Ranma ½ y sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

El corazón de Nabiki

Por

Dr Facer

Capítulo 16

~ Mes de Agosto, parte 3~

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Viernes, en la preparatoria Furinkan…

Manabu Sakura no estaba muy seguro de que esperar a Nabiki Tendo cerca de la entrada de la escuela era una buena idea. La muchacha lo había evitado desde la última visita de Happosai a la preparatoria un par de días antes, al punto de que no habían hablado más de lo necesario dentro del salón de clases y no entendía porqué ella estaba actuando de esa manera con él, aunque sospechaba que tenía mucho qué ver con ese tal Kinnosuke Kashao que estuvo en Furinkan, aunque no tenía mucha información pues sólo había escuchado rumores sobre lo que pasó mientras estaba inconsciente.

"Y no he podido hablar con Akane y Ranma para preguntarles qué sucedió," pensó mientras se recargaba en la pared, aunque el no poder hablar con la menor de las Tendo y el joven Saotome no era por falta de intención, la verdad era que Manabu había estado bastante ocupado con el reporte de calificaciones solicitado por la coordinación académica para el cierre por vacaciones, el que había terminado y entregado esa misma mañana. "Si tan sólo no hubiera estado en la enfermería…"

El maestro recordó entonces algo que pasó cuando despertó en el consultorio. Estaba casi seguro de haber escuchado la voz de Nabiki poco antes de poder levantarse, y si no lo había soñado, ella le había dicho que él le importaba, y la agradable sensación que ese recuerdo le provocaba era algo que Manabu todavía estaba intentando asimilar. ¿Estaba bien que la idea de que Nabiki hubiera dicho eso le agradara? A pesar de que podía admitir que Nabiki era bonita y le gustaba su compañía, en especial luego de haber convivido de cerca con ella durante todo un mes, no quería arriesgarse a hacer algo que pudiera provocarle algún problema tanto con ella como con su familia, pues al pasar los días Manabu había empezado a apreciar bastante a la familia Tendo.

"Si tan sólo pudiera saber qué es lo que piensa y por qué no me ha dado alguna indicación de qué es lo que desea hacer," musitó el maestro luego de respirar profundamente. "¿Qué es lo planeas, Nabiki?... ¿Por qué no has terminado con este compromiso falso que inventaste para escapar de los yakuza?... ¿Qué es lo que quieres de mí?"

Manabu necesitaba una respuesta a esas preguntas, y la única manera de obtenerlas sería hablar con Nabiki y dejar las cosas claras. En especial porque además de eso, también quería preguntarle si los rumores que decían que ella aceptó tener un duelo de citas con un tal Kinnosuke eran ciertos o no.

"Aunque sé que no debería molestarme, pero…" Manabu frunció ligeramente el ceño y se esforzó para tranquilizarse pues, muy a su pesar, la idea de que Nabiki saliera con ese muchacho no le gustaba para nada. "Pero no tendría que salir con él para tener un duelo de citas, ¿qué tal si termina con una deuda enorme de nuevo?"

Aunque Manabu sospechaba que el rumor de que Nabiki se casaría con Kinnosuke si perdía el duelo de citas era lo que en realidad lo estaba molestando.

Y el que lo molestara de este modo le preocupaba, porque indicaba que Nabiki no sólo le importaba mucho, sino que quizás había empezado a sentir algo más por ella.

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Nabiki vio a Manabu al acercarse a la puerta de la escuela y se sorprendió de encontrarlo allí. Lo había estado evitando desde que Kinnosuke la retó a un duelo de citas para evitar que el Rey de la estafa decidiera mandarle deudas, pero al parecer Manabu tenía la intención de hablar con ella y ya era muy tarde para ir a la cancha de voleibol y pasar allí una o dos horas esperando a que Akane terminara de entrenar. Nabiki entendió que tendría qué hablar con él.

—Creí que no estabas en la escuela —dijo ella luego de esperar a que Manabu terminara de hablar con un alumno—. Pensé que ya te habías ido a entrenar.

—Hoy puedo ir un poco más tarde —dijo él, dejando su lugar en la entrada para comenzar a caminar con ella, tratando de pensar en la mejor manera de iniciar una conversación.

—Te agradezco que no nos dejaras tarea para las vacaciones —comentó Nabiki luego de que caminaran sin dirigirse la palabra durante algunos minutos pues el silencio, aunque no le molestaba, le estaba resultando algo pesado—. los demás maestros nos dejaron varios temarios para los exámenes de preparación para la universidad.

—No me pareció justo saturarlos de trabajo por esa misma razón —contestó el maestro al tiempo que miraba a la muchacha con discreción, juzgando que parecía estar de buen humor, así que quizás podría preguntarle algunas cosas que le interesaban.

—¿Por qué estás caminando conmigo hoy, Manabu? —preguntó Nabiki, que se adelantó al maestro sin saberlo. Si bien la mediana de las Tendo ya podía aceptar que la compañía de Manabu le agradaba, en ese momento no podía permitir que se le acercara mucho. Kinnosuke podría estar espiando, y si los veía juntos quizás decidiría mandarle a Manabu algunas cuentas sin pagar.

"Y no puedo permitir eso," pensó ella sin mirar al maestro. Le resultaba todavía un poco difícil de entender, pero desde el momento en que aceptó que Manabu le importaba, Nabiki había decidido que no dejaría que Kinnosuke lo dejara endeudado por su culpa, aún si eso significaba mantenerlo alejado de ella hasta después del duelo de citas.

El único problema era que mantenerse alejada de Manabu la había hecho sentir cierta sensación de soledad que no había esperado.

"No pensé que me hubiera acostumbrado tanto a él…" se dijo mientras bajaba la mirada para evitar que sus ojos accidentalmente se cruzaran con los suyos. "Pero tampoco pensé que él llegaría a importarme de este modo… ¿cómo puedo hacer para alejarme de él antes de que Kinnosuke le haga algo?"

—Escuché que tendrás un duelo de citas mañana —dijo Manabu de repente, su tono de voz era serio y logró llamar la atención de Nabiki, pues no le había hablado de ese modo desde la última vez que le quitó un juego de fotografías en la escuela—. ¿Por qué no me lo habías contado?

—Porque fue un desafío que me hicieron a mi, esto no es algo en lo que tengas que involucrarte —contestó ella, recordando que si no aceptaba el duelo, tanto Manabu como su padre terminarían con 300 millones de yenes en deudas encima.

—¿Estás segura? —preguntó él, que recordaba muy bien lo que implicaba que alguien perdiera un duelo de citas—. No me gustaría verte en problemas, ¿te puedo ayudar?

—No, Manabu, no puedes —le respondió Nabiki, tratando de mostrarse decidida para desanimar al maestro—. Y la verdad, será mejor que no interfieras en este asunto, no te metas en mi duelo de citas.

—¿Crees que no puedo ayudarte? —dijo él, claramente frustrado por la respuesta de la muchacha—. Si te ayudo, podría…

—Te dije que no —lo interrumpió ella, deteniéndose para mirarlo de frente—. Tú nunca has tenido un duelo de citas y no sabes lo que puede implicar que alguien me ayude… Manabu, no insistas, yo puedo hacerme cargo de esto sola.

—Escuché que si pierdes tendrás que casarte con ese Kinnosuke… y conociéndote me terminarás mandando a mi todas las deudas de la cita —respondió Manabu claramente sin pensar en lo que decía, pues la idea de que Nabiki saliera con otro le parecía bastante desagradable.

—¿Crees que te estoy pidiendo que no te metas en esto sólo por eso? —Dijo Nabiki, que no apreció la manera en que Manabu creía que ella pensaba mandarle a él las deudas de la cita, ¡si la razón por la que no quería que se involucrara era precisamente para que eso no sucediera!

—Pues no lo sé, pero no me parece bien que salgas con ese tipo, y tampoco me parece bien que hayas vuelto a apostar —contestó él, sintiéndose molesto por el tono de voz que ella usó para responderle, ¿acaso era mucho esperar que Nabiki fuera razonable?

—No aposté porque se me diera la gana —contestó ella, encontrando muy frustrante la situación. Pensaba que Manabu al menos le tendría un poco de confianza, pero lo primero que pensó era que quería mandarle todas las deudas a él, ¿qué acaso se había vuelto idiota de repente? La muchacha respiró profundamente y trató de calmarse, aunque no le estaba resultando sencillo pues la idea de que Manabu no confiara en ella le parecía bastante irritante—. Mira, en primer lugar, no pienso mandarte ninguna deuda, y en segundo lugar, tú no puedes decirme lo que puedo hacer o no, y si quieres ayudarme, entonces no te metas en mis asuntos y déjame arreglar este problema yo sola, ¿de acuerdo?

—¿Entonces lo que quieres es salir con Kinnosuke sin que yo te interrumpa? —Le preguntó Manabu, que había tomado la respuesta de Nabiki como una indicación de que no pensaba ni siquiera considerar cancelar su cita con un apostador, y eso sólo logró molestarle. ¿Que su opinión no valía nada, después de todo lo que había hecho por ella?

—Exactamente, ¡eso es lo que quiero! —dijo ella cruzándose de brazos—. ¡Y si no puedes entender eso, entonces lo mejor que puedes hacer es…!

—¡Muy bien, entonces ten tu duelo de citas con ese tipo si eso quieres, pero después no vayas a pedirme ayuda! —la interrumpió Manabu. El maestro no había tomado muy bien el escuchar que Nabiki quería salir con otro hombre y no tenía deseos de escuchar más, así que sin esperar una respuesta se dio la vuelta y se alejó con la intención de ir a entrenar para tratar de calmarse.

—¿Qué demonios le pasa? —Murmuró Nabiki mirando cómo Manabu se alejaba. No podía entender porqué había reaccionado de esa manera, o porqué no le había permitido explicarle las cosas, ni tampoco porqué de repente decidió no tenerle confianza y pensar que le enviaría todas las cuentas de la cita a él.

"El muy estúpido está actuando tan irracional como Ranma cuando algún chico se le acerca a Akane…" pensó Nabiki, pues la manera de actuar de Manabu le recordó mucho al modo en que su cuñado reaccionaba cuando otros muchachos mostraban interés en su hermana menor. "Un momento, entonces esto significa que… ¿Manabu está celoso?"

La mediana de las Tendo parpadeó y se quedó muy quieta durante algunos segundos al darse cuenta de que sí, era muy posible que Manabu estuviera celoso porque saldría con alguien más, por lo que esta era la primera vez que un hombre sentía celos por ella.

Y Nabiki no estaba segura de qué pensar al respecto.

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El sábado a mediodía…

Nabiki se observó en el espejo y consideró que con esto sería suficiente para atender la cita con Kinnosuke. Se había puesto una falda blanca que le llegaba un poco arriba de las rodillas, una blusa naranja y una chaqueta marrón, y completaría el conjunto con zapatos de tacón que harían juego. Había optado por maquillaje natural con un poco de brillo en los labios y se había colocado un sencillo broche dorado en el cabello. Si bien estuvo tentada a comprar algo especial a crédito y colgarle la cuenta a Kinnosuke, al final no lo hizo. La idea de salir con él ya le causaba bastante asco, así que no tenía caso ponerse algo que pudiera hacerle pensar que tenía interés en pasar tiempo con él. Y si bien el conjunto no era algo muy formal, le parecía que no era necesario ponerse algo más elegante para la ocasión, y de cualquier modo, si llegara a hacer falta, podría ir a alguna tienda de ropa durante el duelo de citas y comprar algo.

—Bien, supongo que será mejor bajar a esperar al estúpido… —murmuró con desgano al tiempo que recogía los zapatos y salía de su recamara.

—Oh, veo que te has vestido bonita hoy —observó Nodoka, interrumpiendo su bordado una vez que la mediana entró a la sala—. ¿Saldrás con el maestro Sakura?

—Si vendrá por ti invitalo a pasar —dijo Soun, levantando la mirada del periódico que estaba leyendo—. Me gustaría saludarlo antes de que salgan.

—...¿Todavía no les has dicho? —preguntó Akane, que estaba sentada junto a Nodoka y tenía aguja e hilo entre los dedos, pues obviamente estaba practicando como bordar con su futura suegra.

—¿Decirnos qué? —preguntó Soun, un poco preocupado por el tono de voz de su hija menor—. ¿Sucedió algo malo?

—No, es sólo que… —comenzó Nabiki, pero en ese momento se escuchó la voz de Ranma desde la calle insultando a alguien para luego llamarlo estafador.

—Nabiki, ya llegaron por ti —comentó Kasumi, que entró a la sala con una expresión de preocupación adornando su rostro—. Kinnosuke Kashao te está esperando afuera en una limusina enorme… Ranma está intentando sacarlo de aquí, pero…

—Obviamente no me iré sin mi futura esposa —comentó Kinnosuke, que entró en ese momento al dojo. Llevaba puesto un elegante traje marrón y una bufanda blanca que completaba su vestimenta dándole un toque muy elegante—. A fin de cuentas será necesario fijar la fecha de nuestra boda una vez que terminemos la cita de hoy, y espero que puedan ayudarnos a elegir el mejor día.

—¿Vas a salir con ese parásito? —Gruñó Soun, que se levantó y se dirigió hacia Kinnosuke con la intención de sacarlo del dojo.

—No pienso casarme con él, papá —dijo Nabiki, colocándose entre su padre y el Rey de la estafa—. Y tampoco le traeré ningún problema a la familia, pero por una cuestión importante tengo qué salir con él hoy.

—Nabiki …

—Te prometo que todo estará bien —le juró ella, que tomó a Kinnosuke por el brazo y prácticamente lo arrastró fuera del dojo para evitar que su familia iniciara alguna confrontación.

—Será un placer tenerlo como suegro —se despidió Kinnosuke antes de salir del dojo, lo cual sólo consiguió que Soun sintiera enormes deseos de echarse a llorar al pensar en tener a un miembro de la escuela Kashao como yerno.

—Akane… —llamó Soun entonces, mirando a su hija menor con absoluta seriedad.

—¿Sí, papá? —preguntó la menor de las hermanas, que estaba arrepintiéndose de no haber mencionado el compromiso de Nabiki con el maestro Sakura para detener al estafador.

—¡Ve con Ranma y asegúrate de que Nabiki no acepte casarse con Kinnosuke Kashao! —le ordenó Soun con un tono que no admitía discusión.

Akane asintió y se apresuró a salir del dojo, en donde encontró a Kasumi y a Ranma observando cómo una limusina se alejaba. Sería difícil seguirlos y aún más sin saber en dónde poder encontrarlos.

—Maldita sea, debí haberlo mandado a volar a patadas —murmuró Ranma.

—Lo peor es que no sabemos a dónde irán —comentó Akane.

—Tal vez esto les ayude —dijo entonces Kasumi, que les ofreció un pedazo de papel—. Me di cuenta que se le cayó a Kinnosuke cuando bajó de la limusina y lo recogí cuando estaba distraído con Ranma, es el itinerario de lugares a los que planea llevar a Nabiki.

—¡Esto es perfecto! —dijo Ranma tomando la hoja para leerla—, mira Akane, irán aquí.

Akane palideció un poco al leer el primer sitio al que irían Nabiki y Kinnosuke—. Van al hotel Hallmark, uno de los más caros de Tokio.

—Sugiero que no pierdan tiempo entonces —dijo Kasumi, que volvió a salir del dojo llevando puestos sus zapatos, pues había entrado y salido mientras su hermana y su cuñado revisaban la lista—. Yo mientras iré a otra parte.

—¿Qué vas a hacer?

—Algo muy importante —respondió la mayor sin detenerse—. Mientras, ustedes vayan a vigilar a Nabiki.

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Un poco después en el hotel Hallmark…

Nabiki no estaba sorprendida de que Kinnosuke hubiera rentado el restaurante entero, ubicado en la terraza principal del lujoso hotel, para ellos dos durante todo el día. Nunca había visitado este lugar en particular, pero le resultaba interesante y pensó que al menos podría distraerse mirando la decoración mientras escuchaba cualquier idiotez que su acompañante pensara decirle.

—Puedes pedir lo que quieras, te aseguro que el chef es magnífico en este lugar —dijo Kinnosuke mientras leía el menú—. La comida internacional aquí es la mejor de Tokio.

—En realidad eso no me importa mucho —dijo ella sin interés al tiempo que tomaba la carta y comenzaba a ver las opciones del menú—. Aunque supongo que podemos almorzar algo.

—Desde luego, y no te preocupes por el costo, todo ya está arreglado —dijo él mientras llamaba al mesero para hacer su orden.

—El joven Kashao está dispuesto a ser bastante considerado con usted hoy —comentó el señor Abril, que Kinnosuke estaba usando para regresar el menú a un mesero.

—Sería mejor si no me habla, señor Abril —dijo Nabiki mientras pedía la comida y bebidas más caras que pudo encontrar en el menú—. No tengo deseos de hablar con usted.

—Vamos, el señor Abril es de confianza y te tiene mucha estima —comentó Kinnosuke luego de pedir una combinación de platillos que triplicaba el costo de lo que había pedido Nabiki—. Al menos podrías contestarle cuando te haga algún comentario.

—No me interesa —contestó la muchacha alejándose en su silla y mirando a otra parte del restaurante—. y además, no me has dicho cuál es la condición para ganar el duelo de citas.

—Te la diré luego de comer —comentó Kinnosuke, que aceptó que le sirvieran un poco del té más caro en el restaurante y le dejaran un poco de pan de alta repostería.

Frustrada por la negativa ya que eso le impedía formar un plan para escapar de este estúpido duelo de citas, Nabiki siguió mirando a su alrededor, esperando que actuar de esa manera podría desanimar a Kinnosuke. Fue entonces que logró ver que Akane y Ranma entraban al restaurante, y se sentaban en la mesa más cercana posible.

—Tu hermana está aquí —observó el Rey de la estafa, que había notado la interrupción.

—Eso parece —suspiró Nabiki—. Espera aquí, iré a ver qué quieren.

—No hace falta, di la instrucción de que si tu hermana se aparecía la dejaran entrar—. le contestó Kinnosuke, tratando de mostrarse lo más encantador y amable posible—. Será mi cuñada a fin de cuentas, no tiene nada de malo que nos acompañe.

—¿En serio? —preguntó Nabiki, que luego se giró para mirar a Akane y les hizo una seña con la mano—. Ranma, Akane, pueden pedir lo que gusten, Kinnosuke dice que él paga.

Las palabras de Nabiki, desde luego, sólo consiguieron que su hermana y su cuñado se encogieran en sus asientos y comenzaran a sentir que las cosas no iban nada bien, y que el dojo Tendo terminaría otra vez a punto de quedar en bancarrota.

La comida no tardó en llegar después de eso, y mientras Ranma y Akane sólo pidieron agua para evitar incrementar la cuenta, no pudieron evitar sentir que un escalofrío les recorría la espalda al ver que Nabiki había pedido sushi omakase, mientras que Kinnosuke había pedido un filete de carne Kobe, un plato de sopa de papas y una ensalada de trufas.

—¿Crees que tu hermana pueda ganar? —Preguntó Ranma

—Espero que sí, lo que han pedido es extremadamente caro, si ella pierde… —Akane ya no se atrevió a seguir y sólo le dio un sorbo a su vaso con agua.

Algo después, Nabiki observó con cierto interés que Kinnosuke había logrado comerse toda la comida que ordenó, mientras que ella, que ya había desayunado, no se había terminado ni la tercera parte del platillo, el cual le envió a su hermana y a Ranma para que lo terminaran, lo que notó al final hicieron con bastante recelo.

—Señor Abril —dijo Kinnosuke, dirigiéndose a su mayordomo marioneta luego de que el mesero se llevó los platos—. Es hora de pasar a la siguiente parte, ¿le parece?

—Por supuesto, y todo está ya preparado, puede proceder cuando lo desee —respondió la marioneta haciendo una reverencia.

—¡Excelente! —dijo Kinnosuke, que se giró a mirar a Nabiki y le sonrió de una manera que solía usar para convencer chicas de comprarle comida—. En verdad creo que deberías casarte conmigo, Nabiki. Si combinamos nuestras habilidades podríamos vivir una vida de lujos sin ningún problema por el resto de nuestras vidas, ¿no te gustaría eso?

—Como te dije antes, no me interesa casarme contigo —respondió ella, lo que logró alentar bastante a Ranma y Akane, que se decepcionaron de inmediato al escuchar lo siguiente que dijo Nabiki—. Pero sí puedo admitir que vivir una vida de lujos no estaría mal…

—Exacto, y yo puedo…

—No me has dicho la condición para ganar el duelo de citas —interrumpió Nabiki—. Y esta vez no pienso competir para ver quién hace gastar dinero al otro.

—Ah, esta vez no haremos eso —sonrió Kinnosuke con absoluta confianza—. Te conozco bien, Nabiki, y por eso he preparado algo diferente. He traído muchos regalos para ti, y sé que te resultarán irresistibles. El momento en que aceptes uno, la cita terminará y yo seré el ganador, porque si aceptas mis regalos entonces me estás aceptando a mi como pareja… y te lo aseguro, no podrás resistirte a ninguno.

—Es una condición muy estúpida, pero bien, acepto tus términos —dijo Nabiki—. Aunque yo también tengo derecho a fijar una condición para mi victoria en este duelo, ¿recuerdas?

—Por supuesto, ¿dime cuál es?

—Aún no la he pensado —sonrió Nabiki—. Pero te la diré en cuanto la tenga.

—En realidad no importa porque no podrás resistir mis regalos —dijo él, que levantó su mano izquierda para llamar a los meseros— ¡Traigan los regalos de compromiso!

Sin esperar, tres meseros se acercaron con cajas de diversos tamaños, las cuales dejaron en la mesa y luego se retiraron sin decir palabra. Cuando todo estuvo en orden, Kinnosuke abrió la primera caja, revelando una bufanda de seda con bordados en oro.

—Una bufanda digna de la futura esposa del heredero de la escuela Kashao —opinó el señor Abril.

Nabiki levantó una ceja y tomó la prenda, la miró con cuidado y estimó que en verdad era muy cara y de excelente calidad. Pero no era algo que no pudiera conseguir ella misma, así que la regresó a la caja—. No me gusta, tira ese trapo a la basura.

—¿En serio? —dijo Kinnosuke ligeramente sorprendido—. Entonces… ¿Qué tal esto?

El muchacho abrió la segunda caja y reveló una elegante tiara de plata, la cual Nabiki tomó para poder mirarla de cerca, deslizando sus dedos sobre el precioso metal con una expresión de codicia que hizo que Ranma y Akane sintieran un fuerte dolor de estómago.

—Linda, pero no la quiero —dijo Nabiki en voz baja, dejando muy lentamente la tiara de nuevo en su caja.

—Supongo que estabas esperando para ver el tercer regalo antes de aceptar —contestó el Rey de la estafa, que abrió entonces la última caja—. Bien, sé que no rechazarás esto.

Los ojos de Nabiki brillaron al posarse en el contenido de la tercera cajita, que contenía un par de aretes de oro decorados con diamantes. Nunca había visto algo en apariencia tan caro y se preguntaba cuánto costaría, pero calculó al menos un millón de yenes. Tomó los aretes y los evaluó con atención. ¿En realidad sería tan malo aceptarlos? A fin de cuentas podría buscar la manera de deshacerse de Kinnosuke después, pero…

El momento en que Manabu logró ponerse de pie en el ring para demostrarle que no era un mentiroso se cruzó por la mente de Nabiki en ese momento, y luego de parpadear para hacer a un lado ese recuerdo, logró devolver los aretes a su caja.

—Tampoco los quiero —contestó ella, logrando ocultar la duda en su voz.

—Me sorprendes —dijo Kinnosuke—. Pero aún hay más regalos y tenemos otros lugares a dónde ir. Ven, vayamos al Nippon Budokan, lo he rentado sólo para nosotros y podemos pasar un rato cantando karaoke. Akane y Ranma pueden venir también, claro. (1)

—Como digas —respondió la mediana, que se limitó a seguir a Kinnosuke.

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En otra parte…

Kasumi se detuvo enfrente del edificio de departamentos y leyó la placa en la puerta: 'Departamentos Hinode", y si Nabiki no le había dado mal la dirección, aquí era donde vivía el maestro Manabu Sakura.

—Espero que esté en casa —suspiró la muchacha mientras presionaba el botón adecuado.

—Buen día, ¿quién es?

—Hola, maestro Sakura, soy Kasumi Tendo y quisiera hablar con usted.

—¿Kasumi? —el maestro hizo un pausa y luego continuó—. Ahora bajo, un momento por favor.

Al final Kasumi no tuvo qué esperar más de tres minutos para que Manabu hubiera bajado a abrirle la puerta y acompañarla de regreso a su departamento para ofrecerle algo de té mientras hablaban.

—Lamento interrumpirlo si estaba ocupado —comentó Kasumi cuando el maestro le entregó una taza de té de jazmín—. pero debo decirle algo importante.

—Estaba por salir a entrenar, así que no hay ningún problema. Dígame, la escucho —invitó Manabu, que se sentó en el sofá frente a Kasumi y se preguntaba qué era lo que sucedía. Sabía el peso que tenía la palabra de la mayor de las hijas de Soun en su familia, por lo que entendió que si Kasumi estaba allí lo mejor sería escucharla con atención.

—Nabiki está en un duelo de citas con Kinnosuke Kashao —empezó la mayor luego de dar un sorbo al té. Kasumi fijó su mirada en la del maestro y continuó—. La familia Kashao vive de aprovecharse de los demás para conseguir lo que desean, y si alguien no separa a Nabiki de Kinnosuke, es muy posible que mi hermana termine participando en las estafas de esa familia. Nabiki los ayudaría a arruinar y dejar en quiebra a mucha gente.

—No tenía idea de que hubiera alguien que usara los duelos de citas para vivir de esa manera —comentó Manabu cruzándose de brazos mientras asimilaba la información.

—Sería muy horrible si mi hermana termina viviendo así —dijo Kasumi luego de terminar su taza de té—. Y me daría mucha tristeza que se convirtiera en una estafadora de por vida.

—Lo entiendo pero… —el maestro respiró profundamente, recordando la conversación que tuvo con Nabiki el día anterior—. Ella no quiere que yo interrumpa este duelo de citas.

—Quizás, pero si usted en verdad es el prometido de mi hermana debería ayudarla, ¿no le parece? —le dijo Kasumi sin levantar la mirada de la taza—. Yo sé que Nabiki es egoísta, avara y codiciosa pero aún así…

—Por favor continúe —pidió Manabu, sabiendo que era lo que Kasumi quería escuchar.

—Aún así… ni siquiera ella merece terminar atrapada en una vida de trampas y crímenes al lado de un estafador como Kinnosuke —concluyó Kasumi, dejando la taza en la mesita de la sala para luego levantarse—. Es lo único que quería decirle, maestro Sakura, de nuevo me disculpo si lo interrumpí, y entiendo si no quiere ayudar a Nabiki pero si cambia de opinión, a estas horas creo que estará en el estadio Nippon Budokan… y ahora, creo que es mejor si regreso a casa…

—Sí, por supuesto, que tenga un buen día —contestó Manabu, que acompañó a Kasumi hasta la puerta y la miró salir en silencio, las palabras de la hija mayor de Soun Tendo pesando bastante sobre sus pensamientos.

"El Nippon Budokan…" pensó Manabu mientras lavaba las tazas, recordando su conversación con Kasumi y preguntándose si debería ir. Nabiki le había dejado en claro que no quería que interrumpiera su duelo de citas, y ciertamente no tenía derecho de hacerlo ya que no tenían ninguna relación formal, pero…

—Pero sí la tenemos —murmuró al entender que sí había una razón por la que podía involucrarse en todo este asunto—. Ella es mi alumna, y es mi obligación como su maestro protegerla de un estafador que la podría llevar a una vida criminal.

Complacido al saber que tenía una buena razón para interrumpir el duelo de citas de Nabiki sin ningún remordimiento, Manabu salió de su departamento. Si se apresuraba podría estar en el Nippon Budokan razonablemente rápido.

-0-

En el salón Budokan…

Nabiki, Akane y Ranma estaban solos en el centro del enorme estadio techado, de pie junto a un equipo de karaoke de última generación que Nabiki estaba revisando con una expresión de total aburrimiento.

—¿Nabiki… cuándo le vas a decir Kinnosuke que estás comprometida con el maestro Sakura? —preguntó Akane, aprovechando que el Rey de la estafa se había quedado afuera del estadio hablando con el chofer de la limusina—. Tal vez eso lo convenza de dejar este duelo de citas hasta aquí.

—Estoy de acuerdo con Akane —dijo Ranma—. No podemos arriesgarnos a que ese estafador nos mande todas las cuentas.

—No pienso decirle —contestó Nabiki, que continuaba mirando el catálogo de canciones en el karaoke—. Si lo hago podría causar un problema todavía más difícil de resolver.

—¿Estás segura? —quiso saber Akane—. Manabu podría…

—Estoy segura —dijo Nabiki, que finalmente eligió la canción 'Sakura Nights' de Yukiko Nakamura y comenzó a cantar una popular balada nostálgica que hablaba de un romance que empezaba una noche bajo los árboles de cerezo, ignorando completamente a su hermana y a su cuñado.

En realidad, Nabiki no podía decirle a Akane que una de las razones por las que aún no terminaba el duelo de citas era porque Kinnosuke estaba gastando a manos llenas, y todavía no le había dicho a quién le enviaría las cuentas. La mediana no podía permitir que la cita terminara sin conseguir esa información, pues aún cuando venciera a Kinnosuke, eso no acababa con el riesgo de que enviara las cuentas a su padre y a Manabu, lo cual era algo que ella quería evitar a toda costa.

—Tu hermana es imposible —se quejó Ranma en voz baja, sentándose en una silla para pensar en alguna manera de noquear a Kinnosuke y después arrojarlo a la bodega de un barco que estuviera por zarpar camino a China sin causar alboroto.

Afuera del estadio…

Kinnosuke terminó de dar instrucciones al chofer de la limusina y después de eso se acercó a un grupo de cinco adolescentes que estaban sentados cerca de la entrada principal. Cuatro de ellos se sentaban en el piso, mientras que uno de ellos, un rubio bastante atlético, se mantenía recargado en su motocicleta.

—Spark Enjou, que bueno que ya están aquí —llamó Kinnosuke, dirigiéndose al joven rubio—, tengo un trabajo especial para ustedes cinco. (2)

—De acuerdo, pero no olvides algo importante —dijo Spark, enderezándose para estirar los brazos—, la Furyou Seinendan no perdona las deudas, así que más vale que nos pagues una vez que terminemos el encargo. (3)

—Siempre he arreglado que les paguen lo que piden —le recordó Kinnosuke.

—Y más vale que sigas haciéndolo —sentenció Spark mientras volvía a sentarse en su motocicleta—. ¿Para qué nos llamaste? No me diste los detalles ayer.

—Quería que detuvieran a alguien, pero no será necesario —dijo Kinnosuke, que había pensado en contratar a Spark y su grupo para detener a Ranma, algo que ya no hacía falta.

—¿Entonces sólo nos estás haciendo perder el tiempo? —dijo el chico rubio con desgano.

—No, creo que hay otra persona que podría venir a molestar —comentó el joven Kashao, que recordó en ese momento al maestro que solía caminar con Nabiki casi todos los días. Kinnosuke no estaba muy seguro de qué relación tenían, pero no podía permitir que nadie lo interrumpiera mientras intentaba convencer a Nabiki de casarse con él—. Si alguien llega al estadio no lo dejen entrar.

—De acuerdo, ¿no importa si tenemos que golpearlo?

—Usa cualquier método que sea necesario, Spark —sentenció Kinnosuke, que sin más entró al Nippon Bakudan con la intención de usar la segunda tanda de regalos que había mandado traer para intentar ganarse a Nabiki de una vez.

Un poco después…

Kinnosuke subió al escenario seguido de tres empleados que cargaban cada uno cajas de regalo, estas más grandes que las del hotel Hallmark, y eso indicaba que lo que fuera que contenían era más grande y posiblemente más caro. Nabiki, que estaba eligiendo otra canción, ni siquiera se dignó a mirarlo, mientras que Ranma y Akane lamentaban que la deuda de este duelo de citas ya iba en varios millones de yenes.

—Veo que trajiste más basura —comentó Nabiki.

—No dirá eso cuando vea lo que el joven Kashao tiene para usted —dijo el señor Abril al tiempo que señalaba la primera caja con sus bracitos de marioneta.

—Lo que Abril intenta decir es que estos regalos seguramente sí serán de tu agrado, mi querida Nabiki —agregó Kinnosuke.

—No soy tu querida, y no me llames así otra vez —ordenó la mediana con una expresión de enfado—. Recuerda que sólo estoy aquí porque me obligaste.

—Cambiarás de opinión cuando veas esto —respondió el muchacho mientras abría la primera caja, revelando un lujoso abrigo de pieles que a primera vista era en extremo caro.

—Es visón y chinchilla —dijo el señor Abril, apuntando hacia la ostentosa prenda.

Nabiki se acercó al abrigo y lentamente, como si intentara resistir la tentación levantó las manos para tomar el abrigo, el cual apretó contra su rostro para poder sentir qué tan suave era al contacto con su piel. Debía admitir que era una sensación muy agradable, y no pudo evitar imaginarse usando el abrigo en algún evento importante.

—Bien, veo que te gusta, ¿supongo que lo aceptas, cierto? —dijo Kinnosuke con un tono de triunfo.

—...No lo acepto —dijo Nabiki con un suspiro, controlando con gran esfuerzo su amor por las prendas caras y lujosas—. Es excelente, pero no lo quiero.

—Muy bien, entonces, ¿qué tal este otro regalo? —preguntó Kinnosuke. El muchacho había notado que la resistencia de Nabiki estaba empezando a debilitarse, por lo que confiaba que su plan terminaría por funcionar.

Nabiki levantó las cejas al ver el hermoso y elegante vestido de seda que había dentro de la segunda caja. Estaba segura de que le quedaría muy bien, y podía imaginarse llevándolo puesto sin ningún problema. El color del vestido era carmín profundo, y la Tendo sabía bien que con joyería de oro sería un conjunto perfecto para cualquier noche de gala.

—Me parece que tu hermana no va a poder resisitir mucho si Kinnosuke sigue ofreciéndole cosas caras —murmuró Ranma, que había notado lo mismo que el Rey de la estafa.

—Yo pienso que sí podrá —discutió Akane también en voz baja—. Nabiki ya tiene al maestro Sakura, y…

—¿Crees que no lo cambiaría por alguna cosa cara? —respondió Ranma, recordando lo que Nabiki le había hecho cuando fue su prometida por un par de días.

—Sí, eso creo —contestó Akane con seriedad—. Tú no la viste cuando Manabu ganó la pelea de box por ella, Ranma. Estoy segura de que Nabiki no va a traicionar al maestro.

—Pues espero que así sea —respondió él, deseando que su prometida tuviera razón.

—...Tampoco lo quiero —dijo Nabiki luego de un momento de silencio.

—De acuerdo, entonces pasemos al tercer regalo de esta tanda, ¿qué opinas? —preguntó Kinnosuke, abriendo la tercera caja para revelar un conjunto de gala completo que incluía un vestido de la misma calidad que el anterior en color azul acompañado de una estola de zorro blanco, una gargantilla dorada y zapatos que hacían juego—. Si lo aceptas no sólo te daré esto, también te daré todos los regalos que ya has rechazado.

—Ay… —murmuró Nabiki mordiéndose los labios, su mirada fija en el regalo. Sin poder contenerse, tomó el vestido y deslizó sus dedos sobre la suave tela, preguntándose si en verdad estaría mal poder tener ropa bonita como esta cada que lo necesitara sin preocuparse por el precio. No podía negar que era bastante tentador…

—Acéptalo y podremos tener muchas cosas más que otros pagarán por nosotros —Le dijo Kinnosuke acercándose a ella y tomando una de sus manos con la suya—. Te enseñaría todos los trucos de la escuela Kashao y tendríamos una vida perfecta juntos.

—...Kinnosuke… guarda el vestido… no lo quiero —dijo Nabiki mirando en otra dirección para evitar seguir viendo la prenda. La única razón por la que logró negarse fue porque sentir la mano de Kinnosuke sobre la suya la hizo sentir enfado y un poco de miedo. Miedo al entender que usar los trucos y trampas de la familia Kashao para ella sería muy fácil, y que con el tiempo tal vez incluso llegaría a gustarle mucho vivir así. Por otro lado, el contacto de su mano la enfadaba pues sabía que si lo aceptaba, podría condenar a su familia o a Manabu a pagar una deuda sin merecerlo, y eso era algo que en verdad no podía permitir.

—De acuerdo, no hay problema —dijo él, que sonrió de nuevo al saber que todavía tenía dos oportunidades más de ganar el duelo—. La cita aún no termina y sé que al final aceptarás algún regalo. ¿Quieres tomar algo antes de salir del estadio? yo iré a pedir una bebida.

—No quiero nada, ve por tu refresco —le dijo Nabiki mientras comenzaba a buscar otra canción en el equipo de karaoke y decidiendo al final cantar otra balada melancólica.

-0-

Afuera del Nippon Budokan…

Manabu había tardado un poco en recorrer el parque Kitanomaru para llegar hasta el estadio Budokan, pero ya estaba casi a las puertas del lugar. Una rápida mirada al frente le reveló dos cosas que le llamaron la atención; la primera era una limusina estacionada en la explanada que salía a la calle y la otra, un grupo de cinco muchachos que se le acercaron con la clara intención de cortarle el camino.

—Oiga, viejo, ¿a dónde se dirige? —preguntó uno de los muchachos del quinteto, un joven bastante alto y fornido con una prominente quijada.

—No se puede entrar al estadio —dijo otro, un joven muy obeso que también se acercó.

—Así que es mejor que se vaya —comentó el siguiente, un muchacho muy esbelto.

—Si no lo hace, le irá bastante mal —concluyó el cuarto, un chico no muy alto y de orejas algo grandes.

—Calma muchachos, parece que el señor vino a hacer ejercicio, vean esa horrible sudadera naranja y esos feos pants blancos, claramente no sabe vestir con estilo como nosotros, ¿no creen? —dijo con un tono burlón un muchacho rubio y atlético que dejó su motocicleta y se acercó con un paso firme y decidido hasta donde Manabu se había detenido—. Además, estoy seguro de que este tipo es listo y se irá de aquí ¿No es así, amigo?

—Necesito entrar al estadio —respondió Manabu al tiempo que se quitaba los anteojos y los guardaba en el bolsillo de la sudadera—. No puedo perder tiempo con un montón de niños malcriados así que déjenme pasar.

—Vaya que es estúpido —respondió el joven rubio—, ¿No sabe que está hablando con la temible Furyou Seinendan? y nosotros… ¡Somos el terror de varias preparatorias de Tokio!

Manabu levantó una ceja al reconocer de inmediato el nombre. La maestra Hinako había mencionado a esta pandilla como una de las más elusivas de Tokio, aunque admitía que nunca estuvo en alguna escuela que fuera blanco de estos pandilleros.

—La pandilla de los jóvenes rufianes —respondió el joven maestro.

—Así es —dijo el rubio mientras se ataba una banda blanca alrededor de la cabeza y se desabotonaba la chaqueta— Y si sabe quienes somos, entonces sabe lo que podemos hacer si no se larga.

—Sólo conozco el nombre de su banda, no el de cada uno de ustedes —dijo Manabu sin dejar de mirar al grupo—. Pero no me interesa saber el nombre de un montón de niños mugrosos, sólo quiero ir al estadio así que háganse a un lado, tengo prisa.

La respuesta de los cinco pandilleros fue comenzar a reír ante las palabras de Manabu, hasta que el líder hizo una señal con la mano y todo quedó en silencio.

—Se cree muy listo, ¿eh? —dijo el rubio—. Muchachos, ¡agárrenlo y llévenlo al jardín!

Y antes de que Manabu pudiera reaccionar, fue tomado por los cuatro miembros de la Furyo Seinendan que lo habían rodeado y arrastrado hasta detrás de los arbustos que rodeaban el Nippon Budokan. El maestro trató de resistirse y aunque pudo lanzar un golpe que estuvo a punto de golpear al más alto de los pandilleros, no pudo evitar ser inmovilizado y arrastrado lejos de la puerta del estadio.

Y mientras forcejeaba, pudo ver que Nabiki, Akane y Ranma salían del Nippon Budokan, siguiendo a un muchacho alto que cargaba un muñeco de ventrílocuo. Manabu trató de llamar a Nabiki, pero los pandilleros le cubrieron la boca y no pudo hablar, sólo logró observar cómo el joven del muñeco le abría a Nabiki la puerta de la limusina para que subiera y cómo Ranma y Akane también subían al vehículo, el cual arrancó y se alejó del estadio.

—Por lo visto usted es el tipo que Kinnosuke mencionó —dijo uno de los pandilleros.

—Sólo nos contrató para evitar que lo interrumpiera, así que eso ya quedó listo —dijo el joven rubio—. Pero por otro lado, está el asunto de que nos llamó niños mugrosos.

—¿A dónde irá Kinnosuke? —preguntó Manabu sin dejar de forcejear, pues estaba empezando a perder la paciencia.

—Me temo que no le podemos decir —comentó el líder de la banda—. Aunque podemos hacer esto más interesante; usted nos insultó y deberá pagar por eso así que… si nos derrota a todos uno a uno, le diremos todo el itinerario de Kinnosuke y si se niega, lo golpearemos entre los cinco hasta dejarlo hecho puré, ¿qué le parece?

—Me parece… —Manabu respiró profundamente y dejó de forcejear, lo que logró que los otros pandilleros lo soltaran. La idea del jefe de la banda no le agradaba pues no le interesaba pelear con un montón de muchachos menores que él, pero por el otro lado, era su única opción para encontrar a Nabiki, y además, pensaban golpearlo de todos modos así que no parecía tener otra opción—. Me parece una apuesta idiota, pero si tanto quieren pelear conmigo, supongo que no puedo negarme.

—Perfecto, ¡esto será divertido! —rió el rubio, que entonces señaló al muchacho más obeso del grupo—. Voltage Denji será su primer oponente, y le advierto que es el miembro más fuerte del club de sumo de su escuela.

—Aunque decida pelear en serio, el tipo ya está derrotado —dijo Voltage—. Sólo tendré qué hacer una… ¡Uuugghhh!

Cualquier cosa que fuera a decir Voltage fue interrumpida por un fuerte gancho al estómago que Manabu le había atinado con tal velocidad que ningún miembro de la banda lo vio venir. El muchacho se puso las manos sobre su prominente barriga y cayó de costado, quejándose por el fuerte dolor que le recorría todo el cuerpo.

—Tu amigo ya no podrá pelear —dijo el maestro, que ya tenía los puños levantados—. Les aconsejo que se rindan y me den la información que necesito.

—¡Nunca! —dijo el pandillero más esbelto—. ¡Voltage es mi mejor amigo y yo vengaré su derrota, pelea conmigo, idiota!

—Le advierto que él es Thunder Kaminari, la estrella del equipo de karate de su escuela y que él nunca ha perdido una pelea, ¿cree que podrá ganarle?

Manabu no respondió, y en lugar de eso se inclinó con rapidez para esquivar una veloz patada de Thunder, que había decidido atacar de inmediato. El maestro esquivó otra patada alta y luego otra, hasta que había retrocedido unos cuantos pasos. Descubrió que el muchacho era rápido, pero tenía una pésima defensa. Decidiendo que era importante vencerlo rápido, Manabu esperó la siguiente patada de Thunder, y luego de esquivarla, aprovechó el momento en que el muchacho bajó la pierna para soltarle un puñetazo directo al hígado, lo que consiguió tirarlo al suelo con las manos en el abdomen mientras trataba de no gritar de dolor.

—Golpe al hígado —anunció Manabu—. No se levantará por un rato.

—Entonces es mi turno —anunció el más bajo de la pandilla, tomando un paso hacia Manabu—. Soy Bolt Ikazuchi y mi especialidad es el judo, a mi no me podrá golpear tan fácilmente, yo … !Aaaauugh!

Manabu, que aprovechó el monólogo del muchacho para sorprenderlo, se agachó con rapidez y le asestó un potente puñetazo izquierdo debajo del esternón, sacándole el aire para tumbarlo sin problemas.

—No me agrada pelear con niños —comentó Manabu—, denme el itinerario de Kinnosuke Kashao y dejaremos este pleito inútil aquí.

—Claro que no, esto apenas empieza —dijo el rubio—. Mi amigo Surge Raijin aún no pelea con usted.

—Y yo lo haré polvo —sonrió el muchacho más alto del grupo—. Yo no practico artes marciales, mi estilo de pelea es libre y en las peleas callejeras nadie me ha vencido jamás!

Manabu no respondió y se limitó a esquivar los primeros dos golpes de Surge moviéndose a la izquierda y luego a la derecha, para después conectar con un derechazo en el estómago del pandillero, que retrocedió tres pasos pero no cayó al suelo.

—Es muy fuerte… —dijo Surge Raijin apretando los dientes para controlar el dolor—. ¡Pero no me ha ganado todavía!

El maestro Sakura suspiró y simplemente le atinó al pandillero un potente puñetazo en su prominente mandíbula, mandándolo al suelo de golpe. El muchacho ya no se levantó y sólo pudo llevarse las manos a la cara mientras gemía de dolor.

—Es la última vez que te ofrezco dejar esto aquí —advirtió Manabu con una voz muy severa—. Me han hecho perder tiempo y se me acaba la paciencia, dime a dónde irá Kinnosuke.

—¿Cree que voy a dejar las cosas así después de que venció a mis hombres? —respondió el rubio—. Reconozco que es usted muy fuerte, ¡pero no podrá conmigo!

—No digas que no te lo advertí —le recordó Manabu mientras fruncía el ceño y levantaba de nuevo los puños—. ¿Y tú cómo te llamas, Electric Kamikaze?

—No, yo soy Spark Enjou —respondió el chico rubio, que soltó un fuerte jab directo al rostro de Manabu, logrando sorprender al maestro que sólo pudo alcanzar a bloquearlo—. ¡Y soy el más fuerte del club de box de mi preparatoria!

—Supongo entonces que sabes cómo vencí a tus amigos —comentó el maestro mientras se movía a la izquierda, evaluando la defensa de su oponente y notando que era sólida, pero con varios errores que el muchacho necesitaría corregir si deseaba ser profesional.

—Claro que sí —dijo Spark, lanzando otro jab que fue bloqueado—. Usted claramente sabe algo de boxeo, pero no podrá conmigo.

—Lo siento, muchacho… —contestó Manabu, que se deslizó bajo la defensa de Spark y le conectó un gancho al estómago, el cual siguió con una combinación de un jab y finalmente un potente cross que le impactó a Spark Enjou directo en la cara, derribándolo antes de que pudiera reaccionar—, ¡pero te falta mucho para poder pelear conmigo!

—Usted… seguro que es boxeador profesional… —murmuró Spark, mirando a Manabu con un recién descubierto respeto. El muchacho seguía tirado de espaldas pero no había quedado inconsciente, y ahora entendía que si no estaba noqueado era porque el hombre frente a él había contenido sus fuerzas— ¿Quién es usted?

—Soy Manabu Sakura, el boxeador número once de Japón —declaró el maestro al tiempo que volvía a ponerse los anteojos—. Y ahora, ¿me darás la información que necesito?

Sabiéndose vencido y sin el apoyo de su pandilla, Spark logró sentarse y asintió.

—Kinnosuke irá primero a la bahía, rentó un yate para dar un paseo de unas cuantas horas con una muchacha —dijo el joven rubio, mientras se frotaba la mandíbula—. De allí irían a un restaurante de comida francesa, creo que se llama 'La Table de Chardin' o algo así.

—La bahía queda algo lejos…—dijo Manabu al entender que tardaría mucho en llegar, pero entonces notó algo que pensó le sería bastante útil—. Dame las llaves de tu motocicleta, muchacho.

—¿Mi… mi moto? —preguntó incrédulo Spark.

—Podrás ir por ella el lunes al gimnasio Mori-Mori —le aseguró el maestro al tiempo que extendía la mano—. Dame las llaves.

Al entender que no le quedaba otra opción, Spark Enjou suspiró y obedeció las órdenes de Manabu.

-0-

Algo más tarde…

A pesar de no tener mucha experiencia con motocicletas, Manabu se las arregló para llegar relativamente rápido a la zona turística de la bahía de Tokio, en donde estaban los muelles. Ahora lo único que necesitaba hacer era descubrir en cuál de ellos estaba el yate que Kinnosuke había rentado.

Decidiendo no perder más tiempo, el maestro empezó a recorrer los muelles, pasando algunos minutos sin tener suerte hasta que a lo lejos distinguió la limusina en la que Nabiki había salido del Nippon Budokan. acelerando la motocicleta, llegó hasta el muelle privado Shizuku pero las rejas estaban cerradas, impidiéndole el paso.

—Lo siento señor, no puede pasar con esa clase de vehículos y debe pagar para entrar si desea visitar el muelle —comentó a su izquierda una muchacha vestida con un elegante traje de marinera—. Son 540 yenes, ¿desea entrar?

—Claro que deseo entrar —contestó Manabu, que sin dudar pagó el boleto y esperó a que le abrieran la reja para dejar encargada la motocicleta y apresurarse a llegar al embarcadero.

Mientras se acercaba, Manabu logró ver cómo Nabiki y Kinnosuke subían al yate, en donde los recibía un miembro de la tripulación. El maestro comenzó a correr, pero en ese momento sucedió algo que no esperaba, pues justo cuando Ranma y Akane iban a la mitad de la pasarela para subir al yate, la plataforma se dobló en dos de repente, aplastando a Ranma y provocando que Akane cayera al agua.

"¡Y creo que Akane no sabe nadar!" Pensó Manabu, que para cuando llegó al embarcadero, lo único que pudo ver en el yate fue a Kinnosuke hablando con la tripulación mientras que Nabiki observaba el sitio donde Akane había caído al agua. Preocupado, el maestro miró hacia el yate un instante, consideró llamar a Nabiki pero luego cambió de opinión al escuchar que Akane pedía ayuda mientras chapoteaba en el agua con desesperación, ya que Ranma, ahora en su forma de chica, aún estaba forcejeando para desenredarse de las cuerdas que habían estado sosteniendo la pasarela.

Manabu no dudó ni un segundo. Podría buscar a Nabiki más tarde, en ese momento dos de sus alumnos necesitaban de su ayuda, así que sin pensarlo más, saltó al agua con la intención de ayudarlos.

Mientras, en el yate, Nabiki estaba recargada en la barandilla y observaba con preocupación, la manera en que su hermana intentaba salir del agua. No se había imaginado que Kinnosuke intentaría deshacerse de Ranma y Akane usando una trampa como esa, y estaba a punto de pedirle que regresara para salvarlos cuando notó que alguien más llegaba al muelle. y esa persona era él. De algún modo Manabu la había encontrado y si hubiera llegado un poco antes…

Su mirada se cruzó entonces con la de él por una fracción de segundo y después, el maestro saltó al agua para ayudar a Akane y a Ranma.

"Manabu… ¿Viniste por mi?" Pensó Nabiki, sintiendo una extraña calidez llenarle el pecho al confirmar una vez más que a pesar de todo, Manabu estaba dispuesto a ayudarla.

—¿Sucede algo? —preguntó Kinnosuke—. No te preocupes, sé que Ranma puede salvar a tu hermana, y necesitaba pasar un tiempo a solas contigo.

—No pasa nada, tienes razón, Ranma puede salvar a Akane —aceptó Nabiki, que tomó a Kinnosuke del brazo y lo alejó de la barandilla, pues no quería que viera que Manabu había llegado—. Y por cierto, ya decidí cuál será mi condición para ganar el duelo de citas, ¿quieres escucharla?

—Adelante, dime cuál es —aceptó Kinnosuke, dejando que Nabiki lo llevara al otro lado de la cubierta, en donde había cocteles de mariscos listos para los dos.

—Muy bien —dijo Nabiki—, mi condición es…

=0=

Notas:

Hola! Primero que nada, les agradezco haber leído este capítulo, que terminó siendo un poco más largo de lo planeado pero era importante incluir la información sobre la primera parte del duelo de citas antes de pasar al desenlace en el siguiente episodio.

(1) El Nippon Budokan es un estadio en Tokio que normalmente aloja eventos deportivos, pero también es común que haya conciertos allí. Como en el manga Kinnosuke renta el Domo de Tokio, me pareció que sería mejor no repetir lugares.

(2) Spark Enjou es el primer personaje importante de Rumiko Takahashi, y fue protagonista de un par de historias cortas en los inicios de la autora, y de aparecer en pequeños cameos en Urusei Yatsura. Necesitaba para la trama un personaje que pudiera ser antagonista, así que me pareció interesante usarlo.

(3) La Furyou Seinendan (Literalmente 'la banda de los jóvenes pandilleros'), fue el primer grupo de antagonistas en una historia de acción y comedia de Takahashi, y la incluí por el mismo motivo que a Spark.

De nuevo gracias por leer, y nos vemos en el próximo capítulo!