Hola hermosas, espero que su semana esté siendo maravillosa. Muchas gracias por estar aquí. Les recuerdo que la historia NO es para menores de edad, así que por favor te agradezco tú comprensión.
LÍNEAS DEL TIEMPO
23
LÍNEA 1
El sonido de las hojas secas se escuchaba a cada paso que daban. Sus pasos eran lentos y sus miradas eran tímidas aún. Anthony veía a Candy buscando sus ojos, necesitaba verlos, perderse en ellos y hablar de lo que habían descubierto.
-¿Aún crees que es imposible? – Preguntó Anthony a la rubia, quien detuvo su paso girando su rostro para verlo a los ojos. Una vez más se quedó sin aliento al ver lo azul de su mirada, su resplandor y aquella mirada tan pura e inocente que Anthony siempre había tenido, pero además se vislumbraba un brillo que la hacía estremecer sin motivo aparente.
-No… - Dijo Candy con seriedad, sin dejar de observar sus ojos. Anthony correspondía a aquella mirada, mirando hacia abajo para ver más de cerca el rostro de su amada pecosa, quien se acercaba a él de manera lenta. – De lo contrario cómo explicaría que recuerdo todo como si lo hubiera vivido. – Dijo Candy parándose muy cerca de él. Anthony la sintió estremecerse a pesar de no tocarla.
-Es lo mismo que me he dicho yo todos estos días. – Reveló Anthony a Candy, quien lo miraba aún un poco aturdida.
Anthony despejó su rostro con sutileza, impidiendo que los rizos rebeldes de la rubia se posicionaran sobre su rostro de nuevo, quería verlo despejado, libre, quería observar detenidamente cada una de las pecas que había en su cara.
-Algunas son nuevas. – Le dijo con ternura. Candy se confundió con su comentario y Anthony sonrió por su confusión. – Puedo decirte que recuerdo perfectamente cada una de las pecas que tenías en tu rostro a los doce años. – Le dijo para su sorpresa. Candy lo miró creyendo le mentía.
-¡Eso es imposible! – Dijo Candy con gracia, creyendo que las pecas que tenía eran imposibles de recordar incluso para ella misma. Anthony sonrió por su incredulidad.
-Recuerdo haber pasado muchas horas observándote sin que te dieras cuenta. – Dijo Anthony sin sentir pena, revelando lo enamorado que estaba de ella. – Sobre todo cuando tomabas clases de lectura. – Agregó acariciando con su nariz la nariz de ella.
Candy se sorprendió por lo dicho por él ya que jamás había tomado clases de lectura, sin embargo ella también cerró sus ojos para concentrarse en lo que él le decía, unieron sus rostros y bebieron su aliento. Candy escuchaba con atención cada palabra que Anthony mencionaba, centrándose en su sensual timbre de voz, meciéndose un poco con sus manos entrelazadas, sus pies unidos en las puntas, lo mismo que sus frentes y sus narices.
-Me gustaba verte concentrarte en tus tareas mientas la señora Cuellar escuchaba tú lectura. – Decía describiendo el momento en el que él se escondía detrás de los estantes de libros para observar con detenimiento su rostro.
-Te escondías muy cerca de mí. – Dijo de pronto Candy, quien comenzaba a recrear en su mente aquel momento que Anthony le describía, era como si aquella manera de relatar lo sucedido alimentara su memoria y comenzara a formar el recuerdo en su mente. – Creías que no te veía, sin embargo yo estaba emocionada por tenerte ahí. – Decía sin pena, comenzando a reconocer los sentimientos que la pequeña pecosa de la línea tres había tenido por su deslumbrante Anthony. – Leía para ti, escogía cada poesía, cada verso para ti… - Decía Candy en un susurro, demostrando que también estaba consciente de que era observada por él. Anthony sonrió porque sabía bien que aquellos poemas de amor eran solo para él.
-Me descubriste y te descubrí mirándome. – Dijo Anthony con una sonrisa, sin abrir sus ojos.
-Giré mi rostro discretamente y te guiñé un ojo para que te dieras cuenta que te había descubierto. – Decía Candy cada vez más emocionada por ser parte de aquella escena que de un modo u otro había protagonizado con el rubio.
-Te dejé una nota en mi pequeño escondite. – Dijo Anthony de nuevo relatando su recuerdo mientras Candy ya tenía en su mente el mismo recuerdo.
-Terminé mi clase y corrí impaciente a leer tu recado, me citaste en la terraza ahí me estarías esperando. – Decía Candy con el corazón cada vez más emocionado y la voz más cada vez más cortada. – Subí las escaleras impaciente, con las piernas temblorosas, estaba segura de saber a lo que me habías citado. – Decía con emoción. Anthony se acercó a ella y se aferró a su cintura, sus ojos seguían cerrados y sus cuerpos más unidos.
-Te esperaba con la emoción en mi cuerpo, con la adrenalina recorrer cada fibra de mi ser, ansioso por confesarte todo el amor que tenía para ti y solo para ti. – Dijo Anthony comenzando a caminar con ella para llevarla hasta un árbol que estaba de espaldas de ellos.
Candy se dejó llevar por la sutileza del momento, recordando que cuando había llegado a la terraza él se había acercado a ella para tomarla de la mano y llevarla a un rincón donde impediría fueran descubiertos ya que sabía bien que Stear y Archie siempre estaban al acecho y les impedirían estar a solas por mucho tiempo, tal vez porque estaban seguros lo que pasaría si esto sucedía.
-¿Para qué me citaste Anthony? – Preguntó la rubia una vez que estuvieron a solas.
-Candy, necesito revelarte mis sentimientos antes de la cacería. – Dijo Anthony mirando a los ojos a la rubia quien con timidez lo escuchaba, sintió que su corazón se detenía por largos segundos.
-¿Tus sentimientos? – Preguntó Candy como si no supiera a lo que se estaba refiriendo, pero incluso la joven Candy podía recordar que sabía perfectamente a lo que se refería. Anthony asintió sin dejar de verla. La mirada de Candy se estremeció de la emoción.
-Quiero adelantarme a mis primos. – Dijo Anthony con travesura y Candy sonrió de la misma manera. – Estoy seguro que ellos planean hablar contigo después de la cacería, pero yo ya no puedo esperar. – Dijo una vez más el rubio, quien miraba el rostro de Candy grabando en su mente todas y cada una de las pecas que ella poseía. Candy lo miraba con sus ojos verdes bien abiertos, sintiendo emoción por tenerlo tan cerca de su rostro. – Candy sé que conoces mis sentimientos... - Comenzó el rubio con cierta pena en su voz.
-No sé a qué te refieres Anthony... – Dijo Candy zafándose un poco de su agarre, girando su cuerpo para darle la espalda mientras el rubio se acercaba a ella para abrazarla por la cintura, aspirando el dulce aroma de su cabello.
-Quiero decirte que desde que llegaste a mi vida algo sucedió dentro de mí. – Dijo Anthony mientras se embriagaba de su olor. – Desde que descubrí el brillo de tus ojos, tu mirada… el calor de tu voz… - Decía con verdadera emoción. – Candy, mi vida no volverá a ser la misma si tú no estás en ella, desde que amanece lo único que necesito es ver tu rostro, escuchar tu voz y tu risa, es lo único que me anima, es lo único que requiero para ser feliz. – Decía enamorado, hablando al oído de manera sensual, leve, demostrando que aquella pequeña era lo más importante para él. El corazón de Candy latía acelerado, parecía que quería salir de su cuerpo por la emoción que sentía y a momentos creía que no iba a poder continuar de pie. – Nací para morir y vivir a tú lado y cuando esto ocurra te aseguro que mi alma jamás se separará de ti. – Le decía convencido de que así sería.
Candy se estremeció con las últimas palabras, obligándola a girar su cuerpo y quedar una vez más de frente a su amado Anthony, quien tenía los ojos realmente emocionados. Sus palabras eran sinceras, su confesión de amor era lo más real que jamás había dicho en su vida y le causaban una profunda felicidad el haberlas compartido por fin. No tenía nada planeado, sabía que si lo hacía al momento de decirlas lo echaría todo a perder porque sabía que su amor por ella era así, espontáneo, instintivo, natural, y así quería conservarlo.
-Te amo Candy… te amo tanto que ya no puedo ocultarlo más… - Le decía impaciente, acariciando con la punta de su nariz la de ella, justo como lo hacía en ese momento. Candy entreabrió los labios para responder aquellas palabras, sin embargo nada salía de ellas. – Dime que me correspondes por favor pecosa… dime que tu amor es tan grande como el mío por ti… - Le decía cada vez más necesitado, más seguro de estar llegando al fondo de su corazón.
-Te amo Anthony… - Respondió Candy completamente segura de lo que estaba diciendo, acercándose más a él, permitiéndole que la atrapara por completo entre su cuerpo y aquel gran árbol que le impedía continuar caminando hacia atrás.
-Te amo Candy… - Dijo Anthony volviendo a su realidad, ambos habían recreado aquella escena que habían protagonizado en otra línea de tiempo, en otro lugar, pero que para ambos parecía seguía muy viva dentro de ellos, de sus corazones y como lo había dicho Anthony su alma siempre los acompañaría a pesar de la muerte.
Ambos abrieron los ojos para perderse en su mirada. Anthony pedía con esa mirada el permiso para tomar sus labios por primera vez en esa línea de tiempo y Candy lo miraba con súplica de que los tomara de una vez, moría de ganas por fundir sus labios con los de él pero temía apresurarse y que él no lo deseara.
Anthony por fin cerró aquella distancia y como lo había hecho por primera vez, acercó sus labios con total lentitud a los de ella, con cierto temor de ofenderla, pero con la diferencia que esta vez sabía perfectamente lo que hacía y aquella ocasión él era un perfecto principiante. El beso fue húmedo, lento, poco a poco la boca de Anthony se apropiaba de la boca de Candy, quien se aferraba a su cuello para atraerlo más a sí misma, se sentía necesitada de aquella demostración de afecto que jamás había ocurrido en su línea de tiempo, más sin embargo había descubierto cuanto la había anhelado al haber recibido su primer beso.
El beso fue tierno, mágico, sus bocas se acariciaban con lentitud, sus alientos se mezclaban nuevamente y al mismo tiempo por primera vez, ambos necesitados de sentir aquel calor y aquella ternura que Anthony representaba en la vida de Candy. Ella estaba totalmente maravillada con las emociones que explotaban en su vientre, la emoción que le producía el cálido contacto con el rubio la hacía estremecerse por completo, sentía que cada célula de su cuerpo necesitaba de aquella cálida y tierna caricia que él le proporcionaba.
-Te amo Candy, te amo tanto, no sabes cuántas veces soñé con volver a compartir este momento contigo. – Le decía Anthony acariciando su rostro, observando en su mirada un brillo aún más intenso que el que desprendían sus ojos cuando lo estaba viendo, comprendió en ese instante que ella también había anhelado con la misma intensidad que él lo había hecho aquella caricia.
-También te amo Anthony. – Respondió Candy con el corazón acelerado y las mejillas encendidas, sintiendo que su alma se liberaba por fin al haber confesado sus sentimientos, sentimientos que vivían reprimidos en su pecho al jamás haberlo dicho antes.
-Candy, mi dulce Candy… - Le decía Anthony besando su rostro con ternura, con suaves besos que llenaban de gozo el corazón de la joven pecosa. Sus miradas volvieron a encontrarse y surgía de nuevo aquella necesidad de unir sus labios.
La distancia entre sus cuerpos se redujo al mínimo, de lejos parecía que era una sola persona la que estaba de pie recargada en aquel enorme roble. Las manos de Anthony estaban aferradas a su cintura incapaz de moverlas de su sitio. Iniciaron otro beso con la misma ternura impresa que en el primero pero poco a poco se hacía más demandante, era como si ambos reclamaran el tiempo separados, necesitaban sentirse, necesitaban poseer sus bocas y entregarse a ese amor tan desbordante que ambos compartían. La lengua de Anthony se adentró en la boca de Candy y esta la recibió con gusto, atrapándola entre sus labios para sentirla dentro de su cavidad. Anthony sentía que la cordura lo abandonaría al sentir cómo Candy lo recibió en su interior, pronto la de ella jugueteaba siendo incapaz de soltarlo, entrelazándose por dentro mientras sus labios seguían unidos en su apasionada batalla.
La falta de aire los obligó a separarse, sin embargo sus cuerpos continuaban unidos, las manos de ella seguían aferradas a su cuello mientras las de él seguían aferradas a su cintura.
-Lo siento, no quise perder el control. – Le dijo Anthony con la voz agitada, sentía que aquel beso se había salido de control. Candy se sonrojó por haberse dejado llevar, sabía que Anthony era mucho más tierno y delicado en su trato, pero también había descubierto que era un ser muy apasionado.
-No te preocupes. – Le respondió Candy aún sin soltarlo, apenada por haberse dejado llevar por sus deseos, pero había anhelado tanto ese beso que se dejó llevar sin pensarlo. Anthony sonrió al reconocer la pena que sentía la pecosa.
-No te apenes por lo que ha pasado. – Le dijo Anthony en un intento por hacerle ver que lo que había sucedido era algo natural. – Es algo normal entre dos personas que se aman. – Dijo Anthony seguro de los sentimientos de ella. Candy lo miró sorprendida por su afirmación y no era que ella ya se lo había confesado, era que Anthony lo sintió al momento que ella se aferró a su cuerpo para besarlo, ella le había demostrado con hechos no solo con palabras lo que verdaderamente sentía por él. Candy asintió con esa timidez que demostraba cuando estaba a su lado.
-Tienes razón. – Dijo Candy con una sonrisa, soltando al rubio quien a pesar de no querer hacerlo la soltó de la cintura, pronto los dos sintieron el frío que les producía su lejanía. – Creo que debemos ir con los demás. – Dijo Candy mirando hacia el lugar donde habían dejado a los demás.
-Creo que tampoco tienen intenciones de estar con nosotros. – Dijo Anthony al ver que en el lugar donde los habían dejado no estaban ninguna de las dos parejas.
-¡Anthony, ten cuidado! – Un recuerdo apareció en la mente de Candy en ese momento, un recuerdo que estaba segura no había sucedido en su línea de tiempo porque ella jamás había visitado Chicago al lado de él. – Anthony, ¿Alguna vez venimos juntos a Chicago? – Preguntó pareciéndole extraño hacer esa pregunta, ya que sabía bien que no era ella la que había ido con él. Anthony sonrió al darse cuenta que había tenido otro "recuerdo".
-Después de tu adopción hicimos un viaje a Chicago. – Dijo Anthony seguro de que así había sido. Candy lo escuchaba atenta, quería saber todo lo que tenía que decir. – La tía abuela estaba empeñada en buscar los mejores vestidos para su hija y quería que tú misma los eligieras. – Dijo ante el asombro de Candy, quien no sabía que la tía abuela de la línea tres le tuviera tal cariño.
-¿La tía abuela? – Preguntó Candy un tanto confundida e incrédula de ello. Anthony sonrió y asintió, se imaginó el motivo por el cual ella estaba incrédula.
-Ella fue la que te adoptó en mi línea de tiempo. – Dijo Anthony mientras tomaba su mano para comenzar el camino de regreso. – Aquella tarde nos escapamos de Stear y Archie. – Dijo divertido al recordar que se habían escapado de su continúa vigilancia. – Llegamos hasta un lugar cerca de aquí y caminamos entre las rocas del lago, en mi impaciencia por impresionarte resbalé y terminé directo en el agua. – Dijo con gracia mientras Candy lo observaba maravillada por la manera en la que hablaba, seguía pensando que todo era como un hermoso sueño y no quería despertar. – Tú me advertiste, sin embargo al momento que llegaste hasta mí también resbalaste…
-Y caí encima de ti… - Dijo Candy abochornada al recrear el momento en el que ella deseaba tener la cita perfecta junto a él.
-Fue una cita muy divertida. – Dijo Anthony con su hermosa sonrisa. Candy se ruborizó nuevamente al escuchar que había sido una cita, tan blanca e inocente como la que ella había tenido con él en su línea del tiempo. – Llegamos todos empapados a la mansión y la tía abuela me retó por haberte secuestrado. – Dijo Anthony realmente divertido por recordar aquellos momentos tan lindos que había pasado al lado de la pequeña rubia.
-Nuestra primera cita fue en una feria. – Dijo Candy para llevarlo ahora a sus recuerdos. Anthony la miraba fijamente mientras ella hablaba, quería que le completara aquella imagen de un carrusel que le llegaba a su memoria y que no lograba completar.
-Habías ganado días antes un concurso de rodeo. – Dijo Candy comenzando a emocionarse con el recuerdo de aquellos días. Anthony ponía toda su atención en ella, podía ver que su dolor seguía palpable en ella. La atrajo hacia sí y besó su coronilla para reconfortarla, él poco a poco iba sanando la herida, aunque sabía que jamás desaparecería por completo. Candy se aferró a su pecho al sentir su cercanía, quería que la reconfortara, quería que sanara esa herida tan profunda que había quedado en su tierno corazón. – Y de premio te dieron un ternero. – Dijo Candy limpiando con su índice una lágrima que corría por sus mejillas. Anthony la apretó más hacía sí. – La tía abuela me envió al pueblo para deshacerme de él, sin embargo no lo conseguí, como siempre llegaste para ayudarme. – Decía la rubia ahora con una sonrisa en sus labios, le causaba verdadera alegría volver a rememorar aquellas anécdotas junto a su amado Anthony, anécdotas que habían quedado guardadas en su memoria porque era muy difícil volver a recrearlas. – El padre de Tom nos pagó por el ternero. Ninguno de los dos había tenido dinero en su vida para gastar. – Dijo Candy con verdadera emoción, sacando de entre sus ropas la vieja moneda que aún guardaba y que siempre llevaba consigo.
-Nos fuimos a la feria. – Dijo Anthony ahora sí completando lo que Candy le decía. La rubia asintió al ver que él también comenzaba a "recordar" lo que había sucedido en esa línea de tiempo. – Y nos subimos a un carrusel. – Dijo emocionado, recordando el rubor de la pequeña Candy cuando pidió dos vueltas. – Después comimos una salchicha. – Dijo recordando que jamás había probado una en su vida. Candy asintió con emoción al ver que extrañamente Anthony tenía en su memoria lo que habían vivido antes de aquella tragedia.
-Fue el día más feliz de mi vida. – Dijo Candy emocionada, no podía evitar recordar que aquel día había sido uno de los más felices que había vivido al lado de Anthony. – Aunque la adivina me asustó mucho. – Dijo recordando a aquella extraña mujer que no había querido revelar lo que había visto en la vida de Anthony.
-Jamás he creído en esas cosas. – Dijo Anthony recordando también que la habían visitado.
-Tampoco yo… - Dijo Candy con nostalgia. – Pero después de aquello tú… - Dijo con la emoción a punto de desbordarse de nuevo por sus ojos. Anthony sonrió y besó la punta de su nariz.
-Jamás nos leyó las cartas una adivina y también tuvimos una tragedia. – Dijo ahora Anthony al recordar también la muerte de su pecosa.
-Anthony tengo miedo. – Dijo Candy aferrándose a él con fuerza.
-¿Miedo? ¿Por qué Candy? – Preguntó extrañado por aquel temor que la rubia demostraba.
-Tengo miedo de volver a perderte, te juro que no podría soportarlo esta vez. – Dijo Candy cerrando sus ojos para evitar que la imagen de la muerte de Anthony la siguiera martirizando.
-Tranquila pecosa…- Le dijo Anthony acercando su rostro al de él. – Te prometo que no son mis intenciones volver a dejarte… ya no Candy… - Le dijo con la voz suave, ronca, mirándola a los ojos para casi jurarle que jamás lo perdería de nuevo. – Regresé a tu lado para quedarme, regresé para amarte y te prometo que eso es lo que voy a hacer de ahora en adelante. - Candy lo miró con los ojos acuosos y soltó todas y cada una de las lágrimas que tenía en sus ojos. – No llores por favor pecosa, aunque te confieso que amo cada una de tus expresiones cuando demuestras tus sentimientos, amo más cuando sonríes… Te ves mucho más linda cuando lo haces. – Le dijo con suma ternura, acercando sus labios a los de ella para volver a compartir aquella caricia tan anhelada que tanto tiempo se les había negado.
-No es que quiera interrumpir. – Dijo Archie a su primo con un leve carraspeo. Anthony lo miró con picardía al ver que su primo como siempre había ido a interrumpir cuando había algo entre ellos. – Pero creo que ya es hora que nos vayamos a comer. – Dijo con el rostro completamente enrojecido por la pena. A lo lejos Stear y las chicas se burlaban de él.
-¿Qué sucede? – Preguntó Anthony al llegar junto a los demás, no se habían dado cuenta en qué momento habían regresado de su pequeña exploración.
-Lo que pasa es que entre Archie y yo hubo un pequeño dilema. – Dijo Stear mirando a su hermano. – Dice que en esta línea de tiempo yo era el imprudente, sin embargo le digo que entre él y yo, él era el imprudente, así que jugamos un disparejo y le tocó perder. – Dijo con simpatía, mientras Archie continuaba con el rostro completamente rojo por haber tenido que ir por los rubios, quienes era evidente estaban tan sumergidos en su burbuja que no quería interrumpirlos.
-Es verdad Archie, tú eras el imprudente. – Le dijo Anthony con travesura confirmando lo que había estado diciendo Stear a su hermano.
-Y es verdad que tú eras el imprudente. – Dijo Candy a Stear apoyando lo que decía Archie.
-Pues creo que te has librado de los imprudentes porque ahora ninguno de los dos lo somos. – Dijo Archie seguro de que él jamás volvería a interrumpir a los rubios cuando estuvieran tan cariñosos entre sí.
Archie había decidido caminar con Annie, dejando a Stear y a Patty platicando muy tranquilamente después de que Candy y Anthony habían decidido ir a caminar por su lado, buscando también un espacio para platicar ellos solos.
-¿Eres feliz Annie? – Preguntó Archie a su novia una vez que estuvieron solos. Annie lo miró con ese brillo tan característico de sus ojos azules cuando lo miraban enamorada.
-Soy muy feliz Archie. – Dijo la ojiazul con una sonrisa radiante. Archie la miró realmente enamorado, amaba la mirada que le dirigía a él y solo a él, feliz de ser el merecedor de su dulce e intenso amor. – Sobre todo porque ahora tú eres feliz. – Le dijo una vez más. Archie la miró como buscando una explicación a sus palabras. – Sé que no eras completamente feliz Archie. Desde la muerte de Stear tu mirada se había apagado y hasta llegué a pensar que tu pedida de mano era simplemente por agradecimiento hacia mí. – Dijo Annie sincera de pensar que Archie solo tenía agradecimiento por ella, ya que cuando Stear había partido ella se mantuvo a su lado apoyándolo en todo momento, fue ahí donde se decidió a pedirle que fuera su esposa y ella aceptó deseando por fin que un día se enamorara perdidamente de ella.
-Confieso que al principio así fue damita. – Le dijo acercándose a ella con lentitud. Annie lo miró sorprendida por que jamás pensó que se atrevería a confesarlo. – Siempre te he considerado una gran mujer, pero en la pérdida de Stear pude darme cuenta que tu amor por mí era mucho más que un capricho. – Dijo Archie una vez más sin alejarse ni una centésima de ella. – Comencé a apreciarte más y con el paso de los días comprendí que realmente te amaba. – Decía buscando su mirada tímida que se escondía de la intensa que él le dirigía. – Mírame Annie… - Le dijo con una voz cálida, aterciopelada, una voz que buscaba llegar hasta lo más profundo del corazón de la pelinegra.
-Archie… - Le dijo Annie a punto de las lágrimas, en ese momento creía que no lo había conquistado y tenía unas profundas ganas de llorar.
-No llores amor. – Le dijo con ternura. – Te aseguro que eres lo que más amo en este mundo. – Le dijo una vez más, acercándose a sus labios para robar un tierno beso. Annie lo miró con sus ojos acuosos.
-¿En verdad? – Preguntó Annie con un sonrisa esperanzada, temía tanto que Archie no la amara que la sola idea la hacía temblar de miedo.
-Mírame Annie… - Dijo de nuevo Archie a su amada tímida. Annie levantó sus ojos y lo miró fijamente. - ¿Qué ves damita? – Le preguntó con la misma voz sensual que había estado utilizando. Annie lo miró fijamente, como buscando una respuesta a la pregunta que le hacía el gran amor de su vida. La mirada temerosa de Annie se suavizó al encontrar en los ojos de Archie la respuesta que tanto había anhelado recibir desde que era una chiquilla.
-Te amo Archie. – Le dijo Annie con el rostro ilusionado. Archie sonrió al haber podido transmitir a su prometida la verdad de sus sentimientos. Los ojos eran la ventana del alma y en esos momentos él le había permitido que se asomara a ella y descubriera por fin sus verdaderos sentimientos, sin tener que hablarlo o gritarlo.
-Y yo te amo a ti damita. – Le dijo acercándose a ella para robar un dulce beso de sus labios.
El beso de Archie comenzó lento, cálido, un beso muy parecido a los muchos que le había dado, pero poco a poco se fue haciendo un poco más intenso al grado que su boca se fue desviando hasta su mejilla y pronto llegó hasta el lóbulo de su oreja. Las piernas de Annie se sintieron derretir al tener los labios de su prometido explorando el lóbulo de su oreja.
-Archieee… - Gimió la tímida muchacha al sentir la calidez de su boca.
-¿Mmmh? – Preguntaba Archie sin alejarse de aquella caricia recién descubierta. Annie se resistía a que él continuara con aquella demostración de amor. - ¿Qué pasa Annie…? – Preguntó quedamente en su oído pero sin dejar de juguetear con él.
-Esto no es correcto… - Le dijo Annie con dificultad, sin embargo no había el más mínimo indicio que ella intentara negarse a dejarse llevar por lo que estaba sintiendo.
-¿Por qué no amor? – Le preguntaba con interés pero sin detenerse, seguro de que ella lo estaba disfrutando tanto como él. – No he podido dejar de pensar en la otra noche… - Le dijo revelando que aún se mantenía despierto cuando recordaba aquella noche de despedida después de la cena que habían compartido junto a los rubios. - ¿No me digas que tú ya no la recuerdas? – Preguntó de nuevo el joven acariciando el cuello de la joven.
-Si la recuerdo… - Dijo Annie con un hilo de voz, comenzando a sentir que algo despertaba entre sus piernas y le impedía mantenerse de pie. Archie sonrió por la respuesta de la joven y dirigió sus besos húmedos sobre su cuello, comenzando a besarlo con suavidad, sintiéndose embriagado por la suavidad de la blanca torre que poseía la joven, tan suave, tan tersa, se decía Archie sin dejar de degustar aquel espacio que provocaba un sinfín de emociones en la ojiazul.
-Tranquila damita, no temas… - Le decía el joven aprovechando cada segundo junto a ella, ya que desde que se habían comprometido eran pocos los momentos en los que podía pasar a solas con ella.
Annie se estremecía entre sus brazos, no por temor a lo que él pudiera hacer, sino más bien a lo que podía provocar en su cuerpo ya que la joven sentía que su autocontrol se estaba saliendo de entre sus manos y eso que ella era ajena a lo que sucedía entre un hombre y una mujer cuando estaban en su lecho de bodas.
Archie detuvo sus caricias repentinamente, provocando cierto desconcierto en la tímida joven que se sintió de pronto vacía por la ausencia de los besos de su prometido.
-Lo siento Annie. – Dijo poniendo sus manos a los lados, sin abrir sus ojos comenzando a caminar de un lado a otro ante el desconcierto de la joven quien lo miraba un tanto confundida por su manera de caminar.
-¿Qué sucede Archie? – Preguntaba Annie quien había dejado de poner resistencia ante las caricias de su novio y ahora era ella la que quería que continuara.
-Nada damita, solo que estoy un poco inquieto. – Dijo para disimular su repentina reacción.
La caricias que había comenzado a repartir a su novia prontamente habían provocado una reacción en la parte inferior del joven elegante, reacción que no había aparecido antes tan prominente como en esa ocasión.
-¿Te encuentras bien? – Preguntó la joven preocupada por él, ya que jamás lo había visto actuando de esa manera.
-Estoy bien amor. – Le dijo una vez que había comenzado a tranquilizarse. – No te preocupes, simplemente no me pude resistir a tu belleza. – Le dijo mirándola a los ojos. Annie lo miró nuevamente con intensidad, con esa mirada tierna y coqueta tan natural que ella poseía y que relucía radiante cuando tenía a su elegante chico frente a ella.
-¿Volvemos? – Preguntó Annie con timidez, habían pasado mucho tiempo a solas y estaba segura de que los demás los estarían esperando. Archie asintió tomando su mano con una sonrisa para caminar hacia donde habían dejado a los demás.
Llegaron hasta el lugar donde habían dejado a Patty y a Stear y ellos tampoco estaban en su lugar, sin embargo después de unos segundos llegaron tomados de la mano, ambos también tenían un intenso color rojo en sus rostros, sobre todo Patty quien miraba a Stear con cierta complicidad. Archie y Annie sabían que algo había sucedido entre ellos, pero ninguno de los dos preguntaría al respecto.
-¿Dónde están Anthony y Candy? – Preguntó Stear buscando a sus alrededores a la joven pareja de rubios.
-No han regresado al parecer. – Dijo Archie al ver que ninguno de los rubios estaba.
-Allá vienen. – Dijo Annie de pronto al divisar a los rubios que venían caminando de la mano. De pronto se detuvieron y comenzaban a platicar a unos cuantos metros de ellos.
-¿Los interrumpirás tú? – Preguntó Stear a Archie, quien sabía bien él no se atrevería a interrumpirlos y mucho menos cuanto tenía el presentimiento que algo había sucedido entre ellos dos.
-Yo no tengo prisa. – Dijo Archie cruzándose de brazos, seguro de que el que primero que tendría hambre y lo obligaría a interrumpir al par de jóvenes que seguían platicando como si nadie más hubiera a su alrededor.
-Yo menos. – Dijo Stear mirando a Patty quien le sonría tímida una vez más.
Los minutos fueron pasando y la pareja de rubios continuaban enfrascados en sus memorias, mientras los demás comenzaban a impacientarse por la hora.
-Bien vamos a jugar un disparejo. – Dijo Stear decidido a enviar a Archie por los jóvenes.
-¡Eso es trampa! – Gritó Archie al ver que su hermano le ganaba una vez más.
-Ni modo, ya te di muchas oportunidades. – Le dijo Stear seguro que así había sido.
Archie comenzó a caminar hasta los jóvenes rubios que continuaban hablando entre sí mientras que su prometida, Patty y su hermano lo miraban con cierta burla en su rostro, para colmo mientras Archie se acercaba ocurría un beso entre los rubios, haciendo que Archie se pusiera mucho más colorado de lo que ya estaba mientras los demás estallaban en risas burlándose de él.
-No es que quiera interrumpir. – Dijo Archie a su primo con un leve carraspeo. Anthony lo miró con picardía al ver que su primo como siempre había ido a interrumpir cuando había algo entre ellos. – Pero creo que ya es hora que nos vayamos a comer. – Dijo con el rostro completamente enrojecido por la pena. A lo lejos Stear y las chicas se burlaban de él.
Después de la pena que el pobre Archie había pasado decidieron irse del lugar ocupando los mismos lugares que habían ocupado en el auto cuando llegaron ahí.
El silencio que los embargaba era un silencio muy diferente al que tenían al llegar, ahora el ambiente era más romántico, las sutiles miradas entre los chicos y las chicas se daba entre los altos que hacían antes de llegar a la mansión de los Britter, donde Archie fue el encargado de dejar a su prometida y a Patty.
-Nos vemos luego. – Fue la sutil despedida de Patty hacia Stear, quien con eso comprendía que aquella escapada había rendido frutos entre ellos, porque a pesar del tiempo que tenían conociéndose ahora sabían que no era así.
-Hasta mañana. - Dijo Stear seguro que había quedado de pasear con la joven el día siguiente.
Archie besó la mano de su novia caballerosamente y esta se estremeció una vez más al recordar lo que había sucedido en el lago, sus miradas se encontraron y no necesitaron nada más para saber lo que tenían que decirse.
-Te veo mañana. – Dijo Archie guiñando un ojo a su hermosa prometida, quien solo atinó a asentir con un movimiento de cabeza y una tímida sonrisa.
Candy y Anthony esperaban en el automóvil, los dos estaban en silencio, sin embargo sus almas estaban más unidas que nunca.
-¿Quieres acompañarnos a comer? – Preguntó deseando ella aceptara. Candy lo miró a los ojos y con un brillo muy especial asintió a su pregunta. Anthony sonrió feliz, radiante por sentirla más tiempo a su lado. Sabía que la pequeña Candy había sido muy importante en su corazón y no sabía cómo explicarse que aquella joven que tenía entre sus brazos compartía con él ahora todos los recuerdos que había generado con ella, pero estaba completamente seguro que el amor al que se había aferrado por tantos años no era nada con lo que estaba sintiendo en esos momentos por ella. La apretó hacia él con fuerza y Candy se dejó querer, soñando entre sus brazos feliz por tenerlo a su lado y por darle forma a lo que tantas veces había soñado a solas en su habitación.
Continuará…
Llegamos al final del capítulo, espero haya sido de su agrado. Muchas gracias por llegar al final y por esperar las actualizaciones.
TeamColombia:
Hola hermosas, ¿Cómo están? Ya ven ustedes que dicen que los rubios van lentos y aquí ya aceleraron un poquitín, lo que pasa que no pueden llegar y echarse el uno al otro pues, hay química que no es como ahora que a la primera cita ya hay agarrón o más jajaja. En cambio con Patty y Stear tenía que acelerar las cosas porque no son los personajes principales. Espero que les haya gustado el capítulo, les mando un fuerte abrazo hermosas y muchas gracias por comentar.
Rose1404:
Hola hermosa, hoy estoy mejor gracias a Dios, gracias por tú preocupación. Me alegra que tu pequeño aunque dormido esté a tú lado, gracias por dedicarme estos minutos. Tienes mucha razón, las tres parejas son lindas, sin embargo también yo tengo mi consentida jijijii. Muchas gracias por comentar hermosa, te agradezco mucho el esfuerzo que haces para dejarme un mensaje. Te mando un fuerte abrazo para ti y un beso muy grande para tu guapo Anthony.
Julie-Andely-00:
Hola hermosa! muchas gracias por tus buenos deseos, también espero que pronto suceda. Me alegra que te haya gustado el capítulo y sí creo que el "universo" los está ayudando para que recuperen realmente lo que han perdido y que lo sucedido quede como un mal sueño para ellos. Muchas gracias por comentar amiga bella, te mando un fuerte abrazo.
lemh2001:
Hola hermosa, ¿Cómo ves? Anthony de la línea tres no se anduvo con miramientos con sus primos y dijo zas yo les gano jajaja, así que se les adelantó y hasta su novia la hizo, algo que en verdad me hubiese gustado sucediera en la historia original, pero luego recuerdo que ella tenía doce y el catorce y se me pasa jajajajaja. Sí tiene el pelo un poco más largo, pero me dijo que anda buscando una barbería para que lo pongan más guapo jajaja. Muchas gracias por tus buenos deseos y me alegro que hayan celebrado su independencia. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y por supuesto bendiciones para ti y tu mami, me la saludas.
Mayely León:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu bebé? Siento mucho que esté enfermita, espero que para el día de hoy ya esté mucho mejor, lo bueno de todo que tiene un papá doctor y una mamá que la cuida con mucho cariño. Te mando un fuerte abrazo amiga, descansa y bendiciones para ti y tú familia.
Silandrew:
Hola hermosa! Me alegra saber que estás mejor, paso a paso, no te desesperes, descansa, deja que tú cuerpo se recupere y sane por completo, recuerda que hay más tiempo que vida. No te preocupes con la lectura, sé que cuando tengas tiempo lo harás, las historias no las borro y si se borran te aseguro que no fui yo jijijij. Gracias por leer y comentar, te mando un fuerte abrazo amiga y por supuesto mis deseos son que te sientas cada día mucho mejor.
Muchas gracias a las demás lectoras que están siempre al pendiente de cada actualización, gracias por leer, les mando un fuerte abrazo para cada una de ustedes y mis mejores deseos.
GeoMtzR
20/09/2023.
