Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia solo es para entretenerme y entretener
«La rueda de la fortuna gira incesantemente,
y quién puede decirse a sí mismo,
hoy estaré en lo más alto».
Confucio.
Capítulo 5 .- Destino
El miedo y la desesperación que impregnaban cada fibra de su ser eran implacables
La respuesta de su cuerpo era cruel, y contradictoriamente era la mejor esperanza de conseguir pasar por situaciones como esa
Esa era la única manera de luchar en la gran guerra
Neil no sabía nada más, y francamente no le importaba saber más. El enemigo debía ser neutralizado. El resto, de momento, no importaba.
El miedo nunca le abandonaba. Su cuerpo podía sentirlo como frío que se arrastraba a lo largo de su espina dorsal.
Pero, cuando el temor atormenta el cuerpo, los soldados son arrastrados por una descarga de adrenalina sin la cuál no sobreviven.
El caos reinaba en todos lados. El cuerpo le dolía, en protesta a lo que se le estaba exigiendo
Había empezado como un recluta verde, un ser de cuerpo débil cuya única fortaleza era ser demasiado orgulloso para admitir la derrota o el estar equivocado
Ahora, se había convertido en un veterano que se desplazaba en las interminables batallas como una máquina
Una máquina que no se distrae. Una máquina que no muestra temor. Una máquina que lleva la misma sonrisa cínica día tras día.
Lee la batalla y cómo se desarrolla.
Sus ojos buscan al enemigo.
Ataca al enemigo, protegiéndose y protegiendo a su escuadrón.
El escuadrón formado por compañeros, no amigos.
Porque tener un amigo en aquellas circunstancias no era bueno para alguien como él.
Esas eran sus reglas de combate
Pero las olvidó al darse cuenta de que Theo Salieri se había quedado atrás
Y echó a correr.
Con cada zancada se acercaba cada vez más a su objetivo, disparando sin pensar. Sin parar, sin mirar atrás. Directo como siempre era él en todo
El sentimiento y no la razón lo impulsaron a volver desenfrenadamente a buscarlo
Y olvidó que poner algún tipo de sentimiento en batalla era malo.
Te distrae, te hace actuar descuidadamente
Te hace débil
Te hace un blanco
Esta realidad lo golpeó junto a la ráfaga de metralla.
Alcanzó apenas a ver su uniforme teñirse de rojo
Entonces todo se volvió negro
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—Estoy feliz de poder serle útil, señorita White— comentó el doctor Lioncourt después de dejar la última caja en el b pequeño depósito de la oficina, sonriéndole
—Gracias, fue de gran ayuda. Pero, por favor, podría retirarse, el doctor Gardner debe estar por retornar
— Usted no hubiera podido traer todo esto con el tobillo lastimado, Andrew tendrá que entenderlo — comentó el rubio con una afable sonrisa
Candy de momento no supo qué contestar.
Inicialmente, al encontrarse con él en la calle, había sentido un extraño reflejo de aprehensión, pero ahora no entendía la feroz antipatía del doctor Garnerd hacia su amable colega
Quizás era porque eran diametralmente opuestos, no solo físicamente, también en carácter
—La próxima vez ten más cuidado, sé que llevabas prisa,... Tu jefe no es el más paciente del mundo — Carl miró disimuladamente en torno— pero..,no es tan malo como parece…— buscó en sus bolsillos, sacando unos dulces en una bolsita de papel, ofreciéndoselos
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Francia-.-.-.-..-
Cuando Neil Leagan era un niño muy pocas veces pudo interactuar libremente con niños de su edad
Solo recordaba un día lejano en el que, por idea de Stear, habían podido burlar a las cuidadoras, para mezclarse con niños desconocidos en un parque
Jugaron a indios y vaqueros, utilizando, arcos, pistolas y rifles de juguete que disparan proyectiles imaginarios
Los primos jugaron a ser héroes.
Stear le explicó que, los que tomaban las balas por los suyos y se aventuraban con valentía a la línea de fuego, absorbiendo una bala tras otra, hacían algo bueno
Porque inspirados por la muerte del héroe, sus compañeros lanzarían un contraataque audaz.
Con su noble sacrificio la victoria estaba declarada, y los niños que habían estado del lado de los chicos malos estaban perdidos
Pero, pretender ser un héroe caído en batalla, en un juego era una cosa
Morir siendo un "héroe" en una guerra real era otra.
Comprendía la diferencia
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—No quiero morir. Esta vez no voy a seguirte, Stear
Hay algunas pesadillas de las cuales no puedes despertar, no importa cuánto lo intentes. Neil Leagan estaba atrapado en recuerdos y delirios
—¿Qué ha estado pasando?
Siente el dolor y la sensación de vacío, ahora se encuentra en un lugar frío y no puede abrir los ojos.
Está tan cansado, tal vez está llegando al límite de sus fuerzas, está seguro de que falta poco, muy poco…y se pierde de nuevo en la inconsciencia….
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El grupo estaba resguardado al abrigo de grandes rocas
—¡No puede ser! ¡Dí que se pondrá bien, Salazar! — Gritó Theo Salieri
—¡No lo sé, está muy grave!
—¡Resista, Jefe! – Gritó Theo desesperado al ver como este podría estar en sus momentos finales.
—¡Theo para ya! – Dijo Kieffer intentando inútilmente calmarlo
—¡TIENES QUE CURARLO! – Gritó desesperado al sanitario del grupo, que en ese momento intentaba infructuosamente estabilizar al castaño
—¡Kieffer, Salazar, hay que llevarlo al pueblo rápido! ¡Lo más importante es dar auxilio a los heridos! — Dijo el capitán Lockhart— !LOS DEMÁS, CONMIGO, AÚN TENEMOS QUE LIMPIAR EL PASO Y ASEGURAR LA ZONA!
—¡VAMOS! ¡NO TENEMOS TIEMPO! — Gritó el sargento Robertson, mientras los camilleros cogían a Neil y lo acomodaban en una carroza, junto a otros soldados heridos, para correr en dirección al pueblo, tan pronto el paso fuera nuevamente habilitado
La tropa empezó a organizarse en pequeños grupos, menos Salieri, que estaba sentado con las rodillas en el pecho, temblando, con el rostro oculto.
—¡DE PIÉ! — Gritó el capitán, cogiendo a Theo del brazo— ¡LÁGRIMAS Y ARREPENTIMIENTOS CUANDO ESTÉS CON SAN PEDRO, SOLDADO!
Tenía razón, no había tiempo para eso.
Era hora de disparar y olvidar
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Chicago-.-.-.-.-
La puerta se abrió con un ruido fuerte, Candy saltó del susto. Naturalmente su reacción fue mirar en dirección del sonido.
Era el doctor Andrew Garnerd quien acababa de abrir la puerta, tragó en seco sin darse cuenta, y fue a su encuentro
—Doctor. ¡Buenos días!
Candy intentó fingir calma y controlar su expresión, extrañamente se sentía culpable.
Andrew distorsionó su boca al ver al indeseable visitante que aún tenía la bolsa de dulces en su mano extendida
—Ah…. Creo que aquí hay un gran problema…
Candy casi se dice "lo siento, no debí permitir que entrara" pero se contuvo.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-Francia-.-.-.-.-.
El capitán Paul Lockhart no pasaba por alto una baja, jamás olvidaba a ninguno de los caídos bajo su mando
Dejaba que el rencor le envenenara la sangre cuando los recordaba
Era la carga que debía soportar un militar de carrera como él
Los informes indicaban que pronto se firmaría el armisticio
Sin embargo, las fuerzas enemigas parecían fieras heridas dispuestas recuperar su posición en esa guerra.
Debía de andar con cuidado. El enemigo tenía tomado aún una parte del valle
Debía atacar.
Y ese era el mejor momento.
Se volvió hacia su tropa y los miró con orgullo
—¡ESCÚCHENME! ¡HOY TOMAREMOS EL CONTROL COMPLETO DEL VALLE Y LE MOSTRAREMOS AL ENEMIGO EL PRECIO DE DESAFIARNOS! —Gritó con fuerza— ¡LES ENSEÑAREMOS DE QUÉ ESTAMOS HECHOS ¡VENCEREMOS! ¡AVANCEN !
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—¡Andrew! ¡Justo hablábamos de ti!...
Carl Lioncourt con la mano extendida con la bolsa de dulces intentó acercarse. Por supuesto que Andrew no lo permitió.
—¡Aléjate!
Andrew lo empujó lo más fuerte que pudo, pero todo lo que consiguió fue ocasionar un leve tropezón.
— ¡NO TIENES PERMITIDO ESTAR AQUÍ!
Candy abrió mucho los ojos por la situación, Andrew era bastante delgado, pero no era un debilucho y era sorprendente que sólo consiguiera hacerlo tropezar
—¡Ya te lo advertí, no estás autorizado para estar aquí! ¡Fuera!
Andrew gritaba, mientras miraba en torno con nerviosismo ¿Quizá buscando algo?
—¡FUERA!
Candy los contempló nerviosa, la imagen con la que los conoció por primera vez volvió a su mente
Carl Lioncourt, sonrió de costado, se detuvo y levantó las manos
—Vale, vale, entiendo,...no te alborotes tanto, ya me voy
Parecía retirarse, pero de repente giró y extendió la mano para tomar juguetón las gafas de Andrew.
Candy se congeló en su lugar.
La expresión de Andrew se endureció.
—¡Devuélvemelas!
El rubio lo miró burlonamente
—¿Cuándo dejarás de ser tan niño, hermano?
..-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
—¡Maldición, deja de molestarme!
Andrew gritó y lanzó un golpe, lamentablemente Carl se sacudió y lo esquivó por poco.
—Pensé haberte enseñado modales ¿Cómo puedes vivir en sociedad con ese temperamento tan malo?
—¡Te arrepentirás…!
Andrew volvió a lanzar un golpe. Candy pensó por un momento que debería intentar detenerlo
Pero no fue necesario, con una finta y un hábil movimiento, Carl ya lo había inmovilizado
—Te dije que aprendieras a controlarte, Andrew ¿O te gustaría que te llevaran a aquel lugar de nuevo, hermanito?— le susurró al oído con voz dulce
La voz baja y profunda se escuchó tan suave como una caricia. Pero la cara de Andrew se volvió pálida después de escuchar eso.
Candy jamás había visto a nadie con esa expresión en su rostro.
—Un cadáver tendría mejor tez que eso — miró a Andrew, quien parecía incapaz de respirar, Carl sonrió tan ampliamente como lo hizo la primera vez que la conoció
—Bien, ya nos entendemos. No eres tan tonto, hermanito
Antes de haber visto aquella escena, Candy había pensado que el rubio era muy amable pero después de aquella interacción, no sabía qué pensar
Carl se estaba riendo con tanta calma después de que Andrew se quedó congelado
Sintió un escalofrío en la columna. Había pasado menos de una hora desde que lo conoció formalmente, y sintió que había visto la cara desnuda de un hombre que se escondía bajo una máscara.
Carl dirigió la cabeza hacia la inmóvil Candy .
El repentino contacto visual la sorprendió.
Los ojos azules se sentían yan fríos
—¿Nos disculpa por un momento, señorita White? Tenemos una charla familiar…—Le dijo sonriendo, igual que antes. Miró al moreno —. ... Ahora que Andrew está listo para escuchar —puso su mano sobre el hombro
Entonces sucedió algo sorprendente. Andrew se sentó en silencio en la silla más cercana.
Candy parpadeó sorprendida
Una actitud tan sumisa, como la de un perro entrenado.
Hubo silencio de nuevo. Carl tomó una silla cercana, se sentó frente a Andrew
—¿Qué hace?
Candy se quedó allí por un momento, mirando al doctor Garnerd. De alguna manera pensó que no debía dejarlo.
—¿Realmente debo salir?—pensó
Andrew no la miró y no había justificación para que permaneciera parada sin decir nada.
—Doctor Gardner, llámeme si me necesita, esperaré en el pasillo— eso fue todo lo que pudo decir.
Esperó por un momento, pero Andrew seguía sin expresión e insensible y no tuvo más remedio que darse la vuelta y salir.
-.-.-.-.-.-.-.- horas después.-.-.-.-.-.-.
El capitán Lockhart contempló con pesar el campo de batalla.
Todo era polvo, humo y sangre.
Las aves de rapiña volaban haciendo círculos sobre los cadáveres de soldados caídos en ambos bandos
Los enemigos heridos clamaban por una muerte rápida y por piedad.
La boca se le secó
—Señor —Uno de sus soldados se acercó — El paso está libre y asegurado, estamos trasladando a los heridos al campamento provisional.
—Bien
Suspiró.
Estaba cansado de todo, ojalá los informes fueran ciertos y la guerra realmente estuviera por terminar
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—¡Son del grupo de Daniel! —susurró Christine Janot para sí misma, al ver llegar a los primeros heridos, al improvisado puesto sanitario convertido en hospital de campaña, donde ayudaba a las enfermeras voluntarias
—Vamos señoritas, esos soldados necesitan ayuda – ordenó la enfermera Flanagan, quien estaba a cargo
—¡Que no le haya pasado nada!—Fue lo único que rogó la joven en silencio antes de salir corriendo junto con las otras a la puerta
Para su desazón, a los pocos minutos, vio cómo entraba una camilla a toda prisa por la puerta. Su corazón se detuvo por un instante al ver al castaño
No podía creer lo que estaba pasando. Daniel Reagan estaba en ese hospital, herido. No sabía qué hacer, o qué pensar. Sólo pedía al cielo que sus heridas no fueran graves, y que se recuperara pronto.
Sin pensarlo se dirigió corriendo a su lado y lo tomó de la mano.
A pesar de que las demás voluntarias trataron de alejarla, a pesar de los gritos de la enfermera Flanagan, no consiguieron apartarla
—Daniel , vas a estar bien. Tienes que estar bien. — Le decía mientras caminaba a su lado hasta el cobertizo convertido en sala de revisión, donde finalmente le cerraron el paso.
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—Estará bien,... no le pasará nada,... Daniel estará bien. – Se decía Christine en voz baja , cosa que aumentaba la preocupación de los demás.
—Señorita , ¿se encuentra bien? — preguntó Theo con temor ante el estado de Christine
Estaba preocupado por su amigo, pero, también estaba preocupado por la señorita que no dejaba de temblar y lamentarse
—¿Daniel estará bien? – Preguntó sin poder evitar que se le quebrara la voz.
—No sé,…lo…lo siento señorita, él está gravemente herido. – Respondió Theo a punto de llorar sabiendo que su amigo estaba entre la vida y la muerte—... Y es mi culpa…
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Horas después el doctor salió para informar que Daniel Reagan estaba estable, dejó que la joven entrara al cuarto, aunque le advirtió que estaba inconsciente
Christine entró a su habitación, y sus ojos se llenaron de lágrimas al verlo tan pálido postrado en la cama. Se acercó lentamente y depositó tímidamente un beso sobre su frente
—Candy – Dijo Neil en un suspiro.
Christine únicamente cerró los ojos para impedir que las lágrimas acumuladas salieran, y se llevó la mano al pecho al sentir que el aire le faltaba
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Hogar de Jonathan y Estela Ramirez. Suburbios de Chicago.-.-.-.
Oscuro, todo estaba completamente oscuro
La sala estaba apenas iluminada por las débiles luces de unas cuantas velas ubicadas estratégicamente, pero que no servían de mucho, pues la negrura de la noche era la predominante en el lugar.
Ella caminaba con paso presuroso, pese a estar en su casa el ambiente era totalmente tenebroso, mirase por donde se mirase, todo la asustaba, las cortinas, los muebles, todo formaba aterradoras siluetas que se veían tan siniestras como irreales
La sensación de ser seguida por alguien, inundó su mente.
Caminaba de un lado a otro, revisando las puertas y ventanas, moviendo la cabeza de un lado al otro, buscando al enemigo que la rondaba, pero nada
Nadie estaba en el lugar
— No pasa nada,...Jonathan está por llegar…—se decía a sí misma, intentando calmarse pensando en la pronta llegada de su amado esposo
Pero, no podía, y de nuevo tuvo la misma sensación angustiosa
Buscó en la cocina un arma para defenderse a ella y a los dos niños que dormían en la planta alta.
El más filoso de sus cuchillos
Quiso asegurarse nuevamente que no había nadie escondido o intentado entrar a su casa, con igual resultado.
Sin dejar de caminar volteaba y volteaba, estaba realmente asustada.
Un manto blanco, niebla cubrió su rededor
Le produjo un extraño sentimiento de miedo y soledad
Temblaba
Al inicio pensó que el frío era el causante, pero el acelerado ritmo de su corazón le hizo ver que la razón verdadera era el miedo, su instinto estaba activado y le decía que algo no iba bien.
Apretó con más fuerza su improvisada arma
Repentina e inexplicablemente se materializó en medio de un bosque.
Gritó asustada, sin entender
Se encontraba en medio de un bosque tenebroso
¡Pero el bosque más cercano estaba a más de cincuenta kilómetros!
Se sintió mareada. Se le revolvió el estómago.
Se sentía cayendo en un abismo.
Luego se le pasó y volvió a caminar. La niebla comenzó a aclarar
Sus ojos se desorbitaron a causa del miedo, el temor y la confusión.
Para empeorar todo, empezaron los susurros
Palabras ininteligibles
Voces quedas amenazantes
Los siniestros árboles se movieron, y al instante pudo distinguir a una extraña silueta salir de entre ellos y caminar rápidamente hacia ella.
—¡ESTELA!
El ente sabía su nombre, eso la asustó aún más
Lo mejor era intentar escapar, pero antes de que pudiera hacerlo el ente corrió directo hacia ella, con una mano extendida hacia el frente
—¡ESTELA, CARIÑO!
La voz aguardentosa salida de la boca cubierta de dos hileras de colmillos le llamaban.
Repentinamente sintió que era imbuida de una misteriosa fuerza
Sonrió
Su hogar, su familia, su amor…. Tenía un cuchillo con ella…iba a defenderlos
-.-.-.-.-.-..-.-.-.-.-.-.-.-.
Notas.-
Hola!
Mil disculpas por la tardanza
No cuento mi triste historia porque no la creerían.
Solo puedo decir: Estoy de vuelta, no he olvidado el fic y espero ustedes tampoco.
Gracias a: Jenny Leagan, Girlspower, Hirumi HdZ, MaryMorante, malenka67, Mia Brower Graham de Andrew, agcontrerasg.10, Mary y todos los Guest
Es por ustedes que seguiré con esto
Gracias, muchas gracias por su paciencia
Si alguien quiere leerme un poquitín más, escribí un poco en la página de "El ciber hogar de Pony" , en la Guerra florida y en los Fanfics.
En el buscador de la página pueden encontrar mis historias : "Irrumpiendo en la mansión" y "Mientras me sigas necesitando"
Si están registradas, en los fanfics encontrarán mi minific : "Equivocada"
Gracias por leer mis comerciales 😀
Spoiler : en el próximo capítulo todos mis personajes estarán en Chicago ¿cómo será el reencuentro?
Todo por hoy
Bye
