobrinas.
Dado que la cabaña que alquilaban tenía una pequeña huerta, con ayuda del hijo de un granjero, Elizabeth plantó varias hortalizas. Además, había dos manzanos, dos naranjales y dos limoneros. Elizabeth además compró seis gallinas, un gallo, una vaca lechera, y una pareja de chanchos.
La Sra. Maxwell las invitaba dos veces por semana a tomar el té a su casa ya que disfrutaba inmensamente de su compañía, y además le solía pedir a Elizabeth tocara el piano. Casi todas las semanas, la cocinera de la Sra. Maxwell le llevaba una cesta con comida y ayudaba a Elizabeth en la cocina.
Unos dos meses después, estaban tomando el té, cuando Elizabeth aprovechó para agradecerle su último regalo, "Sra. Maxwell, quería agradecerlo por el jamón que nos envió hace dos días. Hacía mucho tiempo que no comía un jamón tan rico."
"Cuantas veces tengo que decirte que me llamó Victoria. Ya hace más de dos meses que nos conocemos, y no ustedes no tienen que ser tan formales conmigo." Miró a Jane detenidamente, y después a Elizabeth, "Estoy tan contenta que vienen a visitarme tan seguido, mi vida es mucho más entretenida desde que ustedes se mudaron a Ramsgate." Suspiró melodramáticamente, "Extraño tanto a mi querida hija. No voy a negar que el Sr. Fowler es un caballero excepcional, pero vive tan lejos. Sé que mi pobre Caroline no quería irse de 'Los Tilos', pero no tuvo más remedio que irse con su marido."
Elizabeth y Jane asintieron y la Sra. Maxwell contenta agregó, "Pero tengo excelentes noticas para contarles. En la última carta que Caroline me envió me dijo que la primera semana de setiembre van a venir a visitarme por varias semanas."
"Me alegro Sra… Victoria que en pocos días su hija va a estar aquí." Contestó Jane con una sonrisa.
"Si, es maravilloso. Les hablado tanto de ustedes que quiere conocerlas cuanto antes. Sé que ustedes tres van a ser muy buenas amigas. Espero que vengan a la cena que voy a organizar cuando ella llega."
Jane y Elizabeth asintieron.
"Estoy deseando que pase su período de luto. Ya les conté a ambas que el Sr. Stuart me ha preguntado por ti, Elizabeth, más de una vez. ¿No te parece que el Sr. Stuart es un caballero muy guapo y amable?"
"Sin duda, es un caballero agradable. Pero al menos quiero estar un año de luto antes de pensar en casarme." Respondió Elizabeth cordialmente, aunque para su gusto, el Sr. Stuart era muy parecido al Sr. Collins.
"Bueno, supongo que el Sr. Stuart podrá esperarte unos meses." Miró a Jane detenidamente, "¿Has conocido al Sr. Harrington?"
Jane negó con la cabeza, aparte de la Sra. Maxwell y el Sr. Stuart – que era el párroco del lugar – conocían muy pocas personas.
"Ese sí que es un caballero excepcional, y además es tan amable y apuesto." Suspiró exageradamente, "Pero su vida fue tan trágica en los últimos años. Se casó hace unos cinco años con la Srta. Taylor. Muy pocas veces vi una pareja tan enamorados, pero hace unos tres años ella murió dando a luz. Fue muy trágico ya que el niño solo vivió unas pocas horas. El Sr. Harrington quedó devastado, y desde ese entonces sale tan poco de su casa."
"¡Pobre Sr. Harrington!" exclamó Jane en voz muy baja.
"Si, fue una gran tragedia; pero yo ya le dije muchas veces que se debe casar nuevamente. Un hombre no debe estar solo. Los hombres precisan que una mujer los cuide. Nosotras, sin embargo, podemos estar solas y nos arreglamos muy bien sin los hombres…"
La Sra. Maxwell continuó hablando sobre la tragedia del Sr. Harrington, otros vecinos, y su querida hija...
En la primera semana de setiembre, los Fowler llegaron y la Sra. Maxwell organizó una gran cena donde invitó a varios de los principales vecinos de los alrededores. Entre ellos estaban el Sr. Stuart y el famoso Sr. Harrington. A pesar que solo hacia cinco meses que estaban de luto, Elizabeth y Jane, a insistencia de la Sra. Maxwell, asistieron a la cena. Desde hacía unas pocas semanas además de los vestidos negros, estaban usando colores violetas y grises.
La Sra. Maxwell ordenó las tarjetas en la mesa de forma tal que el Sr. Harrington se sentó al lado de Jane, y Elizabeth al lado del Sr. Stuart. Lamentablemente, el Sr. Stuart no se daba cuenta que Elizabeth era amable con él, pero no reciprocaba sus sentimientos.
El Sr. Harrington era un hombre de unos treinta y cinco años, alto, de cabello rubio y ojos azul oscuro. No era particularmente guapo, pero tampoco era feo. Tenía aspecto de ser un caballero muy serio, pero era muy amable con todos. Había escuchado hablar varias veces sobre las señoritas Bennet, y la tragedia que habían sufrido unos meses atrás. Estaba intrigado por conocerlas ya que decían que eran muy hermosas y educadas.
Lo cierto es que quedó gratamente impresionado con ambas. Sin duda, la Srta. Elizabeth era una joven muy enérgica, muy bonita, y por lo que la escuchó hablar esa noche también era muy inteligente; por otro lado, la Srta. Jane Bennet era una de las mujeres más hermosas que había visto en su vida. Además, era muy dulce, sensible, y tenía un aspecto muy frágil.
