Contenido resubido... perdón porque sé que aún no estamos en época navideña :)
Historia basada en el episodio: UNA NAVIDAD SIN RANMA, del anime Ranma ½ de Rumiko Takahashi, publicada por primera vez el 29 de diciembre del año 2021 y que participó en la página: #MundoFanficsInuyashayRanma, para la dinámica: #Navifics_Con_MundoFanfics
Los personajes no me pertenecen y la historia fue creada sin fines de lucro.
¿Qué fue lo que sucedió con Ranma en esa tarde de Noche Buena?
Ranma había corrido bastante. Volteó a ver y Kuno ya no lo estaba persiguiendo:
― ¡Vaya!... ¡creo que lo perdí! -dijo, con la respiración agitada y sosteniéndose en una pared. Luego vio hacia el cielo y dijo- ¡no puede ser!... ¡por culpa de todos esos locos perdí mucho tiempo!... ¡ya es tarde!
Dio un largo suspiro y dijo:
― Akane debe estar furiosa conmigo, le prometí que volvería rápido. ¡Pero todo se complicó!... ¡No contaba con que me iba a pasar todo esto!... ¿Ahora qué hago?
Metió las manos en los bolsillos de su pantalón y empezó a caminar lentamente y veía por las calles a varias familias felices, haciendo compras o simplemente paseando. Otras personas andaban muy apuradas buscando la cena navideña; otras empezaban a cerrar sus negocios para ir a reunirse con sus familias.
Habían luces, adornos navideños y pino por todos lados. ¡Todos estaban contentos! a excepción de él. Pero, de pronto, vio algo que le llamó la atención y se detuvo un momento: un chico le entregaba un regalo a su novia y ésta en respuesta, lo abrazaba muy fuerte, le daba un beso en la mejilla y sonreían.
― Un momento... -pensó Ranma- quizás si le compro algo a Akane... ¡Sí, eso lo solucionaría!... ¡Por lo menos evitaría que me mande a volar por los cielos por no haber regresado a tiempo!... -se quedó pensando un momento y después dijo:- El problema es: ¿qué puedo comprarle?
Puso una mano en su nuca y nuevamente, se sintió desanimado. Siguió caminando y sin darse cuenta, llegó al Centro Comercial donde había estado hace unas horas con Akane. Vio a los aparadores y recordó lo que ella le había dicho que le gustaría recibir en Navidad.
Revisó sus bolsillos y sacó el poco dinero que tenía. Lo empezó a contar y dijo:
― Vamos a ver... Akane dijo que quería recibir un suéter rojo, un vestido, un oso de felpa, un bolso, pañuelos, tarjetas y... ¡Ay! ¡no me alcanza para todo eso!
Caminó hacia la tienda donde habían visto todas esas cosas. Todavía no habían cerrado. Entró y se le quedaron viendo casi todas las mujeres que estaban ahí, ya que no podía pasar desapercibido, porque no siempre se veían hombres atractivos como él. Una chica, algo alta, de cabello largo negro y ojos color café, con una gran sonrisa, lo atendió:
― ¡Hola! ¿puedo ayudarte?
― Eh... sí, quisiera comprar algunas cosas.
― Bueno y ¿qué es lo que te gustaría comprar?
― Pues... Todavía no sé bien para que me alcanza jajaja -dijo, algo nervioso y apenado-.
Ella se le quedó viendo, le dio ternura su timidez. Le siguió sonriendo y le dijo:
― Bueno, puedes observar todos nuestros productos y si ves algo que te agrade, me avisas.
Ranma sólo asintió y empezó a recorrer la tienda:
― Bien, ¿qué fue lo primero que dijo que quería?... ¡Ah, sí! ¡un suéter rojo!
Empezó a observar todos los suéteres, pero lamentablemente estaban fuera de su apretado presupuesto. Fue a ver los vestidos y peor aún, eran mucho más caros. Los bolsos no se quedaban atrás, en cuanto a los precios elevados.
Se estaba resignando a que no podría darle un regalo a Akane, pero recordó los pañuelos y las tarjetas. Se puso feliz al ver los precios de las tarjetas y los pañuelos, porque sí le alcanzaba. Tomó dos pañuelos y dos tarjetas, buscó los colores más alegres y también buscó un bolígrafo para poder escribir en ellas.
Pero, después dijo:
― ¡Debo llevar algo más! ¡Esto es demasiado sencillo!
Luego recordó el oso de felpa. Fue al área de peluches y había una gran variedad. Habían unos enormes, pero obviamente, estaban fuera de su alcance. Él hubiera querido regalarle uno así a Akane, pero quizás el otro año procuraría ahorrar más para poder regalárselo.
Vio los peluches medianos y tampoco le alcanzaba. Se resignó a tener que llevarle uno pequeño. No estaba muy convencido de llevarle sólo eso.
La chica que lo había atendido, lo había estado observando. Ranma llegó con ella y le dijo:
― Voy a llevar esto, por favor.
Ella le sonrió y le dijo:
― Muy buena elección -y empezó a pasar las cosas por la máquina registradora. Luego, las metió en una bolsa de papel y le dijo cuánto debía pagarle. Ranma le dio el dinero y ella le entregó las cosas y le dijo- tu novia debe ser muy especial.
― ¿Mi... mi... no... no... novia? -dijo Ranma, nervioso y tartamudeando-.
― Sí -dijo ella, sonriendo- te aseguro que quedará encantada con este detalle de tu parte.
― Gracias -dijo Ranma, sonrojado- ya... ya... tengo que irme.
― Sí, claro, que te vaya bien.
Ranma sólo asintió y salió de la tienda. Ella lo vio salir y dijo:
― ¡Qué novio el que tiene esa chica!... ¡la envidio! ¡ojalá fuera ella! -y rio nerviosamente-.
Ranma iba caminando en la acera contento, por haber logrado comprarle algo a Akane. Empezó a sentir un poco de frío y pensó en llegar pronto a casa. Revisó la bolsa, sacó las tarjetas y el bolígrafo, para escribir algo en ellas. En eso, escuchó la plática de dos chicas:
― ¿Y a ti qué te regaló Ikki?
― ¡No lo vas a creer!
― ¡Ya dime!
― ¡Una caja musical!
― ¿En serio? ¡Ay, cómo te envidio! ¡Las cajas musicales son la tendencia!
― Seguramente Masaru te regalará una caja musical esta noche, ya lo verás.
― ¿Tú crees?
― ¡Sí! ¡todos los novios saben que deben regalarnos una caja musical si quieren quedar bien con nosotras! ¡es el regalo más especial que podrían darnos en esta época del año!
Ranma recordó que Akane también había dicho que quería una caja musical:
― ¡Rayos!... ¡Es cierto! ¡Akane también mencionó una caja musical!... ¡Debo regresar a la tienda!... ¿será que no son muy caras?
Empezó a correr para llegar a la tienda, pero ya estaban cerrando. La chica que lo había atendido estaba echando llave. Él llegó con ella y le dijo:
― Oye, disculpa, ¿ya están cerrando?
Ella sonrió y le dijo:
― ¡Tú otra vez!... Sí ya estamos cerrando, para poder ir con nuestras familias.
― ¡Es que, necesito comprar una caja musical!
― ¿Una caja musical?... ya veo... pero siento decirte que se nos acabaron. Todos las están comprando porque son la tendencia de hoy.
― ¿No sabes de algún otro lugar donde las vendan?
La chica vio esos ojos azules que mostraban algo de desesperación. Se quedó pensando y le dijo:
― Creo que aún hay tiendas abiertas en el Centro Comercial, ¿por qué no vas a ver?
― Claro, gracias, es que es importante que consiga una.
― De verdad, eres el novio estrella.
Ranma se sonrojó por el comentario y le agradeció. Empezó a correr para ver si aún encontraba alguna tienda abierta.
Vio todavía algunas tiendas abiertas. Entró a una, pero una señora le dijo que ya se habían terminado las cajas musicales y le ofreció otros regalos:
― Tenemos pulseras, aretes, cadenas, ganchos, anillos, perfumes... Hay muchas cosas lindas que puedes regalarle a tu novia.
Ranma se sonrojó al escuchar otra vez la palabra "novia". ¿Por qué siempre pensaban que era un obsequio para una "novia"? Podría ser para una amiga, una hermana, una prima, una tía o incluso para su mamá, a quien por cierto no conocía.
La señora se dio cuenta y sonrió y él le dijo:
― Bueno... no es mi novia... es una amiga... bueno... este...
― Me parece que sí debe ser para tu novia. Todos los chicos les están regalando cajas musicales a sus novias. Este año es lo que más han estado regalando.
― Es que... ella dijo que quería una, pero no es porque sea mi novia y me gustaría regalarle una.
― Bueno, lo siento chico, ya se nos terminaron... Pero, si sólo es una amiga, puedes regalarle muchas otras cosas... Seguramente su novio le regalará una -dijo la señora, con una risa maliciosa. Quería ver la reacción del chico-.
Al escuchar esto, Ranma se puso rojo de la cólera. Trató de tranquilizarse un poco, pero fue inútil y le dijo a la señora:
― ¡Nada de eso!... ¡Yo se la voy a regalar!... ¡Si de alguien ha de recibir ese regalo, será de mi parte!
Diciendo esto, salió corriendo de la tienda. La señora y una empleada voltearon a verse y se rieron y la señora dijo:
― ¡Sí es para su novia! jajajaja.
― Sí -contestó la empleada- aunque lo haya negado.
― ¿Viste cómo se puso?
― Sí, se puso súper celoso con lo que usted le dijo jajajaja.
― Se ve que la quiere mucho.
Ranma fue a otras tiendas y le decían lo mismo: "que ya se habían terminado", pero que tenían más cosas para regalar. Pero, él respondía que una caja musical era lo que quería regalarle a su "amiga". No quería darse por vencido. Pensaba que en alguna tienda debían tener por ahí aunque sea una.
En otra tienda, se encontraban platicando unas amigas. Una se llamaba Chiasa, que era una chica de cabello corto castaño y de ojos verdes y la otra Emiko, que era de cabello rojizo largo y de ojos color café. Chiasa trabajaba ahí y ya estaba por cerrar la tienda y le dijo a Emiko:
― En un momento nos vamos a mi casa, ya sabes que hoy vas a cenar con mi familia. Sólo voy a guardar estas bolsas en la bodega, cierro la tienda y nos vamos.
― Está bien... Oye y Kichiro, ¿ya te dio tu "obsequio navideño especial"? –dijo Emiko, refiriéndose al novio de Chiasa-.
― Sí –dijo un tanto sonrojada, Chiasa– vino hace una media hora, más o menos y me dio algo muy bonito que quería recibir esta navidad.
― ¿En serio? ¿qué te dio?
― ¡Una linda cajita musical!
― ¿De verdad?... ¡Ay, qué envidia me das!... ¡Ojalá, alguien me obsequiara algo así!, pero como no tengo novio...
― Ay, no te preocupes por eso, muy pronto vas a encontrar a alguien especial, ya verás.
― ¿Tú crees?
― Claro que sí... Bueno debo apurarme, ya es tarde.
― Oye, ¿me dejas ver tu cajita musical?... ¿Sí?
― Jejeje está bien... Está debajo del mostrador... Ahora vuelvo.
― Muy bien –dijo, revisando debajo del mostrador y sacó la caja musical– ¡Qué bonita!
En eso, entró Ranma, ya que aún no habían puesto el letrero de "CERRADO" en la tienda. Emiko observó la cajita musical y volvió a guardarla. Después volteó para ver quien había ingresado a la tienda y se quedó sorprendida al ver al atractivo muchacho.
Él se acercó al mostrador y le dijo, pensando que ella trabajaba en esa tienda:
― Hola, disculpa. Estoy buscando una caja musical. ¿De casualidad tendrán alguna por ahí?... Es que, he preguntado en otras tiendas y en todas me han dicho que ya no hay.
Ella se había quedado completamente estática al ver a un chico así, que no le pudo responder y él le volvió a decir:
― Oye, ¿estás bien? –preguntó, inocentemente-.
― Eh... Sí –pudo decir al fin- ¿una caja musical dijiste?
― Sí, exactamente.
― ¿Para obsequiarla a tu novia? –dijo, algo reseca y pensó, algo molesta:- Tiene novia, ¡qué mal!... Pero apuesto a que soy mucho más bonita.
Otra vez con eso –pensó Ranma-.
Pero antes de que pudiera responder, a ella se le ocurrió una malvada idea y le dijo, de una manera tajante:
― Lo siento, ya no hay.
― Entiendo, gracias -y se dio la vuelta para irse-.
― Aunque...
Ranma volteó a verla y ella continuó:
― Mira, quizás podríamos llegar a un acuerdo.
― No comprendo.
― Sí, mira –y sacó la cajita musical de su amiga y continuó diciéndole– esta cajita es mía, me la obsequiaron, pero yo puedo dártela.
― ¡¿En serio?! –dijo, muy emocionado- ¿cuánto quieres por ella? -dijo, sacando el dinero que traía-.
― Oh, no, no, no... nada de eso, no tienes que pagar por ella.
Ranma levantó una ceja, no comprendía nada y ella continuó:
― Te la doy a cambio de algo muy simple.
― ¿Ah, sí?... ¿y qué sería eso tan simple?
― Un beso.
― ¿Qué? ¡Eso es absurdo!... –dijo, molesto y a la vez muy sonrojado- ¡No gracias!
La chica se sintió herida en su orgullo, pero continuó con su plan. Se arregló el cabello para atrás y le dijo:
― Bueno, dijiste que habías estado buscando una, yo te la estoy ofreciendo.
― Sí, pero no pensé que...-dijo, tragando duro- pedirías algo así.
― Bueno, ¿la quieres o no?
― Mejor no, creo que me iré.
― ¡Es una lástima!... quizás sea la única, ya no vas a encontrar en otro lado y no vas a poder obsequiarla a esa persona tan importante –dijo, algo sarcástica-.
Ranma se enfureció y apretó los puños fuertemente y ella le dijo:
― Sólo te estoy pidiendo un simple besito... Tu novia no se va a enterar, te lo prometo... Además, ¿no querrás quedar mal con ella en una fecha tan especial?... No seas orgulloso... Estás a un paso de tener esa ansiada cajita musical.
Ranma se sintió algo frustrado. Quería la cajita musical, pero no quería engañar a Akane. Pero, pensó en que todos los novios estaban regalándoles algo así a sus novias y él no quería decepcionarla... Se sintió muy mal por lo que estaba a punto de hacer:
― Está bien –dijo, algo cabizbajo, resignado y con la cabeza inclinada- acepto.
― Ay, no te pongas así... como si fuera algo de vida o de muerte, por favor –y pensó:- ¿Qué le pasa? ¡Pareciera como si fuera una tortura darme un beso!
Ranma volteó a verla y ella le dijo ya algo molesta:
― ¡Bueno! ¿lo vas a hacer o no?
Él sólo asintió y se acercó a ella... Ella no cabía de felicidad, porque iba a recibir un beso de un chico tan apuesto. Después, obviamente, él se enteraría de que lo había engañado, pero de todas maneras habría logrado que la besara, no importaba lo que pasara después, quizás y nunca volvería a verlo.
Estaban a unos escasos centímetros, cuando apareció Chiasa y dijo, algo molesta y sorprendida:
― ¡¿Qué sucede aquí, Emiko?!
Ambos se separaron rápidamente y Emiko dijo, sorprendida por la intromisión de su amiga:
― Nada, no pasa nada jejejeje.
― ¿Ah no? ¿quién es él? Dijiste que no tenías novio.
― Yo no soy su novio –dijo Ranma molesto-.
― ¿De verdad? –dijo sarcástica, Chiasa- y lo que casi presencio, ¿qué era?
― Bueno, yo... -trataba de excusarse Emiko, pero Ranma la interrumpió:-
― Ella me dijo que me daría una caja musical si...-se detuvo un momento por la vergüenza que sentía- si... le daba un beso.
― ¡¿Qué?! –dijo muy sorprendida, Chiasa-.
― Bueno, no es así, déjame explicarte –dijo Emiko-.
― En primer lugar, esa cajita musical es mía, mi novio me la regaló; en segundo lugar, tú no trabajas aquí y en tercer lugar, ¿cómo te atreviste a hacer algo así?... Me decepcionas.
Ranma estaba más que furioso porque lo habían engañado de la manera más baja y dijo:
― ¡No puedo creerlo!... ¡Ya tengo suficiente con Shampoo, Ukyo y Kodachi para que me aparezcan más locas!... ¡Esto es intolerable! –y salió de ahí, echando chispas-.
Las chicas se quedaron sorprendidas y luego Chiasa volteó a ver a su amiga:
― Oye, ¿cómo se te ocurrió hacer algo así? El muchacho se fue realmente molesto.
― Jejejeje... Debes admitir que es muy, pero muy apuesto...
― Pues, sí...
― Dime si no hubieras pensado en hacer lo mismo, si no tuvieras novio, ¿eh? Jejejeje.
― De verdad que no cambias jajajaja... Me vas a meter en problemas si se entera mi jefe jajajajaja.
Y ambas se quedaron riendo, mientras que Ranma iba muy triste, enojado y decepcionado a la vez:
¿Por qué me pasan estas cosas? -pensaba-.
Ya casi eran las cinco de la tarde y a las seis era la cena con la familia Tendo y su papá, pero siguió buscando la caja musical.
Entró a otra tienda y vio que era una chica la que estaba atendiendo en el mostrador. Se quedó parado en la entrada y pensó en si debía acercarse:
¿Qué hago?... ¡Ojalá que no vaya a salir con cosas raras!... Bueno, tendré que arriesgarme.
Al fin se acercó y le dijo:
― Oye, disculpa...
― ¿Sí? ¿En qué puedo ayudarte?
― Estoy buscando una caja musical, ¿tendrán alguna todavía?... Es que en todos los lugares donde he preguntado, me dicen que ya se les terminaron.
― Creo que todavía tenemos una.
― ¿En serio?
― Sí.
― ¡Qué bien! ... ¿Cuánto cuesta?
― Bueno...
― Oye, no me vayas a salir con cosas raras –dijo Ranma, recordando la situación anterior-.
― ¿Cómo dices?
― Nada, olvídalo.
Antes que la chica pudiera decirle el precio, se acercó otro chico también al mostrador y le dijo:
― Oye, ¿tienen cajas musicales?
― Lo siento mucho, sólo tenemos una y él –dijo, señalando a Ranma- vino primero y la va a comprar, ¿verdad?
― Sí, por supuesto –dijo Ranma-.
― Ya veo... -dijo el chico- Bueno, ¿cuánto cuesta? Yo puedo ofrecerte más por ella.
― ¿Qué?... ¡Óyeme, dije que sí la voy a comprar! –dijo Ranma, molesto-.
El chico ignoró a Ranma y le dijo a la empleada:
― Bueno, dime cuánto cuesta.
― Cuatro mil yenes, pero, él la va a comprar.
― Pero, yo te estoy diciendo que puedo darte mucho más por ella.
En eso, se acercó la dueña de la tienda al escuchar la conversación y dijo:
― Así que estás dispuesto a pagar más por la caja musical, ¿verdad, chico?
― Sí, señora -dijo el muchacho, de manera arrogante-.
― Bueno, ¿Qué te parecen diez mil yenes?
― ¡Oiga! –dijo Ranma, molesto- ¡yo vine primero!
― Sí, es cierto –dijo la empleada- yo ya se la había ofrecido a él.
― Bueno –dijo la señora, dirigiéndose a Ranma- sí estás dispuesto a pagar esa cantidad, es tuya.
― Jajajaja –dijo el otro chico- no creo que tenga esa cantidad... Además, yo podría pagarle no sólo diez mil, sino quince mil yenes por ella.
― Trato hecho –dijo la señora- la caja musical es tuya.
― ¡No es justo! –dijo Ranma-.
― Pues, entonces, mejora la oferta –dijo el chico, sarcásticamente-.
Ranma estaba furioso y el chico le dijo:
― Bueno, creo que yo gané.
― Pero –dijo la empleada, dirigiéndose a la dueña de la tienda- este chico tiene razón, señora Nakamura –dijo, señalando a Ranma- no es justo que no se la venda a él... Si él vino primero y el precio que le está poniendo es exagerado.
― No para alguien que sí tiene las posibilidades de pagar por ella –dijo el chico y después se dirigió a Ranma – Mala suerte, amigo, tendrás que regalarle a tu novia algo que esté más a tu nivel económico... Quizás, un dulce jajajaja.
― Gracias, pero sí voy a regalarle una caja musical –dijo muy molesto, Ranma y de manera sarcástica- y quizás, hasta mucho mejor que la que tú acabas de comprar.
― Dudo que lo logres jajaja.
Ranma ya no quería seguir escuchándolo y se volteó para salir de la tienda. El muchacho aún se reía de él. La empleada, algo molesta, empacó la caja musical y se la estaba entregando al chico, pero, por estarse riendo, no puso atención, no la sostuvo bien y se le cayó, quebrándose al instante, porque era de porcelana.
Ranma iba llegando a la salida de la tienda, cuando escuchó el ruido y volteó a ver. No creía lo que había pasado y le dijo:
― ¡Vaya! Parece que tú tampoco lograrás obsequiar una jajajaja -y diciendo esto, salió de la tienda-.
El muchacho estaba furioso y le dijo a la dueña de la tienda:
― ¡Quiero mi dinero de regreso!
― Lo siento, chico, no hay reembolso.
― ¿Qué? ¿por qué no?
― Porque fue tu culpa, no nuestra.
El muchacho no lo podía creer. Estaba que echaba chispas: ¡Había gastado mucho dinero para nada!
Ranma había seguido buscando en otras tiendas. Estaba tan ensimismado, que no se percató que hacía unos minutos que lo habían estado observando unos muchachos, que para nada tenían buenas intenciones.
Siguió visitando más tiendas y dio con una donde le dijeron, nuevamente, que tenían una. Ranma se puso feliz, pero el señor que lo estaba atendiendo, le dijo:
― El único problema es que... bueno... está quebrada, por eso no la pudimos vender.
Ranma cambió su expresión y el señor le continuó diciendo:
― Voy a traerla para que la veas.
El señor la trajo y se la mostró. No era de porcelana, pero aun así, era muy bonita, de color verde menta. Parecía que era un cofre de tesoros, pero, la tapadera estaba quebrada y la música no sonaba, se le había acabado la batería.
Ranma la observó detalladamente y se puso muy triste, porque no podría regalarle a su prometida la caja de música que deseaba recibir en Navidad. Obviamente, ella no se la había pedido directamente, pero él quería regalársela. No iba a permitir que alguien más lo hiciera, más que había escuchado que los novios les estaban dando ese obsequio a sus novias, pero al parecer, todo estaba en su contra, porque no podría regalársela.
Ranma dio un largo suspiro y le dijo al señor de la tienda, con una voz de resignación y tristeza:
― Gracias por mostrármela, pero creo que no podré regalarle algo así a mi prome... digo... a mi amiga... -dio la vuelta para irse, el señor lo detuvo y le dijo:-
― Espera, chico. Sé que no está en buenas condiciones, pero quizás todavía puedas repararla... Hay una tienda a cinco cuadras de aquí donde venden repuestos, quizás todavía esté abierta.
― Se lo agradezco, pero no creo que me alcance para repararla. Apenas y me alcanza el dinero para comprar la caja musical -y volvió a darse la vuelta para irse-.
El señor se dio cuenta de su tristeza y le dijo:
― ¿Sabes qué, muchacho? Usa tu dinero para repararla nada más.
Ranma se le quedó viendo como si no comprendiera lo que le acababa de decir y el señor continuó diciendo:
― Tómala... Llévatela. Te la regalo.
― ¡No, no podría aceptarla!
― Tómala como un obsequio de Navidad.
― No, de verdad, no puedo.
― Mira, tú quieres regalársela a esa chica, ¿no es verdad?
― Pues, sí, pero...
― Entonces, no la defraudes. Anda, tómala y apresúrate a comprar los repuestos para poder regalársela hoy.
― Pero...
― Hazlo, date prisa o ya no encontrarás la tienda abierta.
Ranma se le quedó viendo y tímidamente la tomó y le dijo:
― Se lo agradezco mucho.
― De nada, muchacho. Sé muy bien lo que es estar enamorado y no querer quedar mal con esa persona especial.
Ranma se puso muy rojo por la vergüenza y el señor le dijo:
― Sí, ya sabía que la chica a quien quieres regalársela es tu novia. Es más que evidente jajajaja.
Ranma se quedó estático ante tal afirmación, que no pudo articular alguna palabra y el señor le continuó diciendo:
― No tienes por qué avergonzarte, no es un delito estar enamorado... Ahora vete ya, que se te hace tarde.
Ranma sólo asintió y volvió a agradecerle. Salió corriendo de ahí y pensaba que ¿cómo era posible que se dieran cuenta que el regalo era para su prometida? ¿Tan obvios eran sus sentimientos por Akane?... ¡No! ¡Él jamás admitiría algo así!... ¿Cómo podría él estar enamorado de una chica tan agresiva, poco femenina y nada atractiva?
El chico de ojos azules se dirigió hacia la tienda de repuestos que el señor le había comentado. Pero, no se dio cuenta que lo iban siguiendo cinco muchachos. Iba contento porque sí existía la posibilidad de regalarle la caja musical a Akane. En eso, por delante le aparecieron cinco muchachos más con gorros pasamontañas. Él se detuvo al ver que lo estaban rodeando diez hombres, cinco por delante y cinco por atrás. Se dio cuenta que algo no andaba bien.
En eso, uno de ellos le dijo:
― ¡Danos todo el dinero que traes si no quieres salir herido!
― Yo no tengo dinero -respondió Ranma-.
― ¡No te hagas! -dijo otro- ¡Te vimos de tienda en tienda en el Centro Comercial!
― ¡Eso no quiere decir nada!
― Claro que sí... Quiere decir que tienes mucho dinero.
― Oigan, amigos, hoy es Noche Buena y ¿ni siquiera por eso se detienen en sus fechorías?
― ¡Ya basta!... ¡Danos el dinero de una buena vez!
― ¡Ya les dije que no tengo dinero y si ustedes no quieren salir heridos, será mejor que me dejen en paz!
― ¿Nosotros, heridos? jajajajaja.
Empezaron a reírse de manera estridente. Él sólo los observaba, no les tenía miedo, al ser un experto en artes marciales.
― Bueno, ya que no quieres colaborar, niño bonito -dijo otro, con burla- ésta va a ser tu última Noche Buena -y sacó un bate-.
― Bueno, como quieran -dijo Ranma, confiado– no digan que no se los advertí.
Se molestaron por ese último comentario y se abalanzaron contra él, los diez al mismo tiempo. Pero él, logró esquivarlos, utilizando sus técnicas. Les logró botar sus armas. Intentaban darle patadas y puñetazos, pero él, ágilmente los derribaba. ¡Y estaba sosteniendo la bolsa con los obsequios para Akane, mientras peleaba!
Pero, en un momento, uno de ellos logró botarle la bolsa.
― ¡No! -gritó Ranma preocupado, porque ahí estaba la caja musical y se podía quebrar más.
En esa distracción, uno de ellos sacó una pistola. Pero él se dio cuenta a tiempo y se la botó utilizando el truco de las castañas calientes.
Los ladrones quedaron noqueados en el suelo. Uno de ellos se estaba queriendo levantar, pero Ranma recogió la pistola que le había botado y se acercó, dándole vueltas al arma como si fuera un vaquero. El ladrón se asustó, porque Ranma empezó a apuntarle con el arma:
― ¿Qué dices? ¿La uso o no la uso? -dijo Ranma, bastante confiado y con una sonrisa sarcástica-.
― ¡No, por favor! ¡No quiero morir!
― Creo que debería usarla... Sí... Ya lo decidí.
― ¡No, te lo pido!
― Dijiste que ésta iba a ser mi última Noche Buena, ¿no es así?... ¿Y si te digo exactamente lo mismo a ti?
El ladrón estaba muy nervioso y asustado, pero Ranma le dijo:
― No... No vales la pena.
Y con gran fuerza, arrojó el arma al suelo, provocando que se quebrara. Se dio la vuelta y tomó la bolsa de obsequios. Pero el ladrón le gritó:
― ¡Oye! ¿Qué hiciste? ¡Era nueva y muy cara!
Ranma lo volteó a ver y no podía creer que el ladrón no valorara su propia vida. Le importaba más "su arma" y le dijo:
― ¡No me digas!... Perdón por arruinar tu inofensivo juguete -dijo, sarcásticamente y después dijo:- Además, no creo que valga más que lo que contiene esta bolsa, ¿sabes? –dijo, enseñándole la bolsa que contenía los obsequios para Akane– y ustedes provocaron que cayera al suelo.
― ¡Lo sabía! ¡sí tienes dinero! -dijo el ladrón-.
― Piensa lo que quieras -y se fue de ahí-.
Mientras avanzaba, iba pensando que porqué le sucedían esas cosas. Ya había logrado conseguir una caja musical quebrada y con el golpe que se dio, seguramente se había quebrado un poco más y perdió más tiempo.
Todo sea por obsequiarle la caja musical –pensaba Ranma-.
Logró llegar a la tienda de repuestos, aunque con un poco de dificultad, porque se encontraba con mucha gente y habían carros por dondequiera. Tenía que ver bien por todos lados. Pudo haberse ido por los techos de las casas, pero no quería arruinar aún más lo que le había comprado a Akane.
Ya estaban por cerrar, pero Ranma le dijo al muchacho que atendía la tienda:
― ¡Por favor! ¡No cierres todavía, sólo necesito unos repuestos para esta caja musical!
― Lo siento, pero ya es tarde. Ya son más de las cinco. Debo llegar a casa.
― No te voy a quitar mucho tiempo, de verdad. No tienes idea de todo lo que he pasado por conseguir una caja musical: ésta es la única y está quebrada y para rematar, me asaltaron -dijo, en un tono de desesperación, obviando lo que había hecho aquella chica y también lo sucedido con aquel chico que ofreció más dinero por la caja musical-.
― ¿Te asaltaron? ¡Vaya! ¿Y tú quieres regalarla hoy?
― Sí.
― Es para tu novia, seguramente.
¡Diablos! -Pensó Ranma: si era o no era para una novia, ¿por qué siempre tenían que decirle eso? ¡No era de su incumbencia!... Respiró profundo para no perder la cordura y le dijo:-
― ¡Es para una amiga!... ¿podrías venderme los repuestos, por favor?
El muchacho se rio y le dijo:
― Está bien, quiero cooperar para que "tu novia" no se enoje contigo por no obsequiarle una caja musical esta Navidad -y volvió a reír-.
Ranma estaba muy molesto, pero mejor ya no le dijo nada. Le mostró la caja musical y el muchacho fue a traer los repuestos. Se los echó en una bolsa de papel y se los entregó. Ranma se alegró de que le alcanzara para pagarlos y el muchacho le dijo:
― ¡Ahora date prisa o no te va a dar tiempo de repararla para obsequiarla a tu novia! -dijo, riéndose-.
― Muy gracioso -dijo Ranma, con sarcasmo y mejor salió de ahí-.
¿Por qué me topo con gente tan desagradable? -pensó Ranma, mientras corría directo a la casa de la familia Tendo. Cuando llegó, prefirió saltar la pared, para que nadie lo viera y poder llegar a su cuarto para repararla-.
Cuando ingresó al jardín, escuchó las voces de Kasumi y Nabiki. Se escondió para que no lo vieran y ellas comentaban:
― ¿En dónde se habrán metido esos dos? Ya casi son las seis y no llegan -dijo Nabiki-.
― Tienes razón, seguramente ya vendrán por ahí -dijo Kasumi, con su sonrisa característica-.
― Yo mejor me voy a arreglar, quiero estar lista para la cena. Si Akane se atrasa es su problema.
― No digas eso, Nabiki. Estoy segura que ya van a venir.
Ranma esperó a que se entraran a la casa. Y saltó para la baranda del cuarto de Akane, para ingresar a la casa. Logró llegar a su cuarto y se dio cuenta que ya faltaba muy poco para que dieran las seis de la tarde. Sacó los repuestos y se puso manos a la obra. Nunca había hecho algo así, pero tendría que arriesgarse. Sacó el pegamento, la batería y otras piezas pequeñas para colocárselas a la cajita.
Cuando finalizó, abrió la caja para ver si sonaba y se puso feliz al escuchar que sí. La cerró rápidamente para que no se dieran cuenta de que él estaba ahí. Tocó la tapa de la cajita y se dio cuenta que el pegamento ya había secado. Sólo una pequeña línea se veía en la tapa de que se había quebrado, pero bueno, algo es algo y Akane debería agradecérselo.
Salió de su cuarto y vio para todos lados. Fue a la habitación de Akane y se dio cuenta de que ella aún no llegaba.
Decidió mejor salir de la casa y esperarla afuera. Ya casi daban las seis. Vio el parque que estaba cerca de la casa y se fue para allá, ya que, podría divisar desde ahí cuando ella llegara. Se subió a uno de los juegos para niños que había ahí y se sentó para esperarla.
Estaba emocionado y nervioso a la vez. ¿Cuál sería su reacción? ¿Será que le agradecería o estaría furiosa con él por no haber regresado con ella? ¡No lo sabía! Sólo quedaba esperar. Aprovechó a escribir rápidamente en una de las tarjetas, pidiéndole disculpas por lo sucedido y deseándole Feliz Navidad.
Cuando terminó, se dio cuenta de un pequeñísimo detalle: ¡No había envuelto los obsequios!
¡Rayos! -pensó, pero de todas formas ya no le daba tiempo para empacarlos. Bueno, Akane tendría que conformarse, porque la intención era lo que contaba. Además, tuvo que pasar por muchas dificultades para poder obsequiarle lo que ella quería recibir en Navidad. Eso era más que suficiente, ¿no?-.
Pensando estaba, cuando la vio venir. Su corazón se aceleró y sonrió.
Ella ya iba llegando a donde él estaba y no lo había visto. Pero, de pronto, sintió que alguien la veía y se detuvo. Volteó a ver a la izquierda y ahí estaba él, observándola con esos grandes ojos azules.
― ¡Hola! -dijo Ranma, muy feliz-.
― Ranma -dijo Akane, algo sorprendida de verlo ahí-.
De un brinco, Ranma bajó de los juegos infantiles y se acercó a ella:
― Me dio algo de pena entrar a casa -dijo él, mintiendo, porque sí había entrado para reparar la cajita musical- así que decidí esperarte aquí.
― ¿Por qué?
― Pues, verás... tenía algo de prisa, así que no pude envolverlos, espero que te guste -dijo, metiendo su mano en la bolsa de papel donde tenía los obsequios- es el osito de felpa, pero aún hay más- dijo, entregándoselo y metiendo nuevamente su mano a la bolsa de papel– Aquí está la caja musical y te advierto que pasé muchas dificultades para conseguirla -dijo, entregándosela- aquí están las tarjetas y el pañuelo.
― ¡Ay, qué lindo, Ranma! -dijo ella, algo sonrojada y con un poco de timidez-.
Akane recordó cuando le dijo a Ranma lo que le gustaría recibir para Navidad, pero no creyó que él le fuera a poner atención. Abrazó muy fuerte las cosas que él le acababa de dar y le dieron ganas de llorar por el gesto tan lindo de su parte. No creyó que él le fuera a regalar algo.
Ranma continuó hablando, metiendo su mano hasta el fondo de la bolsa:
― Veamos si hay algo más...
Pero, en eso, se dio cuenta que estaba cayendo nieve:
― ¿Ah? Está nevando -luego volteó a ver a Akane, que seguía abrazando con fuerza las cosas que él le había dado y le dijo:- ¿Ah? ¿qué te pasa, Akane?
― Nada -dijo, con timidez y con voz casi inaudible-.
Ranma rio un poco al igual que ella y luego él dijo:
― Oye, ¡qué oportuno!... ¡Ahora sí tendremos una Blanca Navidad!
La nieve siguió cayendo. Ranma abrió la palma de una de sus manos para sentirla y volvió a reír un poco.
Akane volteó a verlo y sonrió. Estaba tan contenta de poder compartir un momento así con su prometido, sin que pelearan.
En un impulso, ella se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, luego, lo abrazó y le dijo:
― ¡Muchas gracias, Ranma!
Ranma quedó completamente en shock y se puso muy, pero muy rojo. No podía articular ninguna palabra. Siempre le pasaba eso cuando se trataba de su prometida. Quedó como si fuera una piedra.
Akane se dio cuenta que había cometido una imprudencia al haberse atrevido a hacer algo así, cuando lo sintió muy rígido.
Se separó rápidamente de él y le dijo:
― Lo siento... yo... es que...
Ranma logró reaccionar y le dijo, aún sonrojado y bastante nervioso:
― No te preocupes... jejeje... no pasa nada... me alegra que te hayan gustado los obsequios jejeje –y volteó a ver a otro lado, cruzando sus brazos atrás de su cabeza (una pose muy característica de él)-.
Ella le sonrió. Él al verla sonreír, se puso más nervioso y luego le dijo:
― Creo que... deberíamos entrar a la casa... está haciendo mucho frío.
― Sí, tienes razón. Además, seguramente, nos están esperando para cenar... ya es tarde y Nabiki debe estar furiosa jajajaja.
Ambos rieron y empezaron a caminar para entrar a la casa.
Ranma, sin duda alguna, estaba muy feliz, porque después de todo, las cosas habían salido mucho mejor a cómo él imaginaba. Ese momento, al lado de su prometida, lo atesoraría por siempre.
CONTINUARÁ...
